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La Ciudad de los Muertos II : Vestigios de esperanza por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Holaaa, querubines ;) 

Les traje una linda y dulce actualización :3 

Espero que les guste. Si encuentran algún error, háganmelo saber. 

Nos leemos pronto. 

Abrazos ;) 

Capítulo 16




   —¿Cuánto tiempo ha pasado ya? —sentí un leve pinchazo en alguna parte de mi cuerpo que no logré mover cuando me di la orden de hacerlo—. ¿Seis días?

   —Él estará bien, Terence.

   —De seguro ya habría despertado si no le hubieses quitado tanta sangre cuando lo ingresaste.

   —¿Y qué querías que hiciera? Teníamos que salvar a toda esa gente que mordieron… —Un suspiro resonó cerca de mi oído. Intenté abrir los ojos pero por alguna razón no logré hacerlo, quise levantarme, pero mi cuerpo no reaccionó ¿Dónde estaba? ¿Qué había pasado?—. Por cierto, ¿has visto a Ada hoy? —Ada…estaban hablando de ella ¿¡Acaso le había pasado algo!?

«Despierta, Reed.»

  
—Sí, ha venido dos veces. No la dejé entrar.

   —¿Por qué?

   —Le destrozaría verlo así.

   —Tú pareces estar destrozado ahora mismo ¿Necesitas más pastillas?

   —Yo…

   —¡Aiden! —Una voz y golpes sobre una puerta llegaron desde algún rincón del lugar en el que me encontraba. Otra vez, intenté abrir los ojos y despertar, pero no fui capaz de hacerlo. Había leído sobre esto, sonaba como una parálisis del sueño, solo que sin alucinaciones ¿O acaso estaba imaginando todo lo que oía?—. ¡Aiden! ¿Puedes venir un segundo? ¡Han llegado antibióticos!

   —¿¡Antibióticos!? —El chillido de una silla arrastrándose por el suelo entró en mis oídos y golpeó el interior de mi cabeza con más fuerza de la que debería. Me sentí mareado.

   —Ve tranquilo, yo me quedaré aquí.

   —No iba a preguntártelo de todas formas, sé que lo harás… ¡Nos vemos! —Una puerta se abrió y se cerró enseguida. Todo pareció quedar en silencio, en un abrumador silencio que sí, pudiese haberla sentido en ese momento, estaba seguro me erizaría la piel.

En mi pecho, sentía el acelerado ritmo de mi corazón golpeteando, asustado. Intenté calmarme. No podía despertar mi cuerpo, no podía moverme ¿Cuánto más iba a estar así? ¿Por qué acabé de esta forma?

Intenté recordarlo.

   —Joder, está lloviendo de nuevo… —sentí el peso de algo cargándose en la superficie de la cama en la que estaba—. Ha llovido toda la maldita semana… —Esa voz, conocía esa voz. Terence.

Todas las imágenes de lo que había ocurrido llegaron a mi cerebro como un montón de flashbacks que hicieron palpitar mi cabeza. Lo recordé todo, Shark me había apuñalado.

   —Terence… —quise pronunciar su nombre pero mi voz tampoco salió. Algo se apoyó sobre mi pecho.

   —¿Estás vivo, siquiera? —sentí calidez en alguna parte de mi piel, donde algo se había cargado—. Sí, ahí estás. Buen chico… —Unos dedos rozaron mis mejillas para apretarlas. Quise sonreír.

Claro que estaba vivo, no iba a dejarme matar por un hombre como Shark.

   —Vamos, Reed. Sé que estás ahí… —La voz de Terence resonó con más fuerza en mis oídos, intentando arrastrarme hacia él. Sí lo estaba, pero no podía moverme, no podía darle una señal. Ni siquiera podía abrir los ojos—. Tienes que despertar, Aiden dijo que debíamos irnos luego...

