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Me enseñó a vivir por Lemniscata

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Notas del capitulo:

AL FIN LES TRAIGO EL ÚLTIMO CAPÍTULO.

 

Advertencia: SE HARÁ MENCIÓN DE UNA VIOLACIÓN, SEXO NO CONSENTIDO, SI ES UN TEMA QUE TE AFECTA O NO TE AGRADA, POR FAVOR, NO LEAS. No es nada explícito, pero sí se toca el tema, así que sobre aviso no hay engaño.

 

Y bueno, fue un gusto estar con ustedes todo este tiempo, MUCHÍSISISISISIMAS GRACIAS POR LEER.

 


 

Capítulo VIII: Hablar y aclarar

 

“El problema con mi vida era que se le había ocurrido a alguien más”

Benjamín Alire Sáenz

 

—Ginny, debemos hablar.

 

La chica se soltó de su agarre, limpiando rápido las lágrimas que amenazaban con deslizarse por sus mejillas. Fijó sus ojos en Harry, el cual se sintió intimidado por la mirada, sus ganas de bajar su propia vista se volvieron casi intolerables, pero mantuvo su determinación. Ambos guardaron silencio unos segundos hasta que finalmente la pelirroja rompió el contacto visual, observando hacia otro lado al mismo tiempo que dejaba escapar un suspiro cansado.

 

—No te lo ha dicho, ¿verdad? No… ¿Cómo te lo diría? ¿Sabes, Harry? Te quiero, te quiero demasiado y esto que hiciste, querer morirte… Me sentí destrozada y culpable. No soy estúpida, puedo ver que a quien necesitas es a Malfoy, te… —la chica cerró los ojos, buscando el valor para continuar—. Te enamoraste de él.

 

—No es eso, es…

 

—Lo es, lo sabes, te veías infinitamente vacío estos días, pero esta mañana parecías estar al fin bien. No puedo creer que sea Malfoy entre todas las personas la que haya logrado ese cambio en ti, pero… Está bien.

 

—¿Qué quieres decir?

 

—Lo que quiero decir, es que está bien que tengas algo con él, si es que eso te hace feliz. Lo nuestro hace años terminó, es solo que me aterraba superarlo. Mientras yo no tenga que convivir con él cuando esté en Inglaterra, no me importará que mantengan una relación. Solo no quiero verlo cuando vaya a La Madriguera. Quizás en muchos años más, décadas, le perdone y pueda estar en la misma habitación que él, pero, mientras tanto, solo voy a aguantar su existencia y que ronde cerca de ti… ¡Pero solo de oídas! De verdad no me siento capaz de respirar el mismo aire que él.

 

Harry guardó silencio. Con Draco no tenía nada y dudaba que llegasen a ser algo más que amigos, pero el hecho de que Ginny, una persona a la que había amado, fuera tan abierta con algo a lo cual se cerraba, le hacía sentir un peso menos, era justo lo que necesitaba, apoyo.

 

—Creo que estás confundiendo las cosas, Ginny.

 

—No lo estoy haciendo, cuando fui a verte a tu casa eras una persona, tenías una mirada triste, pero cuando nos encontramos en el Caldero Chorreante, algo en ti había cambiado, parecías más satisfecho con tu vida, planteé esas dudas en ti porque estaba molesta. No quería ni quiero que estés con Malfoy, es una mala persona con malas intenciones.

 

—Él no es así, te equivocas.

 

—Estoy cansada de discutir, Harry —la mujer volvió a observarlo, sus ojos eran dos pozos llenos de tristeza—. Sé por qué te digo las cosas. Pero… Está bien si él te hace feliz, si es la única persona que logra que disfrutes la vida, porque joder sí que te mereces vivir plenamente. Me tragaré mi odio, quiero verte feliz al fin.

 

Harry se acercó a la chica y la abrazó con fuerza, ella se mostró sorprendida en un principio por aquel contacto, pero de todos modos correspondió al agarre, apresándolo un poco más, susurrando algo que no llegó a entender, pero, en ese momento, las palabras estaban demás. El cariño que ambos se profesaban era más que suficiente. Rompieron el contacto y se sonrieron, no era una reconciliación propiamente tal, pero lo intentarían, ambos tratarían de que las cosas volvieran a estar bien entre ellos, volver a ser amigos. La chica se despidió luego de dejarle un beso en la mejilla y Harry pudo volver a su habitación.

