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Only reason. por DNA

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Notas del capitulo:

¡Sorpresa!

Sigo con vida y de hecho, técnicamente en este capítulo hay sorpresas para ustedes, mis mis bellas y pacientes personitas lectoras.

 

 

Diez minutos.

Ese era el tiempo que Luhan tenía para estar listo luego de llegar corriendo a casa. Hae Joon le hizo saber que iba a estar esperándolo en la sala de estar mientras él se preparaba y prácticamente voló escaleras arriba, arrojando todo a la cama y corriendo a la ducha.

Si bien recordaba, la fiesta llevaba una hora de haber comenzado, tenía varias llamadas perdidas de Sehun y del tío de éste, pero se había concentrado en encontrar el regalo perfecto para su novio, olvidándose de todo lo demás.

Ahora, ya que tenía el regalo, era cuando comenzaba a preocuparse por lo que le esperaba una vez llegara a la casa de los gemelos. Ese pensamiento fue suficiente motivación para hacer de esa, la ducha más rápida que había tenido nunca.

Prácticamente corrió por toda la habitación, secándose su cabello, acomodándose las vendas y colocándose su ropa, que por suerte había tenido la buena idea de dejar lista. Se revisó en el espejo una vez terminó y, aunque se dijo que definitivamente se había visto mejor otros días, no tenía tiempo para más.

Apurado, tomó las bolsas en la cama y bajó tan rápido hasta el primer piso, donde el pobre Hae Joon saltaba de un pie a otro nervioso. Tomó su mano y ambos corrieron calle abajo, como si con solo eso fuesen capaces de llegar a tiempo a una fiesta a la que en realidad ya iban con una hora de retraso.

Se detuvieron de golpe en la entrada principal, luchando por recuperar el aliento y una vez estuvieron un poco más repuestos. Ambos entraron silenciosamente por la puerta trasera que daba directo a la cocina, puesto que Hae Joon temía por su vida y estaba casi seguro de que Sehun los estaba esperando en la puerta principal, listo para matarlo por llevar tarde a su precioso novio.

— Amigo —habló Hae Kyun tan pronto cruzaron la puerta—, donde quieres que enterremos tus bolas una vez Sehun te las arranque.

Ambos se detuvieron en seco, Hae Joon se estremeció ante lo dicho por su hermano y él hizo una mueca ante el mero pensamiento de ello.

— Si queda algo, querrás decir —dijo Joon preocupado—. Lo más seguro es que me las meterá por la garganta —casi sollozó.

Hae Kyun se echó a reír sin más y Luhan bufó, diciéndole al pobre muchacho que no se preocupara por nada y que él iba a lidiar con el enojo de Sehun para que él no lo molestara por algo que, a fin de cuentas, no era más que su culpa.

Luhan avanzó, saliendo de la cocina hacia el salón de dónde provenía el casi tranquilo eco de voces murmurando y el sonido de alguna melodía. Todos parecían divertirse, mientras él recorría un tanto nervioso el lugar en busca de su novio, o su familia en su defecto.

Myeong Suk fue a la primera que vio, ella ocupaba una silla al fondo del lugar, tenía el ceño fruncido y luego de lo ocurrido en la mañana, ella era la última persona a la que quería acercarse. Siguió buscando hasta finalmente hallar la inconfundible figura de su novio.

En efecto, él estaba parado junto a lado de la entrada al salón, con una expresión de enojo y seguidamente miró su móvil seguramente comprobando la hora. La irritación fue evidente en su rostro, acompañada por un toque de preocupación que lo hizo sentir muy culpable.

Avanzó lentamente entre la pequeña multitud, con una idea en su mente que tenía un cosquilleo recorriendo su cuerpo entero. Él ni siquiera lo vio acercarse al estar completamente concentrado en la entrada.

Se detuvo justo a su lado y lo más rápido que consiguió ser, besó su mejilla. Sehun se giró al instante, más que sorprendido y tan pronto lo vio, frunció el ceño y le dio una mirada de molestia absoluta que pedía una muy buena explicación.

— ¿Disculpa el retraso? —Soltó con una sonrisita apenada.

— Una hora, Wu Luhan. Una hora —farfulló, cruzándose de brazos.

— Lo sé, realmente lo lamento —insistió—, pero había una muy buena razón —afirmó, utilizando en él la misma expresión con la que había logrado que Hae Joon aceptara ir a la última tienda.

Sehun lo miró con ojos entrecerrados, analizando el rostro de su novio. Sus preciosos ojos de ciervo brillaban inocentemente, había un pequeño puchero en sus labios y se preguntó entonces cómo diablos trataba de seguir molesto.

Terminó por suspirar, sonriéndole levemente y acunó tiernamente su rostro para unir sus frentes, mirando directamente a los ojos más bonitos del mundo.

— Mi regalo tendrá que ser impresionante, ¿de acuerdo? —Luhan asintió felizmente y solamente con ello, la satisfacción infló su pecho, porque esa sonrisa era para él.

— ¿Van a besarse? —Escucharon la voz de Hae Kyun.

— Oh, ¿yo puedo tener una fotografía si lo hacen? —Sehun le envió una mirada fulminante a Hae Joon tan pronto como escuchó su voz—. ¡¿Por qué me miras de esa forma?! Luhan me obligó —acusó enfurruñado.

— Debiste decirle que no —bufó.

— ¿Acaso has visto cómo te mira cuando de verdad quiere algo? Simplemente no puedes decirle que no —sentenció.

Tanto Luhan como su hermano comenzaron a reír, mientras Sehun continuaba reprendiéndolo sobre el hecho de que lo había enviado a él porque se suponía era el más responsable de todos. Hae Joon por su parte seguía diciendo que Luhan lo había engañado.

Un agudo chillido fue el que terminó con la infantil disputa y, en un parpadeo, Luhan se vio envuelto entre dos pequeños e inquietos brazos. Miró hacía abajo, encontrándose con la carita sonriente de DongYul.

— ¡Llegaste! ¡Llegaste! —Exclamó con entusiasmo.

Sonrió sin más al menor. Él lo liberó entonces, prácticamente vibrando en su lugar mientras lo miraba como si fuese su héroe.

— Te dije que vendría, ¿o no te lo dije? —Soltó emocionado, mirando a Sehun. Su novio únicamente asintió enternecido.

— Lamento llegar tarde —dijo dulcemente.

— Está bien, ahora estás aquí. Yo te hice un regalo y todo —anunció dando saltitos en su lugar.

— ¿De verdad? —Fingió estar sumamente sorprendido —. Entonces qué bueno que yo también traje un regalo para ti.

Los ojitos del pequeño se iluminaron, una sonrisa enorme se dibujó en su lindo rostro y su vista fue hasta Jung Sun, quien observaba todo a un par de pasos de ellos, luciendo como el hombre más orgulloso de su familia.

— Tío Luhan me compró un regalo, abuelo —anunció, como si fuese el acontecimiento más sorprendente del mundo.

— ¿De verdad? —Habló con exagerado asombro.

— Sí —rió alegremente.

— Vaya, no puedo esperar a ver que es. —DongYul asintió, coincidiendo con el mayor.

Su pequeña mano no tardó nada en tomar la mano de Luhan con su mano izquierda y con la derecha sujetar la mano de Sehun, diciendo que fueran a sentarse para que pudieran probar el ponche porque era increíblemente bueno.

Los gemelos los seguían de cerca y por el rabillo del ojo, Luhan alcanzó a ver lo molesta que lucía Myeong Suk de solo ver a su pequeño hijo cerca de ellos. Ella no dijo nada al respecto mientras la noche comenzaba a avanzar, en cambio, hizo todo lo posible por no tener que estar cerca de ellos.

La fiesta era como cualquier otra fiesta familiar, todo eran risas alegres y tranquilidad. Los gemelos se habían dedicado gran parte de la noche a hablarle de cómo era Sehun en el colegio y lo mucho que volvía loco a sus profesores por su evidente problema con la autoridad.

El tío de Sehun simplemente los apoyaba, dramatizando exagerada y falsamente lo complicado que era cuidar de Sehun y la vez ser el consejero del colegio. Las exclamaciones de algarabía y el sonido de las campanadas anunciaron la media noche sorpresivamente rápido.

— ¡Feliz navidad! —Gritó un alegre DongYul, extendiendo sus brazos hasta abrazar a Luhan.

Todos los ocupantes de su mesa comenzaron a imitar al menor. Jung Sun fue el siguiente en darle sus buenos deseos y abrazarlo, seguido de los gemelos. Quiso acercarse a su novio una vez Hae Joon dejó de abrazarlo y apenas alcanzó a verlo sonreírle, antes de que el pequeño sobrino de éste se pusiera frente a él extendiendo un paquete de colores.

— Mi regalo, mi regalo —anunció con emoción.

Luhan le sonrió, tomando de la mesa una de las bolsas, la más grande en realidad, colocándola en las manos del pequeño. Aprovechando la oportunidad para entregar de igual forma el obsequio dirigido a Jung Sun, a los gemelos y el primer presente que tenía para su novio.

— No tenías que molestarte, Hannie, pero muchas gracias de igual forma. Espero que el regalo que yo tengo para ti también te guste cuando lo veas —La sonrisa resplandeciente de Jung Sun lo contagió, haciéndolo asentir felizmente.

— Muchas gracias, Hannie —dijo felizmente Hae Kyun, abrazándolo.

— Es por eso que eres nuestro amigo favorito —continuó Hae Joon, que igualmente lo abrazaba.

— ¿Qué ese no era yo? —Interrogó con voz bromista Sehun.

— Sí, pero lo pensamos mejor luego de conocer a Lulu —respondió Kyun.

— Porque él es guapo, tierno, divertido y huele muy bien —agregó Joon.

— Ves, yo ya te lo había dicho. Eres feo, aterrador, amargado y hueles raro —soltó dramáticamente el mayor de todos.

— Vete al carajo, viejo —rió, y verlo reír era lo más hermoso del mundo para Luhan.

— Tío Luhan, mira tu obsequio, por favor —suplicó DongYul. Luhan simplemente no podía decirle que no a la carita sonriente y rápidamente quitó la envoltura, encontrándose un cuaderno lleno de brillantina y dibujos en acuarela.

— Esto...

— ¡Te escribí un cuento! —Exclamó—. Es nuestro cuento y tú eres el héroe —explicó con su mirada brillante—. Hay dragones y muchas aventuras, también hice muchos dibujitos. Estos somos tú y yo —señaló la pasta donde se podían ver a dos pequeñas figuras tomadas de la mano—. Papá y el abuelo también aparecen.

Un sentimiento de calidez se instaló en su interior, al igual que la creciente culpa. Para él, saber que el pequeño lo quería tanto era algo maravilloso, pero sabía que al final iba a romper su dulce corazón una vez supiera que iba a llevarse a su tío lejos.

— ¿Yo también puedo abrir mi obsequio? —Preguntó entusiasmado. Luhan apenas asintió.

Su sonrisa no tenía precio y pronto la envoltura fue abierta. Un perfecto círculo se formó en sus labios y su centelleante mirada, tan igual a la de Sehun, fue dirigida a él como si no pudiera creerse que Luhan le regalara eso.

— ¡Es un dinosaurio! —Elevó la voz, alzando lo más alto que podía su muñeco de felpa—. Es un dinosaurio, abuelo.

— Es increíble —habló el hombre, exagerada y falsamente asombrado.

— Muchas gracias tío Lu, voy a cuidarlo mucho y también siempre lo llevaré conmigo —prometió de una forma adorable.

Luhan asintió enternecido, poniéndose a la altura del pequeño y abriendo los brazos para él. Su sonrisa se hizo incluso más grande y sin dudarlo corrió a los brazos del castaño, envolviendo en él únicamente el brazo que no apretaba a su cuerpo el gran dinosaurio de felpa.

Tan pronto Luhan deshizo el abrazo, el pequeño niño fue con los gemelos y Jung Sun para mostrarles mejor su obsequio. Ellos fingían estar maravillados y gracias a ello, el menor ni se percató del momento en el que Sehun tomó su mano y desaparecieron.

Afuera, en el jardín, hacía frío y de todos modos Luhan sentía que su cuerpo estaba a punto de arder mientras Sehun caminaba tomado de su mano. Él lo miró por encima del hombro, esbozando una sonrisa, pero no cualquiera, porque era esa sonrisa que podía hacer su mundo sacudirse violentamente.

— ¿Puedo abrir mi obsequio también? —Luhan asintió torpemente.

Así lo hizo, sacando de la bolsa de regalo la sudadera que le había llevado casi hora y media en elegir. Él parecía fascinado con la prenda, como si en lugar de una sencilla sudadera estuviese mirando la más impresionante creación del mundo.

— Me encanta —aseguró.

Luhan sonrió tímidamente, dándose cuenta que en realidad su corazón había estado latiendo a la espera de una respuesta como esa.

— Yo también tengo un...

— Espera —pidió apresurado. Hurgando en su grueso abrigo—. E-Esto también —balbuceó, dejando torpemente la pequeña caja sobre la mano derecha de su novio.

Evitó mirarlo a la cara, sabiendo que su rostro debía estar completamente rojo. Dio incluso un paso atrás, retorciéndose los dedos a la espera de que Sehun le dijera cualquier cosa sobre ese regalo en especial. El cual en realidad había sido la principal causa de su tardía llegada a la fiesta.

Él más alto lo miró enternecido, abriendo por fin la pequeña cajita. En ella esperaba a ser revelado una pulsera trenzada de brillante hilo color rojo, con un bonito y complicado trabajo de nudos adornando el centro y justo en medio de la figura, un pequeño corazón mineral del mismo color del hilo

— Esto es...

— Un amuleto chino —se apresuró a decir—. Y-Ya sabes, es para la buena suerte —musitó sonrojado.

Sin embargo, Sehun sabía que era más que sólo eso. Cuidadosamente su mano tomó el antebrazo de Luhan, levantando cuidadosamente la manga de su abrigo y cerciorándose que, en efecto, el mismo objeto adornaba la muñeca de Luhan.

Sonrió como el idiota enamorado que era, besando suavemente la pulsera en la muñeca de su dulce chico. Luhan tenía la vista clavada en cualquier otra dirección menos en la suya, pero estaba sonrojado hasta las ojeras y de esa forma delataba el hecho de estar avergonzado.

Observó con mucha más atención el sencillo, pero muy significativo accesorio, porque cada pequeño detalle en él tenía un significado.

El color rojo en la cultura china representa valores y sentimientos tan importantes como la buena suerte, la felicidad, el entusiasmo, la pasión, la justicia y la revolución. También se tenía la creencia de que el rojo es capaz de ahuyentar los males y atraer la prosperidad. Además de ser el color del amor en dicho país.

El nudo en la parte central era conocido como nudo Pan chang, símbolo de buena suerte, amor y solidaridad.

Mientras que el corazón mineral, en dicha cultura era considerado un símbolo del amor eterno y verdadero. Eran un poderoso amuleto y se creía que, para mantener siempre el amor de la pareja, lo ideal era tener dos corazones minerales de tamaño y color idénticos, y que cada uno de los miembros de la pareja lo llevará siempre encima.

Todo eso era una vieja historia que la madre de Luhan les había contado cuando de niños habían preguntado por las pulseras idénticas que ella y su esposo usaban. Ella había dicho que eran un amuleto de amor eterno.

Que debían ser idénticos, justo como lo eran los de ellos y, además, ellos jamás debían perderlos y llevarlo siempre. Eso garantizaría su felicidad y, aunque en su momento Sehun había pensado que era ridículo, en ese momento él no podía estar más contento con el amuleto.

No porque fuera a poner su fe ciegamente en un objeto inanimado, sino por el significado que el obsequio tenía. Porque Luhan lo amaba y quería hacer todo, por más insignificante que pareciera, para asegurarse que estarían juntos.

— Me encanta, la voy a cuidar mucho —prometió, acariciando con sus dedos la palma de la mano ajena.

Luhan asintió tímidamente, tratando de ocultar su rostro con la bufanda que llevaba, sin embargo, Sehun sabía que él estaba feliz. No pudo contener la risita tonta que todas las bellas emociones revoloteando a su alrededor le provocaban. Recordó repentinamente él porque de que estuvieran ahí solos y extendió en dirección a Luhan el obsequio que hasta entonces él notaba.