« ¿A dónde? »

El sonido de la cama y el peso que cayó sobre mí me indicó que él había cambiado su posición, no sabía exactamente a cuál porque apenas era capaz de sentir algunas partes de mi cuerpo. Algo cálido cayó sobre la piel de mi cuello y un frío interior me heló los huesos hasta hacerlos estremecer, era su respiración. Me pregunté si él había logrado verlo o era tan solo una alucinación mía, en donde su aliento podía causarme terribles escalofríos. No quería que lo fuera, quería abrir los ojos y ver su cabeza sobre la almohada en la que creí descansaba la mía, quería seguir escuchando su voz, porque de pronto, creí que si dejaba de oírla caería ante el terror de estar paralizado.

   —No puedo… —comenzó—. Sé que debo estar sonando como un idiota ahora mismo, pero no puedo… —Su voz susurró cerca de mi rostro ¿Estaba sobre mí?—. No puedo continuar sin ti. —Sus palabras causaron un escalofrío distinto, esta vez pude sentir como la piel de mis brazos se erizaba y pude escuchar mi propia respiración agitarse—. Joder, estoy perdido ahora mismo —Me estremecí una vez más. Él se estaba lamentando y yo no podía hacer nada por responderle. Ni siquiera merecía las palabras que me estaba diciendo, no después de cómo me había comportado antes de esto.

Necesitaba despertar, necesitaba hacerlo ahora mismo.

El temblor de sus manos recorrió mis mejillas y sus dedos se enredaron en mi cabello. Entonces, pude sentir algo más, algo que me causó un verdadero escalofrío sensible, algo que hizo a mis huesos temblar de verdad y a mis músculos contraerse. Sentí el sabor de sus labios caer sobre los míos y la temperatura volvió a mi cuerpo de golpe. Fue un beso corto, pero suficiente para generar una oleada de adrenalina y nervios que logró despertarme.

Pude abrir los ojos.

   —¿¡R-Reed!? —Él alejó su rostro del mío con brusquedad—. ¡R-Reed! —sonrió, nerviosamente—. ¡Despertaste...! —La expresión de su rostro cambió drásticamente cuando le vi sonrojar hasta las orejas—. Eh, y-yo… —Me miró y luego se miró a sí mismo, sobre mí, justo como me lo había imaginado—. L-Lo siento.

   —Lamento la demora, Terence. Había muchos antibióticos que estaban vencidos y… —Terence saltó asustado hacia atrás cuando una voz entró de improviso en la habitación—. O-Oh, joder… —rió Aiden, de pie bajo el umbral de la puerta—. Lo siento, chicos, no acostumbro a tocar la pue… ¿¡Reed!? —Aiden pasó de la sorpresa a la alegría—. ¡Demonios, despertaste! —corrió hacia nosotros y el peso de Terence me abandonó cuando él bajó de la cama—. ¿Cómo te sientes?

   —Y-Yo… —comencé, mientras empezaba el proceso de hacerme consciente de mi propio cuerpo. Dolía, pero quizás no tanto como creí—. ¿D-Dijeron que han pasado seis días? —balbuceé y me esforcé por controlar mi nerviosismo. Aiden nos había descubierto.

   —Sí, ¿Terence te lo dijo? —El pelirrojo y yo cruzamos una mirada y le vi sonrojar otra vez hasta que sus mejillas terminaron completamente rojas. Él se había dado cuenta, se había dado cuenta de que yo lo había oído todo, todo lo que dijo.

   —Algo así… —Le sonreí, estaba seguro que ni él ni yo queríamos hablar sobre eso ahora—. Me duele un poco la herida, pero no es nada que no pueda soportar.

   —¿Crees que podamos partir mañana? —pestañeé un par de veces. Había oído decir a Terence algo sobre el apuro de Aiden por partir hacia algún lugar, pero yo no entendía nada—. He estado preparando todo por unos días…

   —Aiden, Reed acaba de despertar.

   —¿Partir a dónde?

   —A la ciudad de los muertos… —llevó una mano a su cabello para jugar con uno de los mechones que le caían por la frente y vi el momento exacto en que su mirada cambió, evocando quizás a viejos fantasmas de los cuales no me atrevería a preguntar—. Tenemos viejos amigos ahí, conozco a alguien que podría elaborar una cura… ¿sabes lo que significa eso?

“La ciudad de los muertos” no sonaba precisamente como un destino encantador.

