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Heladas noches de verano por kurotsuki_mikoto

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Notas del capitulo:

Muy buenas tardes tengan todas ustedes, queridas y amadas lectoras y lectores -les lanza corazones-


Primero, no quiero que se acostumbren a estas actualizaciones rápidas :'D hoy pude actualizar porque: aun no hay exámenes, la inspiración no me dejo en paz y tuve la oportunidad.


Eso y QUE LOS AMO y espero este capitulo les guste y emocione tanto como me gusto escribirlo x/D daré unas anotaciones rápidas para pasar a lo bueno (?)


Aclaraciones:


*Eros (OoC) es el espiritu que representa el amor y la atracción. Tiene algunas habilidades muy interesantes que podrán notar con el paso de los capitulos. :Ifyouknowwhatimean:


*Hay que tener en cuenta que Hiccup ya tiene 20 años por esta época, entonces ya no esta tan..am.. ¿tonto? en estos temas que bueeeeeeno, ustedes y yo sabemos a que nos lleva esto y a la siguiente advertencia :'D


Advertencia:


Contenido homosexual. Si no te gusta...bueno, no creo que no te guste si has llegado aquí amiguito 7u7


Sin más preambulo, aquí esta (+w+)

Cubito de hielo

Quizá el viento era brusco, su vuelo en línea recta incomodo y su risa algo que se perdía con cada metro que avanzaban. Pero a Eros no le importaba nada de eso, no cuando seguía sosteniendo la armadura del vikingo que parecía esforzarse por no moverse para entorpecer el vuelo o caerse de su agarre.

Algo que le divirtió un poco al arquero que no veía como volar por ese medio era menos aterrador que hacerlo a lomos de un dragón.

 

—Creí que te gustaba volar— trato de hacer plática sin poder escuchar su propia voz a causa del viento que se la llevaba. Probablemente no era lo mismo volar de esa forma a lo que Hiccup acostumbraba a lomos de su dragón, las correas, el casco y más cosas de seguridad que él no entendía su función.

 

— ¿Tienes miedo de que te suelte y te mueras? — Esta vez intento levantar más su voz, captando que la pregunta no le cayó en gracia al vikingo que sujetaba su mano con fuerza, previniendo el posible resbaló que sus dedos fueran a sufrir en la armadura —¡No te preocupes, no voy a soltarte! — Eros sonrió sin prestar atención al camino que recorrían por las nubes a toda velocidad. Otra cosa que se sumo a la lista de preocupaciones de Hiccup al estar a merced de un arquero volador que podía descender por fallas en las alas como hace años.

No estaba muy seguro al respecto, pero no comento nada. Si esa era la única oportunidad que tenía para dar con el paradero de Jack, valía la pena el riesgo de caer a mil kilómetros por hora de una altura que no era capaz de calcular a causa de las nubes que nublaban su campo de visión.

 

Continuaron volando sin bajar la velocidad, Hiccup intentaba calcular la distancia o ubicar la dirección en que volaban, pero justo cuando creía tener la dirección correcta caía en la cuenta de la dirección ligeramente ladeada a un lado que tiraba al balde el mapa mental que formaba cuando creía encontrar una isla entre los espacios que las nubes le dejaban ver.

Al fin bajaron la velocidad y ninguno de los dos se mostro contento al toparse con los guardianes en el techo de un enorme castillo de piedra, con extensiones y túneles formados con nieve que sobresalían como venas en el suelo y parecía haber movimiento dentro de todas las estructuras que podía ver.

De su lado derecho había una extensión de nieve a la que no podía encontrar fin por la neblina que cubría más allá de la roca más alta y, de el lado izquierdo, Hiccup no encontró otra cosa que no fueran arboles. Algunos recién plantados, otros con ramas taladas, troncos rotos y otros más siendo plantados en donde los viejos eran retirados.

 

Ahora entendía porque el guardián con forma de canguro gigante parecía reacio a dejarlo pasar, incluso a esa distancia era posible sentir un aura cálida que envolvía el lugar pese al clima helado. Como si toda la superficie se encontrara cubierta por un manto invisible que protegía cada centímetro de la isla y lo arropaba como lo haría una madre con su hijo.

