LA FUERZA DEL DESTINO
¿Cómo se puede reconstruir una vida a partir de recuerdos lejanos? ¿Cómo unir dos cuerdas rotas tan distantes una de la otra? ¿Cómo distinguir lo que fue de lo que es? Ésas y más preguntas se hacía Steve mientras observaba a su madre regar las rosas de su patio delantero con el esmero que le recordaba. Podía revivir todas aquellas memorias antes de aquel viaje que emprendió una vez que terminara la universidad, luego de eso, todo era un vacío sin luz alguna que señalara pista sobre sus andanzas, conocidos, amistades… amores.
Había sido un fotógrafo con reputación, y tenía una mirada muy particular de las cosas, pero en esos momentos ni siquiera podía enfocar una sola rosa de su madre sin obtener una imagen tan típica, falta de encuadre, composición y toque que le caracterizaran. Porque aquella experiencia obtenida para lograr esas sorprendentes fotografías que le mostrara su madre, habían sido fruto de esos años que se habían marchado con el accidente funesto cuya fecha ya había cumplido un año. Ahora parecía otro más de esos chicos modernos con sus celulares pretendiendo capturar al mundo de manera única, solamente repitiendo lo que veían en revistas o páginas de internet. Así de mal estaba ahora su talento, así de mal se sentía él desde que despertara del coma.
No era que Anthony le desagradara, porque era una persona carismática, llena de ciencia y mucha voluntad por dar lo mejor de sí a los demás. Pero no había conseguido volver a enamorarse como él afirmaba que lo estaba, y antes que seguirse engañando y engañarle a él, prefirió el camino más correcto. Tampoco dudaba de sus orientaciones que le habían quedado muy claras en tiempos de estudiante, más no iba a mentirle a Anthony con un amor que no florecía en su interior de la misma forma que su talento para la fotografía se negaba a salir. Memorias perdidas a las que ya no se quiso aferrar, era como intentar abrazar el aire ligero y le dolía por la mentira implícita en ello, cuando él siempre había sido hombre que se sujetara a la verdad, la compasión… el amor.
Su madre le habló de Bucky, su viejo amigo de la infancia quien había preguntado por él al enterarse de las fatales noticias. Decidió ir a verle, le había tomado un par de meses hacerlo porque no estaba seguro de los términos en que habían quedado ambos. Más era su gran amigo y hermano, así que apostó por ello al momento de tomar un vuelo y llegar a ese departamento en dónde le encontró viviendo con una hermosa pelirroja de nombre Natasha. Bucky le recibió de brazos abiertos, sin preguntas ni demandas como todos los demás, cosa que su mente y espíritu agradeció. Era como si el tiempo no hubiera transcurrido, y esos cabos sueltos en su vida por fin encontraron cómo unirse, al menos con su amigo. Se quedó varios días, apartado de todos los que solícitos habían intentado devolverle su vida pasada pero que solamente le habían asfixiado.
La habilidad de Bucky para adivinar su problema no falló, invitándole a ir a uno de esos almacenes rentados en un enorme complejo industrial, extrayendo del local rentado una maleta vieja con olor a rancio que le fue entregada para examinarla en privado, cuando regresaran. Steve ni siquiera se percató del paso del tiempo sino hasta que Natasha le llevó una bandeja con la cena, invitándole a despegar sus ojos del tesoro que Bucky acababa de entregarle. Era nada menos que sus bitácoras de aquel mítico viaje que cambió su vida, según las palabras de todos sus conocidos pero extraños en esos momentos. También encontró rollos sin revelar, anotaciones extras en sus cuadernos. Mandó revelas esos viejos rollos, leyó con premura todas esas anotaciones.
Sin excepción alguna, cada uno de los rollos mostraba fotografías de ensayo sobre la misma persona. Anthony. Le había conocido en su viaje de “autoconocimiento”, cuando aún no era maestro en el instituto, fue él quien le ayudó a mejorar sus lentes, quien le enseñó de la física de la luz, de las ondas y la naturaleza. Steve extendió sobre su cama y el suelo de la habitación cada una de aquellas imágenes. Anthony sonriendo. Anthony enseñando teoría del color y la luz. Anthony dormido, exhausto. Anthony ayudándole a empacar. Si había sido el gran fotógrafo que aclamaban medios, había sido por él, porque había sacrificado un futuro brillante en cualquier agencia espacial solamente por ayudarle a tomar mejores fotografías, viajando con él a su lado. Quedándose a su lado, dando todo lo que tenía por él.
Incluso le había firmado el divorcio luego de quince años de matrimonio. Por amor.