Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Eslabones de fuego y hielo por kurotsuki_mikoto

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

 

Si algún día quieres dejarte caer por pequeñas pendientes que te destruyan la sensibilidad en los talones y la poca luz te haga creer que eres un anciano decrepito con problemas visuales, entonces recomiendo cruzar cualquier montaña entre las grutas que la atraviesen a lo largo.

 

—No veo nada.

 

—Wow Jack, no me había dado cuenta de eso.

 

— ¿Cómo puedes seguir caminando como si nada?

 

—Hay un dicho que habla sobre la estupidez obstaculizando el camino del hombre. Se originó en base a gente como tu Jack.

 

Gruñí por lo bajo mientras mi pie se resbalaba por sexta vez en una de las superficies lisas que tapizaban el lugar. No es algo agradable de admitir, pero si no termine con mi cabeza partida en las rocas fue gracias a Hiccup que me ayudaba a mantener el equilibrio cuando me resbalaba de espaldas y sus manos atadas me servían como pilar para no abandonar mi eje de equilibrio central (o al menos intento dé).

Desde que nos adentramos a la caverna no dijo ni una palabra, ni siquiera intento oponerse o combatirnos cuando le dijimos que de ahí en adelante los papeles seguían en pie y su libertad estaba lejos de él. En más de una ocasión sentía que me veía, pero cuando volteaba él solo estaba viendo el suelo casi invisible del camino o veía las paredes llenas de picos que podían picarnos el trasero si caíamos de bruces.

 

Sabe que tiene la desventaja, solo estudia su entorno para encontrar la oportunidad perfecta de un escape libre.

 

Fue lo que pensé y si Er no se hubiera detenido probablemente habría llegado a más conclusiones en lugar de estamparme en su nuca y arruinar mi excelente perfil.

 

— ¿Ahora qué?

 

—…No veo nada.

 

—Ah, gracias Er. No me había fijado— voltee los ojos sin poder ver su silueta pero sabía que se encontraba ahí, lo escuchaba y cuando estire mi mano para palpar su hombro pude notar que estaba hiperventilando.

Volví a fijarme a nuestro alrededor, dándome cuenta de que antes podía percibir ligeros bordes o pobres siluetas, pero en ese momento nos encontrábamos en una densa oscuridad en donde ni siquiera los gusanos fluorescentes alcanzaban sus pobres colonias.

 

—Sigamos, siento que me voy a caer— lo empuje ligeramente, tomando su mano como pude y aferrándome a la cuerda con la otra. Tenía la mano fría, sudada, tiesa y si ponía más atención podía sentir como el temblor no solo era ahí, era en todo su cuerpo. Fue difícil no recordar la primera vez que nos encontramos y el estado que él tenía con los ojos vendados.

 

—Hm.

 

En silencio y a paso lento, comenzamos a avanzar de nuevo. Tanteando el terreno para no caer, tropezar o estamparnos de forma dolorosa con una pared y cuando finalmente la luz volvía a facilitarnos el avance, Er tardo unos minutos extra en retomar la compostura y soltar mi mano para ponerse al frente de la marcha y soltar algún comentario sobre lo aburrido que le parecía la cueva al punto que no pudo agregar mucho durante la conversación de regreso.

 

—Bueno, ahora que estamos afuera ¿volvemos al curso original?

 

—Sí, pero tenemos que buscar un lugar para descansar por hoy. De aquí es difícil que nos rastreen pero la gente de Viggo se especializa en caserías nocturnas. Si hacemos ruido solo les daremos un rastro que seguir.

 

Yo solo asentí con la cabeza, volteando hacia Hiccup que no parecía muy convencido a entrar a la conversación cuando Er lo llego a excluir en dos ocasiones de la caminata con un simple “los prisioneros no tienen derecho a contar chistes”.

 

— ¿Tu que propones?

 

Por unos segundos creí que su actuación de mudo era verdadera por todo lo que se tardó en contestar después de sus gestos de sorpresa, pero al final, hablo.

