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No puedo dormir por SweetCupcake

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"Somos polvo de estrellas" Carl Sagan

 

 

 

Es difícil abrirse a alguien más, eso lo sabía... por eso, intentaba con todas mis fuerzas que Lavi no llegara hasta donde estoy. Que no llegara, que no entrara...

Pero aquí está.

 

  Capítulo 10- Polvo de estrellas. 

 

 

 

Lavi resopló más fuerte, con la clara intención de hacerse oír.

Yo sólo lo ignoré de la misma manera  en la cual me había visto obligado a actuar hasta ahora, fingiendo que no me importaba nada, cosa que no era del todo mentira. No cabía duda que el mismo hecho que Lavi esté demostrando una pequeña muestra de interés por algo era por menos novedoso, porque ya saben, Lavi se trata de esa clase de persona que utiliza su sonrisa encantadora para burlarse de los demás, disfrutando remarcar cualquier mínimo error para destacar su imagen pedante, y resfregarlo una y otra vez en tu cara... Diciéndolo así, suena mucho pero de lo que es en realidad... pero lo es. Por mucho que esa una actitud que solo use con la gente que entra dentro de su circule confianza... no puede ser suficiente excusa para terminar siendo tan molesto. Como por ejemplo, esa horrible manía que había adquirido últimamente de hacer alusión a mi lado gay para lo que sea, en el contexto que sea... y mientras más público tenga mejor. Todas esas cosas me enfadaban de él y me hacía querer golpearlo. Era cierto que no había revelado a nadie mi orientación sexual, lo cual agradecía encarecidamente... pero parecía ser su chiste favorito a la hora de referirse a mi persona, como si fuera la única cosa que me definiera ahora. "Allen, el chico que es gay". No le importaba nada. 

Por lo tanto, resultaba difícil no saborear esta pequeña victoria, no quiero llamarlo venganza, pero Lavi y su pataleta de niño infantil me hacía creer que la justicia en el mundo existía. Cada vez que Lavi suspiraba y murmuraba por lo bajo quejándose, yo sonreía malévolamente. Él no podía ahora mismo contra mí. 

Volvió a resoplar desde aquella esquina encorvado, dándome por completo la espalda mientras clasificaba los libros que eran para tirar a la basura o para donar. "No lo estás logrado Lavi, no vamos a detenernos...". Era increíble haber encontrado su punto flaco, el talón de aquiles. Existía algo que verdaderamente le importaba... aún si ese algo se tratara de un desproporcionado e inútil cúmulo de hojas amarillentas ácarosas llenas de polvo; sus libros. Todo eso ocupaba una tercia parte de la habitación, quiero decir, no era como si de todas formas tuviéramos un cuarto lo suficientemente grande para compartirlo entre dos personas. Cada vez que entraba una sensación de claustrofobia se apoderaba lentamente de mí, cualquier movimiento en falso ponía en peligro mi vida si cualquiera de esas enormes pilas de libros se caía sobre mi cabeza. La amenaza no solo llegaba a mi, si no también a Timcanpy quien se escondía debajo de mi ropa. También era mi cuarto, también mi cosas estaba allí y no era justo no poder llegar a ellas todo porque Lavi era un desordenado total, escudándose continuamente de ser un chico muy estudioso. 

Nunca pensé que llegaría el día en el cual Lavi accediera ha hacer limpieza definitiva, a mala gana por supuesto... pero limpieza. Algo es algo, y yo me siento muy feliz del progreso. De no haber sido porque comenzamos a hablarnos de manera más cercana... aquello nunca hubiera sido posible.

— Resopla más fuerte, que no te escucho. — Dije solo para molestarlo un poco más, mientras me quedaba mirando un montón de hojas de papel cuadriculada de lo que parecía ser los restos de una libreta. — ¿Apuntes de primero? ¿Para qué rayos quieres esto? Además está pegajoso... — Intenté despegar los dedos agitando la mano, pero las hojas simplemente no querían desprenderse.

— Eso... — Resopló haciendo memoria, se notaba tan agotado mientras yo lo disfrutaba. — Es que una vez Alma me tiró el café encima.

— Bien, a la basura.

— ¡No! — Exclamó con horror poniénose de rodillas hacia mi dirección, estirando la mano como si con ello lograra evitar que tirar los difuntos apuntes a la gran bolsa de consorcio. Timcanpy agitó la cola de un lugar al otro. Se veía tan indignado mientras hablaba... que hasta me daba un poco de pena. — ¡Con esos apuntes puedo chantajear a los de Primero! ¡No tienes ni idea de cómo se cotizan esas cosas en Black Order! Y no es por presumir... — Se puso la mano en el mentón poniendo obviamente una postura presumida, olvidándoser03; de su enfado, haciéndome cuestionar si de verdad le dolía que tirara sus cosas o era idiota, ahora mismo apuntaba a lo último. — Pero mis apuntes son de los mejores, no por nada siempre saco 10 en todos mis exámenes y trabajos prácticos.

Me mantuve con el semblante sin emoción de forma indiferente, pero algo estupefacto por dentro asimilando la información. — ¿Traficas con los deberes del Instituto?

—Eh, "Traficar" suena un poco fuerte si lo dices así... — Fingió ofensa en su tono de voz sin éxito pues la sonrisa victoriosa lo delataba. —pero ya que insistes, solo te diré que me suelen pagar muy bien ¿sabes? — Nombrando al dinero intentó seducirme, y estuvo realmente a punto de conseguirlo pero mi sentido de la moral fue más fuerte en esta ocasión aunque luego me arrepentí, en ese momento me felicito por ello, más que nada porque no quería darle ningún poder actualmente a Lavi. Así que inmediatamente rescaté los apuntes de la bolsa, Lavi estaba a punto de cantar victoria cuando rasgué justo por la mitad los apuntes, procurando que no quede nada rescatable. — ¡Eres un auténtico demonio Moyashi! — Lloriqueó. No quise ser tan cruel, solo quería asegurarme de que Lavi esta vez no iba a salirse con la suya.

— Lo siento. — Dije mientras le daba los restos a Tim para que los devoré. — Solo intento evitar que envejezcas con algún síndrome de Diógenes o algo parecido. — Lo escuché decir por lo bajo "como te encanta dramatizar..." o algo parecido, no le di importancia. En su lugar me acerqué para verificar que estaba ejecutando de manera correcta la tarea que le había encomendado. — ¿Ya has separado los libros que de verdad quieres conservar?

— Sí, esa pila de allí. — Señaló un rincón desbordado de libros, no aparentaban haber sido tocados si quiera para pasarle un trapo por encima para limpiar el polvo. Pestañeé agotado,  si me descuidaba aunque sea solo un poco, Lavi volvería ha hacer lo que le daba la gana. Troné un poco mi espalda y ajusté el pañuelo que llevaba anudado a la cabeza dispuesto a revisarlo todo, por si no se le había ocurrido colar algún diccionario inútil o libro destrozado con sospechosa carga emocional. Al parecer, Lavi se percató alzando la mano otra vez en un vago intento de detenerme. — Oh, venga Moyashi no tienes porque...

— Es Allen.

Afortunadamente no dijo nada más, solo se sentó frente a mí, mirando aburrido como limpiaba y revisaba sus cosas, no entendía mucho sobre libros pero la gran mayoría de aquellos se veían demasiado complicado, con demasiadas páginas y un letra ridículamente pequeña para poder concretar si era bueno o no, alguno de esto podía ser hasta chino y no me daría cuenta, fue cuando un título en cuestión llamó mi atención por encima del resto, simplemente este gritaba ser diferente por su portada sugerente, demasiado... mostrando únicamente el cuerpo desnudo de un hombre de cintura para arriba, con unos marcados pectorales luciendo un perfecto bronceado sobre un fondo desértico y exótico al estilo egipcio, el rostro era recortado por los bordes del mismo ejemplar -ya sea para dar un toque de misterio o porque simplemente no era muy importante - solo apenas mostrando un mentón cuadrado con una barba dejada de unos días, muy parecida a la que siempre Mana. Me di cuenta de mi grave error cuando leí el título. — Mi esclavo... sexual.