 

—Eros.

 

Volvió su vista a los guardianes que no le quitaban los ojos de encima, era difícil englobar su reacción en una palabra ya que todos tenían expresiones diferentes.

Primero estaba hada que parecía al borde del llanto, tapándose la boca y mirando con emoción a sus compañeros y luego a ellos con un entusiasmo que parecía mezclarse con la confusión de no saber qué hacer. A un lado se encontraba el canguro, mirando con desaprobación sobre su cabeza (donde estaba Eros), negando de forma desaprobatoria sus acciones y quitándose la tierra y nieve que tenía atorado en su pelaje como si hubiera actuado de proyectil bajo tierra. Seguía el enano dorado formando una nueva figura a cada segundo sin darle tiempo a interpretar a que se refería, pero Hiccup prefirió tener el beneficio de la duda e imaginar que eran cosas buenas y no sugerencias de donde sería bueno lanzarlo de allí, y al final estaba Norte, el único guardián que semejaba a un vikingo y del único que Hiccup recordaba su nombre por todas las quejas que Jack solía soltar en ocasiones sobre él.

 

Tenerlos a todos juntos justo frente a él era algo que lo dejaba con un alivio en el pecho (al saber que todos estaban bien) y un enojo inexplicable al no haber recibido noticias de ninguno de ellos, ni siquiera una maldita carta diciendo “Gracias, pero eres una posible mala influencia. Adiós” nada, ni siquiera un tonto mensaje en el cielo o señales divinas.

Entendía que Jack podía perder la esperanza de verlo vivo, era algo que incluso su padre, sus amigos y toda la aldea dudo por unos largos minutos (según lo que Astrid le dijo) pero si fue el único en quedarse en la guarida, no entendía como ninguno pudo ser capaz de topárselo en todos los viajes que emprendió a lo largo de esos años. Ahora era un buen momento para pedirle a Eros que lo bajara y ponerse a bailar encima de su tierra sagrada como una forma de devolverles el trato.

 

—No bajes al muchacho, por favor— Norte avanzo con una voz tan amable que Hiccup tuvo que olvidar por unos segundos su amenaza mental sobre bailar encima de su tierra con una pierna de metal.

No parecía fingir en su preocupación al hablar y tampoco tenía facciones enojadas. Incluso se podía advertir que parecía cansado pero más alegre que el canguro de verlo con vida. Pero era difícil saberlo cuando dirigía una mirada amable a Hiccup y luego la desviaba a Eros con una mezcla de desdén e inconformidad.

 

—Buenas tardes. — A pesar de que solo quería llamar la atención de quien parecía el guardián mayor, tuvo que contener el impulso de voltear a los tres guardianes que también volteaban a ver que tenía el vikingo para decir a su defensa.

 

—Chico, me alegro que estés bien, en serio. Pero...

 

—Si, entiendo. No se preocupe, el señor canguro nos explico sobre la importancia de no dejar que un humano pise o traspase el campo que protege su isla, no quiero infligir sus leyes— continuo hablando pese al sonido de mal humor que el peludo guardián había hecho al escuchar “canguro” —Lo último que quiero es tener problemas con ustedes, no hay razón para discutir.

 

—Bueno, al menos entiende.

 

—Bunny— el hada lo regaño aun debatiéndose en las dos emociones que la hacían volar de un lado a otro sin quedarse quieta.

 

—Pero— agregó llamando la atención de los cuatro e incluso sintiendo como los dedos de Eros se cernían con más fuerza sobre su armadura —no me voy a ir de aquí sin ver a Jack.

 

—Escucha humano.

 

—No— Hiccup volvió su atención al guardián de barba blanca —Tendrán sus reglas, pero esas dejaron de importarnos en el momento en que él y yo nos-

 

—Enamoramos— Eros susurró sin dejar de sonreír con satisfacción al ver que los cuatro guardianes ahora estaban sorprendidos por tener a un humano flacucho plantándoles cara.

 

—Amigos— Hiccup frunció el ceño con las orejas un poco rojas a causa de la intervención que considero innecesaria —desde que él y yo nos hicimos amigos.

 

—Y se enamoraron— repitió el arquero con una sonrisa más grande que la anterior.

