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You´ll be The Woman por Pamina Taminori

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Notas del capitulo: Espero que les guste
YOU´LL BE THE WOMAN (song) Él
Por Pamina Taminori

En la casa de Goku, la familia se encontraba en la cocina. Goku estaba sentado, esperando que su esposa se acordase de él cuando necesitase repetir y Chi chi andaba alrededor de Goku y Gohan todo el tiempo. Era natural su preocupación, porque ellos poseían un apetito desmesurado que les obligaba a estar pendientes de su estómago.

“Aquí, Chi chi”. Goku señalaba su plato, mientras removía la sopa que había en un cazo, en busca de una alita de pollo o de un muslo, “así tendré en mi plato comida más consistente que la sopa, que es agua”.

Se rió de su propia broma, sus hijo Gohan sonrió con timidez, mirándolo por encima de su cuenco de sopa.

Chi chi se puso en jarras y frunció el ceño. “Podrías esperar al postre: he preparado tarta de manzana”.

A Gohan se le abrieron los ojos, ante la mención de la golosina. Su padre sacó la cara del cazo de la sopa y miró casi babeando a Chi chi. “¿A qué esperas para traérnosla, Chi chi?”. Gohan se relamió, luego apuró su cuenco: “Ummm”.

Chi chi se metió en la despensa, donde conservaba el manjar solicitado, además de una gran cantidad de víveres. La mujer se pasó la mano por la frente; había allí desde latas de conservas con mariscos, miel, mermeladas, trufas, frutos secos y en almíbar hasta carne de cerdo, ternera, buey, cordero, también jamones, pollos, conejos… y la lista seguía.

No tenía tiempo ahora de apartar las latas de conservas y las potas llenas de comida, porque quería regresar pronto con la tarta. La mujer se desesperó completamente, había saltado las latas de conservas pero ahora estaba atrapada entre un montón de pollos que le alcanzaban la cintura y los jamones, que se hallaban suspendidos y le rodeaban la cabeza.

No podía ver la puerta para salir y aunque ya había echado el ojo a la tarta no la podía coger desde allí. Alargó la mano hasta dónde había una cabeza de cerdo, logró apartar unos cuantos jamones hasta la altura que pudo.

Se percató que le faltaba una mano para hacerse con la tarta, que estaba detrás de la cabeza de cerdo.

“ ¡Aaaaaaah!” chilló la pobre mujer mientras se derrumbaba sobre la montaña de conservas, Goku y su hijo oyeron el fuerte estrépito de potas, carnes…


“ ¡Chi chi! ¡Chi chi!”. Goku se levantó de su sitio y corrió asustado hacia la despensa, “¿estás bien?” le preguntó asomándose con temor. En aquel momento vio una mano palpando una cabeza de cerdo, el resto del cuerpo de ella estaba tapado por las conservas. Gohan se acercó para ayudar a su madre, tenía lágrimas en los ojos “mamá, contesta” suplicaba. Su madre hizo un murmullo y el hijo suspiró largamente el aliento contenido.

Goku dio unas palmadas en la espalda a Gohan, que luchaba por no llorar. “Está bien Gohan, no te preocupes”.

Entonces Goku y Gohan se sacudieron, como empujados por una fuerza extraña, luego sintieron paralizarse sus miembros.

Cayeron en la cuenta ambos, con una seguridad instintiva, de que no podían menear los brazos ni las piernas.

Todo transcurrió durante una fracción de segundo, en el cual Chi chi no dejaba de llamarlos desde su atolladero. La oían, pero no podían moverse a ayudarla por una razón siniestra.

Cuando sus cuerpos volvieron a la normalidad, estiraron sus extremidades como si se desperezaran de un largo sueño. Apenas recordaban que Chi chi estaba atrapada.

“¿Qué hacéis que no me ayudáis?” les gritaba.

“Una corriente de aire fría…” dijo Gohan a su padre.

“No” Goku miraba el cielo extrañado, un cielo despejado, “¿has oído tú también?”.

