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TRELOS (A Temporary Shelter) por STEREK141618

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Notas del capitulo:

Este es como un trabajo... Como lo digo... Que escribí de manera improvisada -como casi todos mis fics- que no es tan largo como los otros, antes de publicar los "chidos". Espero que lo disfruten, que les guste tanto como a mí me gusta escribir para ustedes.

DOS SEMANAS DESPUÉS.

—Despierta… Despierta Stiles…
El castaño abre los ojos después de todo ese tiempo dormido. Está en su cuarto. Ve la hora y es tarde, suficiente como para que le duela el cuerpo de tanto dormir. Así que se talla los ojos con los puños y bosteza. Ve la fecha del calendario. El verano ya casi termina, en unos cinco días vuelve a su trabajo. Se recuerda en días como este que haber logrado la independencia de su familia ha sido una grata recompensa. Y sonríe, hoy empieza el primer viaje con sus amigos. Alista algunas cosas y sobre todo el cómo se ve para que no luzca como si apenas se fuera a despertar. Antes de que toquen la puerta y le abra a todos sus amigos. Ellos entran a la casa del castaño –vive en una parte de California con no muchos habitantes. Todo es relativamente pacífico- con mucha bulla y lentes de sol. Empiezan a acomodarse dentro del hogar del chico de largas pestañas.
—¿Ya pusiste las maletas en el Jeep de Stiles? —pregunta Allison a Scott quien está dando vueltas en la sala de su amigo buscando cosas que tal vez le servirán en el viaje.
—Ya —responde él cogiendo algo entre sus manos.
—¿Te das cuenta de que llevas la plancha? —cuestiona ella con una ceja más arriba que la otra.
—Claro que lo sé, siempre es útil una plancha —responde el moreno con normalidad.
—Vamos a la playa, va a hacer mucho calor, usarás bermudas, te meterás al mar y vas a estar todo mojado y lleno de arena —dice ella aún contrariada con ganas de reír.
—Pero tal vez quiera salir a dar la vuelta en el centro del pueblo cuando sea de noche y no lo sé, quiero planchar ropa que sea vea bonita —comenta el moreno como si fuera la cosa más simple del mundo.
—De acuerdo con Scott. Lleva la plancha —arremata Lydia Martin con el cabello recogido y los lentes de sol sobre la frente. 
Allison lo pondera unos segundos, sabe que Lydia tiene razón y solo se encoje de hombres sin reparo. Pasa de Scott y se encuentra con su novio, uno de los gemelos. 
—Tú y yo nos vamos a ir en la moto —habla él y la acerca a su cuerpo para darle un beso casto.
—Es un viaje largo y no quiero que te canses demasiado, me lo has dicho desde ayer en la noche y te lo he negado. ¡No me iré en esa cosa ni de chiste! —exclama ella con expresión divertida.
—Lydia él sólo está emocionado por él viaje, mi novio está igual, quieren sentirse cool con sus chaquetas de cuero —habla Danny sentando sobre una barra de la cocina de la casa de Siles.
—Creo que todos estamos emocionados, yo sólo veo como varios de ustedes se pasean de un lado a otro cogiendo cosas y empacándolas. ¿Verdad Boyd? —pregunta la chica Reyes a su novio que está sentado un lado de ella.
—Sí sólo espero que Siles haya cargado esa memoria llena de canciones para el camino —contesta el chico con esperanza de que el despistado castaño no se le hubiera ido ese pequeño detalle.
