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Silver moon por KeikoHikari

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Notas del capitulo:

Wiiii, ya llegamos a las 6000 visitas. ¡Estoy muy contenta! 

Al siguiente capítulo, saldrá Nea desnudo... Ok no... e.e

Disfrutad, le he puesto mucho cariño <3

-          ¿¡Qué le voy a regalar a Nea por Navidad!? – pregunté en voz alta casi gritando. Me dejé caer boca arriba en el sofá del salón principal.

-          Un protegido nuevo, porque tú eres patético… - soltó Marte mientras jugaba con una pequeña pelota.

-          Mejor compra un nuevo Marte, el que tenemos ahora es un poco inútil – exclamó Lume desde la puerta.

-          ¿¡Qué has dicho!? – Marte enseguida corrió detrás de él.

-          Venga chicos, ayudadme. Vosotros le conocéis mejor que yo.

-          En realidad no, Oliver. He tenido muy pocas ocasiones para hablar con él, tal vez yo sepa menos que tú incluso. Es un chico muy serio – argumentó Daria pensativa.

-          Cómprale un libro – interrumpió Francis levantando su mirada por encima del periódico.

-          ¡Eso solo te gusta a ti, viejo!

-          ¿A quién estás llamando viejo, Daria?

-          ¡Marte me quiere matar! – entró gritando Lume. Se posicionó detrás de mí, usándome de escudo. Él tardó poco en aparecer por allí.

-          Con que aquí estás… Y usas a ese trozo de papel como escudo, está bien, mataré dos pájaros de un tiro.

-          ¡Suéltame Lume! – exclamé forcejeando.

-          Utiliza tus poderes, rubito – soltó Francis. – Pégale al techo, así no se moverá más. – Rápidamente Lume apuntó a Marte con un su dedo índice y después señaló hacia arriba. Como por arte de magia el cuerpo del malhumorado se pegó al techo. Por mucho que intentara liberarse, era imposible. - ¿Ves como sí funciona?

-          ¡Bájame de aquí! Cuando te pille, te voy a abrir la cabeza y voy a buscar tu inteligencia… ¡Idiota!

-          Vaya, es la primera vez que oigo un insulto como ese – añadí casi riéndome.   

-          ¿Y dónde está Nea ahora? Podría estar escuchándonos… Si ese fuera el caso, el regalo ya no sería una sorpresa…

-          Está ayudando a Lian a comprar comida para la cena de Navidad – respondí desviando la vista.

-          ¡Ya está! ¿Por qué no le preguntas a ella? Seguro que lo sabe. Después de todo, la que más ha estado con él es ella, tiene que saber las cosas que le gustan… - continuó Daria.

-          ¿No hay ningún plan mejor que ese? – Quería evitar entablar conversación con Lian, seguro que los celos me llevarían a decir cosas hirientes sin querer.

-          Prueba con Louis, también sabrá cosas de Nea.

-          Lume, ellos dos no se llevan muy bien, más bien su relación es de odio. Si a veces están juntos, es por mí. Dudo que Louis se haya interesado por los gustos de mi guardián alguna vez. – Qué desilusión.

-          Lo que Nea necesita es una nueva Valentina – se oyó desde el techo. - ¿Por qué no te disfrazas de mujer, chico de pueblo?

-          ¡Cállate Marte! No tiene ninguna gracia… - Se podía ver en su cara que solo quería fastidiar. – Que difícil es esto…

-          ¿Has pensado en preguntarle directamente a él? Es la mejor forma de conocer las cosas – habló Francis cerrando el periódico.

-          Oh sí, quizá diciéndole: ‘Eh Nea, ¿qué quieres que te compre por Navidad?, quiero hacerte un regalo y no tengo ni idea de las cosas que te gustan’ me responda. ¿No entiendes la palabra ‘regalo’? – respondí de manera irónica.

-          ¿Y por qué no…? – Cogió a Daria de la cintura y acercó su cara al cuello de la joven. - ¿Le das un cálido beso?

-          ¡Suéltame, viejo! ¿Quién va a querer un beso tuyo Francis? – dijo la chica alejándose de él, sacudiendo sus ropas.