 

Sentado sobre la cama se encontraba Draco, parecía estar a punto de levantarse, así como un gato enjaulado, pero detuvo sus acciones al ver la puerta abrirse. Primero hizo un rictus de preocupación y un poco de culpa, pero de inmediato el alivio se reflejó en su rostro. Rápido estuvo frente al gryffindor, tomándole de los hombros mientras se aseguraba que estuviera bien y completo.

 

—¿Qué hacías, Potter? Me preocupé, pensé que te habías escapado al fin y ya pensaba en el discurso que tendría que darle a Weasley y a mi tía —aunque sonaba a regaño, la expresión del joven era otra cosa.

 

—Lo siento, es que Ginny vino y… Nos vio. Tuve que explicarle. Arreglamos las cosas entre nosotros, creo. El punto es que ya no te odia.

 

—Ginevra Weasley tiene todo el derecho de odiarme, Harry —mencionó con cierta sorpresa el Slytherin, al ver la extraña cara que ponía su interlocutor, como si no entendiera nada, se mordió el labio inferior, desviando la vista hacia la ventana—. ¿No te enteraste? Entiendo que nunca lo haya contado, pero suponía que tú, que fuiste su novio, lo sabrías.

 

—¿Qué cosa? —ahora que lo pensaba, la chica también había mencionado algo que no sabía, cuestión que lo ponía ligeramente nervioso, ¿qué era lo que se había perdido?

 

—Es algo complicado y un poco largo, será mejor que te sientes.

 

El muchacho obedeció, acomodándose en la cama, fijando sus verdes ojos en el rostro del otro joven. Draco se paseó por lo que quedaba de la habitación, jugando con sus manos. Era un tic que no le había visto nunca, debía sentirse bastante incómodo como para no importarle mantener la compostura, incluso si era frente a él.

 

—En la escuela, séptimo año fue una cosa realmente jodida. Los castigos estaban a la vuelta de la esquina, los mortífagos solo querían demostrar su poder, al fin estaban por sobre los demás. Humillaban a cualquiera que no fuera sangre pura y siguiera los cánones propios de una familia de alta alcurnia. Su víctima favorita era Weasley. Era la única de su familia que estaba en la escuela y como todo el mundo sabía que era cercana a ti, no se detenían al molestarla o darle algún castigo. La consideraban una traidora a la sangre, lo que les permitía, de alguna forma, poder dañarla sin miedo de arruinar la sangre mágica.

 

Harry hizo una mueca, sabía que aquel año escolar había sido difícil para los que habían ido, pero nunca habían hablado demasiado del tema. Ginny jamás había mencionado aquel año, para nada, la guerra había sido algo que ambos habían querido borrar cuando retomaron su relación. El dolor era demasiado reciente y, luego, había llegado Alioth. No habían tenido tiempo ni ningún momento para conversar esas cosas. Por otra parte, nunca había tomado consciencia de lo complicado que fue para su ex ese período, se había enfocado en su propio drama existencial.

 

—Tampoco estaba cómodo con esa situación, apenas e iba a clases y me pasaba vagando todo el día por el castillo, si no hubiese ayudado a los mortífagos a entrar, probablemente me habría escondido en la Sala de los Menesteres por siempre, pero como ellos conocían su ubicación, tenía que contentarme con andar por los terrenos del castillo cuando teníamos la suerte de un clima agradable y, en invierno, intentar encontrar alguna habitación desocupada.

 

Draco había optado por sentarse en la cama, junto a Harry. Había poca distancia entre ambos, aunque el joven parecía la tensión encarnada. Todos sus músculos, su expresión, su mirada, todo en él era como un grito suplicando que lo detuvieran, que le impidieran seguir hablando sobre el pasado. El chico que vivió no hizo nada de ello, se mantuvo en silencio, atento a su relato, suponía que lo que seguiría sería algo terrible y debía enterarse. Para entender al rubio y para entender a Ginny, para comprender la mala relación que había entre ellos dos.

 

—Fue unas noches después de que te escaparas de Malfoy Manor, todo se había vuelto complicado para mi familia y mi lealtad ya se había visto mermada, lo que hacía que intentara mantenerme lo más lejos posible de la vida escolar. Cuando entré en una habitación en una zona poco frecuentada, tuve que detenerme, había un hombre acorralando a una mujer. No… Era Amycus Carrow forzando a una chica a tener relaciones sexuales. Él no me vio, pero la chica sí. Supongo que tenía un hechizo silenciador, porque no la escuchaba gritar ni hacer sonido alguno, por mucho que abriera su boca. Nuestras miradas se cruzaron y lo supe. Me estaba suplicando que la ayudara… —guardó silencio unos segundos, subiendo su diestra para cubrirse los ojos, frotando con el índice y el pulgar el puente de la nariz—. No lo hice. Di media vuelta e intenté borrar ese recuerdo, hacer como que nunca existió —su voz fue bajando de volumen, su mirada estaba perdida en algún punto de la habitación y sus manos al fin se habían quedado quietas sobre su regazo.