—No, no, tengo una memoria especial en mi computadora, tendremos Internet todo el tiempo que queramos en medio de la carretera. Y también podremos ver películas, tengo un auxiliar preparado al sistema nuevo de sonido del Jeep, todo está listo —avisa el chico de largas pestañas saliendo de su cuarto con un par de maletas que meterá a su coche, ambas son de cosas suyas.
—Eso espero, la última vez tuvimos que poner sólo la bocina de un celular y no se oía nada —se queja el novio de Danny que trae una hielera con cervezas entre los brazos.
—Pues no pasará esta vez, ténganlo por seguro. —Stiles chaquea los dedos haciendo una pistola con la mano, para después preguntar—: ¿Y Derek?
—No lo sé —responde Lydia con un poco de curiosidad de saber de su amigo.
—Le estoy llamando —les avisa a todos Scott con el teléfono en la oreja.
Scott permanece hablando con el otro moreno por al menos cinco minutos con el rostro serio para después infórmale a sus amigos la situación. 
—Chicos, dice Derek que nos vayamos sin él —informa el moreno McCall con las manos unidas a la altura de su abdomen.
—¿Ya se puso de gruñón otra vez? —exclama Erika con poca gracia.
—No, no es eso. En su trabajo no le dejaron salir más temprano por haber faltado hace un semana —explica Scott haciendo un ligera mueca.
—¿Y qué hacemos? —pregunta Allison acercándose más a su amigo.
—Él dice que nos vayamos sin él, que nos alcanzará. La prioridad es llegar al hotel en el día de la reservación. Así que… —Se detiene el moreno esperando una respuesta de los demás chicos.
—Pues yo digo que está bien —dice Boyd viendo la reacción de los otros.
—El problema es que Derek no sabe cómo llegar a ese hotel y me temo que tendré que quedarme a esperarlo. Stiles los lleva a ustedes en el Jeep, además que no todos cabemos en él con tantas cosas y en el Camaro de Derek iba a ir el resto así que… 
—No te preocupes por eso Scott, yo espero a Derek y nos llevamos todo eso, ustedes tiene que llegar antes para la reservación —le interrumpe el castaño de repente saliendo de la cocina con un galón de agua fría entre las manos.
—Entonces también nos dividimos, la mitad de nosotros en un coche y la mitad en el otro —exclama el moreno McCall con total disposición.
—No, no. Puse ese sistema de sonido en el Jeep precisamente para que ustedes se divirtieran en lo que llegábamos hasta Los Ángeles —prorrumpe de nuevo el castaño y todos se le quedan viendo con una sonrisa.
—¿No será que alguien quiere quedarse a solas con Derek? Allison —comenta divertido el moreno a la Argent.
—Podría ser, pareces sospechoso Stiles —responde la chica con una mirada ladina.
—No me digan, ¿para qué quieren ustedes dos todos esos condones que trae Scott en su mochila chicos? —insinúa el castaño para rematar y desviar la conversación. 
Al moreno se le atora la bebida en la garganta y empieza a toser con poco control.
—Bien, entonces que Stiles lleve a Derek hasta nuestro hotel amigos. Tenemos que llegar antes de perder nuestras habitaciones… —Junta las manos frente a su pecho y luego mira a todos antes de exhalar—. ¿Ya nos vamos?
Todos se miran los unos a los otros, esperando o más revisando que uno diga de último momento que olvidó algo, pero ninguno dice nada y después aceptan la propuesta de Scott.
—Bien, pues toma viejo —le dice el castaño a su amigo para darle las llaves de su coche.
—Gracias, voy a cuidarlo como a un hijo —asegura el de apellido McCall con las llaves en los dedos de la mano derecha colgando frente a su cuello.
—Es mi nena, trátala con delicadeza —repone el de ojos casi ámbar con un tono un poco severo.

