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Silver moon por KeikoHikari

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Notas del capitulo:

Holaaaaaaa a todooooos. Realmente pasó un largo tiempo desde la última vez que actualicé Silver Moon, pero empezó la universidad y me fue muy difícil centrarme en el fic, por eso mismo os traigo un capítulo muuuuuuuy largo ^^

¡Feliz Navidad a todos! <3

PD: Disculpen las faltas de ortografía, no me dio tiempo a revisarlo!

¡¡No olviden sus RWs!! Me hacen feliz con ellos <333

Era imposible para cualquier persona evitar aquella estocada. De su nariz salieron unas gotas teñidas de rojo pasión que mancharon sus lujosos atuendos. Tan solo viendo el esfuerzo que estaba haciendo para sonreír falsamente notaba cómo la ira iba creciendo dentro de él. Restregó la sangre de su cara y vocalizó una palabra: ‘Estúpidos’.

-          Le estamos enfadando… - murmuré preocupado.

-          ¿Acaso no es eso lo que estamos intentando? – preguntó Marte con aires de superioridad.

-          No os entretengáis, sigamos – interrumpió el líder.

Cargó fuerza en sus piernas para volver a saltar con el fin de conseguir otro golpe. Cuando se estaba acercando a Tian, este desapareció por unos segundos y reapareció tras él. Era una trampa, eso era lo que él quería, ¿cómo habíamos sido tan incrédulos al creer que eso volvería a funcionar? Con una patada en el costado envió al presidente a una zona sin Onwus. Cayó como si de un meteorito se tratara, la fuerza del impacto fue tremenda. Nea y yo conseguimos quitarnos algunos de esos seres de encima antes de correr hacia el agujero que había creado el golpe.

-          ¿¡Y las brujas!? – gritó furioso Marte.

-          Están teniendo problemas con los Onwu – respondieron los gemelos a la vez. Marte agarró a Urano de la camiseta con rabia.

-          ¡Déjanos en paz! – exigió Júpiter.

-          ¡Marte, tranquilo! Ellos no tienen la culpa – dije intentando poner calma en el asunto.

-          ¡Haced algo! No servís para nada…

Soltó con resentimiento a Urano y se alejó de nosotros. Todos estábamos de los nervios, necesitábamos una ayuda. Aquellos seres sin rostro no morían, era imposible acabar con todos mientras nosotros nos encontrábamos más exhaustos cada minuto. Cuando uno moría, revivían dos, no avanzábamos.
Giré mi cabeza, buscando con la vista a Nea creyendo que estaba detrás de mí, pero para mi sorpresa no estaba, ni siquiera en los alrededores próximos. ¿Dónde se había metido? Grité su nombre, asustado, podría haberle pasado algo… Pero si eso hubiese pasado habría notado el dolor y hasta ese momento no había notado nada.

-          Le he visto correr en dirección a la morada de las brujas – contestó Mercurio que en ese momento se acercaba a mí. – Podrías ir a echarle un vistazo, es peligroso separarse.

Le agradecí la información y partí hacia allá. Tan solo había unos cuantos metros hasta la puerta principal. Nunca había entrado, pero conocía aquella parte de la base de las veces que había pasado andando por los alrededores. Quedé sorprendido al ver que dentro de aquella cabaña tan solo había dos chicas que parecían tener unos pocos años más que yo. Ni rastro de los Onwu. Una de ellas removía un frasco que contenía un líquido con el color de la sangre. Tenía el pelo negro, a la altura de los hombros; los brazos llenos de pulseras y vestía un ostentoso vestido púrpura con mucho vuelo.

-          Tu debes de ser el famoso Oliver… - soltó ella.

-          ¿Me conoces? Estoy buscando a Nea – respondí dudoso. Pensé que estaría allí.

-          Sé a qué has venido. Ven, acércate, esto es para ti – Me estaba ofreciendo aquel líquido rojizo. Fruncí el ceño. – No tengas miedo, tan solo…, te dará fuerzas y no sentirás tanto dolor.

