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Locura por mi todo por 1827kratSN

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Kyoya miraba a los omegas restantes de ese grupo, ignoró las miradas de reproche y exigió silencio mientras él recibía el informe dado por Mukuro, Chrome y Kusakabe. Suspiró pesadamente porque no pensó que esos viejos tomaran esa medida tan absurda, aunque también tenía la sospecha de la identidad de la persona que organizó todo eso.

Habían perdido al pelirrojo de nombre Irie Shoichi bajo autoría de Byakuran, tres heridos por el mismo alfa, omegas magullados física o emocionalmente, un caos originado por la acción errada de alguien. Una mierda. Así que las cosas estaban ya en un punto grave y Kyoya debía tomar medidas para liberarse del peso que dictaba el daño a esos omegas usando cualquier método.

 

—Intentaré resolverlo —no se le ocurrió qué más decir para que esos herbívoros lo dejasen en paz

—No creo que puedas, ave-kun —una burla mal intencionada que empeoraba el ambiente, era su especialidad

—Pensó en abandonarnos, ¿verdad? —Tsuna miró al alfa azabache con reproche, desdén, odio, asco, de todo un poco— ¡¿Por qué?!

—Te lo dije… — ni siquiera lo miró de frente, sólo rodó su mirada hasta que la posó en una pared sin nada especial—, si no veía que valía la pena me iría, así de fácil

—Desgraciado —apretaba los dientes, los puños, incluso Takeshi tuvo que detener al castaño para que no empeorara las cosas—. ¡Es igual a todos los demás!

—Entonces sabrás que tengo la autoridad suficiente para parar con su cacería —Hibari gruñó porque no estaba de humor para aguantarse berrinches de un niño que no sabe nada de esa vida—, así que cállate y lleva a tus amigos a casa

—¡¿Cómo carajos podremos saber si estamos a salvo?! —Squalo pateó una silla y fue el turno de I-pin para parar la agresividad de su amigo

—Squalo, por favor—lo sujetó por la cintura e intentó detenerlo

—¡Hable! —exigió Tsuna

—No lo están kufufu… piensen en eso y nunca salgan solos de nuevo —Mukuro ni se inmutaba, le parecía divertido todo eso, al menos lo tomaba como un distractor de los recuerdos que Byakuran revivió en él

—Nosotros seremos sus escoltas —ofreció Kusakabe. Silencio extendido, murmullos que parecían protestas y al final, tras recibir un asentimiento de Kyoya, el beta salió de esa habitación junto con los omegas dejando solos a los alfas

—Hibari-sama… ¿cómo resolverá esto? —Chrome se había mantenido a raya, escuchando, analizando, tratando de pensar en cómo ayudar en esa situación, pero nada se le había ocurrido

—No me digas que… —Mukuro apretó los labios evitando sonreír cuando el silencio de Kyoya le dio la respuesta—. ¡No puedo creer que al fin te rindas!

—No lo haré… pero quiero oír sus exigencias —Hibari miró con odio ese celular que estaba posado sobre una mesa y después hizo una mueca de disgusto total al leer el contacto de su padre. Si alguien podía ayudarlo en esa estupidez, sería ese viejo

 

Una llamada corta, un pedido y una respuesta. Kyoya colgó tras escuchar la exigencia de su padre, misma que jamás aceptaría. Era entonces que su futuro estuvo dictado: se tendría que quedar a defender a cuanto omega estuviera involucrado en el enredo, o al menos intentarlo porque sabía que eso no acabaría jamás.

Los alfas buscaban omegas siempre, sea en su primer celo o a cualquier edad, defendían su estatus y peleaban por ser el mejor. Era una lucha por popularidad y reconocimiento general. Eso era una guerra por dominio y ahora era Kyoya quien fue tomado como el peón más fuerte al que deberían derrotar para escalar en esa pirámide social

 

—¿Qué tienes que decir, ave-kun?

