Zero se encontraba flotando en el hoyo de gusano, cuya luz se volvía de verde brillante a azul y viceversa. No sabía si avanzaba o retrocedía en el tiempo.
La sensación de flotar era muy buena para él. Pero esa emoción desapareció cuando escuchó una voz muy familiar un poco disgustada:
-¿No me creíste, verdad?
Zero, al reconocer la voz de Sans, intentó impulsarse hacia dónde provenía esta. A medida que se acercaba, la conversación se hacía más y más fuerte. De pronto el sonido cesó.
Esperando a que el sonido volviera, Zero notó algo increíblemente raro: al parecer permanecer en el hoyo de gusano había hecho que sus necesidades, como comer, dormir o ir al baño, se pausaran.
Mientras flotaba comenzó a pensar en muchas cosas como sus amigos, los buenos y malos tiempos con ellos, entre otras cosas más. Pero por su mente pasó una idea que, al considerarla posible, lo dejó helado:
-Y si la concepción del tiempo no es la misma aquí, que en el mundo, ¿ya habrá pasado mucho desde que estoy aquí o solo apenas una milésima de segundo?
Era una posibilidad que debía afrontar para no enloquecer cuando saliera de ahí.
-Mejor no pensaré en eso. No me ayudará mucho pensar en algo, por el momento, irrelevante.
Tratando de ignorar esa idea, decidió dormirse. Mientras yacía dormido, comenzaba a soñar.
Un par de hermanos y sus amigos jugaban en la nieve:
-Vamos Papyrus. Lánzale la bola de nieve a Alphys. ¡Está desprotegida! - le gritó Sans.
-No lo creo - exclamó Undyne mientras se ponía enfrente de Alphys.
Y todos comenzaron a lanzarse nieve entre sí. De pronto una bola de nieve que lanzó Undyne iba dirigida a un extraño ligeramente más alto que Sans, que usaba una chamarra negra, guantes negros, pantalón negro y zapatos tenis negro con blanco.
*¡Plof!* Zero recibió el impacto en la frente, siendo noqueado por este.
-¿Amigos? Vengan a ver - decía muy nerviosa Alphys, quien observó ese último lanzamiento de Undyne.
Y todos fueron a ver el cuerpo tirado sobre la nieve.
-¿Quién es y qué le pasó? - pregunto Papyrus.
-N-no sé. - respondió muy nerviosa Alphys - Uh, iba camin-nando cuando Undyne lanzó la bola de nieve...
-¡¡WOWIE, Undyne!! ¡Sí que eres fuerte! - exclamó Papyrus asombrado.
-Gracias - respondió sonrojada.
-¿Y ahora qué hacemos? - preguntó Sans muy calmado.
-¡Llevémoslo adentro! - gritó Papyrus.
Y entre todos, bueno casi todos ayudaron a cargarlo. Sans se adelantó para abrir la puerta. Cuando entraron, lo dejaron en el sofá.
-¿No lo habrás matado, o sí Undyne? - preguntó Sans en tono burlón.
-¿Acaso te estás burlando de mí o de él, costal de huesos? - le respondió en forma de rabieta Undyne al escucharlo.
-¡¡Nye he he he!! Cálmense chicos. - Papyrus tratando de calmar los ánimos - Fue un accidente.
De pronto Zero comenzó a despertar, eso sí con un fuerte dolor de cabeza.
-¿D-dónde e-estoy?
-Hola, soy Alphys y estás en casa de Sans y Papyrus.
-¿Por qué? ¿Qué fue lo que pasó?
-Pues verás, uhh, mi amiga Undyne, uh, lanzó accidentalmente una bola de nieve con muchísima fuerza y te dio en la frente.
-¿Es por eso que siento que me duele la cabeza?
-Sí, lo siento.
Zero observaba su alrededor. Veía como una escamada chica azul estaba a punto de moler a golpes a un pequeño esqueleto burlón, siendo separados por un esqueleto más alto que el primero.
-Verás - comenzaba a sonrojarse Alphys de la penosa escena - el esqueleto alto se llama Papyrus. Él es extremadamente bueno y muy crédulo. Solo no trates de abusar de eso último porque el esqueleto pequeño es su hermano mayor.
Zero puso una cara de confusión.
-Sí, uh, aunque no lo parezca, ese pequeño es el hermano mayor. Su nombre es Sans. Él hace chistes casi siempre, algunos son buenos y otros malísimos.
-Increíble. Y la chica escamada ¿quién es?
Alphys se puso muy nerviosa y su cara estaba muy roja, cual tomate.
-E-e-ella e-e-e-es...
-¿Estás bien? - preguntó Zero al verla casi a punto de explotar de nervios.
Al ver que no respondía, Zero les gritó a los otros:
-¡Oigan! - lo miraron - Alguien sabe porqué… - hizo una pausa para recordar su nombre - ¿Alphys está así?
Los tres voltearon a verla. Undyne, ya sabía porque Alphys estaba así. Pero para disimular le preguntó a Zero:
-¿Qué le dijiste?
-Nada. - replicó Zero al sentir un terror absoluto hacia Undyne - Ella me estaba diciendo quiénes eran ustedes pero solo me dijo de ustedes dos - señalando a los hermanos esqueletos - y cuando le pregunté quién eras tú - dirigiéndose a Undyne - se puso así.
Sans aparentemente sabía la razón del shock nervioso de Alphys, por lo que insinuó:
-¿Será que ella esté amordazada de ti, Undyne?
-Calla-cállate Sans - sonrojada de la vergüenza que sentía por lo que dijo.
-¿Amordazada? ¿Qué quisiste decir con eso, hermano?
