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Eslabones de fuego y hielo por kurotsuki_mikoto

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Notas del capitulo:

Aclaraciones:

Esto es un AU, temática de esclavitud, magia y otras locuras se irán revelando ;)

-Posible OoC por parte de los pjs con motivo a adaptarlos al AU

-Ningun personaje aquí presente me pertenece. Todos los derechos quedan reservados para sus respectivos creadores y distribuidores.

 

Advertencias:

-...jejeje, contenido homosensual. Poquito

Agradecimientos a mi vejiga que me permitió estar sentada en la biblioteca sin torturarme hasta que pude terminar el fic. Gracias.

¿Tienen alguna idea de lo difícil que es mantener escondido a un esclavo nuevo cuando los mayordomos y esclavos de tus padres van y vienen cada diez minutos?

 

No, seguramente no lo saben pero dejen que yo conteste a su pregunta:

 

Es difícil y muy fastidioso.

 

—Cámbiate rápido

 

A pesar de que era la tercera vez que se lo decía, tenía ciertos problemas al quitarse la ropa con los grilletes que le estorbaban en sus movimientos y mi frustración no bajo ni dos niveles cuando volvían a tocar la puerta de mi habitación y debía esconderlo otra vez al abrir el closet para que entrara rápido en el mueble y no saliera hasta que la habitación estuviera sola de nuevo.

 

—Joven Overland, su madre lo solicita en la sala principal para discutir algunos asuntos con usted.

 

—Voy, voy— sin poder evitarlo mire con enojo el closet donde seguramente él no terminaba de cambiarse. —Dile que estoy cambiándome de ropa, la que tengo esta sucia después del paseo y no quiero que me vean así.

 

Sabía que no lo haría. Ese era otro aspecto fastidiosa acerca de los súbditos de mi madre o sus esclavos, nunca me hacían caso a mí y si encontraban una oportunidad para quedar bien con ella no dudaban en soltar la verdad de las tareas que lograba saltarme o las desobediencias que atentaba contra ellos.

 

—Muy bien, se lo diré de inmediato.

 

“No lo harás”

 

Deje que se fuera sin darle más importancia. Lo que me convenía en ese momento era arreglar las ropas del lazarillo que estaba en mi closet y el cual seguía luchando con su camisa para quitársela con los grilletes y las cadenas.

¿Acaso no tenía experiencia ya en eso? Es decir, si yo fuera él me sería imposible poder siquiera montar un caballo con cadenas estorbándome pero siendo esclavos ¿no deberían tener alguna técnica secreta que les permita moverse más rápido?

 

Porque si su calificación dependía de mi, estaría reprobado.

 

—Bien, tuviste tu oportunidad.

 

Apenas cerró la puerta del closet, agarre las tijeras que tenía más cerca en y si no fuera por mi amabilidad, habría pensado que mi nueva adquisición pensó en usarlas en mi contra cuando las sostuve en alto.

Algo irracional por supuesto ya que los perros tienen prohibido morder la mano que los alimenta y que intentara dañarme en mi habitación era algo más ridículo que imaginar a mi madre regalando panecillos al pueblo.

 

—No te muevas.

 

A pesar de que era una orden clara, para ese momento ya me preguntaba si era sordo o tonto por lo mucho que parecía evitar que las tijeras se acercaran a su ropa o siquiera a las cadenas.

 

—¡¿Te puedes quedar quieto de una maldita vez?!

 

Bien, quizá no era el mejor en manejar mi humor pero al menos había logrado mi objetivo al rasgar un poco de la andrajosa manta que tenía como ropa.

¿Lo malo? Que termine chocando contra él por la forma tan abrupta en que dejo de moverse y si no me hubiera tomado de las muñecas, probablemente el pico de las tijeras habrían terminado en mi hombro. Y digo que es malo porque debía apurarme en ir a donde mi madre me citaba desde hace más de cinco minutos, pero en su lugar estaba ahí parado como un estúpido mientras contemplaba los ridículos músculos perfectos que tenía.

 

—Toma, no creo que seas tan tonto para no saber utilizar unas tijeras. Cámbiate como puedas, regreso en media hora aproximadamente y nadie te debe de ver ¿entendiste?

 

Me di la vuelta antes de que mis ojos terminaran de escanear todo su torso y terminara de nuevo en su cara que solo fui capaz de vislumbrar un poco en los establos. Estaba un poco sucio, pero no era algo sin solución y si no fuera por el número de sirvientes que iban y venían por la casa, le habría ordenado ir al cuarto de baño para que contara con una limpieza completa y no se limitara solo a una toalla mojada que deje en la silla antes de salir de la habitación y cerrarla detrás de mi.

 

—¡Amo!