—Jamás me casaré, herbívoro

—Entonces yo seré tu aliado —Mukuro se carcajeó mientras se dirigía a la salida—. Adoraré ver la cara de nuestros viejos cuando se enteren que defendemos omegas y seguimos solteros.

—No necesito de tu ayuda —gruñó en total desacuerdo con esa idea. No soportaría tener a esa piña estúpida en los alrededores de su territorio

—Digas lo que digas meteré mis narices por aquí. ¡Dios! ¡No tendré otra mejor oportunidad para joderle la existencia a Daemon que esta! —lo estaba disfrutando, sí—. En otras palabras, te usaré Kyoya

—Piérdete

—También te quiero

 

 

Deriva…

 

 

Se habían reunido frente a la casa de Irie para inclinar sus cabezas en una disculpa, no podían hacer más que eso, pero les dolió mucho el escuchar el llanto lastimero de los padres del pelirrojo. Fue mucho peor el decirles el nombre del alfa que se llevó a Shoichi pues al parecer el padre del chico trabajaba en una de las tantas cedes que tenían los Gesso y fue él quien confirmó que las posibilidades de volver a su amigo eran nulas. Fue una pesadilla

Muchos regresaron a sus casas. Lambo aceptó la oferta de Haru para vivir con los Miura pues de su casa ya lo habían echado porque no pensaban soportarlo en cada celo. Squalo se perdió por las calles maldiciendo y sin decir hacia dónde se dirigía, negándose a que lo acompañaran e ignorando la advertencia que les dio Mukuro.

Enma por su parte se que quedó en casa de Tsuna a dormir, lo hizo para charlar y quitarse de la mente que el próximo omega en celo sería él y que sus posibilidades de que le sucediera lo mismo que a Irie fueran del cincuenta por ciento o más. Aunque la verdadera razón era que tenía miedo y quería estar junto a alguien que lo entendiera, por eso extendió su visita durante dos días en los que no salieron; en realidad nadie tenía ánimos para dejar la parcial seguridad de su hogar

 

—¿Tus padres te ayudarán? —estaban sentados frente al televisor, cambiando de canales sin fijarse demasiado

—Sí —Enma suspiró mientras recogía sus piernas y las unía a su pecho—, pero sinceramente no quiero ir a decirles lo que pasó con Irie… se preocuparán más

—¿Y tu primo? —Tsuna sabía que tratar sobre cierto familiar de Enma era difícil, pero debía hacerlo— ¿Sabes algo de él?

—No —escondió su rostro entre sus rodillas— y sinceramente estoy rogando porque no se entere de lo que pasa o se excusará en querer protegerme para venir a casa

—Si eso pasa, sabes que mis padres te acogerán —palmeó la espalda de su amigo pelirrojo, armonizó su voz e intentó sonar seguro

—Gracias —suspiró con más entusiasmo mientras se negaba a recordar algunos incidentes con aquel primo que lo acosaba desde los quince, al que no podía darle un alto porque era el único alfa de la familia, el consentido y quien siempre tenía la razón. Ir contra él sería como declararse una puta y echar su honra al caño—. Pero espero que no pase

—Yo creo que deberías decirles a tus padres que él te acosa, Enma

—Se… se los dije en el primer incidente —no había hablado de eso con nadie, pero creía que era bueno desahogarse con Tsuna—. Mamá dijo que estaba confundido y que nunca más volviera a acusar de algo así a mi primo

—¡¿Cómo puede ser posible que no te crean?? ¡Eres su hijo!