 

— ¿Por qué me preguntas a mí?

 

—Si Jack ¿Por qué le preguntas a él? ¿No me oíste allá adentro? Los prisioneros no tienen derechos.

 

—Sí, no los tienen a menos que les preguntemos algo. Tú eres experto en saber cuándo la gente miente y no creo que sea amigo de Viggo o no lo habría puesto en una ejecución pública con mi madre.

 

—Pero eso es solo tu opinión personal, ya te dije que tú eres un ing-espera— Er parpadeo algo confundido y yo solo espere como me lo pidió. — ¿Esa señora era tu madre?

 

—Si ¿verdad que es encantadora?

 

Se quedó en silencio unos momentos, luego miro a Hiccup, a mí y finalmente cerro los ojos masajeándose la cien y murmurando algo como “estupidez contagiosa” que no pude comprobar cuando volvió a hablar.

 

—Bien, tu busca donde podemos pasar la noche. Yo iré a revisar que no nos sigan o que estén lejos de aquí. . . Y nada de encender fogatas Jack.

 

—Te dije que aprendo rápido.

 

Con un último movimiento de cabeza nos dio la espalda, corriendo a una de las rocas más altas para perderse de vista y tomar su forma de águila sin que Hiccup lo viera. Yo lo sabía porque tenía basto conocimiento sobre su personalidad necia y habilidades físicas que se asociaba muy mal (o bien) con la desconfianza que le tenía a toda la gente.

 

Entonces, sí. Estábamos solos.

 

—Vamos, tenemos que buscar un lugar para pasar la noche.

 

— ¿No tenías preguntas que hacerme?

 

No avanzo y yo cedi a detenerme frente a él, no porque el fuera más fuerte que yo o ligeramente más alto, no. Fue mi bondad y extrema amabilidad.

 

—Las tengo. Tengo muchas preguntas pero tengo más gente buscándome y después de lo que hice hoy mi madre no va a descansar hasta hacer rodar nuestras cabezas. Ahora deja de hacerte del rogar y empieza a ver dónde podemos pasar la noche ¿quieres? Recuerdo a un guerrero mentiroso, no a un condenado con cara de baboso. Cierra la boca o se te van a meter las moscas.

 

— ¿Te das cuenta que-

 

—Me doy cuenta de que no entiendes ¿en qué idioma te lo tengo que explicar para que entiendas que tienes que buscar un lugar decente para pasar la noche? ¿Techo? ¿Paredes? ¿Piso?

 

—Olvídalo.

 

Ambos bufamos de mal humor, recorriendo un poco el terreno hasta llegar a un tramo del bosque donde los arboles eran tan grandes como los castillos y las raíces tenían el grosor de un perro labrador hasta de un ratón pequeño.

 

—Esto servirá, supongo.

 

— ¡Aguarda!

 

Justo cuando retrocedí para evitar acercarme a las extrañas espinas de colores fluorescentes y flores estrambóticas que estaban a un lado de uno de los enormes troncos, sus brazos rodearon mi cuello para ayudarme a poner distancia, algo que NO era necesario y no fue cómodo cuando intento zafarse pero el muy tarado no pudo al haber puesto sus brazos sobre mi cabeza para poder sujetarme aun cuando tenía las manos atadas.

 

— ¡¿Q-Qué?!

 

— ¡Son venenosas!

 

— ¡Bueno, gracias! ¡Pero estas ocupando mi espacio personal y me robas mi aire! ¡Quítate!

 

— ¡No te muevas!

 

Como todo adulto joven e independiente que soy, no le hice caso. Intente pasar por debajo de sus brazos para no tener que pensar mucho en que era asquerosamente agradable tenerlo tan cerca, en su desagradable olor a arce o incluso terrible que fue sentir mi cuerpo temblar cuando su voz resonó en mi cabeza y su aliento choco con mi oreja.