Lo tomó tímidamente, mirándolo directamente a los ojos antes de cuidadosamente abrir la pequeña bolsita dorada. Sehun se maravilló y se auto felicitó en el segundo que los ojitos de su novio se agrandaron, como no creyendo lo que contenía la bolsita.

Lo sacó con manos algo temblorosas y contuvo el aliento al darle una buena mirada al tierno llavero en forma de un regordete hámster marrón.

— Esto es... —Murmuró aturdido, llevando su vista a su novio.

*~*~*~*

— No, bebé —suplicó su mamá—. No llores más, por favor —pidió tratando de limpiar las interminables lágrimas.

Luhan intentó responder, lamentablemente solamente hubo más llanto. Su madre parecía a nada de ponerse a llorar también y darse cuenta de eso empeoraba la culpa que lo atormentaba y que era la causa de su llanto en primer lugar.

El sonido insistente del timbre se hizo oír por todo el lugar y Luhan, sabiendo quien era, simplemente atinó a llorar con más fuerza. Su madre corrió fuera de la habitación rápidamente, e igual de rápido escuchó los pasos fuera del pasillo.

— ¿Qué sucedió, señora Wu? —Luhan escuchó la familiar voz al otro lado y retrocedió, haciendo sus manos puños y agachando el rostro.

— No lo sé, Hunnie —dijo ella algo aliviada, pese a que la preocupación era igualmente clara en su voz—. Yo simplemente no sé qué pasó, trate de preguntarle, pero no me dice nada —explicó la angustiada mujer.

La puerta estaba cerrada y de todas formas Luhan quiso correr y ocultarse, pero sus piernas no parecían querer moverse. Tenía la noción de que su mamá seguía hablando, pero eso le dio igual tan pronto la puerta se abrió.

El rostro asustado de su mejor amigo fue lo primero que vio, él avanzó sin dudarlo para atraerlo a sus brazos mientras le susurraba que todo iba a estar bien. Luhan negó, ocultando su mojado rostro de la vista de Sehun, porque entonces él iba a descubrir lo que había hecho.

— No llores más, Bǎobèi Lù —pidió, limpiando desordenadamente su rostro.

Luhan cerró los ojos, mordiéndose los labios e hipando sin parar.

— ¿Qué pasó? ¿Te caíste? ¿Te duele algo? ¿Fueron malos contigo? —Interrogó con la voz rota.

Negó a todo, tomando en sus pequeñas manos las de Sehun que acunaban su rostro, tal vez tratando de averiguar algo. Apenas y podía ver a través de las lágrimas, pero de igual forma se esforzó por mirar a los ojos de su asustado amigo para confesar su error.

— P-Perdí a 倉鼠 (Cāngsh”)* —confesó entre sollozos.

*Hámster.

Él lo miró completamente confundido y Luhan se abalanzó para abrazarlo, temeroso de que él decidiera que lo odiaba una vez terminara de entender lo que estaba diciendo.

— L-Lo sien-to —balbuceó dificultosamente.

Sehun le dio una mirada cargada de confusión y a la vez ternura, que era todo lo contrario a la expresión furiosa que Luhan había esperado ver una vez confesara lo que había pasado con su preciado obsequio.

— ¿Perdiste a Cāngsh”? —Interrogó, como procesando la información.

— Perdón —sollozó, abrazándolo con más fuerza.

— Oh, Bǎobèi Lù —habló con voz dulce—. No tienes que pedirme perdón por nada —aseguró.

— Pero tú me obsequiaste a Cāngsh” aunque dijiste que era tu tesoro. Me lo confiaste porque creíste que él sería mi nuevo amigo y que no me dejaría jamás. Aun así yo...

— Todavía me tienes a mí —le recordó con una sonrisa cariñosa.

Los ojitos castaños de Luhan se ampliaron, brillando en parte por las pasadas lágrimas y por la emoción que los latidos felices de su corazón le producían. Sehun retiró con sus pulgares los restos de sus lágrimas y le mostró esa sonrisa de ojitos cerrados que lo dejaba con cosquillas en el estómago.

— Yo nunca te voy a dejar, Bǎobèi Lù.

*~*~*~*~*

Aquel recuerdo le provocó un nudo en la garganta, mientras no podía despegar sus ojos del pequeño y suave llavero de hámster. Era el mismo que Sehun le había dado entonces tras la muerte de su hámster mascota por el cual no paraba de llorar.

Luhan lo había recibido con alegría por ser un regalo de Sehun, prometiendo cuidarlo por siempre y un buen día el llavero simplemente no estaba. Se había ido igual que su mascota y eso le había roto el corazón, pero igual que siempre, Sehun había alejado la tristeza.

— Cāngsh” —pronunció quedito.

— Feliz navidad, nene —habló y cuando Luhan elevó la vista, él sonrió amorosamente.

Conmovido, era una palabra que no alcanzaría en ese momento para descubrir cómo Luhan se sentía con aquel presente entre sus manos. Se movió por impulso, rodeando a su novio con sus brazos y uniendo sus labios a los contrarios.

Escuchó apenas algo como una risita amortiguada, pero no le dio muchas vueltas a ello cuando Sehun lo besaba de un modo que estaba consiguiendo que viera fuegos artificiales. Su cuerpo entero tembló en el instante en que una de las manos ajenas dejó de estar sobre su cintura y subió suavemente por su espalda.

— Vayamos a casa —susurró con su melodiosa voz.

Asintió sin dudar, pese a saber que su rostro debía estar sonrojado y que había una gran posibilidad de que sus piernas no le respondieran correctamente cuando diera el primer paso. Su risa lo obligó a mirar en su dirección una vez más y entonces le colocó la sudadera que acababa de obsequiarle, asegurándose de acomodar bien la capucha.

Uno de sus brazos rodeó sus hombros, Luhan se acurrucó tan cerca como pudo y mantuvo la mirada en el suelo mientras él lo guiaba de vuelta a la fiesta.

— Tío —llamó Sehun, deteniendo su andar—, nos iremos primero —informó.

— ¿Ya se van? ¿Por qué? —Preguntó curioso Hae Joon.

— Mi novio está algo mareado y prefiero que vaya a descansar.

El orgullo en su voz al decir novio provocó una revolución dentro de Luhan, contuvo la respiración y el calor simplemente se disparó en todas las direcciones posible. Al punto que apenas escuchó al tío de Sehun decirles que fueran con cuidado.

Al salir, la mano de Sehun inmediatamente se unió a la suya, adornada por la pulsera roja y el corazón rojo que parecía brillar ante sus ojos.

 

***

 

— ¡Perfecto! —Chilló el entusiasta muchacho, observando con emoción su trabajo. Su amigo únicamente lo miraba con inseguridad—. Pero date la vuelta, mira lo increíble que estás —lo alentó.

El titubeante joven se giró lentamente para mirarse al espejo, asombrándose tan pronto captó su propia imagen y el descubrimiento que de verdad eran los pequeños detalles los que hacían la diferencia.

— Wow —musitó examinándose de pies a cabeza.

— Te lo dije —señaló su alegre amigo—. Eres hermoso, Minnie —sonrió cariñosamente.

— Pero esta ropa es tuya y yo...

— No importa —aseguró—. Está noche es importante para ti y debes lucirte como el chico increíblemente guapo que eres.

— Pero Baekhyun...

— Oh, vamos —bufó—. Chen quiere presentarte oficialmente a su madre, la única persona además de ti que realmente le importa. Quieres impresionarla, ¿verdad? —Minseok inmediatamente asintió—. Eso pensé.

— Baekhyun, pero si yo me voy tú...

— No es la primera Navidad que estoy solo y tampoco será la última, no te preocupes por mí —sonrió despampanante.

— Lo sé. Sin embargo, los años anteriores al menos podías ir donde Suho hyung para molestarlo, pero este año él se fue de vacaciones con su hermano menor y tú no podrás ni recurrir a eso —señaló afligido—. Yo puedo quedarme si tú quieres, JongDae me va a entender —afirmó.

— Nada de eso —sentenció, fingiendo estar molesto—. Te digo que estaré bien. Además, Inkei está conmigo.

— Pero...

— Dije que estaré bien —insistió, al tiempo que el sonido del timbre llenaba el lugar—. ¡Él llegó! —Exclamó, tomando la mano de su amigo para correr en dirección a la puerta.

Minseok trató de protestar, siendo inútil en el segundo que su amigo abrió la puerta y lo empujó directo a los brazos de su novio. La sonrisa del hombre fue lo único que necesito para que su cerebro quedara en blanco.

— Me alegra verte, cariño —murmuró antes de besar suavemente sus labios.

— Bien, yo no necesitaba ver eso —farfulló Baekhyun, devolviéndolo apenas a la realidad.

— Baek...

— Lo quiero en la puerta mañana a las siete am en punto, Kim —dijo con ojos entre cerrados—. Así que ni creas que porque su padre piensa que se quedara esta noche conmigo no significa que harás lo que quieras. Estás advertido —sentenció con su mejor actuación de padre severo.

— Lo que digas, Byun —resopló, provocando la risa de su amigo.

— Espera un segundo, yo...

— Ve, diviértete mucho y haz que la madre de este idiota te ame —animó, regresando su vista a Chen y entrecerrando los ojos una vez más—. Más vale que mañana mi Minnie venga a contarme la increíble velada que pasó, o te cortare el pene —amenazó.

Chen bufó simplemente y Minseok sonrió ya resignado, acercándose a su amigo para tirar de él a un fuerte abrazo. Diciéndose para sus adentros lo afortunado que era de conocer a alguien tan maravilloso como Baekhyun lo era y lamentándose porque sabía, que al final hiciera lo que hiciera, nada alcanzaba para pagarle lo mucho que hacía por él.

— Feliz navidad, Baekkie —susurró.

— Feliz navidad, Minnie —rió dulcemente—. Pero ya ve, no hagas esperar a tu suegra.

— Llámame si algo pasa —pidió preocupado.

— Lo haré, lo haré —mintió y se apresuró a cerrar la puerta tan pronto la pareja dio la media vuelta.

El profundo silencio de su hogar le permitió escuchar a la perfección el momento en que el auto de Chen encendía el motor y se alejaba, dejándolo solo con el absoluto silencio. Inkei apareció, mirándolo con algo de tristeza y él apenas le sonrió.

Era un año más de ser solamente él y su mascota, inventándose que hacer para matar el tiempo antes de su hora de dormir y odiando el silencio de la mansión mientras que los empleados no estaban.

— Vamos, pequeño. Veamos que...

La frase quedó inconclusa ante el sonido del timbre, frunció el ceño dándole una mirada confundida a su mascota. Imaginando que seguramente Minseok había dudado y pedido a Chen que regresaran, fue hasta la puerta y abrió con brusquedad.

— Minseok, te dije que estoy...

Un ramo de rosas fue extendido para él.

— ...bien —musitó apenas.

Incrédulo, elevó la vista, encontrándose con la impresionante sonrisa y mirada centelleante de Chanyeol. Sabía que debía preguntar qué era lo que él estaba haciendo en su casa y también el porqué de las flores.

En lugar de eso, se encontró a sí mismo en los brazos del más altos sin tener idea alguna de lo que estaba pasando en ese momento.

— Feliz navidad, Baekhyun.

Estaba en blanco, podía escuchar a Inkei armando alborotó y él seguía tratando de darle sentido a todo lo que estaba pasando. Escuchó a Chanyeol chillar y apartarse de golpe, mientras él parpadeaba confundido, hasta que consiguió ver como su mascota mordía ferozmente el pantalón del más alto para hacerlo alejarse.

— Quieto, quieto —ordenó Chanyeol, apuntando amenazador a su mascota—. Eres un cachorro muy pero muy malo.

Inkei le ladró, consiguiendo únicamente de ese modo que Baekhyun reaccionara y entonces frunció el ceño, dándole a Chanyeol una mirada fulminante.

— Inkei —llamó e inmediatamente su mascota se sentó.

— Creo que no le agrado —dijo risueño, muy a pesar de la expresión molesta de Baekhyun.

— A mí tampoco —respondió bruscamente—. Así que..., dime qué diablos haces aquí y luego lárgate —ordenó.

—Vine a verte, por supuesto —anunció, pasando por alto completamente el tono brusco en que Baekhyun le hablaba.

— Genial —sonrió falsamente feliz—. Ya me viste, ahora lárgate —exigió.

— Vayamos a la ciudad —dijo con entusiasmo, ignorando la anterior orden de Baekhyun.

— ¿Acaso eres idiota? —Resopló irritado—. Te digo que...

— Tú estás solo hoy, al igual que yo. Así que pasemos navidad juntos —pidió con una sonrisa encantadora.

— Vete al diablo —gruñó—. Tan sólo vete —exigió.

— Baekhyun, por favor —insistió—. Será divertido.

— No.

— Iremos a todos los lugares que tú quieras —ofreció.

— Te dije que no.

— No voy a detenerte si decides que no quieres estar más ahí —prometió.

— ¡Ya sal de mi vista! —Exclamó exasperado.

— Baekhyun, por favor...

— ¿Por qué demonios insistes tanto? —Espetó molesto.

Chanyeol guardó silencio, sus ojos estaban fijos en él causándole un pequeño escalofrío y, al verlo dar un paso más cerca, instintivamente retrocedió.

— No quiero que estés solo —respondió por fin.

Baekhyun abrió la boca en un intento de decirle algo sobre lo que acaba de decir, pero nada salió. No podía negar la sinceridad con la cual él le hablaba y con ello, un nudo se formó en su garganta. Chanyeol tomó ventaja de ello, sus manos tomaron las suyas y tan pronto como Baekhyun elevó la vista, él esbozó una sonrisa cariñosa devastadora.

— Ven conmigo, Baek —pidió con un suave murmullo—. Te prometo que la pasaras bien, y de no ser así, te juró que no voy a hacer nada para impedir que te marches en cuanto lo decidas. —Él acarició sus mejillas con cuidado, alborotando a su muy estúpido corazón.

— De acuerdo —musitó inconforme.

— ¡Genial! —Exclamó él, volviendo a tirar de él para un abrazo.

— ¡L-Las manos lejos, Park! —Chilló, empujándolo de inmediato. Chanyeol simplemente rió con ganas y asintió.

— ¿Nos vamos entonces? —Sonrió, extendiendo su mano en su dirección. Baekhyun frunció el ceño.

— Déjame preparar a Inkei y estaremos listos —masculló molesto, más consigo mismo por aceptar ir que con el propio Chanyeol.

— ¿Él vendrá? —Frunció el ceño.

— Por supuesto —bufó—. Inkei es el único que siempre está conmigo cada navidad y yo no estoy yendo a ninguna parte sin él —sentenció, enfrentando al más alto con una expresión que lo retaba a decirle cualquier cosa en contra.

— Okay —sonrió fácilmente—. ¿Necesitas que te ayude a buscar su correa?

— No. Su abrigo, botas para la nieve y correa están en mi habitación —respondió.

— ¿Le pones todo eso?

— ¿Qué no ves el maldito frío que hace allá afuera? —señaló a la puerta—. No sacaré a mi bebé, así como si nada —sentenció, marchando en dirección a su habitación para buscar las pertenencias de su mascota.

Algunos minutos más tarde, los tres ya abandonaban la residencia de los Byun. Chanyeol tomaba a Baekhyun de la mano, caminando rápidamente por el jardín de la residencia cubierto de blanco, con la sonrisa de un niño y sin dejar de repetir lo divertido que sería.

Baekhyun por su parte gruñía irritado, siguiéndole el paso lo mejor que podía y escuchando ladrar a Inkei con alegría. Llegaron pronto a la entrada, donde el chófer de los Park los esperaba con una sonrisa cortés y la puerta del auto abierta. Baekhyun asintió a su saludo y abordó, sentando a su mascota sobre su regazo.

Inkei ladró, moviéndose inquieto y mirando todo con suma curiosidad cuando el auto comenzó a avanzar. Chanyeol le sonreía enormemente cuando miró en su dirección y él bufó, jalando su mano lejos de la del más alto.

— ¿A dónde demonios se supone que vamos? —Farfulló.

— Iremos a Lotte World —anunció alegremente.

— ¿Estás de broma? —Bufó—. Si quisiera ir a ese lugar, podría hacerlo cualquier día del maldito año.

— Será divertido, te lo prometo —afirmó con seguridad.

— Inkei no puede entrar ahí —masculló irritado.

— No te preocupes, Yong le hará compañía y cuidará bien de él. ¿Verdad, Yong?

— Su pequeña mascota tendrá la noche de su vida —afirmó el amable hombre.