—Pueden quererme mucho, Tsuna… —miró al castaño y sonrió forzosamente—, pero él es un alfa y yo un simple omega

—¡Genial! De nuevo me siento importante —ironizó con pesadez

—Por eso no te conté antes —sonrió sutilmente antes de estirar su mano y así poder picar la mejilla del castaño—. No cargues con conflictos ajenos, Tsuna-kun

—No puedo evitarlo, Enma —suspiró antes de dejar que el canal de noticias se reprodujera en la pantalla

—Y es por eso que a veces pienso que no deberías ser un omega, tu instinto es el de un beta… tal vez un alfa

—No digas tonterías, Enma; odiaría ser como ellos

—Nunca dije que serías como ellos —el pelirrojo apuntó al televisor donde se informaba algo sobre un alfa famoso—. Tal vez serías como Hibari-san, y antes de que me reclames —rió bajito cuando la boca de su amigo se quedó a medio abrir—, me refería a ayudar a un omega en apuros, pero supongo que tú lo harías por deseo propio y sin poner reglas como las que nos pusieron a nosotros

—A veces también pensé en eso —Tsuna mordió la uña de su pulgar derecho—, pero es soñar y frustrarnos, así que dejé de hacerlo

—Si hubieses sido un beta o un alfa… hubiese sido feliz como tu pareja —sonrió Enma enfocándose en el televisor— cualquiera lo hubiese sido porque cuidarías de nosotros con esmero —suspiró profundamente

—Hoy estás diciendo cosas muy extrañas, Enma

—Es porque aún estoy triste —el pelirrojo miró las imágenes sin escuchar a la reportera—. Irie tenía muchos sueños, y ahora está...

—¿Enma? —cuando su amigo guardó silencio, Tsuna se extrañó, así que dirigió su vista hacia el televisor— ¡No puede ser! —susurró al ver la foto de ese hombre

 

La imagen acompañaba a una noticia sobre un sistema de seguridad que recién fue lanzado al mercado por la empresa dirigida por los Gesso y si bien las cámaras enfocaban a un hombre de cabello cano de ojos azules, este tenía facciones semejantes con el hombre que se llevó a su amigo, Irie, hace tan poco. Era una especie de entrevista improvisada, la reportera hacía bromas, el señor contestaba con el mismo humor e invitaba a adquirir un extraño aparato y sus componentes. Típico. Pero lo que al par de omegas les interesaba estaba detrás de esos dos.

Era Byakuran quien se paseaba sin prisa, mirando todo, sonriendo ante las pocas personas que fueron invitadas a la muestra del nuevo dispositivo, mas, junto a él, caminando detrás y con la mirada baja, estaba Shoichi. El cabello rojizo bien peinado, la camisa destellaba en elegancia y disimulaba la cicatriz de la marca recientemente puesta, se hallaba envuelto en un traje fino y los lentes eran acomodados varias veces por el nerviosismo. Shoichi se veía fuera de lugar y sin saber qué hacer, pero… estaba ahí, era la única forma de saber que estaba bien o al menos que aparentaba estarlo. Enma y Tsuna le pusieron atención, vieron como Byakuran le hablaba a Shoichi y éste asentía para después desaparecer de la imagen en la televisión

 

—Está atado a alguien importante —susurró Enma—, pero no se ve feliz

—Nadie sería feliz si es que lo arrancan de su hogar sin previo aviso… peor aún, si despiertas debajo del alfa que te mordió sin siquiera preguntar tu nombre

—No quiero eso para nosotros, Tsuna-kun —Enma se mordió el labio con impotencia y miedo—. Quiero… quiero elegir con quien vivir mi vida, quiero estudiar, quiero ser más que una máquina de bebés, ¡quiero ser libre!

—Y lo seremos —Tsuna revolvió los cabellos pelirrojos de su amigo y de refilón vio el calendario. Su propio celo debería estar llegando en una semana y eso significaba que su segunda lucha debería comenzar de nuevo—, intentaremos serlo

—No entiendo cómo podemos seguir siendo esclavos de nuestra naturaleza —Enma soltó una risita irónica— cuando ya podemos incluso usar internet y cada vez crean más y más tecnología increíble

—Es horrible e irónico —suspiró—, pero en algún momento acabará

—No lo creo —respiraba erráticamente, intentaba calmar todo ese mar de emociones negativas que lo invadían, ¡pero era casi imposible!

