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Cuidados especiales. por LaGataenelTejado

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Notas del capitulo:

Les dejo el primer capítulo de esta historia. Espero que les sea de su agrado :)

Capítulo 1. Presentaciones.

 

Elizabeth Lawliet pasea por el salón de su casa, rebuscando entre los cajones algo importante. Busca el collar de perlas que le regaló su difunto marido en uno de los últimos cumpleaños que celebraron juntos. El estrés que le provoca pensar que hoy es el día... no la deja meditar.

 

En breve llegará el chico que los servicios sociales han enviado para que cuide de su hijo en su ausencia, y es que Elizabeth, es la jefa de una empresa muy importante centrada en el mundo de la moda. Por lo cual apenas pasa tiempo en casa.

 

Desde la grave caída que sufrió Elle, las cosas han empeorado gravemente. Si ya de por si, Lawliet es callado y arisco, ahora que no puede apenas moverse su humor es terrible. Y la mujer comienza a desesperarse cada día un poquito más. Se ha asegurado de que el cuidador sea joven y eficiente, pidiendo referencias a la agencia y dando así con el expediente inmaculado de Light Yagami.

 

Le convenció desde el primer momento. Un chico sano y con bastante experiencia como cuidador pese a sus 23 años de edad. Tiene la esperanza de que su hijo pueda crear algún vinculo amistoso con aquel hombre.

 

-Señora Lawliet, Light Yagami acaba de llegar.

 

-Gracias Watari, dile que pase, por favor.

 

Ella se coloca bien la chaqueta color rosa pastel que realza su figura, una muy cuidada para una mujer de su edad. Su cabello lacio y negro, recogido elegantemente con un moño, resalta la forma de su rostro de manera suave y bonita.

 

Sonríe cuando la figura del castaño entra en aquel salón, ganando puntos al ver la ropa que porta el muchacho. Camisa color gris claro, corbata oscura y unos pantalones que le sientan como un guante. La presencia es correcta y Elizabeth respira aliviada.

 

-¿Light Yagami?, encantada, mi nombre es Elizabeth.

 

-Un placer. Gracias por aceptar mi expediente.

 

Se observan un par de segundos antes de tomar asiento en los pequeños sillones de cuero color blanco hueso.

 

-¿Quieres tomar algo?, ¿un té, un refresco...?.

 

-Oh, no hace falta, gracias. - Light sonríe educadamente, demasiado acostumbrado a fingir que es un chico de modales perfectos. Juega en su terreno, demostrando la experiencia que tiene.

 

-Bien... Uhm... - parece confusa, como si analizase palabra por palabra lo que dirá a continuación. - Mi marido murió hace nueve años.

 

-Lo siento.

 

-No lo sientas, ha pasado mucho tiempo. - juega con sus manos, enlazándolas sobre su propio regazo algo inquieta. - Mi Elle no lo ha llevado nada bien. Desde aquel día su forma de actuar cambió drásticamente.

 

-Ya veo... es normal en una situación así. No es el primer caso que conozco.

 

Ella emite un suave jadeo, mordiéndose el labio. Hablar de como la situación con su hijo se le escapó hace años de las manos le provoca un profundo dolor.

 

-Comenzó a ser maleducado, solitario y arisco. Apenas habla conmigo y se pasa el día encerrado en su dormitorio. - se masajea la sien, agobiada. - Solo quiero que cambie, ¿sabes?, que vuelva a tener ganas de vivir y salir, conocer gente nueva. Las cosas que hacen los chicos de su edad.

 

-¿No tiene un tratamiento psicológico?. - se atreve a meterse en ese tema, un poco nervioso por si arruina su nuevo trabajo.

 

-Elle fue tratado por dos psicólogos diferentes. Es tan terco y desagradable con la gente que consiguió que aquellos hombres, hartos, abandonaran su terapia. Hazte una idea. - sonríe tristemente, cruzándose de piernas y mirando su reloj de pulsera, que brilla debido al oro que lo recubre. - Como te he dicho mi trabajo me quita mucho tiempo, mas del que me gustaría. El médico que atendió a Elle le ha mandado reposo absoluto en cama debido a la lesión en su columna.

