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OBSESIÓN por Amaya Kurau

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II

Vista ocre

 

 

Con parsimonia le dio vuelta a la hoja en la carpeta y entonces levantó la vista por enésima vez. Zero continuaba al lado de la ventana observando el exterior mientras llovía a cantaros. Tenía una expresión de hastió en el rostro; pero aun así no se alejaba de ese lugar ni desviaba la mirada. No pudo evitar pensar nuevamente que se veía hermoso; y ese mismo pensamiento le arrancó una sutil sonrisa.

-   ¿Qué sucede Kiryuu-kun?, te ves algo aburrido – se aventuró a preguntarle sin esperar respuesta; pero sorpresivamente sucedió lo contrario. El joven lo miró con el ceño contraído.

-   Llevas todo el día aquí encerrado, ¿cómo quieres que esté?

Ahí estaba de nuevo. Arisco y malhumorado. Al parecer todavía le molestaba haber sido asignado como su guardián exclusivo. Y eso que ya habían pasado dos meses desde entonces.

-  Bueno, estos informes son importantes ¿sabes? No puedo dejarlos para después – Le respondió él en total calma, sabiendo que eso lo fastidiaría más.

Y así fue, finalmente esas bellas joyas de amatista se posaron en él destilando fuego. Amaba cuando eso sucedía. Era tan fácil atraer la atención de Kiryuu. Sólo las palabras adecuadas y esos ojos lo mirarían directa y exclusivamente a él. Volvió a sonreír y Zero molesto desvió la vista de él.

-   Pues en serio no sé para qué me quieres aquí en tu despacho cuando la mansión tiene bastante seguridad ya.

-   Pero tú eres mi guardián Kiryuu-kun, ¿lo olvidaste?

-   ¿Y eso que?, podría estar afuera.

Ohh... pobre gatito encerrado, quiere salir a jugar.

-   ¿Afuera has dicho?, te empaparías con la lluvia.

Y a los gatitos no les gusta mojarse…

-   ¡Qué gracioso!, me refiero al pasillo.

-  ¿Para qué quieres el pasillo? estarías completamente aburrido allí parado sin hacer nada.

-   No sería diferente de lo que estoy haciendo aquí pero al menos no vería tu cara – soltó mordazmente y él sólo sonrió de nueva cuenta.

-   Entonces, ¿Has estado viéndome? – le preguntó divertido.

-   Ehh… es un decir…

No se le escapó el hecho de que un ligero carmín coloreo sutilmente las mejillas del cazador al decir aquello. Quería ver más, mucho más. Sería tan fácil tomarlo allí. El cazador no era tan fuerte.

-   Quita esa estúpida sonrisa Kuran, ¿quieres?, no estoy jugando; a lo que me refería es que no sé para qué me llamaste a tu despacho si no vas a salir y aquí no me necesitas para nada…

-   Sí, eso es cierto, hoy no tengo planeado salir, pero nunca se sabe que pueda surgir y tu oído no es tan agudo como el de Seiren. Si te llamara no acudirías de inmediato como ella.

-   Hmmpp… ¿ah sí?; pues en primera no soy tu sirviente y en segunda, si piensas eso entonces ¿por qué la cambiaste?. Ella es muy buena en lo que hace, no entiendo por qué la designaste como guardián de Yuuki cuando yo podía seguir haciéndome cargo perfectamente de eso… Hmmp… ¿A caso estabas celoso de que estuviese cerca de tu prometida, Kuran?, ¿no tienes confianza en su amor por ti?

El joven le sonrió de manera arrogante, pero él sólo lo miró tranquilamente.

Si… lo estaba… me moría de celos de que estuvieras cerca de ella. Me muero de celos de verte hablar con Aidou.

-   El punto es Kiryuu-kun, que por cómo está la situación actual tenerte como mi guardián es lo mejor. Yuuki es muy importante para mí, pero al no estar involucrada en asuntos políticos, Seiren puede hacerse cargo de su seguridad sin problema. Sin embargo mi caso es diferente, yo necesito que un cazador, el mejor, se haga cargo de mi seguridad. Después de todo voy a ser el blanco de muchos vampiros con estas nuevas reformas que planeo impulsar.

-    Cierto, el rey necesita de toooda la protección – Volvió a sonreír ante el sarcasmo de Zero – Por favor Kuran, eres el vampiro más poderoso, que otro vampiro osaría siquiera acercarse a ti o a Yuuki y ya ni decir atacarte, hasta los cazadores se lo pensarían.

Sólo tu Zero… tu podrías acercarte, a ti te dejaría hacer lo que fuera…

-   Pues no tienes idea Kiryuu-kun. ¿Olvidaste el asunto del que te comenté?

-   No, y creo que si ese fuera el caso yo sería más útil en la asociación que aquí.

-    La asociación no piensa lo mismo.

-   Sí, claro. Y por eso me joden la vida a mí.

-   Bueno, pues lamento que tengas que soportar mi desagradable presencia y también lamento estar haciendo que pierdas tu tiempo, supongo que preferirías estar cazando vampiros en este momento – dijo con fingido pesar. Ante eso Zero desvió la mirada.

