Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Designios del destino por Yami no Deshite

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Los personajes de Yu-Gi-Oh no me pertenecen. Anecuze Aelo pertenece a Yakumo. Alistar y Antul a Luna Shinigami. Ariel Alexander Kurosawa es de mi autoría.


 
 
                                             By
 
 
                                   Yami no Deshite
 
 
 
                                       Capítulo 2°
 
 
 

Acúname entre tus brazos

 
 
 

Creo que eres el único, que puede comprender mi insana mente que oscila hacia ti en cada uno de sus movimientos. Rayando la locura y caminando hacia ella. Al sitio donde no hay luz, y las sombras lo dominan todo.

Veo los destellos dorados que tienen tus ojos completamente celestes. Tu rubia cabellera con el brillo de oro que el sol le da. ¿Cómo no amarte? Sin ti los atardeceres no se teñirían de sangre como lo hizo tu cuello con la mía. Aquel día que lo devoré... ¿lo recuerdas?
Porque yo no puedo olvidarlo... todavía siento el sabor metálico del líquido vital que por ser humano poseo, y mi piel se estremece al recordar la tuya, erizándose ante mi lengua que la acaricia, en ese húmedo tormento que termina sellando tus labios con el beso salvaje que te robé. ¡Digno de un ladrón...!
No me vanaglorio por serlo simplemente me admiro por ser quien soy, el peor de todos...
 
Ya pasaron algunas semanas y sigo viéndote en mis sueños. Cada vez que admiro aquella estrella cuando el anochecer le cede su lugar a la noche. A esa de destellos azules como tus hermosos iris. Necesito verte aunque sea de lejos. Va a ser difícil pero te juro por lo menos al viento, se lo digo, que pronto seré testigo de tu bella presencia, y tal vez me anime a robarte otro beso... como aquella vez la que nunca olvido y rememoro sintiendo el sabor de mi sangre y la cálida tersura de tus labios... -Bakura mirando la primer estrella del atardecer y pensando.


Desde el lugar donde se halla se ve el palacio, en una duna cercana. Y decide que es el momento justo de hacer una visita de cortesía. Con su suerte que no es muy buena, logre ver a quien lo guía en su oscuridad.
Una figura siniestra tras pasar por detrás de unos distraídos y aburridos guardias. Se mete en la ciudad. Camina largo rato entre las calles hasta llegar a una de las puertas de palacio. Lanza una piedra y los hombres que cuidan van a ver. El albino aprovecha para entrar. –Idiotas y confiados.- Ríe en silencio. -Parecen perros que salen corriendo tras un hueso.- Sigue su camino ocultándose en las sombras, compañeras de su vida.
Al escuchar pasos y dos voces, se esconde detrás una columna que brilla por las antorchas. Una voz profunda y una muy conocida la cual hace que su corazón se acelere.
 
-Amo Marik. En unos días partirá para su destino.– El hombre tatuado le habla con afecto al de ojos celestes.
 
-Lo sé Odeon.– Triste hace días que me siento así. Sin ganas de nada y sin poder dejar de pensar en el albino loco que empieza a contagiarme su locura. 
 
-Hace días que lo noto... triste...– Apoyando su mano en el hombro de su señor.
 
 
Bakura mira con odio al tatuado. –¡Cómo osa tocarlo...!– Apretando los puños el de ojos cafés.
 
 
Siguen su camino hacia las habitaciones que le asignara el Faraón, luego del encuentro que tuvo con su raptor. Seguidos por el hijo de las sombras. (N/A: por no decir h de p.)
Haciendo gala de su oficio no muy santo, acompaña junto con la oscuridad a ese par, cuyo sirviente siente un cariño muy especial por su amo. Lo cual el albino nota, ocasionándole unos celos muy fúricos porque Marik es de él. (N/A: Un tanto posesivo me recuerda a mi).
-¿Quién me manda a mi a venir a verlo con Ese?- Además de no perderle pisada al dúo, Amo-sirviente, que camina hacia los aposentos que por la mano trunca del destino no comparte Su rubio bonito con Odeon. (N/A: me recuerda a alguien a quien adoro de Gundam.)
-Maldita realidad que me golpeas en el rostro.– Su esencia asesina tiene una presa nueva a la que desea eliminar del mundo de los vivos.
 
Llegan a la puerta los guardias la abren. y la cierran luego.
 