Al principio dudé, no conocía a aquellas mujeres y me estaban ofreciendo beber algo que realmente no sabía lo que era. Mi corazón me decía que aquellas mujeres eran personas en las que podía confiar, pero mi mente no parecía estar de acuerdo. Tras debatirlo unos segundos, me acerqué a ella, cogí el frasco y lo bebí. El sabor fue asqueroso, era como si me hubiese metido unas monedas a la boca. Esperé unos segundos, no notaba nada raro en mi cuerpo, ni siquiera esa fuerza que había dicho la bruja. La otra chica que llevaba el mismo vestido se plantó delante de mí, rodeó mi rostro con ambas manos y comenzó a hablar.

-          Alis volat propiis – pronunció concentrada.

 Sentí como si algo dentro de mí se hubiese roto y un dolor increíblemente profundo me invadió. Me agarré a ella, no podía respirar y mi fuerza desapareció por un instante. Unos segundos después recobré mi poder y pude incorporarme de nuevo, no podía evitar estar algo confuso. Cerré y abrí mi puño varias veces, no parecía haber cambiado nada.

-          Dale unos minutos, no tiene un efecto tan inmediato, sé que estás asustado – explicó la bruja del pelo corto. – Puede que te sientas diferente, no te extrañes.

-          Diferente… - repetí en voz baja.

-          Nea también lo tomó, no te preocupes – eché un vistazo, no tardé en visualizar un recipiente como el que yo tenía en mis manos que también estaba vacío cerca de ellas.

-          ¿¡Dónde está!? – pregunté estresado. Es verdad, es por lo que yo había ido allí, se me había olvidado complemente, ¿cómo había llegado a aquel punto?

-          Se marchó, y tú también deberías de hacerlo. – Tras pronunciar aquello ambas se desvanecieron ante mis ojos.

No iba a centrarme en buscar a las extrañas brujas, por lo que salí del cobertizo y regresé al campo de batalla. Ya no habían Onwu por ningún lado, en sus puestos había unos hombres vestidos de blanco, armados con espadas y escudos. La guardia de Tian, reconocí. En un chequeo rápido visual no encontré a Nea, en su puesto vi a Mercurio tirado en el suelo luchando con sus últimas fuerzas contra dos soldados. Concentré mi poder en la palma de la mano, apunté hacia la escena e invoqué unas dagas de agua que salieron de la tierra despedidas hacia el cuello de ambos hombres que cayeron a plomo. Llamé a Lume como si se me fuera la vida en ello, Mercurio estaba tan débil que ni siquiera articulaba palabras, necesitaba atención médica lo antes posible, así que Plutón se hizo a cargo de él.

El cielo ya estaba oscuro, la luna llena reinaba sobre nuestras cabezas. Todos estaban batallando menos los mellizos, Tian, el líder y Nea. Entonces recordé que el presidente había caído lejos, a consecuencia de un golpe, de donde estábamos nosotros. Intenté recordar la dirección en la que había oído el estruendo que causó en el momento del impacto, pero fue nulo. Cuando iba dispuesto a iniciar la búsqueda escuché un grito a lo lejos, aquel había sido un grito de rabia. Reconocí la voz. Había sido una ahogada, grave, pero seria con tonos de desesperación. Mis piernas empezaron a trabajar solas y en cuestión de segundos me encontraba en el borde de aquel gigantesco agujero. Tian tenía al presidente agarrado del cuello mientras que, con la otra mano clavaba su larga uña en su ojo. Ni siquiera miré quién más había alrededor, cogí impulso y salté encima del malo de la película, me agarré a su espalda. El líder se alejó de las manos de Tian.
Invoqué a las aguas que dormían a nuestros pies, el agujero comenzó a inundarse. Conseguí subirme a los hombros de sus vestimentas caras, con la intención de saltar y alejarme de él, pero fracasé. Alcanzó uno de mis tobillos y comenzó a quemarme la piel con sus manos, un alarido salió de mi garganta. Contemplé como Nea también había saltado y se disponía a aterrizar sobre él, pero Tian le avistó y paró su golpe con un escudo de luz. Fue el momento que aproveché para lanzarle una bola de agua al rostro con el que conseguí que soltara mi pierna y alejarme unos metros de él cojeando.
Segundos después, un rayo cayó inesperadamente encima del hombre con la melena rubia, ahora sus ojos brillaban en un color platino intenso. Parecía rebosante de poder juzgando la tenebrosa sonrisa que aparecía en su boca. Con el movimiento veloz de un brazo sacó a Nea fuera del agujero y acto seguido clavó su mirada en mí. Aquello me producía escalofríos. Hice brotar un poco de agua del subsuelo, la suficiente para poder defenderme en el caso de que me atacase. La quemadura de mi pierna no tenía muy buena pinta, por lo que no podría correr muy lejos si me sintiera en peligro.
Se acercaba a mí con pasos lentos, su melena ondeaba al viento, las vestiduras parecían haberse vuelto más volátiles, el ambiente se había caldeado. Estaba asustado, pero mi temor fue a más cuando vi que el presidente se posicionaba entre Tian y yo.

