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CHOICES por Nova22

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Notas del capitulo:

>3< Actualización >3<

Capítulo 2

Llevaba 30 minutos observando la pantalla de su ordenador, estaba trabajando en un nuevo programa, sin embargo no podía concentrarse. El encuentro de hace una semana con Kuroo lo había dejado inquieto y ese desagradable y humillante incidente aún estaba fresco en su memoria. Horrible, lo que pasó con su cuerpo esa noche fue horrible, la forma en la que reaccionó ante su cercanía…experimentar el inicio de lo que muchos llaman la fase de reconocimiento entre un Alfa y un Omega fue aterrador ¿Por qué o como había ocurrido? No lo sabía…y tampoco quería averiguar la verdad.

Se quitó los anteojos y se masajeó el puente de la nariz, desde el instante en que lo conoció se dio cuenta de que el pelinegro era un hombre peligroso. Tsukishima lo sabía, tenía muy buenos instintos y después de realizar una minuciosa investigación sobre él, descubrió que no se había equivocado…no quería verlo nunca más o involucrarse con él por ningún motivo.

– Buenas noticias, Tsukishima – llegó Ukai muy animado y con un sobre en las manos – No sé qué fue lo que le dijiste a Kuroo en la fiesta, pero parece que dio resultado.

El rubio frunció el ceño, no hizo nada más que rechazarlo y huir de él, así que las palabras del rubio mayor, así como su emoción, eran incomprensibles para él  – ¿Qué quieres decir?

– Su asistente me llamó el día después de la fiesta. Dijo que Kuroo estaba interesado en asociarse con nuestra empresa. Ves esto – le mostró el sobre que traía con él – Es el contrato.

Contrató, esa palabra hizo eco en su cabeza y solo aumentó su confusión ¿Qué estaba pasando aquí? ¿Qué era lo que ese hombre pretendía? Kuroo poseía una gran y exitosa empresa, pensar que se había interesado en ellos así sin más era muy difícil de creer. Grandes empresas absorbían a las pequeñas todo el tiempo, era una estrategia para controlar la competencia y crear monopolios, quizá ese era su plan….Sin embargo era difícil de creer que Ukai cayera en ese truco.

– ¿Crees que pueda ver el contrato?

El mayor asintió y sin pensarlo dos veces, le entregó el sobre.

– Esa esto es increíble, Ukai-san – Tsukishima estaba sorprendido, al principio pensó que se trataba de una clase de engaño por parte de Kuroo; los hombres como él eran astutos y no sería extraño que ese contrato resultara más favorable para él que para ellos, sin embargo, después de darle una rápida lectura, Tsukishima encontró todo en orden...era equitativo.

Era el sueño que cualquier pequeña empresa…pero no él de Tsukishima.

– Quería esperar hasta que el trato estuviera completamente cerrado para darles la noticia, pero parece que no podré ir a entregar el contrato.

– ¿Hay algún problema?

– Mi abuelo acaba de sufrir un accidente de auto y fue hospitalizado – una oscura sombra cruzó por su rostro y su expresión se tornó abatida – Por lo que me gustaría pedirte que fueras tú quien entregué el contrato ¿Lo harías?

– Yo... No sé, tengo mucho trabajo…tal vez sea mejor enviar un mensajero  – trató de excusarse. No quería estar cerca del pelinegro y arriesgarse a que aquel vergonzoso volviera a ocurrir; ese hombre le hacía sentir como un animal indefenso, había algo extraño en él...algo de lo que quería huir a toda costa.

– No me gustaría dejar algo tan importante en manos de un mensajero – dijo – Confío en ti, sé que sabrás cómo manejar a una persona como él...

No. No sabía cómo manejarlo y tampoco quería hacerlo, sin embargo no podía rechazar así la petición de su jefe. Había muchas personas perfectamente capacitadas en el edificio y de todas ellas lo había elegido a él para esta tarea. No quería defraudar toda la confianza que había depositado en él...

– Este bien, voy a hacerlo.

Ukai sonrió, aliviado – Gracias, me salvaste. Puedes tomarte el día después de esto, has estado trabajando sin parar todo el día.