-¡Hora de jugar!– Ríe silenciosamente detrás de una columna cercana. –Espero que esta baratija me sirva para algo (N/A: El anillo del milenio) Se concentra y las sombras comienzan a cubrir el pasillo. Los guardias aterrados no saben que hacer. Buscan refugio dos puertas más allá donde las lámparas de aceite no se han apagado. Extraño muy extraño.
-Sería interesante que ladraran como perros.– Vuelve a concentrarse, y los canes, digo los soldados se ponen en cuatro patas y ladran.-
-Me gusta. Estoy inspirado ¡Marik lindo!, me inspira. Marik.– Sonríe feliz y recuerda con quien está. Molesto -¡Está con Ese!
Camina rodeado de oscuridad mientras los guardias le ladran desde la zona iluminada. –Sigan así y les tiro un hueso.-
 
Llega a la puerta de la habitación en que Su tesoro entró con el hombre tatuado. Apoya su oreja en ella. Y escucha algo que lo pone mal.
 
-Lo baño amo.– Odeón solícito.
 
-Prepáralo.– Muy ensimismado observando esa estrella de brillo de rubí. -Ese destello que tienes hermosa y brillante estrella.- Suspira -Bakura. No tenés idea de lo mucho que te extraño.-
 
El ladrón con mucho cuidado abre la puerta. Se desliza sigilosamente detrás de las cortinas que se encuentran en el dosel de la cama. Se concentra y queda escondido entre las sombras.
Odeón busca a su amo. Quien está muy contemplativo vislumbrando el cielo nocturno.
El albino los observa desde las sombras. Perdido en la visión del muchacho rubio que sentado está en su ensoñación. Una sonrisa tonta de enamorado se dibuja en su cara. Tiene esa mirada que transluce algo parecido al amor.
 
 
Fuera de la habitación los soldados se despiertan de esa alucinación, las sombras volvieron a su lugar, y las lámparas de aceite se iluminaron nuevamente.
 
 
En el baño, Marik se deja asear por un solícito sirviente. Quien disfruta al acariciar esa tersura bronceada.
Ya no siento placer al sentir sus manos sobre mi piel quiero que otras manos me acaricien y me bañen. –Odeón. Vete.
 
Un par de ojos cafés mueren por estar compartiendo el agua.
 
Cierro mis ojos recostando mi cabeza en la tina blanca llena de espuma. A mi mente vienen imágenes y sensaciones producto de ellas. Recuerdo sus labios y ese beso salvaje que me robó. La erección causada por esos recuerdos... las ganas de tenerte y que me hagas tuyo... frágil... esa es tu alma... tu corazón salvaje que me reclama... acaricio mi miembro lenta y profundamente dado el deseo que me consume... fantaseo con tus manos haciéndolo por mi... espasmos de placer recorren mi cuerpo... voy perdiendo la conciencia... arqueo mi columna... entre jadeos... –Bakuraaaa... ahhhh...  y eyaculo...
 
Entre las sombras un testigo mudo no sale de su asombro, pero a pesar de haber visto a su luz haciendo cosas no santas. El albino lo sigue adorando hay un sentimiento muy profundo que lo lleva hacia él. Lo piensa. Lo siente y lo sueña. Y por sobre todas las cosas lo necesita...
 
-Yo una sombra más, y tu la luz, ¡qué hermosa dualidad! Persigues mi corazón desde donde estés eres mi amo, mi dueño y todo sin que lo sepas.
Te miro dormir plácidamente y mi corazón sencillo te adora. Eres ese ser que no sucumbe ante el miedo. Extraño y bello. Los temores a veces nos oprimen el alma. Y nos truncan los caminos a seguir. ¡Mátalos! Así serás libre como yo.
Pero ante ti tengo miedo ese temor aciago de tocarte y que te esfumes como los espejismos que se nos adelantan en el desierto.- Arrodillado al lado de la cama de Marik extasiado lo admira. El cuida tumbas está envuelto con las sábanas de la cintura hacia abajo dejando su estómago y pecho bien formados a la vista.
 
 
Una sonrisa tierna se dibuja en el rostro del albino. Acerca su frente a la de Marik y la toca. Cierra sus ojos.
 
Siento que algo tibio y conocido se apoya en mi frente. Abrí los ojos y vi esa cicatriz. -Estoy soñando porque esto no es una pesadilla... -Acerqué mi mano y con el dedo índice le corro un mechón plateado. Susurrando.- –Ba... Bakura- 
Abre sus párpados y esas orbes cafés me miran y una sonrisa triste se pinta en sus labios.
 
El alba hace que las sombras que viven en la noche se aparten. La oscuridad da paso a la luz. Se comienza a iluminar la habitación.
 