DEREK VA EN SU CAMARO y las luces del crepúsculo se hacen presentes con cada minuto que pasa y su corbata le aprieta el cuello pero incluso esa sensación no la percibe con la única cosa que lleva en la mente desde hace una semana. Da con elegancia las vueltas de esquina para llegar por el camino más largo hasta su casa y arribar de noche. Los hogares de su vecindario son bonitos y se podría decir que sencillos en la forma del diseño pero costosos ya que son modernos. 
Apenas y traga un poco de saliva antes de parpadear y apretar un poco los labios, su perfil luce impecable y las luces que acaba de instalar dentro del Camaro para la noche son de color violeta cremoso y hacen que su piel luzca como porcelana morena. Su mirada es una mezcla entre despreocupada y seria, o quizá para ser más exactos serena, como si hubiera aprendido a lidiar con su pena desde hace mucho y ya no importara más. Se estaciona con delicadeza dentro de la cochera que sólo tiene una puerta plegable de vidrio de gran tamaño. Se queda un rato dentro del coche mirando a través del parabrisas la oscuridad de aquel lugar y como la puerta de entrada a su casa a través de esta habitación espera inmóvil con una única luz parpadeante de color rojo. 
Se decide a bajar del Camaro con movimientos precisos. Antes de entrar a su casa pasa su mano por la corbata y se la quita con suavidad al igual que desabotona su saco y el chaleco que le ha apretado el torso todo el día. Pone su pulgar en la puerta y ésta se abre con un pequeño pitido y la luz roja se pone verde hasta que Derek pasa y cierra la puerta. Tapona los ojos, baja un escalón que es donde empieza la sala. Se sienta en un sillón y se queda ahí con las piernas un poco más abiertas de lo normal y los brazos extendidos, su sereno rostro mira el techo.
Escucha un ruido y abre los ojos con el ceño fruncido. 
—Derek qué bueno que llegaste, te he estado esperando —habla una voz desde la cocina y que de hecho se acerca. 
Él moreno abre los ojos por completo y un poco más de lo normal y se pone en una posición en la que pueda distinguir mejor a la persona, aunque sabe quién es pero quiere verlo para creerlo.
—¿Stiles que haces aquí? —pregunta con sorpresa en su tono.
—Dijiste que nos alcanzarías pero tenían que irse pronto por lo del hotel. Así que me quede porque tú no sabes dónde está, así que… Aquí estamos. ¿Ya nos vamos? —pregunta Stiles con una mirada un poco inocente pero insistente y un poco emocionada.
Derek frunce el ceño un poco más y se pone ambas manos en la cara. 
—Creí que se irían todos y yo ya, les llamaría o yo que sé, algo me llegaría a la cabeza —dice Derek con un tono no muy alegre. 
—Pero… ¡Eso que importa! Estoy aquí, así que ya vayámonos que ya anocheció y no quieres esperar hasta mañana ¿verdad? —pregunta el castaño esperando una respuesta.
Derek se queda en silencio y apenas y mira a su amigo con ese rostro un poco preocupado.
—Oh… —susurra el castaño dando un paso atrás por alguna razón—-. ¿No querías venir cierto?
—Esperaba que ustedes no supieran… Yo no quiero ir a ese viaje pero no quería decírselos, no deseaba arruinar su salida —dice Derek y se pone de pie caminando hasta la cocina a través del suelo de mármol color marrón claro, o más bien de varios tonos de café. 
Se coloca detrás de la barra y se sirve un trago de algo que estaba más a la mano.
—¿Es por lo que me dijiste la última vez que hablamos? —pregunta el chico de largas pestañas, quien se acerca con poco ruido hasta enfrente de la barra.
Ambos se ven a los ojos y la luz del arco sobre la barra les alumbra en la oscura cocina.
—Sí —responde el moreno después de tres segundos de contacto visual.
—Ha pasado un año desde la muerte de tu madre, y ella, no quisiera verte triste viejo. Yo, puedo comprender un poco como te sientes porque mi madre, apenas la conocí pero no tuve nunca a nadie que me diera las buenas noches con un beso en la frente… E, intento ser feliz porque, de eso se trata… No dejes que te afecte —enlista el castaño con poca seguridad de haber dicho las cosas correctas, a veces es torpe con las palabras en temas serios. 
—Lo sé… Es que en verdad no tengo ganas —dice y revisa su copa vacía y como el hielo da vueltas con el movimiento de su mano.
—Pero nos divertiremos, todos, en la playa, bajo el sol, en la arena, hoteles de lujo hermano, salidas a bares en la noche. ¡Será espectacular! —exclama el castaño intentando convencerlo—. Estaremos más juntos que nunca.
—Eso es lo no quiero —irrumpe con severidad, con el mismo gesto que cuando odiaba a Stiles y le respondía de una manera grosera como la de un cavernario lo haría a un intruso en su cueva.
Stiles siente el tono en los recuerdos y retrocede.
—Lo siento no quería… —se disculpa el castaño.
