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Locura por mi todo por 1827kratSN

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Lo que más odiaba era despertar en una habitación hospital, lo bueno era que en esa ocasión era uno de su preferencia, el cual, en realidad, no era un hospital sino una clínica pequeña atendida por una alfa conocida suya.

Silencio reconfortante, el aroma de incienso a lavanda, el pitido suave de una máquina que velaba por sus señales vitales, un vaso de agua cercano y paz absoluta hasta que él permitiera que eso acabase.

 

—¿Ya despertaste? —el resonar de unos tacones sacó a Hibari de su momento de descanso— Veo que sí. Tranquilo, la revisión será rápida.

—Kusakabe —mencionó sin tacto, después de todo estaba tratando con alguien que se asemejaba en muchas cosas a él y pocas palabras decían demasiado.

—Tres horas —informó la alfa que anotaba algunas cosas en su registro antes de colocarse el estetoscopio y empezar con la revisión.

 

Largo silencio hasta que las pruebas fueran hechas, las vendas cambiabas, se administraran los medicamento mediante inyecciones, se miraran en silencio como en una evaluación muda y al final la mujer suspirara. Se conocían bastante bien como para quedarse callados ante algo que uno de ellos no estaba de acuerdo. Adelheid Suzuki comenzaría entonces con su regaño común acerca de cosas que a Hibari no le interesaban.

 

—Si sigues con los supresores más fuertes tu vida se acortará unos veinte años, más si es que no empiezas a controlar las dosis.

—Hum —rodó los ojos y frunció el ceño—. Eres la menos indicada para decirme eso, carnívora.

—Yo tomo un supresor cada semana… sólo uno —refutó enfadada.

—El viejo me hizo algo —explicó sin dar muchos detalles, tampoco sería la primera vez que le pasaba algo similar.

—Y no se te ocurrió venir conmigo para analizar tu estado y aplicarte una cura al menos —entrecerraba sus ojos en una clara señal de rabia y decepción por el accionar de su igual.

—Ya conseguí la cura por mi cuenta —le devolvía la mirada con la misma fiereza, era un comportamiento común entre dos alfas.

—Me tomé la libertad de hacerte unas pruebas —la azabache de iris rojizo se acomodó sus largos cabellos detrás de su oreja y cruzó los brazos por debajo de sus prominentes pechos antes de continuar—. No estás nada bien.

—Lo sé.

—¿Efectos?

—Los sabes todos.

—¿Te has liberado al menos de un poco de testosterona? —Adelheid frunció su ceño y su mirada rojiza se opacó más, pero sólo recibió un gruñido— Te doy una cita entonces —bufó.

—No.

—¿Beta u omega?

—No tengo ánimos para eso, carnívora —bramó Hibari mientras cerraba sus ojos.

—Tus niveles de glóbulos rojos en la sangre están en niveles críticos, ni hablemos de lo demás, eso es lo que provoca los dolores de cabeza, cuerpo, la falta de apetito. Tus órganos se atrofian, tus celos se volverán más irregulares y difíciles de tolerar… ¿quieres que siga? —lo miró con furia— Dime cuando tienes tiempo y te mandaré a una beta.

—No quiero eso —chasqueó su lengua y evitó mirarla.

—Pareces un mocoso —la azabache golpeó la herida recientemente atendida del alfa y en respuesta le lanzaron el vaso de agua, mismo que esquivó con facilidad—. Así que responde… beta u omega.

—Beta —dijo al fin sin disimular su fastidio.

—Tu herida estará completamente sana en tres días, la cita la pactaré para los siete días y será una beta para que puedas desahogarte sin problemas.

—No hables de esto como si fuera un intercambio de bienes materiales, carnívora.

—Son prostitutas, son materiales —Adelheid ignoró el fastidio ajeno y su propia repulsión por el tema—. Es la única forma en la que puedes liberar el exceso de hormonas en tu cuerpo —anotó algo en unos papeles y tecleó en su celular táctil—. La energía que acumulas no es buena y por eso tienes que liberarla, Kyoya.

—Maldita sea —golpeó su cama y gruñó por lo bajo.

—Tampoco es como si me gustara —la azabache frunció el ceño—, pero no tenemos de otra. Es eso o morir por una sobredosis de supresores para omegas.

 

Adelheid al igual que Kyoya no tenía lazo ni pensaba tenerlo, ambos eran de los pocos alfas en ese estúpido mundo que consideraban la relación omega-alfa como un esclavismo bien visto, odiaban las clases impuestas y la libertad excesiva de los alfas, eran quienes creían no necesitar de una pareja para seguir viviendo. Se ayudaban entre sí cuando les eran necesario hacerlo, contactaban con otros con sus mismos patrones de vida, se cuidaban las espaldas, velaban uno por el otro hasta que la muerte se los llevara, se reían de la miserable vida que eligieron vivir por diferentes motivos.