-Te dije que no querías saber mi nombre...- Hay tristeza en sus palabras. –Va a ser mejor que me valla...– El albino mira con ternura al rubio, cuida tumbas. Su contraparte. El norte de su vida. Aquella luz que en el horizonte de su mente perdida lo saca de su insanía.
Gira sobre sí mismo para darle la espalda, ir hacia el balcón y salir por él.
 
-No me importa quien eres. Es ... es decir me importas vos...– Se me entrecorta la voz. -No... tu... tu fama mal habida.– Cerré mis ojos, me senté en la cama y abracé mis rodillas. La tristeza llenó mi corazón. Lo tuve cerca apenas unos minutos y se va.- -Bakura...– Las lágrimas esos ríos cristalinos del alma surcan mis mejillas. Me tiembla el cuerpo.
 
El albino estático con los ojos cristalizados no puede creer lo que escucha. Que él, esa bella criatura con la cual sueña. Que no puede dejar de pensar desde que lo tuvo en sus brazos. Le diga eso. Sonríe con ingenuidad como si de repente toda la coraza que cubre su corazón se cayera.
-¿Es verdad lo que decís?– Se vuelve hacia el rubio que tiene su cabeza escondida en sus rodillas.
 
Levanto mi cabeza. Lo miro secándome la humedad de mis mejillas. –Si... –nuestras miradas no dejan un instante de pertenecerse. Pienso. –Es tan atractivo y añoro tanto sus brazos rodeándome.-
 
Se acerca a la cama donde Marik empieza a bajarse. Bakura lo detiene y se arrodilla a sus pies. Le acaricia la mejilla y el de ojos celestes apoya su cara en la mano que lo acaricia. Se estremecen cual hojas que planean en el viento.
 
Tantas sensaciones me recorren al sentir su mano, su mirada intensa y tierna a la vez. Se me llena la boca de saliva ansiando un beso. Ansiando que me abrace y abrazarlo a su vez. ¿Por qué esperar? Estiro mis manos y tomo su rostro que me atrae. El se deja atraer hacia mi y sin mediar palabra. Rozo sus labios con los míos. Suavemente sin resistencia deja que profundice. Vibra entre mis manos.
 
El albino toma la cintura del rubio deleitándose en ese beso que tanto soñó dado por Su tesoro. Marik separa las piernas permitiendo que Su ladrón se pegue a su cuerpo. El de cabellos plateados se derrite en el abrazo que da y el beso que recibe. Hace tanto que no siente la calidez de un abrazo. Su corazón contento palpita con ansiedad. Se separa despacio y los dos sonríen.
 
Al separarnos. Me tiembla el cuerpo. Una sonrisa tonta y tierna se cuelga en nuestros labios. Le abrazo la cabeza la cual el apoya en mi pecho. Siento que solloza. Mi corazón se contrae de dolor pues me duele sentirlo así.
 
 
Llora con angustia. Las puertas que contienen sus sufrimientos se abren ante el abrazo cálido y amoroso de Marik.
 
 
No hay palabras para explicar mi sentir. Necesito tanto de su ternura que mi corazón sólo responde al toque de sus yemas. Herido está de tanto dolor. De desamor. Mi locura llega a desbordarse de si misma. En algún oscuro lugar mi alma te necesita, mi luz. –Marik necesito que...– Y las lágrimas correrán hasta el cansancio esa noche. No hubo sexo entre los dos. Sólo el silencio y la aceptación. Marik acarició los cabellos plateados. Y en algún momento...
 
Aprieto mi abrazo. Lo tiendo conmigo en la cama. Se acurrucó en mi pecho exhausto de llorar no dijo más que mi nombre y con ello bastó para que lo contuviera mucho más. Se durmió en el cálido nido arrullado por los latidos de mi corazón. Como un niño lo hace en el regazo de su madre. Lo siento tan sensible así como también es capaz de sesgar cualquier vida. Su humanidad se abría a mi, protegida por mis sentimientos. Sos tan vulnerable cuando bajas la coraza que sellaste hace años. Hasta creo que me amas. Y en el desvarío de tu mente soy ese lado que te lleva a la cordura.
 
 
Cuando desperté a la mañana ya no estaba pero su aroma salvaje a azahares, se respiraba en el aire y en mi piel desnuda la sal de sus lágrimas aun permanecía recordándome que allí había abierto las puertas de su alma.
Una lágrima escapó de mis ojos aun sentía su dolor. -¿Por qué has sufrido tanto? –Sonreí al sentir todavía su calor como si estuviera conmigo.
 