Abrí la boca para responder, pero el llanto de un bebé a lo lejos despertó mis oídos. Mis piernas temblaron cuando las bajé de la cama para ponerme de pie.

   —Espera, Reed.

   —Aiden ¿Oyes ese bebé?

   —¡Aiden! ¡No puedo hacerlos callar…! —Ivy entró por la puerta cargando a dos bebés. La imagen de Cassandra bajando a ése agujero, envuelta en un montón de sábanas y lo que vino antes de eso, ella muriendo a mí lado, me atacó en forma de un montón de angustia que me hizo intentar correr hacia la puerta, tropezando en el camino.

   —Tranquilo… —El brazo de Terence me ayudó a ponerme de pie.

   —Oh…—La oscura mueca en el rostro de Aiden desapareció en cuanto los dos bebés se mostraron entre los brazos de la chica—.  Vengan aquí. Creo que no los he presentado aún —Uno de los bebés no paraba de llorar.

   —Quizás tiene hambre, Aiden… —Ivy parecía nerviosa—. ¡S-Sabes que no me gustan los niños!

   —Comieron hace una hora, no deberían tener hambre, además no podemos abusar así de Anna, ella también tiene que alimentar a sus bebés… —tomó a uno de los niños en sus brazos, el que no lloraba y lo acercó hacia mí. Reconocí esa sonrisa orgullosa que vi más de alguna vez en el rostro de mi padre cuando estaba vivo y una oleada de emoción me llenó de escalofríos.

   —¿P-Puedo? —estiré mis brazos hacia él.

   —Claro, pero ten cuidado… —sujeté al niño en mis brazos y una mezcla de emociones me revolvió el estómago e hizo que la herida sobre mi abdomen doliera un poco más. Algo hizo presión sobre mi pecho. Era un niño hermoso y pude ver la esencia de Cassandra en él, es más, no solo la de ella, pude ver la mezcla perfecta que representaba. Tenía los ojos de Aiden, y el cabello de Cass, o de Ethan. Ella lo tenía igual de oscuro.

   —Hicieron un buen trabajo… —sonreí—. ¿Éste es Ian, no? —Aiden asintió con la cabeza—. Dios, es adorable —acaricié con cuidado el cabello del bebé.

   —No como su hermana, claramente… —Se quejó Ivy, quién se paseaba de un lugar a otro por la habitación, intentando calmar al bebé que ella sostenía.  

   —No hay caso con ella… —Aiden  atrapó a Ivy en la mitad de su paseo y ofreció sus brazos para tomar al bebé—. Siempre está llorando, la única forma de que se calme es…

   —¿Está todo bien, Aiden? Oí llorar a los bebés y… —La alta figura de Ethan apareció por la puerta.

   —Hablando del rey de roma —Ivy hizo un gesto con sus manos, fingiendo que se las lavaba—. Bueno, aprovechando que Ethan está aquí voy a escapar. Estaré en mi casa… —caminó hasta la puerta—. Qué bueno que despertaste, Reed. —dijo, antes de salir.

   —Reed… —Ethan sonrió. Se acercó a Aiden y tomó al bebé en sus brazos—.  Es bueno verte…vivo —Me recorrió de arriba abajo con la mirada y una mueca de desagrado se le formó en el rostro. Debía verme fatal—. Hola, cariño… —Ethan estrechó al bebé contra su rostro—. ¿Dejarás de llorar ahora que llegué? 

Me estremecí al ver la escena.

   —Solo se calma si está Ethan cerca… —susurró Terence a mi lado, mientras estiraba su dedo frente al rostro del pequeño Ian y este lo tomaba entre sus pequeñas manos para jugar con el—. Lo he visto un par de veces. Esa bebé está muy encariñada con él. Mira, ya se quedó callada.

   —¿El calmar bebés va incluido en tu pack de habilidades por ser un infectado? —bromeé y Ethan se acercó junto a Aiden a nosotros. Pude observar el rostro de esa bebé antes de verla cerrar los ojos, que eran exactamente iguales a los de su madre, un poco más oscuros que los de Aiden. Ella no era una mezcla, ella era Cass.

