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Orgullo vs Amor por Shinjimasu

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Vegeta estaba muy irritado, aún no había conseguido convertirse en súper saiyajin y estaba a pocos meses de que llegaran los androides.

Shitagi, por su parte, había logrado satisfactoriamente esconder todo lo que sentía hacia él, reemplazando su cariño por su clásico orgullo. Seguía siendo amable con él (en las pocas veces que lo veía) pero esa amabilidad era la misma que le ofreció cuando lo conoció, la que él le había brindado cuando comenzó a vivir en la Corporación Capsula; actuaba como si nunca hubiera pasado nada entre ellos y solo lo reconocía como el padre de Trunks, pero solo eso. No se molestaba en discutir con él, a excepción de esas veces en las que el bebé se despertaba por el escándalo que ocasionaba el príncipe, y aun así solo le llamaba la atención, ni siquiera se molestaba en pelear. Su papel de papá lo cumplía en su totalidad y gracias a la ayuda que le dieron sus padres no tuvieron retrasos en su trabajo y podía estar con su hijo todo el día.

A Vegeta no le importaba que él ya no le mencionara su cariño, ni que no lo abrazara, o que le reprochara algo, pues estaba demasiado ocupado  en sus asuntos como para distraerse en “tonterías”: lo único que en verdad le importaba era alcanzar la fase de súper saiyajin lo más pronto posible para vencer a los androides y, posteriormente, acabar de una buena vez con Kakarotto.

Durante la semana que estuvo fuera de la Corporación Cápsula, después de la primera noche que paso con Shitagi, se refugió en el bosque, muy en el fondo, viviendo como si nadie más existiera en el planeta, pensando. No había podido dejar de entrenar y las actividades que tuvo fueron igual de  extremas a las que tenía en la cámara de gravedad; quizá era eso lo que necesitaba, ese tipo de presión. Pero no en la Tierra, sino algo mucho más intenso: en el espacio, en un lugar donde no tuviera que contenerse ni preocuparse por las consecuencias de lo que hacía.

Entonces se decidió. Entró a su habitación y comenzó a colocar algunos de sus trajes sobre la cama: tomaría una nave y se iría lo más pronto posible, pero contrario a lo que hubiera preferido,  fue interrumpido por una voz.

-Puedes tomar la nave grande… es la más rápida y la mejor equipada- le dijo Shitagi desde la puerta.

Vegeta lo vio por encima de su hombro sin voltearse, regresando a su tarea inicial –Eso pensaba hacer-

-¿Puedo saber a dónde vas a ir?- preguntó Shitagi.

-Lejos de aquí- contestó serio –No debe importante eso ¿O sí? Tú mismo lo dijiste-

Shitagi no le contestó. Podía sentir un nudo en su garganta y temía no soportarlo lo suficiente.

-¿Cuándo tiempo estas fuera?-

-El necesario- respondió  tomando su ropa para luego salir, sin atreverse a mirarlo.

-Vegeta- lo llamo él en un tono triste, derramando un par de lágrimas, haciendo que él se detuviera –Por favor cuídate mucho-

El príncipe cerró sus ojos y siguió avanzando, bajando las escaleras y subiendo a la nave. Al escuchar esas palabras de boca del chico quiso regresar con él y abrazarlo, asegurándole que volvería lo más pronto posible y que si se iba, no era porque quisiera alejarse de él,  pero como siempre, su orgullo se lo impidió.

Shitagi salió a su balcón para observar la nave alejándose. De sus ojos brotaron más lágrimas, no logrando evitar demostrar lo que se había tragado esas últimas semanas.

-Regresa pronto Vegeta, no me dejes solo- sollozó.

Le dolía mucho esa distancia que había creado entre ellos pero pensaba, y esperaba que Vegeta se diera cuenta de que ese amor que le tenía aún existía y que a pesar de no hablarle, su cariño aumentaba día con día y que en verdad deseaba que él por fin aceptara que lo quería, a él y a Trunks. 

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En el transcurso de algunas semana, Vegeta logró por fin convertirse en súper saiyajin, gracias a su intenso entrenamiento.

La nueva fuerza que poseía hizo renacer en él la búsqueda de más poder. Ahora se sentía invencible y de algún modo volvió a ser el Vegeta de siempre, el orgullosos saiyajin que llegó a la Tierra. Cuando regresó a casa, y a diferencia de lo que llegó a creer, nadie lo estaba esperando: la casa estaba vacía. Creía que Shitagi estaría ahí, pero no fue así.

Entró a la Corporación Capsula y por inercia entró a su habitación, la misma que compartía con Shitagi. Tomó un baño y cayó rendido sobre la cama, recuperando todo el sueño que había perdido en esos cinco meses que estuvo fuera.

Habrán transcurrido un par de horas hasta que Shitagi entró con Trunks a la habitación. Ellos y sus padres habían salido al centro comercial en la mañana, por lo que el regreso de Vegeta había pasado desapercibido.

 Cuando vio al guerrero sonrió, alegrándose mucho de volver a verlo. Colocó suavemente al bebé sobre la cama, acariciando la mejilla del príncipe con ternura. Vio sus trajes a un lado de la cama y los tomó, revisándolos con cuidado, deduciendo las condiciones en las que había tenido que vivir todo ese tiempo. Los junto todos y salió de la habitación rumbo a su laboratorio: los dejaría allí para arreglarlos más tarde.

Durante el tiempo que estuvo fuera, Trunks se despertó. Acercó sus manitas a su rostro, amenazando con llorar al no ver a su papá con él pero antes de hacerlo, se fijó en la segunda forma que dormía a su lado. Se volteó y gateo hacia su padre, apoyándose en su brazo para verlo, pero estaba claro que algo tendría que suceder.

Y en efecto, Vegeta se despertó al sentirlo contra su piel, retirando su brazo en un rápido movimiento mientras se enderezaba. Trunks perdió el equilibrio y cayó sobre el colchón, observando la mirada molesta del príncipe, asustándose.

Mientras tanto, Shitagi salía de su laboratorio, no había tardado más que un par de minutos, cuando escucho el llanto de su bebé. No lo pensó y subió rápidamente, pero como era de esperarse, Vegeta ya no estaba ahí. Cargó dulcemente a Trunks, moviéndolo un poco, animándolo a que dejara de llorar. Cuando por fin lo logró, se sentó sobre su sillón, dejando dormir entre sus brazos a su pequeño saiyajin, preguntándose qué podría hacer con su arrogante padre.

Durante el  tiempo que siguió, Vegeta se vio indiferente hacia Shitagi y hacia Trunks. No mostró interés en nada más que en sus entrenamientos.

Pero un día, todo cayo: su orgullo, su arrogancia y su avaricia… todo cayó. Al ver como Cell asesinaba a SU hijo frente a él se sintió un completo inútil ¿Cómo pudo dejar que eso pasara? Se maldecía por dejar que ese ataque llegara, por no haberlo previsto antes. Sintió ira hacia Cell en ese momento, ira provocada por la muerte de su sangre; pensó en Shitagi, en que eso podría sucederle a él o incluso a su bebé. La rabia lo dominó y se lanzó hacia Cell, aunque no logró hacer mucho.

Ahora estaba seguro, no solo había vuelto a él su clásico orgullo, sino que nació un sentimiento de protección… y también se presentó su debilidad. Sí, era débil, tenía dos debilidades demasiado marcadas: el chico y el bebé. Dos debilidades que no quería tener, que lo avergonzaban, que lo humillaban.

Ya no servía como guerrero ni como príncipe, ni siquiera como pareja y mucho menos como padre.

Entonces ¿Qué le quedaba?


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