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OBSESIÓN por Amaya Kurau

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XII

ROCIO QUE SE FUNDE

 

Sin duda alguna el sabor de la sangre de Zero era embriagante, estaba más allá de cualquier idea o imaginación, colmó sus sentidos y aplacó su desgarradora y martirizante sed, aquella que lo había acompañado por tanto tiempo y a la que se había resignado irremediablemente.

El sabor de su semen también era adictivo. Jamás había hecho con su boca lo que le hizo a Zero; no era que no pudiera, a diferencia de los humanos los vampiros no discriminaban entre hombres o mujeres y la atracción podía existir entre individuos del mismo sexo, él lo había experimentado, pero jamás en esta magnitud. Tomarlo de aquella manera había sido espontaneo, y sabía que podría hacérselo una y otra vez únicamente a él, todo con tal de volver a experimentar su orgasmo. La manera en que Zero se estremeció y ahogó su grito de placer, los espasmos que sacudieron su cuerpo mientras se derramaba en su boca y aquella expresión en su rostro, una expresión que solo él había provocado; eran y serían sin duda inolvidables.

Pero aún mejor que todo eso, era el estar ahora en su interior; era simplemente indescriptible. Ya no tenía duda alguna de que sus cuerpos habían sido creados el uno para el otro, se amoldaban y sincronizaban con una sublime y sorprendente perfección, que sus corazones ahora latían como uno mismo. Esto sin duda era superior a cualquier fantasía que hubiese tenido antes con Zero. Balancearse penetrándolo una y otra vez, saboreando su piel, aspirando su aroma, sintiendo su calor y estreches, todo, todo era mucho, mucho mejor.

—Zero... Zero...

Sus caderas estaban rodeadas por las piernas de Zero y con cada embestida lo aprisionaban con mayor desesperación; eso lo enloquecía, lo hacía moverse más salvajemente. Y en medio de eso, contradictoriamente intentaba contener el aliento, intentaba contenerse, pero el interior del muchacho era como fuego que lo consumía poco a poco, simplemente era maravilloso, a cada segundo quería más, mucho más, quería marcarlo, quería llenarlo de si, quería plasmar en cada centímetro de aquel cuerpo su aroma y su sabor para que no quedara duda que ahora le pertenecía.

¿Podía existir alguien más perfecto que Zero en este mundo?, no, nunca, y ahora era suyo, únicamente suyo. Con ese sentimiento de dicha y posesión embargando su cuerpo, llevó ambos brazos tras sus piernas y las elevó con algo de brusquedad. Pudo percibir el estremecimiento del cuerpo bajo el suyo y el grito ahogado del muchacho, la penetración se volvió más profunda, su miembro fue estrechado de manera deliciosa y sin poder contenerse dejó escapar un gemido de placer. Descendió sobre el rostro de Zero buscando sus labios y lo besó. El joven abrió la boca y él introdujo su lengua, su sabor le fascinaba; la lengua húmeda siendo rodeada por la suya, el choque de su cálido aliento, el sutil roce de sus colmillos recordándole lo que ambos eran. Esto era real, finalmente era real.

Ahora eres mío Zero, nadie más podrá tocarte, besarte o siquiera mirarte, me perteneces solo a mí, únicamente a mi... desde hoy eres mi amante...

Aumentó el ritmo, su corazón no podía latir con más fuerza ni velocidad, el placer estaba por llegar al punto máximo que podía tolerar.

Abandonó los labios de Zero cuando una fuerte energía lo embargó, arqueó la espalda y golpeó con fuerza contra el joven deseando fundirse en su cuerpo. Su respiración se detuvo por un instante, el grito ahogado escapó de sus labios y su cuerpo fue sacudido por el intenso placer que recorrió a oleadas cada fibra de su ser. La ráfaga sacudió su cuerpo y el éxtasis llegó vertido en blanco.

Abrazó a Zero y finalmente exhausto, aun en su interior, se dejó caer sobre él.

El aletargamiento vino después, Zero temblaba sutilmente bajo su cuerpo, podía percibirlo con claridad y feliz lo abrazó con más fuerza. Su mayor anhelo se había cumplido, había hecho el amor con Zero.