   —Es muy parecida, ¿no? —susurró Ethan, adivinando mis pensamientos, al ver que la pequeña se había dormido en sus brazos. Tragué saliva y asentí con la cabeza.

   —Cuando crezca, tendrás que espantar pretendientes con una escopeta… —Se burló Terence—. ¿Aún no deciden el nombre? —alejé la mirada del rostro dormido del bebé y entregué el que yo sostenía en brazos para volverlo a los de su padre.

   —¿Aún no deciden el nombre? —repetí, cuando Aiden tomó al pequeño Ian. Él soltó un bufido.

   —E-Estamos un poco complicados con eso…

   —Lo he pensado bien… —interrumpió Ethan, acariciando con su dedo índice el rostro de la bebé dormida—. ¿Qué tal Cass? —Aiden abrió la boca para protestar, pero Ethan siguió hablando—. Tú quieres llamarla Cassie y yo Cassandra. La diferencia es nula.

   —P-Pero…

   —Oí a Reed un par de veces referirse a Cassandra como Cass y… —carraspeó la garganta, quizás en un gesto para intentar buscar las palabras correctas—. Y en vista de que todos aquí perdimos una Cass en algún momento…sería buena idea que…

   —¿Quién es Cassie? —interrumpí. Ethan me lanzó una mirada punzante.

   —Es una historia muy larga para contar ahora.

   —Supongo… —Aiden habló y logró que la mirada de Ethan se apartara de mí—. Supongo que Cass es un buen nombre.

   —Claro que sí… —Ethan topó su frente con la de la bebé—. Hola, pequeña Cass.  —Terence soltó una carcajada cuando le escuchó hablar—. ¿Qué?

   —Lo siento… —El pelirrojo se tapó la boca al notar que estaba haciendo demasiado ruido—. E-Es solo que todo esto supera los niveles de ternura que puedo soportar —Su voz escapó ahogada por culpa de su mano—. Creo que serás una buena mamá, Ethan.

   —Vuelve a decir eso y te romperé la cara.

   —Claro, mami… —Se burló.

   —Reed, sostén a Cass. Voy a matarlo—ordenó el pelinegro. Levanté las manos en son de paz.

   —No voy a sostenerla, seguro despertará y llorará al no verte cerca.

   —Bueno, puedo matarlo incluso con un bebé en brazos… —Ethan se acercó a Terence y este corrió entre risas hasta la puerta.

   —Shh…no peleen ahora, chicos.

   —¿¡A dónde vas, cobarde!?

   —Tengo que prepararme para mañana.

   —¡E-Espera un segundo, Terence! —Él se detuvo bajo el umbral cuando le llamé—. ¿Dónde está mi ropa y mis zapatos, Aiden?

   —Bajo la cama… —corrí hacia la cama y los busqué para terminar de vestirme, luego me dirigí hacia la puerta—. ¡O-Oye, Reed! ¡No deberías salir todavía, tengo que revisarte, puede que la herida…!

   —¡He estado durmiendo por seis días, Aiden! ¡Necesito estirar las piernas!

   —¡Pero!

   —Vamos, Terence… —susurré.

   —¡Espera, Reed! —cerré la puerta tras de mí y silencié la voz de Aiden tras la madera. Cubrí mi cabeza con la capucha integrada en la sudadera que tenía puesta. Estaba lloviendo, pero la lluvia nunca ha sido un impertinente para mí.  

   —Deberías hacerle caso… —dijo Terence, comenzando a caminar. Le seguí.

   —¿Estás loco? Seis días durmiendo, eso es demasiado. Necesitaba moverme.

   —¿Tu herida está bien?

   —Oh, he tenido peores.

   —Claro… —Sentí la mirada de Terence sobre mí y me sentí nervioso. Aún recordaba lo que había dicho, sus palabras seguían resonando en mi cabeza una y otra vez—. ¿Hay alguna parte a la que quieras ir?

   —El cementerio… —dije, sin poder mirarlo a los ojos—. Había pensado en visitar la tumba de Cassandra.