—¿Me acompañas a comprar supresores? —el castaño palmeó la espalda de su amigo y sonrió— Ya sabes… es la paga por nuestra protección —lo mejor era distraerse con cualquier otra cosa

—Pero Irie no está y Hibari-san no ayudó

—Me refería a los supresores que nos ayudarán a Lambo, Haru y a mí en el siguiente celo que tengamos —sonrió de lado— de paso tendremos ya la dosis que necesita ese alfa huraño cuando te salve a ti… Ya sabes, ésta vez olvidamos comprar los supresores que le daríamos a Hibari-san y tal vez… esa fue la cábala que nos faltó cumplir

—Olvidé que es cada tres meses… —avergonzado por su egoísmo, bajó la cabeza—. Lo siento

—Entonces vamos

 

 

Miedo…

 

 

Todo era nuevo, aun le dolía el cuerpo, no podía mirar directamente al que sería su pareja hasta que éste se aburriera o algo más. Tenía miedo. Shoichi acomodaba su cabello y de vez en cuando se tocaba el estómago por el dolor que ese estrés le causaba, respiraba profundo para dejar de temblar y caminar con decencia sin demostrar que estaba magullado. Byakuran se lo dijo, tenía muchas miradas encima así que debía actuar como se debe… pero era horriblemente difícil porque no sabía ni que esperaban de él, algo aparte de que querían usar su cerebro para ayudar al progreso de la compañía, eso y engendrar al heredero de ese imperio

Conoció al padre de Byakuran, Antonio, alguien intimidante y que solía decir las cosas directamente. Ese hombre fue quien le dictó la serie de normas que debería seguir ya que sería el futuro esposo del sucesor, unas sirvientas le dieron clases rápidas de comportamiento y lo vistieron con ropas que olían a lavanda. Según sabía, la madre del albino vivía en Italia y era omega. Era todo lo que tenía en claro, aunque esperaba que al menos aquella mujer que no conocía aún, fuera agradable, sólo así se sentiría reconfortado un poco, pero ahora debía sobrevivir ahí si quería seguir estando enlazado con Byakuran… Shoichi tenía miedo de ser abandonado por su nuevo alfa porque, mal o bien, ahora, al tener un vínculo, sentía la necesidad de estar cerca de él y la sola idea de separación causaba estragos en su estado de ánimo.

Nadie le preparó para el infierno que representaba estar enlazado con un desconocido que veía en él una inversión y nada más.

 

—Sho-chan, te estoy hablando~ —aquella voz lo sacó de sus pensamientos a la vez que su cuerpo se tensaba abruptamente

—Perdón, Gesso-san —agachó la cabeza un poco, miró al piso, a sus manos que se removían por los nervios

—No, no~ —canturreó al acercarse y con delicadeza elevar el rostro del pelirrojo—. Gesso-san o señor Gesso, es mi padre. Yo soy Byakuran, ya te lo dije

—Perdón —se encontró con esos ojos violetas por unos segundos antes de que desviara la mirada con vergüenza

—Nada de disculpas, pequeño Sho-chan —sonrió antes de ofrecerle su mano al más pequeño—, además, recuerda que dentro de un mes tomarás el apellido Gesso también

—Sí, lo sé —respiró hondo al sujetarse del brazo ajeno y seguirle el paso

—Tu aroma es levemente agrio, sé que es por el miedo y los nervios, pero no me gusta —advirtió con seriedad—. Odio eso —el tono de voz se volvía más profundo

—Perdón… I-intentaré relajarme —se sentía presionado y eso volvía las cosas más difíciles

—Te lo dije —susurró Byakuran—, lo que hizo que te eligiera fue tu aroma dulce… así que no lo arruines volviéndolo un poco ácido

—Perdón

—Inténtalo con más empeño, Sho-chan —volvió a su tono más amable—. Me gusta que huelas a malvaviscos, ¡son mis favoritos!