No esperó la respuesta de su hijo, sino que lo se elevó allí mientras Gohan lo miraba.

“ ¿Adonde vas?” Gohan hizo ademán de seguirle, pero Goku lo frenó con una mano en el hombro. “Me voy a ver a Mutenroshi, ahora mismo vuelvo. Dile a mamá que no me espere levantada” y le guiñó un ojo a su hijo.


Se fue dejando a Gohan más confundido que antes, “¿Habrá oído lo mismo que yo?. No tiene sentido que diga que vuelve ahora si va a ver a Mutenroshi y que le aconseje a mamá que no lo espere levantada. ¿Cuánto tiempo tendrá pensado tardar?”.
El joven había olvidado por completo que su madre yacía sepultada, regresaba a la cocina cuando oye un grito ahogado.
“!Gohaaaan! ¡Gokuuuuuu!”.

Gohan dio media vuelta y corrió hacia el montón, debajo del que se hallaba Chi chi. Comenzó a apartar cajas a toda prisa, con las manos temblorosas y la frente empapada en sudor.

“ ¡Hijo! ¡ sácame de aquí!... ¡Gohan!... ¡una rata!”.

Él dio un respingo pero continuó la tarea, que no era tan fácil como a simple vista parecía.




Teniendo la luz de la luna por compañera, Goku volaba a través de la noche como un pájaro perdido. Había decidido ir a casa del maestro Mutenroshi en un segundo, sin pensarlo. Se preguntó si sería buena idea. Bueno, al fin y al cabo, todas las decisiones que tomaba a la ligera tenían buen resultado, al menos para él.

Se despreocupó de esto y se concentró en su propia energía. “¿Qué habrá sido ese rugido que brotaba del fondo de la Tierra? Al principio pensé que era Vegeta, pero no, no, no puede ser”. Se sintió apesadumbrado y se desorientó. Unas nubes oscuras pasaron junto a su cabeza. “Una tormenta, esta noche, en algún lugar”.

Las ráfagas de viento le golpeaban en la cara hasta hacerle saltar las lágrimas “Dios, ¿Qué?...”. Y continuaba en su viaje a casa del viejo maestro. Se decidió por tomar tierra en el primer lugar llano que viese. Tomaría un pequeño descanso, porque volar en plena tormenta resultaba agotador incluso para un sayajin tan fuerte como él.

Bajó hacia una enorme roca, sentándose nada más tocarla con la punta de los pies. Se encontraba en medio de la nada, pues a su alrededor creía la oscuridad y el viento soplaba con fuerza. Se llevó las dos manos al pecho e inclinó la cabeza, en un gesto semejante a quien está escuchando mediante unos auriculares. Dobló aún más las rodillas para luego estirar los miembros bruscamente. Levantó la cara poco a poco con un gesto torcido y retó al cielo con su mirada.

“Vegeta” Sudaba copiosamente, hasta mojar esa agua salada sus labios separados “No puedo creer tamaño despliegue de fuerza en tiempos de paz. ¿qué estará tramando ahora?”. Despegó de nuevo de un salto hacia el cielo nocturno.

“Lo tenía por un amigo. Creí que si su ceño se desarrugaba y empezaba a confiar en la gente conseguiría que su carácter se hiciese dulce y humano. A lo mejor fue un error permitirle que viviese entre la gente.”

Pronto llegó a casa del maestro Mutenroshi, aterrizó acompañado de una nube de lluvia que lo empapó en un momento, de la cabeza a los pies. La puerta de la casa se abrió y de ella salió el anciano, con sus sempiternas gafas de sol caladas en los ojos y su camisa veraniega. “Hola maestro, ¡qué alegría verlo tan fuerte!” Saludó Goku a su mentor.

“!Goku!!amigo! Sentí tu presencia hace rato. ¡Y qué presencia, muchacho!” El viejo hacía aspavientos con la mano derecha, dejando caer su bastón.

El bastón rodó hasta donde estaba la Tortuga, que había salido junto a él.