   —Yo también, vamos allá…

   —Creí que necesitabas preparar tus cosas…

   —Eso solo lo dije para salir de ahí. Estuve seis días… —Se quedó callado de pronto y carraspeó la garganta.

   —¿Estuviste seis días…?

   —Nada. 

Continuamos caminando, en medio de un espeso silencio que sabía sería difícil de romper. Me concentré en la caminata, en las vías que ahora se veían más vacías que nunca. Treinta víctimas era demasiado para reponerse rápido, quizás por cuánto tiempo todas esas familias, todos esos que quedaron vivos estarían lamentándose, extrañando a los que habían partido. La muerte no es algo que sea fácil de superar, ni siquiera en un mundo donde deberíamos estar acostumbrados a ella. Yo mismo estaba caminando hacia un cementerio, a pesar de que nunca me han gustado, pero lo hacía para recordarla, para recordar a todos los que habían muerto en esta guerra. Hay cosas que no se deben olvidar. No debía olvidar a los que habían muerto a causa mía, no debía olvidar que había sobrevivido a esto, no debía olvidar que quizás estuve a punto de ser una víctima más.

« ¿Estaba realmente vivo? »

La entrada del cementerio que ahora, ante mis ojos parecía más oscuro que nunca, nos recibió vacía y fría. A diferencia de lo que creí, no había absolutamente nadie ahí, quizás por la lluvia, quizás porque la gente que debería estar aquí, velando a sus familiares y amigos aún no aceptaba que ellos ya no estaban. La negación es la primera etapa de una pérdida y suele ser la más dura.

   —¿Lo…lo escuchaste, verdad? —La voz de Terence me sacó de mis pensamientos.

   —¿Qué cosa?  ¿Que no dejaste entrar a Ada a verme?

   —Demonios, lo escuchaste todo.

   —¿Esa fue una declaración?  —alcé una ceja y él soltó una risita.

   —El día en que decida declararme no podrás resistirte. —Ahora fui yo el que reí.

   —Sí claro… —bufé y raspé mi garganta para intentar imitar el tono de voz de Terence—. No puedo continuar sin ti… —Me burlé y contuve una risa, causada por mi pésima actuación. La voz de Terence era difícil de reproducir. Era más gruesa que la mía, como la de un narrador de cuentos, con una suavidad especial al final de cada una de sus palabras que podría tranquilizar a cualquiera.

   —Joder, dije eso porque creí que estabas dormido.

   —Técnicamente lo estaba… —reí. Terence se detuvo de pronto, bajo un árbol. Le imité—. ¿Q-Qué pasa?

   —En un momento creí que no ibas a despertar… —dijo, clavando sus ojos en los míos. Mi espalda raspó contra la madera del árbol cuando la deslicé ahí para sentarme en el césped empapado.

   —Todo esto ha sido muy difícil para ti, ¿no? —Le hice un gesto para que se sentara junto a mí. No había nadie en el cementerio, el lugar estaba tranquilo y las tumbas estaban a tan solo unos metros de nosotros. Quizás este era el momento para hablar.

   —¿A qué te refieres? —Se sentó a mi lado.

   —Todo…despertar sin saber quién eres, no entender tus propias actitudes…

   —Reed… —interrumpió—. Creo que debo hablarte de algo —Sus ojos me lanzaron una mirada angustiada y supe que debía preocuparme.

   —¿Qué ocurre?

   —Hace algunos días tuve un sueño extraño.

   —¿Qué clase de sueño?

   —Yo…al parecer yo, digo…en el sueño era un niño que vivía en la calle… —comenzó y pude percatarme del palpable tono nervioso de su voz—. En el sueño, me encontraba escapando de unos matones por los callejones de una ciudad, pero ellos me atrapaban y me veía forzado a pelear…

   —¿P-Pelear? —balbuceé—. ¿Quién eras en ese sueño?

   —Yo mismo, a los nueve años. —No pude contener la sonrisa. Terence quizás había empezado a recordar.

   —Lo sueños son una de las tantas formas del inconsciente para hacernos recuperar los recuerdos… —Él soltó un suspiro—. ¿No te alegra eso?