—¿Pu-puedo preguntarle algo? —el pelirrojo respiró hondo y cuando el mayor asintió, continuó—… ¿podré llamar a mi familia para despedirme?

—Sí —canturreó mientras se dirigían a la salida—, te llevaré al hotel para que los llames

—¿Podré verlos de nuevo? —con cada palabra su miedo aumentaba

—Si te portas bien, lo harás —sonrió cuando vio su auto y a su chofer esperándolos

—Gra-Gracias —susurró antes de entrar en ese auto de lujo y acomodarse en aquel asiento que era suave al tacto—. Pero… ¿puede decirme a qué se refiere con portarme bien?

—Lo normal —cuando el auto se puso en marcha abrió un pequeño compartimento del que sacó una bolsita de sus dulces preferidos—. Caminas detrás de mí, aceptas lo que digo, si sales en la prensa debes mostrarte precioso, te comportas bien delante de mi padre, le haces buena compañía a mi madre —mordía un malvavisco de color celeste mientras percibía que el omega se ponía menos nervioso conforme se alejaban de aquel edificio

—Lo haré —lo decía enserio porque quería ver a su familia, hablarles, hacerles saber que estaba considerablemente bien

—También tienes que usar tus habilidades en pro de nuestra empresa para que creemos un sinnúmero de cosas fascinantes —rió bajito y colocó uno de aquellos malvaviscos entre los labios del pelirrojo, quien abrió la boca de inmediato acatando la orden muda—. Buen chico, Sho-chan —halagó cuando aquellos labios se cerraron y posó los suyos por sobre esos, causando el susto y el rubor en el pelirrojo—. Así de lindo debes verte siempre

—Está bien —se alejó un poco y agachó la cabeza porque no podía mantenerle la mirada por mucho tiempo

—Que no te de pena —reía divertido—. Hemos hecho cosas mucho más comprometedoras que un simple beso, Sho-chan

—Aun… es difícil. Perdón

—Bueno —sonrió antes de acariciarle los cabellos—, ¿en que iba? ¡Ah, sí! —apretó un malvavisco entre sus dedos—. Debes cuidar de mamá, ella es frágil y seguro que le toma cariño al instante

—La cuidaré

—Deberás darme hijos —Byakuran suspiró mientras partía el malvavisco por la mitad—. Sólo alfas

—Pero yo no puedo controlar la clase que caracterice a… —la mirada violácea se afiló e Irie tuvo que asentir y apartar la mirada. Tenía miedo de esos cambios repentinos en su alfa

—Sólo alfas —reiteró con seriedad—. En mi familia sólo hay alfas —siseó lo último antes de consumir el malvavisco

—Pero… —Shoichi tomó valor para seguir— si yo…

—Hay cosas que debes saber, pero que por ahora no sabrás —Byakuran sonrió antes de seguir con su comida—. Cosas que deberás hacer para hacer feliz a mi padre y a mí… pero por ahora no te verás obligado a eso

—Me asusta —confesó en un murmullo

—Lo sé, así es al inicio —rió suavecito antes de acariciarle la mejilla a su adorable omega—. Pero te acostumbrarás

—¿Y si no lo hago?

—No quieres saber las consecuencias, Sho-chan —canturreó, pero la amenaza fue clara

—¿Ro-romperá el lazo conmigo? —apretó los labios porque bien sabía lo que pasaba con un omega sin lazo: depresión, muerte o condena a una vida sin sentido

—Yo no quiero hacer eso, Sho-chan… —susurró acercándose al oído del pelirrojo—, pero todo depende de ti… Si me complaces, siempre estarás a mi lado y yo te daré lo que desees

—¿Por qué yo? —intentaba alejarse, pero su espacio personal ya no existía y debía hacerse a la idea

—Porque sí —sonrió mientras sujetaba la muñeca del pequeño y procedía a acercarlo—. Pero con el tiempo puedo irme enamorando de ti, así que no pierdas la fe

—¿Su padre ama a su madre? —no se negó cuando su mejilla posó sobre el pecho de Byakuran, mucho menos cuando las manos ajenas acariciaron su cintura antes de rodearlo en un abrazo posesivo

—Sí —sonrió— más de lo que podrías imaginarte, pero eso les tomó mucho tiempo y duras pruebas… Así que podemos parecernos a ellos

 

Así eran las cosas, así de simplistas y sin razón aparente.