Entra Odeón al aposento. Con una bandeja con su desayuno.
 
 
 
 
 
En el desierto un jinete con su túnica bordeaux abierta, frena su cabalgadura en lo alto de la duna, cercana a la muralla de la ciudad. Desde allí puede ver un balcón. Cierra sus ojos. En su mente ve desde la ventana a un hombre de piel bronceada y cabellos rubios acostado en su cama. Dormido. Se mueve inquieto. Abraza la almohada. De sus bellos labios escucha. –Bakura...
Se estremece al recordar y siente su aroma que se mezcla con el suyo. –Ya se en que habitación estás.
-Esta noche volveré a ti. Eres el faro en la inmensa oscuridad de mi alma.
 
 
 
--------------------------------------------------------------------------------------------------------
 
 
 
El faraón se revuelca inquieto en su lecho. Transpira y se despierta agitado. –Seth... Alguien golpea a su puerta.
-¿Quién es?
 
-Seth...
 
-Justamente vos... –En voz baja para que no me escuche, y digo para que me escuche.- -Pasa...
 
-Pensé que te habías levantado... –Al verlo con la sábana apenas tapando sus zonas pudendas, se ruboriza y camina hacia el balcón, que da al jardín privado de su majestad.
 
-Recién despierto. –Noto su sonrojo.
 
-No te veo bien. –Preocupado el imponente Sacerdote.
 
-¡Te parece! –mi corazón late con fuerza.
 
-Sigues teniendo esas pesadillas. Las que nunca me contaste de que se tratan... –Siente la culpa que le muerde la conciencia porque ellas empezaron después del ataque de Bakura en el desierto. Jamás Athemu le hizo cargo de lo sucedido. Pero verlo sufrir como lo vio le consume el alma. Y él también tiene esos sueños oscuros... que lo torturan desde aquel día...
 
-¿Por qué vienes todas las mañanas a buscarme? –Tenerlo cerca me perturba. Tengo tantas ganas de abrazarlo y acariciar su esencia... de quitar de esa mirada la preocupación que lo agobia... y todo por mi culpa...
 
-Para saber como te encuentras... y... nada... nada más...– Mirando hacia la laguna interna que el Faraón tiene en su jardín privado. Unas aves beben agua de la orilla, y la brisa de la mañana ondea su cristalina superficie. Sigue el vuelo de un pájaro que revolotea y se posa en una rama.
 
Tan distraído está que no nota que me he levantado y envuelto en la sábana caminé hacia él... apoyo mi mano en su espalda... siento su sobresalto... –Ahora vuelas con tu mente como los pájaros con sus alas...-
 
Seth sonríe es tan bella su sonrisa simple e impactante como él. –Mi mente siempre vuela...– Dice y piensa para él. -Hacia ti...– y termina diciendo. -Pero a la vez trabaja...-
 
-Estos momentos íntimos que da la confianza son los que más disfruto cerca de su simple estoicidad y su bello ser..– Reflexiono internamente. Lo veo girar y se tiñen de carmín sus mejillas al notar que estoy envuelto en fino lino de Egipto color arena (N/A; color preferido por Luna Shinigami). En su mirada que se hunde en la mía veo deseo, el mismo que siento por él y contengo.
 
-Será mejor que te vistas...– Sin quitarle los ojos de encima a su Faraón.
 
Su mirada enrojece mis mejillas. -Ya lo hago...– Le doy la espalda... dejo resbalar la sábana está cae lentamente acariciando mi piel... mis glúteos endurecidos por el ejercicio a su vista... escucho que traga saliva... sonrío...
 
-¡Por Ra...! sigues durmiendo desnudo.– Un destello de loco deseo brilla en los ojos del sacerdote.
 
-¿Te molesta o preocupa?– Muero cuando tu mirada se clava en mi piel pues quema.
 
-Ninguna de los dos. Es una simple observación.– Seth camina hacia la puerta. –¿Por qué lo preguntas?-
 
-Por nada...– Miro su espalda ancha y su cuerpo bien formado cuyas prendas lo dibujan.
 
-Ah... me olvidaba.– Frenándose en seco. -Tendrías que firmar la orden para mandar a Marik a tu tumba.
 
-Isis lo va a extrañar.– Buscando el faldellín y sintiendo que el ambiente se ponía muy tenso.
 
-¿Por qué proteges tanto a ese muchacho?– Enfrentando a Su Faraón en un ataque de celos.
 