 

-En la agencia me han comentado que mi horario seria matutino, pero puedo cubrir algunas tardes si lo requiere. No me importa.

 

Claro que no le importa, porque eso supone mas ingresos en su cuenta bancaria.

 

-Oh, pues quizás algunos días si te necesite aquí también por la tarde. Todo depende de mis reuniones. - se pone de pie, haciéndole un gesto al muchacho. - Ven, te presentaré a mi hijo.

 

Suben juntos las escaleras de caracol de aquella lujosa casa, tan finamente decorada que a Light le ha encantado desde que ha puesto un pie en su interior. Seria un hipócrita si dijese que codearse de gente con dinero no le gusta, pues ya está pensando que este trabajo le va a servir como un buen ingreso extra semana a semana. Los pasillos son amplios y la decoración roza lo clásico y moderno, mezclándose con una combinación bastante deliciosa a la vista.

 

Nada más pisar uno de los pasillos, la música estridente comienza a llegar a sus oídos. El “Welcome to the Jungle” de Guns N' Roses suena irónicamente adecuado en esta situación, y él solo puede sonreír divertido ante eso, encaminándose tras la mujer hacia la puerta negra donde cuelga un cartel que dicta “Prohibido el paso”.

 

-¿Elle?, ¿cariño?. - ella da dos golpes, frustrada cuando su hijo la ignora por completo.

 

Al final termina abriendo la puerta, chasqueando la lengua y mirando a Light, invitándolo a dar un paso dentro del dormitorio.

 

Cuando lo hace, la decoración casi le explota en los ojos debido a la impresión. Si hay algún lugar que parece no pertenecer en absoluto a esa casa, es el dormitorio del chico. Paredes oscuras, pósters de películas de serie B decorando hasta casi el último rincón de la pared, muchos plásticos y envases por el suelo, así como ropa desordenada. Y en el centro, sobre la cama de gruesos edredones con dibujos abstractos la figura de un adolescente que de brazos cruzados, mira el televisor aburrido. Aún teniendo música retumbando entre estas cuatro paredes.

 

-Elle, cielo, ha llegado tu nuevo cuidador.

 

Light se siente altamente impresionado por su imagen. Viste una camiseta muy ancha en color blanco, que se desliza por su cuello dejando ver parte incluso del hombro derecho. Sus ojos son profundamente negros, como los de su madre, y están enmarcados por unas ojeras que provocarían miedo al mismísimo Satanás. Casi parece un panda en miniatura.

 

-Hola, soy Light. - le sonríe amable, tanteando el terreno. Con los chicos como él nunca se sabe.

 

Aprieta los labios cuando le mira, y Light puede vislumbrar enojo y furia a partes iguales. A su alrededor tiene varias mesitas con ruedas, donde hay cosas para que no se aburra además de comida. Una silla de ruedas está silenciosamente colocada al otro lado de la cama, cerca del que parece ser su cuarto de baño personal.

 

-Jódete.

 

Esa sola palabra parece descolocar a su madre, que aprieta los puños enfadada.

 

-¡Elle! , ¡no seas maleducado! - se ve tan abochornada que a Light casi le provoca risa. Está acostumbrado a chicos como Lawliet.

 

-No se preocupe señora Lawliet, nos vamos a llevar muy bien, ya lo verá. - le guiña el ojo, haciendo que la mujer sonría algo mas tranquila.

 

Ve como se inclina hacia su hijo, besando su frente y acariciándole con amor el cabello. Un contacto que el moreno intenta evitar todo lo posible, frustrado porque la incapacidad de moverse no puede librarle de esos gestos que su madre hace como si aún fuese un bebé.

 

-Tengo que irme a trabajar. Watari te proporcionará mi número de teléfono, tanto el personal como el de la empresa por si ocurriese algo. Y tú... - mira de nuevo a su hijo, que ha vuelto a centrar la atención hacia la tele. - pórtate bien con Light.