Relegando a un segundo plano la expresión de monotonía, Lavi mostró  un brillo de vida en su ojo no parchado, de manera muy similar al que componía siempre que algo le parecía malignamente divertido. — ¡Oh, sí, es un libro gay!

— ¿Qué...?

— Y además, lo compré para ti Moyashi. — Añadió tan tranquilamente. La cara me ardió y lancé horrorizado el libro como si este quemara. E intentando olvidar aquel pequeño desliz me centré en pensar que definitivamente Lavi No había revisado sus libros por muy obvio que sonase, así que canalicé todo mi enfado en eso. Así que tomé un diccionario inútil de Latin y comencé a golpear su cabeza. — Lo vi y me dije ¡esto es perfecto! Gracias por encontrarlo, no sabía donde lo había dejado...

¿Ven? A eso me refería al decir que no podía bajar la guardia en ningún momento, Lavi se había tomado "demasiado" bien el hecho de tener un compañero de cuarto gay. Su humor y su exceso de curiosidad no conocía límites. Hasta me atrevería a decir que él lo había asimilado muchísimo mejor de lo que yo mismo podría haberlo hecho.  Ya lo sé, era mucho esperar de él, y aun así guardaba una vaga esperanza de ser escuchado por una vez... en lugar de intentar meterse por todos los medio dentro de mi vida sexual tan escandalosamente. A estas alturas, no sabía cual de las dos cosas podía molestarme más, enfadarse con Lavi carecía ya de sentido como lo que ocurrió esa misma mañana.  

Era domingo, el día amaneció con el aire cargado de humedad, el frío incluso se colaba por cada pequeño rincón del mundo, por esa razón, entre sueños, aun sentía el calor cerca de mi espalda, era mucho más fácil así rozar de forma accidental mis pies frío al nuevo ocupa, quien no soportaba que yo no llevara calcetines, y yo simplemente no soportaba llevarlos, la diferencia de opiniones podía finalizar tan fácilmente como invitarlo a salirse de MI pequeña y estrecha cama a lo cual solo hacía oídos sordos. Me veía obligado a alejarme de él cuanto podía, pegándome al borde de la cama.... y estaba tan al filo de hecho, que cualquier movimiento en falso podría hacerme caer al suelo... o peor, sobre los libros de Lavi, equivaliendo a una muerte asegurada. 

Todas eran situaciones de riesgo a las cuales no veía escapatoria, menos en sueños.  Y aun así, Lavi se la ingenió durante todo la noche para pegarse más y más a mi lado, olvidando la distancia prudencial que habíamos logrado mantener hasta ahora. Dentro de todo, estaba bien, era un domingo perfecto, libre de clases extras, con suficiente tiempo para poder comer y hacer ejercicio de forma saludable hasta que mi compañero de cuarto pegó los labios a mi oído para decirme algo. No estaba del todo despierto, solo escuché una pequeña parte y eso acompañado con el cosquilleo de su cálido aliento humedecer mi oído provocó que despertara en taquicardia.

— Moyashi, está dura.

Pegué un salto bien impulsado para aterrizar sobre una de las pocas zonas donde aún se podía caminar sin tener que tropezar con las cosas regadas con cuidado por el suelo, en el trayecto arranqué todas las mantas para cubrirme, eché un vistazo hacia abajo aterrado, donde no pude hallar ninguna erección bajo mis calzoncillos, o algún tipo de suciedad comprometedora... no, de hecho, todo estaba en su lugar, como debía ser. 

Una vez más, había sido engañado por la infinita estupidez de Lavi ¿Qué lograba con todo eso? Lo sé, pura diversión... de las que son sádicas por mucho que intente negar lo contrario. No puedo relajarme dos segundo sin que él esté molestándome... y a estas alturas uno se pregunta si hubiera sido mejor para mi haber caído en la habitación de Kanda.

Dejé caer las mantas al suelo, aun dándole las espalda cuando comenzaron a aflorar las carcajadas. Cerré con fuerza el puño intentando controlarme. Ya lo había tomado por costumbre conjunto con autoproclamarse  siempre en presencia de alguien más. — Así es, he destronado el lugar de Alma. 

"¿Qué?" Esa era toda mi expresión el rostro cuando le comentaba a alguien más tan orgulloso de sí mismo, que yo sepa, solo compartíamos las sábanas y... un secreto. No sé si lo hacia parecer así porque quería que alguien más sintiera envidia de lo cerca que estábamos el uno del otro... 

No estaba de acuerdo, Lavi y yo estábamos muy lejos de entendernos mutuamente ahora mismo, de compartir gustos en algo. Yo aun no confiaba totalmente en él... es decir, el que sea gay o no, no debería ser excusa para que él me esté provocando a cada rato, tratando de sacar a relucir mi lado más débil. No sé si estoy exagerando, pero estoy odioso ahora mismo y con la misma irritación lancé una mirada amenazante hacia su dirección, riéndose bajito aun tumbado en la cama desde donde había mirado todo el espectáculo mañanero. Podría haber dicho "¡Lavi, esas bromas no me hacen gracia y lo sabes, discúlpate ahora mismo!" pero eso sería gastar saliva en vano, en su lugar salté encima de él para que no escapara, tomando la almohada para estamparla contra su rostro con todas mi fuerzas. 

— Quien ríe último... — Esbocé una sonrisa macabra - esa que tanto le temía Lavi - mientras oía a mi víctima retorcerse en búsqueda de oxígeno ¿qué víctima? Era un idiota, disfrutaba avergonzarme, porque  claro, como sabía que yo era gay... le dejaba vía libre de actuar como quisiera. Lejos de que Lavi me pareciera atractivo cuando estaba callado, no era mi objeto de deseo en absoluto... o al menos para mi cerebro, porque mi cuerpo solía demostrarme todo lo contrario dejándome en evidencia. No era la primera vez que me ponía duro al sentir a Lavi tan pegado a mí, la gran mayoría de veces había descubierto mis erecciones y en vez de poner un trinchera de lado a lado de la habitación para proteger "su culo" como cualquier chico haría él no, Lavi se metía en mi cama en medio de la noche con la única certidumbre de decir "si dormimos juntos, dormimos mejor"

"No toques, porque te vas a quemar" sería la clase de advertencia a la cual Lavi saltaría por alto  y Lavi con toda la gracia del mundo.

Después de sus continuas pataleos decidí que ya era suficiente y lo liberé de las garras de la almohada.  Pensándolo bien, no quería cargar con una cadáver a mis espaldas. Miré con autosasitfacción como tosía exagerado, en busca de oxígeno.  Estaba orgulloso de tomar la justicia por mi mana. — Prefiero que me muerdas... coff... coff.

— Eres tan tonto, je, je. — La risa que sin querer salió de mis labios me alertó de lo ilógicamente feliz y relajado que me sentía en ese momento. Miré a Lavi como a un cachorrito grande que solo busca juego constante y por un momento olvidé todo los malestares que me acontecían. Me gustaría saber cómo lo logra, crear un sin fin de sensaciones precipitadas y contradictorias.

Porque a lo mejor... aunque sea solo un poquito, con Lavi lograba ser yo mismo.

— ¿Por qué esa sonrisita tan tímida Moyashi?  Me miró aun con la voz áspera, levantando las cejas. Apreté la almohada contra mi pecho sentándome sobre su regazo para recobrar el rostro serio, solo logrando hacer un infantil puchero. Entonces sentí algo suave rozar mis nalgas, pensé al principio que era un trozo de manta que se había colado entre las piernas de Lavi, tontamente intenté apartarlo con mi mano hasta que me di cuenta que al apoyarme era otra cosa. 

Solo me bastó comprobar con horror como Lavi sonreía victorioso. — Ups ¿no especifiqué que es la mía la que está dura?

— ¡No me toques con tu cosa pervertida!   Regresé a asfixiarlo con la almohada. Esta vez intentando matarlo de verdad. 

— ¡Ey, tú la has tocado sin mi permiso... ah, Allen! 