– De acuerdo.  

Tras la partida del mayor, Tsukishima se quedó estático observando el sobre sobre la mesa. Ukai tenía razón, podía manejar esto, consiguió mantenerse tranquilo frente a Kuroo durante su charla en la fiesta y estaba seguro de que no había sido capaz de notar lo que había provocado en su cuerpo, de lo contrario todo habría terminado mucho peor. En esta ocasión no sería diferente, no tenía por qué serlo...

Esta vez iba a tomar las medidas necesarias para que nada ocurriera.

*****

Las puertas del ascensor se abrieron para dejar ver un elegante vestíbulo tres veces más grande que el suyo. Detrás del mostrador de recepción había una bonita chica, vestida con un elegante conjunto gris oscuro, su cabello rubio recogido en un peinado conservador le daba un aire de misteriosa y elegante belleza; con grandes e hipnotizante ojos verdes, carnosos labios carmín y delicadas curvas, era el sueño de todo hombre que codiciaba la cima.

Sin sentirse intimidado por la elegancia del lugar y la sonrisa de aquella joven que había clavado sus ojos en él, Tsukishima caminó hacia la recepción con pasos firmes y habló – Buenas tardes, mi nombre es Tsukishima Kei y vengo como reemplazo de Ukai-san para a ver a Kuroo-san.

La chica se puso de pie, provocando que sus largos y delgados pendientes esmeralda se balancearan con delicadeza – Por supuesto, nos dijeron que vendría. Sígame por favor, mi jefe lo está esperando.

Siguió a la recepcionista hasta llegar a una enorme oficina; enormes estantes de libros y cuadros, que solo había visto en museos, adornaban la pared, elegantes sillones de cuero negro le daban un toque sofisticado a la sala y el gran ventanal que ocupaba gran parte de la pared frontal daba la sensación de que la persona sentada frente a aquel escritorio estaba en la cima del mundo.

– Saludos, Tsukishima...– la voz de Kuroo acompañada de esa suave y complacida  sonrisa envió señales de alerta a su cerebro y cuerpo, el cual resistió el impulso de dar media vuelta y marcharse – No esperaba verte tan pronto.

Mentira. Todo en él gritaba que ese encuentro había sido calculado; no lo conocía lo suficiente, sin embargo Tsukishima tenía la entera certeza de que Kuroo era un hombre caprichoso...como un niño que ha recibido todo a manos llenas y no puede soportar el hecho de que hay algo que no puede tener.

Tomó una gran bocanada de aire, tratando de eliminar la irritación que ese pensamiento provocó en su pecho. Deseaba terminar con esto lo más pronto posible...le temía, temía que aquello volviera a ocurrir – Es un gusto volver a saludarlo, Kuroo-san – le dijo cortésmente – He venido a hacerle entrega de estos documentos...

– Siéntate por favor – alzó la mano y señaló uno de los mullidos sofás de cuero frente a su escritorio.

Ese gesto, acompañado de una sonrisa arrogante acrecentó su instintivo deseo de marcharse ¿Qué era lo que ese hombre pretendía? ¿Intimidado? ¿Hacer que pierda la calma? No iba a permitir que jugara de esa forma con él, no estaba ahí para ser transformado en el objeto de su diversión.

Arreglándoselas para empujar aquella vocecita que le gritaba que tenía que irse, lejos de su mente, se acercó a él y tomó asiento – Mi jefe envía sus disculpas por no haber podido venir personalmente – dijo entregándole el sobre – Espero que no le moleste que haya tomado su lugar.

– En realidad, esperaba que fueras tú quien viniera – los ojos de Kuroo brillaron con placer al tiempo que reclinaba si cuerpo y se cruzaba de brazos. Tsukishima no era la clase de persona que juzgaba o acusaba a otros sin tener pruebas, sin embargo, en este momento, la idea de que Kuroo había preparado todo para asegurar su reencuentro se convirtió en una certeza – Dime, ¿Reconsiderarías mi oferta?