 

Un gruñidito es su única respuesta. La mujer sale del dormitorio, vencida y cansada, como si no esperase otro tipo de conducta por parte de su hijo.

 

Cuando se quedan a solas, Light se sienta cómodamente en la silla que hay al lado de la cama, mirando al muchacho con curiosidad. Y no sabe por que cojones le resulta tan gracioso. Quizás sean sus labios apretados, su ceño fruncido, o como tiene los brazos cruzados con una expresión de odio en la cara.

 

-¿Que ves?.

 

Lawliet le mira de reojo, arqueando la ceja y pensando que le ha tocado un cuidador idiota.

 

-¿Estás ciego?. Veo “Casos sin resolver”.

 

-¿Has comido?. - ignora por completo la contestación anterior, sonriendo y mirando también el televisor.

 

-Olvídame, imbécil.

 

Decide mantener el silencio un rato, porque también suele ver ese programa a menudo y le asombra compartir ese gusto con un crio de 16 años. Observa discreto el dormitorio, otra vez. Lawliet tiene dos estanterías repletas de libros enormes y gruesos, también cómics de terror y algunas sagas literarias famosas.

-¿Has leído todos esos libros?. - su voz es serena, como si se conociesen de toda la vida.

 

Él rueda los ojos, negando con la cabeza y subiéndose mas las sábanas para ocultar parte de su boca. Light sin embargo se pone en pie, paseándose por el dormitorio y apagando la música. Algo que hace reaccionar al chico.

 

-¿Que mierda haces?, no toques mis cosas. Vuelve a poner la música. - casi está indignado.

 

Indignado porque Elle Lawliet está harto de no poder moverse, ni de poder levantarse de la cama para darle un buen tortazo a ese tío que está invadiendo su espacio personal.

 

Light, cruzado de brazos y con el culo apoyado contra el escritorio, le mira divertido, retándolo.

 

-Cuando te comportes como una persona educada y normal quizás vuelva a ponerla.

 

Se mantienen la mirada, uno sonriendo satisfecho y el otro maldiciendo para sus adentros.

 

-Lárgate de mi puta habitación. Le diré a mi madre que has cumplido el trabajo para que te de su asqueroso dinero si eso es lo que quieres. Pero vete. - rendido, se aferra con gracia a la sábana, apretando los puños.

 

Light se fija entonces en las cicatrices que atraviesan las muñecas del adolescente, casi fundidas sobre la piel pálida. Ignorando aquello, porque es su primer día y no es conveniente pisar ese terreno tan personal todavía, revisa atento algunos pósters que hay colocados cerca del baño. Parkour.

 

-¿Te gusta el Parkour?.

 

La cara de Lawliet ha cambiado, se ha relajado lo que ha Light le ha parecido el dar un gran paso. Parece que ha tocado la fibra sensible del chico.

 

-Si. Es obvio, ¿no?, por eso estoy accidentado. ¿Es que no estudias a tus pacientes antes de invadir su espacio personal?, ¿que clase de cuidador eres tú?.

 

-Yo tenia un amigo que hacia Parkour. - distraído, coge una figurita de oso panda que por algún motivo Lawliet tiene sobre el escritorio. - Se parece a ti. - la alza, con una sonrisilla en los labios.

 

-Que te den.

 

Ni si quiera puede aguantarse la risa al ver los mofletes hinchados del adolescente, que rabioso, gruñe entre dientes. Se remueve incómodo en la cama, algo que para Light no ha pasado desapercibido pues lleva haciéndolo unos segundos. Se acerca a él, colocándose a su lado.

 

-¿Necesitas algo?, ¿quieres ir al baño?.

 

Ahora le habla como un auténtico profesional, sin poder dejar de mirar la profundidad oscura de los ojos del adolescente. Como no dice nada y un rubor colorea repentinamente sus mejillas, Light le destapa lentamente, sin dejar de mirarle.

 

Y Elle no se queja, porque realmente necesita ir al baño y seguramente también una ducha que le espabile. La tensión se rompe cuando Watari toca dos veces a la puerta.

 

-Adelante.