 

—Norte, podríamos sacar a Jack— la guardiana voló a una altura que le permitía estar a la misma altura que el mayor. Un consejo que cayó como balde de agua fría sobre él y al cual Bunny se unió con más animo de protesta que de apoyó.

 

— ¿Van a hacer lo que estos mocosos quieren?

 

—Pero Jack-

 

—No ha sido el mismo desde ese día, podría recuperarse.

 

—O podría empeorar, no sabemos cómo resultara. Ha estado entrenándose para distraerse

 

—Los sentimientos negativos

 

—Pero podría funcionar.

 

Hiccup volteó a donde Eros los veía con una expresión aburrida pero sin meterse a la discusión.

 

— ¿Crees que les tome mucho tiempo? — le parecía extraño hablarle al espíritu que hace tan solo unos años se aferraba a él, confundido y sin poder volar por causas desconocidas pero había sido capaz de cargarlo y llevarlo hasta ahí sin sudar una gota.

 

—Quien sabe, nunca me gustan sus discusiones. Son de lo más aburridas— se encogió de hombros, mirando alrededor y provocando que Hiccup hiciera lo mismo. Ambos ocupados en otear el lugar mientras la conversación se volvía más airada en frente de ellos.

 

—Podríamos aislar una parte de la isla para que no tenga protección...

 

—Hacer eso es más difícil.

 

—Pero tampoco podemos ponernos como blanco fácil. Estando los cuatro en un solo lugar somos un blanco fácil y no estamos en épocas donde nuestro poder sea tan fuerte como en invierno.

 

—No sabemos donde esta Pitch.

 

—Es algo arriesgado...

 

Eros chasqueo la lengua con fastidio, acomodando mejor sus manos sobre el cuello de la armadura que sujetaba como si su vida dependiera de ello pero al final solo era una carga que quería llevar a su destinatario.

 

—Sabes, creo que ya sé cómo podemos hacer que Jack salga por voluntad propia— mientras hablaba, retrocedía lentamente de los guardianes. Dejando que la plática fuera lo único de importancia y no se fijaran en la distancia que ahora ponía entre ellos.

 

— ¿Cómo?

 

—Bueno, empecemos con darte la bienvenida a la maravillosa isla de los guardianes. Donde ningún humano a puesto un pie ni sus ojos por el campo que la protege y tampoco las entidades malignas son capaces de acercarse porque actúa como un espanta pájaros— hablo con tanto animo que Hiccup vería normal si empezaban a flotar alrededor como un guía turístico o un vendedor que ofrece sus productos —Aquí se alberga el transporte de Norte, los subordinados de los guardianes, las reservas de energía junto con algunos lugares de entrenamiento y un domo para practicar técnicas de combate y más al fondo, se encuentra nuestro pequeño amigo que ha jurado congelar y destruir a Pitch con sus propias manos— Eros le guiño un ojo antes de alterar un poco su voz a una más rasposa y siseante —y es algo... “Paranoico”

Al término de su última silaba, soltó la armadura como si le quemara los dedos. Dejando que la poca distancia que existía entre el suelo y Hiccup desapareciera y un extraño sentimiento de culpabilidad embargo al vikingo al ver con más claridad los terrenos de la isla.

A su lado, Eros poso de forma rápido su mano en el suelo. Dejando que una estela de color negro se pintara en la tierra y desapareciera con un horrible silbido que obligo a los guardianes a taparse los oídos.

 

—Guarda ese secreto por mi o voy a tirarte al mar cuando los demás no me vean.

 

Por unos segundos Hiccup mantuvo su atención en los dedos de color negro que volvían a su tono normal y la voz del arquero regresaba a ese tono alegre y fastidioso que parecía burlarse de él por estar sentado de bruces en un suelo que había dejado de tener ese aire mágico y ahora solo tenía un aspecto normal.

 

—Eres un doble cara— no lo dijo como insulto, pero Eros no le dio tiempo a responder cuando ya se retiraba flotando para esquivar el rayo de hielo que estuvo a poco de darle a ambos en la cara.