Últimamente no dejo de bajar la guardia una y otra vez, de manera tan fácil... que de verdad es preocupante. 

 

 

Después de ese raro incidente, tenía los cables suficientemente cruzados para que un tonto golpe de uno de los dedos meñiques de mi pies contra uno de los muchos polvorientos libros de Lavi me haga replantear en las horribles condiciones en la que estaba conviviendo. Eso debía acabar de una vez por todas. — ¡Espero que no tengas planes para esta tarde, porque pienso tirar todas tus cosas a la basura! —Sentencié con una mirada irradiando de odio y una lagrimilla de dolor aflorando por uno de mis ojos, mientras me sujetaba la pierna tirando en el suelo. 

Lavi abrió tanto la boca, los ojos y las cejas, y estuvo así por tanto tiempo que pensé que se quedaría así para siempre, en realidad no estaba muy seguro de que me haya tomado en serio o que siquiera me haya escuchado en un primer lugar, pero después a cualquiera que se topara en la mañana le decía con tedioso tono coqueto.... — Ey, no puedo quedar esta tarde... ya tengo planes con el Moyashi, ya sabes... los dos solos... toda la tarde.  

— Oh, que mal tio. — No estaba muy seguro de si a la otra persona le preocupase o no la ausencia de Lavi. Era hilarante el cómo quería hacerlo ver como si fuera una cita con una chica. Pero para estas cosas ya había aprendido que lo mejor era ignorarlo, es más, debería haberlo ignorado esta mañana y seguir durmiendo... con o sin erección, solo no sé... era muy temprano y reaccioné así. 

Ahora mismo la idea de poder vender sus cosas porunas cuantas libras en el mercadillo de los domingo era mucho más enriquecedora para mantener ocupada mi mente.

— ¿Me puedo apuntar? — Preguntó Alma con inocencia. Estaba intentando convencernos de ir a un campeonato de Kendo que realizaba el viernes que viene, obviamente ir significaba precisamente estar para apoyar a Kanda, y no era algo que me apeteciera. Intentaba evitar contestarle con simples sonrisas.

— No, Alma. — Dijo haciendo que de un paso atrás, como si necesitara un pase VIP.  Al parecer, nada podía interrumpir su sueño, ni siquiera el mal humo con el cual Kanda nos había puteado desde el otro lado de la pared por armar tanto jaleo. Era lo único que me faltaba, todos salimos al pasillo y tuve que lidiar con la visión de su flequillo recto en la mañana, el dolor del dedo meñique del pie, y la erección de Lavi... quien se ausentó un largo rato en el baño, despidiéndose de todos nosotros - de mí exclusivamente-, tan alegre alegre con la mano como si no pasara nada... y sus cosas no fueran a morir esa misma tarde. — Esto es cosa exclusivamente de mía y de Allen.

Alma solo infló los mofletes de forma adorable. Esa clase de expresiones simplemente le pegaban.

— ¡ Ah! ¡Una araña! ¡Socorro! — Oí un gran estruendo a mi espalda y un montón de polvo llegó a mi por unos momentos, tosí de forma tosca y miré con una ceja alzada a Lavi arrojado sobre un montón de libros con una expresión aterrorizada, la piel blanca como el papel. 

— ¿Le tienes miedo a los bichitoss, Lavi? — Sin querer se me escapó una risita al decir aquello.

—¡No es un "bichito"! ¡es una jodida araña Moyashi, ese "bichito" podría matarte! ¿Lo entiendes? ¡Cuatro pares de ojos que te acechan desde las sombras, ocho patas para saltar hacia ti, en cuanto inyecte su veneno en ti... ! — Hizo una representación creíble de estar muriendo, añadiéndole unas gesticulaciones exageradas con onomatopeyas hilarantes, cada cual más estridente que la anterior hasta quedarse completamente tieso. 

— Te dije que... esas bolitas blancas eran huevos de arañas. 

— ¿¡QUÉ!? — Se puso más pálido todavía. — ¿¡CUÁNDO ME DIJISTE ESO!?

— El primer día que estuve aquí. — Suspiré poniendo las manos en la cintura. Hizo un gran esfuerzo por recordar en vano.

— ¡No me acuerdo! — No era que no lo recordaba, Lavi tenía una memoria excelente, simplemente no me escuchó, demasiado ocupado en buscar su ropa mientras se paseaba desnudo delante de mí. Fue una excelente recibimiento ahora que lo rememoro...

— Vale, que no cunda el pánico ¿dónde está la araña?

— ¡ESTÁ AHÍ! — Señaló un hueco entre sus cosas, entrecerré los ojos intentando captar algo en el espacio vacío cuando Lavi volvió a gritar. — ¡YA NO ESTÁ! — Pronto, Lavi se teletransportó a mi lado solo para zarandearme. — ¡SE ACABÓ MOYASHI, VAMOS A MORIR! ¡Quiero decirte que siento tanto haber sido tan malo desde el principio, nunca encontraré una amistad tan bonita como la tuya...! — Y mientras seguía diciendo cosas sin sentido, me quedé atento mirando el entorno, simplemente removí el libro encontrando al indefenso insecto huyendo de los gritos de Lavi, de un rápido movimiento la aplasté con el mismo libro y luego levanté el cadáver para que pudiera verlo.

— ¿Ves? Ya está.

— ¿¡Cómo pudiste matarla con mi libro de Historia!? — Me dijo con voz de reproche, dando un respingo hacia atrás sin querer mirar directamente la araña aplastada con todas sus patas cruzadas. Suspiré divertido.

— Por si no lo sabías, todos tus libros son un criadero de arañas. — No tenía respuesta, me miró buscando la broma, obviamente no la encontró, se le veía tan perturbado por ese hecho que hasta me dio algo de pena, y quise reconfortarlo dándole un apretón de hombro, pero como realmente no se lo merecía, solo me tumbé contra el borde de la cama, admirando todo lo que habíamos logrado quitar y limpiar. Quedaba demasiado por hacer... definitivamente no lograríamos hacerlo todo para hoy. — Vale, tomemos un descanso... Por favor Lavi, deja de buscar picaduras asquerosas.

Me enseñó su móvil con una rápido búsqueda de google un montón de imágenes de arañas y picaduras mortales.

— ¡Ves Moyashi cómo tengo razón, esto es lo que podría pasarte a ti o a mí! Menos mal que estamos vivos de milagro.

— ¿Y qué propones, que quememos todos tus libros?

— ¡Claro que no! ¡Cómo puedes ser tan insensible, Moyashi!

— Es Allen. — Tengo que admitirlo, pero en el fondo lo estaba disfrutando, y no me refería al espectáculo de oir a Lavi chillar como una niña sino a todo en su conjunto, aunque era muy agotador... era agradable pasar tiempo con Lavi, porque me sentía que podía ser yo mismo, y no tenía que andar ocultándome con referencia a mi homosexualidad. Si no me apetecía sonreír no lo hacía, y si una noche tenía pesadillas, Lavi estaba ahí para reconfortarme.

Apoyé la cabeza contra el colchón descansando, cuando se me da por abrir los ojos veo en la ventana la cara de Alma pegada contra el cristal, de tal manera que sus mofletes y su nariz quedaban deformados por el aplastamiento, tal y como haría un perrito que te pide con los ojo entrar... solo que sin la parte adorable.

— ¡Ah! — Exclamé con un gran respingo.

— Allen, abre la ventana. — Apenas se escuchó su voz del otro lado del vidrio, fui corriendo y entró como si nada, y yo que creía que estábamos en un segundo piso.

— ¿Qué hacia allí afuera? — Olvidé por completo mi preocupación por el riego de que se rompiera una pierna, cuando levantó una cajita bastante grande del Mc Donalds.

— ¡Traigo la merienda!

— ¡Comida! — Se me hizo la boca agua a la par que me brillaban los ojos. Alma pasó por encima de la ventana y se acurrucó junto a nosotros, al parecer había conseguido un montón de ofertas del Mc Donalds.