En resumen: intente ignorar la palabra “homosexual” de mi diccionario mental.

 

Pero en el proceso tropecé, el bajo más las manos para sujetar mi cintura y la sincronización de Er interrumpiendo nuestra discusión no pudo ser peor.

 

Bueno en realidad eso no fue lo malo, lo peor fue que pude entender su: “¿en serio? ¿Me voy cinco minutos y no puedes manejar a un REHEN ATADO?” que me gritaba con los ojos y yo no pude responderle nada sin que mi piel se sintiera a punto de hacer erupción.

 

—Veo que encontraron un lugar decente.

 

—Jack lo encontró.

 

De nuevo ignore a la homosexualidad intentando entrar por mi oreja y recorrer mi estómago por el simple hecho de que dijera mi nombre de forma casi empática.

 

No guardarle un poco de rencor al sujeto que arruino tu vida es malo, salvarlo de la muerte es peor, sentirte atraído por él es un horror ¡ESPABILA OVERLAND!

 

Respire hondo, tendiéndole la soga a Er para poner al fin un poco de distancia entre nosotros cuando logre zafarme de sus manos.

 

—Voy a ir por agua, hay un río cerca ¿no?

 

—Si pero no revise mucho ahí, está muy cerca pero ya va a anochecer y-

 

—Iré, no pueden estar aquí antes que nosotros. Te toca ser la niñera, vuelvo en unos minutos.

 

No espere que me contestara después de sacar una excusa tan pobre como esa. Aún teníamos agua en dos de cuatro cantinfleras y el río no se movería de ahí, pero yo solo quería una excusa para poner distancia entre nosotros y ordenar un poco mis ideas con cada metro que ponía entre ellos y yo.

Tarde en llenar las cantinfleras, de vez en cuando pasaba un pescado cerca de la orilla como si se burlara de mi situación y luego continuaba nadando con la corriente.

Por unos largos minutos me mantuve ahí, totalmente quieto y solo escuchando los sonidos de la naturaleza que me rodeaba. Algo que podía hacerlo desde pequeño pero nunca logre poner tanta atención como esas últimas semanas que había pasado fuera de mi zona de confort.

Fue fácil descubrir porque la gente componía canciones o poemas sobre el bosque, lagunas, el cielo e incluso la luna. Era fácil saber la razón pero difícil alcanzar las habilidades que los poetas tenían al poder expresar una pequeña parte de todas esas emociones en unas cuantas melodías o versos que uno se encontrara, ahí en medio de la nada, incluso ahora tengo dificultad en poder expresar el hermoso y terrorífico silencio que daba el bosque, los murmullos bajos de los animales y vegetación que intentaba echarme de su dominio o la corriente de agua que me invitaba a echar un pequeño salto para perderme en el agua y olvidarme de todos los problemas en los que me estaba envolviendo.

 

La naturaleza es grande, eso era lo que pensaba y fue el único tema capaz de llamar mi atención lejos del estúpido chico de cabello café que estaba esperando dentro de los arboles más frondosos.

 

— ¡JACK!

 

Escuchar el grito de Er tenso mis músculos y a pesar de que mi tiempo de reacción fue perfecto, ver a Hiccup correr a toda velocidad a donde me encontraba fue algo que tuve que ignorar cuando noté que no tenía las manos atadas y parecía decidido a taclearme en el acto.

 

¿Me usaría como rehén para chantajear a Er o simplemente quería ahogarme en el río? No tuve que esperar mucho por la respuesta cuando me sujeto de la cintura para retroceder lo más rápido que sus pies se lo permitieron y con tropiezos y una caída terminamos a unos metros del río que silbaba con furia por la interrupción que los gritos habían dado a su armonía.

 

— ¿Qué haces con las manos des-

 

— ¡¿EN QUE DEMONIOS ESTABAS PENSANDO GRANDISIMO IMBECIL?!

 

Guarde silencio cuando vi que Er intentaba controlar su temperamento y respiración.

