Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La Ciudad de los Muertos II : Vestigios de esperanza por InfernalxAikyo

[Reviews - 407]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Holaaaa querubines! Lamento mucho haber tardado taaanto en actualizar, pero debo confesar que me fui de vacaciones a la playa y, cuando eres de la capital, debes disfrutar de las vacaciones al máximo porque el resto del año la ciudad te comerá viva :v

 

Sigo sin pc, así que este capitulo lo escribí desde la tablet de mi novio (esa que me salva todos los años en vacaciones xd) así que perdonen los horrores ortográficos y seguramente los problemas de espaciado (Sin contar lo coorto del capítulo. Sip, creo que volveremos a los capítulos cortos...)

 

Capítulo narrado por un viejo amigo :3 Espero que lo disfruten. 

 

Abrazos!

Capítulo 31

 

 

 

   —Ethan… —El pelinegro me miró a los ojos e hizo rozar su mano con la mía, como si sospechara lo que estaba a punto de decir—: ¿Vamos a estar bien? —inquirí. Era una pregunta que le hacía cada vez que me sentía en peligro y cada vez que el miedo amenazaba con superarme. Sus ojos, tan negros como un cielo sin estrellas, se abrieron un poco cuando titubeó en responder. Era una pregunta que no le hacía mucho tiempo y supongo que él comprendió la gravedad de eso. En estos años casi había olvidado cómo se sentía el miedo, casi había olvidado los escalofríos que subían por mi espina, el temblor de mis muñecas y el corazón que palpitaba en mi garganta, a punto de salirse.

Pero el miedo es algo que no se puede olvidar tan fácilmente.

Sonrió, justo cuando creí que ya no vería ninguna de sus auténticas sonrisas y tomó mi mano para calmarme. Su piel estaba más fría que otros días.

   —Vamos a estar bien, Aiden.

Me acurruqué junto a él y apoyé la cabeza en la curvatura que se formaba entre su hombro y su cuello, para inhalar y respirar el olor a cigarrillos mentolados. No sabía exactamente en qué momento me había empezado a gustar tanto ese olor, pero ahora se hacía una necesidad para mí. Los cigarrillos de Ethan olían cómo a casa, olían a seguridad, a todo lo que habíamos dejado atrás y ahora deseaba con tanta fuerza.

   —Oye… —se movió un poco para tomar algo de su bolsillo que no tardó en entregarme. Era una fotografía. Una extraña y dolorosa mezcla entre angustia y alegría se alojó en el centro de mi pecho cuando la vi—. Claire me la entregó antes de que partiéramos, no había podido mostrártela antes —La tomé entre mis manos. Era una imagen vaga, dos rostros que apenas conocía pero que ya amaba como a mi vida; los pequeños Ian y Cass, tan débiles y diminutos como los recordaba, aparecían en ella y en brazos de Ethan—. Tienes que mantenerte fuerte… —dijo—. Hazlo por ellos.

Sonreí, porque sabía que la emoción me quebraría la voz, y asentí con la cabeza. Ethan se apoyó en mí y ambos nos quedamos en silencio. No había ánimos para hablar tampoco. Ya conocíamos esta sensación; nos encaminábamos hacia una pelea, una vieja, una que nunca terminamos, contra un hombre que nunca debimos dejar escapar, uno que era demasiado peligroso como para dejar ir.

Fuimos unos idiotas al hacerlo.

Terence y Reed estaban sentados al otro lado del camión en el que viajábamos, hablando entre ellos. Los había oído decir algo sobre el cazador de Cobra que Scorpion obligó a hablar, pero no sabía nada de eso, ese cazador no estaba aquí de todas formas. Aún no asimilaba la forma en la que habían ocurrido las cosas; la simpleza con la que Scorpion nos dejó seguir a Cuervo me sorprendió, aun sabiendo que no volveríamos. Esta libertad se me hacía demasiado fácil para ser real. Los ojos de Reed se posaron en mí unos segundos y me sonrió. Correspondí su sonrisa antes de que él apartara la mirada hacia otro lado.

   —Quiero un mejor mundo para ellos —le dije a Ethan, reanudando así nuestra conversación. Haría de esos bebés mi motivación, ya lo había hecho sin darme cuenta. Mi motor, lo que iba a mantenerme despierto. Su brazo pasó por mis cuello y hombro para abrazarme. Fue reconfortante.

