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Enamorados sin amarse por Kuryumn

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Es así, Ushijima Wakatoshi, el chico de quien había estado enamorado desde los trece años y quien, literalmente, le hizo ser capaz de definir aquel molesto sentimiento llamado "Amor" no estaba enamorado de él. Sino que estaba, y los más probable es que fuera así, enamorado de su idiota compañero de equipo, Tendou Satori. Pero el menor sabía que no estaba en posición de juzgarlo, es verdad que Satori era un chico carismático y era quien más pasaba el tiempo con el reconocido as de Shiratorizawa. Aun así, le resultaba molesto verlo, ser capaz de romper tan fácilmente la burbuja que recubría al rematador número uno del equipo, era frustrante. Le molestaba incluso más que cuando el mismo era constantemente acosado por el espíritu de competencia de Goshiki. Sin darse cuenta había veces en las que terminaba mirando con odio al pelirrojo, cosa que le desagradaba, la idea de sentir "celos" y mirar con desprecio al chico de quien admiraba sus tácticas en el bloqueo, que tantas veces había conseguido puntos decisivos en la cancha. No podía dejar de pensar en todo eso, sin embargo, intentaba despejar su mente porqué sabia, no debía mezclar sus sentimientos personales con su rendimiento en los entrenamientos, sino quien sabe que le haría hacer el entrenador Washijou.

 

 

 

Era día de semana y les tocaba entrenamiento matutino, como siempre, los de tercero eran los primeros en llegar. Cada vez que llegaba al gimnasio lo primero que Shirabu hacía era buscar con la mirada al capitán, avergonzándose de sí mismo, ya que lo hacía como un acto inconsciente. Aunque el pequeño armador no se percataba de que alguien notaba esos errores suyos.

—Shirabu —. Y allí estaba, esa molesta persona que se dedicaba a decirle lo que tenía que hacer a pesar de que él ya lo sabía, aquel quien él le había arrebatado su posición como titular en el equipo, de un año mayor, cabello bicolor, cejas gruesas, ojos grises, brazos y pecho bien trabajados, y portador del número "3", Semi Eita. Sinceramente, quien menos quería ver en ese momento.

—Qué necesitas —. Dijo en un tono cortante y seco, enserio que no tenía ánimos de interactuar con el ex armador titular.

—Que frio eres y yo que solo estaba preocupado por ti — Reclamó en un tono ofendido—. Desde hace un rato tienes la cara roja, ¿sabes? ¿Estás bien? — Comentó con preocupación.

En un espantoso reflejo, el rostro del menor se tornó completamente de un color carmesí, haciendo que este deseara más que nunca en su vida, que al mayor de ambos le golpeara una pelota en la cabeza y lo dejara inconsciente, o le provoque una amnesia preferiblemente, permanente. Naturalmente, el chico del cabello bicolor reaccionó de igual manera. No sabía porque, lo más seguro es que fuera por la inesperada reacción del jugador número diez, quien desde su lugar tartamudeaba incapaz de formular correctamente las palabras.

—N-no... mi cara no está roja, ¿de qué estás hablando?— Respondió dándole instintivamente la espalda y tomándose la cara, maldiciéndose interiormente por tan infantil repuesta, al estilo cliché de manga shoujo.

Ni que fuera una maldita heroína, Pensó en sus adentros. Mientras tanto, Semi seguía allí parado, observándolo anonadado y sin una respuesta coherente para darle, no era usual ver ese tipo de expresión en el más joven.

—Hace calor, ¿no? Si, debe ser eso— formuló finalmente, dándole una sonrisa nerviosa y preguntándose si, accidentalmente, no lo había estropeado más de lo que ya estaba. No hubo respuesta por parte del menor, lo que hubo en cambio, fue un silencio incomodo que invadió a ambos armadores.