-          ¿Todavía quieres jugar? – preguntó juguetón mientras el poder corría entre sus manos. El presidente estaba fatigado.

-          Nuestra partida no ha terminado aún – Sin esperar un segundo, con su puño golpeó el suelo que empezó a resquebrajarse, y utilizó esa pequeña ventaja para atacarle.

Acertó con una patada apuntando al antebrazo que utilizaba para esconderse detrás. Concentró su poder en el vientre de Tian y como si de una granada se tratara hizo que la vestimenta cara se rompiera en mil pedazos, dejando al descubierto su clara y pulcra piel. Al fijarme con detalle observé un pequeño medallón que colgaba del cuello de nuestro enemigo, pero le hice caso omiso. El chico de largo pelo, que ahora sacudía los trozos de ropa que estaban menos dañados, no parecía contento con el resultado. El presidente se separó unos metros de él. Había conseguido llamar su atención.

-          Me aburre tu juego – murmuró enfadado.

-          Nosotros jugaremos contigo – gritó Lume desde el borde del agujero. Todos los guardianes a excepción de Mercurio estaban allí junto a él, dispuestos a luchar.

-          Chicos… - musité con orgullo. Éramos un gran equipo.

-          Nadie os ha invitado a esta fiesta – respondió nuestro enemigo.

Con un chasquido hizo aparecer una enorme nube negra sobre nuestras cabezas. Comenzó a hacer unos movimientos con los dedos mientras mantenía sus ojos cerrados, yo estaba perplejo, la incertidumbre me desbordaba. Como si de magia se tratara todo se disipó, el ambiente volvió a ser el mismo que unos pocos minutos antes y un silencio abrumador nos rodeó. Con miedo, comencé a levantar poco a poco la cabeza. Nuestros aliados, nuestra gran fuerza que venían a intentar poner fin al conflicto, ahora estaban petrificados. Todos tenían un Onwu abrazado a cada uno de los cuerpos, tapándoles los ojos y la boca. El movimiento de los dedos posiblemente había sido similar a un conjuro, había creado a pocos de aquellos horribles seres para inmovilizar a los nuestros. Aquello no estaba en nuestra lista de posibles consecuencias. Tanto el líder como yo estábamos boquiabiertos, nuestras posibilidades de ganar ahora eran nulas. Tenía fe en el presidente, estaba seguro de que podría con él, pero el estado en el que se encontraba no era el mejor. Presentaba un agotamiento tanto físico como psicológico notable. Al parecer, antes de que yo llegara habían tenido una larga e igualada disputa. Yo tenía mi poder, y aunque una de mis piernas no estuviera en su mejor momento, tenía la oportunidad de hacer algo, pero el miedo me controlaba, mi cuerpo estaba congelado.