 

-¿Señorito Yagami?, le traigo el horario de las citas médicas de Elle así como su rutina diaria. - el viejo le entrega los papeles al castaño, sonriendo con ternura al moreno. - ¿Como estás hoy, Elle?.

 

-No sé. - no hay rabia en su voz, mas bien algo de tristeza y un poquito de respeto hacia el hombre mayor. Seguramente es la única persona a la que Lawliet tolera de buen grado.

 

-Bien. Debo volver a mis tareas. Si necesitan algo estaré abajo.

 

-Gracias.

 

Cuando desaparece, Lawliet se pone tenso al sentir la mano de Light palmeando su muslo. Odia el contacto con la gente así que de un manotazo lo aparta.

 

-No me toques.

 

-Tengo que tocarte para ayudarte, así que es mejor que lo vayas asimilando.

 

No dice nada más, simplemente sonriendo divertido se pone en pie y con mucho cuidado mete los brazos bajo el cuerpo caliente del moreno, alzándolo como si fuese una princesita. Elle se sonroja horriblemente, mirando a Light con la boca entre abierta como si acabase de hacer lo peor del mundo.

 

-¡Suéltame!, ¡te denunciaré por acoso!.

 

-No grites. No es bueno que te estreses. - canturrea, evitando al echar la cara hacia atrás el pequeño golpe que el “pandita” ha hecho contra su rostro.

 

Enciende la luz del cuarto de baño, impresionado porque se ve claramente que acaban de reformarlo para adaptarlo a las necesidades de Elle. No es de extrañar en una casa tan lujosa, seguramente el dinero no es un problema.

 

-¿Que necesitas?.

 

-Mear. - entre dientes y bufando, se cruza de brazos, aliviado cuando Light levanta la tapa del inodoro y lo sienta despacio, apartándole el cabello del rostro.

 

-Bien, cuando acabes avisa.

 

Sale de allí para darle intimidad, apoyando la espalda contra la pared y revisando el teléfono móvil. Tiene un mensaje de Mikami que le pide ir al gimnasio cuando termine. Por lo visto ya tiene un nuevo contrincante para esta noche y Light se muere de ganas por partir bocas.

 

-¡Ya estoy, imbécil!.

 

Niega con la cabeza, sin poder evitar sonreír un poco. Lawliet no es el primer chico arisco con el que ha tratado, pero si ha despertado en él una curiosidad nueva que se mezcla muy a su pesar con algo de ternura. Elle tiene el típico aura de tristeza que le envuelve, haciéndole sentir como si tuviese que protegerlo de algo.

 

-Venga, será mejor que te duches. Vamos a salir.

La cara aterrorizada de Elle es bastante graciosa. Light le ayuda a incorporarse, sentándolo sobre el taburete especial que hay dentro de la ducha. Se pone de rodillas frente a él, tirando suavemente de sus pantalones hacia abajo. La mano del moreno aferrada a la tela de la prenda le hace suspirar.

 

-Pórtate como un adulto. Quiero que te de el aire fuera, así que pasearemos un rato antes de tener que llevarte a rehabilitación.

 

-Ni de coña me vas a ver desnudo. - está tan rojo que a Light le cuesta contener una risilla. - Lárgate.

 

-Elle, no seas crio. ¿O es que tienes algo ahí abajo fuera de lo normal?. - se lo susurra cerca del rostro, sonriendo como un bastardo juguetón. Algo que hace al otro tragar saliva ruidosamente.

 

-N-no...pero date la vuelta mientras me quito la ropa.

 

Light asiente, acariciándose el cabello y obedeciendo al chico. Se da la vuelta de brazos cruzados y sonríe cuando escucha el ruido de fricción que hace la tela de la ropa al despojarse de ella. Al cabo de un par de minutos, (porque claramente le ha costado trabajo), Elle carraspea la garganta, llamando su atención.

 

Se da la vuelta, intentando no impresionarse cuando lo ve desnudo, a pesar de que el moreno se ha ocupado de ocultar su entrepierna con la toalla que tenia mas a mano. Su cuerpo es muy delgado, casi pareciendo algo frágil, pero no por ello es feo. Parece y está seguro de que tiene que tener una elasticidad y flexibilidad envidiables. Sus piernas son fuertes y Light lo achaca a la práctica del Parkour.