 

Hiccup giro lo más rápido que el terreno con nieve y césped se lo permitió. Era difícil ponerse de pie cuando se tenía en frente a cuatro guardianes furiosos que caminaban a donde se encontraba, cada uno con armas diferentes y detrás escuchaba un segundo disparo que tuvo que esquivar al rodar en el suelo y ver mejor a Jack con su cayado en alto.

 

— ¡¿Dónde está?! — Jack disparo de nuevo. Algo que Hiccup no agradeció al tener que girar de nuevo con tal de erguirse y sacar rápido su espada Inferno y bloquear el tercer disparo que casi le daba en el pecho.

 

— ¡Te dije que era paranoico! ¡Dale tiempo, esquiva sus ataques hasta que se canse y puedan hablar bien!

 

— ¡Si claro! — esquivo y bloqueo otros dos disparos que iban con una precisión y velocidad que Hiccup no pudo reconocer y tuvo que mantener al margen al dirigirse donde los arboles servían como un escudo y escondite que lo resguardaron de una explosión de hielo que pudo haberle dado en la espalda.

 

— ¡Ah y no dejes que te dé!

 

Es más fácil decirlo que hacerlo

Pensó al agacharse detrás de una roca que explotó en fragmentos de hielo sobre su cabeza.

 

— ¡Sal de donde estas Pitch! — otro disparo paso rozando a un lado de su cabeza y la explosión junto al polvo le sirvió como camuflaje para esconder su espada y apartarse a los lados del bosque. —Vamos, no me digas que ahora me tienes miedo tú a mí.

 

Se quedó agazapado en su lugar, manteniendo su respiración lo más débil que la adrenalina se lo permitía. A la espera de una oportunidad para ir sobre él a corta distancia y quitarle el cayado que sujetaba como si fuera un arma y no como un instrumento que le permitía acompañar los vientos.

 

No es el mismo desde ese día

 

Ahora que lo tenía a tan poca distancia, le era difícil creer que ese chico con actitud amenazante fuera el mismo que le pregunto si había peces que volaban en el aire. Era extraño no poder distinguir esa alegría que despilfarraba en sus ojos con la primer cosa que captara su atención.

Era su culpa e iba a arreglarlo.

 

Cuando tuvo la oportunidad salto de su escondite. Sintiendo un dolor helado en su pierna cuando uno de los ataques dio directo en ella y la prótesis exploto justo cuando logro tumbarlo y apartar el cayado aprovechando su confusión.

Hiccup quería cantar victoria, pero Jack no le dio tiempo. Parecía obvio que no tenía la misma condición física que antes, no le costó mucho aprovechar su movimiento para impulsarlo con los pies y quitárselo de encima para dejar su vía libre a recuperar el cayado.

 

— ¡Ah, no! — quizá no era lo más inteligente que se podía decir en una pelea, pero no se le ocurrió otra cosa que decir cuando lo jalo de los pies y en un intento por usarlo para ponerse de pie, el suelo se derrumbo ladera abajo. Obligándolos a golpearse con ramas, arbustos, espinas y bañarse en nieve y tierra congelada que no sabía mejor que el lodo de Berk.

Cuando por fin aterrizaron en una superficie más firme, Hiccup tuvo que mantenerse alerta al tener el hielo avanzando en su costado y toparse con los dedos de hielo que podían tener el mismo efecto que el cayado que habían dejado atrás.

 

Forcejearon por unos segundos que sintió eternos. De todos los reencuentros posibles, Hiccup nunca tuvo en cuenta ese donde podía tener un duelo con Jack donde su vida estaba de por medio y terminaba con la mitad de su tórax congelado, su prótesis rota, su cuerpo lleno de cortes y raspones y sobre todo, con él sometiendo a Jack para evitar que le congelara la cara.

Aseguro sus dedos alrededor de las muñecas que mantenía sobre la cabeza del albino, esperando que no fuera a volverse de hielo a cuerpo completo y lo transformara en una estatua que nunca vería de nuevo la luz del día.

 

—Jack.

 

—Suéltame.

 

—No— tuvo que poner más fuerza sobre sus manos cuando el hielo comenzó a recorrer sus dedos. —Jack, soy Hiccup.