— Escuché mucho ruido desde de afuera ¿qué es lo estáis haciendo? — Habló distrito mientras mientras luchaba con los dientes por abrir un sobresito de mayonesa por la parte "abre fácil"

— Vamos a quedar los libros de Lavi ¿te apuntas?

— Eh. — Exclamó Lavi molesta. — Nadie va a quemar ningún libro.

— ¡En serio Allen, vas ha quemar los libros de Lavi! — Hablo dirigiéndose hacia mi todo emocionado, ignorando el careto de Lavi.

— Por supuesto, ya que convivimos gratis el mismo con las arañas, y podríamos morir si no pica una ¿verdad Lavi? — Alcé una ceja en dirección al desastre, utilizando sus temerosos argumentos en su contra

— No, yo... — Balbuceó con el rostro contrariado.

— Arañas. — Dijo Alma esparciendo la mayonesa sobre sus patatas. — Una vez me comí una araña, fue muy divertido.

Puse cara de espanto por primera vez toda la conversación, no quería saber qué parte de eso era verdad o mentira, ni entrar en ningún tipo de detalle, preferí seguir engullendo mir03; segunda hamburguesa. Lavi me apoyó añadiendo — Vamos ha hacer de cuenta que no escuchamos eso último. — Mientras apartaba la lechuga y el pepinillo, quedándose solo con el queso y la carne. Me quedé observando aquello con aire distraído, eso era un desperdicio total de comida pensé.

— Siempre me pregunté — Exclamó Alma. —Si siempre alardeas de tener memoria fotográfica ¿por qué almacenas tanto libros? — Aquello se fijó como una muy buena pregunta, atrapados por la incógnita miramos de forma atenta a Lavi a la vera de una respuesta, pero solo recibimos un movimiento de ojos en blanco tratándonos como tontos por preguntar.

— Nunca podrías entenderlo chicos, vosotros no tocarías un libro ni con un palo.  Se encogió de hombros como si fuera lo más normal del mundo.

—  No te pases. 

— Se trata de romanticismo, y no me estoy refiriendo a esa bazofia que te vende Hollywood en formato de películas pre-adolescente o cualquier fantasía similar, estoy hablando de ese romanticismo de ir a la tienda y comparar con tu dinero cualquier ejemplar, oler la tinta impresa entre las páginas, sentir su peso, poder llevar el libro a cualquier lugar para que sea tu acompañante, perder constantemente el señalador que te regalan para acabar usando un trozo de papel higiénico, saber que... ante cualquier agobio, puedes perderte entre la lectura, aprender del saber que deja cada novela histórica...  Aun si había empezando a explicar con aire sofisticado, poco a poco, fue sintiendo aquello mismo que decía con el alma, yéndose por las ramas. Me había quedado tan absorto en su peculiar forma de ver las cosas que no me di cuenta que a mi lado Alma se había quedado dormido hasta que Lavi le pegó con el puño el cabeza. De no haber roncado probablemente Lavi hubiera seguido hablando de aquí a la eternidad.

— Joder Lavi es que mira si te enrollas... — Se sobó molesto el golpe. — ¿Romántico tú? Pero si cada vez que te veo estas con una chica diferente, aprovechando cualquier despiste para mirarle las tetas. — Obviamente no había escuchado ni la mitad de lo que había dicho Lavi, no lo culpaba por eso... además, siempre conseguía dar en alguna verdad peliaguda de las personas. Sería el talento innato de Alma además de echarle a todo mayonesa.

— ¿Cómo? ¡Me ofendes! — Puso la mano sobre su pecho de forma exagerada, como si le doliera el corazón. — Además, eso no tiene nada que ver, claro que puedo ser romántico ¿verdad que sí, Allen?

Fue el momento perfecto para atragantarme con mi comida, me había mantenido ajeno a la conversación con éxito hasta ahora.

— ¿Qué yo qué?

— Tú sabes que yo puedo ser un hombre muy romántico.

— ¿Por qué yo tendría que saber eso?

— No me hagas de verdad decirlo. — Comenzó a enumerar con los dedos. — Soy atractivo, ideal, comprensivo, soñador, divertido... — Solamente se dedicó a resaltar sus dudosas cualidades, no entiendo cómo con ese falso comportamiento narcisista podía enamorar a las chicas... Como era de suponer, Alma se encogió de hombros levantando las manos con una sonrisa, compadeciéndome de mí.

— ¿De quién está hablando? no conozco a nadie así aquí. — Continuaron bromeando/peleando hasta para mi desgracia, ese mismo libro que rebajaba el cuerpo de un muchacho cualquiera a un simple objeto sexual llamó la atención también de Alma, cayendo en la terrible trampa del bochorno. Simplemente entre todo los posibles libros tomó ese con curiosidad y preguntó como cualquier persona inocente.

— ¿No lo ves Alma? Es un libro g- — A toda velocidad, y con tal de salvar lo poco de integridad que me quedaba le tapé la boca a Lavi, después rei un poco nervioso, en cambio lo ojos de Alma se agrandaron aun más en curiosidad, creando todo el efecto contrario al que quería, y con razón.

— ¿Qué ocurre?

— No nada, solo es un libro raro más del montón. — Mandé una mirada desaprobatoria a Lavi, que decía entre líneas "Lo-prometiste"

— Sí, no es nada... solo es una cosa entre el Moyashi y yo ¿verdad?. — Me miró con una sonrisa pícara, fingiendo ser confidencial. Revelar aquello no ayudó en nada a que pasara desapercibido.

— ¿Pero qué pasa? ¿Qué, qué, qué? Oh, por favor dime Allen.  No se bastó con picar en ello una y otra vez, pasó el brazo rodeándome el cuello, mientras con el puño comenzó a taladrar mi cabeza mientras transcurrían los "Oh, por favor, dime Allen, soy una tumba ¡lo juro!"

Al fin me dejó ir después de un buen rato, la verdad duda porque hubiese mostrado signos de ahorcamiento. Se sentó con la piernas cruzadas, apoyando los mofletes inflados sobre los puños, mantuvo esa postura desplegando un aire de enfado a cinco kilómetros a la redonda. — ¡No es justo, vosotros últimamente siempre estáis igual!

— ¿Igual, cómo? — Preguntó Lavi.

— Ya sabes, cómo... — Buscó una palabras mirando sus manos. — Con secretitos, todo el tiempo.

¿Esa imagen estábamos dando? Desde luego era culpa todo de Lavi... puse cara de fingido sufrimiento. Sonaba muy extraño cuando Alma lo decía así. Lo siguiente no sé si fue mi imaginación, noté a Lavi removerse sobre el sitio algo incómodo, luego se levanto como si tal cosa resaltando sobre todo lo demás. — Estoy cansado y sudoroso. Me voy dar una duchita... y a dormir.

Cuando dijo eso, en seguida me imaginé a Lavi bajo la regadera, con sus manos enterradas en un perfecta bola de pelo afro hecho de espuma y un rostro de reconfort que muchas veces había tenido la oportunidad de ver porque... sí, Lavi tiene la magnífica habilidad de coincidir los turnos de baños conmigo y molestarme ya sea de paso, también lo hacía con el idiota de Kanda, de verdad... ese chico carece de verguenza ajena. A ver... a veces era divertido, no puedo negarlo. Tragué saliva agitando la cabeza, para suprimir la imagen involuntaria que cada vez me resultara más aterradoramente erótica, e intenta centrar mis pensamiento más en lo que iba a cenar aquella noche. Realmente... estaba en más de un modo hambriento. 

Por si fuera poco, cuando él pasó por mi lado dio unas palmaditas sobre mi cabeza, haciendo de mi caos mental una batalla perdida. 

 Se excusó para desaparecer bajo la ducha, alegando que comer le había dado sueño. Se comportó bastante bien ayudándome a limpiar durante toda la tarde, por eso me pareció justo dejarlo libre mientras yo continuaba con la ardua tarea de trasladar las cajas de libros a donde una vez seguramente pertenecieron: la biblioteca, porque la verdad no hallaba otra explicación, y con lo vago que es Lavi no me lo imaginaba trayéndolos desde su casa.