   —¿Y qué tal si te digo que a los nueve años hice algo muy malo?

   —¿Qué cosa tan mala puede hacer un niño de nueve años?

   —¿Matar a otra persona? —Por un instante, sus palabras me paralizaron. Luego, una carcajada nerviosa me invadió.

   —¿¡Matar a alguien!? —reí—. ¡Tú no matarías ni una mosca, Terence. Menos a esa edad! —tuve que contener la risa al notar que él no reía—. Está bien, está bien… —Me acerqué un poco a él y tomé su mentón para que alejara la vista del suelo y me mirara. Reírme no había sido una buena idea, él debía estar atormentado con lo que sea que haya soñado, debía estar confundido. Los sueños eran engañosos—. Escucha, tienes que saber que no todo lo que sueñes tiene relación con tu pasado, muchas veces tus recuerdos se mezclarán con la realidad. Seguramente eso pasó esta vez.

   —Pero se sintió real.

   —Siempre se sentirá real, sobre todo si tus sueños se mezclan con hechos que acaban de pasar. Seguramente soñaste que matabas a alguien por la guerra que hubo contra Shark… —Él sonrió.

   —Quizás tienes razón… —Una oleada de nervios me invadió cuando me di cuenta que sus ojos estaban anclados a mis labios. Hice un esfuerzo por no tomarlo en cuenta.

   —U-Un consejo… —balbuceé con torpeza al notar como no apartaba su mirada—. Desde ahora en adelante, anotarás todos tus sueños y te ayudaré a analizarlos. Tendremos que leerlos con lógica, p-piénsalo… ¿Qué tan lógico es que un niño de nueve años mate a…?

   —Estás muy cerca, Reed —interrumpió. Intenté quitar la mano que sujetaba su mentón pero él la atrapó antes de poder moverla y aprovechó  ese impulso para acercarse un poco más a mí. Me estremecí al verle tan cerca.

Todas las palabras que oí de él cuando estaba paralizado sin poder despertar resonaron otra vez en mi cabeza, vivas. No, no era un buen momento para recordarlas.

   —T-Terence… —balbuceé.

   —Cross…C-creo que así es como me llamo. —susurró, muy cerca de mis labios. ¿Cross? ¿Había recordado su nombre?

   —C-Cross…me agrada. —Se apartó algunos centímetros de mí y pude sentir el frío que dejó.

   —Pero no le digas a nadie. A mí no me agrada. —Se alejó completamente.
  
   —Espera… —La voz escapó seca por mi garganta cuando inconscientemente estiré mis manos para alcanzarlo, tomé su rostro y volví a atraerlo hacia mí—. Espera.

   —¿Reed?

  —Si ese es tu verdadero nombre tienes que dejar que te llamen así, incluso eso podría ayudarte a recuperar más recuerdos… —dije y él movió sus manos para tomar mis mejillas, yo le dejé—. Tú eres tú, debes aceptarte así.

   —Es fácil decir…

«Un nombre no cambiará nada.»

   —Cállate ya… —susurré contra sus labios antes de besarlo. Me había dejado llevar por la situación y por sus palabras que no dejaba de escuchar en mi cabeza, me había dejado llevar por lo dulce que seguían oyéndose. Sabía que estaba mal y que posiblemente acabaría arrepintiéndome y reprochándome a mí mismo por hacerlo, pero sentí que lo necesitaba. Estaba vivo, había despertado y necesitaba comprobarlo de alguna forma.

Se separó de mí para tomar aire.

   —¿Qué estás haciendo, Reed? —Sus ojos multicolor, oscurecidos quizás por las notables ojeras que le rodeaban, me lanzaron una mirada confundida.

   —Sabes perfectamente lo que estoy haciendo… —Él abrió la boca para decir algo, pero pareció cambiar de opinión cuando sus dedos rozaron mi rostro para besarme otra vez. Esos labios me invadieron con aquella calidez por la que mi cuerpo había despertado y algo parecido a la euforia me llenó de escalofríos cuando sus manos bajaron hasta mi espalda para abrazarme, haciéndome sentir otra vez atrapado por él. Me desconocí, éste no era yo.