 

—Suéltame— en lugar de parecer contento, esa declaración no pareció ofrecerle más que enojo al espíritu que dirigía su ira a él. Dejando que el hielo avanzara hasta la mitad de los antebrazos del vikingo que no daba su objetivo a torcer.

 

—No. Jack, vine porque Eros me trajo. Me lo tope en-

 

— ¡Suéltame! No tengo idea de quien seas o si eres un cambia formas o algún seguidor de Pitch. Pero si no me sueltas, voy a convertirte en una maldita estatua de hielo.

 

— ¡Vas a hacerlo aún si te suelto!

 

— ¡Lo haré con más dolor si no lo haces!

 

No dudo de su amenaza ahora que el hielo seguía avanzando por su piel y sobre su armadura. Jack seguía reacio a escucharlo y si no funcionaban sus explicaciones, tenía que encontrar otra solución para hacer que creyera en que le decía la verdad y tirara la opción de convertirlo en un pedazo de hielo.

Pensó rápido en las conversaciones que sostenían hasta muy adentrada la noche, en la lectura de los libros sobre dragones donde descubrió que Jack no sabía leer, la primera vez que se despertó porque el muy tarado estuvo a punto de ahogarlo con un beso, cuando le levanto el ánimo y estuvo ahí cuando nadie más lo hizo...

La solución obligo a su cuerpo a actuar antes de que su mente pudiera ordenarle a su boca que articulara más razones para traer la razón a ese albino paranoico que ahora parecía tan sorprendido que olvido como congelarlo o seguir enojado.

Ignoro sus intentos por cortar ese contacto que había establecido entre sus puentes, prefiriendo no hacer caso al rodillazo que dormía su pierna y se concentró en dejar que esa nostalgia lo invadiera con cada segundo que el beso continuaba.

Se distrajo. Ahora que tenía sus manos inmóviles no podía seguir sosteniendo a Jack para evitar que lo congelara por completo y no pudo sentirse menos intranquilo cuando los dedos helados tocaron cada lado de su rostro, amenazando con terminar su tarea pero al final parecía rendirse a la tentación cuando sus brazos se deslizaron a rodear su cuello y acercarlo más de lo que se encontraban.

Por un momento olvido como respirar.

Hiccup había forzado su memoria todo ese tiempo para intentar recordar la sensación de vértigo que le quedaba cuando Jack y él se besaban, omitiendo el factor de consciencia que siempre le fastidiaba el recuerdo al tener en cuenta que nunca llego a aclarar en qué tipo de relaciones o circunstancias las personas se demostraban afecto de esa manera.

 

—Eres un sucio mentiroso— al fin su voz alcanzo un umbral más calmado, aunque no perfecto. Hiccup habría preferido verlo aún enojado, sin intentar matarlo y quejándose de lo mucho que tardo en llegar, a tenerlo con la voz tan baja que le costaba escucharlo y con las lagrimas  heladas recorriendo sus mejillas. 

 

—Lo siento— era lo único que se le ocurría decir en ese momento. Eso y quizá pedirle que intentara descongelar sus brazos y su cuerpo. Pero eso podía esperar.

 

—“Solo lo hacen los mejores amigos” — Jack repitió la misma excusa que había escuchado antes —Aja.

 

— ¿Quieres que deje de-

 

Esta vez fue Jack quien interrumpió sus palabras con un segundo beso que parecía exigir respuestas, tiempo, calor, contacto o quizá todo al mismo tiempo. Algo que Hiccup no se negó a corresponder sin deshacerse de la vertiginosa sensación de tener un agujero negro en el estomago.

 

Hubo una segunda pausa que ambos aprovecharon para respirar hondo e intentar asimilar aquel acuerdo silencioso que se llevaba a cabo con cada exhalación que ambos chocaban sin muchas ganas a separarse.

 

—Entonces...realmente tu..

 

—Si.

 

—¿Vivo? ¿No eres un fantasma o algo así?

 

—No, me parece que estoy lo bastante vivo como para sentir el frío.

 

Por un momento no pareció entender a que se refería. Al menos no hasta que noto que el vikingo no se movía de su lugar y el ruido que ocasionaba la escarcha lo espabilo en un movimiento de pánico.