La dicha se había instalado ahora en él, pero los remanentes de la bruma del placer se estaban desvaneciendo poco a poco. Sus ojos ahora volvían a su color original, y sus colmillos se habían contraído casi por completo. Fue entonces cuando pudo percibirlo, el sutil aroma salado mezclado con el aroma de la sangre. Sobresaltado se incorporó un poco; Zero tenía el rostro oculto tras su antebrazo, mordía con fuerza su labio inferior al punto de sangrarlo y tambien por su brazo se deslizaba un fino hilo de sangre proveniente de sus muñecas; tenía los puños cerrados con tal fuerza que sus uñas habían perforado la piel de sus palmas provocando que sangraran tambien; y el sutil aroma salado que percibía, provenía de las lágrimas que se deslizaban por sus mejillas. Presenciar aquello fue como sentir que su corazón era atravesado; la realidad golpeó contra él como una fuerte bofetada y comprendió que el temblor que había percibido en Zero, no tenia nada que ver con lo que él había sentido ni creído.

—Ze...Zero...

El muchacho no reaccionó, aunque era obvio que lo escuchó; y el llanto silencioso continuó. Asustado salió de su interior y al instante Zero cerró las piernas y se encogió de lado sobre sí mismo.

—Zero... yo...

Intentó tocarlo, pero no pudo, ¿había lastimado a Zero?, pero... habían hecho el amor, él no lo lastimó... entonces, ¿Por qué?...

Retrocedió un poco en la cama sin dejar de mirar a Zero. Sus puños fuertemente cerrados, las muñecas lastimadas, la sangre deslizándose por su piel y manchando las sabanas, el ligero temblor producto del llanto silencioso, las marcas de colmillos en su cuello, los brazos, el abdomen y las piernas... su semen deslizándose de su interior.

Dejó escapar la respiración contenida y entre desconcertado y horrorizado miró sus propias manos, al instante se incorporó de la cama rápidamente, retrocedió algunos pasos sin dejar de ver la figura de Zero en medio de la cama, un nudo se formó en su garganta y tomando su camisa de piso, salió de la habitación. 



[....]



—¿Así que puso a sus mascotas a seguir mi rastro?

Sara sonrió mientras continuaba acariciando el cabello de una de las jóvenes que la rodeaban y que estaba recostada sobre su regazo.

—No tienen ninguna prueba contra usted Sara-sama, hemos sido cuidadosos. —dijo un hombre de cabello largo mientras seguía acomodando los frascos de tabletas en un maletín —Ni siquiera Isaya-dono ha actuado pese a que nos movemos en su territorio también.

—Lo sé, el hombre es bastante aburrido, aunque las visitas de Cross Kaien a su casa me intrigan. —La sangrepura miró por un momento a la joven de su regazo y luego rio divertida. —Bueno, pensándolo bien quizá Isaya-sama no sea tan aburrido después de todo. Como sea, lo que realmente me importa es el por qué Kaname no ha venido por mí. ¿Tú qué crees Takuma? —Volvió el rostro hacia el noble que hasta entonces se había mantenido en silencio, observando al otro vampiro hacer su trabajo, y le sonrio —Fueron tus viejos amigos ¿no?, los que están investigando; e incluso conoces bastante de Kaname, fuiste su amigo, ¿Cuál crees que será su siguiente movimiento?

—No tengo idea.

—Vamos, pensé que los humanos le importaban mucho, y que estaba a favor de la coexistencia con ellos, sin embargo, simplemente parece estar aguardando demasiado. Si fuese yo, aunque es divertido, ya me hubiese aburrido del juego.

—No creo que para Kaname sea divertido. Él puede parecer impasible, pero eso no quita el hecho de que actuará. Los rumores no han dejado de sonar respecto a que usted está creando un jardín lleno de flores.

Hmmp... —La sangre pura sonrió tranquilamente.

—¿Sara-sama? —la llamó la joven a su lado.

—Si querida.

—¿Por qué Takuma-sama está molesto con usted?, ¿Es porque usted está haciendo algo malo?

—Claro que no —Tomó el rostro de la joven y deposito un fugaz beso en sus labios —Niñas, ustedes querían que el tiempo fluyera más lento, yo solo cumplí su deseo. La asociación es demasiado burocrática al respecto, pero cumplidos los términos, no tenemos de que preocuparnos.