 

—¿Entonces Ginny te odia porque no ayudaste a una chica? ¿Pero cómo se enteró de ello? ¿Era su amiga? —el gryffindor no podía entender por completo la situación, no comprendía la relación del relato con su ex y eso lo estaba preocupando, era como si hubiera mucho más detrás de sus palabras y no entender le angustiaba y le hacía ponerse en los peores escenarios.

 

—No, Harry… La chica era ella —al fin Draco lo miraba, su rostro reflejando toda la culpa que seguro debía sentir.

 

Ambos quedaron en silencio, el slytherin parecía esperar una reacción con una expresión comprensiva, casi como si fuera inevitable que el contrario lo echara de allí y se resignara a que las cosas fueran de ese modo. Nada de eso pasó. Cuando al fin el salvador del mundo reaccionó, se acercó a Draco y le dio un abrazo apretado, escondiendo el rostro en la curvatura de su cuello. Harry no estaba seguro qué decir, probablemente si se hubiese enterado de esa historia antes de hacerse amigo del chico, lo habría odiado; pero ahora lo conocía, sabía cómo era su personalidad y, por sobre todo, le quería. Simplemente no podía darle la espalda. Le tenía un profundo cariño a Ginny y sentía como su corazón se había roto al descubrir la atrocidad por la cual había pasado, aunque al mismo tiempo se estaba haciendo trizas con solo un atisbo de lo mal que parecía estar el rubio. No podía odiarlo. No, no podía. No si ponía esa expresión.

 

—¿Harry?

 

—Lo siento… Debí haber estado allí, debí haberlos protegidos, yo… —había roto el contacto mientras hablaba, sin embargo, tuvo que callarse cuando los largos dedos de Draco se posaron sobre sus labios, sus miradas se encontraron de nuevo.

 

—Nada de esto es tu culpa, debes empezar a entenderlo, Harry. Nadie es capaz de hacerse cargo de todo, y en la guerra te llevaste una buena parte de la responsabilidad. Tienes que dejar de culparte por cada cosa mala que sucedió, la gran mayoría ni siquiera fueron por tu causa y, la otra parte… Todo el mundo comete errores, incluso tú, no eres perfecto, eres humano.

 

El chico asintió, había vuelto a tomar distancia, bajando el rostro para observar sus manos, el rubio de inmediato las agarró, entrelazando sus dedos, presionando ligeramente para darle confianza. Harry soltó una pequeña risita nerviosa, negando apenas con la cabeza. Volvió a fijar sus ojos en los grises de su visita, perdiéndose un momento en el color, en aquella calidez que le ofrecían. Tragó saliva, sintiéndose nervioso sin querer, esperaba que todo el conflicto de sus sentimientos no se viera reflejado en su propio rostro.

 

Draco lo soltó, subió su diestra y le ofreció una pequeña caricia en la mejilla, apenas una caricia con la yema de los dedos, pero fue suficiente para lograr que el corazón de Harry latiera con fuerza y rapidez, casi como si quisiera salirse de su pecho. Por un momento tuvo el aterrador pensamiento de que el otro hombre sería capaz de escuchar sus alocadas palpitaciones, si lo hizo, no lo demostró. El rubio se acercó un poco más al gryffindor, éste incluso podía sentir su aliento chocar contra sus labios. Harry cerró los ojos por inercia, aguantando la respiración, lo próximo que notó fue algo suave y cálido presionándose sobre su boca.

 

Por una fracción de segundo no reaccionó, aunque pronto entreabrió los labios, moldeando su propia boca a la ajena. No es como si en su mente se hubiesen formado fuegos artificiales ni fuera capaz de oír el cantar de los ángeles, pero sí dejó de pensar en cualquier cosa, enfocándose solo en el contacto entre ambos. Lo agradable que eran los labios ajenos, en el cosquilleo que sentía cada vez que los dientes del slytherin mordisqueaban, tiraban o rozaban su piel, o en lo nervioso que se sentía cuando la lengua contraria le acariciaba.