Baekhyun le dio una mirada fulminante por involucrar al pobre hombre, pero asintió de todos modos. Apenas fueron unos minutos antes de llegar y, una vez más, Chanyeol sujetó su mano para guiarlo fuera del auto.

Afuera, las calles estaban más animadas, iluminadas por luces navideñas y adornadas con motivos de la fecha. El chófer bajó rápidamente tras ellos y Chanyeol inmediatamente le entregó al pequeño canino, diciéndole que cuidara bien de él y que lo llamaría cuando fuese momento de marcharse.

Él asintió obediente, acunando cuidadosamente al pequeño perro. Baekhyun bufó antes de acercarse y abrazar a su mascota, diciéndole que fuera bueno. El pequeño animal ladró emocionado, saltando por su propia voluntad al interior del auto cuando Baekhyun lo puso en el suelo y el hombre le abrió la puerta del copiloto.

Se quedó ahí un momento hasta que no fue capaz de ver más el auto. Suspiró entonces, girándose en dirección a la entrada del lugar e hizo una mueca debido a la cantidad de gente que se veía. Pensó en decirle a Chanyeol que ni loco iba a quedarse y antes de poder hacérselo saber, el más alto los arrastró más allá de la entrada del lugar.

— Chanyeol, esto está súper abarrotado. Tardaremos horas antes de poder subir a cualquier atracción —se quejó.

— No te preocupes —sonrió—. Conseguí el Magic Pass Premium, así que tenemos atracciones ilimitadas y sin hacer fila —anunció alegremente.

Ante la respuesta, Baekhyun únicamente rodó los ojos y lo escuchó reír. Él comenzó a arrastrarlo entonces a través del mar de personas, llevándolo por diferentes atracciones.

Baekhyun se dijo a sí mismo que no iba a divertirse, hizo el compromiso de que usaría esa oportunidad para hacerle saber a Park Chanyeol, cuanto odiaba su compañía y, sin embargo, se encontró a sí mismo riéndose con ganas.

No supo en qué momento había comenzado a disfrutar de todo eso, tal vez podría haber sido desde el estudio Geureolssahan Sajingwan, donde Chanyeol no había parado de hacer muecas estúpidamente graciosas para hacerlo sonreír para las fotos.

Podía ser también desde que estuvieron en el VR Space, inmersos en una misión virtual de rescate por el desierto. E incluso estaba la posibilidad de que comenzara desde ahí, mientras ambos se deshacían en carcajadas en la pista de hielo.

Ninguno de los dos sabía patinar, habían besado el suelo más veces de las que podían contar y debían verse demasiados extraños con las piernas temblorosas, riendo como locos y aferrados a las manos del otro.

Probablemente cualquier persona cuerda lo hubiera dejado ya por su propia seguridad, pero ellos...

Ellos seguían manteniendo la creencia que entre más tiempo estuvieran ahí, ellos definitivamente iban a aprender a patinar. Claro, eso si ninguno de los dos se rompía el cuello antes.

Chanyeol pronto lo sacó de sus pensamientos, emitiendo un grito de niña y arrastrándolo al suelo con él. Escuchó el golpe duro de la espalda ajena contra el frío hielo y seguidamente el cayó de narices sobre el pecho del más alto.

Ambos se rieron hasta las lágrimas por ello, Baekhyun fue el primero en incorporarse hasta estar sentado y Chanyeol rápidamente lo siguió, preguntando como todas las veces anteriores si estaba bien.

Asintió sonriente, sintiéndose feliz y conmovido porque, como casi todas las veces anteriores, Chanyeol había hecho lo posible por amortiguar la caída y llevarse casi todo el daño. Lo vio asentir conforme y finalmente decidieron tomar el consejo de algún extraño que les decía que mejor salieran de la pista de hielo.

Ambos se miraron entre sí, a sabiendas de que sería casi imposible salir de ahí de pie sin caerse, rieron con complicidad y gatearon hasta una de las entradas a la pista, donde una joven pareja los ayudó a llegar hasta el lugar donde finalmente se deshicieron de los patines.

Regresando nuevamente a sus pies, Chanyeol tomó su mano y comenzó a correr lejos de la pista, riéndose con ganas.

— ¡Eso fue muy divertido! —Chilló para luego romper en risas. Chanyeol simplemente asintió—. ¿A dónde vamos ahora? —Preguntó con el entusiasmo de un niño pequeño.

— ¿Qué dices de ir a comer algo? —Preguntó, apuntando a uno de los tantos locales en el lugar—. No te prometo una tradicional cena de navidad, pero seguro encontraremos algo que nos guste —rió divertido.

Baekhyun asintió, mirando en todas direcciones con ojos brillantes, llenos de expectativa hasta que su mirada se fijó en algún punto lejano. Su sonrisa se hizo más pequeña y algo que Chanyeol jamás había visto, se reflejó en su preciosa mirada.

— Baekhyunee —llamó desconcertado, tratando de ver por sobre el hombro lo que fuera que el chico miraba.

— Ahora mismo... —Musitó quedito—. ¿Me podrías acompañar a un lugar?

Chanyeol asintió torpemente y él le sonrió a cambio para seguidamente tomar su mano. Caminaron de esa forma hasta la salida del lugar, hasta volver a las concurridas y frías calles de la ciudad. El chófer del más alto ya los esperaba ahí, luego de que él lo llamará un par de minutos atrás.

— ¿A dónde quieren que los lleve? —Preguntó, abriendo para ellos la puerta del vehículo.

— De hecho... —Chanyeol simplemente hizo una mueca en respuesta—, nosotros iremos por nuestra cuenta.

El hombre le dio a Chanyeol una intensa mirada hasta asentir un par de segundos más tarde y pedirle que fuera con mucho cuidado antes de entregarles a Inkei y marcharse.

Una vez que el empleado del más alto se había ido, Baekhyun comenzó a caminar con rumbo a la estación del subterráneo, sosteniendo con fuerza la correa de su mascota. En todo ese tiempo ninguno dijo nada; no mientras Chanyeol lo seguía sin idea de a dónde iban, ni cuando entraron al subterráneo y mucho menos cuando en algún punto del viaje, Baekhyun estrechó su mano con fuerza, como si tuviera miedo.

En su lugar, Chanyeol sostuvo su mano con la misma fuerza, tratando de transmitirle que sin importar nada, él iba a estar a su lado. Inkei, que estaba en sus brazos desde la entrada a la estación, no dejaba de morder su grueso abrigo como exigiéndole bajar, gimoteando cuando se dio cuenta que era inútil.

— ¿Baekhyun? —llamó al llegar a su destino y notar como Baekhyun parecía vacilante al momento de bajar del vagón.

Él no respondió, tomando una gran respiración en su lugar y abandonando el vagón finalmente. Resultándoles más fácil avanzar entre los pasillos de aquel lugar casi vacío, hasta salir de nuevo al frió de la calle.

Caminaron todavía en silencio por las tranquilas calles durante minutos que para Chanyeol parecían eternos. La curiosidad lo estaba matando, y justo cuando reunió el coraje suficiente para preguntarle a Baekhyun por su destino, ellos se detuvieron frente a una modesta casita algo vieja.

Los pasos de Baekhyun vacilaron entonces, hizo una mueca y una melancolía insoportable se reflejaba en todo él. Estrechó su mano con más fuerza, esperando ayudar en lo que fuera al mostrarle su apoyo, pero parecía inútil.

— ¿Baek? —Lo llamó preocupado.

— Yo... creí que podría hacerlo si tú... —Negó con los ojos cerrados—. Mejor vamo...

— ¿Baekhyun? —Una suave y dulce voz se hizo presente en medio de la angustiante indecisión de Baekhyun.

Ambos miraron en dirección a la puerta de la modesta residencia, hallando ahí una mujer mayor, de tierna y cansada expresión, su cabello oscuro ya con algunos hilos plata por aquí y por allá y una sonrisa temblorosa en sus finos labios.

— ¿Eres tú de verdad? ¿No estoy soñando? —Preguntó con emoción, pero sin atreverse a dar un paso en su dirección.

— ¿Todo está bien, querida? —Interrogó un hombre mayor, reuniéndose con su esposa en la puerta y construyendo la misma mueca de asombro al ver a Baekhyun.

— Abuela —susurró con un hilo de voz.

La sonrisa de ella se volvió más grande y lágrimas se aglomeraron en sus ojos.

— Abuelo. —El hombre sonrió entonces.

Chanyeol lo descubrió incluso antes de escucharlo, porque él tenía la sonrisa del pasmado chico a su lado y la mujer tenía los mismos ojos.

— Oh, mi cielo —dijo ella con alegría, andando tan rápido como le fue posible hasta su nieto y rodearlo en sus brazos—. Estoy tan contenta.

— Lo siento —masculló Baekhyun con la voz rota—. Lo lamento por todo este tiempo.

— No importa, nada de eso importa ahora que estás aquí, mi niño —sollozó de alegría, besando una y otra vez el rostro de su nieto.

Chanyeol estrechó un poco el pequeño e inquieto cuerpo de la mascota de Baekhyun, llevando discretamente su vista al hombre mayor que esperaba impaciente a que el abrazo terminara y cuando lo hizo, él tiró de su nieto en un apretado abrazo igual que su esposa.

— Mírate nada más —rió la conmovida mujer, tomando entre sus pequeñas manos las de Baek—. Estás tan grande y guapo —dijo con adoración.

— Tú sigues tan hermosa como la última vez que te vi —afirmó con ternura, besando las pequeñas manos que sostenían las suyas.

Ella rió temblorosamente, de hecho, su cuerpo entero y el de su esposo estaban temblando debido al frío. Chanyeol no dudó, poniendo a Inkei en el suelo para así quitarse su propio abrigo y suavemente colocarlo sobre los frágiles hombros de la dama.

Ella lo miró algo sorprendida, para después esbozar una sonrisa de agradecimiento que él correspondió del mismo modo. Buscó los ojos de Baekhyun entonces, logrando identificar una nota de agradecimiento a través de ellos.

— Será mejor que entremos —ofreció el abuelo de Baekhyun.

El pequeño chico se tensó, luciendo entonces como alguien a nada de salir corriendo y al notarlo, Chanyeol no titubeó para sujetar su mano y llevarlo hasta la puerta de la residencia donde la pareja los esperaba. Inkei fue el primero en llegar, corriendo graciosamente sobre la nieve y ladrando con entusiasmo, como si les pidiera que se dieran prisa.

La adorable mujer cerró la puerta tan pronto entraron, agradeciendo a Chanyeol por el abrigo y alentándolos a ir hasta la sala de estar.

La sala de estar era igual de modesta que el exterior. Las paredes color crema eran en su mayoría adornadas por viejos cuadros y una fotografía de la pareja con una bebé en sus brazos. Había un viejo sofá azul del lado derecho de la entrada y a su derecha un pequeño sofá individual, algunas vez, blanco.

Un gran mueble frente a él con un pequeño televisor y algunos adornos de porcelana en las repisas libres, justo al lado de ese mismo mueble estaba el árbol de navidad adornado en rojos y dorados. Mientras que, en el centro, se situaba una mesita ratona de cristal con flores frescas y dos portarretratos a los lados.

El comedor estaba del lado izquierdo en esa misma habitación, conectando directamente a una pequeña cocina.

— Vamos, tomen asiento —pidió la emocionada mujer.

Ambos asintieron algo torpemente, acomodándose en el sofá azul, mientras Inkei saltaba al sofá blanco y se acurrucaba fácilmente. Ellos por su parte simplemente escuchando a la pareja caminar hasta la cocina y comenzar a decirles que había llegado justo a tiempo para la cena.

El abuelo de Baekhyun sin parar de repetir lo deliciosa que era la comida de su esposa y ella riendo risueña.

— Baekkie, cariño —llamó la dulce mujer y él inmediatamente la miró—. ¿Las galletas de chocolate caliente aún son tus favoritas? —Baekhyun parecía sorprendido en un principio, pero terminó por sonreír apenas y asentir despacio—. Que alegría, yo tenía un presentimiento hoy e hice muchas —rió.

Su abuelo pronto comenzó con las preguntas de rutina sobre la escuela, Chanyeol sabía que de algún modo ellos evitaban todo lo que podían tratar con lo que fuera que tenía aquella tristeza impidiendo que la sonrisa de Baekhyun fuera real.

Trató de distraerse, tomando uno de los portarretratos. En él, dos pequeños idénticos se tomaban de la mano, tenían el rostro cubierto por chocolate y sonreían de forma resplandeciente. La pequeña estaba disfrazada de león, mientras que Baekhyun era la mariquita más adorable que había visto en su vida.

Fue entonces por el segundo portarretratos y en él encontró la fotografía una bellísima chica adolescente, sonriendo con emoción mientras apuntaba en dirección al mar. Un nudo se formó en su garganta, y nuevamente colocó el retrato de la madre de Baekhyun en su lugar.

— ¿Y cuál es tu nombre, muchacho? —Habló el abuelo de Baekhyun, dirigiéndose a él en esa ocasión.

— Me llamo Park Chanyeol —respondió rápidamente, poniéndose de pie para hacer una reverencia a la pareja mayor—. Es un gusto conocerlo y les agradezco mucho haberme invitado a su casa.

— No es nada, querido —respondió la dulce mujer—. Yo soy Young Mi y este guapo hombre es mi querido esposo Bae Ho, somos los abuelos de Baekhyun.

— Mucho gusto —sonrió encantadoramente, haciendo reír a la dulce mujer.

— El gusto es nuestro, cariño —afirmó—. Digo, no todos los días tu nieto trae a su novio —comentó risueña.

— No, abuela, él no...

— Oh, me halaga mucho —se adelantó, sonriendo como nadie—. Espero dejar una muy buena impresión en ustedes.

— Ya lo has hecho, muchacho, ya los has hecho —afirmó alegremente el señor Bae Ho.

Baekhyun le dio una mirada fulminante a su acompañante, quien simplemente seguía con aquella sonrisa bobalicona en el rostro.

— Él no es mi novio —sentenció Baekhyun, con el ceño fruncido.

— ¿No lo es? —Interrogó demasiado sorprendida su abuela.

— Bueno, técnicamente aún no lo soy, pero no me rindo —agregó el más alto con una tonta risita.

— Esa es la actitud, hijo —alentó su abuelo—. Tienes que saber que nuestro Baekkie no será fácil de conseguir, es igual que nuestra pequeña Hye Soo —comentó entre risas.

Sin embargo, la señora Young Mi y Baekhyun ya no reían. Ella tenía entonces una sonrisa melancólica en los labios, al contrario de Baekhyun, que no hacía nada para ocultar la amargura en su rostro. Chanyeol frunció el ceño, odiando el no ver más la sonrisa de su chico y una vez más, tomó su mano sin dudarlo.

— ¿Cómo está tu padre? —Preguntó repentinamente la señora Young Mi.

Baekhyun se tensó, estrechando su mano con más fuerza y a pesar de que miró en otra dirección para ocultarlo, Chanyeol si vio como su labio temblaba debido a las ganas contenidas de llorar y el coraje.

— ¿Cómo pueden preguntar por ese hombre? —Soltó entre dientes.

— Es tu padre —respondió con simpleza el abuelo de Baek.

— Él es el culpable de... —Sus hombros comenzaron a temblar levemente y Chanyeol supo que él lloraba, sintiendo su corazón oprimirse ante ese hecho—. Ustedes ni siquiera deberían querer verme —masculló.

— Eres nuestro nieto, nosotros te amamos. ¿Cómo podríamos no querer verte? —Musitó la dulce mujer.

— Ellas murieron por mi culpa —sollozó.

— Hijo, eso no es verdad. Eras un niño, no tuviste la culpa de nada —afirmó tristemente el anciano hombre.

— ¡Yo estaba ahí! —Los enfrentó, con el rostro bañado en lágrimas—. ¡No puede hacer nada, me quedé paralizado y simplemente vi todo suceder!

Ellos ni se inmutaron a pesar de que él elevó la voz. Él quiso deshacer el agarre de su mano y Chanyeol se aferró a él con fuerza, mirándolo a los ojos cuando él se volvió en su dirección, seguramente listo para exigirle que lo dejara.

— ¿Es por eso que no has venido a casa en todos estos años? —Murmuró ella.

