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Silver moon por KeikoHikari

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Notas del capitulo:

Ya llegamos a las 15.000 visitas, muchas gracias por seguir apoyando a Silver Moon! ^^

Espero que os guste el capítulo número 50, lo escribí con mucho cariño :D

-          ¡Yanya! Sí que eras tú… ¡Sabía que te había visto! Me alegro tanto de verte – dije abrazando su estirado cuello.

-          Alégrate cuando hayamos salido de este sitio. – Nea agarró mi brazo y comenzó a correr, pero yo me detuve.

-          Tenemos que continuar – soltó Nea.

-          No puedo irme, lo prometí. Tengo que quedarme aquí, a cambio de vuestra seguridad prometí quedarme y no intentar escapar. Si salgo de aquí, Tian podría reaccionar de la peor manera.

-          Lo afrontaremos juntos – respondió Nea mientras apoyaba mi cabeza en su pecho. – Yanya, llévanos con los demás.

Observé como nos abrazaba con sus azules y enormes alas. Sentí que flotaba por unos segundos antes de tocar la tierra con mis pies desnudos. Habíamos parado en medio de la batalla. Cuando levanté mis párpados, no tardé en percibir a Daria disparando hacia aquellos seres inmundos. Al verme, sus ojos se llenaron de lágrimas. Corrió hacia mí y me abrazó con desesperación.

-          ¡Oliver, estás vivo! ¡Yo lo sabía! – exclamaba feliz.

-          ¡Pero si es Oliver! – dijo alguien detrás de mí. Aquella voz solo podía ser de Lume.

-          Habéis venido a por mí…, chicos… - sollocé. Me sentía pleno al ver que todos ellos estaban luchando por salvarme.

-          Es nuestro trabajo – interfirió Saturno.

-          Nos alegramos de verte, chico – continuó Louis que acudía con su camisa desabotonada.

-          Louis… – murmuré. – Siento haberos causado tantas molestias. ¡Estoy muy arrepentido!

-          Se te da bien hacer estupideces – comentó Marte.

-          Yanya no está tranquilo, debemos de irnos ya – dijo Nea sin dejar de admirar a los Onwu que se acercaban. Todos corrieron en la misma dirección, menos yo, que me quedé mirando al castillo, pensando en las posibles consecuencias que habría si yo me iba de allí. – Estarás bien, yo te protegeré.

-          No estoy preocupado por mí, sino por ti, por ellos… - Nea se agachó y rompió las cadenas de mis pies y mis manos, dejándome libre por fin. Estiró su brazo y me subió a su espalda.

Cuando estábamos muy cerca de ellos, alguien dirigió un ataque desde el cielo. Cayó a los pies de Nea, pero no consiguió darnos. Como consecuencia, mi guardián perdió el equilibrio y yo caí a unos metros de él. Intenté levantarme, pero alguien pisó mi espalda y volví a caer. De reojo reconocí una señal, una de las cinco esquinas del rastro de una estrella se encontraba en el cuello de aquel chico.

-          Casi te escapas – comentó.

-          Deberías de estar muerto – respondió Nea concentrando la fuerza en sus puños.

-          Lo siento por ti, sigo vivo. Si alguno de vosotros intenta hacer algo, tengo esta espina preparada para hundirla en su delicado cuerpo. El veneno que hay en su interior es el más mortífero que existe… No querrás que le mate, ¿verdad? – Tras unos minutos, Nea esbozó una sonrisa macabra. Sus ojos al igual que su aura comenzaron a volverse de un azul extremadamente brillante, y desapareció de nuestros ojos. El chico me clavó la espina en el cuello, y yo pataleé mientras la intentaba arrancar de allí.

-          ¿Se puede ser tan estúpido? – solté con picardía. – No sabes con quién te has metido.

-          ¡Cállate, ¿dónde se ha metido?! – exclamó el chico.

Ahora mi guardián estaba detrás de él. Le levantó el peso y con ansias clavó sus colmillos en el cuello. La punta de la estrella desapareció y el chico se convirtió en polvo que el viento arrastró. Arriba de mi Luna había ahora una pequeña estrella con sus perfectas cinco puntas.

-          Buenas noches, Vía – murmuró Nea mientras su poder volvía a ser lo que era.

-          Mi corazón no está preparado para estos sobresaltos – comenté mientras me sacudía el polvo de la cara.

-          ¿Quién es Vía?

-          El chico que acabo de matar, he visto sus recuerdos por unos segundos, ese era su nombre. Quédate quieto – dijo mi guardián mientras sacaba la espina de mi nuca.

-          ¿Voy…, a morir? – pregunté nervioso.

-          Estás muy sano – interfirió Louis. Fruncí mi ceño, no sabía por qué decía eso después de que la espina entrara en mi carne. – Lume le ha dado la vuelta a la espina con su poder sobre la gravedad, te ha pinchado esta púa al revés, con lo cual no ha soltado el

veneno que lleva dentro.

