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Bloodless por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del capitulo:

 

AVISO: A partir de la siguiente semana, las actualizaciones seran los dias sabado. Asi que esperen la actualizacion el sabado 15 de Abril. 

Aburrimiento.  Es lo peor que puede existir en este mundo.  Como me arrepiento de haberle dicho a ese niño que iría en una semana, debí haber dicho que solo le daba tres días.  Resoplo, dejándome caer el polvoriento sofá de la vieja casa que he encontrado para esconderme. ¡Esconderme! Como si fuera una sucia rata.


— Soren…—Anya entra, la he sentido desde hace varios minutos.


— ¿Qué no deberías estar cuidando al niño ese? ¿O acaso ya te dio una respuesta?


—no, no me ha dicho nada, de hecho no hace nada, tiene miedo y no sale— pff, ya suponía que algo así iba a pasar con ese niño,  a leguas se ve que no es muy voluntarioso. Esperaba que mi llegada hiciera algo más que asustarle.


— Pero si yo no hice nada— me quejo, suspirando— ¿Crees que acepte por las buenas?


—  No, no creo.


— bueno, dejemos eso para otra ocasión ¿hay noticias del grupo de Gast?— Anya niega, agitando los mechones largos de su cabello.


— nada.


— qué raro… aunque supongo que solo no se han dado cuenta. Dudo mucho que con tanta gente llegando actualmente a este país tengan un control mayor que el de hace años— además no está prohibido “pasar” por aquí. Bien pudieron pensar que solo iba de paso, sin saber quien soy en realidad. 


— tampoco has hecho nada para que sospechen algo. Y ese chico esta alimentándose con sangre de donaciones.


— qué asco. Pero sirve, al menos no llamo la atención antes—  una cosa menos de que preocuparse, aunque no confió mucho en él ¿será bueno usarle? un vampiro que aun no se desprende de su humanidad. No será el primero, he conocido a varios que intentan aferrarse a esa parte que pierden en el momento que mueren, pero casi siempre terminan por abandonarla… y si no, terminan locos antes de darse cuenta.


— ¿Qué piensas?


— si ese chiquillo no será una molestia al final de cuentas. Aun es demasiado humano…— murmuro. Lo que quiero que haga parece fácil, pero no lo es. Cualquier sospecha que levante puede causarle la muerte, y no, no me preocupo por uno más que muere, solo será un gran atraso en mis planes.


— umm.


— Si sospechan de él, infiltrar alguien más será mucho más difícil— demonios, antes no parecía una mala idea. Si tan solo no fuera tan cobarde ese chiquillo ya todo estaría en marcha y no tendría que estar en una polvorienta casa abandonada, usando un molesto y hediondo tinte de cabello y unas aun más molestas lentillas de contacto— me estoy cansando, Anya.


— creí que tenías más paciencia.


— ahora mismo no estoy para juegos— si tan solo pudiera tener más libertad de hacer lo que quiera aquí, y no solo esconderme sin tener que matar a mis victimas— ¿Por qué tengo que esperar tanto?


— antes te quejabas porque era muy fácil y sin chiste.


— Cambie de opinión—  me quejo cruzándome de brazos.  ¿A quién no le pasa? Ayer quería una cosa, hoy quiero otra muy distinta. Solo quiero ver destrucción y muerte— arg, estar sin hacer nada no es para mí.


— ¿Por qué no vas a otro lado? Si no puedes salir aquí, podrías salir del territorio de Gast y ya.


— no quiero que las cosas vayan mal. Pero si no hago algo, terminare yendo yo solo a enfrentar a Gast.


— no puedes.


— puedo, que sea un suicidio es distinto. No, no lo hare, pero ojala ese chiquillo se diera prisa—  suspiro, pasando mis manos por el cabello en un gesto por demás falso. No tengo necesidad de estos actos humanos, hace mucho que solo son apariencias para poder seguir con el secreto.


— solo faltan casi tres días.


— Es una eternidad— Anya ríe, dejándose caer con gracia sobre sus piernas para sentarse en el suelo, ensuciando las medias blancas que lleva.


— ese chico no esta tan mal. Tiene miedo, pero creo que puede llegar a ser valiente si lo motivas lo suficiente.