Ambos la miraron, sus cansados ojos estaban llenos de tristeza y a la vez comprensión. Sus pequeñas manos temblaban ligeramente en su regazo y, pese a que la primera gotita salada cayó desde sus ojos, se las arregló para sonreírle a su nieto.

— ¿Cómo podría verlos a la cara después de...?

— Es verdad —interrumpió ella—. Ella era nuestra única hija y, a pesar de que nunca estuvimos de acuerdo con la relación con tu padre, igualmente la amábamos —susurró con voz rota.

— Abuela —murmuró con un nudo en su garganta.

— Sin embargo, cuando tu hermana y tú nacieron, también fue uno de los mejores momentos de nuestras vidas. Ustedes eran una pequeña parte de ella y nosotros prometimos amarlos tanto como a ella —habló su abuelo.

— Los sostuvimos en brazos desde el primer día —relató su abuela, colocando sus brazos como si arrullara a un bebé.

— Ambos heredaron los ojos de nuestra pequeña flor.

— Sabemos que tu risa es igual a la de ella, mientras que la de la pequeña Baekhee se parecía más a la de su padre.

— Heredaste su amable y firme carácter, pero tu hermana tenía esa vibra positiva que contagiaba a todos —comentó con melancolía el hombre mayor.

— Fue un dolor insoportable saber que las habíamos perdido a ambas —musitó con un hilo de voz ella.

—¿Pero sabes?, aunque pensamos que podríamos morir de dolor por la noticia, hubo algo que de todas formas no mantenía de pie —habló con convicción él.

— Nosotros todavía te teníamos a ti y nos juramos superar aquel duro golpe y ser fuertes por ti —explicó amorosamente la anciana mujer.

— Abuela —musitó sollozante.

— Te hemos visto crecer y ni un solo día te hemos amado menos, sin importar nada. Incluso cuando tu padre vino realmente angustiado para decirnos que te gustaban los chicos y no las chicas —Ella se levantó, extendiendo sus manos y Baekhyun las tomó de inmediato—. Jamás te odiaríamos, mi cielo —besó sus manos—. Tú eres todo lo que nos queda de ambas. Así que, por favor, no nos prives de verte.

Baekhyun asintió, con los ojos cerrados y llorando silenciosamente, se puso de pie en un parpadeó, envolviendo sus brazos en torno a la frágil mujer que lo besaba y le susurraba palabras de consuelo. Su abuelo pronto se unió al abrazo, repitiendo sin parar lo orgulloso que estaban ambos de él.

— Estamos y siempre estaremos a tu lado —aseguró el hombre.

— Abuela, abuelo —musitó—. ¿Cómo pueden decirme tales cosas cuando el solo verme debe de recordarles que su hija y su nieta se fueron? —Preguntó entre lágrimas—. Ese día esos hombres iban por Baekhee y por mí. Es más, de no haberse embarazado ella nunca...

— Ella se hubiera ido igual —afirmó su abuela—. Amaba a tu padre profundamente y el saber que ustedes venían en camino simplemente sumaba más a su felicidad.

— Debieron detenerla —masculló con la mandíbula apretada.

— Tu padre es un buen hombre a pesar de todo —argumentó el señor Bae Ho.

— Él de ninguna forma es...

— Te ama profundamente —interrumpió la bella mujer—. Ese hombre se culpa y se ha culpado a sí mismo todos estos años por la muerte de Hye Soo y Baekhee, es por eso que te protege tanto.

— Sabemos que tú no lo aceptas, pero durante todo este tiempo, es él quien nos ha mantenido al tanto sobre ti —admitió el hombre mayor—. Eso es algo que siempre le hemos agradecido.

— Él incluso nos ha enviado fotografías tuyas —rió tras decir eso.

Esa información no pareció servir de nada para ablandar el corazón de Baekhyun. La pareja mayor al notarlo se miró entre sí sin saber qué más decir y un pesado silencio se instaló en la habitación. Baekhyun se puso de pie, con el semblante sombrío y Chanyeol de inmediato supo que él diría que era hora de marcharse.

— Baek...

El repicar de las campanas que anunciaban la media noche interrumpió lo que fuera que la señora Young Mi estuviese por decir y Chanyeol saltó de su lugar, jalando a Baekhyun a sus brazos.

— ¡Feliz navidad, Baekkie! —Exclamó más nervioso que feliz.

La pareja rápidamente entendió lo que trataba de hacer y con sus expresiones más alegres se unieron al abrazo, deseando felicidades y tras eso se desaparecieron en un parpadeo, dirigiéndose hacia la cocina, para así evitar que Baekhyun les dijera que se iba.

— Tú...

Lo que fuese que iba a reprocharle, Chanyeol se aseguró de callarlo con un rápido beso en los labios. Vio a Baekhyun sonrojarse hasta las orejas y casi correr al otro lado de la habitación, apuntando con su dedo totalmente escandalizado.

— ¡¿Q-Qué demonios?! —Chilló.

— Muérdago —respondió con simpleza, agitando en alto lo antes mencionado.

— ¡E-Eres un idiota, Park! —Exclamó antes de huir a la cocina con sus abuelos.

Logró escuchar unas cuantas risitas provenientes de la cocina y rápidamente fue hasta ella. Baekhyun le dio una fea mirada, escudándose tras su abuela. La amable mujer ni siquiera lo notó, empujando en las manos de su precioso niño, un tazón repleto de galletas.

— Es un hueso duro de roer, ¿no es así? —Suspiró exageradamente el anciano hombre.

— Afortunadamente yo no me doy por vencido fácilmente —sonrió tontamente.

— Te daré un solo consejo y advertencia —murmuró seriamente el hombre mayor.

— ¿Un consejo y advertencia? —Inquirió curioso.

— El consejo es que lo hagas sonreír siempre —dijo solemnemente.

— ¿Hacerlo sonreír?

— Ese es mi secreto, de esa forma conquisté a mi querida esposa. Dios, debiste verme en la universidad, yo era probablemente el muchacho más feo que tú hubieses conocido, pero él siempre ser capaz de poner una sonrisa en esos labios, me hizo acreedor al honor de casarme con la mujer más hermosa del mundo. Además, esa fue también la mejor arma del padre de Baekhyun —afirmó con seguridad.

— Hacerlo sonreír siempre, lo tengo —dijo entusiasta—. ¿Cuál es la advertencia? —Interrogó interesado.

— Esa, mi querido muchacho... —Rodeó con uno de sus brazos los hombros del más joven—. La advertencia es que, si tú llegas a hacer llorar a mi pequeño, no habrá lugar en el mundo en el que puedas ocultarte de este viejo —soltó con una sonrisa de falsa amabilidad.

Chanyeol lo miró impresionado, apenas creyendo que el hombre acababa de amenazarlo. Una sonrisa se dibujó en sus labios y asintió, aceptando por completo lo que él le había dicho.

Las siguientes horas la pasaron entre comida casera, galletas de dulce chocolate, palabras amorosas y sumergiéndose en anécdotas mientras observaban un viejo álbum familiar. En cada fotografía en la que Baekhyun aparecía, Chanyeol sólo podía ver total y completa felicidad.

Todo completamente distinto a la máscara con la que Baekhyun le decía al mundo que todo estaba bien con él. Inconscientemente, su mano buscó la de Baekhyun en algún punto de una de las tantas anécdotas y él la tomó de vuelta sin dudarlo.

Se quedaron hasta que el reloj marcó las 2:35 de la madrugada, rechazando varias veces a la pareja que insistía en que debían quedarse. Chanyeol sabía que Baekhyun los rechazaba por el simple hecho de necesitar tiempo para calmar sus emociones, por lo que apoyó su decisión de marcharse en todo momento.

— Vendré el próximo fin de semana, lo prometo —dijo al tiempo que abrazaba con fuerza a la pareja mayor.

— ¿De verdad? —Interrogó insegura la dulce mujer, sin tener el valor de dejar a su nieto ir de sus brazos.

— No se preocupe, abuela. Tiene mi palabra de que yo mismo voy a traerlo —aseguró sonriente.

Eso pareció tranquilizarla un poco más y únicamente por ello, no le importó la mirada fulminante que Baekhyun le dirigió.

— No la llames abuela —farfulló Baekhyun.

Ella liberó finalmente a su nieto, besando rápidamente su mejilla y tras eso abrazó con fuerza y brevemente a Chanyeol, permitiéndoles irse a final de cuentas.

Las calles a esas horas estaban vacías y silenciosas, Inkei estaba completamente dormido en los brazos de Chanyeol y ellos caminaban de la mano. Algo estaba en la mente de Chanyeol en ese momento, pero no se atrevía decirlo presa de los nervios.

— Gracias por todo —habló Baekhyun, al llegar a una avenida que se dividía en dos caminos.

— No hay nada que agradecer —respondió rápidamente, estrechando a Inkei en sus brazos justo cuando Baekhyun soltó su mano. Como si únicamente eso fuese a evitar que él se fuera.

— Bueno, yo iré por ese camino —señaló a la izquierda y luego extendió los brazos, pidiéndole entregar al dormido can.

— ¿Irás tú solo? —Interrogó estúpidamente.

— Me sé cuidar solo —aseguró, moviéndose para tomar a su mascota por sí mismo.

— Pero ya es muy tarde —señaló, tratando de que el animalito no le fuera arrebatado—. Es peligroso.

— Estaré bien —sentenció irritado.

— Ven a mi casa —soltó apresurado una vez Baekhyun logró sacar a Inkei de sus brazos.

— ¿Qué?

— Quiero que vengas a mi casa —repitió más seguro de sí mismo—. Me gustaría pasar lo que resta de esta noche a tu lado.

Baekhyun frunció el ceño, negando con molestia. —Chanyeol, esa vez dejé muy en claro que sería algo de una vez, así que no...

— No quiero sexo —interrumpió bruscamente—. Quiero pasar esta noche contigo, charlando o lo que sea. Por favor, ven conmigo —pidió esperanzado.

El más bajo primero lo miró completamente sorprendido y momentos más tarde permaneció pensativo, mirando indeciso entre el camino y él. Un sonoro suspiro abandonó sus labios y con una mueca de disgusto terminó asintiendo al pedido del otro.

— De acuerdo, pero llama a tu chófer para que venga por nosotros.

— ¡Genial! —Exclamó emocionado, tirando de Baekhyun a sus brazos—. Te prometo que valdrá la pena —dijo todo sonrisas, apresurándose a hacer la llamada.

Baekhyun no dijo nada más, pero de algún modo ya no le parecía tan buena idea su decisión.

 

***

 

Sus manos temblaban, sus piernas también y a esas alturas, estaba seguro de que no había ningún rincón de su cuerpo que no estuviera temblando debido a…

¿Podía llamarlos nervios?

¿Mariposas en el estómago?

¿Anticipación?

¿Tal vez frío?

No sabía cuál elegir, a pesar de estar seguro de que no tenía nada de ver con el temor o la duda. Se aventuró a elevar la mirada, sintiendo una corriente eléctrica en cada una de sus terminaciones nerviosas tan pronto sus ojos chocaron con los orbes oscuros de Sehun.

— ¿Tienes frío? —Susurró, acunando tiernamente su rostro.

Luhan sacudió su cabeza a modo de negativa. Una sonrisa dulce se extendió en los labios de su novio y seguidamente él besó su frente tiernamente, después la punta de su nariz y finalmente, buscó sus labios con la misma dulzura.

Se estremeció, correspondiendo torpemente, como si se tratara de la primera vez que él lo besaba. Él sonrió contra sus labios antes de abandonarlos, lo envolvió en sus brazos y suspiró contento, como si ese momento fuera el mejor que había vivido hasta entonces.

Para Luhan, había un sin fin de cosas que quería decirle a él, pero cada vez que trataba de hacerlo, nada salía de sus labios. En ese aspecto algunas veces él envidiaba a Sehun, su novio siempre lo hacía ver tan fácil y natural.

— Te amo —le susurró al oído.

Luhan lo miró a los ojos, empapándose con la intensidad de esos ojos que lo veían como si fuera el tesoro más precioso del mundo entero. Él lo veía de una forma que lo hacía sentir como la persona más perfecta y maravillosa existente.

— ¿Cómo puedes decirlo tan fácilmente? —Murmuró, hipnotizado por el calor de esa mirada.

Sehun rió de una forma preciosa, estrechándolo ligeramente más fuerte, lo besó rápidamente y, cómo si todo fuese un secreto que nadie más debía escuchar, acercó sus labios a su oído.

— ¿Te gustaría más si no lo repitiera tanto?

— No —respondió sin dudar.

Su sonrisa se volvió un poco más amplia, sostuvo con delicadeza su mentón y sus labios volvieron a probarse.

Su boca era tan dulce como nada que Luhan hubiera probado antes. Se aferró a él, rodeándolo con sus brazos como si su vida dependiera de ello. Las manos ajenas fueron hasta su cintura, acercando sus cuerpos más, como si quisiera estar lo más cerca humanamente posible.

La diestra de Sehun acarició su camino en su espalda hasta que sus dedos rozaron su nuca y un sonido, algo que Luhan solamente había escuchado de sus propios labios por curiosidad adolescente, murió dentro de aquel tierno beso.

Ambos pusieron distancia, la vergüenza calentó sus mejillas y apenas se atrevió a mirar a la cara de su novio. La mirada de Sehun se oscureció de una forma que él jamás había visto cuando sus ojos se encontraron.

Se congeló, pensando en una explicación para darle, al no saber cómo interpretar la forma en la que él lo veía. Nada coherente venía a él, sin embargo, esperó en su lugar la reacción que él tendría y como respuesta obtuvo sus labios.

Un beso profundo, agresivo, que amenazaba con devorarlo, pero que de algún modo seguía teniendo esa ternura con la que su novio siempre lo trataba. Se esforzó por corresponder con el mismo ímpetu y su cuerpo tiritó de principio a fin cuando él mordió cariñosamente su labio inferior. Luhan conocía el gesto a la perfección y no titubeó al conceder su permiso, permitiendo que libremente tomará lo que quisiera.

Su traviesa lengua buscó la suya, instándole a saborear su boca como Sehun hacía. Tembló en sus brazos sin saber elegir entre la sobrecarga de sensuales emociones o el temor que todas ellas le provocaron.

Sehun le concedió un momento para respirar, uno que apenas sirvió cuando esa mirada enigmática y seductora lo tenía como su objetivo. Su dedo pulgar trazó su labio inferior lentamente, la traviesa y audaz lengua lamió esos labios que hasta hace nada le robaban el aliento y él no podía quitarle los ojos de encima.

La comisura de eso labios se elevó en una sonrisa seductora que volvió sus piernas inestables. Besos juguetones se presionaron a lo largo de su mentón, con un maravilloso contraste de labios tibios y el frío de los aros que adornaban su labio inferior.

El sonido, escapó por segunda ocasión de sus labios cuando los besos llegaron a su cuello, sus ojos se cerraron en parte por la vergüenza y en parte por lo bien que no podía admitir que se sentía. Sehun se detuvo de la nada con su rostro enterrado en el hueco de su cuello, aspirando la fragancia de su piel y haciéndole cosquillas con su respiración.

No tuvo el valor de abrir los ojos, aferrándose un poco más fuerte al cuerpo de su novio. Los nervios tratando de comérselo vivo y, de todos modos, a la espera de que era lo que iba pasar entonces.

— No puedo más —escuchó su voz murmurante—. Déjame ir más lejos que esto.

Tembló inevitablemente, su estómago se retorcía de angustia y su respiración se agitó cuando las maliciosas imágenes de horribles eventos pasados bailaron en su memoria.

— Mírame, cariño —susurró con ternura, acunando su rostro.

Luhan abrió los ojos lentamente, llevando sus manos hasta las de él, porque siempre que se tomaban de las manos, todo era menos aterrador.

— Yo nunca te haría daño —le recordó, besando castamente su frente—. Sé que te asuste, pero jamás te obligare a hacer nada que te haga tener miedo. Tú no tienes que…

— Quiero —interrumpió, tan valiente como no se sentía.

Sin embargo, él era su Sehun y todavía con el hecho de que aquello daba algo de miedo, él de todos modos quería hacerlo, deseaba experimentar cualquier cosa que Sehun quisiera mostrarle.