Sin éxito por supuesto.

 

— ¡TE DIJE QUE LA RECOGIERAS RÁPIDO Y TÚ-Sabes qué, no. Jodete, no voy a enojarme por una estupidez así. Por mi puedes regresar a recoger toda la maldita agua que quieras y ahogarte para que dejes de traerme problemas. Me voy a dormir y si alguno de ustedes se queda o se va, me da igual. Púdranse— y como acto final lanzo las cuerdas rotas a nuestros rostros, algo que aún recuerdo porque me dio directo a los ojos y me irrito uno.

 

— ¡¿Y AHORA YO QUE HICE?! NO PUEDES IRTE ASI DE DRAMATICO Y TERMINAR LA CONVERSACIÓN, AÚN NO TERMINAMOS ESTO ¿ME OISTE?

 

—Shh, si siguen gritando no tendrá sentido escondernos.

 

— ¡Los rehenes no tienen permiso a opinar aquí! — pobre, pero ese era mi único argumento hasta ese momento

 

—Los rehenes deberían estar amarrados pero yo estoy libre— añadió encogiéndose de hombros aunque no parecía muy contento pese al tono calmado que ponía a su voz.

 

Lentamente fui consciente de la situación en la que nos encontrábamos: Él, con ramas atoradas en su cabellera, empapado y con lodo en las piernas mientras me sujetaba de mi cintura y mi brazo sin ser totalmente consciente de eso.

¿Cómo lo sé? Porque yo tampoco fui consciente hasta que baje la mirada y caí en la cuenta de algo más impactante: yo también estaba empapado. Pero no era solo eso, tenía el mismo lodo por encima de mis rodillas, algas y extrañas plantas marinas enredadas en mis piernas, cuerpo y algunas eran sanguijuelas que empezaban a tener peso en mi cabeza. Ni siquiera note cuando Hiccup me quito una que estaba casi enredando mi cuello y se relajó cuando rompió las plantas que hasta ese momento me apretaban el tórax.

 

—Per-… ¿Q…?— mire confundido a los lados sin encontrar el lugar de los hechos que delatara en donde había estado para terminar así aunque no tuve mucho éxito.

 

—Hay criaturas en el bosque que disfrutan deshacerse de los invasores, deberías tener cuidado cuando te acerques al río— fruncí el ceño cuando escuche a Hiccup hablar como si fuera mi hermana. Quería decirle que eso pudo haberlo dicho al principio pero su último argumento me dejo sin habla —Eso fue lo que dijo tu compañero antes de que te fueras corriendo al río.

 

Ahora todo tiene sentido

 

Fue lo único coherente que pude pensar al volver a imaginar la cara que Er había puesto cuando comenzó a regañarme. Si él fuera mi hermana (la primera persona que me regaña por todo) seguramente estaba lidiando con el miedo y preocupación que le había hecho pasar por mis acciones egoístas e infantiles.

 

“No vuelvas a irte así Jack ¿Qué pasa si nuestra madre te hubiera encontrado antes que yo? Prométeme que al menos la siguiente vez que pasees por el castillo me vas a llevar contigo”

 

—…Ella también debe estar muy enojada en estos momentos.

 

Porque si el nuevo amigo que acababa de conocer hace ya un tiempo pudo preocuparse de esa manera, mi hermana debía encontrarse destrozada por la sola idea de perder a su hermanito.

 

— ¿Ella?

 

De pronto Hiccup pareció perder el color en su piel y sus pecas se volvieron más visibles.

 

—Vaya…yo…no sabía que era mujer. Es muy buena disfrazándose.

 

Cuando entendí que asociaba el pronombre con Er tuve que apresurarme a aclarar la situación (aunque fuese más divertido dejarlo creer eso)

 

—Ah no, me refería a mi hermana. Debe estar muy preocupada por mí.

 

—Ah.

 

Y de nuevo, el silencio.