 

—T-Tu pierna. Hiccup yo no-

 

—No, no. Está bien, ya estaba así. Bueno no estaba pero eso fue...Mejor concentrémonos en mis manos ¿si?

 

Pese a su esfuerzo por mantener sus temblores bajo control, poco le falto para morderse la lengua al notar que sus dientes castañeaban y si había algo caliente en su cuerpo, eso solo era su rostro.

Jack lo ayudo a recargarse en un árbol para comenzar a volver el hielo en neblina y absorberlo con la misma velocidad en que los dragones exhalaban el humo de sus fauces. Ambos se sumieron en un silencio incomodo donde Jack parecía concentrarse en su tarea, pero Hiccup fue consciente de que dejaba pasar vistazos fugaces sobre él cuando creía que no le prestaba atención.

Y lo sabía porque él no podía dejar de verlo y pensar en lo tonto que había sido al preocuparse de lo que su padre o sus amigos pudieran decirle por sentirse atraído por un chico como él.

Claro, no era algo que se veía todos los días o para ser precisos, no tenía conocimiento de que a otros vikingos les pasara lo mismo. Pero la misma Astrid había señalado que entre los animales y dragones a veces se daban esas excepciones en donde uno podía sentirse atraído por un individuo del mismo sexo.

¿Qué lo hacía diferente de los dragones entonces?

Bueno, aparte de las alas, escamas y que no podía escupir fuego.

Además Jack no contaba como vikingo, tenía unos ojos hermosos y tenía una sonrisa que-

 

—¿Mejor?

 

—¿Mejor qué? — Hiccup parpadeo varias veces con la intención de ubicarse en la conversación que al parecer, se había perdido por estar recordando temas pasados para aterrizar su consciencia.

Intento prestar más atención, dejando que una corriente eléctrica recorriera su espina dorsal cuando Jack tomo su mano que recuperaba el tono normal de piel y lo ayudaba a doblar los dedos para tirar la poca escarcha que aún quedaba en las arrugas de estos.

 

—Ah, si— sonrió al poder tener la sensibilidad en sus dedos de nuevo. Manteniendo el contacto entre ambas puntas de sus dedos, dejando que una pequeña hoguera ardiera en su interior cuando ambos entrelazaron un poco más sus dedos, olvidándose por unos segundos de el problema de la isla, de la noche que estaba casi sobre ellos, los guardianes que los buscaban o incluso de su dragón que debía estar preocupado por su desaparición.

Quería besarlo de nuevo, contarle todo lo que había pasado en esos años que no lo encontraba, los cambios en la aldea, las nuevas islas que encontró y sobre todo, quería escuchar que tenía para decirle. Anhelaba tener esas largas noches de platicas banales que lo obligaban a mantener los pies en la tierra y su mente en el cielo, ambos estaban a tan solo centímetros...

 

—¡JACK!

 

Pero no todo era perfecto y el grito fue un brusco golpe a la realidad que sorprendió a ambos. Separándose al haber quedado con sus narices rozando y en una posición vergonzosa que los guardianes estuvieron a punto de ver.

No tardaron en aparecer los cuatro guardianes de diferentes puntos del bosque, pasando del alivio al enojo y quedando en la sorpresa cuando todos posaron sus ojos en las manos de ambos chicos que seguían sosteniéndose pese a la distancia que habían puesto entre ellos.

 

—¿Qué pasó?

 

Otra vez, todo sucedió en segundos.

Primero tenían a los guardianes juntándose frente a ellos, preparando lo que parecía un regaño que duraría un buen rato y al siguiente una flecha había pasado zumbando entre el espacio que separaba a Norte de Bunny, resquebrajando una roca donde se hundió hasta la mitad y el tirador quedo en unas ramas que lo situaban encima de las cabezas del magullado par que no salía de la vergüenza lo suficientemente rápido para seguirle el paso a todo lo que se avecinaba.

 

—¿Qué paso? Deja que yo responda esa pregunta gordinflón— Eros frunció el ceño desde lo alto de las ramas que lo dejaban a una buena distancia de los guardianes —Jack y Hiccup estaban a punto de completar el reencuentro más romántico de todos los tiempos, algo que yo como espíritu del amor y la atracción aprobaba totalmente e incluso los apoye un poco, cuando ustedes entraron gritando a lo bruto y arruinaron todo. ESO ES LO QUE PASO.