— No, mi amor —susurró con su voz colmada de amor—. No tienes que…

— Quiero hacer esto —musitó, llevando sus manos hasta el zipper del suéter que Sehun usaba. Él no lo detuvo—. Ta-Tal vez no puedo llegar hasta el final y voy a tener un poco de miedo, pero…

— Luhan —detuvo sus manos a mitad de camino cuando trataba de hacerlo caer por sus hombros—. No estás…

— Pero se sentía bien —musitó tan bajo que apenas y logró escucharlo bien—. Cu-Cuando me besaste el cuello, me gusto —confesó—. Además… —Luhan se humedeció los labios, clavando sus ojos en el suelo,

— ¿Además…? —Lo alentó, necesitando escuchar cualquier cosa que Luhan tuviera que decirle.

Sus dientes atraparon su hinchado labio inferior, sus manos se apretaron a los lados del suéter que con anterioridad trataba de quitarle y sus preciosos ojos de ciervo volvieron a chocar con los de Sehun, brillando de forma indescriptible. Color rojo coloreando sus mejillas.

Sehun tragó, bajando la mirada a través del cuerpo ajeno y se vio obligado a ahogar un jadeo al descubrir lo excitado que Luhan estaba, pero no se atrevía admitir en voz alta. Era demasiado para Sehun, y Luhan mismo lo quería tan mal.

El tiempo pareció congelarse para ambos y Luhan apenas logró hacerse del valor suficiente para volver a mirar a los ojos de su novio. Él lo besó a cambio, dulce y dominante, mordiendo y chupando sus labios. Mareándolo, haciendo a su cuerpo temblar y a su corazón explotar en desbocados latidos.

Lo abrazó con todas sus fuerzas temiendo que sus piernas cedieran, apenas consiguiendo que ellas cooperaran cuando Sehun comenzó a guiarlo en alguna dirección. Chocó con la orilla de su cama, pensando entonces en preguntar qué estaba pasando.

No lo hizo, más sin en cambio. Era incapaz de pensar cualquier cosa cuando él lo miraba con esos predadores ojos, como si quisiera atacarlo. Pese a eso, Sehun todavía besó su mejilla con suavidad, frotando sus manos en su espalda con ternura.

— ¿Estás seguro de esto? —Murmuró con su dulce voz.

El corazón de Luhan se estremeció, sabía que no podía asegurar al cien por ciento no sentirse asustado. Pero una vez más, era Sehun con quien estaba y él no iba a hacerle daño. No cuando Sehun en sí mismo, era la persona más dulce que él hubiera conocido nunca antes y él tenía la fortuna de ser la persona que tan maravilloso hombre amaba.

¿Podía ser más afortunado que eso?

Él sabía que no, y por eso mismo asintió. Porque no mentía al decir que quería continuar adelante, además del hecho de que la sonrisa que Sehun esbozó para él entonces, lo haría cruzar el infierno doscientas veces si eso la mantenía.

— Vamos a quitarte esto, en ese caso —susurró sensualmente.

Una vez más asintió un poco ido y un poco nervioso, dejándose hacer cuando él retiró su delgado suéter. Era invierno y sabía que lo más natural sería que estuviera temblando al solamente estar cubierto por una delgada camiseta y, sin embargo, Luhan sentía su piel arder bajo la mirada de Sehun.

— ¿Estarás bien sobre tu espalda? —Interrogó, pese a que lentamente estaba llevándolo a recostarse. Luhan tan sólo asintió tímidamente—. ¿Me dirás si algo duele o te asusta? —Asintió por segunda vez.

Suspiró profundamente al estar totalmente recostado. El cuerpo de Sehun cubrió el suyo y apenas consiguió sonreír tímidamente. Su sonrisa embriagadora lo recompenso, un tierno beso presionó sus labios y por un momento se quedaron de ese modo.

Simplemente mirándose a los ojos. Luhan se perdió en ellos, en la adoración absoluta con la que ellos lo observaban. Porque una mirada de eso ojos era lo suficiente para hacerlo sentir invisible y único.

Sehun lentamente cortó la distancia, devolviéndolo al aquí y el ahora. Hubo apenas un rose de labios entre ellos, el beso real fue en la comisura de sus labios, siguiendo hasta su mentón y hasta su cuello. Jadeó, con cada uno de ellos.

Su cuerpo se sacudió y gimió al sentir sus dientes mordiendo su manzana de Adán, él chupó la agredida piel y lo hizo retorcerse mientras el calor se propagó como fuego. Cerró los ojos aterrorizado por la intensidad de las sensaciones.

Escuchó a Sehun reír suavemente, sintió la mano ajena descendiendo sobre su pecho y tembló, abrumado, temeroso e inseguro.

— Se-Sehun —llamó nervioso, buscando a tientas la mano extraña que trataba de ir bajo su ropa.

— Mírame, bebé —ordenó con voz baja. Luhan buscó sus ojos oscuros obedientemente, sintiéndose arder bajo la intensidad de estos—. Soy yo —susurró amorosamente y Luhan perdido la voluntad para detener su mano—. No despegues tus ojos de mí —pidió.

— Sí —murmuró hipnotizado.

— Son mis manos las que te tocan, amor. —Él se inclinó hasta que sus labios se rozaron y Luhan supo que había perdido la batalla, cualquiera que esta fuera—. Nunca te haría daño —prometió, antes de finalmente besarlo.

Manos inquietas se colaron bajo su camiseta, su piel se sentía en llamas ahí donde Sehun lo tocaba. Sus labios jugueteaban en su cuello, alterándole la respiración. Podía escuchar quedos gemidos emitidos por su boca y el calor de su cuerpo en aumento mientras su pantalón comenzaba a sentirse como una camisa de fuerza.

— Te quitaré la camiseta. ¿De acuerdo, cariño? —Preguntó dulcemente.

Luhan asintió, desesperado por liberarse de la tela que se sentía como brasas sobre su sensible piel.

— Por favor —pidió suplicante—. Quítala, quítame la ropa.

— Esa es la idea, nene —respondió con un seductor tono de voz que le cortó el aliento.

Su camiseta abandonó su cuerpo y fue a parar al suelo junto a la cama. Se humedeció los labios, buscando controlar la molesta sensación que lo hacía querer pedirle ponerla de vuelta. Las manos ajenas recorrieron su torso desnudo y gimió temblorosamente.

— Mírame, bebé —solicitó dulcemente. Luhan obedeció.

Labios suaves tomaron su boca, robándole la respiración. Sus manos acunaron el rostro del más alto, no queriendo que eso terminara nunca. Lo escuchó gruñir dentro de su boca, atrapó su labio inferior entre sus dientes y seguidamente su lengua invadió y conquistó todo a su paso.

La ternura ya no tenía lugar y Luhan sentía que se derretía bajo el peso de Sehun. Fuego recorría el camino que las manos de Sehun dibujaban en su piel y lo único que podía hacer él, era temblar bajo su toque.

La diestra de Sehun acarició su pecho lentamente, bajando hasta su vientre y presionando sobre su entrepierna, arrancando de sus labios un jadeo de sorpresa y placer.

— Estás duro —murmuró seductoramente.

Luhan por su parte, se debatió sobre la respuesta a esa afirmación, preguntándose si lo correcto era asentir, negar lo obvio o culparlo por completo por provocar todo eso en él. Sehun dirigió su vista al mismo lugar donde su mano descansaba, lentamente abrió el botón de sus jeans y siguió con el zipper segundos después.

Él lo observó inmóvil, tragando el nudo en su garganta. Los dedos del más alto juguetearon sobre su ropa, tocando apenas con la punta de sus dedos, arrastrándose por encima de su miembro despierto.

— ¿Alguna vez has sentido esto antes? —Interrogó, su voz era baja, sensual.

Luhan estaba en blanco, incapaz de formar un pensamiento coherente. Sehun lo observaba atentamente, esperando, y justo cuando Luhan logró entender que él quería una respuesta de su parte, él se mordió el labio inferior traviesamente, hundiendo su mano bajó la tela y envolvió con su mano la dolorosa erección del castaño.

Luhan jadeó en respuesta, arqueando su cuerpo en busca de las caricias del más alto. Lo escuchó reír por lo bajo antes de que trazara un camino de húmedos besos de su hombro hasta su cuello, y él tuvo que ahogar en su garganta un gemido.

— ¿Luhan? —Llamó seductoramente, recordándole que le debía una respuesta.

— U-Una vez —balbuceó apenas.

— ¿Es así? —Luhan asintió, mordiéndose los labios.

Su cuerpo estaba temblando, se retorcía necesitando que Sehun dejara de acariciarlo con esa lentitud y al mismo tiempo que no se detuviera por nada del mundo. Deseaba pedirle que hiciera algo, cualquier cosa que le diera su liberación.

— ¿Cómo fue, Luhan? —Musitó, lamiéndole los labios.

Sus manos tiraron de él para besarlo, mezclando sus gemidos con los sonidos de sus besos. Empujándose contra la mano de Sehun, acercándose al borde de su placer y saboreando el ponche navideño en la boca de su novio.

Todo se detuvo abruptamente de un momento a otro, la dulce fricción se fue, privándolo de su placer y Sehun rompió el beso.

— No —lloriqueó, indeciso entre pedirle que lo besar o que lo hiciera correrse.

— Cuéntame, Bǎobèi Lù —pidió, besando apenas su mejilla—. Quiero saber.

Gimió frustrado, cerrando los ojos y maldiciendo para sus adentros al pelinegro por querer tener la maldita conversación justo cuando Luhan estaba tan dolorosamente excitado.

— F-Fue en secundaria —comenzó con voz temblorosa—. E-Ese día Seohyun me invitó a su casa y…

Sehun frunció el ceño, incorporándose a medias para quitar su propia camisa. Luhan inhaló bruscamente, recorriendo hipnotizado cada centímetro del torso del más alto y casi poniéndose a llorar cuando su entrepierna palpitó por la visión.

— Te escucho, bebé —habló sacándolo de sus pensamientos—. La perra te invitó a su casa y...

— E-Ella m-me mostró sus pechos —confesó nervioso, consciente de que el ceño fruncido de Sehun podría ser una mala cosa.

— ¿Eso te excito? —Susurró, acariciando por sobre la ropa su miembro. Luhan gimió quedito, negando frenéticamente—. ¿No?

— M-Me asusté y me fui. —Sehun entrecerró los ojos, no creyéndole tal vez.

— ¿Sí?

— Sí —gimió audiblemente, incómodo y ansioso—. T-Te vi cuando llegué a casa.

— ¿Me viste? —Arqueó una ceja, confuso.

— T-Te estabas masturbando y… y yo…

La sonrisa más malditamente sexy que Luhan había visto se dibujó en esos labios que lo enloquecían. Su mano caliente se cerró sobre su miembro una vez más y Luhan gritó extasiado, empujando sus caderas al encuentro de la deliciosa caricia.

— ¿Te gusto, Luhan? —Gruñó—. ¿Quieres verme hacerlo para ti?

— Sehun, por favor —sollozó desesperado.

— Lo sé, bebé. Yo haré que te corras.

Una sonrisa traviesa se dibujó en esa tentadora boca, la misma que plantó un dulce beso en su pecho antes de tomar uno de sus pezones. Su mundo dio vueltas y su pene se sacudió por la sobrecarga sensorial.

Gimió desesperado y cerró los ojos, saboreando cada segundo de las ardientes caricias. Manos temblorosas fueron a la cabeza de Sehun, pasando sus dedos por el suave cabello negro, con la única finalidad impedir que su boca dejara de complacerlo.

Suspiros y jadeos llegaban a su oídos, él reconocía su voz en cada uno de ellos. La mano libre de Sehun acarició uno de sus costados y esa pecaminosa boca comenzó a repartir besos de su pecho a su vientre. Gimió al sentir los dientes ajenos pellizcar gentilmente la piel de su vientre.

Sus manos empuñaron ligeramente el cabello negro de Sehun y su cuerpo se retorció bajo la desquiciante necesidad de más. Sehun apartó sus manos y devoró su boca, sintió las manos ajenas en sus caderas y sus ojos se prendaron por unos segundos en los oscuros orbes ajenos que, de algún modo, trataban de transmitirle calma.

— Levanta tus caderas, cielo —pidió dulcemente.

Luhan obedeció, aguardando y miró paralizado como Sehun bajaba lo suficiente sus pantalones y liberaba su dolorosa erección.

Las prendas fueron retiradas con tortuosa lentitud para terminar en algún rincón en el suelo. El calor llenó el rostro de Luhan y todo lo que podía hacer era rehuir a la hambrienta mirada que él le daba. Cálidas manos hicieron su camino desde sus rodillas hasta sus muslos, robándole la respiración y abriendo sus piernas.

Un escalofrío le recorrió la espina dorsal, producto de los tiernos besos que se presionaban en el interior de sus muslos. Para ese momento el cerebro de Luhan se había apagado y aún con ello, se aventuró a bajar la mirada. Sehun lo miró de vuelta entonces y únicamente con ello, Luhan sabía lo que probablemente estaba por venir.

— Se-Sehun, es-espe…

Él no lo escuchó, su boca lo tomó profundamente y él gritó mientras su cuerpo se sacudía violentamente con la deliciosa y devastadora sensación. Estaba dividido entre el placer que recorrió cada terminación nerviosa de su cuerpo y el temor debido al extraño sentimiento.

Se aferró con todas sus fuerzas de las mantas que cubrían la cama de Sehun, jadeando pesadamente, casi amortiguando los obscenos sonidos de la boca que lo estaba arrastrando al más intenso placer que nunca antes había experimentado. Se mordió los labios y cerró con fuerza los ojos, abrumado por la intensidad del momento.

Sin embargo, aquel lamentable intento de escape simplemente sirvió para intensificar cada delicioso segundo de ello, haciéndolo temblar y balbucear incoherencias.

— Tus ojos en mí, Luhan —ordenó con un tono bajo, hechizante.

Él entreabrió los ojos, respirando con dificultad y emitiendo gemidos entrecortados. La más dulce de la sonrisa le fue dedicada y Luhan sabía que estaba mal lucir esa sonrisa cuando su mano subía y bajaba perezosamente a lo largo de su miembro.

— Hunnie —gimoteó.

— Lo sé, amor —murmuró, luciendo aún esa sonrisa suya que iba matarlo.

Lo vio relamerse los labios y segundos después lo lamió desde la base hasta la punta, presionando su piercing en el proceso. Gritó, su cuerpo se arqueó al punto que fue doloroso y su cabeza comenzó a darle vueltas, mientras esa lengua jugueteaba en la punta.

El aire se sentía insuficiente mientras luchaba por respirar y no ahogarse en el placer que se arrastra sin piedad por todo su cuerpo. La caliente boca lo tomó por segunda vez y chupó con fuerza, haciendo a su cuerpo sacudirse.

El nombre de Sehun abandonó sus labios como un mantra que trataba de igualar los temblores de su cuerpo, sus caderas se empujaron al encuentro de la boca de Sehun cada vez más rápido y tratar de callar sus gemidos fue inútil a ese punto.

Miró hacía abajo cuando su bajo vientre comenzó a cosquillear y la imagen de la boca de Sehun chupándolo con avidez, fue lo único que hizo falta para desencadenar el infierno en él.

— ¡Oh, por dios!

Él gritó mientras se corría, su cuerpo convulsionó violentamente, puntos de colores brillaron tras sus párpados, una corriente eléctrica se disparó por todo su cuerpo, su cuerpo pareció entrar en combustión y su mundo estalló en un devastador orgasmo.

El tiempo pareció congelarse mientras se abrazaba al más increíble placer que jamás había experimentado. Su mente se fue lejos una vez la bruma de éxtasis comenzó a dispersarse, dejándolo mareado, desorientado y, aunque sabía que podía escuchar su nombre en algún lugar, finalmente fue arrastrado a la oscuridad.

Sehun en cambio, lo observaba apenas creyendo que él realmente hubiera hecho que su dulce novio se quedara inconsciente. Sonrió divertido y a la vez enternecido, levantándose de la cama para así poder limpiar el lío que acaban de hacer y conseguir ponerle el pijama.

Porque tan caliente como sería dormir desnudos, Luhan todavía se podía enfermar y él no estaba permitiéndolo.

— Descansa, amor —susurró una vez estuvo todo hecho.

Besó castamente su frente y lo envió en sus brazos, sintiéndose absurdamente feliz.

 

***

 

El eficiente empleado de los Park, apenas y los había hecho esperar tras la llamada de Chanyeol, apareciendo en un parpadeó y con la misma rapidez los había llevado hasta la residencia de los Park. Baekhyun secretamente había esperado que los padres de Chanyeol estuvieran ahí cuando llegaron, pero ahí no había nadie más que ellos.