Menos mal que tenía a Alma a mi lado, dispuesto a echarme una mano sin tener que resoplar cada dos por tres. En un principio me tenté a denegar su amable ayuda, no quería que él terminara haciendo todo el trabajo en lugar del tonto que tengo por compañero de cuarto... en cambio, miré mis manos, con restos adheridos de polvo, producto de limpieza y algunas rozaduras que comenzaban a abrirse cada vez más profundas de tanto mover pesadas cajas de aquí para allá, luego contemplé todo lo que aun faltaba por hacer y de repente la ayudara que se presentó de forma tentadora ahora era más bien una necesidad si quería salir vivo el día de hoy.

Alma soltó un grito de guerra solo para levantar una gran pila de libros y se detuvo. —¡Un momento! Hoy es domingo, y la biblioteca está cerrada... ¿Dónde se supone que está dejando todas estas cosas?  Le mostré una particular llave gris la cual extraje del bolsillo trasero. — ¿Como has conseguido eso? —Preguntó sorprendido de nuestra táctica secreta.

También tomé otra caja con libros quedando los dos igualados. — Digamos que... — De tan solo pensarlo me cansaba, arrastrando las palabras al igual que los pies mientras salíamos de los dormitorios. — Lavi solía llevarse "demasiado" bien con una de las bibliotecarias. Hace bastante tiempo que consiguió una copia exclusiva... eso es todo. — No se trataba de una anécdota difícil de creer, así mismo era innecesario entrar en detalles como cuando Lavi me lo reveló

— ¿Han estado llevando cajas desde los dormitorios hasta el instituto, todo el día? — Eran nada más ni menos que quince minutos andando, con unas libros que pesaban una tonelada... Me di cuenta de lo grave que era el asunto cuando Alma lo subrayó,

— Más o menos... — Torcí el labio, con ganas de morder fuertemente a Lavi por hacerme todo esto. No quedaba otra, no podíamos simplemente dejar todas sus ex cosas amontonadas en el pasillo como si se tratara de un vertedero, y menos si Lavi no veía lo malo en ello, cuando se lo comenté a Alma él tampoco lo vio mal, fue el momento justo de preguntarse si yo estaba mal o qué.

— ¡Uaaaah! ¡Eres incréible Allen!

— ¿Por qué?

— ¡Por todo! Nadie ha llegado tan lejos como para alejar todos sus preciados libros lejos de él.

— Exageras. — Dije sin tomarle realmente importancia, por el contrario Alma continuó insistiendo.

— ¡Hablo en serio! No lo dije antes pero... creo que tienes algo especial tratando con todos, en especial con Lavi. — Lo miré sin entender bien cual era el origen de tanta cautividad de su parte, entendía que Alma tomara cada pequeña cosa con mucho empeño y energía, pero esta vez realmente estaba exagerando. — Es como algo mágico... — Suspiró. — ¿No lo crees, no crees que pueda ser así?

Buscó mi apoyo a costa de lo que sea, todo emocionado, solo podía arquear una ceja meditando que era lo más corrector decir sin sonar incompetente. No quería estropear la emotividad de Alma, al fin y al cabo ¿eso era bueno, o malo?

— No te entiendo. — Afirmé al final, rindiéndose a la idea de poder seguirle el hilo. — Solo es una casualidad, cualquiera podría haber hecho lo mismo, supongo.

— ¡Es mucho más que eso, Allen! Simplemente haber obtenido ese cariño que Lavi te tiene, en tan poco tiempo... después de lo mal que os llevabais al principio ¿No te parece algo increíble?

"Cariño"

Sentí un calambre en la garganta.

Todo el camino se hizo eterno. El crepúsculo comenzó a levantar más fresco en el aire, y la humedad se pegaba a la ropas, no ayudaban a sentirme menos incómodo con aquella extraña conversación, no entendía a donde quería llegar a parar. Cuando vi las grandes rejas de Black Order bordear todo el edificio me sentí un poco más aliviado. Ya estaba anocheciendo.

La biblioteca en realidad se dividía en dos partes partes independientes, la primera era la sala de estudia la cual consistía en su mayor parte en mesas donde poder trabajar, con su correspondiente parte de recepción y mano los libros más solicitados tales como lecturas obligatorias, bibliográficas, diccionarios y una gran variedad de novedades literarias juveniles adolescentes. Ahí era donde verdaderamente se almacenaban todos los libros, me sorprendió bastante conocer eres dato el cual desconocía, puesto que normalmente yo iba siempre a la otra y me parecía que estaba bien. Es decir, entre las mesa y mesa había una gran estantería con libros proporcionando un fácil acceso a los estudiantes y una intimidad a la hora de hacer los deberes, era un beso en lugar y me pareció excesivo conocer la existencia de otra sala.

Al entrar por primera vez, me sentí pequeño ante la inmensidad de aquello y no habla en sí del espacio puesto que es ese lugar no entraban ni la mitad de mesas que se encontraban en la sala de abajo, más bien, ni siquiera era lugar apto para que se llene hasta lo topes de alumnos cada vez que una fecha de examen se acercaba o había que construir alguna maqueta para un trabajo biología.

No, era algo muy diferente, se trataba de una sala más bien circular, todo las paredes en realidad eran estantería y estantería, de hecho, no había ningún espacio sin aprovechar, era imposible pegar allí cartulinas que advertían sobre drogadicciones o algún tema similar, simplemente no entraba con clima, era la puerta a otro mundo,a otra época. habían incluso unas escaleras de madera antigua que conducían otro piso, con acceso a las estanterías más altas que a sus en vez pendían de escaleras de pie, ligadas al propio mueble, que se desplazaban de un lado a otro. No había ningún lugar inaccesible ni una excusa para no tomar aquellos libros.
Es realmente difícil de explicar, es increíble que después de todo un día de saturación donde solo me había dedicado a clasificar libros viejos, ver más podían llegar a conmoverme. Solo había una ventana, pero esta era alta, como las del comedor, y la luz que se colaba a través del cristal reflejaba las motas de polvo, se sentía tan acogedor

Esa lugar existió todo ese tiempo sin que yo lo supiera, era una antigüedad con un valor histórico.

Supongo que mis expresión facial y corporal fuero mucho más expresivas de lo que quise, de la misma manera que lo fue la satisfacción de Lavi cuando encajó la llave que siempre pendía misteriosa de su cuello a la puerta a ese otro mundo. — Increíble ¿verdad? — Susurró, como si aun no quisiera romper esa pequeña magia del silencio, la partículas de polvo revoloteando y brillando.

Plasmé esa sensación de inmersión junto a Lavi, aferrando con más fuerzas el borde desgastado de las cajas de cartón que habíamos pedido en el supermercado solo para aquella misión la cual resultó ser aun más revolvedora, y menos tediosa de lo que creí en un principio. Volteé la cabeza para verlo, él también lo hacía a su vez durante poco menos de un minuto, una pequeña eternidad la cual rompió soltando las cosas sobre el suelo, indicando despachar todo allí mismo y que el luego él se encargaría de reponer cada libro en su correspondiente estantería, clasificado por orden alfabético.

En el centro de la habitación, había un par de sofás, tapizados con una tela de lineas negras y blancas verticales junto a una mesa ratonera donde pude imaginar a la perfección a Lavi echado allí, con la nariz clavado bajo una lectura placentera. Es más, me atrevo a decir que todo parecía estar hecho a medida para su recatada personalidad, era el escenario perfecto. Dejé la caja sobre una mesa de madera que estaba allí puesta de forma aleatoria, como todo los objetos kitsch que constituían el resto de biblioteca.

El comentario simplemente emanó sin medir de mis labios. —¿No te hubiera gustado que esta fuera tu habitación?  Entrecerré los ojos sonriendo con sorna. — La-vi, Bo-o-k-man... — Paladeé cada sílaba, moví los dedos tocando teclas invisible en el aire, representando cada sonido diferente. — ¿Ves? Hasta tu propio nombre lo indica. No debe ser una simple casual ¡jeje! — De igual forma, esperé de su parte otro tipo de contestación graciosa y provocadora, e su lugar se mantuvo un buen rato meditando, con un aire de nostalgia impregnado en cada gesto, y luego me devolvió la mirada con profundidad.