“!Eh!” dijo la Tortuga, “ten cuidado”.

“No deberías ser tan curioso, ser sabio también conlleva permitir que otros sepan más que tú” impartió el maestro con las manos en las caderas. La Tortuga lo miró desaprobándolo y se volvió, antes saludó a Goku.

“No era yo” dijo Goku secamente, pasando por delante del viejo maestro de artes marciales. Se fue a sentar en un sillón moderno, propiedad exclusiva del maestro; en la mesita de enfrente se apiñaban un fajo de revistas de chicas en bañadores y en bikinis.

“! Hey!!hey! ¡muchacho, para el carro! ¿quién era, entonces? Porque a mí me resultó familiar ese ki.” Luego rió, ante la mirada de incomprensión de su discípulo. “Y no te sientes ahí, que como ves, estaba leyendo un libro de cocina muy interesante”.

Goku no rió la broma, sino que apoyó los codos en las rodillas y las mejillas sobre las manos. Mutenroshi le lanzó una mirada de inteligencia y se sacó las gafas para observarlo más detenidamente.

“¿Quieres tomar algo, Goku? Pareces cansado, nunca te había visto así. ¡Ah! ¡ya sé! Estás empapado porque no has escapado de la tormenta. Vete a darte un baño, que seguro que te despeja”.

Goku se dejó conducir hasta el baño, luego el viejo de dio unas cuantas toallas y lociones. “Puedes tardar el tiempo que quieras” le dijo Mutenroshi amablemente.


Goku se metió en la ducha y abrió el grifo del agua caliente. Sintió como ésta resbalaba por todo su cuerpo, no usó jabón porque la espuma le producía una sensación pegajosa en ese momento. Apoyó las manos en las paredes de la ducha, y luego se dio la vuelta para apoyar la espalda. De esta forma aprovechaba pacientemente para que dos o tres gotas de agua tibia se deslizaran plácidamente por su pecho. Tenía los ojos entornados, negándose a sí mismo el placer de contemplarse rebosante de felicidad. En un rápido movimiento abrió el grifo del agua fría hasta el tope, hasta que el cálido bienestar desapareció. Frunció el ceño y abrió el agua caliente, recostándose de nuevo contra la pared.


“ ¡Goku! ¿estás bien?” Oyó que su maestro lo llamaba y salió veloz de la ducha.

En un instante vistió unas ropas más propias para un tiempo cálido, se puso una bata por encima y salió del baño con el cabello chorreante y una sonrisa de oreja a oreja.

“Así me gusta verte, Goku” dijo el maestro satisfecho “Espero que te haya sentado bien la ducha. Como has tardado tanto… ejem, he preparado unos cafeses que seguro nos harán sentir mejor”.

Se sentaron ante la mesita repleta hasta los bordes de pasteles de crema, dos tazas, una cafetera, y un plato de galletas. “Wenroe, la cocinera que tengo, tiene miedo de que muera de hambre y cuando se va deja la despensa bien provista. Come algo, espera que te sirvo café”. Goku observó que el maestro no llevaba gafas y sus ojos diminutos sonreían y se sintió confortado. Rechazó nerviosamente el café que el maestro le vertía, mientras se arrebujaba en la bata y trataba de controlarse emocionalmente.

Aún notaba la calidez del agua, que había sensibilizado los nervios de su piel. Se sentía suave e hipersensible, como a punto de llorar pero sin querer hacerlo. Apretó los párpados y odió el tacto liviano de su bata, que rozaba su piel temblorosa.

“Me vas a contar por qué me visitas a estas horas de la noche” comentó seriamente Mutenroshi encarando a Goku “y me vas a contar quien era el de la presencia tan poderosa. Porque tú lo sabes, lo he visto en tus ojos. No sabes mentir”.

“Era Vegeta” musitó Goku para que sólo Mutenroshi pudiera oírlo.