Shoichi tocó la venda que cubría la mordida en su nuca, la acarició con melancolía porque no recordaba mucho del cómo sucedió, pero esperaba que sus amigos estuvieran bien. Lo que le quedaba era seguir. Al menos no tenía los síntomas horribles de su celo porque Byakuran lo calmaba en las noches y en el día lo rodeaba siempre con feromonas que lo hacían sentir protegido, además, unas pastillitas muy raras y amarillas le daban algunas horas de paz, pero le generaban acidez permanente en su boca y leves mareos repentinos.

En realidad, tenía mucho que saber de esa sociedad del que sería esclavo por largos años

 

 

Lucha…

 

 

A veces pedir ayuda es lo más adecuado, mas, la forma en que lo hagas será la que defina si se acepta la propuesta o no. Lamentablemente dos personas no supieron como pedirlo.

Tsuna fue junto con Enma a pedirle a Kusakabe información de contacto de Hibari, con la excusa basada en una porción de supresores que debían entregar. Pero sus intenciones iban más allá que eso. Querían explicaciones, palabras que los dejara menos inquietos, algo que le quitase la culpa porque fueron ellos dos quienes difundieron el chisme de que Hibari los protegía. Kusakabe obviamente se negó, pero -siempre cabezones y tercos-, ambos omegas no se quedaron quietos y montaron guardia para ver si es que el azabache pasaba por ese lugar. Lo hizo, lo siguieron y ubicaron donde se estaba hospedando.

Allí estaban en ese punto, frente a la puerta de ese hombre, escuchando los pasos resonar dados por quien abriría la puerta de esa casa de dos pisos. Cuando el azabache se mostró frente a ellos y les gruñó en advertencia, ellos hicieron caso omiso y exigieron saber más detalles de lo que les interesaba

 

—Jamás

—Si no nos dice, entonces, ¿cómo podremos ayudarlo?

—Ustedes no pueden ayudar —Hibari ni siquiera se movió del marco de la puerta, seguía hablando con ese par en la entrada que daba al jardín y al pequeño camino de cemento hacia el portón de la entrada—. Ahora, ¡largo!

—Nuestras vidas y futuro están en juego

—Pues entonces conserven su vida y huyan del peligro… —los miró con molestia—. Yo soy el peligro ahora

—Hibari-san, por favor —Enma dio un paso al frente, le temblaban las manos, pero decidió mostrar una estúpida valentía—. Necesitamos saber a qué nos enfrentamos y cómo podemos salir de eso

—No pueden

—¿Por qué? —añadió Tsuna

—Porque son los alfas quienes controlan eso. ¡Ahora largo! —les iba a cerrar la puerta en la cara de ser  necesario

—¡Debe haber algo que hacer! —Tsuna impidió que el azabache les cerrara la puerta, la empujó incluso

—La hay —esa voz alteró a los dos muchachos que se dieron vuelta hacia el hombre que estaba a pocos pasos de ellos—, pero esta escoria no quiere aceptarlo

—Joder —Hibari agarró a los dos muchachitos y de un tirón los metió dentro de su casa antes de pararse y cubrir la mayoría de la entrada con su cuerpo

—Un placer verte, basura —alto, moreno, con cicatrices leves que surcaban parte de su rostro, cabellos azabaches y mirada rojiza que destilaba rabia y poderío

—Por ratas como tú la sociedad es un basurero —Kyoya no dijo más antes de azotar la puerta y así dejar de ver a ese alfa