– No hay nada que reconsiderar, ya le dije que estoy cómodo donde estoy ahora y espero que comprenda que no tengo intención de abandonar mi actual puesto – contestó el rubio secamente. Mientras más rápido le dejara en claro que no estaba interesado más rápido podría salir de ahí y olvidar que había tenido el disgusto de cruzarse nuevamente con él.

– ¿No? – sus ojos se entornaron y con ello una extraña presión invisible fue ejercida sobre cuerpo; su garganta se secó y solo por un segundo dejó de respirar – Tal vez esto te haga cambiar de opinión – con toda la arrogancia que un hombre en su privilegiada posición podía poseer, el pelinegro le deslizó una hoja en su dirección, dibujándose en su rostro una enigmática sonrisa.

Tsukishima leyó atentamente el contenido del documento, que aparecer era un contrato; le ofrecía cinco veces más el salario que recibía en su actual compañía, podía trabajar cualquier hora que quisiera, siempre y cuando realizará su trabajo correctamente y, por último, había un extraño incentivo adicional, que le permitía obtener tres días de descanso cada 3 meses. Era como si el mayor supiera de su naturaleza y estuviera usando ese conocimiento como una amenaza no expresa para obligarle a aceptar su propuesta, pero eso no debía ser posible, él se había encargado de cambiar todos sus registros médicos, la única evidencia estaba oculta bajo llave en su casa y no había manera de que él supiera...solo estaba especulando, tomando un riesgo como un empresario haría.

– Lo siento, pero mi respuesta sigue siendo no – Tsukishima no admitiría nada sin pruebas. Su instinto le decía que debía marcharse de ahí lo más pronto posible. – Con su permiso me retiro.

– Si sales de aquí, hablaré con tu jefe para que sepa que es un Omega.

Era una apuesta en un juego de azar que los involucraba a ambos, Kuroo estaba revelando sus cartas sobre la mesa...quizá era el momento para que Tsukishima hiciera su movimiento.

– Y yo podría demandarlo por acoso. No creo que eso favorezca mucho a su compañía ni a su imagen.

Para hombres como él la imagen pública lo era todo, no podía ser muy diferente con Kuroo, quien era conocido por ser recto y honesto; un escándalo como este dañaría su reputación...seguir con esto era una mala apuesta para él.

Ya debería haberlo intuido, sin embargo la expresión que su rostro adoptó le dijo que aún no había terminado de hablar.

– No creo que estés dispuesto a arriesgarte a perder tu trabajo o tu actual vida por algo así ¿Acaso no sabes lo que ocurre con los omega mayores de 20 años que aún no tienen pareja? ¿Quieres que te lo diga?

Tsukishima apretó la mandíbula, rechinando los dientes. Por supuesto que lo sabía, era una ley tonta e injusta que dictaba que todo Omega tenía la muy importante tarea de encontrar pareja antes de alcanzar los veinte años; edad que era considerada idónea para procrear, era una tarea en extremo importante y el no hacerlo será considerado una ofensa a la ley y a su existencia en este mundo. A los Omega que alcanzaban esa edad y no tenían pareja se les era otorgado un muy conveniente periodo de seis meses para encontrarla, sus datos eran introducidos a una gran computadora y la información enviada a todos los Alfa interesados. Si dos o más Alfa estaban interesados en el mismo Omega estos tenían que reunirse en una sala común, junto con un moderador, y comenzaban a ofertar por él. Quien hiciera la oferta más grande seria el ganador, el dinero era repartido entre la familia del Omega (30%) y el gobierno (60%). Todo esto sin tomar en cuenta la decisión del Omega, quien solo podía esperar a que su destino, uno que no había elegido, fuera decidido.

 Era un negocio muy lucrativo, dada la cantidad de Omegas que nacía anualmente.

Tsukishima le devolvió la sonrisa. Ya había preparado algo para una situación así, un pequeño, pero poderoso plan de contingencia que no quería usar, pues las consecuencias que podría a carrearle podrían llegar a ser más negativas que positivas, pero que al parecer no tendría más remedio que revelar.

La suerte estaba echada, era ganar o perder, desistir o continuar para cualquiera de los dos.