— motivar eh… me gusta cómo está sonando eso— claro que pensaba hacerlo, de ningún modo pienso desperdiciar estos días— y sé muy bien como motivar a alguien.


— no lo dudo… Soren, ¿no crees que sería mejor olvidarlo todo?


— ¿de qué estás hablando? ¿Olvidarlo?— siseo— no quiero olvidarlo, ni cambiar mi plan, no.


— pero si no buscas vengarte, dices que no te importaba los…


— ¿y? ¿Acaso no es cuestión de honor? Tarde o temprano se tienen que pagar los pecados que se comenten, y  si está en mis manos no dejare que esos pecados expiren— ¿Quién se cree ella para decirme que hacer? No es que me importe mucho lo que paso hace años, no muevo mi vida buscando esa venganza, es más bien un desafío personal ¿Cómo dejar las cosas así? Los humanos lo llamarían un “ojo por ojo”.


— no me gusta.  Harás que otros paguen, cuando el único que debería morir es…


— ¿Quién hablo de matarlo? Creí que sabias lo que planeaba. No matare a Gast, dejare que vea con sus ojos como todo su legado desaparece— Sonrió, imaginado esa deliciosa escena. Todo ardiendo, gritos, desesperación, impotencia. Anya me observa, sin decir nada.


— podrías ir a un lugar lejano, empezar de nuevo. Soren, esto es peligroso.


— ¿empezar? Vete, no quiero verte más hoy.


— ¿Soren?


— ¿Acaso no escuchaste? Vete, haz lo que quieras pero no cerca de mí. No tolero tu repugnante moral—  no veo cuando se va, sé que no falta mucho para que amanezca pero no me importa, si ella no es capaz de encontrar donde resguardarse del sol entonces significa que no merece seguir viviendo. Escucho sus pasos dirigiéndose a la salida. Tsk, alguien como ella jamás entenderá lo que pasa en realidad, lo que deseo.  Puede ser ridículo, pero quiero ser yo mismo quien le enseñe a esa persona lo que es perder y no exactamente por lo que hizo con el clan con el que vivía, eso es lo de menos, paso hace como quinientos años, es una tontería atarse a eso. No.


Anya tonta, no me sigas así. Odio las jerarquías, odio los clanes, detesto someterme al mando de alguien. ¿Qué mi clan cambio de mando? No, no lo acepte. Quiero acabar con los clanes, no solo con Gast. Pero Gast es solo el primer peldaño, es el clan más fuerte en esta región, y si soy capaz de acabar con él, no habrá nada que me detenga.


— nada— digo, soltando una carcajada mientras me dirijo al sótano de la casa— solo un poco más, un poco mas y nadie más tendrá que obedecer al líder—  No quiero líderes, pero eso no lo sabe nadie, ni siquiera esa chiquilla que me sigue desde hace doscientos años. Y justamente por eso yo no tengo mi propio clan ¿Cómo podría odiar el sometimiento y yo mismo someter? No, si lo hago será solo con unos cuantos a los que luego dejare vagar y hacer lo que quieran— ah, el sol… ojala no fuera tan malo— murmuro, sintiendo como la oscuridad se va. Ahora, mi propia oscuridad se hace presente, el beso de la muerte cada día en cada uno de nosotros.


 


 


 


 


 


Imperio romano de occidente, año 470


 


Aun no anochece, puedo ver todavía el camino hacia la villae del amo. Al menos se que hoy llegare antes de que oscurezca y no habrá un castigo por llegar tarde.


— Marcus…— rayos, esperaba que justamente ella no me viera. Me giro, pero no puedo verle la cara, la he olvidado. Solo se quien es ella, con su larga trenza oscura sobre el hombro.


— Madre— ahí está, esa mujer, con los brazos cruzados en una amplia cocina.


— ¿Dónde estabas?


— de paseo. El amo me dio permiso.


— has estado saliendo mucho últimamente ¿Qué estas tramando?


— ¿yo tramando algo? No— digo sonriendo. Las cosas no son fáciles para nosotros, no conozco otra cosa más que servir al amo desde que recuerdo. Mi madre has sido esclava desde su juventud, por lo tanto yo también lo soy, desde mi nacimiento.