El maestro vertió un poco de café fuera de la taza, estremeciéndose por primera vez. “¿Ha llegado a un nivel tan alto Vegeta?. Has de vencerlo antes de que supere tu nivel y te derrote, Goku. Sabes muy bien que él te odia y que no dudará en acabar contigo en cuanto vea la oportunidad de hacerlo. Te prevengo de su odio, Goku”.

“Sí” Goku musitó más bajo aún “Ya sé que me odia”. Y estalló en sollozos amargos, ocultando sus ojos con las manos e hipando fuertemente.

“Goku” dijo el maestro “No hay porqué tomárselo de esa manera. Si te enfrentas a él ahora seguro que serás el vencedor. Aún eres el más fuerte del universo, no lo dudes. No lo dudes. El más fuerte”.

“Sí” Goku alzó los ojos rojos y las mejillas amoratadas por la presión hecha contra sus puños. “El más fuerte del Universo. Ya sé que me odia por eso”.Goku volvió a prorrumpir en un llanto lastimero, ocultando la cara bajo los brazos.

“Escucha Goku, no fue eso lo que te enseñé” dijo firmemente Mutenroshi “No digo que no debas llorar. Llorar es bueno y reconforta la mayoría de las veces. Es una técnica buena y como todas las técnicas no se debe abusar de ella, porque podría volverse en tu contra. Ahora escucha, joven. ¿Qué ocurre en tu cabecita?”.

Goku seguía hipando pero levantó la cabeza con orgullo, aunque su rostro no podía traslucirlo.“Tienes razón, maestro, me pondré enfermo por tanto llorar”.

Sorbió un suspiro y continuó “Vegeta” alzó las pupilas, evitando los ojos de Mutenroshi “Me siento culpable. Fui yo el que permitió que viviera en la Tierra. Siempre ha buscado la forma de destruirme y ahora pienso que está a punto de presentársele la oportunidad.” Goku suspiró aliviado, ya lo había dicho, luego miró a Mutenroshi. Éste cavilaba quedamente.

Esperó un segundo para aclararse la garganta y lanzó “¿Qué es lo que ocurre en tu cabecita, Goku?”.

Goku apartó sus ojos y juntó nerviosamente las palmas de las manos, luego las separó y se las quedó mirando como si nunca las hubiese visto. El maestro seguía sin mover un solo músculo, era algo de él que Goku admiraba.

“Es eso. Me siento culpable. Al fin y al cabo la culpa ha sido mía.” Fue tonto y se arrepintió al momento.

Mutenroshi se alzó en pie y le dijo gravemente “Cuando te decidas a contarme qué te pasa, me despiertas. Hoy estoy demasiado cansado para sonsacar a quien no quiere hablar. Puedes quedarte en mi casa si así lo prefieres.”

Goku se levantó también como si un resorte lo hubiera empujado.
“Amo a Vegeta”, después le embargó la misma sensación cálida que le invadía cuando pronunciaba aquel nombre. “Por eso quise que se quedara en la tierra, cerca de mi. Pero su carácter es tan difícil que creo que nunca corresponderá de igual manera a lo que yo siento por él”. Luego se sentó de nuevo, ahora se sentía más resuelto, aunque también culpable “¿Ya lo sabía? ¿verdad? Por eso me pidió que siguiera.”


Mutenroshi seguía de pie “No, no lo sabía, aunque me imaginaba que algo semejante te ocurría. Pero si te pedí que siguieras fue, no para confirmar una sospecha, sino para que supieras que siempre tendrás mi comprensión de amigo. Ahora sabes que incluso los más fuertes tienen problemas y necesitan ayuda, a veces incluso de los más débiles”.

“Gracias Mutenroshi”. Goku se sentía sin fuerzas en aquel instante, hubiera querido hacer una prueba para saber si aquella sensación era real. “Pero me siento culpable por mis sentimientos, cómo afectarán a mi familia. Me duele imaginarlos dolidos conmigo”.