— ¡A-ah s-si! —Dijo nerviosamente—. Acabo de recordar que Reon me pidió que le ayudase con una cosa... —Rió forzadamente—. Como sea, nos vemos... — En un desesperado intento por salir de aquella situación, el más alto se excusó ante el chico. Mientras Shirabu solo se limitó a ver como la espalda de aquel jugador número 3 se alejaba, rememoró toda la situación y lo que lo había llevado a eso. Tomó sus cosas y salió momentáneamente del gimnasio para dirigirse a los baños, necesitaba refrescarse, aún sentía la cara caliente. Al ver su rostro en el espejo, se percató de que si, definitivamente tenía la cara roja. Salpicó agua fría en la misma, mientras se repetía a sí mismo, que no debía pensar en cosas innecesarias. Si seguía así, habría posibilidades de que alguien más, a parte de su observador senpai, note aquellos sentimientos que tanto tiempo había estado guardando, era peligroso y debía cuidarse de ello, sobre todo de esa persona.

 

 

 

Ya de vuelta en el lugar donde el entrenamiento se llevaría a cabo, Kenjiro diviso que la persona que antes lo había estado molestando, no se encontraba allí. En cierto modo se sintió aliviado, ya que después de lo ocurrido no sabría cómo mirarlo. También, siendo un poco más observador, pudo ver qué Tsutomu estaba, en apariencia, compitiendo con Ushijima por quien se bebía el agua más rápido y Reon reía brindándole cierto apoyo moral al pelinegro. Kawanishi y Yamagata parecían tener una conversación interesante, mientras los demás jugadores conversaban, otros practicaban y algunos se encargaban de recoger pelotas o demás tareas de ese tipo. Se sentía tranquilo, demasiado tranquilo.

—Ah —. Eso era, Tendou no estaba presente en el gimnasio. No lo pensó demasiado, era usual cosas como que se quede dormido o se distraiga con algún capitulo, de alguna revista de manga shonen. Además, lo que fuera del par de tercero no le importaba, después de todo, no sería a él a quien regañen, griten, le hagan correr durante toda la práctica por toda la academia, o le obliguen a hacer cien servicios o más. Ese sería el problema del par de flojos, por ausentarse de la práctica. Se dirigió hacia la escena de Goshiki tosiendo por haberse ahogado con el agua, mientras Reon masajeaba su espalda y Ushijima seguía bebiendo como si nada. Ya les había quitado mucho tiempo, debía dejar de pensar por un rato, disculparse e insistir que continúen con su práctica, a pesar de la falta de su segundo Armador y uno de sus Bloqueadores Centrales.

Tal y como insistió, continuaron con su entrenamiento. Hubiese sido gustoso decir que luego de todo lo ocurrido a lo largo de la mañana su tarea se llevó a cabo normalmente, pero no. Seguía con la mente en otra parte, lo cual lo ponía de los nervios y un Shirabu nervioso era el equivalente a unos pases desastrosos y/o herrados. Gracias a la posible existencia de algún dios, los entrenadores no estaban allí, habían salido unos momentos para hacer quién sabe qué, en quién sabe dónde. Pero, para los miembros del equipo era evidente que algo no estaba funcionando bien con su armador, ya que este acostumbraba a estar sereno y concentrado al momento de hacer esos pases que terminaban como épicas bolas rematadas.

—Tomémonos un descanso —Dijo Hayato, a lo que los demás miembros, a excepción de Tsutomu, dieron una respuesta positiva.

—Shirabu, ¿te encuentras bien? — Se acercó el líbero, ignorando al de primer año, acompañado de los demás titulares quienes se encontraban preocupados por el rendimiento de su compañero.

—¿Te sientes enfermo o hay algo que te esté molestando? —preguntó Reon con clara preocupación.

Estaba comenzando a exaltarse, no entendía por qué de la nada, así como así, comenzaba a ser evidente ese sentimiento que no era nuevo en él. Obviamente estaba intentando contener todo eso, se sentía frustrado, enojado, molesto con sí mismo y nervioso. Era una bomba de tiempo, y para mejorar su situación, allí, parado en frente de él, se encontraba la persona causante de todo eso, de todo lo que sentía y le molestaba. Quería y necesitaba, alejarse de él, aunque sea un momento.