 

En ese momento ambos se soltaron del agarre que se tenían, permitiendo que Jack se pusiera de pie y le indicara un tiempo muerto a los dos bandos. Las palabras de Eros parecían una broma o algún intento por bajar la tensión del ambiente, pero Hiccup advirtió demasiado tarde que el arquero hablaba en serio y su enojo no era disimulado. No cuando estaba empezando a tensar otra flecha y si no fuera porque Jack se estaba interponiendo entre él y los guardianes, era seguro que la segunda flecha no iría al aire.

 

—Eros, baja el arma. No quieres pelear con ellos.

 

—No, en realidad si quiero. Desde que llegue quiero hundirle una de mis bonitas flechas a Norte en esa frente tan grande que tiene. Es un blanco fácil y no va a morir, me va a servir como terapia, créeme. Ahora hazte a un lado, por favor.

 

—No me voy a mover, baja el arma y ayúdame a llevar a Hiccup al domo. Le...le revente su..Am.. — la seguridad que Jack se esforzó por poner en su voz lo abandono al mirar de soslayo la extremidad de su amigo que se mostraba incompleta y un buen pedazo de culpa ahogo sus palabras. —Por favor Eros.

 

—¿Si te ayudo que recibo yo? Solo míralos Jack, ellos también se mueren por tener una excusa para echarme de aquí.

 

A pesar de que Hiccup no estaba al tanto de el tipo de relación que guardaban todos, no le era posible imaginar a alguien amable como hada, paciente como el enano, pendiente como el canguro y solemne como norte, queriendo echar a alguien de su isla por el simple hecho de tener una personalidad nefasta. Ni siquiera su padre era capaz de echar a Patán y su padre en los peores días de insubordinación que tenían.

Pero ahí estaban los cuatro con lo que parecía una postura de combate y el aura de batalla que Eros mencionaba en cada palabra que parecía veneno al pronunciarlas.

 

Pensó en una solución rápida, recordando lo más que su memoria le permitía sobre el arquero que poco pudo convivir con ellos y quizá no revelo nada personal en el viaje que hicieron ambos en ese entonces donde los acompaño desde su hogar hasta el nido de dragones.

 

Fue con esa memoria que una idea ridícula voló a su mente e intento probar su suerte.

—Eros. Si hieres a algún guardián voy a traer a Astrid a la isla.

 

Por un momento no hubo ninguna reacción, al menos no hasta que el castaño proceso el nombre y bajo el arma para verlo con incredulidad.

 

—¿Por qué?

 

—Desde que desaparecieron se ha guardado un buen saludo para ustedes dos y si lastimas a alguien en esta isla, te va a ir peor.

 

—...— Eros se removió incomodo en su lugar. Distrayéndose en jugar con su arco y su flecha conforme el ambiente se relajaba, la postura de todos se relajaba e incluso Jack parecía captar que era lo que le preocupaba a su amigo.

 

—¿Te da miedo?

 

—No, no. Claro que no...No, am, si. Bueno no— se corrigió lo más rápido que la conversación se lo permitió. Girando sobre su eje para dirigirse a Hiccup y ayudarlo a levantarse sobre su pie —¿En serio la vas a traer?

 

—Sin su barrera ellos pueden llegar buscándome, creo que si me tardo más en regresar tu reencuentro con ella no va a ser tan “amistoso” como el nuestro ¿no?

 

Ahora que lo decía en voz alta, Eros no pudo estar más de acuerdo en que era una excelente idea que todos fueran al taller de norte. Pero Hiccup no podía dejar que eso acabara ahí, tenía que demostrar que su teoría sobre cómo funcionaba el aura de él sobre los demás.

 

—Si Astrid y los demás llegan aquí, será porque me hiciste romper la barrera de protección y los guardianes no te van a ayudar. Pero si te disculpas y los ayudas a poner de nuevo la barrera, quizá no se tarden tanto en formarla e incluso te protejan ¿no? — volteó a donde los otros mantenían una conversación por lo bajo, algo que no los detuvo de captar el mensaje que les transmitía con señas y asintieran convencidos.