Sacó un pequeño sobre de su chaqueta y se lo entregó a Kuroo, era la última carta en su mano...aquella que garantizaría su victoria o su derrota sobre este estúpido y tormentoso juego sin sentido – Tal parece que la industria tecnología no es en lo único que trabajas. Tráfico y entrada ilegal de armas, extorsión, falsificación de documentos, entre otras cosas que francamente no me atrevo a mencionar.

Kuroo soltó una sonora carcajada y le lanzó una mirada penetrante que lo mantuvo en su sitio el tiempo suficiente como para que se pusiera de pie y rodeará el gran escritorio de madera tallada – Eres alguien realmente increíble, descubriste algo que la policía e incluso el FBI desconoce...¿Qué debería hacer ahora? – acercó lentamente la mano hacia Tsukishima y acarició delicadamente su mejilla con los dedos, su suave y cremosa, su piel se sentía derretirse bajo sus dedos – Creo que podía estar enamorado.

Tsukishima se apartó rápidamente, huyendo de aquel contacto que alteró sus sentidos, sin embargo Kuroo lo tomó del brazo y lo jaló hacia él, envolviendo su cintura con un brazo en ajuste perfecto que lo horrorizó – ¿Que cree que está haciendo? ¡Suélteme! – exclamó forcejeando salvajemente.

– A estas alturas tú y yo ya podemos tutearnos ¿No crees? – él enterró su nariz en su cuello e inhaló profundamente, colmando sus pulmones y suspirando su satisfacción – ¿Sabes? Desprendes un aroma increíblemente delicioso...deberías tener cuidado con eso, alguien podría atacarte en cualquier momento.

– ¿De verdad lo cree? Gracias por su consejo – ironizó poniendo los ojos en blanco y ambas manos contra su pecho, tratando de aumentar la distancia entre ellos. Estaba asustado, no iba a anegar eso, su cuerpo se sentía tan débil y vulnerable en este momento ¿Qué estaba pasando con él? ¿Todos los alfa eran así de aterradores? ¿Todos tenían ese poder? Ese que prácticamente obligaba a cualquiera a la rendición – ¿Cómo supiste lo que soy?

– Cariño, ningún Beta huele así de bien – Kuroo sonrió su estupefacción ¿Es que no lo había notado antes? Era como si ese chico fuera caminando por la vida mientras pedía a gritos ser follado ¿Debería ser él quien responda a ese llamado? ¿Por qué no? A pesar de su renuencia, Tsukishima parecía desesperado por ser tocado – Incluso entre los Omega que he conocido, tu olor es mucho mejor, más dulce...sensual. Me sorprende que nadie lo haya notado antes. Supongo que eso significa que eres solo para mí... – el temor y la confusión empañando esos adorables ojos dorados era tan emocionante; Kuroo no había planeado este desenlace, pero ahora que habían llegado a este punto, tal vez podría...continuar  – No crees...que eso me otorga cierto grado de derecho sobre ti.

El rubio estaba en shock, eso era imposible; era una broma, deseaba que ese tipo solo estuviera burlándose de él, pero para su desgracia no parecía ser el caso.– Eso...es una estupidez... – susurró, consternado.

 Aún faltaba casi dos meses para su próximo celo, su olor debería ser imperceptible ahora; se suponía que debía ser así. Sin embargo Kuroo podía sentirlo, en toda esa fastidiosa arrogancia no mentía, y Tsukishima también podía percibir el suyo, cosquilleándole la nariz, con su picante esencia ¿Porque con él era diferente? ¿Qué demonios estaba pasando? Ahora más que nunca quería salir de ahí, pero no podía hacerlo.

El abrazo de su cintura se apretó dolorosamente, su mano libre estaba tocando su cuerpo por sobre su ropa y su rodilla empujaba sus muslos en un intento de hacerlos separarse.

Su mirada era intensa y oscura, no era la primera vez que un hombre lo miraba de esa forma. Había aprendido con el tiempo a lidiar con eso, a ignorarlo, sin embargo ahora parecía más difícil...porque está era la primera vez que su cuerpo reaccionaba en respuesta.