   —Haremos un mejor mundo para esos niños —dijo y sus ojos también se clavaron en Reed—. Demonios, sí que lo haremos —entendía lo que Ethan pensaba, yo también pensaba lo mismo; teníamos la esperanza de un mundo mejor frente a nuestros ojos. Era Reed, lo que podía hacer, el milagro que había en su sangre. Yo aún no acababa de entenderlo. Lo había examinado y teorizaba sobre su condición; un sistema inmune tan fuerte que era capaz de resistir cualquier gripe, cualquier enfermedad. Lo que no lograba comprender era cómo su cuerpo había generado una cura naturalmente, cómo su sangre era capaz de frenar el avance de un virus del cual la humanidad no tenía registros. Quizás mi padre habría descubierto la razón, quizás él habría capturado a Reed para hacerle más exámenes, habría drenado su sangre hasta encontrar el origen de la cura. Pero yo no era mi padre. No me importaba torturar a alguien en pro de la ciencia. No me importaba el por qué Reed poseía este don, ni cómo lo desarrolló. Este chico era la puerta al fin de esta crisis y mi misión era llevarlo junto a la única persona que poseía la llave que abría esa puerta: Morgan.

Pero ahora viejos fantasmas aparecían frente a mí. Cobra y sus hombres eran francotiradores, Reed también lo es… Sam también lo era. Y sabía que Reed intentaría hacerles frente. No podía permitir que la historia volviera a repetirse. No podía perder a otra persona. No a Reed. No a nuestra única esperanza.

Haría todo para mantenerlo a salvo. Por Ian y Cass, por Ethan, por Amy, por mi hermano, y por todas las personas que ya no estaban. Se los debía a todos.

Después de todo fueron mis padres los que ayudaron a crear este desastre. Era mi responsabilidad.

Una botella de agua apareció delante de mi rostro. Levanté la cabeza, un cazador nos la estaba ofreciendo. Tenía los ojos oscuros, casi negros y un rostro afilado. Si le miraba de lejos parecía un mal tipo, pero nos estaba sonriendo y eso era una buena señal. Además él nos había ayudado con el hombre que intentó atacar a Ada en las duchas.

   —Gracias… —hice un silencio para que él dijera su nombre.

   —Caleb —dijo—. Mi nombre es Caleb.

   —Soy Ai…

   —Aiden Rossvet, lo sé —Ethan levantó una ceja cuando le escuchó decir mi nombre completo—. El primer hombre que logró escapar de la guarida de Scorpion.

   —Dicen que nadie más pudo escapar después de ustedes… —Otro hombre se unió a la conversación—. Considérense famosos entre los cazadores —nos tendió la mano para saludar—. Un gusto, me llamo…

   —Eobard —interrumpió Ethan cuando tomó su mano—. Eres un cazador de Noa...de Scorpion.

   —Que no pudo evitar seguir a Cuervo por una buena causa —respondió el cazador y estrechó la mano del pelinegro con más fuerza. El saludo duró algunos segundos—. Sólo espero que el jefe no se enfade.

   —No lo hará —dijo Ethan. Un escalofrío me recorrió la espalda al escucharle tan seguro. Eobard hizo una mueca—. Le caes bien, lo sé —Los ojos claros del cazador se abrieron sorprendidos.

   —¿Cómo sabes eso? —preguntó Caleb.

   —Eobard es el nombre del villano favorito de Noah… —sonrió. Ambos cazadores se miraron entre ellos, confundidos—. Vamos, ¿Eobard Thawne? ¿No lo conocen? ¿¡Cómo es que…!?

   —Segundo Flash Reverso. Su primera aparición fue en 1963, volumen uno, número 139… —interrumpió Cuervo, caminando hacia nosotros—. He leído todos los putos volúmenes —explicó y nos tendió un arma a cada uno—. ¿Vas a decirme que no sabías que tu jefe es un maldito nerd de los cómics, Eobard? —El cazador aludido se sonrojó hasta que sus mejillas quedaron completamente rojas. Caleb y Ethan explotaron en una carcajada—. Vamos, prepárense. En cinco minutos abandonaremos el último puesto de vigilancia y entraremos en territorio hostil —Las risas cesaron poco a poco. Ambos cazadores se alejaron para reagruparse con los suyos y supe que nosotros debíamos hacer lo mismo, Ethan se levantó primero y fue delante.

   —¿Está bien tu herida? —le pregunté a Cuervo mientras me ponía de pie. Uno de los tantos piercings que tenía anclados a su ceja brilló cuando él la arqueó.

   —¿Por qué lo preguntas?

   —Porque sé cómo cambiar un vendaje. Puedo ayudar si te…

   —¿Eres tan bueno como dicen, Aiden Rossvet? —interrumpió y su único ojo azul se clavó sobre mí—. ¿Eres tan inquebrantablemente bueno como pareces? —Una de sus manos rozó mi mejilla, tan rápido que apenas la sentí.

   —Sólo lo soy con las personas que se lo merecen —respondí, sin despegar mi mirada de él y sin prestarle atención a sus provocaciones—. Nos salvaste la vida una vez y me ayudaste con mi padre, no podría haberlo hecho solo —Él sonrió levemente—. No me he olvidado de eso.

   —Le salvaste la vida a Scorpion, ¿él se lo merecía? —preguntó, con notable ironía en la voz y un nudo asfixió mi garganta—. Yo tampoco me olvido de nada, Aiden.