 

Me detuve en seco cuando esa voz se dirigió a mi como un rayo de iluminación divina. Claro, de toda la chusma que habitaba en la mansión para ese momento solo contaba con una persona que me era leal en cuerpo y alma.

 

—Jamie, te estuve buscando por todos lados— si, era una mentira pues ni siquiera recordaba a mi pequeño esclavo desde que lo abandone con mi hermana apenas llegamos. Pero ¿Qué importa? Los niños se tragan todo lo que les dices y una pequeña mentira no le haría daño —Te tengo una tarea.

 

Tome su mano sin hacerle caso a los nuevos nervios que tenía por razones que solamente él conocería y lo meti rápido a la habitación donde el maldito pecoso no pudo esconderse en el pequeño simulacro que acababa de inventarme.

 

—Genial, felicidades. Si yo fuera un subordinado de mi madre ya tendrías una marca de bota en tu trasero por la patada que te dieron— cerré la puerta para que mi voz no llegara a las mucamas chismosas que parecían estar en todas partes —Escucha Jamie ¿recuerdas la competencia de la que te hablaba?

 

—Sí, de lazarillos.

 

Sonreí con orgullo por lo listo que era mi súbdito en comparación con el zopenco que no podía ni ponerse un pantalón de forma decente. Solo esperaba que fuera capaz de agarrar una espada o por lo menos esquivas ataques del contrincante.

 

—Bien, hoy que llegue a casa conseguí a un participante que jugara por nosotros pero no habla y es algo retrasado— le explique y ambos volteamos desilusionados cuando tropezó al intentar devolvernos la mirada y las cadenas le jugaron en contra. —Entonces, necesitare de tu ayuda para que le ayudes a prepararse, le expliques cómo funcionan las cosas aquí y que bajo ninguna circunstancia lo vean los demás. Mucho menos mis padres o sus esclavos ¿oíste?

 

—¿Tampoco los invitados? — por alguna razón la idea de jugar a las escondidas lo divertía y yo solo esperaba no perder en ese juego.

 

—Tampoco— reafirme poniendo mi mano en su hombro y entregándole la llave de sus grilletes —Si te tienes que asomar sin que las cadenas se escuchen puedes hacerlo, pero cuando llegue la hora de la fiesta te las tienes que volver a poner porque si no-

 

—Usted estará en problemas con su madre— lo miro sorprendido aunque el solo agacho la cabeza con cierta vergüenza —L-La señorita Elsa me dijo que me portara bien o usted sufriría las consecuencias.

 

—Ah sí, pero no te preocupes. Ella siempre encuentra una excusa para regañarme, aún si no hago nada— me encogí de hombros y puse mi mano en alto para cerrar aquel pequeño trato que Jamie acepto como si fuera la misión más importante de su vida.

 

Pobre, no tenía idea de que la más importante sería cepillar a Ventisca sin terminar con todo el instrumento de limpieza sobre él.

 

—Bien, entonces vuelvo en unos minutos ¿de acuerdo?

 

Me levante para dirigirles una mirada que era un claro “no hagan nada estúpido que yo no haría”, pero por alguna razón, el nuevo solo me miro con preocupación. Un sentimiento que mi hermana me dirigía a menudo y que en ojos de él era algo nuevo.

Para ese momento no supe si quería vomitar o solo reírme.

 

No tarde mucho en llegar al comedor donde mi madre ya me esperaba con una enorme sonrisa de satisfacción y un reloj de arena frente a ella.

Odiaba ese reloj.

 

—Madre— la salude con educación y quizá con descaro, la verdad era difícil modular mi tono de voz cuando veía su sonrisa, el reloj y a su fiel sirviente sacando mi fusta o al menos la que compre y nunca utilice por lo inútil que me parecía al no necesitarla para hacer correr a Ventisca.

 

—¿Tardaste tanto en cambiarte solo para ponerte la misma ropa?

 

Repetí algunas palabras altisonantes en mi cabeza al darme cuenta del pequeño gran detalle que había dejado pasar.

 

—Ay Jack. Si no fueras mi hijo pensaría que eres algún retrasado mental— me señalo la camisa y los pantalones, un gesto que tuve que contener como respuesta el voltear los ojos al saber que venía después.

 

Era humillante quedar en ropa interior a mitad del comedor con los ojos de tu madre evaluando que zonas podían ser escondidas por la ropa y cuales estaban prohibidas al castigo de rutina que disfrutaba dejar caer sobre mí. Probablemente mi padre no la satisfacía lo suficiente para ponerla del humor adecuado como para una fiesta o aguantar a su hijo de diez y ocho.

Eso queda entre ustedes y yo, si mi madre se enteraba de lo que pensaba en ese momento probablemente el castigo habría sido peor.

 

Sabía que no ordenaría bofetadas o golpes en algún visible cuando la fiesta estaba a unas horas de comenzar y no la veía dando excusas tontas como “se cayó de su caballo” cuando presumía el magnifico jinete que era con los demás.