¿Qué hacer? ¿Cómo liberarse si su cuerpo se encontraba atrapado? Gritar no serviría de nada, no tenía aliados en ese sitio y se sintió estúpido por haber accedido a ir personalmente y por llenar su cabeza con la absurda idea de que podía manejar esto cuando era obvio que era así.

– Es ridículo…

– ¿Lo es? A mí me parece algo justo ¿No sería beneficioso para los dos? Yo podría enseñarte tanto…

– ¿¡Pero que rayos está diciendo!? – sus mejillas se encendieron y sus ojos adquirieron el brillo de alguien que estaba a punto de ser dominado por una de las emociones más fuertes que un ser humano podría tener; la ira. – Usted…

Afortunadamente, en ese momento el teléfono de Tsukishima sonó y su cuerpo se vio liberado de su prisión.

– Adelante, contesta – le invitó con un movimiento despreocupado de su mano.

Kuroo podría reír en ese momento, no esperaba obtener más reacciones de ese chico; había pensado terminar con esa broma improvisada en el momento en el que vio el temor reflejado en sus ojos. Su reacción fue predecible, aburrida; no era la primera vez que veía algo así y tenía la certeza de que tras decir aquellas últimas palabras lo que vendría sería la rendición total, había ocurrido algo similar con otros en el pasado. Sin embargo con Tsukishima no fue así, él claramente lo odió...¿Por qué no simplemente rendirse cuando era la respuesta más acertada?

Sonrió al imaginar la irrespetuosa respuesta que recibiría si se lo preguntaba.

– Con permiso – el rubio se alejó unos pasos de Kuroo y contesto el teléfono – Hola....Yachi-san....¿Qué?...¿Cómo pasó?...Si...Entiendo...Estaré ahí enseguida. – colgó dejando salir un suspiro, mezcla de cansancio y alivio.

– ¿Algún problema? – preguntó Kuroo mientras rodeaba el escritorio y volvía a su asiento.

– Tengo que volver de inmediato a la compañía – respondió con indiferencia – Así que es momento de que me despida de usted Kuroo-san. – dio una cortés y bien pulida reverencia, y giró sobre sus talones hasta alcanzar el frío pomo ornamentado de la puerta.

– Nos volveremos a ver, Tsukishima.

– Le aseguró que no será así...usted no querría ser demandado después de todo y yo definitivamente no querría terminar en...en este lugar.

Salir de esa oficina fue como salir de un infierno de llamas incandescentes al crudo frío de invierno, y mientras sus dientes castañeaban su cuerpo era abrazado por un calor que no se suponía debía sentir. Estaba furioso, indignado y muy avergonzado de sí mismo por haber reaccionado como lo hizo...por haber perdido así la calma.

– Disculpe ¿Se encuentra bien? – el delicado tono de voz de la recepcionista y su rostro de agraciadas y perfectas facciones lo hizo reaccionar – ¿Olvidó algo en la oficina de mi jefe? ¿Le gustaría que lo anunciara o...

– No, solo...– ¿Cuánto tiempo había permanecido ahí parado? Lo cierto era que había perdido la noción del tiempo tratando de determinar cómo se sentía, que era lo que estaba sintiendo...que estúpido, le estaba dando demasiada importancia a alguien que no volvería a ver jamás – Disculpe ¿Podría indicarme dónde se encuentra el baño?

– Por supuesto – respondió ella – Vaya a la izquierda, la última puerta al final del pasillo.

– Gracias.

Palpó suavemente su pecho hasta encontrar el pequeño frasco de supresores al tiempo que caminaba, sintiendo como sus zapatos se hundían en la fina alfombra azul del suelo. Había algo, una especie de calor que brotó da la parte baja de su estómago y que obstinadamente se extendía a todo su cuerpo…No era tan intenso como la primera vez, pero estaba ahí y necesitaba encargarse de ello antes de que se saliera de control.

*****

–Tal parece que te rechazaron de nuevo – habló Kenma, quien acababa de entrar a la oficina con una fría expresión en el rostro y un paquete de carpetas entre las manos, que fue ruidosamente colocado frente a él.