—No puede ser más grosero —Tsuna ayudaba a Enma a levantarse pues habían caído estrepitosamente después de haber sido lanzados al suelo

—¿Quién era él? —jadeó Enma porque sólo ese pequeño momento que conectó su mirada con la de aquel desconocido, fue suficiente para que un escalofrío le recorriera el cuerpo entero

—Su cazador —Hibari vio por la ventana el como un auto arrancaba y con eso Xanxus se había ido—. Ahora cállense… —con frustración apretó los puños—. Pueden quedarse una hora, Kusakabe llegará y los llevará a su casa después —los miró con desdén—. No toquen nada, no se muevan, no me hables y todo estará bien

—Pero queremos respuestas —Tsuna no entendía nada; quería hacerlo, pero ese hombre o hablaba

—No las hay —Kyoya los miró con cansancio porque no se esperaba que esos herbívoros fueran así de problemáticos—. No se los diré porque no quiero hundirlos más en esta organización

—¿Qué quieren de nosotros? —pero ellos seguían y la tentación de estrangularlos era demasiada

—Nada —Hibari no los miró mientras iba a su cocina y tomaba una botella del refrigerador—. Pues ustedes no valen nada para ellos

—Entonces, ¿por qué nos metieron en esto? —Tsuna lo enfrentó— porqué a todos si apenas tres de nosotros nos involucramos con usted

—Porque quieren manipularlo, ¿no? —Enma vio enfado en el azabache— ¡Por eso!

—Sí —frunció su ceño, aunque reconocía que el pelirrojo lo captó rápido—, así que no me den más problemas y hagan lo que les digo

—No soy su títere

—Tsuna, vámonos —Enma tomó la mano de Tsuna y tiró de él—. Si seguimos aquí sólo nos ganaremos más líos —su miedo aumentó

—Pero…

—Hazle caso a tu amigo pues, por lo visto, es más inteligente que tú, herbívoro

—¿Ayudará a Enma? —Tsuna lo miró con seriedad mientras daba pasos forzados hacia la salida— ¿O se irá de nuevo?

—Sí —Kyoya miró al pelirrojo y frunció su ceño—, misma condición

—Parece una grabación mal hecha —Tsuna lanzó una pequeña bolsa al sofá cercano antes de girarse y tomar la mano del pelirrojo—. Ahí está el pago de esta vez, así que será mejor que venga a ayudar

—Largo, herbívoros

—Hibari-san —antes de salir Enma se arriesgó a preguntar—, ¿hay forma de que un omega aprenda a no ceder ante un alfa, que aprenda a controlarse?

—Sí —no los miró y tomó la bolsita, sonrió al ver los supresores

—¿Podría enseñarnos? —acotó Tsuna de mala gana

—No

—Idiota —bramó Tsuna antes de abrir la puerta de un tirón

—Inmaduro —respondió Hibari mientras se daba vuelta y se dirigía a sus escaleras—. Cierren la puerta al salir, herbívoros ignorantes

—Vámonos, Tsuna-kun —suspiró Enma antes de jalar a su amigo—. No nos hará caso porque ya le dimos otro problema seguramente

—¿Qué dices?

—Creo que ese hombre… iba a charlar con Hibari-san y lo arruinamos

—¡Ah, genial! —Tsuna se golpeó la frente cuando cerró la puerta y aspiró el aire a libertad— Lo que nos faltaba… arruinar más cosas

 

 

Razón…

 

 

—Esa escoria está encariñada a dos de ellos —cruzaba sus piernas estirándose cuanto podía en los asientos traseros mientras hablaba por el celular—. Le jodí la existencia durante cinco minutos antes de que se metiera a la casa con esos dos

—¿Qué conseguiste?

—Dos objetivos. Si me llevo a uno de esos, tendrás al niño en tus manos

—Hazlo

—Genial —Xanxus colgó la llamada y lanzó el celular al piso—, tengo bandera blanca para instalarme en este lugar y hacer de esto una divertida contienda

—Jefe… ¿qué hacemos?