-          Durante muchos años he estado interesado en ese gran poder que albergas, Louis – comenzó a decir Tian. – Dentro de ti hay una concentración de poder inmensa, y la verdad es que, nada me apetece más que drenarte… Bueno… En realidad, sí. Él.

Ahora sus ojos me apuntaban.

-          Deja al chico, soy más valioso que él.

-          Siento curiosidad por Oliver, el hijo de mi mascota– dijo entre risas. - ¿Serás igual de estúpido que él? Creyendo toda su vida que sacrificándose podría salvar el terrible destino de su hijito, y mírate, estás en la peor posición posible.

-          Mascota… - repetí en voz baja.

-          Chico, no le escuches está intentando provocarte, tan solo escúchame a mí, tie- Tian desapareció y reapareció detrás del presidente, comenzó a oprimirle el cuello con una mano.

-          Ahora tan solo me molestas, no me interesas Louis. – Con un movimiento más rápido que la luz, estrelló la cabeza del líder contra el suelo, dejándole inconsciente instantáneamente.

-          ¡¡Louis!! – grité adolorido. - ¡Eres un monstruo!

Tian tan solo me dedicó una sonrisa descarada mientras se acercaba a mí. Yo no podía dejar de llorar, todo estaba ocurriendo por mi culpa. Mis amigos habían muerto porque yo ni siquiera sabía cómo manejar correctamente mis poderes y en aquel momento me sentía lo más inútil del mundo. Me levantó del suelo agarrándome de la camiseta.

-          ¿Qué se siente al saber que vas a ser mi sujeto de pruebas al igual que lo fue tu padre? – preguntó. La cuestión se clavó en mi corazón.

-          Púdrete en el infierno. Prefiero morir a parecerme a ti – solté con odio. Con su uña en forma de garra comenzó a rajarme una de mis mejillas. Grité desgarradoramente del tremendo dolor. Mi sangre comenzó a brotar y a pasearse a lo largo del cuello.

-          Nos lo vamos a pasar bien tú y yo. – Hizo una pequeña pausa mientras me miraba directamente a los ojos. - ¿Te cuento un secreto? Me pareces encantador.

-          ¿¡Qué más quieres de mí!? – pregunté pataleando.

-          ¿Por qué no te descontrolas? Las personas que tienen tanto poder suelen morir de locura ya que sus propios poderes les controlan, pero ese no es tu caso.

-          El tuyo tampoco – interrumpí.

-          Hay soluciones… Puedes conectar tu poder a una persona, para que una de ellas no sea la que cargue con todo el peso, o bien, un amuleto. Cuanto más poderoso eres, más peligroso te vuelves. En mi caso… - prosiguió. – Tengo esto. – Se señaló el colgante del cuello que ya había visto antes. – Puedo almacenar una cantidad de poder para liberarlo cuando yo quiera, buena elección, ¿no crees?

Ya había descubierto la función de aquel medallón transparente con forma de óvalo. Estaba seguro de que la explosión de rayos minutos antes había sido consecuencia de la liberación del poder encerrado.

La medianoche se acercaba, supuse que apenas quedaba un cuarto de hora para pasar al siguiente día por la posición de la Luna. Ya todo estaba oscuro. El chico de la melena rubia chasqueó los dedos y dos árboles posicionados fuera del agujero, pero cerca de nosotros, estallaron en llamas.

-          Mucho mejor – añadió. – Bien, aquí ya no queda nada, nos marchamos.

-          ¿Qué? ¡No puedo irme de aquí! No quiero ir a ningún lado contigo – respondí retrocediendo.

-          No te queda nada más por perder, estás solo, tus amigos serán estatuas para el resto de sus vidas y aun así quieres quedarte. Estás loco.

-          Ni aunque fueras la última persona en la capa de la Tierra me iría contigo. – Mi comentario pareció molestarle.

-          ¡He dicho que nos vamos! – exclamó.