Algo a lo que nunca pude encontrarle sentido cuando atravesamos una temporada donde ella quería vender a Ventisca por lo poco dócil que era con los otros lacayos y nunca cooperaba para tirar de la carroza si no estaba yo en ella.

 

Pero no nos desviemos del tema, concentrémonos en que mi madre ya estaba ordenandole a Louis que se encargara del castigo en persona ya que ella no tenía “tiempo o fuerza que perder” en alguien como yo.

Era duro, pero si eras el varón sin cualidades o aptitudes mágicas de la familia al parecer no te ganabas el derecho de un buen trato por parte de tus padres.

Lo sé, deprimente pero después de unos años aprendes a vivir con ello. Más cuando tienes a una hermana exagerada que te acompaña a todas partes para evitar que el regaño empeore o una hermosa yegua que te da el cariño suficiente para ignorar a padres materialistas como los que tengo yo.

 

—¿En donde?

 

—En donde sea, solo encárgate de que no se vea. Hoy tiene que saludar a todos los invitados y no quiero que me molesten.

 

—Como guste, mi señora.

 

Apreté los dientes cuando la fusta me golpeo el hombro y comencé a desconectar mi mente de lo que pasaba, una táctica cobarde pero útil ya que eso lograba que el dolor fuera más soportable y claro, también me daba la libertad de sonreírle a mi madre con victoria al no demostrarle el ardor que los azotes me provocaban.

 

Cinco minutos. Solía darme uno por cada minuto que tardaba pero teniendo una ocasión especial como la de ese día dudaba que me dejara ir con solo cinco por haber amenazado con desobedecerla y flaquear en mi disciplina.

 

—Louis, las manos. Los pies también, no quiero que se suba de nuevo a ese caballo por un tiempo.

 

La imagen de los campos de violetas y tulipanes a lomos de Ventisca fue más difícil de imaginar cuando Louis dejo mi espalda y hombros para apuntar al objetivo que aparte por acto reflejo pero él me sostuvo con fuerza, casi con odio.

¿Quería gritar?

 

La pregunta ofende, por supuesto que quería hacerlo pero no le daría el gusto a ninguno de los dos. Cada fricción que el cuero daba con la palma de mi mano fue suficiente para evocar el diccionario completo de palabras altisonantes de las que tenía conocimiento hasta el momento. Tres en cada una, ni siquiera con el ungüento que tenía en mi alcoba cicatrizaría rápido, pero ¿ella no quería que montara a Ventisca? Oh, eso era bueno de saber, ya tenía en agenda lo que podía hacer las dos horas restantes hasta que el banquete comenzara.

 

—Hm...no, los muslos Louis. Aún se puede sentar. Jack, separa un poco las piernas.

 

La mire con incredulidad al escuchar lo que me estaba ordenando. Mis empeines y manos dolían y mi piel estaba cambiando de color con las zonas lesionadas resaltando y las heridas las sentía al rojo vivo. Pero no, eso no era suficiente, eso era una humillación aún más grande a la que no iba a rebajarme aún si el castigo se postergaba.

 

—Bien, como quieras. Entonces que el último sea donde no pueda subirse a la silla Louis, es tan terco como una mula.

 

Apreté con más fuerza mis dientes cuando el último provoco que mis rodillas temblaran y a poco estuve de llorar por la frustración al ver que me sonreía como lo haría cualquier madre cariñosa preocupada por que su hijo entendiera la lección. Solo que ella no era cariñosa y a estas alturas del partido tampoco creía que me considerara su hijo, era más una carga, una silla sin pata o un adorno sin lugar.

Si, esa era una buena definición.

 

—Ahora Jack, quiero que vayas a cambiarte y te pongas algo decente para la fiesta de esta noche, los invitados llegaran al atardecer y tu estarás en la entrada recibiéndolos junto a tu hermana. Los recibirás con una sonrisa y no quiero que hagas sentir incomodo al señor Pitch o a Lord Grimborn, la última vez que vinieron de visita se quejaron de lo altanero que fuiste con ellos.

 

—Madre ¿ya puedo irme a cambiar? Se nos está haciendo tarde.

 

Por un momento temí exceder mi suerte pero lo único que recibí fue una mirada de advertencia.

 

—Sí, puedes irte. Pero ponte de nuevo tu ropa, tampoco quiero que vayas por los pasillos en ropa interior a hacerte el mártir con los demás.

 

Ignorarla fue más fácil cuando tuve que concentrarme más en no quejarme por tener que ponerme la ropa con mis manos, piernas y espalda chillando de dolor por el trato tan brusco que le daba. Entre más rápido, mejor.