-    Lo único que me molesta es estar aquí encerrado.

-   Entonces, quizá deberías leer un poco, tengo títulos bastante interesantes – dijo señalando hacia el gran mueble frente a él; luego volvió a sonreír y regresó la vista hacia sus papeles.

Zero en cambio guardó silencio y volvió a mirar por la ventana. La lluvia era menos intensa y aunque de vez en cuando el cielo aun retumbaba, en algunas zonas comenzaba a despejarse dejando pasar los sutiles rayos de sol que arrancaban destellos a los tejados de las casas que lograban divisarse desde allí.

El sangrepura leyó un par de páginas más del documento que tenía frente a si y posteriormente hizo varias anotaciones. Aunque Zero estuviese molesto por estar en la misma habitación que él y no viera la hora de salir de ese lugar, él se sentía bastante cómodo estando los dos solos. Era como si el aroma de Zero lo relajara. Y ya fuera que lo acompañara al senado o a cualquier reunión con los nobles, el sentirlo cerca lo tranquilizaba y extrañamente le hacía pensar con claridad. Aunque tampoco sabía por cuánto tiempo más podría mantenerse así antes de que su necesidad por tomarlo sobrepasara su juicio. Por ahora bastaba para sus fines.

Pensaba en eso cuando finalmente el joven se alejó de la ventana y se dirigió hacia el diván y se dejó caer en él un tanto enfurruñado. Él sonrió internamente, en verdad a Zero sólo le faltaban las orejas y la cola para ser un gatito.

Fingiendo ignorarlo, continuó con su trabajo. Y aunque pasados unos minutos sintió la mirada del muchacho puesta en él y eso lo estremeció, no se atrevió a levantar la vista hacia él. Temía que su rostro delatara su emoción y todavía no era tiempo. Volvió a hacer varias anotaciones sobre las hojas.

Zero continúo mirándolo de a ratos como si no pudiese creer la situación en que se encontraba; sin embargo, después de un rato de estar aburrido, se puso en pie y fue hasta el librero. Él levantó entonces la vista y lo vio pasear lentamente contemplando los ejemplares.

No perdió de vista ninguno de sus movimientos mientras fingía estar trabajando. El pelo plateado ligeramente rebelde rozaba el cuello de su camisa y entre los mechones se dejaban ver un poco los piercings en sus orejas. La pistolera axilar con la Bloody Rose en la guarda, era lo único que traía bien puesto, ya que su camisa como era su costumbre se encontraba desfajada. Aun así, los movimientos de su espalda lo cautivaban incitándolo a ir hasta él para estrecharlo entre sus brazos contra su cuerpo.

Mientras divagaba en ello, repentinamente Zero se decidió por un libro de arte que estaba por encima de él, por lo que tuvo que estirarse para cogerlo dejando ver así un poco de la piel de su cadera lo que ocasionó que los latidos de su corazón aumentaran. El cazador no se percató de nada, cuando tuvo el libro en sus manos se lo llevó hasta el diván sin prestarle atención a él y comenzó a hojearlo lentamente.

Quizá si Zero le hubiese mirado, se habría percatado del rubor en sus mejillas. Agradeció porque eso no hubiese ocurrido. Volvió a pasar la hoja en la carpeta y reanudo su lectura.

En cuando al cazador, había páginas en aquel libro en que se detenía y leía un poco, pero en ningún momento le dirigió la vista a él de nuevo, si se percató de que lo miraba o no, era difícil saberlo. Así que él continuo con los informes mientras de vez en cuando le dirigía una mirada discreta, hasta que, en una de esas ocasiones, al levantar nuevamente la vista, Zero se había quedado dormido.

Entonces se incorporó y se acercó lentamente a él y lo observó. Zero estaba ligeramente reclinado hacia un lado con el libro sobre sus piernas. La lluvia había cesado y el cielo se había despejado por lo que los rayos de luz anaranjados que se filtraban por el ventanal golpeaban directamente contra él arrancando destellos cobrizos a su pelo y dándole cierta calidez a sus mejillas.  No pudo evitar sonreír, dormido lucía menos fiero, de hecho, hasta podría decir que con esa luz bañándolo parecía una criatura angelical, delicada y adorable que combinaba perfectamente con esa hermosa vista ocre. Ojalá el pudiese tolerar la luz tanto como lo hacía Zero, pues asi, sin duda sería perfecto hacerle el amor con esa luz bañando su cuerpo.

Levantó una mano y la acercó al rostro del cazador, pero repentinamente, estando a punto de tocarlo, sintió una presencia conocida aproximándose rápidamente. Así que cerró su puño con fuerza y se alejó en el preciso momento en que tocaron a la puerta.

-   Kaname-nii, ¿puedo pasar? – la voz amortiguada de Yuuki se escuchó en la estancia.

-   Adelante.

Apenas dio la autorización la castaña ingresó al despacho. Llevaba el cabello largo y suelto adornado con una diadema; un vestido rosa estilo princesa con un abrigo a juego y zapatillas de punta. Se veía linda y sin duda se había arreglado para él. Si tan sólo supiera que a él le gustaba y excitaba mas el desaliñado cazador. No pudo evitar sentirse culpable.