—No... —Meditó por un momento—. Perdón, es decir, sí. Me siento algo enfermo—Mintió.

—Bien, entonces...

—¡Lo siento por la tardanza! — Interrumpió el ex titular acompañado del característico bloqueador central, llegaban extremadamente tarde y se les notaba que habían llegado corriendo, estaban sudados, y sus respiraciones estaban algo agitadas.

—Justo a tiempo— Señaló el capitán.

—¿Ehhhh?¡Pero qué dices, si llegamos tardísimo! — Dijo el pelirrojo con pánico, pues sabía que tarde o temprano tendría que encontrarse cara a cara con el bárbaro que tenían por entrenador.

—No es eso — Respondió el número 4 — Eita, suplantarás a Shirabu lo que resta de la práctica.

—Eh, si, seguro. —Afirmó —¿Pasó algo?

—Se siente enfermo— Respondió Taichi, quien simplemente se había limitado a escuchar todo el rato. No es que no le interesase, es solo que esa era su naturaleza.

—Es así... — Le calmó saber que todo lo pasado a primera hora, solo había sido porque el menor se encontraba enfermo y no por alguna cosa vergonzosa que le había ocurrido.

—Shirabu, cámbiate y ve a la enfermería. Si luego te sientes mejor puedes venir a la práctica de la tarde y si no es así, siéntete libre de tomarte el día— Volvió a hablar el atacante lateral, quien daba más la sensación de capitán que el mismo capitán.

—Sí, disculpen las molestias —hizo una pequeña reverencia antes de marcharse. Otra vez era lo mismo, se maldecía e insultaba a sí mismo, había dejado que sus sentimientos le ganaran a su concentración.

Como puede ser que esta estupidez me esté afectando, Pensaba en rumbo a la enfermería, a la cual no sabía porque iba, después de todo, lo de sentirse enfermo había sido solo una excusa para alejarse un momento de la raíz de su problema. Estaba volando en sus pensamientos cuando sintió chocar contra algo, levanto lentamente la mirada y era eso, la maldita raíz del problema y es que, el muy desgraciado tenía la habilidad de aparecer mágicamente en el momento más justo, como si tuviera un radar o telepatía para saber dónde alguien pensaba o hablaba de él. Se tele-transportaba, no había otra explicación.

— ¿Estás bien? —Preguntó con su típica cara de nada, daba la sensación de que no le importaba realmente y solo preguntaba por compromiso. Pero Kenjiro sabía que no era así, quien más conocía sus pases era el, y era quien más consiente seria de sus errores al momento de hacerlos, por lo que era natural que de alguna manera este preocupado, no por él, sino por su rendimiento.

—Ya les dije que solo me siento algo enfermo, solo eso. Además, ¿Tú no estabas en el gimnasio? — Le preocupaba que lo descubriese, el mayor solía ser un idiota y un despistado en casi todo, pero cuando se trataba del voleibol que ellos jugaban, era diferente.

— ¿Estás seguro de que solo es eso? — Ignoró la pregunta y clavó su mirada en el más bajo, haciendo que este, nuevamente, le diera la espalda por instinto. Ese era su "método de defensa", si se sentía incómodo o avergonzado evitaba mirar a las personas a la cara.

—Sí, es solo eso, con permiso— Aun dándole la espalda camino más rápido, en un desesperado intento de alejarse y que el otro no se diera cuenta, de que, una vez más su rostro se había tornado completamente rojo, y su corazón se había acelerado a un ritmo que no era normal, tranquilamente podría haberle dado un infarto.

Tan rápido como abandonó la escena, llegó a su destino. El lugar estaba vacío, no había nadie allí. Se acercó a una de las camas que había en la sala y se tumbó en esta. Fue una mañana horrible, y aún le quedaba lo que restaba del día. Había recuperado su color, pero pensar en todo lo que le pasó hizo que un leve sonrojo se hiciera presente en su cara. Llevo su brazo a la misma, cubriendo así sus ojos.

Si esto significa estar enamorado, entonces estarlo es una mierda— susurró.

 

Notas finales:

¡Gracias por leer!


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