Kyoya había tenido una vida dura en donde perdió a todos los seres que amaba, eso se repetía en sus colegas; Adelheid, por ejemplo, perdió a sus padres y al final terminó enamorándose de un alfa que la dejó sin dudarlo cuando se vio tentado por el celo de un omega. La vida en serio era un asco para ciertas personas.

 

—Mi grandote amigo… —fue inevitable recibir esa visita pues necesitaba informarse de lo acontecido en esos largos días de descanso forzado por una miserable bala—, ¿ya te parcharon? Kufufu

—¿Algún problema? —Kyoya no miró a Mukuro ni a Nagi.

—El celo del niño terminó ya —el heterocromático sonrió de lado mientras se sentaba al borde de esa cama—. Ese pelirrojo… ¿cómo se llamaba? —frunció su nariz en un intento por recordar el nombre del sujeto.

—Zakuro —respondió Nagi quien constantemente miraba al azabache en aquella cama.

—Ese mismo. Bueno, él volvió y trató de llevarse al niño —Mukuro rió bajito por el recuerdo—, fue tan divertido torturarlo un ratito.

—¿Algo más, piña loca?

—Sí —bufó por el denominativo dado por el azabache—, los niños están afuera para visitarte.

—Que se larguen si no quieren tener problemas.

—¿Los vas a morder hasta la muerte? ¡Qué malvado! —Mukuro fingió empatía por los omegas, dramatizó con sus manos y fingió limpiarse lagrimitas inexistentes— ¡Eres un monstruo sin sentimientos!

—Xanxus está cazándolos para que yo lo afronte… —Hibari ignoró el melodrama barato y miró a Nagi que era la más sensata—. Llévatelos antes de que le des problemas a la carnívora.

—Olvidé que Adelheid era tu amante ocasional —sonrió Mukuro y de refilón vio a su hermanita, misma que apretaba los labios levemente—. ¿Algo que decir Nagi?

—Me alegra que esté bien, Hibari-sama.

—A veces eres muy aburrida, mi pequeña Nagi.

—Largo —Hibari ignoró el dolor ajeno, era mejor así, no quería darle más vueltas al asunto con Nagi.

 

Mukuro sonrió de lado al momento de salir, dejando que su hermanita se despidiera correctamente de la alondra imbécil y mientras tanto él encaró a los omegas que estaban reunidos cual manada de herbívoros —irónicamente—, esperando autorización para pasar. Era obvio que se vengaría de la alondra por hacer sufrir a su hermanita, por eso, fue él mismo quien llevó a esos niños y los empujó dentro del cuarto de Hibari antes de desaparecer como si no hubiese hecho una travesura. Qué más daba si podía divertirse a costillas ajenas.

Hibari se mordió el interior de las mejillas para no levantarse en ese mismo momento y morder hasta la muerte a todos esos herbívoros, peor aún, quería matar a esa piña estúpida por la desfachatez. Aguantó las preguntas, las miradas preocupadas, los agradecimientos y las risas ingenuas. En silencio ignoró todo, incluso los reclamos por no contestar, y esperó. Fueron los veinte minutos más largos de su asquerosa vida, hasta que por fin la carnívora llegó guiada por las dos enfermeras que la ayudaban en ese consultorio.

 

—¡¿Acaso no saben que deben guardar silencio?! —fue la protesta de Adelheid al ingresar a la habitación, de modo que todos los omegas guardaron silencio de inmediato y dieron un paso atrás por la imponente presencia de la alfa que emitía feromonas debido al enfado.

—Suzuki-san… cálmese por favor —susurraba la beta a su lado—. Tenemos pacientes omegas en la otra habitación.

—Su olor los alterará —secundaba la otra enfermera que también estaba afectada pues era omega.

—Bien —murmuró la azabache calmándose obligadamente antes de dar un rápido vistazo a los asistentes en la habitación—. Kyoya… ¿algo que decir? —miró al mencionado con insistencia.

—La piña.

—Lo mataré si lo veo de nuevo —bramó mientras hacía una seña con su mano antes de que las dos enfermeras salieran con rumbo incierto—. Bien… les haré una pregunta —miró a los omegas que aún se mantenían en silencio—, ¿están enfermos?

—No —respondió I-pin quien se recuperada del susto.

—Entonces largo, antes de que use mi voz de mando —les amenazó con seriedad.