Celos. Kuroo sonrió, Kenma era tan transparente. No era usual verlo actuar de esa forma, él siempre se mantenía indiferente ante otros, por supuesto alguien del calibre de Tsukishima podría poner en alerta a cualquiera, sin embargo se había asegurado de reiterarle cual era el alcance de sus intenciones con él y a estas alturas su confianza debía ser tan sólida como el acero ¿Había hecho algo que hiciera que su confianza se tambaleara?

No tenía sentido pensar en eso, pasaría a lo más práctico y se aseguraría de aliviar el adorable malestar de su joven compañero. Alzó la mano permitiendo que sus dedos lo llamaran silenciosamente, Kenma no necesitó más para acercarse a él y terminar sobre su regazo.

– Tsukishima es una persona fascinante y muy impresionante, realmente no esperaba un segundo rechazo de su parte – o que la conversación hubiese tomado el rumbo que tomó y fue hasta cierto punto fascinante verlo actuar como lo hizo...no era algo que viera todos los días – No voy a descansar hasta tenerlo aquí – murmuró jugando distraídamente con los dedos del menor, quien hizo una mueca ante sus palabras.

– Bien ¿Cuándo debemos proceder con lo siguiente? – Preguntó tocando suavemente el pecho de Kuroo, en un gesto que demandaba toda su atención para él.

– Inicien con los preparativos hoy mismo – levantó la barbilla del menor para encontrarse con su mirada, sus ojos temblaban...parecía que quería desesperadamente decirle algo, pero no se atrevía a hacerlo y en su lugar frunció los labios con delicadeza ¿Era la imagen viva de un niño reclamando silenciosamente por atención? – Pareces molesto ¿Qué pasa?

Kenma suspiró – ¿Porque no solo lo dejas? hay muchos otros tan buenos como él, incluso podríamos encontrar a alguien mucho mejor…no sería difícil.

Esas palabras, para Kuroo, fueron traducidas a "No lo quiero aquí" lo conocía lo suficiente como para poder leer todo lo que quería decir entre líneas, pero no lo entendía ¿Por qué estaba tan preocupado? Una sola persona como Tsukishima cuyo mal carácter y cinismo le restaban atractivo no representaba un peligro para Kenma, quien había permanecido años a su lado y que, como tal, lo conocía mejor que cualquiera.

Sin embargo Kenma pensaba totalmente lo contrario.

– En verdad estas celoso ¿Eh? – Kuroo lo molestó un poco mientras lo besaba suavemente y delineaba con el dedo pulgar la forma de sus pómulos, su pequeño cuerpo derritiéndose sobre su regazo y sus manos anclándose a sus hombros.

– Pareces demasiado encaprichado con él, es molesto – murmuró apoyando la frente contra su pecho.

– Ya te lo dije ¿No? Sus habilidades nos serán beneficiosas. – le reiteró con cansancio, no iba a negar el hecho de que sentía cierto grado de capricho hacia Tsukishima, el chico lo había rechazado después de todo y eso había despertado su interés, interés que tenía la certeza se convertiría en nada una vez que lo tuviera... preocuparse por algo así era una pérdida de tiempo – Eso es todo

– Claro – Kenma rodo los ojos, una parte de él sabía que Kuroo estaba mintiendo, era más que claro para  él, que conocía  cada una de  sus expresiones faciales que había algo extraño y desagradable en todo esto. Pero ¿Tenía algún sentido tratar de explicárselo? No, no lo tenía – Voy a encargarme personalmente de todos los preparativos.

– Infórmame cuando esté hecho.

– Como ordenes.

Kuroo rió suavemente mientras pensaba en Tsukishima y en cómo podía domarlo, su mente de pronto se plagó con ideas e imágenes sobre ese chico…y lo que haría una vez lo tuviera. Era solo cuestión de tiempo para que el rubio estuviera a su lado y su cuerpo tembló en  anticipación...no podía esperar.

Nunca había esperado tan impacientemente por algo en toda su vida, era revitalizante.