 

El beso terminó demasiado pronto para su gusto, sin embargo, su expresión mostraba lo feliz que estaba. Una sonrisa estúpida, los ojos brillantes, un rubor cubriendo su rostro. Se sentía tan correcto estar con Draco de esa forma, besarlo. Harry observó al chico rubio, tenía un asomo de sonrisa, las mejillas sonrojadas y los labios húmedos, era alguien simplemente bello, daban ganas de llenarle de mimos y probar de su boca una y otra vez.

 

Volvió a romper la distancia entre ellos para dar un nuevo beso, reconociendo y memorizando aquella boca, reclamándola como suya. Harry no era una persona posesiva, tampoco caprichosa, pero estaba seguro de que con Draco se transformaría, quizás nunca llegaría a tener unos celos tóxicos ni una necesidad de dependencia, pero podía asegurar que ahora que había probado sus labios, no lo dejaría irse nunca. No importaba las dificultades o los problemas que tendrían en el camino, sabrían superarlo, serían capaces de avanzar, nunca más volvería a soltar la mano del rubio.

 

Cuando al fin dejaron descansar sus bocas, se quedaron mirando, con las frentes juntas, ambos intentando recuperar el aliento mientras se analizaban y bebían de la expresión ajena. El momento era demasiado perfecto como para romperlo, pero Harry se había vuelto una persona demasiado insegura con el pasar de los años, debía tener la confirmación no solo en gestos, sino que también en palabras. Como escritor era consciente de la importancia de ellas. Aunque el amor se profesara en caricias y en acciones, no tendría tanta importancia a menos que se colocaran en una frase. Por ello las palabras tenían gran poder, porque las personas le daban demasiada importancia.

 

—Draco, ¿qué estamos haciendo? —apenas dejó salir en un susurro, casi con miedo que todo esto fuera un sueño, un hermoso y agradable sueño, y que su voz rompiera el encantamiento.

 

El slytherin pudo haber dicho alguna frase sarcástica, pudo haberse burlado de él o hecho cualquier cosa tan típica de su persona. No hizo ninguna de aquellas cosas. Quizás porque ya conocía a este nuevo Harry, lleno de miedos y fantasmas del pasado, ya sabía lo que necesitaba. Quizás porque él también requería algo cierto y tangible en su vida, una tabla en la cual aferrarse dentro de lo que era esa caótica vida. Sea cual fuese la razón, respondió a la pregunta no dicha por la boca que acababa de besar.

 

—Estamos disfrutando de la vida, Harry. Estamos, al fin, perdonándonos a nosotros mismos. Nos estamos permitiendo ser felices —de nuevo la mano del gryffindor fue atrapada por la pálida del rubio—. Estamos siendo Draco y Harry. Nada de serpientes o leones, de niños malditos o Malfoys y Potters. Solo Draco y Harry. Dos personas que se quieren y que quieren estar juntas… ¿Quieres probar ese tipo de vida conmigo?

 

La sonrisa que había mermado un poco por las preocupaciones volvió a brillar en todo su esplendor en el rostro de Harry. Asintió rápido a su propuesta, acercándose a él para rodear su cuello con ambos brazos, si no fuera demasiado, se habría puesto a saltar y a gritar de la emoción. Siempre había sido alguien tímido, así que se contentó con expresar su alegría en su rostro y en lo muy apegado que estaba de esta persona que le hacía sentir de todo. Un pequeño y dulce beso fue ofrecido antes de que hablara.

 

—Por supuesto que quiero, Draco. Estar contigo, con Alioth y Teddy.

 

Draco dejó escapar una pequeña risa, Harry sonrió.

 

Quizás las cosas no fueran perfectas y los problemas seguramente recién empezaban. Tenían personalidades demasiado diferentes. Tenían una historia caótica. El mundo en contra. Sin embargo, por un momento, por un pequeño, pero eterno momento, las cosas al fin estuvieron en su lugar, fueron perfectas dentro de su simplicidad. Entonces Harry lo supo, este era el fin de un capítulo.

 

Ahora empezaba uno nuevo.

 

 

 

Notas finales:

¿Y? ¿Qué les ha parecido?

 

Ya tienen la razón de por qué Ginny odiaba tanto a Draco, así que no me odien a la niña :(

 

Sí, es un capítulo muchísimo más corto que los anteriores (incluso más corto que el prólogo), pero sentí que con eso expresaba todo lo necesario, más habría sido relleno y no quiero eso. :(

 

¡Nos vemos en el epílogo!


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