-          No creo que seáis el mejor ejemplo…

-          ¡Una cena romántica! – interrumpió Lume. – Ya sabes, los dos solos a la luz de las velas, con comida…

-          ¿¡Por qué tiene que ser todo relacionado con ser pareja!? ¡No estamos juntos! – Todos me miraron a la vez. – M-Mejor me iré…

¿Qué pasa con ellos? Realmente Nea y yo…, no estamos juntos… No creo que sea la mejor pareja del mundo. Además, a él le gustan las mujeres, todavía está enamorado de Valentina y creo que por muchos años que pase… Miré hacia el frente, Nea venía directamente hacia a mí. Llevaba su camiseta en el hombro, podía ver como las gotas de sudor resbalaban por aquellos abdominales tan señalados, hasta terminar fundiéndose en la liga del pantalón. Tragué saliva. Paré delante de él, se sacudía el pelo con una pequeña toalla.

-          ¿Oliver?

-          H-Hola Nea… - tartamudeé.

-          ¿Te ocurre algo? Traes una cara larga…

-          E-Eh sí… Tienes un cuerpo tan perfecto que a tu lado me siento demasiado defectuoso… - mentí.

-          A partir ahora entrenarás conmigo, necesitas parecerte a mí – dijo mientras frotaba mi cabeza.

-          No lo voy a conseguir nunca…

-          Nada es imposible. Por cierto, ¿ibas a algún sitio?

-          ¡Al baño! – respondí tan rápido como la luz. - ¡Me voy!

Aquello había sido demasiado extraño, pero si seguía hablando con él, al final sabría que le estaba ocultando algo. Si tan solo le hubiera preguntado acerca de algo que deseaba, probablemente me habría ahorrado demasiados dolores de cabeza.

Después de dejar a Nea atrás era hora de pensar. ¿Qué podría necesitar alguien que casi lo tiene todo? Allí le proporcionaban de todo lo necesario para vivir…, comida, ropa, armas, descanso, una habitación privada…

No le podía regalar un collar, porque básicamente seguro que le molestaría a la hora de pelear, o incluso corriendo sería un incordio. Lo mismo pasaba con las pulseras, creo que bastante tenía con llevar esos brazaletes negros de cuero que siempre llevaba. ¿Y qué tal sería un anillo? ¡Ni pensarlo! ¿¡Acaso estábamos comprometidos!? Mi cara enrojeció en cuanto la idea entró en mi cabeza.
Salí del edificio donde se encontraba mi habitación y comencé a pasear por el patio en solitario, pero poco me duró…

-          Ah, Oliver, espera… - dijo una voz femenina detrás de mí.

-          L-Lian… - tartamudeé nervioso. Siempre tenía que tropezarla.

-          ¿Qué quieres que te regale por Navidad? – preguntó con una sonrisa radiante mientras cruzaba sus brazos. Aquello hizo que sus pechos se hincharan. Yo me tapé la boca con una mano como símbolo de vergüenza.

-          E-E-Eh… N-No necesito nada – balbuceé. .

-          ¡Oh, vamos! ¿Qué tal un libro? Siempre regalamos algo a todos los guardianes… Sería de mala educación ignorarte.

-          ¿A todos? ¿Eso incluye a Nea?

-          ¡Claro! Siempre le regalo algo, ¿por qué?

-          Esto… ¿Qué clase de cosas le gustan a Nea? – solté al fin, parecía que un gran peso había desaparecido dentro de mí.

-          Mm, la verdad es que es un hombre muy difícil, pero le encantan los frutos del bosque. El año pasado le regalé una cesta con frambuesas, arándanos, moras… Yo sé que le encantó, aunque no me lo dijera… ¡Es demasiado serio!

-          ¿Y tenéis de esos frutos aquí?

-          Acabamos de comprar, es algo indispensable para Nea, siempre está en la lista de la compra.

-          ¡Gracias Lian! – exclamé corriendo hacia la cocina. Ella me preguntó algo, pero no le entendí.

Ya dentro de la cocina rebusqué en la nevera y encontré todos los frutos que Lian me había nombrado. Pedí ayuda a la cocinera para que me ayudara a hacer un pequeño pastel con esos frutos. Tras dos horas batallando entre fogones lo conseguimos, crear pastelillo que cabía en la palma de la mano. Era especialmente para él, solo para qué él lo comiera, de ahí viene su tamaño minúsculo. Lo cogí entre mis manos y subí corriendo las escaleras en busca de Nea. En uno de los pasillos, escuché a alguien gritar mi nombre. Al mirar hacia atrás, vi a Lume viniendo hacia mí saludándome con una mano.