— ¿Y tus padres? —Preguntó curioso.

— Los señores van todos los años a la fiesta organizada por la iglesia y no vuelven hasta el día siguiente —respondió el simpático hombre.

— ¿Ellos te dejan solo? —Soltó bastante sorprendido.

— No. De hecho, se supone que yo debería haber ido a la fiesta como todos los años, pero me las arregle para conseguir que me dejaran quedarme.

—¿Por qué?

No hubo respuesta a ello, Chanyeol tan sólo le dio una intensa mirada que hizo sus piernas temblar y erizó su piel. Desvió rápidamente la vista hasta un jarrón que de la nada era súper interesante.

— Entonces, si no me necesita para nada más, joven Park, yo me retiro a descansar —habló nuevamente el chófer.

El chico asintió, sin despegar sus ojos de hombre hasta que abandonó por completo la habitación. Se volvió hacia su invitado una vez estuvieron solos, tomando su mano y arrastrándolo hasta la biblioteca.

Baekhyun no tuvo oportunidad alguna de pedirle explicación alguna o decirle que se detuviera, no era como que quisiera de cualquier forma. Por lo que, simplemente se dejó hacer hasta estar dentro de la habitación.

Giró en su lugar, recorriendo y grabándose cada detalle de la amplia habitación, escuchó a su mascota ladrar e inmediatamente puso su atención en él, descubriéndolo a un par de metros, gruñendo y en posición de ataque frente a la chimenea que Chanyeol acaba de encender.

— Puedes ladrarle todo lo que quieras al fuego, pero nada de tratar de morderlo —advirtió seriamente su anfitrión. Inkei se sentó, ladeando su cabecita como si tratara de darle sentido a las palabras del chico.

Él le sonrió algo divertido, dirigiéndose entonces al escritorio cerca de un gran ventanal. Rebuscó algo en alguno de los cajones y para cuando lo obtuvo, elevó en alto lo que parecía una botella de vino y dos copas.

— ¿Te gusta el vino tinto? —Preguntó, pese a que ya estaba sirviendo.

Baekhyun se encogió de hombros y fue hasta el escritorio. — Prefiero el vino blanco, pero este también está bien.

Chanyeol pareció alegrarse con su respuesta, le tendió una copa y tomó la propia antes de caminar al centro de la habitación y dejarse caer en la alfombra frente al chimenea encendida. Baekhyun lo siguió, dando un primer trago a su copa.

— Tus abuelos son geniales —comentó sonriente.

Baekhyun asintió con el ceño fruncido, de alguna manera sabiendo a dónde iba esa conversación.

— Por sus reacciones al verte, es obvio que tenían mucho de no verse. ¿Por qué? —Interrogó sumamente curioso.

— Es personal, no te incumbe —escupió bruscamente.

— Oh, vamos —resopló—. Nunca hemos hablando de estos temas, quiero conocerte un poco más —insistió.

— Ya te dije que es personal —sentenció—. ¿O es que acaso tú me dirás sobre temas privados si yo te pregunto? —Chanyeol puso mala cara ante eso y él dio por sentado que la conversación había terminado ahí.

— Me parece justo —habló repentinamente.

El peli-plata lo observó boquiabierto, con su copa a medio camino y con su cerebro tratando de darle coherencia a la respuesta. El más alto le dio una sonrisa antes de llevarse la copa de vino a los labios y tomar de ella brevemente.

— ¿Vas en serio? —Interrogó incrédulo.

— ¿Por qué no? —Se encogió de hombros.

Él lo pensó. Disputándose entre eso que le decía que era un error continuar con esa charla y la otra parte suya que prácticamente le suplicaba por acceder y conocer un poco más de la vida del chico frente a él. La parte de él que quería saber, ganó por mucho.

— Entonces, yo te cuento sobre mis abuelos y a cambio te puedo preguntar lo que yo quiera. ¿Trato? —Soltó, extendiendo su mano para que la estrechara en caso de estar de acuerdo con sus términos.

Chanyeol no dudó, estrechando su mano casi inmediatamente. Él asintió conforme, tomando una gran bocanada de aire entre tanto se preparaba para comenzar a hablar sobre su pasado.

— En realidad era una tradición —musitó—. Ya sabes, lo de ir a pasar navidad con los abuelos. Esta era la fecha favorita de ambas y yo amaba verlas tan felices —sonrió tristemente—. Año tras año me he prometido ir a ver sus tumbas y también a los abuelos, pero... —Pausó, tomando de su copa—. No tenía el valor de verlos a los ojos luego de sus muertes. Tampoco he tenido el coraje de ir a ver las tumbas de ellas desde el día que las sepultaron —confesó con un hilo de voz.

— ¿No has visitado las tumbas de ellas ni una sola vez desde ese día? —Interrogó incrédulo.

— Yo... —Baekhyun lo miró a los ojos, rompiéndole el corazón por toda la tristeza que veía en ellos—. Tal vez vayas a creer que es estúpido, pero... estar frente a sus tumbas simplemente me hace más consciente de que ahora estoy por mi cuenta —musitó.

Quiso decirle que estaba bien, que estaba ahí y que de ninguna forma iba dejarlo solo, sin embargo, Baekhyun no podía confiar en él todavía y él debía ser cuidadoso para no alejarlo más.

— ¿Cuánto hace que no veías a tus abuelos? —Preguntó, intentando desviar la conversación para que fuera menos dolorosa.

— Desde que mamá y Baekhee murieron —susurró. El más alto lo miró completamente sorprendido—. Yo... tenía miedo —admitió—. No porque ellos me reprocharan, porque en el fondo sabía que ellos no iban a hacerlo. Sin embargo, yo temía que al verme ellos pudieran sufrir al recordar que, mientras que yo estoy vivo, su hija nunca iba a volver.

— Tus abuelos jamás habrían hecho algo como culparte y verte, lejos de causarles dolor. Iba a ser para ellos una alegría —aseguró, moviéndose para estar más cerca de Baekhyun—. Digo, nos los conozco más que de hoy, pero no tengas dudas de ello y de lo mucho que te aman —Sonrió suavemente—. La verdad, yo no puedo ni imaginar lo doloroso que debió ser para ti.

Baekhyun lo miró interrogante.

— Es decir, saber que había dos personas que te amaban allá afuera y negarte a ti mismo el verlas para evitarles el dolor de recordar la pérdida de su ser más amado —murmuró. Su mano buscó a tientas la de Baekhyun sobre la alfombra hasta que sus dedos se rozaron—. Eres muy fuerte, yo nunca habría podido hacer eso.

Las mejillas del más bajo se tiñeron de rojo tras las palabras ajenas, desvió la mirada y, como si fuese alguna especie de vómito verbal, se vio incapaz de seguir callando eso que había rondado en su mente desde que habían cruzado la puerta del hogar de sus abuelos.

— A decir verdad —comenzó tímidamente —, yo te debo un gran agradecimiento, porque de no haber sido porque tú estabas a mi lado, yo hubiera sido un cobarde un año más —musitó, consiguiendo ver de reojo como la sonrisa de Chanyeol se ensanchaba.

— En ese caso, yo te puedo acompañar a verlos siempre que tú quieras —ofreció—. Tus abuelos son geniales y estaría muy feliz de verlos en otra oportunidad.

El rubor se intensificó y Baekhyun lo sabía, agachó el rostro para no delatarse y apenas murmuró un podría ser. Escuchó su suave risita y se regañó a sí mismo por sus reacciones ante la persona que debería querer lejos.

Se obligó a sí mismo a recuperar la compostura y, una vez estuvo seguro de que ya no estaba sonrojado, se puso lo más derecho que pudo y se concentró. Era su turno entonces para ponerlo en aprietos.

— Entonces... —Sonrió, mirando al más alto con diversión, al tiempo que elevaba su copa—, cuénteme su historia, señor Park.

— ¿Mi historia? —Habló sin comprender.

— Ya sabes —hizo un ademán en su dirección—. Tu vida. El cómo te llevas con tus padres, porque finges ser quien no eres y sobre todo, el por qué estás solo en una noche de navidad. Ese tipo de cosas —explicó.

— No hay nada que contar —rió levemente—. Sé que no se ve bien el que mis padres no estén aquí hoy, pero creeme que mi historia no es la del niño rico solitario que, en lugar de una vida de lujos, solamente busca el amor de sus padres.

— ¿A sí? —Arqueó una ceja graciosamente.

— Ellos siempre están ocupados y eso es verdad, sin embargo, ellos siempre van a tener tiempo para mí si yo lo necesito. Incluso tenemos un día familiar y todo.

— ¿Día familiar? —Rió lindamente.

— Todos los sábados ellos están en casa conmigo, incluso apagan sus teléfonos y todo —relató con una sonrisa de felicidad—. Sé que eso de que sean súper religiosos hace pensar a las personas que ellos son duros conmigo, pero no podría ser algo más equivocado. Ellos me aman y apoyan.

— ¿Es por eso que les mientes y te muestras como la persona que no te gusta ser? —Interrogó seriamente.

— Sí —sonrió tristemente—. Ellos son los mejores padres del mundo y yo no quiero decepcionarlos.

— ¿Qué pasó, Chanyeol? —Preguntó seriamente—. Te había visto antes de entrar al instituto y no eras ni de cerca el tú que tengo frente a mí. Eras él, el personaje que tus padres observan a diario.

— Me enamore —dijo con una sonrisa amarga.

— ¿Te enamoraste? —Lo observó interrogante.

— Ella era la chica más bella de todo el coro y yo un tímido e inocente imbécil que le creyó cuando dijo que yo le gustaba. Debiste verme, casi me desmaye cuando ella, la hermosa chica del coro, se acercó a mí para confesarse —suspiró—. Fue como el día más feliz de mi vida, no me lo podía creer y ella era tan dulce conmigo, casi de inmediato me presentó a sus padres y todos decían que éramos perfectos el uno para el otro.

— ¿Y qué pasó entonces? —Cuestionó—. Es decir, todo se escucha perfecto.

— ¿Qué pensarías si tu novia casi siempre evita besarte? —Preguntó. Baekhyun frunció el ceño—. Es raro, ¿verdad? —Él asintió—. En ese entonces, yo era tan inocente que pensé que ella era tímida, pensé que ella era tan inocente que era normal. Sin embargo, así de impresionante era su actuación.

— ¿Actuación?

— Ella tenía un novio de verdad —rió apenas, dejando a Baekhyun asombrado—. Uno al que sí que besaba, pero al que sus padres no aprobarían, así que yo era la fachada. Un pobre idiota que sus padres iban a encontrar perfecto y que cada vez que dijera que saldría con él, ellos dirían que sí en automático.

— ¿Cómo te enteraste?

— Los vi —suspiró—. Inmediatamente la enfrente, preguntándole porque me hacía aquello y ella me tiró en la cara lo repugnante, patético y poca cosa que era.

— Oh, Chan, tú no...

— Juré que nadie se reiría de mí una vez más y para eso debía salir de aquella burbuja que mis padres habían construido a mi alrededor. —Sus ojos se clavaron en Baekhyun, con aquella ardiente mirada que hacía que el suelo temblara bajo sus pies—. Descubrí entonces que no era tan inocente como me había esforzado en parecer. Descubrí también placer y que lo prohibido era más divertido —sonrió sensualmente y Baekhyun tragó duro.

— Y-Ya veo, pero... —balbuceó—, ¿por qué no decirles a tus padres la verdad entonces?

— No quiero decepcionarlos. Todo estaba perfectamente planeado, ¿sabes? —Negó divertido, tomando un trago de su copa—. Sería el hijo perfecto hasta que fuese el momento de extender las alas. Ellos no sabrían nunca la verdad, sin embargo...

— ¿Sin embargo...?

— Te conocí a ti —rió temblorosamente y Baekhyun frunció el ceño—. Me dije a mi mismo jamás involucrarme, estaba prohibido dejar que hubiera sentimientos y para cuando me di cuenta que estaba rompiendo mi propio juramento, estaba furioso conmigo mismo.

— Es suficiente. Esta conversación...

— Ibas a ser un simple logro. Me rechazaste tanto, que una vez yo consiguiera llevarte a mi cama, me jactaría de ello en tu cara —negó entre divertido y angustiado—, pero descubrí que eras divertido, inteligente, tierno, amable, maravillosamente increíble y malditamente hermoso. ¿Cómo mierda yo podría no notarlo? —Rió irónicamente—. Yo simplemente no lo vi venir y cuando me di cuenta yo ya...

— ¡Chanyeol! —Exclamó, asustado por lo próximo que fuese a salir de sus labios.

— Estaba horrorizado, quería alejarte y entonces tú me enfrentaste —continuó hablando—. Me exigiste no tratarte como a un idiota, dijiste que mi verdadero yo era maravilloso y... ¿Qué se supone que debía hacer, Baek?

— Me voy —sentenció y trató de levantarse, pero él tomó su mano, obligándolo a permanecer ahí y escucharlo hasta el final.

— Me gustas, Baekhyun —dijo seriamente. El terror que esas palabras le provocaron, le dieron la fuerza para deshacer el agarre ajeno y caminar rápidamente lo más lejos posible.

— Inkei —llamó apresurado. Chanyeol lo seguía a cada paso que daba.

— Sé que lo arruine, sé que te hice daño, pero no podía darle la espalda a Sehun. Creí que, si simplemente hacía las cosas bien, al final no solamente ayudaría a mi mejor amigo sino que tú me verías —insistió—. Tú entonces notarias que yo estaba ahí y simplemente dejarías de volverme loco hablándome a cada segundo de lo malditamente increíble que era Luhan. ¡Notarías que yo estaba ahí, dispuesto a besar el suelo que pisas si así me lo pedías!

— ¡Tan sólo cállate! —Exigió alterado.

— Baekhyun, solamente te pido darme una última oportunidad. —Baekhyun se congeló ante la mirada suplicante en sus ojos.

La parte que aún se sentía decepcionada y herida le exigía mandar al más alto al mismísimo infierno y salir de ahí cuanto antes. Lamentablemente, la parte que todavía creía que Chanyeol era una persona extraordinaria y que lo dejaba volver una y otra vez, estaba a nada de hacer que su cuerpo corriera a abrazar al idiota que en ese momento no se veía diferente a un perrito asustado.

— Por favor —murmuró desolado.

— Tres citas, Park —masculló entre dientes—. Tienes tres citas para convencerme de que vale la pena decirte que sí —sentenció.

La alegría brilló en los orbes ajenos, su estúpidamente gigantesca sonrisa de niño hizo acto de presencia y Baekhyun pronto estuvo envuelto en los cálidos brazos ajenos. Sintió en segundos la revolución en su estómago y el detonar de los alocados latidos de su corazón.

— D-Distancia, Park —tartamudeó, empujando al más alto con ambos brazos—. No celebres antes de tiempo —advirtió con ojos entrecerrados y un ceño fruncido.

Él asintió frenéticamente, pareciendo haber entendido el mensaje. Al menos hasta que sus manos acunaron su rostro y estrelló su boca sobre la de un muy espantado Baekhyun. Su beso apenas duró una fracción de segundo antes de dejarlo libre y volver abrazarlo, riendo infantilmente.

Baekhyun tuvo ahí su primera advertencia, porque él era malditamente lindo si realmente se esforzaba. Pasar más tiempo junto a ese tipo era peligroso, por lo que Baekhyun simplemente se apresuró a decir buenas noches, tomó a Inkei en brazos y corrió sin rumbo hasta escuchara Chanyeol gritándole entre risas cuál era la habitación que podía ocupar.

— ¿Qué acabo de hacer, Inkei? —Le preguntó al pequeño perro, quien simplemente corría por todos lados, olfateando cada cosa en el lugar desconocido—. Yo no debí aceptar eso. No puedo confiar en él —murmuró.

Inkei ladró, saltando inquietamente frente al espejo. El can gruñía agazapado frente a su reflejo, ignorando por completo el dilema de proporciones épicas de su dueño.

— Lo mejor... —Titubeó, viendo con indecisión a su mascota. El pequeño lo miró de vuelta, sentado en el suelo y ladeó la cabeza en un gesto curioso—. Tal vez lo mejor será simplemente dejar que pase y luego simplemente decirle que no me convenció.

Inkei emitió un ruidito adorable, ladró y rodó en el suelo. Baekhyun suspiró, su mascota no estaba en sintonía con sus dilemas adolescentes y no iba a darle una respuesta por más que Baekhyun le hablara.

