Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Polaris por Yori Kibara

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

-------------- 11 -------------

 

- - -

Cuando era niño, solía ser el saco de golpear de mis compañeros en la escuela. Siempre llegaba llorando a casa y mama estaba preocupada, pero sus ocupaciones siempre habían sido más importantes. Decidió mandarme a aprender algún arte marte marcial para defenderme, pero la verdad solo me convirtió en saco de golpear de tiempo completo.

 

Un día llegue muy tarde de la escuela, papa llego antes que yo a casa y no se dio cuenta. Me tope de frente con el jefe de seguridad de la compañía mi padre al entrar a casa, cuando había estado intentando que nadie me viera entrar con la ropa sucia, golpes y moretones diversos que llevaba ese día. Y debió haber sido una buena golpiza para que el hombre perdiera la postura rígida y se acercara a revisarme. Le pedí que no le dijera nada a mi padre porque se enfadaría y el accedió al ver que estaba "bien".

 

Al siguiente día, por suerte era fin de semana y podía recuperarme así que estaba contento  pero al bajar al desayuno un niño que parecía de mi edad me esperaba. Se acercó a mí y me entrego una nota.

 

"Señorito William. Este es mi hijo Namír, y le enseñara a defenderse. Tranquilo le comente a su padre que estaría con usted, pero no sabe que le enseñara. Que sea un secreto entre nosotros tres ¿de acuerdo?"

 

Namír, igual que yo no debía tener más de unos once años, no era más alto que yo, pero me llamaría la atención el contraste de sus ojos verde aceituna con el de su piel de un tono muy similar al caramelo.

 

Nos volvimos amigos y por supuesto me enseño todo lo que sabía sobre defenderse. Después de unas semanas, no había quien me molestara en la escuela. Fue triste verlo partir después, habíamos pasado por lo menos  ocho años siendo amigos pero su padre debía enviarlo de vuelta a Israel…

- - -

 

La risa de Namír se confundía con otras. El sonido se superponía en los oídos de William mientras luchaba por abrir los ojos. El idioma volvía a serle desconocido, no entendía nada.

 

-Quien lo diría, el niño nos pateó el trasero... y en su primer encuentro con cada uno- Esa voz era de un muy calmado Yukiko.

 

-Dijiste que debía ser gentil con él. ¡No es justo!- La rubia gimoteaba pintando muecas en su rostro. A Nina no le gustaba perder.

 

Ambos reían, pero la voz que William ansiaba escuchar no sonaba por ningún lado. El castaño abrió los ojos asustado de una ausencia que no entendería de nuevo. Mikhael estaba justo al lado suyo en silencio.

 

-Tranquilo... ¿cómo te sientes?- El ruso le hablaba despacio para calmarlo.

 

-He estado mejor- sonrió el castaño y miro al resto del grupo que le clavaba la mirada, como si esperaran respuestas -lamento haberlos lastimado... no peleaba desde la adolescencia, pensé que ya lo había olvidado-

 

La rubia lo miraba incrédula -¿parientes en el medio oriente?-

 

-no-no, por supuesto que no-

 

Incluso el pequeño nipón lo veía dudoso -Niño... no hay manera de que sepas defenderte así sin haber tenido contacto directo con alguna muy buena conexión en el ejército Israelí...-

 

Mikhael lo miraba como si buscara argumentos para apoyarlo en esa conversación, sin embargo, no lograba encajar nada.

 

-¿qué? ¿Ejercito? no -escuchen... tuve un amigo de niño que me enseño a defenderme así. Su padre es amigo de mi padre. Pero es todo, yo no sé nada de ningún ejercito- William levanto un poco la voz, pues se dio cuenta que no le creerían si no se imponía, y el ruso lo miraba fijo, la idea de que estuviera involucrado con algún grupo de medio oriente era demasiado descabellada para ser real. Pero por otro lado... había visto cosas muy descabelladas toda su vida.

 

-fuera de aquí- Mikhael miraba a Nina y a Yukiko mientras lo decía, el tono que utilizo en su voz fue tan firme que ninguno se negó, simplemente asintieron y salieron de la habitación.

 

William esperaba que el ruso le gritara o provocara aún más problemas y en reflejo levanto sus brazos para cubrirse por adelantado a cualquier situación. Pero para su sorpresa Mikhael lo abrazaba suavemente.

 

-perdóname... Will- susurro gentil el ruso, aunque su disculpa distaba kilómetros de lo que realmente quería decirle. ¿Cómo podría decírselo? cuando ni siquiera recordaba que había pasado la noche anterior -yo no... Yo lo siento... perdóname si te hice algún daño Will-

 

El castaño no comprendía, pues no había pasado nada y sobre todo, no le había hecho ningún daño.

 

-¿de qué hablas?- respondió el castaño con un susurro similar -bebiste demasiado y en la madrugada te sentías algo mal, es todo- se regañaba a si mismo de no decirle toda la verdad, pero tampoco le mentía completamente.

 

Mikhael se sintió liberado por esas palabras, pero a la vez algo avergonzado, tuvo la suerte de no ser especifico en su disculpa, de lo contrario no sabría que decir en su defensa.

 

William llevo la palma de su mano a la mejilla del ruso y lo acaricio suave, plantando un muy breve beso en la comisura de sus labios. Esperaba que aquel gesto hablara por si solo y así evitarse la molestia de las palabras. Mikhael cerró los ojos y el castaño no sabía si había sido comprendido.