—Pero estamos visitando a… —Enma siguió excusándose, pero se calló al sentir la intimidante mirada de aquella alfa.

—No me interesa —Adelheid apretó los puños—. Se van porque no quiero que molesten a mis pacientes.

—Pero… —intentó Tsuna.

—Largo… ¡ahora!

 

Hibari recordó la razón por la que esa alfa le agradaba, compartían el mismo gusto por el orden, el silencio y las reglas que ellos mismos imponían; aunque a veces eso también les generaba disputas.

 

 

Decisiones…

 

 

—Este es el plan, Yamamoto-kun —sonreía Tsuna mientras mostraba el mapa de su ciudad.

—Saldrá bien —apoyaba Enma que estaba más confiado pues en el tiempo transcurrido había verificado que los betas a cargo de Hibari rondaban por su sector durante ciertos días, otorgándoles protección.

—Será como en nuestros casos —afirmó Haru con una sonrisa enorme.

—Lo sé —el azabache los miró a todos mientras se rascaba la mejilla.

—¿Estás bien, Yamamoto? —Fuuta lo miraba extrañado por el comportamiento tan desganado del azabache.

—Sí… es sólo que… estoy nervioso, supongo.

 

Se decía que en la vida todo dependía de las decisiones en momentos de desespero, que eso cambiaba las rutas y planes trazados, que jamás estás listo para afrontarlos y las consecuencias podían ser nefastas. Yamamoto Takeshi pensaba en eso mientras corría como tantas veces hizo, sin embargo, esto era diferente porque protegía su propia libertad, vida, creencias, honor y decisión.

¿Cuántas veces no durmió por imaginarse en esa situación? Rodeado de alfas, siendo cazado cual conejo, avistado como un premio el cual hondear para generar orgullo.

Estaba asqueado.

Los alfas que lo miraron siempre con desdén por el simpe hecho de que los superaba en cuanto habilidades deportivas se refería, ahora estaban delante de él mientras sonreían con lascivia pues sus instintos superaban el raciocinio.

Yamamoto siempre luchó por su valía en ese mundo. Desde niño su padre le dijo que podría hacer lo que desease si se esforzaba, vivió creyendo que Tsuyoshi tenía la razón y se enfocó en ser el mejor.

¿Pero para qué?

La sociedad lo dictaba como un simple objeto usado para la procreación, era considerado un “nada” cuando su celo lo tachaba como un omega, fue condenado desde su nacimiento a ese momento y no podía huir, aunque lo intentase. Los alfas tenían superioridad y dominio sobre él, lo comprobó cuando uno de esos tipos —antiguos compañeros suyos—, usó la voz de mando y él tembló lleno de impotencia porque no pudo negarse al mandato por que se detuviera.

En algún punto de su huida se quedó solo y lo acorralaron, ahora sólo veía a dos alfas que se disputaban su cuello y en su mente cursaban las memorias más bonitas vividas con sus padres cuando aún ignoraba el destino que tuviese en su cumpleaños número dieciocho.

Tenía miedo y por eso sus piernas temblaban y sus ojos se cristalizaban.

 

«Puedes ser mejor que eso, niño. Enfádate con tu naturaleza, reniega del letrero que te impusieron, despójate del miedo y embriágate de valentía. Sólo así podrás superar a tu propio instinto y negarte a la voz de un alfa»

 

Yamamoto se rió cuando recordó esas palabras dichas por aquel alfa distinto a los demás. Quiso creerle en un inicio, en verdad lo intentó, pero no podía superar al par de dominantes que estaban cerca suyo. Tenía que rendirse, ser sumiso y así evitar un daño demasiado grande en su cuerpo físico porque sólo así evitaría una herida mortal en su mente.

Pero no.

No.

No lo haría.

Respiró profundo cuando escuchó un golpe cerca de sí, agitó su cabeza varias veces y se obligó a olvidar su deseo por recostarse en el suelo y esperar al alfa. Se olvidó que era un omega y vio al frente. Golpeó su rostro contra una pared cercana, golpeó sus rodillas con sus puños, abrió los ojos, apretó los dientes y empezó a alejarse.

No iba a obedecer, no tenía por qué hacerlo, no era un esclavo, no era de nadie.

 

Alto ahí.

—No —jadeó Takeshi mientras seguía caminando lejos del alfa ganador.

He dicho que te detengas.

—No lo haré —reuniendo toda la voluntad que tuvo, empezó a correr, mejor dicho: a trotar, pero lo hizo.

Ahora verás… maldita zorra.