—Se lo agradecemos Sara-sama.

—Bien niñas, tengo que salir, vayan a descasar.

—¿Nos visitara nuevamente?

—Por supuesto queridas. Ya se los dije, yo me ocuparé siempre de ustedes.

Al escuchar eso, las jóvenes sonriendo abandonaron la estancia.

—Estos fueron todos, yo también me retiro Sara-sama.

—Mantenme informada.

—Por supuesto —el vampiro del maletín hizo una reverencia y se marchó dejando a la sangre pura y al noble solos.

—¿Así que crees que Kaname no tardara en actuar, Takuma?

—Lo creo.

—Pues estoy ansiosa porque eso suceda ya. ¿Crees que necesite de un estímulo?

—¿A qué te refieres?

Ella simplemente volvió a sonreír. 



 

[....]


 

—Ya es imposible detener esto. Padre dijo que habló con Kaname-sama al respecto pidiéndole detener a Shirabuki-sama de seguir convirtiendo jovencitas y ahora los cazadores ya no tienen dudas de que es ella la que está detrás de la distribución de esas nuevas tabletas. Al parecer los cazadores que seguían sus movimientos reportaron su visita a una empresa farmacéutica. Aghhh —Aidou se llevó las manos a la cabeza en signo de desesperación apretando con fuerza la solicitud con el sello de la asociación—¿Y qué hay de Ichijou?, ¿Qué está haciendo con esa mujer?... Y ahora esto —miró de nuevo la hoja en su mano.

—Tranquilízate Aidou-senpai, estoy segura que mi hermano tiene todo bajo control.

Aidou observó detenidamente a Yuuki. Estaba sentada cerca de la ventana y miraba al exterior pensativa. No comprendía como podía estar tan calmada con toda la situación. Si bien no se había demostrado que las tabletas estaban ligadas al aumento de ataques y que la transformación de esas jóvenes había sido de manera no consensual, no desaparecía el hecho de que era seguro que Shirabuki Sara planeaba hacerse con el poder, y todos, tanto vampiros como cazadores sabían lo que resultaría de eso; solo muertes innecesarias.

Comprendía de cierta forma a los cazadores, no había manera de que intervinieran sin pruebas claras, no se trataba de un vampiro cualquiera, ni siquiera de un noble, estaban hablando de una sangrepura; así que el único que podía intervenir era Kaname-sama y él no lo había hecho, ni siquiera se encontraba.

No podía decirlo en voz alta, ni siquiera a sí mismo, pero ahora no le quedaba duda alguna de que el capricho de Kaname-sama por Kiryuu ya había llegado demasiado lejos, jamás, en todos los años que lo conocía, lo había visto actuar de esta forma, jamás había descuidado sus deberes, ni siquiera por Yuuki. Siempre creyó que ella era lo mas importante para él y que por ella haría cualquier cosa; estuvo evidenciado en la manera en que se deshizo de Hiou Shizuka y Kuran Rido; pero lo de Kiryuu era...

Siempre, desde un principio también lo protegió, de ellos, del consejo, de los demás sangrepura, ¿Realmente lo hizo para proteger a Yuuki?, a simple vista pareciera que si, pero ahora no estaba completamente seguro.

—Aidou... saldremos.

El noble dio un ligero respingo.

—¿Qué?, ¿A dónde?

—Iremos a ver a los sangrepura, quizá...

—¡¿Estás loca?!, acabas de decir que Kaname-sama lo tiene todo bajo control y ahora me sales con esto, ¿tienes idea de lo peligroso que es?

—¿Entonces qué más podemos hacer?, tu lo dijiste, si hay un enfrentamiento entre sangrepuras solo se puede esperar lo peor; no quiero que haya muertes innecesarias.

>>Ese día, después de que encontramos los restos de Ouri-sama y de esa joven cazadora, comprendí que los sangrepura buscan una salida a su larga vida que ha perdido un significado y por eso o desean morir o simplemente quieren encontrarle uno nuevo, y para lograrlo pueden incluso arrastrar a otros. No puedo quedarme de brazos cruzados. Por eso si es posible para mi cargar con esa responsabilidad como una Kuran...