 

Ninguno dijo nada, solo intercambiamos miradas incomodas, una distancia prudente y nos dedicamos a caminar de regreso al escondite mientras el aire secaba nuestras prendas.

 

—Puede parecer un dolor en el trasero— fue lo primero que se me ocurrió decir —pero Er es un gran chico ¿sabes?

 

—Claro, se ve que se llevan bien.

 

—Muy bien en realidad, somos amigos solo que él no lo admite porque le da pena.

 

— ¿No has pensado que realmente no te ve como un amigo?

 

—No— me detuve cuando note que Hiccup hablaba en un tono más amargo y él hizo lo mismo. Volteando para estar ambos cara a cara mientras los sonidos del bosque se volvían más fúnebres con cada minuto que corría el día. — ¿Cómo más me vería?

 

— ¿Mercancía? ¿Un adinerado caprichoso? ¿Un obstáculo?

 

— ¿Así me veías tú? — verlo sorprenderse por mi pregunta solo me empujo a acercarme a él para cerciorarme de que no fingiera sus reacciones y lentamente las preguntas fueron fluyendo en aquella conversación que esperaba desde que desperté en medio del bosque, medio asfixiado por el humo y sin Ventisca a mi lado —¿Cómo una ventaja para entrar al castillo? ¿Una puerta? ¿Una oportunidad? ¿Alguien de quien sería fácil burlarse, no?

 

—Yo no-

 

— ¿O acaso tenías otros planes pero los tiraste porque tu infiltración te salió tan bien? — aunque él nunca me pregunto sobre nada, solo quería escucharlo. Estaba ansioso pero no tan desesperado como para no recordar una de las reglas que había aprendido fuera del castillo.

Cuando arrinconas a la bestia es cuando salen sus colmillos y ahí, en medio de la nada, Hiccup solo podía reaccionar a la ofensiva o a la defensiva.

— ¡¿Fue divertido burlarte de mí?!

 

— ¡Ni siquiera sabía que existías! — al final exploto aunque su respuesta me sorprendió un poco —Si, pensé que eras un niño caprichoso que disfrutaba aplastar a los demás, no eras el primero ni el último heredero que veía pero tú fuiste el primero en hablarme. Yo nunca te mentí, tú me diste las excusas y me mostraste el camino a tu habitación, yo solo lo aproveche para no tener que usar el plan original. Para no tener que matar a los guardias si se ponían difíciles o quemar el granero como una distracción o tener que encontrar nobles que interceptar para usar sus identificaciones ¡Si, tome la oportunidad Jack y la volvería a tomar!

 

Si, fue mi culpa

 

Pensé con amargura y unas extrañas ganas de querer gritar de nuevo o solo aferrarme a mis rodillas al recordar el fuego de la mansión, la última vez que vi a mi hermana o a Ventisca. Incluso a mi madre, a esas alturas nunca podría alcanzar mi meta de ser alguien con título suficiente para embarrarle en la cara que estaba equivocada y que nunca sería nadie en mi vida.

 

—Pero yo nunca me burle de ti Jack.

 

Sus manos acomodando mi peluca fueron suficiente para evitar que me distrajera y volviera a la realidad donde parecía ahogarse con sus propias palabras.

 

—Creí que eras un tipo fastidioso cuando te vi, pero cuando me empezaste a hablar de tu caballo con tanta emoción no te pude odiar. No cuando no hablabas con avaricia o pretencioso, realmente estabas emocionado y orgulloso de esa yegua y bueno…yo creo que la gente que ama a los animales no puede ser tan mala.

 

Quería diferir de ese punto al recordar que mi madre era una fanática de las especies exóticas y no por eso era una buena persona, pero me detuve cuando el me lo pidió y siguió hablando.