   —No debí haber hecho eso.

   —No, no debiste, pero es algo que te agradezco —dijo. Me quedé de pie frente a él unos segundos y lo miré de arriba abajo. Cuervo era un buen tipo, podía verlo a pesar de todos esos piercings, las cicatrices y la ropa oscura, a pesar de esa fachada ruda que tenía. Lo vi el día en que nos dejó escapar de la guarida de Alexa, lo vi cuando intentó salvar a Scorpion, lo vi después en la base de E.L.L.O.S y lo veía ahora, a punto de enfrentarse a Cobra para salvar a una persona que seguramente él ni siquiera conocía, sólo porque prometió hacerlo años atrás. Cuervo era, de alguna extraña forma, indiscutiblemente bueno. Sólo podía preguntarme una cosa…

   —¿Por qué estás con Scorpion? —pregunté, casi sin pensarlo. Su ojo azul me lanzó una mirada cortante y oscura—. D-Digo… —intenté explicar mejor la situación—. Scorpion es un idiota hijo de puta y tú...

   —Yo no soy diferente a él —interrumpió de golpe y algo en su tono de voz me dijo que ya no quería seguir hablando del tema—. Además. ¿Qué te hace pensar que estoy con ese imbécil?

   —¿Asociación por conveniencia? —No pude evitar la ironía. Una vibración fría corrió por mi nuca cuando él se acercó a mí para susurrar algo en mi oído.

   —Siempre es por conveniencia, Aiden —dijo. Contuve un escalofrío.

   —¿Todo bien? —La mano de Ethan cayó sobre mi hombro y cortó la incómoda tensión del momento, relajándome en el instante en que sus dedos presionaron suavemente contra mi piel—. ¿Hay algún problema? —le preguntó directamente a Cuervo. Él sonrió de medio lado.

   —Sólo le enseñaba a Aiden algunas lecciones de vida —respondió, sin inmutarse frente a la mirada que Ethan le lanzó. Algo sacudió el camión e hizo que todo el mundo se levantara. Nos habíamos detenido de golpe. Cuervo se alejó y caminó hasta la puerta, iría a ver qué pasaba, aunque ya todos sabíamos lo que nos esperaba afuera—. ¿Todos listos? —preguntó. El “sí” fue al unísono.

Los dedos de Ethan se ciñeron a mi pecho cuando él me abrazó por la espada. Pude sentir su corazón latiendo sobre la parte posterior de mi hombro; acelerado, fuerte y potente, podía oírlo en mi cabeza por sobre los gruñidos y gemidos que se escuchaban afuera, esos que no escuchaba con tanta intensidad desde hace tiempo. Tomé las manos de Ethan entre las mías. El olor a sangre y podredumbre inundó de lleno mi nariz cuando Cuervo entreabrió la puerta y le hizo al grupo una seña para que estuviéramos listos. Levantó dos de sus dedos y los elevó en el aire. Ethan hizo tronar su cuello de tal forma que mi propio cuello dolió al oírlo y me soltó suavemente. Él sería el primero en saltar sobre la horda que teníamos al otro lado de la puerta.

   —Te amo —le dije antes de que se apartara de mí—. Te estaré cuidando la espalda.

   —Lo sé… —sonrió—. Será tal y cómo en los viejos tiempos—tomó mi rostro entre sus manos para robarme un beso y la dulce humedad de sus labios despertó todos mis sentidos. Cuando nos separamos, pude ver un pequeño cambio en sus pupilas; se habían dilatado, tan suavemente que estaba seguro de que sólo yo, que conocía a la perfección esos ojos negros, podía notarlo. Estaba bien, tan sólo era la adrenalina que corría por su sangre e inundaba sus venas—. También te amo, Aiden.

   —Uno… —La voz de Cuervo nos hizo voltear a ambos hacia la puerta—. Dos… —Sus dedos bajaron bruscamente—. ¡Tres! —La puerta se abrió y la adrenalina llenó también cada músculo, cada órgano, cada centímetro de mi cuerpo.

Al otro lado de la puerta, hambrientos y rabiosos, un mar de zombies nos esperaba. Sonreí, fue un nerviosismo que tiró de mis mejillas involuntariamente. No estaba feliz, esta sonrisa era distinta. Estaba temblando, asustado y emocionado, temiendo por mi vida. Estaba vivo. Todos mis músculos estaban alertas, listos para atacar.

Sería como en los viejos tiempos.

Notas finales:

Cuervo: "Me he leído todos los putos volúmenes" = "Soy tan buena novia que leeo todo lo que a mi novio le gusta" xD

 

Por ahí alguien preguntaba dónde empezaba el affaire CuervoxAiden.... pues acaba de empezar, señores! 

 

Críticas? Comentarios? Pueden dejarlo todo en un lindo -o no tan lindo- review :3

Cariños para todos!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).