Tampoco estaba de humor para aguantar las cotidianas sonrisas de burla que los esclavos de mi madre me dirigían o la lástima que los mayordomos dejaban caer como bofetadas invisibles a mi poca dignidad que aún me quedaba al caminar.

 

De camino a mi habitación fui repasando mentalmente el orden de las palabras que tendría que usar para echar a Jamie de ahí y el lugar en donde el mudo podía esconderse mientras me encargaba de alistarme. Mis dos horas libres ahora tendrían que concentrarse en ponerme ungüento, vendas y la maldita ropa de etiqueta que no me dejaría andar con libertad por las mangas ajustadas o los adornos que debía llevar en la cintura y solo serían una carga más a mi espalda.

 

Bien, quizá debí apurarme en ir con la bruja que tengo como madre en lugar de quedarme a entretenerme con otras cosas.

 

—Jamie.

 

Apenas entre solo pude ver al pequeño acomodando la cama y con una enorme sonrisa de orgullo que servía como un buen incentivo en ese momento.

 

—¿Todo en orden?

 

—Todo en orden señor— me saludo como lo haría con un soldado y la idea fue divertida apenas cruzó por mi mente.

 

—Excelente. Tu próxima tarea es ir con Elsa para que te vista ella.

 

—Pero yo puedo hacerlo, señor...

 

—Pero entonces no te verías tan bien en comparación a como lo harías si ella escoge tu gurdarropa. Ve con ella, toca antes de entrar y dile que te envié yo para que encuentre la ropa perfecta para esta noche ¿entendido?

 

—Entendido señor. Ah y el espacio debajo de la cama es muy grande.

 

Con indiscretas señas me dio a entender que nuestro invitado estaba debajo del mueble y no pudo ser más perfecto el escondite para ese momento.

 

—Bien, sería malo que algún insecto saliera de ahí ¿verdad?

 

Esperaba que al menos fuera lo suficientemente inteligente para entender la indirecta de que no debía salir de ahí.

 

Apenas Jamie salió de la habitación me apresure en ponerle seguro a la puerta y bajar las sabanas lo suficiente para que taparan mis pies y él no los pudiera ver. Ya tenía suficiente humillación por un día como para abonar a un esclavo desconocido teniéndome lastima como todos los demás.

 

—Si sales te voy a llevar con mi madre para que ella se encargue personalmente de ver que hacer contigo ¿entendiste? — bien, pedirle a un mudo que te responda no es lo más inteligente que he hecho —Toca la madera una vez si entendiste.

 

Al tener la respuesta comencé a quitarme la ropa lo más rápido y silencioso que podía, buscando entre los cajones el ungüento de hierbas que al menos cubrirían la herida, quitarían un poco el dolor y me facilitaría el movimiento por la costra que formaban en la piel.

 

Bien, ahora que lo había encontrado solo faltaba el orden. Podría empezar por mis manos, luego los pies, quizá si ponía un poco en una vara sería fácil ponerme en la espalda sin contorsionarme las manos por el lugar tan incomodo en que tenía que ponerlo.

Si, era un buen plan que habría funcionado de no ser por un estúpido esclavo desobediente que me acababa de interrumpir a medio camino y me detenía descaradamente de mi brazo para no tocarme la mano.

 

—¡Q-— ¿Tuve problemas para modular mi tono de voz? Si, los tuve. Me encontraba en un estado que rayaba la ira y el pánico. —Te dije que no salieras de ahí, lárgate en este mismo momento con mi madre.

 

Y no, no era estúpido. Lo que si lo podía definir era desobediente y la cosa solo empeoro cuando mi orgullo se quedo en el lugar de donde él me acababa de cargar y me sentaba con cuidado en la cama, algo innecesario, exagerado...y considerado si tenía en cuenta que ya no soportaba mis pies.

Como si eso no era ya el colmo, tuvo el descaro de quitarme el ungüento, arrodillarse en frente de mí y empezar a ponerme el mismo la maldita medicina que se sentía como hielo a un golpe contundente.

 

Con cada roce que su dedo daba en mis empeines no solo el dolor comenzó a drenar, también mi mal humor que termino en una extraña curiosidad y confusión que en ese momento me invadía al no captar lastima, miedo o desinterés de su parte. Era una preocupación que Elsa me mostraba a diario con un enojo que podía ver en el espejo de mi cuarto al final de un día agotador.

Cuando termino con mis pies tuve que extender mis manos para que continuara con ese masaje tan gentil que no se comparaba con mis bruscos primeros auxilios que llegaba aplicarme. Sus dedos rozando la palma de mi mano, su concentración que empujaba sus cejas a juntarse en un ceño fruncido que no pertenecía a un enojo personal.

 

Era extraño, no se parecía a ningún esclavo que hubiera conocido hasta el momento.