El maestro se sentó y lo encaró con fiereza. “Eso, mi buen amigo, no es nada más ni nada menos que una muestra de perverso egoísmo. No me lo imaginaba de ti, desde luego sí de Vegeta. No te importa que ellos sufran, sino que te rechacen. En este momento no piensas en tu amor por ellos, sino en tu amor por ti. Siempre podrás guardar tus sentimientos hacia Vegeta, pero ¿hacia tu familia?. Me pregunto cuanto tiempo vivirías esperando en soledad las migajas del amor con que te retendrá Vegeta, eso mientras le convenga. Porque en cuanto vea que no le eres útil, no recordará ni por un imperio toda tu amorosa dedicación”.


Goku se incorporó, estaba herido “¿Acaso Bulma no vive con él?¿acaso no están juntos? Esto prueba algo”.

Mutenroshi rió, dando palmadas en los muslos. “Sólo te digo que Vegeta sabe muy bien lo que le conviene. Y tienes razón, si tienes una duda acerca de su carácter. ¡Qué mejor que preguntarle a Bulma! Ella es inteligente y también sabe perfectamente a qué juega”.

Goku estaba enfurecido, sentía que le habían tomado por tonto y no sabía si reír la broma a su maestro o marcharse de allí sin darle opción a más burlas. “Adiós maestro” salió mientras hablaba.

Ya fuera, Mutenroshi apareció de repente delante de él, tocándole con el índice el pecho le dijo: “Ándate con ojo, Goku”. Luego desapareció de su campo de visión.

“¿Habrá aprendido nuevas técnicas mientras lee esas revistas?” se preguntaba Goku mientras iba poniendo más distancia entre él y la isla.


“Ahora iré a hablar con Vegeta para aclarar todo esto. Por que ¿no será cierto lo que dice el maestro de él?. No. Tiene muy mal carácter, pero su personalidad no escapa a mi comprensión. Sé perfectamente en qué piensa, cree que nadie le comprende, ¡ah Vegeta! ¡qué equivocación!. Tal vez Bulma no sepa cómo tratarlo ¿cómo va a saber? Ella es mujer y humana, y él es hombre y sayajin. Está claro como el agua, yo soy el elegido para que salga a relucir el verdadero Vegeta”.


Ahora volaba mejor porque no había indicios de tormenta en los lugares por donde pasaba. “Es un buen signo para mis propósitos que la tormenta se haya ido. Tal vez esta noche suceda lo que tanto deseo, ¡al fin! ¡llegó el momento!”.

Había llegado a la casa de entrenamiento de Vegeta, ubicada donde había permanecido la antigua nave. Recordó que Bulma le dijo que éste la había destruído durante uno de sus “entrenamientos” y su piel se estremeció de placer. “Con esa fogosidad que tiene, seguro que está entrenando como un poseso. No puedo evitar el pasar por aquí sin verlo. Entraré con precaución, pues Bulma me dijo que se enfadaba mucho si le molestaban”.

Abrió la puerta del gimnasio con facilidad y se adentró en la penumbra.

“¿Pero ahora entrena a oscuras?. Cada día está peor…” Avanzó a tientas hasta que encontró el interruptor de la luz. “!Vegetaaaaaaaa!!Vegetaaaaaaaa! ¿estás aquí?¿me oyeeeees?”. “ A lo mejor sólo se puede hablar con él desde este chisme”, y diciendo esto se apoderó de un micrófono minúsculo y llamó de nuevo sin obtener respuesta.

“No resuena” pensó desilusionado, luego lo guardó en el bolsillo sin darse cuenta.

Como no contestaba nadie, cerró la puerta abatido. “Bueno, no estaba. A lo mejor se ha ido lejos a entrenar y no sabré ya más su paradero. ¡Qué lástima! Con la ilusión que yo tenía…” .

Iba a marcharse cuando vio una luz de una de las muchas habitaciones que había en la Corporación Cápsula. Se detuvo un momento mirando hacia la ventana de aquella habitación. “¿Seré tan maleducado que me presente sin que me haya invitado Bulma?”.



Continuará…




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