— Está decidido —se dijo a sí mismo—. Le daré sus tres citas y luego, adiós Chanyeol —sentenció, desplomándose en la cama, esperando poder dormir por lo menos un poco, esperando ignorar la jodida sensación de inseguridad sobre sus propias decisiones.

 

***

 

Tiernas caricias y un suave beso en el cuello fueron su; buenos días, la mañana siguiente. Desorientado, parpadeó hacia Sehun y su amorosa sonrisa matutina. Pensó en preguntar por la causa de su buen humor y como si fuera el trailer de una película, los recuerdos de su noche volvieron de golpe.

Se ruborizó furiosamente, no solamente por lo sucedido sino más específicamente por haberse desmayado tras ello. La jovial risa de su novio llenó la habitación y sus brazos lo estrecharon un poco más fuerte, para luego besar su frente.

— Dios, yo me desmaye —gimió abochornado.

Sehun rió con ganas, estrechando un poco más el delgado cuerpo de su Luhan, mientras que él ocultaba su avergonzado rostro entre sus manos.

— Eres adorable, bebé —aseguró, haciendo que apartara las manos de su sonrojado rostro.

— ¿Cómo puedes decir eso luego de...? —Luhan hizo una mueca—. Yo me desmaye —señaló avergonzado.

— No importa, fue por mucho una de las experiencias más ardientes que he tenido —admitió con voz sugerente.

— Pero tú ni siquiera...

— Oh, yo lo hice —afirmó con una expresión seductora—. Tú, mi sexy chico, eres la cosita más erótica que mis ojos han visto, y cuando te viniste para mí... —Él no pudo contener un quedo gemido y Luhan enrojeció mucho más—. Eso fue más que suficiente, cariño —aseguró, besando rápidamente sus labios.

— A-Aun así...

— Entonces, hagamos esto. Tú ve a tomar una ducha, mientras yo voy por nuestro desayuno y nos quedamos aquí, solo nosotros dos. De ese modo tú me compensaras. ¿Te parece? —Su dulce novio no dudó en aceptar.

Lo vio levantarse de la cama y quedarse de pie un par de minutos, solamente observándolo como si quisiera decir algo, pero no encontrara las palabras. Su mano fue inconscientemente hasta la pulsera en su muñeca izquierda y la apretó ligeramente.

— Te quiero, Hunnie —susurró, haciendo que su corazón se hinchara de alegría.

— ‘也愛你, 寶貝鹿 (W’ yě ài nǐ, Bǎobèi Lù)*.

*Yo también te amo, Bǎobèi Lù.

Alegría pura iluminó la sonrisa de Luhan, su mirada brillaba de un modo que hacía sentir a Sehun como un hombre invisible y, aunque era más que probable que hubiera una sonrisa idiota en sus labios, no trató de disimularla ni un poco.

Ni siquiera cuando Luhan había desaparecido de su campo visual, mucho menos cuando salió de la habitación para buscar su desayuno y volver con él. En ese momento, Sehun tenía esa estúpida sensación de estar flotando entre nubes y mariposas en el estómago.

Diablos, él incluso estaba riéndose solo mientras colocaba su desayuno en una bandeja. Su tío entró sin previo aviso y Sehun le dio los buenos días con una sonrisa radiante. El hombre hizo una mueca de extrañeza y miró en todas direcciones como si esperara a que algo pasara, cuando nada pasó, volvió a darle una mirada de total confusión.

— ¿Por qué mierda estás de tan buen humor? —Interrogó confuso y ceñudo.

La sonrisa de Sehun se volvió aún más amplia, suspiró profundamente y regresó a la tarea de poner mermelada sobre el pan. Su tío se acercó con cautela, colocando la palma de su diestra sobre su frente.

— No tienes fiebre —murmuró desconcertado.

— Nop —habló risueño.

— Okay, estás comenzando a asustarme y cuando Lulu te vea...

El nombre de su novio hizo que su rostro se calentara, se mordió el labio inferior sin perder la sonrisa de imbécil y a ese punto, tal vez debería comenzar a preocuparle que su rostro se congelara y tuviera que permanecer el resto de su vida con esa sonrisa inmensa.

— Luhan —repitió su tío y no pudo evitar reír como un tonto—. ¡¿Qué rayos tienes?! —Chilló escandalosamente.

— Estoy enamorado —respondió con simpleza.

La expresión de su tío se suavizó, una sonrisa se dibujó en la cara del mayor y cariñosamente revolvió su cabello negro.

— Supongo que eso tiene sentido.

— ¿Sabes? —Su mirada fue directo al mayor—. Soy muy feliz —confesó risueño.

— Me alegra mucho saberlo, hijo —sonrió enternecido—. Pero, ¿por qué no subes arriba con Luhan en lugar de estar aquí conmigo?

Sehun asintió, tomando la bandeja con su desayuno, se despidió brevemente y recorrió el camino de vuelta a su habitación para reunirse con la persona que provocaba en él tan dulces sentimientos. Y al llegar a la puerta, su mundo se volvió de cabeza únicamente por cruzar su mirada con esos hermosos ojos castaños.

Su sonrisa le aceleró el corazón de forma inhumana, probablemente debería estar prestando atención a lo que Luhan estaba diciéndole, pero le era imposible, al menos lo era mientras no se dejaba de repetir cuanto lo amaba.

— ¿Sehun? —Llamó extrañado.

La bandeja con el desayuno quedó olvidada sobre el mueble más próximo que Sehun tuvo al alcance, rindiéndose finalmente a la necesidad de sostener en sus brazos a su precioso amor. Besó su mejilla juguetonamente, deleitándose con su alegre risa.

— ¿Qué haces? —Preguntó divertido, sonrojado y tan precioso como nadie que Sehun hubiera visto hasta que lo conoció a él.

— Eres hermoso —elogió, embelesado.

— Estoy en pijama y tengo el cabello revuelto, además de mojado. Dudo mucho que ahora mismo sea la criatura más atractiva del lugar —señaló tímidamente.

— Eres precioso, Bǎobèi Lù. No hay forma que yo crea lo contrario, para mí siempre serás la persona más hermosa que he visto —afirmó, acariciando suavemente su mejilla.

Una sonrisa se apoderó de los labios de Luhan, él lo besó entonces e hizo a Sehun aún más absurdamente feliz de lo que ya se sentía. Levantó a Luhan en sus brazos apenas y ambos rieron con ganas por ello.

— El desayuno —le recordó Luhan, cuando ambos cayeron sobre el colchón sin parar de reír como tontos.

— En un momento más —respondió risueño.

Un gritito alegre los sorprendió, ambos miraron en dirección a la cama y apenas lograron ver a la pequeña figura que corría y se arrojaba a la cama sobre ellos. Sehun estalló en carcajadas, aprisionando al pequeño que comenzaba a pedirle a Luhan que lo ayudara entre risas.

Al final, su plan de pasar la mañana solos los dos, fue tirado por la borda tan pronto como el pequeño invasor insistió en bajar a jugar con los obsequió que le habían dejado para Navidad.

En ese momento, la imagen de DongYul y Sehun destrozando el papel de regalo para revelar lo que ocultaban, riendo escandalosamente, era lo más bonito que podía haber.

¿Podía Luhan pedir más que eso?

Sabía que no, ver la sonrisa de Sehun, darse cuenta de cuan feliz estaba en ese preciso momento tenía su corazón hinchado de alegría. Desvió su mirada hasta el lugar que ocupaba el tío de su novio, luciendo una resaca espectacular.

Luhan lo miró un tanto preocupado, decidiendo ir en busca de un vaso de agua y algo para el dolor de cabeza del pobre hombre, que en ese momento se veía como un zombi.

— No durará para siempre y lo sabes —murmuró maliciosamente Myeong Suk, tan pronto como entró a la cocina.

— ¿Disculpa? —Interrogó, pese a haberla escuchado claramente.

— Tú sabes que esto es una etapa —bufó—. Sehun solamente tiene curiosidad, pero tarde o temprano se dará cuenta que esta relación suya no vale la pena, que no es normal ni está bien, y te dejará —sentenció.

El castaño la miró seriamente, tratando de descifrar lo que fuera que la llevaba a ser tan malditamente cruel, pero simplemente no pudo hacerlo con únicamente mirar en sus obscuros ojos y el asco que perecía brillar en ellos.

— ¿Por qué pareces odiarme tanto? —Preguntó seriamente Luhan.

— ¿Te parece poco lo que estás haciendo con Sehun? —Masculló entre dientes.

Luhan la miró por segunda vez, ella probablemente lo apuñalaría con el cuchillo con el que cortaba las verduras si eso fuera remotamente legal y, finalmente, Luhan tomó un respiro y decidió dejar ir eso que rondaba su mente.

— Sehun no es el padre de DongYul —sentenció—. Tú no puedes esperar que él se quede y tome ese papel.

La rabia volvió el rostro de ella de color rojo, empuño con más fuerza el objeto en sus manos y Luhan no vaciló en dar un par de pasos atrás.

— Tú...

— ¡Mami! —Exclamó un feliz DongYul, corriendo a para abrazarla—. Tengo hambre —dijo con un adorable pucherito.

Ella miró de Luhan a su hijo y luego de vuelta, Luhan en cambio no esperó una respuesta de su parte y abandonó la cocina, volviendo a la sala de estar y entregándole el agua y medicamento al tío de su novio. Sehun lo miró desde uno de los sofás en la sala y sin dudar fue hasta su lado, besando cariñosamente su mejilla.

La sonrisa que recibió a cambio de esa acción fue preciosa y lo hizo más feliz que cualquier otro tipo de premio. El brazo de Sehun rodeo sus hombros, estrechándolo cerca mientras seguía con su atención sobre el televisor.

Jung Sun los observaba desde el otro lado de la habitación, con una expresión de satisfacción y felicidad. Luhan decidió entonces que él iba a extrañar eso una vez se fueran.

Apresurados pasos lo sacaron de sus pensamientos y elevó la vista con una gran sonrisa a sabiendas que se trataba de DongYul. Sin embargo, la sonrisa se desvaneció tan pronto sus ojos se fijaron en la expresión llorosa y devastada del pequeño.

— Dong...

— ¿Te irás a Seúl con Luhan? —Soltó con la voz rota.

Luhan se tensó al igual que Sehun, Jung Sun fue el primero de ellos en levantarse y acercarse al menor, pero éste empujó lejos las manos del mayor y caminó hacia ellos, enfrentándolos.

— Contesta —exigió.

— DongYul, escucha...

— ¡Tú cállate! —Gritó, golpeando sus manos lejos cuando Luhan trató de alcanzarlo.

— DongYul, eso no se hace. Discúlpate ahora mismo —ordenó Sehun molesto.

— ¡No! —Sollozó—. Dijiste que ibas a quedarte con nosotros, que ya nunca te irías. ¿Por qué quieres irte con él?

— Pequeño, escucha —pidió tan sereno como consiguió sonar y tomó las manos del niño—. Yo mismo te iba decir todo, pero primero quería que conocieras a Luhan. Él es la persona que yo amo y por eso...

— Pero él es un chico, no puedes quererlo. Eso está mal —soltó con una mueca desagradable.

Luhan se congeló en su lugar tras las palabras del pequeño niño, apenas fue capaz de elevar la mirada en busca de algo que le dijera que todo eso era una mala broma y vio entonces la sonrisa maliciosa de Myeong Suk.

— No digas eso, DongYul. Estar enamorado no tiene nada de malo —aseguró Sehun.

— Lo es, él es malo, por su culpa tú no me quieres más.

Eso golpeó aún más duró a Luhan. Veía la desesperación de Sehun por convencer a DongYul y detener sus palabras, pero era incapaz de hacer nada.

— Papá, no te vayas, por favor. Yo no quiero que dejes de querer, no te vayas —rogó entre lágrimas.

— Pequeño, yo nunca voy a dejar de quererte, pero debo volver —explicó frustrado.

El llanto del niño se hizo más intenso y empujó lejos a Sehun cuando este trató de abrazarlo para así contenerlo.

— ¡Entonces vete y nunca más vengas aquí! —Sollozó con fuerza—. ¡Yo te odio y también lo odio a él! ¡Los odio! —Vociferó y corrió lejos.

— Muy bien, felicidades a ambos —escupió irónicamente Myeong suk—. Espero que ahora ya estén felices —finalizó, dando la media vuelta para seguir a su hijo.

Sehun miró en su dirección en busca de consuelo, sin embargo, Luhan no tenía idea alguna de que decirle. Sentía su corazón oprimido y la impotencia parecía burlarse de él, su novio estaba a punto de decirle algo y él se negó a simplemente aceptar sus palabras de consuelo y fingir que nada era su culpa.

— Luhan —llamó inmediatamente Sehun, una vez él se puso de pie y salió de ahí.

Él siguió caminando, más sin en cambio, escuchando apenas a los lejos como Jung Sun le pedía a Sehun no seguirlo y dejarlo estar solo tan pronto como cruzó la puerta. Avanzó calle abajo sin tener claro a donde era que se dirigía.

Hae Joon y Hae Kyun lo saludaron un par de cuadras más tarde y él no supo qué hacer. Sus caóticos sentimientos debieron ser evidentes puesto que ambos chicos lo abrazaron, prometiéndole que todo iba arreglarse. Luhan correspondió, agradecido por el apoyo que estaban tratando de brindarle.

Minutos más tarde, él estaba en casa de los gemelos, contándole todo lo sucedido. Ellos se miraron entre sí evidentemente molestos, diciéndole que aquella mujer era perversa.

— Debes hablar con DongYul por tu cuenta —aconsejó Joon.

— Ese pequeño parece quererte mucho y sí tú le explicas, puede que él entienda que lo sea que su madre le dijo no está bien —explicó Kyun.

— ¿Qué si ni siquiera eso sirve? —Preguntó afligido.

— Entonces no habrá nada que hacer. —Joon se encogió de hombros.

— Hae Joon —llamó severamente su hermano.

— Es la verdad —resopló—. DongYul podrá ser toda la familia que tú quieras de Hun, pero eso no lo obliga a ser el padre. Es injusto que él cambie sus planes por lo que esa egoísta mujer quiere.

— Ya sé eso, pero...

— Pero nada, Hae Kyun —sentenció para seguidamente mirar a Luhan—. Tratar de que DongYul entienda la situación es lo único que puedes hacer, pero si eso no funciona pues que lástima. Porque, de tratar de darle lo que él quiere para hacerlo feliz, tendrás que pedirle a Sehun que se quede —bufó.

Luhan se retorció los dedos preocupado, entendiendo por completo lo que Hae Joon trataba de señalar y odiandolo por completo, porque tanto como no quería que DongYul saliera lastimado, no se creía capaz de sobreponerlo sobre sus propios deseos.

Varias horas más tardes se despidió de los gemelos, aún confundido y frustrado. No pudo escuchar ni un solo ruido al entrar de vuelta a la residencia de los Oh.

Aun así, subió las escaleras en busca de DongYul, con suerte la madre del niño no estaría en casa y ellos podrían hablar tranquilamente sin que ella tratará de forzar sus estúpidas ideas en él.

Llamó a la puerta cautelosamente, y cuando no hubo respuesta, se aventuró a abrir lentamente para que de esa manera él supiera que estaba entrando. Lamentablemente, la habitación estaba vacía y en primera instancia, Luhan pensó que él había salido con su mamá.

Suspiró derrotado y pensó en probar en otro momento, disponiéndose a marcharse. Eso, hasta que algo sobre la cama llamó su atención, se acercó hasta ella y tomó el arrugado trozo de papel, leyendo el contenido antes de salir disparado y con el alma en un hilo.

Miró en todas direcciones sin tener idea de en qué dirección ir y comenzó a correr hasta donde recordaba estaba la parada de bus. Apenas captando la pequeña imagen de DongYul abordando el vehículo.

— ¡Alto! —Gritó con todas sus fuerzas al ver las puertas cerrarse.

El vehículo comenzó a avanzar y Luhan puso todas sus fuerzas en sus piernas para una carrera desesperada en contra del bus. Golpeando las puertas apenas consiguiendo alcanzarlo.

Las puertas se abrieron y el chófer le dio una mala mirada por todo el alboroto. Él apenas consiguió sonreírle a modo de disculpa, pagando su pasaje y avanzando por el pasillo hasta reunirse con el pequeño que lo veía con enojo.