— no te metas en problemas, Marcus. El amo quiere que vayas esta noche a sus aposentos— tsk, que mal. Esperaba que hoy no tuviera que “servirle”. Desde hace varios años aparte de las labores en el campo y la casa, algunas noches también tengo que satisfacer otras necesidades.


— ¿otra vez? ¿Por qué yo? Si su esposa no puede satisfacerle entonces que se deshaga de ella— me quejo, acariciando el collar con el nombre del amo que llevo. Todos llevamos uno, por si un día escapamos o nos perdemos seamos devueltos a nuestro amo. 


— Marcus, ¡no hables así! Te castigaran de nuevo— me dice, señalando mis manos. El amo no puede castigarme de otra manera, dice que soy demasiado perfecto para dejar marcas muy visibles. La semana pasada fui castigado, las marcas aun están en mis manos.


— Este bien. Iré asearme— le digo, dándole un beso en la mejilla cuando paso por su lado. Pronto todo esto va acabar. Solo necesitamos aguantar un poco más de esta manera, lo sé al ver el hueco en la  pared oculto tras la cama y cubierto por madera, donde un montón de denarios se acumulan. Hoy dejo otro montón.  Pronto podre comprar nuestra libertad, mía y de mi madre. El amo a veces nos paga algo por el trabajo, pero solo es un poco. A ese paso jamás hubiera conseguido nada. Por eso mismo, yo he conseguido todo esto vendiéndome en un sucio burdel.  Nadie más sabe que lo hago, yo solo le pedí permiso para hacer otras cosas y como me lo concedió… ahora tengo otro trabajo.


El amo no es nada feo, ni viejo. Cuando heredas una fortuna la vida es fácil.


— Marcus— dice, cuando me ve entrando a sus aposentos. No me desagrada del todo hacer esto, pero si puedo dejar de hacerlo lo hare. Él amo siempre viene a mí, acaricia mi rostro antes de guiarme a la cama, desnudándome y acariciando mi cuerpo— eres perfecto—  susurra una y otra vez mientras me besa, me toca. Yo no digo nada, no tengo permitido decir algo, solo obedecer.


Perfecto… por eso mismo todos quieren pagar por estar conmigo. Antes no me gustaba mi apariencia, no soy igual a los demás, ahora me alegra no serlo, solo llevo dos años en esto y unos meses más acabara.


— ah…— un gemido se escapa de mis labios.  No es que no tenga permitido hacerlo, pero no me gusta hacerlo. El amo ha dejado de ser suave conmigo en la cama desde hace mucho, sus dedos en mis caderas presionan fuerte antes de entrar en mí. Esta vez no soy el único que gime. Hace unas horas estaba haciendo esto con otras personas, aun me siento adolorido, y aun así mi cuerpo reacciona al placer.


— Tan perfecto—  susurra en mi oído. Yo no quiero ser perfecto.


 


Las cosas siguen su curso normal para los esclavos, trabajar y eso. Los meses pasan rápido, muy rápido. Ya ha comenzado a hacer frio, y el amo nos ha dado capas para abrigarnos. Ojala tuviera una túnica como la de ellos, tan cálidas.  Cuando sea libre, será lo primero que le compre a mi madre. Ella ha estado aguantando por años los tratos de esa mujer, la esposa del amo.  Ella me odia, no es raro y desde que se enteró lo que hago con el amo se ha encargado de hacer sufrir a mi madre todo tipo de castigos ya que no puede castigarme a mí. 


— ¿A dónde vas ahora, Marcus?— me giro, sonriéndole a mi madre. Aquella mujer que me cantaba en las noches de lluvia, acariciando mi cabello para calmarme.


— A pasear— no le he dicho a mi madre sobre el dinero, será una gran sorpresa cuando le diga que por fin podemos ser libres, no obedecer a nadie más. Solo un poco más.


Es tarde cuando llego, hoy hubo demasiadas personas. Tengo que contar, tengo que contar. Llego corriendo a donde duermo, con cuidado de no despertar a mi madre. Paso un buen raro haciendo montoncitos de monedas. Solo me faltan unos cuantos denarios más, mañana, mañana todo va acabar.


 — Necesito que lleves esto a la ciudad— me dice esa desagradable mujer. La ciudad queda lejos, pero no tengo de otra. Hoy no podré ir al burdel, que mal… será mañana entonces.


