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No pienses en llorar. por Akiko Hayako

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Notas del capitulo:

Espero sus lecturas TuT

Regresé a mi casa en el mismo camión que me había llevado, iba hasta el tope de pasajeros, tuve que quedarme en los escalones de entrada porque ya no entraba ni un alma en ese vehículo.

Poco a poco se iban bajando las personas y yo podía ir entrando más, mi parada era la última de la ruta así que veía como bajaban todos. Cuando comenzaron a desocuparse los asientos me di cuenta de que en ese autobús iba Brook, tenía los audífonos puestos y recargaba su cabeza en la ventana, el gato estaba en su regazo, antes de que alguien más me ganara me senté a su lado. El gato de inmediato alzó su cabeza y al ver que era yo por poco se me lanza encima.

-Quieto Mika, ¿qué te pasa? – Brook tomó a su gato antes de que se le escapara y volteó a ver la razón de su alboroto, le sonreí. – Ah, maldición. Vamos Mika, has lo que quieras con él.

Soltó al gato y éste de inmediato fue a por mi cara.

-¡No! ¡Ah! Yo también te extrañé – detuve al gato lo mejor que pude para evitar que me sacara un ojo y me gané varios rasguños en los brazos. -¿A qué debo tanta amabilidad?

-Te lo has ganado por acosarme. – respondió automáticamente.

-No te estoy acosando, para mí también es una sorpresa encontrarte tan seguido – dije sincero. -¿Por qué te acosaría cuando tienes un gato asesino? Joder, cómo arde. ¿Curarás esto también? ¿Eh? – le mostré mis brazos que estaban dejando escapar pequeñas gotitas de sangre.

Lo pensó un momento.

-Lo curaré si me dejas quedarme en tu casa. – su respuesta me tomó desprevenido, después de tanto insultarme y decirme que lo que le pasaba no me importaba, ¿ahora quería ir a mi casa?

-Me asesinarás mientras duermo ¿verdad? – dije un poco asustado.

-Si no quieres está bien, no importa. – volvió a mirar hacia la ventana.

-Puedes venir, pero mi casa no es muy grande ¿está bien para ti? – yo y mi maldita debilidad por las almas desamparadas, un día de verdad me matarán. Con esto ya debería haberme ganado el cielo.

-Cualquier cosa está bien – no me miró pero por el tono de su voz parecía un poco aliviado.

Sonreí, no sé por qué pero lo hice. Me sentía satisfecho conmigo mismo y al mismo tiempo estaba un poco asustado, sabía que no me mataría pero su gato tal vez sí. ¿Y si me robaba mientras dormía? Estaba pensándolo demasiado.

Llegamos a mi casa y automáticamente se puso un poco tímido. Abrí la puerta y entré. Él se quedó afuera abrazando a su gato, se veía muy lindo.

-Vamos, pasa- lo alenté.

-Sabes qué, mejor me voy, no quiero incomodar a tus padres y seguro pensaran que yo…

-No vivo con mis padres – le interrumpí – así que está bien, no incomodaras a nadie – me miró sorprendido. Cerró la puerta de la calle, camino hacia mí. Le sonreí y abrí la puerta de la sala lo dejé que pasara primero. Soltó al gato quién inmediatamente se fue a acostar al sillón como si fuera su propia casa. Brook se dirigió al baño, fui a la cocina para buscar algo para cenar. Al poco rato regresó Brook con el botiquín.

-Ven, te curaré – dijo un tanto… ¿sonrojado?

-No es necesario – le dije con una sonrisa.

- Ese era el trato y si no lo cumplirás entonces me iré – contestó molesto.

-De acuerdo gruñonsito – Caminé hacia él y me senté en el sillón junto a su gato que ni siquiera se inmutó. Brook comenzó su labor, desinfectando las heridas y cubriéndolas después con gasas

-Bien, ¿Dónde dormiré?

-En mi habitación, pero vamos a cenar primero – sonreí amable, él me miró desconfiado. –Tranquilo hay otra habitación, solo te prestaré la mía.

-Preferiría no cenar – se limitó a decir.

-Es malo irse a dormir con el estómago vacío, anda, siéntate; no tardaré en preparar algo.

Hizo lo que le dije un poco en contra de su voluntad. Sentí como su mirada me seguía por toda la cocina conforme me movía. Preparé algo ligero, sándwiches, mi especialidad. Nah, es broma, sabía hacer cosas mejores que eso, pero era de noche y algo pesado tampoco sería bueno.

Puse el plato con los sándwiches en la barra que servía de mesa y antes de que pudiera darle un plato a Brook él ya estaba tomando uno para comérselo. Sonreí, adoraba ver que las personas disfrutaban de mi comida.

Tomé un sándwich y comí tranquilamente mientras veía a Brook, quién comía como si no hubiese comido en días.

-Con calma, te atragantarás – al decir esto caí en la cuenta de que no le había dado nada de tomar. Caminé a mi refrigerador y saque una caja de leche. Serví dos vasos y los llevé a la barra. Para cuando regresé ya no quedaba comida. Y eso que había preparado tres para cada quien y yo solo había comido uno.

-¿Me prepararías uno más? – dijo un poco apenado mientras tomaba su leche.

-No creo que sea buena idea, te podría hacer daño. – entrecerró los ojos y me miró molesto.

-Bien, me iré a dormir entonces ¿dónde está tu habitación? – se paró y tomó al gato en brazos. Le hice una seña con la cabeza para que me siguiera. Subí las escaleras, únicamente habían dos habitaciones, abrí la puerta de la izquierda.

-Aquí es, si necesitas algo estaré justo al lado. Si quieres puedes usar algo de mi ropa para dormir- abrí uno de mis cajones para sacar mi pijama y a la vez dejarle una en la cama. Él asintió con la cabeza. Estaba a punto de cerrar la puerta cuando con voz temblorosa me dijo:

-Gracias – volteé a verlo, tenía los ojos vidriosos, mi primer impulso fue abrazarlo, pero probablemente me lanzaría a su gato… y un carajo, que me lo lance. Me acerqué a él y lo abracé, para mi sorpresa no me alejó, al contrario, me devolvió el abrazo. Su gato me veía desde la cama esperando las órdenes de atacar de su amo.

Únicamente me limité a abrazarle, no dije nada y él tampoco, no sabía que pasaba en su vida pero tenía que ser algo muy malo como para preferir dormir en la casa de un desconocido que en la suya propia.

Al poco rato me soltó.

-Lo siento – dijo limpiándose las lágrimas.

-No te disculpes ¿Quieres hablar de algo? – me miró como diciendo “hay tanto de lo que quiero hablar”

-No –no quería presionarlo así que lo dejé solo.

- Te dejo entonces, ya sabes, estaré al lado. – él asintió.

Bajé a recoger los platos de la mesa y lavarlos. Cuando terminé subí cansado a la habitación que era de mi padre, hacía algo de tiempo que no estaba ahí. Me cambié y me acosté sin siquiera prender la luz.

Miré al techo sin poder dormir, pensaba en el chico que estaba del otro lado de la pared. Qué podía estar pasando en su vida… Me imaginaba que tal vez le pegaban en su casa, o algo parecido… esos moretones me daban mala espina. 

Notas finales:

<3


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