—Dile a esas basuras que hay que patear el trasero de un Hibari, Leviathan —rió sonoramente—. ¡Será malditamente divertido!

 

 

Palabras…

 

 

Mukuro observaba al niño que estaba delante de él, al que su hermanita había dejado pasar porque -según ella-, la oferta parecía buena. Además, era divertido y lo podía usar para el entrenamiento de su amada Chrome. De todas formas, le parecía interesante

 

—Por favor

—Perdóname, no te escuchaba —sonrió de lado—, ¿qué me decías, Yamamoto-kun?

—Debe haber alguna forma para que yo no decaiga ante la voz de un alfa —miraba a aquel alfa con súplica— y que si usted puede enseñarme

—Oh, eso —Mukuro se levantó y caminó hacia su hermanita que escuchaba todo en silencio—. Bueno… —se rascó la barbilla antes de girarse para enfrentar aquella mirada avellana— Claro que… no

—¡Haré lo que sea! —se esperaba una negativa, pero estaba listo para debatir— Por favor

—No me interesa, kufufu

—Por favor… No quiero ver a otro amigo ser marcado y llevado lejos. No quiero ser inútil y…

—Si quisieras, tú mismo podrías entrenarte para resistir esa voz —le restaba interés, quería probar a ese niño para ver si su voluntad era la necesaria

—Pero no tengo tiempo y… tampoco alguien que me ayude —con cada palabra apretaba más los puños e intentaba acercarse al alfa

—Sigues sin convencerme —burlón, egoísta, irónico, le encantaba ser así

—Si quiere supresores, yo se los daré —insistió como medida extra

—No me hacen falta —sonrió mientras batía su mano derecha en una negativa—. Tengo dotación indefinida, además, estoy bien como estoy y Chrome también

—Pídame algo y yo se lo daré

—Tu virginidad —el de mirada heterocroma detalló el como aquel chico azabache se tensó, boqueó e hizo una mueca de horror. Mukuro no soportó la carcajada y se inclinó un poco para desahogarse—. Es broma, es broma… No te espantes —se limpió las lagrimitas e ignoró el leve golpe que su hermanita le dio en la espalda—. Ustedes los omegas se asustan tan fácil —se burló una vez más

—¡No juegue conmigo! —Yamamoto arrugó en entrecejo, apretó los labios y su mirada se tornó más seria y afilada. Estaba enfadado de verdad

—Bien —lo miró, se deleitó con ese instinto luchador—, pero estuviste a punto de aceptar la propuesta.

—Estoy algo desesperado —aceptó volviendo a esa faceta sumisa característica de un omega—. Yo… ¡Pídame otra cosa!

—Te ibas a arriesgar a ser marcado —reiteró con diversión

—Pondría la condición de que no me mordiera —refutó casi al instante

—Bien jugado —sonrió antes de estirarse un poco—. Bien… lo haré

—¡Genial!

—Pero si crees que será fácil y rápido estas muy equivocado, niño

—Me esforzaré —su mirada brillaba, sus puños se elevaban con entusiasmo

—Sí, sí —Mukuro rodó los ojos— que quede claro que te usaré para el entrenamiento de mi pequeña Chrome. Eso es todo

—Sí, no importa

—Genial, entonces… —sabía sacarle provecho a la mayoría de cosas, esta no sería la excepción—. Tenemos un trato, Yamamoto-kun

 

Continuará….

 

 

 

 

Notas finales:

Confieso que me estaba riendo con la parte final del capítulo XDDD. Soy mala para interpretar a Mukuro, así que lamento decepcionarles con lo occ que me pueda salir de aquí en adelante.

Lamento la demora, pero estoy que me lleva la chingada con lo de mi tesis. Un horror.

De todos modos, espero que lo hayan disfrutado~

Muchos besos~

Los ama: Krat~


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