 ¿Tú... crees? — Habló de forma torpe, tan bajito... solo yo quien estaba a unos pasos de él hubiera sido el único en poder oírlo.Había un brillo apenas perceptible, soñador, en su ojo, en sus palabras se denotaba una efímera inocencia.

— ¡S-sí! — Esa intimidad que se formó entre amos me puso un poco nervioso, era mucho más extraño que el mismo hecho de dormir el uno a lado de otro, e intenté arreglarlo, pero cada palabra o expresión me sabía atrozmente rara. — Quiero decir, te pega... ¡tú ya me entiendes!

Por suerte, hacía rato que no me mantenía la mirada, pasaba una hoja tras otra de un libro abierto, con el brazo apoyado en sus piernas cruzadas, y el rostro contra su palma abierta. Respondió con un sonido gutural, y luego se removió otra vez incómodo. — Pero entonces tú no... — Su voz se perdió en el aire.

— ¿Qué?

— No, nada... — Con tranquilidad formó una tenue sonrisa entre sus labios.

Me dio la sensación de haber estado unos segundos ante un verdadero Lavi, uno muy difícil de conocer al cual tampoco resultaba fácil de comprender. Eso lo tenía claro hasta el momento... Mi cerebro me traicionó trayendo al presente un recuerdo que solo quería enterrar para siempre en el lado vergonzoso de mi vida, aquella vez bajo las sábanas, cuando Lavi lo comparó con las paredes de mi corazón y solo él había logrado atravesarlas... ¿quizás aquello era algo parecido?

Estaba ahí, parado en lugar y el momento exacto dentro de aquel enigmático universo que conformaba las estrellas de cada constelación, solo para poder tocar con mis manos de forma tangible el corazón de Lavi.

Y ahora que Alma me dice todo esto... pude considerarlo con aun más claridad. ¿No sería cada libro, un pequeño fragmento de su corazón? ¿Significaba que yo lo estaba desfragmentando aun más, separándolo lejos de él?

— ¡Ahhhh! ¡Que miedo da el colegio de noche! — Exclamó de forma repentinamente Alma sacándome de mis pensamientos. — Oye Allen ¿No te parece emocionante? ¿y si llegamos a ver al fantasma? — Se me erizaron los cabellos de la nuca, mi cara lo decía todo. — ¡¡Nunca has oído hablar el fantasma de Matel!! No mereces ser llamado alumno de Black Order.

Se trataba de un edificio de reliquia antigüedad, construido casi a finales del S XVIII el cual alberga muchas viejas historias entre sus paredes, ahora mismo no me extrañaría que tuviera una leyenda de aquel estilo fantasmagórico completamente absurda e irrisoria. Pero cuando la luz escaseaba en un lugar ahora mismo desolado de la misma masa de alumnos que acompañaba durante de la mañana, cualquier mínimo movimiento o ruido causaba sugestión. — La gente habla... de una ex Alumna de hermosos cabellos rubios que murió de manera misteriosa, se pasea por los pasillos, sollozando. — Alma tenía manera de relator, él sabía cuando hacer una pausa misteriosa, cuando hablar más bajo y profundo para darle credibilidad a su relato... o al menos eso fue lo que me pareció, mientras narraba iba unos cuantos pasos adelante de mi, subiendo las escaleras con una fuerza que ya carecía, sentía las piernas y los brazos tan cansados que solo quería acabar de una vez, una historia de miedo no me estaba ayudando a darme fuerzas psicológicamente ni mucho menos. — De vez en cuando, algunos asegura oírla cantar una nana, que cada vez se escucha más y más fuerte. — Se adelantó aun más, dejando la caja al filo de la escalera cuando. — Allen, si alguna vez lo escuchas, no debes de acercarte porque si no...  Guardó de repente silencio, solo me faltaba un escalón para llegar hasta donde estaba él cuando se volteó hacia mí con la iluminación de su móvil bajo su rostro,creando una expresión tenebrosa. No me inmute, me esperaba algo así, en cambio se escuchó otro grito que pertenecía a la voz de otra mujer, de eso estaba seguro. Alma retrocedió intentando alumbrar la instancia cada vez más oscura con su móvil pero el movimiento brusco y de aquella sombra la cual ogro captar lo tiró al suelo, pensé inmediatamente que aquello estaba atacando a Alma, por lo que sin pensarlo, adelanté los pocos que escalones que no separaban. Fue ahí cuando perdí pie, resbalando hacia atrás con toda la mala suerte de tener el peso de la caja en mi contra aún si la solté de inmediato cuando sentí mi espalda suspenderse en el aire, mis reflejos no fueron lo suficientemente rápidos contra la gravedad. — Ah. — Vi a Timcanpy surcar con su ágil vuelo por el techo, la última vez que lo vi esta tarde estaba con Lavi. Y ese fue el único pensamiento que acaparó toda mi mente. Me aferré con todas mis fuerzas a ese nombre.

— ¡Lavi!

sin aire durante unos segundos, y me aferré a aquel brazo que me sujetaba el vientre como pude… casi por instinto más que otra cosa. Giré sobre mi propio eje, y mis pies se quedaron en el aire, pataleé de forma torpe hasta conseguir encontrar suelo firme, fue cuando dejé caer todo el peso de mi espalda contra aquella persona, o lo que fuera que sea. En ningún momento cerré los ojos, los mantuve abierto incluso cuando los libros se precipitaron escaleras abajo, la sola idea de haber sufrido el mismo destino me dejó una sensación de escozor en la nuca… El aleteo de Timcanpy preocupado cerca de mi rostro me despertó del pequeño shock. Seguía aferrado a aquel brazo, quien abrazaba a sus vez contra su propio cuerpo.

 

Giré la cabeza encontrándome con el rostro de Lavi.

 

— Ah...h. — Se quejó entre dientes, cerrando los ojos cuando trato de remover su brazo de la barandilla de la cual se estaba sujetando para que no nos caigamos. El tirón entre sus dedos y su hombro había sido demasiado fuerte al parecer.  

 

— Lavi. — Dije alarmado, mis piernas no paraban de temblar y fue difícil que me hicieran caso como quería. Me voltee por completo hacia él, pero sin apartar su mano que aun estaba entorno a mi cintura. No podía calmarme de todo, no hasta encontrar mi mirada con la suya… cuando lo logré, me pareció atisbar un sonrojo puro en sus mejillas. Lavi me soltó guardando la respiración (la cual estaba igual de jadeante a la mía) y se dejó caer hasta acabar sentado en los escalones aún sujetándose de la barandilla.

 

Me agaché a su altura.

 

— No sé si... — Susurró recogiéndose el cabello alborotado. — no sé si esto era lo que yo quería encontrar, pero llegué ha tiempo ¿verdad?

 

— ¿Eh? — Parpadeé confuso. No sabía exactamente a que se refería ¿hablaba de la caída? De inmediato localicé todos los libros otra vez machacados contra el suelo, sintiendo algo de pena... por que lleno de bichos o no, era los libros de Lavi. — Lo siento. — Dije con tristeza, mi voz se vio tapada en seguida por Alma

 

— ¡Lavi! ¡Estas bien! — Me desplazó un poco del lugar.

 

— Je, lo estoy. — Sonrió mintiendo fatal, era obvio las ganas con las que se contenía de sostener su propio hombro, probablemente el fuerte tirón se lo había doblado. — Creo que deberían de preocuparse más por Miranda. — Señaló con el dedo hacia arriba.

¿Miranda? Parpadeé por segunda vez y me di cuenta de la identidad de la sobra. ¡Miranda!