*****

Parecía que había pasado una eternidad desde que lo habían traído a esa celda/habitación. Esta mañana, al salir de casa, fue arrestado por un par de empleados del gobierno bajo sospecha de ser un Omega, era obvio quien lo había delatado, era demasiado optimista pensar que simplemente lo dejaría estar...los tipos como él, arrogantes y poderosos, no aceptaban un no por respuesta. Era patético y ridículo de su parte. Pero él lo era aún más por haber mantenido la esperanza en su juicio.

Después de un sinfín de pruebas vergonzosas en las que no pudo hacer más que bajar la cabeza y apretar la mandíbula mientras se dejaba hacer, había sido llevado a esa habitación a esperar su sentencia. No iba a decir que no estaba ligeramente sorprendido, esperaba algo menos cómodo y acogedor como una triste y oscura celda con barrotes y una única silla de metal, pero nuevamente la realidad había superado sus expectativas, incluso había recibido Té y panecillos para acompañar su espera.

Todo ese trato digno era tan sospechoso, había cometido un crimen después de todo y dudaba mucho que cinco años quebrantado la ley concluyeran en esto, las personas no eran tan amables... mucho menos con un insignificante Omega. Así que solo podía esperar lo peor.

Suspirando se hundió en una suave sofá y trató de descansar su ya extenuada mente, no tardó mucho en caer en un ligero sueño.

Cuando la puerta se abrió, Tsukishima abrió los ojos inmediatamente, dos grandes hombres vestidos de gris había llegado por él – Ven con nosotros – dijo uno de ellos haciendo un movimiento de cabeza, sus ojos, inexpresivos lo miraron con paciencia. Cómo si ya hubieran repetido esa misma escena un millón de veces.

Tsukishima los siguió obedientemente, se internaron en un perfectamente iluminado y amplio pasillo de paredes beige y traspasaron un par de puertas similares entre sí, bajaron por una larga escalera hasta otro pasillo. Todo en un silencio tan sepulcral que carcomía sus nervios.

– Sí que causaste un gran revuelo, muchacho – le dijo al guardia que caminaba a su izquierda, soltando una sonora carcajada – jamás había visto a tantos Alfa reunidos por un solo Omega, todo parecían lobos rabiosos y desesperados a punto de pelear por un hueso, fue agradable verlos perder la calma para variar – habló entre risas claramente alegres.

– ¿Qué...que quiere decir? – Preguntó el rubio. ¿Que acaso no iban a castigarle por ocultar información, por violar la ley? Un dardo de inquietud se incrustó en su pecho y siguió su tortuoso camino hasta traspasarle por completo ¿Qué demonios estaba pasando? Tenía un muy terrible presentimiento y no sabía si quería escuchar la verdad.

– Bueno, parece que los jefes decidieron apiadarse de ti, tus datos fueron introducidos en el sistema – comenzó a explicar el otro guardia ante la incapacidad de hablar de su compañero – Ya sabes, para encontrar pareja y eso....Fue realmente impresionante, en menos de una hora ya había un sinnúmero de interesados, todos ellos muy ricos.

– Estuvieron todo el día ofertando por ti – intervino el otro guardia recuperando la compostura – Fue increíble, ofrecían cantidades absurdamente enormes de dinero y ninguno parecía dispuesto a ceder, creímos que todo esto iba a extenderse hasta el amanecer.

Tsukishima escuchaba atentamente todo lo que los guardias le contaban y bajo la cabeza para ocultar su ceño fruncido, y cualquier atisbo de irritación que su cansado rostro pudiera mostrar. No podía creer que estuviese siendo tratado como a un objeto en una vitrina. Negó con la cabeza, ahora lo entendía, el extrañamente amable trato que recibió tras su llegará a ese habitación; no querían dañar la mercancía y arriesgarse a que su valor decayera ¿Verdad? Querían una buena venta y al parecer la habían conseguido.

 Apretó los puños, odiaba haber nacido como Omega y no poder decidir sobre su futuro a causa de esto, odiaba a sus padres por haber desaparecido dejándolos solos a él y su hermano, y odiaba a Kuroo por haberse cruzado en su camino ¿Qué iba a ser de su vida ahora? ¿Qué iba a pasar con su hermano? No podía dejarlo solo.