— ¿Marcus?


— Vengo llegando de un encargo— le digo a mi madre— mira, encontré esto— le digo, mostrándole un anillo.


— entrégalo al amo.


— no es de él, estaba en la ciudad. Yo lo encontré, es mío.


—Marcus, te meterás en problemas.


— entonces no digas nada. Mañana iré a que me digan cuánto vale— ah, sí vale mucho por fin acabara esta vida. En la mañana en cuanto termino las labores, me voy a la ciudad. Tengo que saber cuánto vale ese anillo.


Y cuando me lo dicen, casi me pongo a llorar ¡200 denarios! 200… con esto me basta y sobra. ¡Al fin! no puedo esperar, tengo que decírselo ya. Tengo que llegar. Voy corriendo todo el camino hasta la villae del amo, ignorando el dolor de las piedras clavándose en mis pies.  Ya está anocheciendo, pero aun puedo llegar y abandonar ese lugar.


— Marcus…— alguien me llama, en cuanto entro. Otro esclavo, que tampoco recuerdo, esta agitado, con la cara preocupada.


— ¿Qué pasa?


— te he estado buscando, tu madre…


— ¿Qué pasa?— pregunto, poniéndole atención por primera vez.


— ¡La están acusando de robar!— ¿Qué? No puede ser. Casi no puedo respirar, pero aun así corro hasta donde escucho el barullo. Hay  incluso oficiales.


— Alto, esperen…— murmuro apenas, la falta de aire no me deja hablar. ¿Qué están haciendo? No se atrevan, no…


Y todo acaba.


La oscuridad es tragada por las llamas que cubren las ropas de mi madre. Todos se apartan dejando ver su cuerpo retorciéndose, sus alaridos en el silencio. El castigo máximo que un amo puede darle a sus esclavos.


— Marcus.


— ¿¡Madre?! ¡No!— alguien me sujeta. Alguien me cubre la boca, alguien acalla mis gritos pero no mis lágrimas. ¡Madre! No, no,  no, no…. ¡pero si ya tengo lo necesario! ¡Ya no seriamos más esclavos! ¡No!


— ¿Dónde está?—  alguien me impide seguir viendo los restos de mi madre, luego el olor... las náuseas me invaden— Marcus.


— ¿¡Porque lo hiciste?! ¡Ella no hizo nada!— me duele la garganta, el pecho, no puedo respirar, es doloroso. Todo es doloroso. Te odio, te odio, te odio. Me suelto— ¡Ya no iba a ser esclava! ¡Estaba por comprar nuestra libertad!


— Eso es mentira— dice esa mujer. Su rostro difuminado por las lágrimas.


— ¡NO!— tengo que mostrarles, tengo que enseñarles. Me dirijo a los cuartos, sacando el dinero que tengo— ¡Mira! ¡Con esto pagare!


— ¡Eso lo robo tu madre!


— ¡No! ¡Es mío!— y entonces, lo veo. Nadie me cree— yo lo gane— mi voz al fin se acalla al ver como todos me ven— yo lo conseguí…


— Serás castigado.


— ¡Es mío, no lo robe!— alguien me sujeta cuando quiero llegar al amo. Pero el solo se gira, dándome una bofetada que me hace ladear la cara. Siento el sabor de la sangre en mi boca.


— Llévenlo al cuarto de castigo— ¡No, No, No! basta…. esto no  puede estar pasando, hace solo unas horas iba a ser libre, mi madre y yo iríamos a vivir lejos. No, no… dioses, no.


No hago nada para liberarme. Me quedo tirado en el piso, llorando sin poder hacer nada. Nadie me cree, mi madre… ella… ella…


Por la mañana escucho las puertas abrirse, pero no me muevo. No he dormido, cada que cierro los ojos veo las llamas consumimiento el cuerpo de mi madre.


— es él.


— umm. Si, tiene mucho potencial.


— ya no lo necesito. Es algo rebelde, no quiero un esclavo rebelde.


—Pagaran mucho por él en la subasta— ¿subasta? ¿Seguiré siendo esclavo? Los odio… Los odio. Me quedo a solas de nuevo. El odio me corroe. Ya no quiero vivir,  ¡mátenme también!