 Se acercó a mí a grandes pasos, me agarró del brazo y acto seguido, noté un fuerte impacto, no en mí, sino en él. Al levantar la mirada pude ver cómo salía humo de su espalda, algo le había golpeado. Adiviné la dirección desde donde había salido el disparo de poder y allí encontré un atisbo de esperanza. En la repisa del agujero estaba Nea, pero era un Nea muy diferente al que yo había conocido. Estaba cabizbajo, su aura brillaba con tanta intensidad que hacía que mis ojos doliesen con tan solo mirarlo, tenía las ropas rasgadas y el pelo alborotado. Algo ocurría.
De un salto bajó hasta nosotros. Tian parecía sorprendido.

-          Vaya, vaya… Esta escena me suena… - comenzó a decir.

-          Nea… - musité. Estaba muy diferente, no parecía él.

Ni siquiera me miró, ni soltó una palabra, tan solo se dedicó a estar allí, de pie, escuchando.

-          Iba a preguntarte cómo te has deshecho del mármol que te recubría, pero veo que has sacado tu lado demoníaco. ¿Vas a volver a matar a tu protegido?

-          ¿Cómo que ‘volver a’? ¿Qué estás diciendo? – interrumpí.

-          Está desatado, es más, creo que ahora mismo está debatiendo sobre a quién de los dos va a matar primero, si a ti, o a mí – respondió riendo.

-          Nea nunca me haría daño.

-          En realidad, no sabes nada de tu protector, ¿no es así? – Era cierto, aquella faceta de él, no la conocía. – Este que tienes delante, mató a Valentina.

-          Nea… Mató a Valentina. – Eso ya lo sabía. - ¡Pero él lo ha superado! – Miré a mi protector, que seguía estando ausente. Estiré mi mano con el fin de levantar su cabeza para admirar aquellos profundos ojos, pero antes de llegar a tocar su tez, agarró mi antebrazo con fuerza. Comenzó a ejercer fuerza. – Me estás haciendo daño…

Parecía no haberme escuchado pues siguió apretando más y más. No dejé de llamarle por su nombre aunque no parecía ser él. El dolor estaba comenzando a sobrepasarme, mi brazo parecía estar a punto de romperse. Caí de rodillas, y aunque no dejé de gritarle, no me quería soltar. Empecé a pegarle, a intentar llamar su atención con chillidos y alaridos, pero nada funcionó. Finalmente escuché mi brazo crujir y sentir un dolor tan tremendo que hubiera preferido estar muerto, había partido los huesos de mi brazo. Tras eso me lanzó contra el muro del agujero como si de basura se tratara. No, aquel no era Nea.
Tras quitarme de en medio, levantó la cabeza. Sus ojos no tenían pupilas, eran un fondo azul celeste brillante, daba la sensación de que estaba poseído.

-          ¡Bienvenido a la locura! – exclamó Tian eufórico acompañado de una carcajada.

Nea estiró su mano y le lanzó una ráfaga de poder que pudo esquivar. Los disparos crearon una humareda de polvo al impactar contra la pared. Tan solo veía la luz azul que despedía el cuerpo de Nea y el rastro blanquecino que dejaba Tian al moverse. Era difícil enfocar la vista en aquella situación.
Toqué la parte posterior de mi cabeza, estaba sangrando. El golpe había sido muy fuerte, tenía un leve mareo. Me levanté del suelo ayudándome de las piedras que me rodeaban. Cuando el polvo se disipó y mi cuerpo comenzó a estabilizarse un poco, contemplé mejor aquello en lo que me estaba apoyando. Un Louis petrificado. Al principio me asusté, incluso un grito se me escapó. No me había percatado de él antes, ¿¡cómo había sido posible que ni siquiera me hubiera preocupado por él antes!? Me odiaba, me odiaba demasiado en ese momento. ‘Soy un mal amigo’ comencé a decirme. El fuerte dolor volvió a golpear mi cabeza, dejé mi cuerpo caer al suelo, donde apoyé la frente. Subí el agua del subsuelo, con un simple movimiento de dedos, para refrescarme la cara, para intentar centrarme. Tras eso, desvié el agua hacia Louis. El agua ascendió desde los pies hasta el último pelo de su cabeza, envolviéndolo por completo. Tenía fe en que aquella masa que le recubría se disolviera, pero no lo logré. No quería hacer daño al Louis que estaba dentro, por lo tanto no hice la fuerza necesaria para romperlo. Mientras pensaba qué más podría hacer, algo terminó empotrándose cerca de mí, creando otro socavón. Entonces comenzaron a salir rayos azules que corrían en todas direcciones, Nea estaba allí. Me cobijé detrás del líder, evitando así que Nea me viera. Le estaba comenzando a coger miedo. Miedo porque no sabía lo que podría ser capaz de hacerme en el estado en el que encontraba.