 

-¿Has visto como no ha sido para tanto?. Eres un bebé. - riendo, le ayuda con cuidado mientras va moviendo el controlador de temperatura y agua de la ducha.

 

-Y tú un gilipollas. Bastardo. - con el ceño fruncido debido al enfado, Elle se deja manejar un poco, rindiéndose porque lo que quiere es terminar de una jodida vez con esa ducha tan incómoda.

 

Light le lava el cabello con delicadeza, sin mirar ni una sola vez su desnudez al completo. Está acostumbrado a eso, a cuidar de mucha gente y la verdad es que puede mostrarse con completa indiferencia si eso ayuda a que sus pacientes se relajen. Enseguida la tensión del cuerpo del moreno se calma, cerrando los ojos al dejar que le enjabone el cabello.

 

-¿Y el instituto?, supongo que estarás perdiendo muchas clases. - distraído, Light comienza a lavar el cuerpo del chico, con masajes suaves.

 

-Yo no voy al instituto. Doy clases en casa.

 

Elle se deja mover cuando Light procede a lavarle la espalda, fijándose en que también tiene un par de cicatrices repartidas por su piel.

 

-¿Y no te aburre?.

 

-Deja de meterte en mi vida. - de nuevo responde como una fiera enfadada, tensándose.

 

-Está bien. Perdona.

 

Al cabo de diez minutos, Light sonríe justo cuando le seca el cabello con la toalla, mirándolo e ignorando que Elle comienza a sentirme intimidado por su cercanía. Y lo que mas le molesta al adolescente es que el maldito cuidador, en el fondo, le parece interesante. Sobretodo cuando se da la vuelta y al agacharse, puede vislumbrar en su baja espalda una especie de dibujo.

 

-¿Tienes un tatuaje?.

 

-Si. ¿Quieres verlo?. - arquea la ceja sensual y divertido, embebiéndose de la sensación que le produce Elle relamiéndose el labio de la forma mas sutil posible. Hasta puede ver un rubor en sus mejillas.

 

Sin esperar respuesta, Light se levanta la camisa poco a poco, enseñando a propósito su escultural y fuerte cuerpo. Se da la vuelta, dejando sin palabras al muchacho que observa ensimismado el gran dragón negro que cubre la totalidad de su espalda.

 

-Que pasada... - su voz ha bajado una octava, convirtiéndose en un murmullo que deja a un lado la hostilidad de hace un rato.

 

-¿Tú tienes alguno?. - vuelve a bajarse la camisa, peinándose con los dedos el cabello y terminando de ayudar a Elle en la ducha.

 

No tarda cuando le pone la ropa que el chico ha escogido. Una sudadera negra muy ancha con unos vaqueros caídos y desgastados, que le dan un aspecto callejero que le sienta bastante bien.

 

-No tengo. Mi madre pondría el grito en el cielo. - deja que Light lo siente en la silla de ruedas, tamborileando los dedos sobre sus muslos. - Pero voy a hacerme uno en cuanto pueda.

 

A Light le gusta como ha sonado eso, porque suena a un chico rebelde que desafía las normas de su adinerada madre. Además está seguro de que un tatuaje le quedaría realmente bien.

 

-Bien... vamos a salir. ¿Preparado?. - agarra la silla por la parte de los tiradores, mirándole desde arriba.

 

Lawliet se encoge de hombros, frunciendo el ceño y adoptando de nuevo la expresión de odio e ira hacia lo que le rodea.

 

-Vas a hacer lo que te salga de la polla igualmente. Vamos, idiota. - señala con desgana la puerta, suspirando y colocando mejor la espalda contra la silla.

 

Y Light sonríe, porque sabe que en tan solo unas horas ha comenzado a ganarse al terco de Elle Lawliet, que a pesar de haberle insultado como unas diez veces, ha podido ver que su sola presencia lo pone nervioso, augurando un trabajo muy, pero que muy entretenido a su lado.


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