-¡PAPYRUS! - gritó Undyne.
Zero al ver las expresiones de Undyne y la burla de Sans, dedujo que posiblemente había un romance entre ellas dos.
-Así que te llamas Undyne. Mucho gusto. Me llamo Zero.
-Igualmente - le contestó Undyne.
-Tienes buenos brazos. Esa bola de nieve me noqueó al instante. Si hubiera sido más fuerte el lanzamiento, tal vez...
Y se hizo un silencio incómodo para todos.
-Je, no importa – reparando Zero lo último que dijo.
-Alphys, Alphys – molestándose Undyne - ¡¡AAAAALLLLLPPPPPHHHHHYYYYYSSSSS!!
Ese enérgico grito fue suficiente para despertar a Alphys, además de asustar a los demás.
-¡Creo que exageré! – dijo sonriente rascándose la cabeza.
Al mirar el reloj de la sala todos vieron que se hacía tarde.
-Creo que ya nos vamos. Pronto empezará a enfriar aquí. Y yo no soporto el frío extremo.
-No creo que se “enfríen”. Y si es así pueden “juntarse” – le decía Sans a Undyne, insinuando el amor entre las dos.
-¡¡SANS!! – gritaba avergonzada Undyne, aguantándose las ganas de asesinarlo por lo que dijo
-Papyrus – temblando de ganas de apalear algo - mañana te espero temprano para practicar tus ataques.
-¡Nye he he he! – adoptando su pose heroica - ¡Yo, el Gran Papyrus, acepto el entrenamiento!
Todos rieron por ese comentario. Luego de unos segundos, Alphys y Undyne se fueron juntas a sus casas dejando al invitado con los esqueletos.
-Zero ¿quieres pasar la noche aquí? – preguntó Papyrus amablemente.
-No, gracias. No quiero causar molestia.
-Oh, vamos, ¡quédate!
Al ver la cara de alegría que ponían los dos anfitriones, aceptó agradecidamente, además de recordar que no tenía lugar a donde ir.
-Paps…
-Si hermano, ¿qué pasa?
-Ve a Grillby’s por unas hamburguesas, unas papas fritas y mucho kétchup.
-Sans, sabes bien que no me gusta la grasa.
-Es solo por hoy, ¿qué dices Zero?
Zero, nervioso solo asintió con la cabeza.
-¿Ves? Nuestro invitado está de acuerdo.
-¡Bien!
Sans le dio un papel a Papyrus. Dicho papel tenía escrito
“Ponlo en mi cuenta.
Mañana te paso a pagar
Gracias, Sans.”
-Toma, dáselo a Grillby.
-Ahora vuelvo…
Y Papyrus salió corriendo. Por suerte el bar estaba cruzando la calle.
Mientras Papyrus regresaba con la comida, Sans y Zero comenzaron a hablar:
-¿Qué te trae a Snowdin, Zero?
-Nada – respondió triste – solo he estado vagando por todo Underground.
-¿Por qué? ¿No tienes a familia o amigos? – preguntó inquietamente Sans por la expresión de tristeza de Zero
Él solo agachó la mirada.
-Oye, no te pongas así…
-Desde que tengo memoria, siempre he estado solo. Nunca conocí a mis padres, ni a nadie. El lugar donde vivía y sus alrededores han estado destruidos desde siempre. Solo están sus pertenencias, algunas en buen estado pero otras…
Zero al borde del llanto.
-Es como si una enorme amenaza lo hubiera devastado todo.
Sans atento a las palabras de Zero, le puso una mano en el hombro como señal de amistad.
Zero no pudo contenerse más y se abrazó de Sans. Éste al verlo, no dijo ni hizo nada. Pensaba que lo mejor que debía de hacer él, era desahogarse.
-Sans, no sabes lo deprimente que es estar solo. En varias ocasiones incluso pensé en ponerle fin a mi vida… pero no soy más que un cobarde.
Pasaron algunos minutos para que Zero se tranquilizara. Sentía algo muy grande y raro por Sans, que nunca antes había sentido. No sabía lo que era. Al parecer Sans sentía lo mismo...
-No te preocupes – dijo Sans abrazándolo - si quieres puedes quedarte el tiempo que quieras.
-¿En serio? – preguntó Zero al ver que alguien, por primera vez, se preocupaba por él.
-Sí. Y así ya no te sentirás huesolo.
Los dos solo se miraron antes de reírse por esa broma.
-¡Necesito ayuda! – gritó Papyrus mientras intentaba abrir la puerta.
Los dos, aun riéndose fuero a ayudarlo. Pusieron las cosas en la mesa de la sala, se sentaron, encendieron la televisión y comenzaron a ver un concurso de preguntas y respuestas que conducía un carismático y meloso robot: Mettaton.
Cuando el programa acabó todos se alistaron para ir a dormir.
-¿Y dónde quieres dormir? – preguntó bostezando Papyrus – puedes ir a la habitación de Sans, dormir en mi habitación o dormir aquí en la sala.
-Creo que mejor duermo aquí en la sala – soltó Zero algo sonrojado.
-Está bien. Voy por unas cobijas. – Y Papyrus se fue a todo galope por las cobijas. Curiosamente tenían a Mettaton por todos lados.
-Mañana limpio este desorden, ¿no te molesta o sí? – preguntó Papyrus.
-No te preocupes. No me molesta en lo absoluto – le respondió Zero con una sonrisa.
-¡Buenas noches! – los tres al unísono.
Después de unas risas, Sans y Papyrus subieron a sus cuartos a dormir y Zero solo se quitó la chamarra antes de taparse con las cobijas.