Me llevan a la casa del subastador, la subasta será mañana. Yo solo quiero morir. Morir. Ya no tengo motivos para vivir, el lugar es oscuro, lleno de personas, de esclavos que esperan morir a manos de sus amos, igual que mi madre.  En jaulas, encadenados, atados…. No somos nada, no somos nada.


— Los odio, los odio— murmuro, es lo único que puedo repetir— quiero morir— gimo, recordando a mi madre— mátenme también—  ¿alguien? Alguien, quien sea, solo mátenme.


— ¿Quieres morir?— levanto la vista, viéndolo. Un hombre, demasiado arreglado para ser plebeyo ¿es un griego?— dime, ¿quieres morir?


— si…


— eres hermoso.


— ¿y de que me sirve? ¿Para morir también? No, solo mátame, ya no quiero vivir— su mano helada sostiene mi cara. Solo puedo ver sus ojos, verdes… y sus colmillos, sobresaliendo en su sonrisa.


— te daré otra alternativa, ya lo veras—  Y entonces él cumplió mi deseo. Me levantó, oliendo mi cuello, y entonces sentí el dolor, la piel desgarrándose. Intente luchar hasta que comprendí que me estaba matando y deje de luchar, yo estaba muriendo. Lo sentía, sentía la vida irse por la herida que me hizo.


— Te lo agradezco— recuerdo que dije antes de que todo acabara, el dolor. Todo el dolor despareció.


La cosa no acabo ahí, sin embargo, yo era humano. Humano… esa noche deje de ser humano. Mi memoria humana olvido esos momentos de mi muerte, olvido esos primero instantes como un ser de la noche. No recuerdo como me entere, el odio me corroe. Y sin embargo…


— por favor…— el amo está ahí, arrodillado delante de mí. La casa arde en llamas, pero no como para incendiar todo. Los gritos de la maldita mujer que tiene por esposa han acabado por fin. Su cuerpo yace, roto, quemado, desmadejado de cualquier modo en el suelo.  No hay nadie más vivo en este  lugar— piedad.


La sangre, la sangre es maravillosa. Sangre en el suelo, en mis ropas, en mi boca.


— ¿piedad? Ja… no… no hay piedad. Nunca me enseñaron que era la piedad. Todo es su culpa, amo— murmuro saboreando las palabras.


— Marcus…— mi mano se aferra a su cuello, levantándolo con facilidad, como si  no fuera un hombre adulto y no fuera más que harapos.


— Ya no más—  hundo mis dientes en su cuello, destrozando, asegurándome de causarle más dolor. Escucho el hueso de sus brazos romperse cuando sujeto con fuerza. Más gritos. ¡Que arda! ¡Que todo arda!  Dejo caer su cuerpo muerto al piso, como basura— Ja— suelto.  Libre… ya nadie me dirá jamás que hacer, nadie más. Soy un bebedor de sangre, poderoso, inmortal…— Ja…— nadie puede detenerme. Suelto una risa, y otra…. Mis risas se convierten en carcajadas. Ahí, en esa casa ardiendo, rodeado de cadáveres, yo volví a nacer.


— Marcus…


 


 


Actualmente…


Soren…— el rostro de Anya, con una mueca de dolor es lo único que veo.


— tsk, Anya— gruño, soltándola. No me di cuenta en que momento mi mano apreso su cuello. Acabo de despertar— creí haberte dicho que no quería verte—le digo, obligando a mi mano a soltarla.


— lo siento. Pero quería ver si estabas bien.


— sí, siempre lo estoy— y siempre lo estaré— Anya, creo que es momento de ir por mi respuesta.


— pero…


— ya fui demasiado indulgente. Su respuesta no cambiara en dos días más—  pero primero, no caería mal que alguien muriera. Necesito matar a alguien, alguien debe morir para poder seguir como si nada hubiera pasado. Cada que mato a alguien, soy menos Marcus, soy menos humano.


Quiero mi respuesta antes de que todo arda.


¡Que arda! ¡Que todo arda!  

Notas finales:

Bueno, ¿Alquien interesado en Soren? pues espero que este capitulo les gustara. Este fue uno de esos capitulos en los que no pude parar de escribir hasta que termino :P

Hasta la proxima semana!!

 


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