 

—Bueno, ya que pareces muy entretenido— rompí el incomodo silencio que estuvo a punto de alargarse cuando me di cuenta de lo mucho que estaba observándolo cuando lo tuve tan cerca. —Tengo unos en mi espalda que no me puedo quitar, terminalo y quizá no te lleve con mi madre después de todo.

 

Supuse que me vería con fastidio pero su sonrisa solo provoco que lo rojo de mi cara dejara de ser por el enojo y se derivara a otra cosa.

 

Intente levantarme pero él me lo impidió. Con señas me indico que me recostara boca abajo en la cama y eso fue un punto de alerta que mi cabeza no podía ignorar.

 

Podía ser joven pero no por eso era estúpido. Me encontraba en ropa interior en mi cuarto con seguro, en mi cama y con un esclavo que acababa de recoger pocas horas antes. No hablaba y tampoco daba señas de ser perspicaz o alguien simple, su silencio era un bonus que su inteligencia podía quitarle si llegaba a figurarse la vergüenza que la proposición acababa de provocarle.

 

Y no señoras y señores, de donde yo vengo no es nada natural que seas varón y te atraigan otros hombres. Si mi madre se enteraba de eso era lo mismo a ir cavando mi propia tumba y preparar mi testamento, en sentido literal.

 

Como fuera tuve que aceptar rápido o la duda sería demasiado sospechosa, incluso para un tonto que reprobó “como cambiarse de ropa adecuadamente con cadenas incluidas” de la escuela donde provenía el pecoso que no parecía estar al tanto de todo lo que pensaba en ese momento. Una muy buena señal.

 

Estaba preocupado, debía estarlo pero era difícil seguir pensando en lo que tenía que hacer o en lo difícil que sería no ser mordaz con Pitch y Viggo cuando las manos en mi espalda se sentían tan bien y cuando digo bien me quedo corto.

Tenía un tacto calido, suave y agradable a pesar de que podía sentir que sus dedos tenían callos en las puntas por el trabajo duro. Era amable, agradable..¿ya dije lo agradable que era? Bueno, lo era. Ya tendría tiempo para avergonzarme por ese momento cuando estuviera paseando entre los invitados y aire fresco que respirar para calmarme, por el momento me había rendido a disfrutar ese lindo masaje que estaba avanzando de mis hombros a la zona donde mis costillas terminaban y el ardor pasaba a ser un hormigueo desagradable mucho más fácil de ignorar que la punzante sensación de quemazón que antes tenía.

 

¿El problema? Que mi falsa heterosexualidad y dignidad se vieron en riesgo cuando deje de sentir su tacto en mi espalda y un suspiro se me escapo cuando toco la herida que tenía en mis muslos. La había olvidado totalmente.

 

—Ehm...esa está bien así.

 

Otra desobediencia se sumo a su historial y yo tuve que morderme la lengua y modular mi respiración para que no se diera cuenta de las desagradables sensaciones que me estaba dejando con solo tratar mis heridas.

Si se daba cuenta, adiós al agradable masaje y al lazarillo para la competencia de ese día. Tenía que ser discreto, aún cuando otro escalofrío recorrió mi espalda cuando termino el masaje y el dorso de sus dedos me indicaron que tenía resecas mis mejillas.

Al parecer no había tenido éxito en retener mis lágrimas de frustración y dolor cuando Jamie se fue.

 

Después de eso vestirme fue mucho más fácil a lo que tenía acostumbrado. Podía ser un inútil para vestirse por sí mismo pero fue una enorme ayuda para ponerme el traje y cortar un poco las mangas para evitar que me apretaran las manos y solo saliera el algodón de la camisa larga que tenía debajo del saco. 

 

—Aún queda una hora para que me toque ir a recibir visitas— voltee a verlo y que no demostrara incomodidad e incluso se viera más cómodo me dio la suficiente confianza como para no dejarlo ahí mientras mataba el tiempo. —Tengo que ir a encargarme de alguien antes de que lleguen los invitados, ven. Necesitare de tu asistencia— señale el pasillo desértico que nos guiaría de vuelta a la trampilla de emergencia para salir de nuevo a los establos y hacer una última visita a mi querida yegua que debía estar de mal humor con todo el revuelo que se armaba en la mansión —Vamos antes de que suban los demás.

 

No sabía qué tipo de platica o explicación pudieron tener Jamie y él, pero después de dejarlos solos se veía menos incomodo...y bueno, esperaba que la pequeña ayuda que me había dado no tuviera que ver o terminaría siendo yo el incomodo de ahí.

 

El regreso a los establos fue más rápido que la entrada a la mansión, como los pasillos, estaba vacío ahora que toda la servidumbre debía estar escuchando las últimas instrucciones que su madre tenía que dar mientras los otros se encargaban de preparar a mi padre para dejar tanto a él como a la mansión impecable.