 

—Si, pero sin disculpas ni ayuda no vamos a ayudarte en nada Eros.

 

El arquero contrajo sus labios en una mueca de disgusto que no tuvo la decencia de ocultar.

 

—¿Tengo que disculparme?

 

—Si.

 

—Si lo hago ¿vas a aceptar que amas a Jack?

 

Ahora fue Norte y Jack quienes parecían incómodos por esa pregunta que provoco una sonrisa de ternura en hada y Sandman.

 

—Eros, no es necesario que lo obligues a decir que-

 

—¿Acaso lo negué?

 

Otro silencio se formo entre todos. Algo que Hiccup tuvo que tragarse junto a sus deseos de que se lo tragara la tierra y más con la mirada que Jack le mandaba como en una queja silenciosa que rezaba “¿Es en serio?”

 

—Bueno, algo es algo— al final cedió con una sonrisa que no se borró aún cuando tenía a Norte y Bunny cerca de él —¿me perdonan por haberme molestado por su innecesaria interrupción?

 

—¿Cómo lo hiciste? — Jack  se acercó a servir de apoyo al castaño que parecía a punto de caer a un lado por la falta de equilibrio y el cansancio que se cargaba en el cuerpo herido.

 

—Cuando fuimos por ustedes Astrid lo golpeo y en todo el camino no quiso acercársele ni siquiera en el dragón. Solo probé suerte— se encogió de hombros con una mueca de dolor —pero también...Hay algo que descubrí sobre él Jack, sobre él y todos ustedes mientras te buscaba y encontrábamos nuevas islas.

 

—¿Qué cosa?

 

—Para empezar, bueno hay mucho de qué hablar. ¿Podemos ir adentro?

 

—Si, supongo— alzo un poco más la voz en dirección a los guardianes que parecían divertirse por los nuevos apodos que Eros intentaba ponerle a Norte en vez de “gordinflón” —¿alguno de ustedes vio mi cayado?

 

Había muchas leyendas y mitos sobre fantasmas, criaturas mitológicas, monstros o entes nocturnos que cada pueblo guardaba en sus hogares con el propósito de contarles historias y leyendas a sus hijos. Cuentos de espíritus del viento, de las estaciones o de los sentimientos de las personas.

Pero lo que más abundaba eran poemas de amor. Algunos ridículos sin sentido, otros parecían canciones elaboradas con el único propósito de hacer vomitar a la otra persona o adquirir la atención del otro.

Por mucho tiempo creyó que eran tonterías y cursilerías que él nunca iba a probar.

 

—Vamos ¿puedes caminar?

 

—Si.

 

No tuvo que decir más cuando un nubarrón dorado lo obligo a echarse y dejarse llevar por el pequeño hombrecito que le indicaba no moverse hasta llegar a su destino.

 

—Bien, gracias.

 

Intento sonar agradecido aun con su mente más distante que antes.

 

El amor era algo volátil y temporal para muchos, pero eterno para pocos. Podía empujar a la gente a hacer estupideces a tal grado de arriesgar su propia vida por esa persona especial, pero también podía empujarte a los celos, el resentimiento, la obsesión e incluso la misma venganza.

El amor era algo que muchos trataban con cuidado, como un pedazo de madera que podía quemarse, romperse o pudrirse si no recibía el tratamiento correcto.

 

—Y una casa hecha con madera podrida o que puede quemarse fácilmente, va a caer sobre los que viven ahí. O los deja expuestos por el moho y la contaminación— Hiccup murmuro para si mismo, mirando atrás al arquero que volaba detrás de él con una divertida preocupación que expresaba con una sonrisa. Redirigió entonces su atención al enano que tenía en frente de él —Disculpe señor de las arenas— intento sonar respetuoso pese a no tener ni idea de cómo se llamaba, pero el tema no podía dejarlo a la deriva — ¿Cree que puedan dejar a Jack y Eros venir a quedarse en la aldea por tiempo indefinido?

 

Amigo o enemigo.

 

Hiccup prefería la primera opción.

 

 

 

 

 

 

 


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