-          ¿Qué es eso? ¿Puedo comérmelo? Tiene muy buena pinta. – Intentó coger el pastel, pero yo me aparté.

-          ¡No! Es para Nea, este es mi regalo.

-          Un trocito pequeñito, ¡tengo hambre! Venga, si no se notará.

-          ¡Que te he dicho que no! Pareces un niño; si tienes hambre ve a la cocina y come algo – respondí, sus ojos parecían pegados al pastel. – Ni se te ocurra usar tu poder ahora, ¿me has entendido? Deja la gravedad tal como está…

-          Oliveeeer, vaaaamos…

-          ¡Mira, pero si es el rubio! – dijo una nueva voz. - ¡Te debo una!

-          ¡¡Marte!! ¡Escóndeme Oliver!

-          No te pongas detrás de mí, ¡Lume! No soy un escudo, oh no, viene demasiado deprisa… - Vi como en cuestión de segundos, Marte casi me podía tocar.

Tenía miedo de que el pastel acabara en el suelo, lo tapé con ambas manos y lo oculté en mi pecho. Marte cogió a Lume por encima de mi hombre mientras este se resistía y pataleaba sin cesar. Sin quererlo estaba en el centro del forcejeo de los dos. El pastel se balanceaba entre mis manos. Intentaba salir de allí, me hubiera gustado derretirme en aquel momento para poder salir de allí.
Entre tantos pensamientos, noté que Marte me agarró de la camiseta y me lanzó por encima de él. El pastel…, estaba perdido. No apartaría mis manos para dejarlo caer al suelo. Antes de poder pensar en alguna situación, me encontré besando el suelo. Marte y Lume dejaron de forcejear y de gritar.

-          ¡Oliver, lo siento! – exclamó Lume mientras corría escaleras abajo.

-          ¡No huyas, cobarde! – le siguió Marte.

Demasiados gritos en un momento, seguro que todo el mundo saldría a ver qué había ocurrido. Al levantar mi cuerpo del suelo me di cuenta del desastre que había hecho, había aplastado el pastel con mi pecho, estaba totalmente deshecho entre mis manos. Había rastros tanto en el suelo, como en mi camiseta.

-          ¿Qué ocurre? – preguntó Nea desde la punta del pasillo. <Oh, no> - ¿Oliver, estás bien? – Rápidamente me levanté, me senté encima del restregón del suelo y escondí mis manos en la espalda.

-          S-Sí… - dije cabizbajo.

-          No suenas muy convencido… ¿Qué escondes ahí?

-          ¡Nada, no es nada! – Con un rápido movimiento, sacó mis manos y vio el desastre.

-          ¿Qué es esto? ¿Por qué estás todo manchado?

-          Quería darte un pastel, pero me he caído encima de él… Ahora ya no te lo puedes comer… Lo siento… - expliqué cabizbajo. Estaba muy triste, lo había hecho con toda mi ilusión. Sin decir nada más, noté algo húmedo en la palma de mi mano. Levanté mi cabeza y vi que Nea estaba paseando su lengua con los ojos cerrados.

-          Mm, delicioso, has acertado con todo… - respondió mirándome a los ojos. Mi cara enrojeció demasiado.

-          Nea… - Tras lamer mi mano, chupó mis dedos uno a uno. Yo me quería morir, realmente parecía disfrutar lo que estaba haciendo.

La vergüenza me inundaba, con el otro brazo me tapé como pude el rostro. ¿Qué era aquel sentimiento que estaba sintiendo? ¿Placer?
Los suspiros de Nea chocaban con mi mano hasta que se apartó poco a poco. Se relamió los labios y clavó su mirada en mí. Yo estaba casi sufriendo una hiperventilación del sofoco.

-          Estaba delicioso. Muchas gracias Oliver… - dijo con una clara sonrisa en su boca.

Se acercó a mi cara lentamente, yo cerré mis ojos con fuerza. Enseguida sentí sus labios en mi frente, me acordaría de aquel tierno beso para toda la vida.

Notas finales:

No olvidéis el RW :DD


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