 

—En realidad esto me parece una pérdida de tiempo— voltee a verlo cuando confirme por quinta vez que en efecto, estábamos solos y tenía que admitirlo, era reconfortante hablar con alguien de quien estaba seguro no saldría ni una sola palabra concisa de lo que podía relatar en ese momento. —No se si lo sepas, pero la fiesta de hoy empieza al atardecer. Va a venir mucha gente importante que representa a los otros tres reinos, se supone que los anfitriones se van turnando pero nunca he estado presente en las que son en otras tierras, ¿verdad que no? — voltee a donde Ventisca escuchaba con curiosidad y bufaba como si el hecho le pareciera indignante. —Lo mismo digo yo cariño, pero tu sabes. Soy demasiado genial para ir a deslumbrar a los demás— la acaricie con cuidado para no lastimarme y continue hablando. Más porque era un alivio que por interés a que él lo supiera —En fin. Todo tiene que ser perfecto a partir de este momento hasta que acabe la noche y no, mi madre no me golpea— añadí divertido y más cuando vi que me miraba con sorpresa —no vale la pena que lo haga cuando tiene a gente que hace todo por ella. Sabes, eso es algo que me molesta de sobremanera, todo para ella es apariencias, tener, superar y más cosas que ni siquiera importan cuando solo se luce pero no lo usa.

 

Bien, eso no tenía sentido.

 

—Me refiero a que compra un caballo pero no lo sabe montar ¿Para qué quieres un caballo de la mejor raza si no lo sabes montar? — Ventisca relincho por lo bajo indignada —Lo se Venti, es indignante. Y los pasadizos, hay cerca de siete pero no conoce ninguno porque nunca le pregunto al abuelo o su abuelo o a su bisabuelo cómo funcionaban, solo yo los conozco todos y no— le sonreí divertido y más orgulloso cuando note que me veía con asombro —No te voy a decir donde están los demás, confórmate con la pequeña salida de emergencia que te mostré y si lo hice fue solo porque era una emergencia— tome aire, recargándome en el cuello de la yegua que ahora estaba mordisqueando mi cabello —Y bueno, es difícil criticar a mi padre cuando lo veo menos de una vez al mes. Ey, deja de verla así— volví a sonreír cuando se acerco a nosotros y Ventisca relincho con cierto enojo —Aún si te gusta no te voy a dejar montarla y ella tampoco. Lo nuestro es algo serio, ya ves.

 

Con el ambiente menos tenso y más agradable, el recorrido por el establo fue incluso divertido. Era difícil dejar de hablar cuando me ponía tanta atención y parecía encantado con lo que veía, posiblemente nunca había visto un establo el pobre.

Estaba tan absorto que al sonar la primera trompeta casi me da un infarto.

 

—Oh no, ya llegaron. Ay, mira. Ya sabes el camino de regreso al castillo, la pelea de lazarillos va a ser en el salón principal, si quieres puedes usar esa mascara que dejaste en el taburete para dar más teatro y efecto sorpresa pero no dejes que mi madre te vea cerca de mi hasta que anuncien que va a empezar la competencia ¿ok? Cuando llegues allá te van a dar el arma y el escudo al entrar en el ruedo y, bueno las cosas se van a explicar allá pero tienes que vencer o desarmar al esclavo de Pitch ¿oíste? Los demás no importan, solo no pierdas contra él.

 

No me detuve a verificar que entendía lo que acababa de decirle, ya me había jugado mucho mi pellejo por un día y si llegaba un segundo tarde a la puerta donde Elsa me esperaba, estaba seguro de que terminaría recluido en mi habitación con heridas mucho peores a las que tenía en ese momento.

 

—¿Dónde estabas? — Elsa me interrogo apenas llegue a su lado, dos minutos antes de que el primer carruaje llegara.

 

—Arreglando unas cosas. Sabes que esto de los preparativos los termino dejando para el último minuto.

 

—Ya no le des más razones a mamá para que se ponga en tu contra, ya me entere de que hoy volvió a usar a Louis para pegarte.

 

—¿Cuándo no?

 

—¿Dónde fue esta vez?

 

Me mordí el labio antes de estirar un poco mis manos que eran perfectamente tapadas por el algodón y fue difícil contener el respiro de alivio que me dio cuando Elsa utilizo su magia de hielo para quitar el poco hormigueo que aun me quedaba.

 

—¿Dónde más?

 

—Lo siento hermanita, no quiero que me toques de forma indebida en el marco de la puerta.

 

A pesar de que intente sonar gracioso, me di cuenta de la pésima idea que fue cuando Elsa me miro con más preocupación a la que me había imaginado.

 

—¿Por qué? Jack, ahora donde...