De pronto las luces se encendieron, al fin pude reconocer a la susodicha sombra como a Miranda que sollozaba temblorosa en un rincón, probablemente el doble de asustada que todos nosotros debido a su naturaleza algo histérica. Miranda estaba segura de tener la culpa de todo. Al parecer, había acudido a este lugar al escuchar nuestras voces, antes de que se diera cuenta, estaba tan asustada de preguntar “quién andaba ahí”, o siquiera de encender las luces... que el grito que emitió Alma terminó de empeorar la situación para ella.— ¡Lo siento mucho, acabaré ahora con mi vida para no volver a molestarlos nunca más! — Gritaba mientras se subía a lo alto de una ventana.

Lavi estaba tratando de convencer a Miranda para que bajara de la ventana, veía su sonrisa algo nerviosa… y un montón de inseguridades me asaltaron. No le había dado las gracias aún… por haberme salvado de una caída mala, quizás Lavi estaba molesto de mí… aún me cuesta tanto leer entre líneas lo que planea entre manos. En cambio, cuando me vino su nombre a la mente y él se encontraba a ahí, me sentí como… si una parte de mi se completara. 

Guardé silencio en todo momento, mi cerebro no podía estar pendiente a la atención que me reclamaba Alma al hablarme, simplemente no podía despegar la mirada de la figura de Lavi y pensar… lo genial que se veía.

 

 

— ¿Allen? — Di un respingo, y volteé a ver a Alma, me pillado observando a Lavi totalmente embobado. Me preguntó con la mirada... — E... estoy bien, quizás debería ir a buscar una taza de té para miranda. — Dije señalando la escaleras, y bajé corriendo en dirección a la cocina. — ¡Ahora regreso!

Estaba huyendo… otra vez. No debería, pero no quería volver a encontrarme con la mirada de Lavi, sentía que me debilitaba a cada segundo, y mi corazón no podía bombardear el suficiente oxígeno para todo mi cuerpo.  Aún sentía… el mano sujetando mi vientre, rodeando mi cintura y la extraña sensación de protección de su parte.

Eso últimos pensamientos eran tan cursis, que grite negando con la cabeza completamente avergonzado, mientras corría por una zona oscura me pasé de largo de la cocina. Paré en seco intentantando calmarme un poco, y di media vuelta. 

La sorpresas no parecía querer acabar ahí cuando al llegar a la cocina donde se supone que no debería haber nadie, la luces también se hallaban encendidas. 

Me paré en la puerta sorprendido, mirando hacia el interior, allí no solo reconocí a la persona que estaba maniobrando en la cocina en un horario para nada público, si no también me dejé embelesar por un atractivo en invasor olor a pastel recién horneado, así que ignoré por un momento su identidad hasta que este habló. -¿Miranda, ya has vuelto? - Volteó hacia mí probablemente esperando verla a ella y se detuvo en seco al percatarse del error, parpadeó confuso.

Ya no me cabía ni una duda de que se trataba del serio y un poco detestado por muchos Jefe de Estudios, Howard Link. Nunca me lo hubiera imaginado vistiendo un delantal con volantes, haciendo pasteles, compinchado con Miranda quien tenía las llaves para las puertas y los armarios. — ¿Walker? — Me reconoció.

— Ehm... — Me atreví a hablar pero cualquier comentario por mi parte sobraba, estaba seguro... — Venía a por... ¿una taza de té? — Solté entre una pequeñas risas cuando uno sonrojo apareció sobre sus mejillas, contraponiéndose con su semblante siempre serio y correcto, pendiente siempre de que todas las normas se cumplan a raja tabla porque "ese es su trabajo", aseguraba. Seguramente no quería que algún alumno descubriera su pasatiempos con la cocina, aunque eso justificaba el porque siempre en sus despacho había algún tipo de dulce casero. 

— ¿Moyashi? Pensé que te habías perdido de camino a la cocina. — Escuché de repente por detrás. Sintiendo un pequeño tirón de la coleta que aun tenia sujeta al cabello. Cuando Lavi también entró a escena se quedó el el doble de sorprendido, sus gesticulaciones fueron aun más exageradas. — Joder... 

 

-No-puedo-dormir-

 

— Eso fue muy cómico. — Dijo contento con su descubrimiento.

— No creo que debas decirle ahora a todo el mundo que Link cocina pasteles. 

— Ok, se ve menos intimidante pero... ¿En serio me vez capaz de algo así? — Ya íbamos de regreso hacia donde habíamos dejado a Alma y Miranda esperando. Respecto a Link, él no dijo nada más, nos ofreció un poco del pastel de calabaza que estaba haciendo, el cual estaba delicioso, y nos ayudó a preparar el té indicándonos dónde encontrar las cosas, podría habernos regañado y devuelto de regreso a los dormitorios asegurándonos algún tipo de sanción pero la situación comprometida iba en su contra. En su lugar, Lavi no dejaba de pasear sus sonrisa de triunfo, probablemente sometería a Link después a algún tipo de interrogatorio molesto para saciar su curiosidad, así era él. Lo sé porque lo mismo había estado haciendo conmigo. ¿Cómo hacía para dar en los puntos delicados de las personas?

 

 

— Bueno... no te vez como alguien que se tome muy en serio la cosas. — Suspiré, estaba cansado.

— ¿En serio Allen...? — Se detuvo, y me miró. No estaba realmente ofendido. — Pero yo no le he dicho a nadie que eres gay, y créeme, eso sí que sería muy divertido.

— ¡Para ya, Lavi...! — Dije algo cohibido. Luego me retracté. — Esta bien... lo siento, eso sonó mal de mi parte pero... — Balbuceé. — No es justo que siempre esté insinuándolo, es...

— ¿Incómodo?

— Ah... sí... —  Hablé en voz demasiado baja. Más que incómodo era intimidante, eso quise añadir. Todo lo que pensaba de él, era incapaz de decírselo a la cara de forma correcta... porque sabía que en el fondo no lo hacía con mala intensión. Eso comenzaba a comprenderlo poco a poco.  Más aun, en ese momento recordaba la palabra "cariño" que había utilizado Alma, me desconcertaba más que nunca. Ya no  sabía realmente donde estaba el problema ¿era yo, o era Lavi? Estaba compartiendo algo de mí que me incomodaba, me preocupaba y me ponía ansioso, todo esos sentires solo tenía sentido dentro de mi propio mundo, en la cabida de mi propia existencia. 

Por eso mismo, que Lavi me mire y piense que lo "sabe todo" lo hace parecer como si no nada de esto significara en realidad nada. Ya es suficiente conmigo mismo intentarlo calmarlo, intentar que no parezca gran cosa... disfrazarlo de tranquilidad y sonrisas para que Lavi venga y lo derrumbe todo abajo...

Miro al cielo y me doy cuenta... de lo pequeño que soy. 

¡Es mi culpa!

No debería afectarme el que Lavi esté aquí, diga esto o aquello... por el contrario me importa, me importa demasiado todo lo que diga y haga Lavi... no es su culpa, por ser él así de burlón y despreocupado... es la mía.

— ¿Allen, estás enfadado? — Lavi desde mi lado inclinó su cabeza, lo suficiente para poder ascender a mi mirada. No sé que clase de rostro infantil refunfuñado estaba haciendo, pero era lo suficiente para que Lavi exclamara. — Oh, lo estás.

Sí, lo estoy. Estoy ilógicamente enfadado. 

— Eres malo. — Mi voz tembló un poco al decir aquello, me di cuenta que aunque era egoísta, me sentía mejor al hacerlo. — ¡Sí, eres muy, muy malo Lavi!

— ¿Pero porqué? — Parpadeó extrañado. — ¿Qué he hecho ahora? — Su voz sonaba ridículamente aguda y mierda, ahora mismo solo quería besar esa boca estúpida. Di unos cuantos pasos decisivos, algo amenazantes sin dejar de mirarlo con seriedad, lo suficientemente intimidante para confundirlo. Dio unos cuantos pasos atrás, aproximándose a la ventana abierta por la cual se colaba una brisa nocturna y se colaba con gracia entre sus cabellos desordenados. Estando tan cerca, la diferencia de altura era demasiado evidente.

— Porque siempre estás provocando a todo el mundo. — Soltó una risa cargada de nerviosismo con mi voz amenazante.