 

Takeshi corrió, lo intentó. Se negó a gritar por ayuda porque no quiso, porque no pudo, porque tenía aún orgullo que defender y… era idiota. Se sintió el más grande idiota por tener esperanzas y aun así sus piernas siguieron moviéndose cada vez más rápido para alejarse del monstruo que quería reclamarlo.

Lloró porque recordó a su padre quien lo esperaba en casa para refugiarlo a las 24 horas solicitadas por Hibari, sollozó por el recuerdo de su difunta madre quien deseó para él un destino hermoso, ahogó un hipido porque él también quiso tener esperanzas por un futuro libre.

 

—No —gimoteó cuando no pudo más y cayó al suelo—. No —arañó el piso con impotencia.

—No sé a quién le estás hablando —aquella voz resonó en medio del silencio—, pero creo que debo ignorarte.

—Aléjate —jadeó.

—No lo haré, Yamamoto-kun.

—No seré tu esclavo… Nunca lo seré.

—Yo no quiero un esclavo —el sonido fue suave, sereno, sin maldad—. Ahora creo que deberías verme a la cara para verificar que no soy el idiota que intentaba tomarte a la fuerza, kufufu.

—Tú… —Yamamoto se dio la vuelta con rapidez y jadeó antes de reír suavemente—. Mukuro —sus lágrimas cayeron nuevamente, pero en esa ocasión no fue por desesperación sino por alivio.

—Aguantaste bien —sonrió de lado mientras estiraba su mano— incluso te negaste a la voz de mando.

—Lo hice —dijo con duda antes de enredar su mano en la que le era ofrecida y dejar que lo levantasen del suelo—. Lo hice —rió un poco más mientras hipaba preso del pánico que todavía invadía cada fibra de su ser.

—Muy bien hecho, Takeshi —lo dejó pararse solo y admiró al chico que lloraba entre sollozos y risas.

—¿Ya… pasaron… las horas necesarias? —se atrevió a preguntar mientras recobraba compostura.

—La verdad no, kufufu.

—¿E-entonces? —susurró expectante de una respuesta.

—Estoy aquí por voluntad propia —Mukuro se arregló el cabello y lanzó un suspiro.

—¿Propia?

—Digamos que no iba a perder al sujeto de entrenamiento de mi pequeña Nagi —se cruzó de brazos.

—Ya veo —rió bajito.

—No quería perderte, Takeshi —el de mirada heterocroma sonrió burlón—, eso suena más bonito, ¿no crees?

—Sí —admitió respirando agitadamente porque aún estaba en medio su caluroso celo.

—Entonces —Mukuro se acercó y volvió a estirar su mano hacia el azabache de ojos avellanas—, ¿vienes conmigo?

 

Takeshi admiró aquella mano por un rato y después se enfocó en el par de iris de diferente color que lo mantenían como objetivo. Lo pensó una y otra vez, y el alfa respetó ese tiempo largo. Al final tomó su decisión, y después de eso escuchó una voz femenina que lo acompañaría por un tiempo.

 

 

Turno…

 

 

Corrían de un lado a otro, buscaba con desespero, se llamaban por los celulares, pero nada. No había absolutamente nada y el tiempo corría sin detenerse. Estaban asustados.

 

—Tsuna —era la voz de I-pin—. No hay nadie aquí.

—Ni aquí —fue la voz que Enma escuchaba por su celular.

—¿Dónde estás, Takeshi? —se preguntaban entre sí, pero nadie les respondió.

—¡VOI!… Hibari, como alfa debes saberlo…, ¿quién se llevó a Yamamoto? —todos miraban al alfa que estaba recargado en una pared en espera del omega a quien debía proteger en esa ocasión.

—Hum.

—Di algo más que eso, ¡maldita sea!

—Si su amigo no llegó, ustedes deberían saber qué fue lo que ocurrió.

—Me niego a aceptar que Yamamoto-kun fue… —Tsuna tragó duro— marcado.

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

Krat decidió subir el capítulo a pesar de que se planteó adelantar otros tres antes de la actualización. Cosas de la vida…. Miento… en realidad estaba leyendo la actualización de Lackitwo y en medio de mi euforia y risas prometí actualizar XDDDD

Debo mencionar nuevamente que la trama es lenta, así que demorarán en darse hechos realmente importantes entre la pareja planteada para el fic, además, como se darán cuenta el fic se enfoca más en visualizar el drama de una clase marginada o al menos eso intenta (CofDarkFicCof). Pido paciencia por favor.

No olviden que recibo sugerencias para la trama, me gusta saber qué desearían ver o las cosas que a veces paso por alto en la narrativa (No soy perfecta we XD).

Krat los ama~

Besos y abrazos~

 


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