– Por aquí – los guardias lo guiaron hacia una gran sala de paredes blancas que estaba lleno de gente, sus voces hacían eco y rebotaban por las paredes del alto techo haciendo muy difícil comprender alguna palabra.

–¡Tsukishima! – gritó alguien desde la multitud, el rubio reconoció la voz y buscó desesperadamente entre el mar de persona hasta encontrar a su dueño.

– Ukai-san – ¿Acaso había sido el quien gano su custodia? Por la expresión abatida en el rostro del mayor Tsukishima determinó que no podía ser posible e inmediatamente su esperanza murió.

– Disculpe, pero no puede acercarse – los guardias le impidieron el paso al mayor y haciendo oídos sordos a sus protestas, lo condujeron a través del salón.

– ¡Siento mucho no haber podido ayudarte! – gritó, su voz a pesar de haber sido amortiguada por el incesante murmullo de las muchas personas en la sala, fue perfectamente audible para él – No te preocupes por tu hermano, yo me encargaré de él.

Tsukishima asintió agradecido, sabía que podía confiar en Ukai el cuidado de su hermano, nada lo tranquilizaría más que saber que había alguien encargándose de él y se tranquilizó pensando que, con el dinero obtenido por su venta ahora podría pagar un mejor hospital, mejores medicinas, un mejor tratamiento y, tal vez, una operación que diera fin de una vez por todas a su encierro en aquel hospital. No todo había sido malo, sin embargo le preocupaba el impacto que la noticia de su destino pudiera causarle, podría no haberlo dicho con palabras, pero Akiteru siempre había estado preocupado por él y no tenía dudas de que terminaría culpándose por esto.

Desde los más profundo de su pecho, Tsukishima rogó por qué Ukai encontrará las palabras correctas para darle la noticia.

Una ligera y helada brisa golpeó su rostro, revolviendo su cabello y abrazando su cuerpo a medida que se acercaba a la gran puerta doble abierta de par en par. Su convicción sé tabaleó y sus pasos se detuvieron un segundo antes de que un ligero empujón le obligará a continuar. Fuera, un joven más bajo que él, con el cabello teñido de rubio y una recelosa mirada lo esperaba parado frente a la puerta de un elegante y lúgubre auto negro.

A Tsukishima solo le bastó un segundo para reconocerlo, era el chico que estaba con Kuroo la noche de la fiesta y también recordaba haberlo visto al salir del baño el día en que visitó la empresa.

– Maldición – susurró por lo bajo y apretó los puños, frustrado, ahora entendía el plan de ese tipo, desde un principio no había tenido elección; sin importar lo que hiciera o lo que dijera, su destino había sido sellando en el momento en el que accedió a hablar con él.

– Bebe esto – el menor le extendió un par de píldoras.

– ¿Qué es? – Tsukishima lo miró con desconfianza.

– Si no lo bebés te obligaré a hacerlo – el menor parecía tranquilo, sin embargo sus ojos le regalaron una molesta mirada en el momento en el que Tsukishima fijó los ojos en los suyos; parecía que no era feliz estando ahí...y el sentimiento era mutuo – ¿O acaso prefieres una inyección? Elige – sentenció.

Tsukishima suspiró, no tenía sentido alargar más esto, bebió las píldoras y fue escoltado hacia la parte trasera de aquel auto, el menor subió con él sin dedicarle una sola mirada o dirigirle la palabra. Un momento después ya estaban abriéndose paso por las abarrotadas calles de la ciudad. No tenía idea de adonde iban, pero si estaba seguro de que a donde quiera que fueran ese hombre, Kuroo estaría ahí con una sonrisa triunfante y una mirada arrogante.

Volvió su rostro hacia la ventana, la noche parecía más oscura que de costumbre, sin embargo el cielo nocturno se alzaba majestuoso sobre sus cabezas; era extraño ver algo así en la ciudad...era agradable y quiso guardar ese último recuerdo en su memoria al tiempo que sentía su cuerpo desfallecer lentamente.

Fuerza, necesitaría mucha fuerza porque sabía que lo que le esperaba a partir de esta noche no sería nada bueno.

 

Notas finales:

>3< Gracias por leer >3<


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