El excitante sueño de Zero pronto se vería afectado por algo dentro de él. Esa sensación de terror que vivió estaba a punto de surgir otra vez. No había dónde correr, no había donde esconderse. No había nadie a quién pedir ayuda. Estar solo es una sensación horrible, más cuando todos aquellos que te importaban se habían vuelto polvo. Arrepentido te encuentras de lo que hiciste y de lo que no. Pero ya es tarde para eso. Ahora enfréntate... o muere...
Después de una noche tan románticamente movida, los recién emparejados despiertan felices. Su alegría es indescriptible y totalmente radiante.
Ambos se despertaron felices e iniciaron el día como de costumbre pero sumamente felices. Sans se había ido a trabajar y Zero se habia puesto a ordenar la casa. En eso llegó Papyrus a casa. Zero escuchó la puerta y salió del cuarto de Sans para saludar a su casi cuñado. Pero cuando Zero volteó a ver la cara de Papyrus, algo lo dejo helado de miedo y preocupación.
-¿Por qué lo hiciste, Zero? - preguntó Papyrus muy débilmente, antes de quedar inconsciente.
Zero al ver como caía Papyrus fue corriendo hasta él. Lo tomó entre sus brazos y lo dejó en el sofá. Nervioso llamó a Sans:
-¿Hola? Sans... - tartamudeaba nervioso - t-tienes que v-volver. Algo le pasó a Paps...
Sans, al escucharlo, fue a casa tomando uno de sus atajos. Al llegar le preguntó a Zero que había pasado. Éste le respondió:
-No lo sé. Yo estaba limpiando cuando escuché la puerta. Después fui hacia el para saludarlo pero solo me preguntó porqué lo había hecho y luego se desmayó.
-¿Por qué hiciste qué cosa? - preguntó Sans algo impaciente.
-No lo sé. Solo mira su cara. Está muy mal...
La cara de Papyrus estaba muy golpeada. Parecía tener algo de sangre. El resto de su cuerpo no estaba mejor. Sans, al borde de las lágrimas, llevó a su hermano a su cuarto. Zero se dirigió a la cocina a preparar algo de spaghetti. Pasadas unas horas, Papyrus comenzaba a despertar. Los dos enamorados estaban ya tranquilos al ver que Paps abría sus ojos.
-Paps, ¿qué te pasó?
Papyrus estaba en shock todavía. No respondió nada. Solo tomó el plato de spaghetti y comenzó a comer. Cuando terminó, respondió:
-Pues yo salía del laboratorio de Alphys. Ya me había despedido de Mettaton. Comencé a caminar por arena de Undyne, que conecta a Hotland con Waterfall.
Calló por un momento. Después continuó:
-Ya en Waterfall, en la sala de los deseos vi una sombra extraña. No le di importancia y seguí caminando. Pero pronto me sentí acechado. Me giré para ver quien era pero no había nadie. Ya nervioso, giré otra vez para ir a casa y vi una silueta oscura, con la forma de Zero.
Papyrus comenzó a llorar.
-Lo saludé, pero no me respondió. Y entonces recibí un golpe muy fuerte que me lanzó unos metros. Me puse de pie pero esa sombra estaba enfrente de mí y me golpeó una y otra y otra vez.
Papyrus secándose las lágrimas:
-No sé bien qué pasó después. Pero como pude, llegué a casa. Abrí la puerta, vi a Zero, le pregunté porqué lo había hecho y solo caí inconsciente.
Sans y Zero se miraron el uno al otro, confundidos.
-Paps, ¿notaste algo para identificarlo? - preguntó Zero preocupado por algo.
-N-no. Sólo que esa sombra tenía forma tuya. Por eso pensé al principio que me estabas jugando una broma.
Sans notó algo de preocupación extra que sentía Zero, como si supiera quien fue el responsable.
-Sans, cuídalo, yo regreso en un rato.
Sin decir nada más Zero se salió de la casa, dejando desconcertados a los hermanos. Se dirigía a buscar alguna pista del atacante de Papyrus.
Zero llegó lo más rápido que pudo al punto donde Papyrus fue atacado:
-P-pero... ¿q-qué es e-esto...? - se preguntaba Zero muy sorprendido al ver que en las paredes habia residuos de magia que él sólo había visto momentos antes de que...
-¡Por fin te encuentro, maldito! - gritó un ser maligno que apareció de la nada detrás de Zero.
Zero reaccionó rápidamente y esquivó el ataque de ese ser oscuro.
-¡E-esto e-es i-mposible! - dijo Zero muy preocupado.
Zero se quedó pasmado de miedo al ver que ese ser, la criatura que atacó a Papyrus, ese ente de maldad pura era su vivo reflejo.
Sin poder reaccionar, Zero recibió un impacto tan fuerte que salió despedido del sitio en el que estaba, hasta impactarse contra una pared. Casi inconsciente, Zero pudo ver que ese se alejaba de él...
-Oye, Zero, ¿estás bien...?
Fueron las palabras que escuchó antes de quedar inconsciente.