-Ya te dije la razón.– Poniéndome la ropa interior y ajustándome el faldellín. Siento cierta alegría en ese arranque impulsivo y desconocido para mi. –¡No me grites, Seth!-
 
Al darse cuenta de su postura. El sacerdote respira hondo. –¡Lo siento! Es que después de lo que pasó con Bakura no quiero que te vuelva a pasar nada. Y Marik me da mala espina.-
 
---------------------------------------------Flash Back-----------------------------------------------
 
 
El que vivió el sufrimiento de Athemu durante su convalecencia fue Seth quien no lo dejó solo en ningún momento. Dormía apoyando su cabeza en sus manos. Y ante cada movimiento de Su Alteza se despertaba. Más de una noche lo tomó en sus brazos pues se retorcía y hablaba dormido llamándolo, al hacerlo Seth lo abrazaba tranquilizándolo en el acto. Más de una noche...
Tomé tus labios sin permiso
Arrancándote gemidos que sólo son míos
Acaricié tu suave piel...
 
-Seth...– Athemu retorciéndose ante esa pesadilla la misma que todas las noches en el futuro harán que se despierte transpirado y agitado...
 
En medio de las sombras un hombre de cabellos blancos largos me da la espalda viste una túnica bordeaux... en su mano tiene el cetro de Seth.... el Sacerdote de Ra siendo sodomisado por el albino...
 
-Calmate estoy contigo...– Seth aprieta su abrazo calmando a Su Faraón quien se relaja.
 
-Lo siento... no quise preocuparte...– Tranquilizándose. Mientras se acomoda en el pecho de Seth que en este momento está desnudo de la cintura para arriba... su piel caliente como el sol abrasador del desierto cobija la del Faraón... quien se ruboriza... el Sumo Sacerdote quien no se anima a besar sus labios le da un beso tierno en la frente... Athemu cierra los ojos y se estremece ante esa demostración de afecto...
 
-----------------------------------------------Fin de Flash Back--------------------------------------
 
 
 
-------------------------------------------------------------------------------------------
 
 
 
 
 
            Cerca de las murallas de la ciudad, el palacio se ve desde allí. Un destacamento venido de las fronteras de Egipto. Hace alto en una de las dunas para ver esa urbe imponente. Al frente del mismo se encuentran Antul y Alistar Yanhamu, dos de los comandantes al mando de Jounoichi Katsuya. Comandante General de las tropas de su majestad.
Luego del alto, un breve lapso de tiempo, vuelven a cabalgar hacia las puertas. Bajo el sol abrasador del mediodía. Se escucha el metálico sonido de las espadas rozando contra las monturas. El resoplido de los caballos agotados por el calor al igual que sus jinetes.
 
-No veo la hora de ver a Jounoichi.– Antul, un hombre de cabello negro y ojos azules.
 
-Pensás que te prestará atención, hermanito.– El pelirrojo (N/A: comentario un tanto sospechoso).
 
-Ya verás. –Molesto por la actitud de su hermano, el “cuervo”, así llamado por todos. -¿Y tu consejero? Te tiene a mal traer ¿no?
 
No le gustó nada al pelirrojo el comentario de su hermano que vino a lo que él le dijera antes, simple gentileza.
 
Uno de los soldados se acercó a sus comandantes. El mejor hombre de Alistar llamado Anecuze Aelo. Muy buen jinete, una belleza sin igual, castaño de ojos verdes y una sonrisa que opacaría al mismo Ra.
 
-Mi comandante.– Dirigiéndose al pelirrojo luego de haber frenado su caballo al lado de su superior.
 
-Si, Anecuze.– Sus iris grises dejaron las verdes impactadas.
 
Tragando saliva y respirando nuevamente. El soldado dijo.- -¿Tardaremos mucho en volver a marchar? Los hombres quieren llegar a sus hogares.
 
Muy serio pero esbozando una sonrisa el pelirrojo. -Un minuto más y avanzamos. Vuelve a tu lugar.
 
Sin decir más hizo girar sobre sus patas a su cabalgadura y volvió a las filas. Sin más los comandantes dieron orden de seguir camino hacia las puertas de la ciudad...
 
 
 
 
 
 
--------------------------------------------------------------------------------------------------------
 
 
 
           
 
            En la biblioteca de palacio el escriba, filósofo y consejero Alexander Kurosawa. Intenta traducir una tablilla pero su mente se encuentra en el desierto junto a un comandante pelirrojo de ojos grises y porte elegante. Quien no hace mucho le robara un beso bajo la plateada luz de la luna llena...
 
 
 
 
--------------------------------------------------------------------------------------------------------
 
 

 

Notas finales:

Agradecimiento a Axón Corvus


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).