-          Por eso te has abalanzado sobre él, tú lo sabías – dije mirando a Nea que se limpiaba la sangre que goteaba de su barbilla.

-          Me lo ha dicho Yanya – Louis no parecía feliz con aquella respuesta.

El líder chaqueó los dedos y con ayuda de dos jóvenes que a la vista era obvio que eran gemelos. Sus pupilas eran de color azul blanquecino y su pelo era de un tono arena. Debían de tener mi edad, pero no soltaron ni siquiera una palabra, parecían unos robots.
Se posicionaron al lado de Louis, dibujaron en la palma de la mano un círculo y un portal mágico se abrió. Al cruzarlo, con inseguridad, aterrizamos en el patio de la base. Ante nuestros ojos se encontraban Mercurio, Neptuno y Lian, que parecían estar esperándonos con positividad. Todos estallaron con gritos y silbidos cuando llegamos, su misión había sido un éxito porque yo estaba allí. Después de saludar a todos, y agradecer tantas bellas palabras oí a Yanya en mi cabeza: ‘Coge a Nea’. Automáticamente mi mirada le buscó desesperadamente, y le encontré agarrado a un árbol, hasta yo sabía que estaba mareado. Me acerqué a él y enrollé mis brazos en su cuerpo.

-          ¿Qué te ocurre, Nea? – pregunté preocupado.

-          Hacía tanto tiempo que no le pedía tanta cantidad de poder a Yanya, que me ha quitado demasiada energía. Me he excedido – pronunció despacio.

-          <No puedo controlar lo que absorbo de tu cuerpo> - se disculpaba Yanya telepáticamente.

-          Tan solo necesitas descansar, has hecho un gran trabajo hoy – halagué mientras acicalaba su pelo.

-          Buen trabajo, chicos. Me alegro de verte sano, Oliver – soltó Lian que estaba detrás de nosotros. – Vaya Nea, no tienes buena cara.

-          Nos retirábamos a descansar ahora… - expliqué.

-          No olvides pasarte por la enfermería cuando tengas un rato, necesito hacerte un chequeo, es obvio que has perdido peso Oliver. – Yo asimilé con la cabeza.

Subimos a la habitación y obligué a Nea a acostarse. Yo decidí darme una larga y tranquila ducha, lo extrañaba tanto que ya ni recordaba cómo se sentía el agua caliente. No había pasado mucho tiempo fuera de la base, pero para mí habían sido como milenios allí encerrado. No dejaba de rondarme por la cabeza la idea de que Tian podría atacar las instalaciones en cualquier momento, y eso me aterraba. Debía de estar muy furioso, yo me había escapado, su secuaz Vía había muerto a manos de Nea… ¿Podía estar disfrutando de aquel baño mientras todos estaban en peligro? Sí, teníamos a mi guardián, pero ahora estaba agotado y si surgía cualquier imprevisto no podríamos defendernos. Qué dolor de cabeza me daba pensar en todo lo que podía pasar. Sequé mi cabeza mientras me miraba al espejo, era cierto, había perdido peso, mis costillas se veían más que nunca. Mis brazos incluso habían perdido masa muscular, mis pómulos habían descendido y el brillo de mi pelo había desaparecido. Me vestí con la ropa que solía llevar antes, no se había desvanecido el olor, olía a mí todavía.

Al salir al pasillo me encontré con Louis con aquellos chicos gemelos que había visto unas horas antes. Él también parecía haberse relajado tras una ducha.

-          Oh, chico, ¿estás buscando a alguien? – preguntó mientras acariciaba mi cabeza. Yo fijé mi vista en uno de aquellos.

-          No, no estaba buscando a nadie. Solo necesitaba una ducha – respondí.

-          Ah, no los conoces, ¿verdad? Déjame presentártelos. El de la izquierda es Urano, y este es Júpiter, como te has dado cuenta ellos son hermanos gemelos. Es imposible diferenciarlos sino miras sus tatuajes en la espalda. Urano tiene un círculo del color de sus ojos, y Júpiter del mismo color que su pelo, aunque es más fácil que ellos te digan quiénes son, ¿no crees?

-          Me alegro de conoceros – intervine estrechando mi mano con ellos. – Espero contar con vosotros…

-          No te fíes de ellos – interfirió Louis. – Pueden distorsionar la realidad, es uno de sus poderes, son muy bromistas.

-          Estaremos por aquí cerca si nos requieres – dijeron los dos hermanos a la vez. Aquello era muy sorprendente para mí.

-          G-Gracias – respondí.

-          Tan solo tienes que acostumbrarte. Al principio puede ser un poco difícil… Bueno, tenemos que proseguir con nuestro camino, tú deberías de ir a ver a Lian.

-          ¡Oh, sí! Pensaba hacerlo después de pasar por mi habitación… - Louis me guiñó un ojo y me dejó atrás.

Notas finales:

No os olvidéis de dejar un RW :)


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