— ¿De verdad? — No le contesté, era difícil observar que tipo de expresión estaba haciendo su rostro, la luz de la luna recortaba su silueta en una sombra cada vez profunda, tenía que acostumbrar mis ojos a la oscuridad, era bueno en eso en realidad... 

— ¿Por qué...? — Fruncí apenado las cejas. — ¿Por qué intentas ponerme a prueba a cada rato?

— Ahmmm no lo sé, no estoy muy seguro de si eso es cierto... Moyashi. — Habló aun así despreocupado.

— ¡Lo haces! — Cerré los ojos y bajé un poco la cabeza golpeándola ligeramente contra su pecho, ya me daba igual...

Nos quedamos en silencio un buen rato, escuchaba su respiración muy cerca de mí, sin hacer ni un solo movimiento.

— Es porque... siempre te ves tan inseguro.  Aquello que dijo me sorprendió. A falta de una respuesta Lavi también dudó.  — No debería haber dicho eso... ¿creo?

— ¡No digas tonterías! — Aferré mi manos a su ropa, me gustaba demasiado estar así, si a Lavi realmente no le importaba yo... Solo será una vez. Solo una, y no lo haré más. Sonreí triste. — Aunque desvíe la mirada... estás ahí, en todo momento. Cuando me caí por las escaleras... de repente, joder, no sé que es lo que me asustó más, si el resbalón o de repente que estuvieras ahí, sujetándome por la espalda... ¿no se supone que deberías durmiendo?

Sola una vez... me aprovecharé de que Lavi siempre esta, con su retaguardia bajada.  

Suspiró. — Bueno, eso intenté, te lo juro... pero al final, va ha ser cierto eso de que no puedo dormir sin ti.

Me quedé descolocado, analicé palabra por palabra lo que había dicho para quedar aun más confuso. — Entonces... ya no quiero volver a dormir contigo. — Dije con un puchero. 

De repente, me tomó por la cintura tomándome  en volantas para cambiar postura y sentarme en el pequeño marco de la ventana. Lo sabía, sus manos son tan fuertes.

— Bien, si insistes.... te confesaré una cosa. — Parpadeé, poniendo ambas manos en su muñecas en un acto inconsciente no de apartarlas, más bien reteniéndolas... no lo sé. El sonrió — ¿Sabes Allen? Me puse un poco receloso.  No quería imaginar que Alma y tú estuvierais solos en la biblioteca, simplemente se me hizo completamente inadmisible... sin darme, cuenta, ya había corrido hasta colegio para impedirlo ¿no es estúpido? — Se estaba riendo de sí mismo. Vi de forma clara su rostro, el brillo en su mirada, lo perfecto eran sus labios cuando se curvaban hacia arriba, con un poco de rubor en sus mejillas.

— Por... ¿Por qué?  Pregunté en tono inocente. Aunque en el fondo sabía exactamente a lo que se estaba refiriendo.

—No lo sé, solo...  Desvió un poco la mirada, intentando encontrarle a su vez también la lógica. — Me sentí tan bien cuando estábamos ahí, lo dos solos...  que solo sucedió así. Bien, ahora sí, puedes reírte de mi todo lo que quieras.

— ¿Eh?

— Estamos a mano ¿no? 

Lo abracé ocultando mi rostro en su hombro, sorprendiéndolo un poco. Fue otro impulso más entre muchos otros, los cuales me asaltaban cada vez con más frecuencia en presencia de Lavi. Esta vez simplemente me dejé llevar. Lavi creía que su declaración era cuanto menos ridículo, mientras yo pensaba todo lo contrario… con ese abrazo necesitaba demostrarle eso, que pasara lo que pasara, yo nunca que me burlaría de él. El hecho de poder abrirse a lo demás para alguien a quien no está acostumbrado debe de ser una experiencia muy desalentadora.

Había una ligera descarga eléctrica en la punta de mis dedos, no desaparecía... enterraba mis manos en su espalda, intentando calmarlo. Una vez más, Lavi tampoco hizo nada por alejarme. — Oh, vaya... ¿me estás intentando consolar, de alguna forma?

— Puede ser. — Noté contenida felicidad en mi voz, estaba sonriendo. Me gustaría decirle que estaba bien, no tenía porqué avergonzarse de sentirse un poco celoso de Alma... Esas palabras viniendo de mi serían una vil mentira, pues yo sería el primero en avergonzarme, seguramente porque yo las diría con una idea más romantica. La sonrisa de Lavi en la biblioteca y el polvo brillante flotando por todas partes también era una imagen que quería guardarla en mis preciados recuerdos.

"Suéltalo" Me decía una vocesita. "Suelta a Lavi, estás volviéndote adicto a su idiotez y su dulzura"

Me estoy enamorando lentamente… de esta faceta suya.

— ¡Aahh! — Lavi me apartó tan pronto como clavé los dietes en su cuello. Se llevó la mano impresionado a la zona, tocando con la yema de los dedos la superficie marcada. — ¡Estas loco! ¿Por qué me has mordido ahora? ¿Acaso eres un vampiro?

— Exacto. — Sonreí malévolo. — Soy un vampiro, así que ahora también te convertirás en uno. 

— ¡Qué miedo! 

 

 

Al final, Lavi comenzó a reirse a carcajadas, mientras apoyaba la frente contra mi hombro, de una manera muy similar a como yo había hecho antes, sin contenerse ni un poco. 

— No importa cuan grande sea la biblioteca del mundo, nunca cambiaría la habitación que ahora comparto contigo.  Ahora sí, la imagen era nítida, pude percibir algo de rubor en sus mejillas, quizás era rastros de haber reído tan fuerte... pero ya no estaba tan seguro cuando noté que levemente se arrepintió de haber dicho aquello. No supe que contestarle... simplemente estaba sorprendido, sabía tan dulce como el pastel de calabaza de Link que aun sentí en mi paladar, e intenté no darle importancia de más centrando mi atención en el cielo.

Con aquellas palabras desaparecieron todas mis anteriores dudas... si es que quedaban. Pensar en él  ya no era tan problemático como lo establecía en un principio, simplemente... él era así, y era genial tal y como era. Cualquier defecto lo hacía ver adorable, y cualquier acción incoherente suya podía tener un significado más profundo, era una clase de valor al cual no podía simplemente calcular. Estaba cada vez más convencido que la comunicación con él era algo que escapaba de este mundo, solo tenía que dejarme llevar... como con cualquier broma sIn gracia que solía hacer Mana. Ahora mismo había una extraño vínculo, entre los dos... donde sobraban las palabras.

En el fondo, estábamos hechos de la misma materia estelar. 

Ya no importaba quien había llegado antes, si yo hacia Lavi, o Lavi hacia mí, peros una vez me acostumbre a esa invasión, solo le hice un espacio para poder los dos contemplar el cielo sin ninguna preocupación.   

.

.

.

 

Para mí, fue la noche más larga... donde los dos,éramos como polvo de estrellas.

 

 

Notas finales:

Hola! Sí, este fic no está abandonado, solo que... las circustancias me impidieron bastante contniuarlo, por otro lado ha salido exageradamente largo, muchisimas más palabras que el primer capítulo... nunca pensé que lograría volver a superar esa cifra dentro de este fic, y por alguna extraña razón me tardé también siglos en tan solo corregirlo... en fin. Por fin vio la luz.

 

Sobre el capítulo, bien, nada de estlo tenía planeado, simplemente estaría perfecto para que ya los dos se revuelquen por el suelo y no sabeis como me estoy intentando controlar. Ni si quiera mi intención para este fic era que tuviese un tono tan... dulce. Alma no deja de colarse aquí y allá sin que me de cuenta, espero que no les moleste que salga tan seguido, he leído poco fic donde aparezca así que creo que vale la pena.

 

En fin, espero que les haya gustado, sin son personas caritativas pueden dejar un review se agradece... por el contrario, si hay algo que ves mal y te explota la cabeza de tan solo pensarlo también puede decirlo, no muerdo :3

 

Bye!


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