Se acomodó discretamente un asiento atrás, tomándose un instante para recuperar el aliento y luego tratar de hablar con él pequeño. Él lo ignoró tan pronto como pronunció su nombre y le pidió detenerse y volver a casa.

Poco a poco las calles a través de la ventana se volvieron aún más desconocida y oscuras, haciendo que la ansiedad comenzara a consumir a Luhan. El terror casi lo hizo gritar cuando, en un descuido, el pequeño ya no estaba en el asiento frente a él.

Apenas logró verlo bajando del vehículo y nuevamente corrió tras él. Siguiéndolo apresuradamente entre las concurridas calles de aquella ciudad que no conocía.

— DongYul, espera por favor —suplicó.

— Vete —ordenó molesto.

— Tienes que volver a casa, no puedes preocupar a todos así —insistió.

— No, sí papá ha decidido irse, yo también puedo hacer lo mismo —sentenció.

— ¡DongYul! —Llamó alarmado al verlo echarse a correr.

Se apresuró a alcanzarlo, pero él era rápido y Luhan sentía que sus pulmones no conseguían llevar suficiente oxígeno para mantenerlo en pie. Y justo cuando pensó que podría desatarse, él se detuvo en una parada de bus, acomodándose en la incómoda banca.

Luhan se sentó a su lado, agotado y mirando el improvisado equipaje del menor; una simple mochila y el dinosaurio de felpa que él le había obsequiado para Navidad. Decidió esperanzado que eso debía ser una buena señal.

— DongYul, por favor volvamos —pidió suplicante.

— ¡Déjame solo! —Exigió.

— Todos van a estar preocupados si llegan y no estamos ahí —argumentó.

— No me importa —bufó.

— Pero...

— ¡¿Por qué yo tengo que volver si tanto mi padre como mi tío decidieron dejarme solo?! —Espetó, con lágrimas contenidas y dejando a Luhan atónito.

Es decir, ¿cómo responder a esa pregunta? Sabía que Minho había sido un bastardo sin corazón, pero no estaba seguro de si podría decirle eso al pequeño niño.

— DongYul, eso no...

— ¡Ya me cansé de que ellos me dejen! ¡Soy yo quien se va esta vez! —Exclamó llorando—. ¡Ya no me importa si no me quieren y deciden irse, ahora soy yo quien decidió marcharse!

Las palabras del menor le rompieron el corazón, porque él era un niño dulce y bueno, que no debería estar sintiendo que las personas podían decidir desecharlo como si fuese cualquier cosa que no servía más.

— Lo que tu padre hizo no tiene perdón, pero Sehun no te está dejando, él...

— ¡Es por tu culpa! ¡Tú te lo estás llevando! —Acusó—. ¡Eres malo! —Dijo entre lágrimas el pequeño—. ¡Me quieres alejar de él igual que mi mamá hizo con papá!

— Eso no es así, DongYul —habló serenamente Luhan, a sabiendas de que nada ganaría si él mismo no se mantenía en calma—. Tu mamá ha hecho todo por tu bien y Sehun te adora, es por eso que sí, yo de algún modo tratara de decirle que no te quiera, él me dejaría de inmediato —afirmó.

— ¡Por tú culpa él no va a vivir con nosotros!

— Lo sé —musitó—. Yo sé que es mi culpa que estés llorando.

El pequeño frunció el ceño, mirándolo aún con lágrimas en los ojos, pero sin gritar más. Él agachó la mirada por alguna razón y sorbió por su pequeña nariz.

— Entonces no le pidas que se vaya —pidió con su vocecita rota—. No hagas que nos deje de querer.

— Yo nunca le pediría a él dejarlos de querer, yo mismo los quiero mucho y estaría muy molesto con él si los olvidará.

— Pero mi mami dice que tú eres quien lo convenció de irse —acusó.

— No, eso no es así —afirmó tiernamente—. Desde un principio, Sehun vino hasta aquí para decirles en persona que había decidido quedarse en Seúl.

— ¡Mentiroso! —Lloró—. ¿Por qué nos haces esto?

Luhan lo miró angustiado, sin estar nada seguro de que hacer. Miró en todas direcciones en aquella parada de bus y una sola idea vino a su mente. Inseguro, tomó entonces las pequeñas manos heladas del menor, agradeciendo para sus adentros que él no lo apartara.

Sus ojos se conectaron entonces con los del pequeño niño y dio un ligero apretón, intentando deshacer el nudo, que la sola idea de lo que estaba por decir, formaba en su garganta.

— DongYul —llamó quedito—, ¿estarías triste si te dijeran que nunca más volverías a ver a tu mami?

El pequeño hizo un puchero, quedándose pensativo ante la pregunta. Una pequeña mueca apareció, torciendo sus labios y terminó asintiendo a pesar de los hipidos que aún dejaba salir.

— Te dolería mucho aquí, ¿verdad? —Habló, tocándole con su índice el pecho del menor.

— S-Sí —hipó.

— Pues yo también sentiría mi corazón doler si tuviera que alejarme de Sehun —explicó con la voz temblorosa—. Yo lo quiero muchísimo, ¿sabes?

El menor frunció un poco más el ceño y Luhan sostuvo un poquito más fuerte las manos del pequeño niño por temor a que él se alejara y corriera lejos una vez más.

— Es tanto lo que lo quiero, que siempre que él es feliz yo también lo soy, y cuando él está triste, mi corazón duele mucho, pero... —Luhan parpadeó en un intento de impedir que lágrimas se formarán—. Yo te prometo que le diré que se quede si así lo quieres.

Una sonrisa iluminó el rostro del más joven, mientras que su corazón se oprimió dolorosamente ante la sola idea de hacer aquello.

— No quiero destruir tu familia, así que... —Su voz falló y agachó la cabeza al saber que había perdido la batalla por no llorar.

— ¿Estás llorando, hyung? —Susurró preocupado el pequeño.

Luhan negó, incapaz de responder con palabras. Él se agachó, abriendo ampliamente los ojos al ver las lágrimas en sus ojos castaños.

— ¿Qué pasa, Lu hyung? —Preguntó angustiado.

— Yo...

«No quiero perderlo.» Gritó para sus adentros, angustiado y temiendo que si las cosas seguían por ese camino, Sehun iba a elegir quedarse por el bienestar del pequeño niño frente a él.

— Amo a tu tío —admitió, deseando con todo su corazón decirle eso mismo a Sehun en persona, para así tal vez no sentirse a la deriva y con miedo—. Pero no quiero hacerte daño tampoco, así que...

La frase no abandonó sus labios y en cambio se aferró al pequeño niño que lo abrazaba tratando de darle consuelo. Se quedaron ahí, ambos llorando silenciosamente. Luhan ya temía lo peor y justo cuando el pequeño niño dio un paso atrás y lo miró con un puchero, quiso echarse a llorar una vez más.

— ¿Prometes que mi pa...? —Se detuvo antes de negar—. Tan sólo dame tu palabra de que mi tío Hunnie vendrá a verme —pidió con la voz quebrada—. Tú también debes venir o me enojare.

Luhan asintió rápida y repetidas veces, una sonrisa se dibujó en sus labios y jaló de nueva cuenta al pequeño a un apretado abrazo.

— Vendremos a visitarte, te lo juro.

— D-De acuerdo, tío Hannie —susurró con las mejillas sonrojadas.

Una risita tonta le fue imposible de frenar, besó la mejilla izquierda del niño y lo escuchó quejarse falsamente molesto antes de reír lindamente. Ambos se separaron después de unos minutos, Luhan se incorporó y extendió una mano hacía el más joven.

— Vamos, debemos ir a casa. —DongYul asintió, pero antes de tomar la mano de Luhan, se abrazó a sí mismo debido a la fría brisa.

Solamente entonces, Luhan reparó en el delgado suéter que el niño llevaba y sin pensarlo dos veces, se quitó su abrigo para ponérselo al pequeño. Él lo miró preocupado y a cambio simplemente le sonrió, tomando con su diestra la mano del pequeño y con su mano libre tomó la improvisada mochila del menor y su dinosaurio de felpa.

— Tranquilo, yo no tengo frío —mintió para tranquilizarlo.

 

***

 

— ¡Hijo de perra! —Rugió el menor, sujetando al oficial por las solapas de su uniforme y casi arrastrándolo fuera de escritorio.

— ¡Sehun, basta! —Ordenó su tío, haciendo lo posible porque soltara al aterrorizado hombre.

— ¡Mi sobrino de cinco años y mi novio están ahí afuera! ¡Solos y sin conocer esta puta ciudad, pero me dice que debo esperar veinticuatro jodidas horas para que haga algo! —Ladró rabioso.

— So-Son las reglas —balbuceó apenas él.

— Tú...

— ¡Para, maldita sea! —Ordenó su tío, empujándolo lejos—. Nosotros nos haremos cargo —sentenció, tomando al menor por el brazo y arrastrándolo fuera de la estación de policía.

Sehun gruñó deshaciendo bruscamente el agarre y comenzó a avanzar a grandes zancadas, sintiendo que la preocupación lo empezaba a carcomer de adentro hacia afuera.

Las palabras de su tío prometiéndole que todo iba estar bien ya eran insuficientes, puesto que las horas seguían pasando y él no conseguía deshacerse del nauseabundo sentimiento de angustia que se había instalado en lo profundo de su corazón, tan pronto como había hallado la carta de DongYul sobre la cama y al lado de esta, el llavero de Luhan.

La noche estaba comenzando a caer, enloqueciéndolo con cada rayo de Sol que dejaba de iluminar el cielo.

Maldita fuera la hora en que había accedido a ese paseo con su tío luego de que Luhan se fuera, maldita Myeong Suk por propiciar todo eso y maldita esa actitud protectora de Luhan que lo hacía hacer ese tipo de cosas.

— Hijo...

— ¡Joder! —Explotó, estrellado su puño con la primera superficie sólida que vio.

— Tranquilízate Sehun, vamos a encontrarlos —prometió.

Él no respondió, avanzando hasta la entrada de su casa, con la pequeña esperanza de que al entrar ambos hubiesen regresado ya. Sin embargo, Myeong Suk fue a la única que encontró ahí, llorando desconsolada.

— ¿Lo encontraron? ¿Encontraron a mi hijo? —Preguntó con desesperación.

— ¡¿Ahora te preocupas?! —Rugió, avanzando peligrosamente hasta que su tío se metió en su camino—. ¡Debiste pensarlo cuando le dijiste a DongYul toda esa mierda en contra de Luhan! ¡Por tu culpa ellos no están! —Escupió furioso.

— ¡Tienes que calmarte, con un carajo! —Vociferó el mayor, empujándolo ligeramente.

Sehun gruñó y comenzó a dar vueltas en su lugar como una fiera enjaulada, sintiendo que podría estrangular a Myeong Suk si la escuchaba llorar otro segundo más. La puerta principal se abrió y él corrió hasta ella, esperando ver a su sobrino y a su dulce novio aparecer.

Los gemelos eran quienes entraban, más sin en cambio, ninguno de ellos con buenas noticias luego de haber salido en busca de las dos personas que Sehun amaba. La noticia lo tuvo al borde de las lágrimas y la desesperación solamente aumentando más y más.

— ¿Ya probaron llamar a Luhan? —Preguntó un preocupado Hae Kyun.

— ¡Pero como no se nos ocurrió antes! —Soltó Sehun mordaz—. Oh, espera un minuto, ¿será acaso porque Luhan dejo aquí el puto móvil? — Escupió entre dientes.

— Mi hermano solamente está tratando de que hayamos considerado todas las opciones posibles, no tienes que ser un pendejo cuando él simplemente quiere ayudar —gruñó Hae Joon.

Sehun lo sabía, y aunque definitivamente el pinchazo de culpa estaba ahí tan pronto habló, el temor y el enojo estaban sobrepasándolo, volviéndolo un imbécil total. Necesitaba alejarse, y con la idea en mente se abrió paso, hasta estar en la calle, deseando saber qué había pasado horas atrás, para así saber a dónde demonios ir.

— ¿Prometes que vendrán en verano?

Reconoció de inmediato la voz de su sobrino y se giró al instante en esa dirección. Luhan lo llevaba de la mano y él parecía tranquilo mientras avanzaban, usaba lo que reconoció como el abrigo de Luhan que, aunque estaba temblando, seguía sonriendo para DongYul.

— Podemos ir la playa y nadar si ustedes vienen —explicó el esperanzado niño.

— Definitivamente vendremos —prometió con una sonrisa deslumbrante.

— ¡Genial! —Chilló felizmente—. Entonces iremos a la playa y te enseñaré a pescar y todo —afirmó entusiasmado.

— DongYul —murmuró a su lado Myeong Suk, igual de asombrada que él—. ¡DongYul! —Gritó al conseguir reaccionar, su rostro estaba bañado en lágrimas y corría con los brazos abiertos en dirección a los otros dos.

— ¡Mami! — Sollozó el pequeño y corrió hacía ella tan pronto como Luhan soltó su mano.

— Gracias, muchas gracias por traerlo de vuelta —soltó ella, estrechando al pequeño contra su cuerpo.

Luhan asintió, mirando la escena con una sonrisa en los labios, antes de elevar la vista. Sehun estaba de pie a unos metros de él, su rostro era una máscara de enojo puro y alivio. Él se preparó para decir algo y así defender sus acciones, pero al final se quedó en blanco cuando el más alto finalmente se acercó.

El abrigo que Sehun usaba terminó sobre sus hombros, la bufanda le rodeó el cuello con movimientos torpes y bruscos, sin embargos, Sehun no lo miraba a los ojos.

— Se...

— ¡¿En qué demonios estabas pensando, Luhan?! —Vociferó, furioso y con la voz quebrada—. ¡¿Acaso estás loco?!

— No podía dejar a DongYul irse, así como así —respondió tranquilamente.

Sehun inhaló bruscamente, preparándose para darle la reprimenda de su vida y Luhan se adelantó, abrazándolo fuertemente. Porque estaba completamente seguro de que Sehun nunca lo rechazaría y, tal como él creía que pasaría, Sehun correspondió.

— Dios, tú conseguirás que yo...

— Sehun —susurró solamente para que él lo escuchara.

— Me asuste tanto —murmuró débilmente.

El corazón de Luhan estaba vibrando en su pecho, esa mirada cargada de amor le suplicaba no dejarlo y solamente algo venía a la mente de Luhan.

— ‘愛你–勳 (W’ ài nǐ, Shì Xūn)*—musitó apenas.

*Te amo, Shì Xūn.

Era su lenguaje secreto, solamente ellos dos lo iban a entender y entonces, esa significativa oración dicha por primera vez, solamente sería para su Sehun. Porque era suya, porque él era a la única persona a la que Luhan quería y estaba seguro de decirla en voz alta, una y mil veces.

Aguardó en silencio, aun rodeado en el calor de Sehun y la espera de su reacción. Él contuvo la respiración varios minutos, hasta finalmente retroceder torpemente y mirándolo como si fuera irreal. Sus labios se torcieron en una mueca desagradable y una lágrimas rodó por su mejilla, helando la sangre de Luhan.

— ¿Hun? —Llamó angustiado.

¿Había cometido un error?

— Dios, Luhan, tú de verdad...

Su voz temblaba y Luhan no sabía qué esperar, atormentándose con la posibilidad de que él rechazara sus sentimientos, pese a recordar que Sehun jamás había dudado en expresarle cuánto lo amaba.

— ¿Por qué lloras? —Interrogó asustado—. Sea lo que sea que yo hice, yo no quise...

— No —Rió temblorosamente.

Una sonrisa temblorosa estiró la comisura de sus labios, y en ese momento, fue como estar de frente al pequeño niño que le había robado su primer beso. Él estaba ridículamente feliz y Luhan mismo quería romper a llorar por ver esa expresión de total emoción en su rostro luego de tantos años.

— Estoy feliz, cariño —explicó, retirando torpemente las lágrimas—. ¡Joder, tú realmente me acabas de decir que me amas! —Exclamó eufórico, rodeándolo en un fuerte abrazó.

Luhan rió como un niño, embriagándose en la dulce sensación de paz y alegría que sentía al finalmente decir en voz alta aquel te amo que había puesto aquella sonrisa en los labios de Sehun y, que finalmente, se sentía suficiente para expresar lo que sentía por él.

Notas finales:

Espero de todo corazón que les guste la actualización.

Recuerden que los adoro con todo mi corazón y les mando un gran abrazo de oso a todo mundo.

Espero les guste~


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