 

Fuimos interrumpidos por la carroza de Viggo Grimborn que relinchaba con la misma actitud que presentaba cualquier comerciante que se topara con el lord que ahora bajaba tan digno como si la mansión se preparara solo para recibirlo a él.

 

“Se agradable, se agradable”

 

Me repeti una y otra vez sin hacerle caso a la segunda carroza que debía tener ofrendas y regalos del Grimborn a su familia.

 

—Jack, Elsa. Hace mucho que no nos veíamos.

 

—En efecto, lord Grimborn.

 

—Elsa, has crecido mucho. Cada día te pareces más a tu madre.

 

—No— y como siempre, no pude mantener la boca cerrada —por favor no la insulte.

 

—¿Insultarla?

 

—J-Jack se refiere a que no insulte a mi madre. Ya sabe, suele poner su belleza y habilidad sobre la mía, es un insulto compararla conmigo.

 

—Hermanos, supongo.

 

Apreté los dientes para no arruinar la enorme salvada que mi hermana acababa de hacer. No era consciente pero Elsa no podía ser más diferente a mi madre y compararlas era un insulto a su hermana que no iba a tolerar de alguien como Viggo o su hermano Ryker que ahora pasaban a la mansión.

 

—Jack.

 

—Ya sé, ya sé.

 

Respire hondo, armando un monton de escenas y situaciones en donde era fácil ponerle el pie a los invitados, tirar las bebidas en su regazo o soltar bromas mordaces a quienes no me agradaban.

Suficiente para hacerme sonreír a los demás invitados, incluyendo el pedante de Pitch que iba con una sonrisa de lado a lado sin soltar la cadena del esclavo que iba detrás de él.

 

—Hola Jack ¿ya listo para el juego?

 

Elsa intento contestar antes que yo, pero alcance a adelantarme.

 

—Siempre estoy listo Pitch ¿en que perrera encontraste al tuyo esta vez? — señale al robusto esclavo que me dirigía una mirada de pocos amigos pero no decía nada por el bozal que llevaba puesto. O era muy mal hablado o mordía, ya era un punto a favor del que yo tenía y al cual si ganaba le pondría un nombre para el final del día.

 

Lo deje pasar sin decir nada más o dar explicaciones a Elsa que parecía más confundida que nunca. Yo era un fiel creyente de que las acciones hablaban más que las palabras y aún si mi atrevimiento me hacia acreedor de una golpiza por parte de Louis y Malorie, la sirvienta personal de mi madre, no me importaba. El precio era justo si podía ver la humillación y derrota en la cara de Pitch.

 

Claro en el mejor de los casos, estaba contando con la victoria de mi lacayo.

 

Conforme pasaban las horas y la noche avanzaba, él número de invitados fue aumentando, la plática subió de volumen y la comida podía encontrarse en cualquier mesa que uno volteara aun si solo era por curiosidad.

Jamie intento escabullirse para agarrar un poco de lo que parecía el mejor postre que hubiera visto en su vida, una simple gelatina a mi parecer pero se la acerque cuando fallo por quinta vez en agarrar un plato sin ser visto y tuve que esforzarme por no sonreírle a mi madre que me debía ver con pena ajena por tratar de forma tan amable a mis esclavos.

 

Bueno, si ellos me trataban de esa manera a mi yo no quería hacer lo mismo con ellos por más obedientes o tontos que fueran.

Llegue a toparme con Viggo y su hermano que hablaban sobre el precio que se pondrían si fueran capaces de venderse, algo que me pareció tonto porque yo no pagaría ni un centavo por ellos pero me vi obligado a responderles cuando me preguntaron qué tipo de valor me pondría. Uno no tan alto si tenía en cuenta la magia nula que cargaba.

Después de un buen banquete y palabras de agradecimiento llegaba el momento de la verdad y yo no podía sentirme más orgulloso cuando alcance a visualizar al pecoso con su máscara caminando con discreción entre la gente y cuidando que sus cadenas no sonaran demasiado. Sin duda causaría un gran impacto en su oponente cuando las rompiera, todo era parte de la producción.

 

Uno de los sirvientes empezó con las palabras habituales acerca del lugar que les tocaba a ellos como la servidumbre y los esclavos como un objeto o medio de entretenimiento...No lo sé, deje de poner atención cuando lo tuve a mi lado y me encargue de acomodarle correctamente la máscara.

 

—¿Nervioso?

 

Él solo asintió con más energía de la que pude imaginar y eso solo pudo servir para alimentarme de nervios al igual que él.

 

—Mira no es presión, pero si pierdes yo también— intente no mirar en la dirección donde estaba mi madre pero él pareció entender por debajo de la máscara. —Solo...lúcete ¿si? Destaca.