-    Lamento interrumpirte, ¿Tienes mucho trabajo? – Le preguntó ella mientras se le acercaba con paso grácil. Al parecer ya había aprendido bastante bien a caminar con ese tipo de calzado; pero,  o estaba concentrada en hacerlo bien o estaba concentrada sólo en él pues no se dio cuenta de la presencia de Zero.

-   Está bien Yuuki, ¿Qué sucede? – le animó.

-   Ah… yo… - Yuuki, como ya era su costumbre se sonrojo un poco y se acercó más a él. Estaba por decirle cuando desvió la vista hacia el diván y finalmente vio a Zero dormido allí - ¿Zero?, ¿está dormido?

-   Al parecer se ha quedado dormido, ¡vaya guardián del que me hice! ¿no?

Mientras Kaname decía esto, Zero fue abriendo los ojos y al ver a Yuuki allí, terminó por despertar y ponerse rápidamente de pie.

-   Yuuki…

-   ¿Estás bien Zero?... – preguntó ella con amabilidad.

-   Si, sólo me quedé dormido… ¿Por qué no me despertaste? –  dijo esto último con el ceño fruncido dirigiéndose a él. Yuuki sólo sonrió.

-   Yo también me acabo de dar cuenta que lo estabas – respondió Kaname un tanto ofendido y Zero se ruborizó sutilmente.

-   Lo siento, no volverá a pasar – dijo. Al escuchar aquello Kaname sonrió ligeramente de lado y se volvió hacia su hermana.

-    ¿Qué me ibas a decir Yuuki?

-  Ah… bueno, voy a salir a realizar algunas compras y posteriormente iré a casa del director a cenar y… quiero saber si deseas acompañarme. Me haría muy feliz si vas conmigo y el director sin duda se alegrada de verte.

Kaname la miró unos segundos con expresión apenada.

-   Lo siento en verdad Yuuki, tengo bastante trabajo acumulado. Pero ve tú, diviértete y saluda al director de mi parte.

Ella lo miro un tanto decepcionada pero inmediatamente sonrió nuevamente.

-   Sí, claro… eh…

-   ¿Qué sucede?

-   ¿Zero puede acompañarme?… así él también podría visitar al director… Sería bueno, ¿no, Zero?

Zero no respondió, sólo lo miro a él, quien veía a Yuuki.

-    ¿Kiryuu?, ¿Qué hay de Seiren? – cuestionó Kaname.

Yuuki sujetó su vestido e hizo un puchero.

-   Es que ella es muy seria. Nunca habla, no puedo conversar con ella de nada y todo lo que le pregunto responde de tal manera para darme gusto… Yuuki-sama, Yuuki-sama… es muy aburrida…

-   Jajaja… Ya veo. Pero lo siento Yuuki, no pudo cederte a Kiryuu. Saldré más tarde al senado y necesito que él me acompañe – Zero al escucharlo abrió los ojos con sorpresa.

-    ¿Al senado?

-   Sí, tengo una reunión con los miembros del consejo.

-   Últimamente estas muy ocupado.

-   Lo siento, no puedo evitarlo, ya hemos hablado de eso.

-   Comprendo… si no hay más remedio supongo que entonces nos vemos por la noche. – la joven se acercó a él y parándose de puntillas le dio un beso en los labios. Kaname posó la punta de sus dedos bajo su mentón y le sonrió. Ante esa escena Zero desvió la vista hacia el exterior.

-   Nos vemos Zero, por favor cuida de Kaname-nii.

-   Es mi trabajo…

Ella le sonrió con calidez.

-   Gracias. Le diré al director que le mandas saludos … - dicho esto, ella salió del despacho cerrando la puerta tras de sí. Ambos sintieron como se alejó por el pasillo.

-   ¿Qué rayos fue eso?

-   ¿El qué?

-  Dijiste que hoy no saldríamos y ahora resulta que tienes una junta en el senado.

-   Si, así es… sólo que lo había olvidado.

-   Estás mintiendo…

-   ¿Por qué habría de hacerlo?… de hecho estamos a tiempo, iré a darme un baño y saldremos en una hora… - dicho esto Kaname se giró hacia su escritorio, cerró su carpeta y luego se dirigió hacia la salida.

-   Tks… idiota.

Esa frase fue lo último que alcanzó a escuchar de parte del cazador y simplemente sonrió. Mientras avanzaba por el pasillo vio el auto que transportaba a Yuuki salir.

-   Hmmp… ¿una reunión?, ¿y ahora? – se llevó una mano a la frente y no pudo evitar reirse de si mismo.

Bueno, no importa. Las primeras piezas se han movido y lo he atraído.

 

En el despacho, Zero también observaba el mismo auto alejarse.

Notas finales:

Hola. Ha sido mucho tiempo. Lo siento. Pero demaciados compromisos y muy poco tiempo para escribir es el motivo. Sin embargo aqui está la continuación. ¿Qué les pareció?

 

Muchas gracias por leer. Hasta pronto. 


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