Pero ya comenzaba a cansarme de ser yo.

   —Reed… —Apenas pude distinguir sus palabras que escaparon ahogadas contra mis labios— Reed… —Una punzada de dolor llegó a mi estómago cuando me abrazó con más fuerza, pero no la tomé en cuenta—. Sé lo que haces y no me importa… —Sus manos recorrieron mi cuello.

«Quería sentirme atrapado.»

Soltó una pequeña risa.

   —Cuando te lanzaste para atacar a Shark…creí que él te había matado —balbuceó antes de volver a besarme y supe que no podría manejar la situación por más que me esmerara en ejercer algo de control sobre ella. Su boca dejó la mía para besar mis mejillas y recorrer el borde de mi cuello. Me estremecí—. De verdad creí…

   —Pero estoy aquí. —jadeé. Él se detuvo para mirarme de frente. Sonrió.

   —Sí que lo estás… —acarició mis mejillas—, aunque estés hecho un desastre. —dejé escapar una carcajada que tuve que contener al ver su rostro, ahora completamente serio—. No vuelvas a hacer algo tan estúpido.


   —Lo intentaré.

   —Tú eres el que puede salvar todo esto —Sus dedos acariciaban mi rostro con una suavidad que fácilmente pudo haber destrozado todas las murallas de las que él siempre hablaba, pero de esas apenas quedaban vestigios, pedazos repartidos en mi interior que ahora mismo y todos los días me esmeraba en recoger para volver a armar la fortaleza, pero él volvería a derrumbarla, una y otra vez—. No la cagues.

Mis ojos se posaron en todas las tumbas que estaban ahí.

   —No puedo salvarlos a todos… —dije, sintiendo una repentina punzada de angustia.

   —No, no a  todos… —susurró y sus labios quedaron frente a los míos, su respiración se enredó con mí respiración y no pude apartar mis ojos de él—. Y tampoco puedes salvarte tú solo, Reed. Déjame ayudarte.

Él había dado en el clavo.

   —Sobre eso, Tere…Cro…

   —Cross no, por favor. —Quizás para él aún era difícil de asimilar.

   —Está bien, Terence. Sobre eso… —Me obligué a alejar mi mirada de él para que no se percatara de mi vergüenza—. Lo siento, por lo que dije aquí hace unos días cuando estábamos cavando las tumbas. Fui…fui un imbécil.

   —Lo sé… —sonrió y sus manos hicieron presión sobre mis mejillas para obligarme a mirarle otra vez—. Pero supongo que puedo comprenderte. Tú no quieres nada de esto.

   —N-No, es solo que…

   —Lo que quiero decir es… —negó con la cabeza un par de veces—. Quiero que confíes en mí, Reed.

   —Se necesita tiempo para eso.

   —¿Alguna vez has confiado en alguien?

«Sí, y ahora esa persona está muerta.»


Me asustaba la idea de confiar en alguien más.

   —Haré que lo hagas… —acercó sus labios a mí para besar mi frente, erizando la piel de mis brazos con ese gesto. No, no me gustaba la idea. La confianza significaba entrega y la entrega significa poder. No se lo dije y en vez de apartarme y cortar la situación ahí como debí haber hecho, me dejé abrazar por él una vez más. Había estado dormido por seis días, había estado cerca de la muerte y quizás eso me había cambiado. Necesitaba sentirme vivo otra vez y de alguna forma, este hombre que, irónicamente, había estado muerto hasta hace un tiempo, parecía estar lleno de vida de la cual no podía evitar contagiarme.

Quizás sí podía confiar en él.

«Pero el poder siempre se acaba perdiendo.»

Notas finales:

Eso es, pinchetsundere Reed ! Acepta tus sentimientos de una vez D_D 

¿Críticas? ¿Comentarios? ¿Preguntas o amenazas de muerte? (Mantequilla para mí, ya me he acostumbrado a ellas xddd) Pueden dejarlo todo en un lindo - o no tan lindo - review. 

Espero que les haya gustado :) 

Que tengan una linda semana


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