Derek camina hasta el centro de su casa. Observa todo. El lugar es pentagonal y la sala se encuentra un escalón abajo del piso normal con tres sillones alrededor de la chimenea y una mesa de centro de vidrio y una pantalla de plasma a unos dos metros del suelo. Atrás de la sala está una mesa un poco larga de madera donde suele comer solo y atrás de eso un pasillo largo –que se podría decir el primer lado del pentágono- y oscuro que lo lleva a su cuarto y a un lado la cocina donde estaban. Es una cosa bonita y todavía falta describir el patio y la pequeña fuente con jardín con vista al bosque atrás de su casa y el primer piso. 
Así que en realidad piensa a quedarse en silencio frente a la chimenea con un suéter tejido por su madre y sólo la luz del fuego y su calor con un chocolate tibio. Y la mirada perdida en las llamas viendo su pasado a través de ellas. Y nada más. 
Pero ha conseguido todo lo que desea, tiene una carrera, un trabajo, una casa que no terminará de pagar hasta dentro de una década pero está bien, además de independencia, belleza y juventud. Tal vez no necesita recordar su pasado y los buenos tiempos frente al fogón, pues lo hace cada noche hasta que decide casi al amanecer que es hora de dormir aunque sea cuatro horas. Quizá sea bueno ir a ese viaje, ha estado tan preocupado que ya hasta tiene un tic en el ojo izquierdo. Su madre desearía que se divirtiera con sus amigos, y su padre también, y quizá sus hermanas y tal vez, todos. 
—¿Las cosas de ellos están aquí verdad? —pregunta Derek a Stiles si verlo aún.
—Yep —responde el chico rápido—. Al menos la mitad.
—Dios —suspira—, pues lleva todas las cosas hasta el Camaro de una vez en lo que empaco.
—Sabría que irías —festeja el castaño dándolo una palmada en la espalda cogiendo las cosas de sus amigos que estaban en la sala.
Derek empaca cosas al azar y se pone ropa cómoda pero no demasiado reveladora aún, se coloca un pantalón deportivo, y un par de tenis y una sudadera, esta noche hace frío. Mete todas la cosas en la cajuela aunque queden todas en desorden y luego algunos objetos frágiles en los asientos de atrás. Derek se pone al volante y luego Stiles entra con una sonrisa amplia y unos ojos brillantes en el copiloto. El moreno enciende el auto y éste ronronea. 
—Derek ¿sabes que está muy lejos a dónde vamos verdad? —pregunta el castaño más que preparado para el viaje y que su poca retaguardia quede aplastada por muchas horas.
—¿Cuánto? —pregunta el moreno conduciendo hacia a la carretera.
—Son como… Mil quinientos kilómetros —susurra Stiles viendo su Tablet en su regazo. Derek frena de repente.
—¿Estás bromeando? —exclama consternado con el ceño fruncido.
—¡Diablos ten cuidado! ¡La pantalla se golpeó con la guantera! —prorrumpe enojado de pronto Stiles revisando que no se haya hecho un rayón o un daño parecido.
—¿Estás bromeando o no? —exige una respuesta con muy poca paciencia.
—No, el mapa dice eso, así que será mejor que tomes la ruta fácil, por toda la costa amigo —dice sin remedio Stiles con la vista bien puesta en el display.
El chico Hale no quiere preguntar pero lo hace.
—¿Cuántas horas?
Stiles tampoco quiere responder, mira a Derek por un largo tiempo que sólo son cinco segundos.
—Diecisiete horas —dice con la voz muy baja.
—¡No voy a conducir diecisiete horas seguidas! —exclama el moreno ahora un poco enojado.
—¡¿Qué acaso no te enteraste de nada?! —reclama Stiles dejando de ver su laptop de nuevo.
—No, ni siquiera sabía de estas vacaciones hasta hace una semana —apela el moreno y un coche les pita detrás de ellos.
—¡Oh muévete de aquí hombre! Mira cuantos coches están atrás de nosotros —ladra Stiles.
A pesar de que se han hecho más cercanos aún faltan asperezas que limar.
—Bueno explícame el plan, míster genio de Google. —Derek pone a andar el coche, y da vuelta en una esquina para volver a quedarse quieto, no hay nadie en esta calle.
—No te burles, algún día trabajaré para ellos —reclama con rencor poco.
—O puedes volverte Illuminati. 
—En otra dimensión lo soy seguramente. Así que… Vamos a conducir ocho punto setenta y cinco horas aproximadamente por día y nos turnaremos la mitad, cada uno estaría frente al volante cuatro horas punto treinta y seis, ¿de acuerdo? —pregunta el castaño.
El moreno vuelve a suspirar y pone su frente sobre el volante por un segundo.
—¡Será divertido! —suelta Stilinski para darle ánimos. 
—No creo que haya algo divertido de estar contigo dos días a solas en la carretera —dice el moreno poniendo a andar el coche de nuevo.
—Perdón por compartir mi amistad señor gruñón —grazna con tono de que su comentario le ha molestado.
—Me estoy arrepintiendo de esto —vuelve a hablar el moreno con su voz agria de casi siempre.
—Yo igual —suspira Stiles viendo como la carretera empieza a iniciar.
Stiles espera que este viaje sea lo que espera. Estar con Derek, y hacerlo sonreír. Quizá, en algún momento, darle la mano y… Besarlo. Como alguna vez en sus sueños.

Notas finales:

Espero que les haya gustado. Dejen comentarios, su opinión es importante. Nos vemos en el siguiente capítulo que subiré el viernes. Saludines!


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