 

Palmee su espalda y lo deje pasar cuando dijeron mi nombre y antes de que confirmaran que mi esclavo no podía luchar, él interrumpió al mayordomo para entrar al agujero de contención donde estaba el esclavo de Pitch y donde las rejas de oro no tardaron mucho en rodearlos tres metros sobre su cabeza. Una medida de seguridad que adoptó mi padre al haber presenciado como un cuchillo salía volando por accidente de la pelea al público, otra razón por la cual solo dejaron armas grandes a su disposición.

 

Evite ver a Elsa o a mi madre que a juzgar por el suspiro de miedo que alcance a escuchar de mi hermana, debía estar echa una furia.

 

Antes de que empezara el combate, él me volteó a ver unos largos segundos en los que la campana por fin sono y dio a entender que el combate comenzaba.

No paso ni un segundo y ya estaba tirando su espada y su escudo. Si, podía escuchar mis esperanzas cayendo junto con las armas o las cadenas de los grilletes rompiéndose.

 

—No voy a pelear frente a gente hipócrita como ustedes.

 

Por un momento me sorprendí al escuchar una voz desconocida e imite a muchos al ver a los lados para encontrar a quien hablaba con aquel coraje.

¿Mi sorpresa? Que estaba en el campo de duelo.

 

—Mientras ustedes están aquí bebiendo y comiendo por la paz de los cuatro reinos, uno ha sido atacado, traicionado por ustedes que se hacían llamar sus aliados— se quito la máscara y algunos soltaron un gemido ahogado al verlo. Un detalle que no entendí pues él no era feo para causar ese tipo de impresión en la gente. —¡Berk fue destruida y saqueada por la misma gente que en este momento brinda por una paz continua! ¡Se llevaron a nuestra gente y tienen el descaro de venderla como mercancía! ¡Yo soy Hiccup Haddock y en nombre de Estoico el Vasto y su esposa Valka, que en el Vallhala se encuentran, he venido a llevármelos de regreso!

 

Cuando termino su discurso todo se vino abajo. Y lo digo de forma literal, una enorme masa negra aterrizo en frente de él, ni siquiera tuve tiempo de ver que era cuando alguien al fondo gritaba “fuego”, todos empezaban a correr de un lado a otro y mis padres veían con odio y miedo al intruso que ahora levantaba su espada de fuego y le ordenaba a sus compañeros que salieran de los pasillos que ocultaban a dragones de diferentes tamaños y rompían las rejas, barandas, mesas y pisos con la gente gritando de un lado a otro.

 

—¡Joven Overland, por aquí!

 

Ryker me tomo por el brazo cuando una viga casi caía sobre mi y los dragones rugían mientras otros gritaban algo sobre sacar a los esclavos del sotano, desván y otros de carrozas que estaban en el patio.

 

—Debe ir a un lugar seguro.

 

Solo le di la razón y lo seguí, ambos alcanzamos rápidamente a Viggo que me guiaba junto con otras personas a las afueras de la mansión y en donde aseguraba, nos encontraríamos a salvo.

 

¿Cómo pudieron entrar dragones y nadie dio aviso de ello?

 

De pronto recordé y me detuve en seco sin darle explicaciones a Viggo o su hermano de la razón a que mi dirección fuera en torno a los establos que estaban doblando la esquina.

 

“Solo yo los conozco”

 

—Oh no, no, no— apresure el paso cuando el sonido de relinchos histéricos reemplazaron los gritos de pánico y sentí mi corazón encogerse al encontrarme con el establo envuelto en llamas.

 

Por un momento creí escuchar la voz de él...de Hiccup en el cielo gritándome que me detuviera. Algo difícil de recordar pues solo lo había escuchado una vez en toda la noche y todos los gritos que le siguieron se sobreponían al recuerdo del tono que utilizaba.

Conforme me acerque al edificio en llamas sentía mis fuerzas desmoronarse y mi grandiosa habilidad para respirar de forma automática fue desactivada cuando por fin estuve adentro.

 

Era una sensación horrible, mis piernas temblaban y apenas podía seguir caminando sin que me fallara el equilibrio o mi vista se nublara. Sabía que el fuego podía ser de esa manera pero nunca imagine que tanto.

 

—Tranquila, estoy aquí.

 

No supe si Ventisca fue capaz de escucharme, tampoco soy consciente de cómo logre quitar el seguro de la puerta. Lo único que recuerdo después de eso era el dolor en mis brazos y el golpeteo que el galope me provocaba en el pecho al estar colgado de su cuello mientras ella corría lejos de las llamas que tragaban todo a su paso.

Parpadeaba y mi entorno cambiaba. Eso sucedió dos veces hasta que finalmente desperté, tumbado en un claro del bosque lleno de busco y matorrales espinosos. Al parecer Ventisca siguió en su carrera por sobrevivir mientras yo, bueno.

 

Yo me caí y no tenía ni idea de donde estaba.


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