 

Aquel fugaz beso que tomara por sorpresa al pelinegro, le susurraba gentil que todo estaría bien y el solo asintió después de sentir su calidez.

 

Nina estaba enfadada en su habitación y le exigía a Yukiko insistente las respuestas a sus preguntas. El pequeño nipón no solo estaba hartándose de ella, si no que su cabeza no dejaba de proyectarle escenarios en los que William pudiera estar involucrado y que fueran peligrosos para su Mikha, incluso para el mismo, le lanzo una mirada llena de fastidio a la rubia.

 

Nina no era tonta y supo deducir la situación, pero el resultado la había dejado muda. Esto era algo nuevo para ella, Mikhael nunca había sido... de ese tipo de preferencias y pensó que los recuerdos del tiempo en que ella ocupaba ese lugar especial habían sido una farsa. Fue muy hiriente, pero si algo tenía Nina de especial, era que parecía nunca ser lastimada a ese nivel. No lo aceptaría, no perdería contra ese niño. Ella podía hacer mucho más feliz a Mikhael que el chico y estaba dispuesta a probarlo. Chasqueo los dedos de ambas manos y se dirigió decidida de vuelta a la habitación del ruso.

 

-¿Laventiev?- Dijo firme desde afuera mientras tocaba la puerta, pero no había respuesta. Disgustada entro para encontrarse con la habitación vacía. Yukiko tardó en reaccionar pero logro alcanzar a la rubia dentro de la habitación quedando igualmente sorprendido, pero por encima de todo, preocupado.

 

El escalofrió en la espalda del nipón estaba a punto de ser justificado, una de sus empleadas se acercó apresurada y le dijo que unos tipos estaban en la puerta principal y pedían hablar con él.

 

-Nina, lárgate de aquí... ¡ahora!- le dijo mientras se apresuraba a encontrar esas personas, sintiendo esa punzada en el estómago que le advertía peligro. Una vez delante de ellos, lo supo, pero aun así decidió ganarle un poco más de tiempo a su pequeño Mikha.

 

-¿Donde esta Laventiev?-  Pregunto aquel hombre de lentes obscuros.

 

-¿ha? ¿Ahora soy un mapa para la organización?- el pequeño nipón se cruzó de brazos molesto.

 

-Déjate de juegos Harada, nos lo entregaras o te llevaremos a ti y dejaremos que te encuentre-

 

-déjame.... pensar...- paseo su mano por su barbilla en gesto pensativo -no... No lo sé, lamento que perdieran su tiempo en venir hasta aquí, una llamada habría bastado, que no los golpee la puerta, byebye- sonrió y agito suavemente su mano hacia los lados en despedida.

 

Los sujetos no lo tomaron nada bien y sacaron sus armas. Yukiko chasqueo los labios. -Bien, no me creen, pueden pasar a buscarlo- y se hizo a un lado dejándoles el paso libre -pero saben las reglas, al más mínimo destrozo... los matare- Su sonrisa era tan linda, casi inocente y contrastaba con sus amenazantes palabras. Eran solamente tres sujetos, podría hacerse cargo de ellos en el lugar adecuado, después de todo era una tarde libre de clientes y si sumaba la frustración que William le había obsequiado, esos tres tipos habían sido envueltos para regalo.

 

-no puedes esconderlo para siempre Harada... ni siquiera tu puedes-

 

-¿qué dije? yo no sé dónde está y al final, es sencillo… ustedes lo perdieron ¿no?  Ustedes van a  encontrarlo- extendió su mano invitándolos a pasar.

 

Los tres hombres, seguidos de Yukiko se dirigieron al bar. Dos de ellos se fueron a revisar cada habitación mientras el líder paseaba su vista en la barra junto al pequeño nipón.

 

-cortesía de la casa- le decía el pequeño mientras le acercaba un vaso con whisky recién servido, pero el hombre lo rechazo de la manera más gentil que le permitía su tosca apariencia. -Dimitri tiene una errónea imagen de mí…- no le insistió más y se bebió el contenido del vaso de un trago.

 

-todos en el cuartel saben que Laventiev es tu pequeño hermanito y harías lo que fuera para defenderlo-

 

-por supuesto que si… pero las reglas son claras, no puedo cargar con el problema que se echó encima…- Volvió a servirse en el vaso y lo acercó a sus labios -claro que…- no termino la frase cuando rompió el cristal en la cabeza del sujeto y asestó cuantos golpes pudo lanzar para aturdirlo; se fue detrás de él, lo tomo fuertemente del cuello y sin soltarlo dejo caer su peso en una de sus rodillas rompiendo de inmediato el cuello de aquel tipo -no hay ninguna regla que me prohíba ayudarlo… ¿o sí?- sonrió en silencio y corrió hacia los jardines, aun le quedaban dos caballeros más que eliminar.

 

Muy para su sorpresa, uno de ellos ya había sido sometido por Mikhael y el otro yacía en el pasto por lo menos con dos disparos letales; al girar el rostro siguiendo la dirección de donde vendrían los disparos, sus ojos se encontraron con un muy asustado William que temblaba aun con el arma en sus manos. Un “águila del desierto” negra con silenciador y detalles en azul cobalto… esa era sin duda el arma de Mikhael.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).