 

—También pensé que solo podías ser cruel con la gente porque tenías esclavos, pero no trataste mal al niño aunque no cumplía bien sus tareas y luego, ¿recuerdas que me dejaste a solas con Jamie? le confesé quien era yo y que hacía ahí. Nosotros solo íbamos a liberar esclavos que iban en un carruaje a tu palacio y entre ellos había muchos que eran de Berk, intimidaríamos a tus padres con los dragones para dejarlos con una advertencia de muerte si continuaban en el mercado negro y si las cosas se ponían difíciles la cosa era destruir el emblema, las pinturas, todo lo simbólico o importante.

 

—Pero quemaron todo.

 

—No fuimos nosotros. Yo di la orden de que ningún dragón exhalara fuego y el único capaz de hacerlo yo lo tenía vigilado.

 

—Aja ¿Quieres hacerme creer que tú con una bola de dragones no incendiaron mi casa y…— me detuve a media frase al ver lo obvio que era, lo estúpido que parecía pensar otra cosa y las señales que me gritaban que eso era lo más lógico. —…No.

 

—Exacto, aún no sabemos quién nos tendió esa trampa— aunque no parecía muy convencido, no lo contradije —pero el punto aquí Jack, es que Jamie me pidió que también te sacara a ti y a Elsa de ese castillo.

 

— ¿A mí? — mis piernas temblaron por unos segundos y ahora fue el quien avanzo en mi dirección. Algo que solo pude responder al retroceder el mismo número de pasos sin dejar de hablar. — ¿Por qué nos sacarías a nosotros?

 

—“Los dueños son unos monstros, es lo que dicen los demás. Pero la señorita y Jack siempre son buenos conmigo” — repitió en voz baja y sus manos sujetaron mi rostro cuando deje de retroceder por culpa de un árbol y con eso, fue imposible apartar mi vista de sus atrapantes ojos tan verdes como las hojas de primavera —No sé cómo disculparme por el infierno que te hice pasar después de que dejaste tu hogar.

 

Quería decirle que no fue un infierno, que en realidad todo el mundo era así y el castillo donde yo vivía era solo un oasis en ese desierto.

Eso hubiera sido lo más maduro, pero no lo hice. No pude.

 

Sus palabras tan sinceras y directas fueron un tibio tacto a esa pared que había intentado moldear todo ese tiempo para no ver la preocupación que sentía por mi hermana y Ventisca, el miedo que crecía con cada persona que nos encontrábamos en nuestro viaje y la duda que los demás habían sembrado en mi mente al no dejarme caminar con la misma libertad con la que solía.

 

Tristeza, miedo, ira, frustración, impotencia y un sabor amargo que recorría desde la punta de mi lengua hasta lo más profundo de mis intestinos cuando varios recuerdos desagradables acudieron a mi mente entre los cuales se encontraba Liam y su asquerosa voz hablándome blasfemias y su mano arrugada profanando mi ropa.

 

— ¿Qué tal un “lo siento”?

 

No pude escuchar que tan quebrada estaba mi voz cuando sus brazos rodearon mi cuello y esta vez fue él quien me abrazo mientras yo me aferraba a él, hundiendo mi rostro en su hombro para esconder el vergonzoso rio de lágrimas que ahora surgía de mis ojos.

 

Podía escuchar su voz a un lado de mi oído diciendo “lo siento, no quería que pasaras por eso, lo siento” una y otra vez.

 

Yo solo asentía, descargando esa frustración sin percatarme (tarde unos minutos en notarlo) que había una enorme águila color sangre vigilándonos a un rango medio de distancia.

 

¿Qué puedo decir? Al parecer Hiccup tenía razón y él no era mi amigo. Quizá era un ángel guardián, una niñera o un hermanito con complejo de abandono.

 

Lo único seguro era que Er no me dejaría en paz con sus comentarios, bromas y alusiones indecentes referentes a Hiccup y yo por culpa de esa vez y muchas más que le siguieron.

 

¿Quieres saber si llegamos a nuestro destino? Lo siento, estoy cansado y no puedo seguir contándote pero en seguida traeré a alguien que puede contarte desde este punto, este donde nuestras aventuras y desgracias comenzaban de verdad.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).