—No... espera... eso que dices es muy delicado, Kaname-sama no estará de acuerdo, además eres apenas un bebe a comparación de todos ellos, te devoraran apenas te vean frente a su puerta.

—Si no quieres acompañarme, iré sola.

—¿Qué hay de Kaname-sama?, si no morimos antes, él me matará...

—Esto no puede esperar, voy por mi abrigo...

Yuuki se puso de pie y salió de la estancia con paso decidido. Aidou sentía que su corazón se le saldría del pecho. Esto solo podía pasarle a él.


 

[....]


 

No podía sacarse la imagen de Zero de la cabeza. La expresión de su rostro al hacerle al amor se superponía a esa última llorando; el color de sus ojos amatistas tornándose carmesís y el hormigueo que recorría su espalda al recordar su piel blanca e inmaculada repentinamente manchada de sangre, la sangre que tanto lo había tentado, la sangre que lo había colmado; volvían a excitarlo.

Todas esas imágenes daban vueltas en su cabeza y era claro que las fantasías que había tenido eran superadas en mucho por la realidad de hacerlo suyo. El recuerdo del placer resonando en cada fibra de su ser lograba arrancar el dolor que le provocaba razonar demasiado.

—Kaname-sama, el desayuno está listo.

Levantó la vista hacia la mucama que había sido enviada por Seiren. Se mantenía a cierta distancia y parecía un poco perturbada; no le prestó atención, sólo miró la bandeja que llevaba en las manos cumpliendo lo que le había solicitado hacia unas horas. Eso quería decir... Agudizó sus sentidos, efectivamente, Zero había despertado; una opresión se instaló en su pecho.

—Bien, yo la llevaré, puedes retirarte —ordenó.

La mujer hizo una reverencia y se marchó de inmediato después de dejar la bandeja.

En medio de sus emociones encontradas, Kaname sintió como la ansiedad se abría paso; sin embargo, ignorándola se puso de pie. Al acercarse a tomar la bandeja, pudo ver que tenía manchas de sangre en el antebrazo, se miró luego la camisa, también estaba manchada. Cierto, no se había cambiado de ropa ni se había duchado. Ahora entendía la actitud de la mujer.

Tomó la bandeja y se dirigió hacia las escaleras. El día comenzaba a clarecer y el sol no tardaría mucho en despuntar tras las montañas.

—No corrí las cortinas —dijo tranquilamente mientras se encaminaba por el pasillo hacia la habitación; sin embargo, apenas lo dijo, se detuvo; un ligero mareo lo embargó y sus pies parecieron no querer responder. Una sensación de temor lo embargo.

Sabía perfectamente lo que le había hecho a Zero, le había hecho el amor, le había demostrado cuanto lo amaba, entonces, ¿Por qué se sentía así?, ¿Por qué se sentía culpable y su pecho dolía?, nuevamente la imagen de Zero llorando vino a su mente.

Intentó hacer a un lado esa imagen y se obligó a continuar. Al llegar frente a la habitación alcanzó a escuchar el ligero sonido de las cadenas, pero éstas cesaron al instante. Estaba seguro que Zero lo había sentido; así que titubeo solo un poco y luego abrió la puerta.

El aroma a sangre lo golpeó con fuerza y una nueva sensación de hormigueo recorrió su espalda y arrancó destellos carmesí a sus ojos. Respiró profundamente embriagándose de ese aroma e ingresó.

El muchacho estaba acostado de lado y tenia el rostro oculto tras su antebrazo. Semidesnudo con solo la camisa puesta, era la viva imagen de la tentación. Miró la bandeja que traía consigo ¿todo sería del agrado de Zero?, se dirigió hacia la pequeña mesa y la depositó allí, luego se dirigió hacia los ventanales y corrió las cortinas de golpe.

Se volvió nuevamente hacia Zero y lo miró detenidamente. Era obvio que no quería hablarle, por eso se mantenía con los ojos cerrados. Su camisa estaba un poco rasgada y manchada de sangre, especialmente en las mangas; sus muñecas laceradas aun no terminaban de sanar y podía ver también que las marcas de sus colmillos aún permanecían en varias partes de aquel cuerpo. Se estremeció, ¿Lo había mordido tanto?, no lograba recordarlo con claridad, pero al parecer así era.

—¿Zero? —lo llamó suavemente acercándose a la cama. El muchacho no respondió. Ante esa actitud, acercó su mano a él.

—No me toques —Su voz de sonó como un siseo y él se quedó con la mano suspendida en el aire.

—Zero...

—Déjame ir.

Esa petición le provocó a Kaname una punzada en el pecho.

—No puedo —dijo

—No entiendo por qué, pero ya obtuviste lo que querías ¿no?, ahora déjame ir.

—Lo que...

—Me humillaste, bebiste mi sangre sin consentimiento, me tienes sometido, débil y... me hiciste eso. ¿Qué más querrías de mí?

Kaname apretó los puños. ¿Por qué no podía tener lo que mas deseaba?, siempre era lo mismo. 

—Zero, lo que yo... lo que yo más quiero es que tu me ames.

Al escuchar eso, Zero abrió los ojos de golpe y se volvió hacía al sangrepura. Kaname lo miraba con profunda tristeza y dolor reflejado en su rostro. Zero abrió los ojos desmesuradamente.

—¿Qué rayos dices?

—Quiero que me ames Zero —Kaname se acercó a él y posó una mano sobre su mejilla. Zero no intento alejarse, solo lo miraba con incredulidad. — Zero, por años te he deseado, te he amado. No puedo sacarme tu rostro de mi mente y corazón, cada noche sueño contigo, te deseo tanto que no puedo tocar a Yuuki sin imaginar que eres tú, no puedo beber sangre que no sea la tuya, las tabletas no me sirven; llevo meses con una sed insoportable que nubla mis sentidos y no puedo hacer más que imaginar en tenerte entre mis brazos.

—Estás loco.

Una débil sonrisa se formó en los labios del sangrepura y se dirigió hacia el cuello de Zero, pudo percibir su estremecimiento. El cazador estaba débil, apenas podía moverse, pero su orgullo y terquedad le hacían querer aparentar lo contrario. En cambio, él tenía sus sentidos al cien, por primera vez sentía lo poderoso que era.

—Quizá si estoy loco Zero, pero es por ti. Sé que recuerdas el callejón, y las caricias y besos robados.

—Yo no...

—Nada de eso fue para burlarme —depositó un suave beso en su cuello justo donde estaba las marcas de sus colmillos. Zero cerró con fuerza los ojos —Todo solo fueron intentos patéticos de tener algo de ti; y ahora que te he tenido Zero, no pienso dejarte ir.

—N-no puedes tenerme aquí por la fuerza, soy un cazador, no debes buscarte problemas con la asociación; y... ¿Qué hay de Yuuki?

El vampiro sonrió y depositó otro besó.

—¿Crees que me importan? Zero, puedo destruir al mundo entero si eso me permite tenerte.

—Tu... Yo no te amo. ¿Cómo podría amarte?

Kaname se detuvo, el dolor atacó su pecho nuevamente y cerró los ojos por un instante, luego se incorporó y miró a los ojos al muchacho.

—¿Por qué no?, ¿tanto me odias?

—Se te olvida todo lo que ha pasado.

—Si, lo he olvidado.

—Pues yo no.

Kaname sonrió de nueva cuenta, se puso de pie y dándole la espalda se dirigió hacia la mesita donde estaba la bandeja como los alimentos de Zero.

—Necesitas comer algo.

—No tengo hambre.

—¿No?, creí que la tendrías, supongo que todavía no conozco todo de ti. Sin embargo, si tienes sed.

—Tam... — Zero no terminó su frase, ya que el fuerte aroma de la sangre del vampiro golpeó con intensidad sus sentidos y le provocó un fuerte dolor en el pecho y garganta; sus colmillos amenazaron con extenderse involuntariamente. —L-lo que deseo es... asearme —dijo con dificultad intentando evadir aquel atrayente aroma— no quiero seguir oliendo a ti.

Kaname se giró y le mostró su muñeca goteando sangre. ante esa visión los ojos de Zero se volvieron al instante carmesí.

—Yo en cambio Zero, amó que huelas a mí.




 

Notas finales:

Gracias a todos lo que aun me leen en esta pagina. Muchas gracias. lamento ya no poder publicar tan seguido.


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