Ambos volvieron a enzarzarse en la pelea. Tan solo veía destellos, estaban luchando a una velocidad que mi ojo era imposible de seguir. Golpes contra el suelo, vuelta al cielo, bolas de energía en todas direcciones… La pelea estaba muy igualada, hasta que Tian adivinó el movimiento que Nea iba a hacer. Fue su momento, se posicionó tras él y le lanzó una descarga. Mi protector ahora caía a gran velocidad. Justo en la dirección en la que yo estaba. Salté hacia un lado para evitar que cayera encima de mí. Aterrizó justo en la estatua del presidente, haciéndose esta añicos. Observé a Nea levantarse con dificultad, le brotaba sangre de la boca al igual que de la nariz. Presentaba rasguños, heridas y sangre por todo el cuerpo, pero él seguía en trance. Después volvió a la batalla, como si nada más le interesara.
Me acerqué al hueco que Nea había dejado tras la caía y encontré el cuerpo inconsciente del presidente. El mármol se había hecho añicos.

-          ¡Louis! – exclamé mientras me arrodillaba a su lado. – A ver… ¡No respira! Tengo que hacer algo… - Concentré poder en mi mano y presioné sobre su pecho. – Ni siquiera escucho su corazón, ¿¡qué hago!?

Necesitaba que él estuviera en una superficie plana para poder golpearle el pecho con mis manos, así que creé una superficie de agua de unos centímetros suficientes para estar alejado de las piedras. Comencé a hacerle el boca a boca, después ejercí presión con mis manos cerca del corazón a modo de espasmo que repetí en varias ocasiones, pero nada parecía funcionar.

-          No puede estar muerto… No puedo simplemente… - Dirigí mi mirada hacia el cielo. Aquellos dos seguían luchando, las chispas de los choques saltaban en todos los colores. Entonces se me ocurrió. – Quizá pueda atraer esa electricidad a través del agua hasta el cuerpo de Louis. El agua conduce la electricidad, ¡puedo hacerlo!

Mojé el cuerpo del líder y esperé el siguiente choque entre Tian y Nea. Conté hasta tres y adiviné el momento para lanzar el agua. Creé una especie de hilo conductor entre ellos y el cuerpo. Tal y como pensé, la electricidad comenzó a bajar por aquel hilo de agua y electrificó a Louis. Al segundo, como si de Frankenstein se tratara, se irguió del suelo y tomó una gran bocanada de aire. Estaba vivo.

-          ¡¡Louis!! – grité de emoción. Él mostraba una gran confusión en su rostro.

-          ¿Qué… ha pasado? – preguntó mirando a su alrededor.

-          Acabo de…, ¿resucitarte?

-          ¡Imposible! – respondió sacudiendo su cabeza incrédulo. – Los muertos no resucitan, chico.

-          Entonces estabas… ¿durmiendo?

-          Tampoco. Ha sido algo extraño, ¡no lo sé! – dijo rascando su cabeza. – Tenemos que arreglar esto.

-          Louis, los demás están encerrados en ese mármol infernal, no he conseguido romperlo.

-          Déjame eso a mí.

Se desprendió de lo poco que quedaba de su camisa. Estiró su cuerpo, crujió sus huesos y cerró sus ojos. Su aura azul creció de repente, estaba concentrando una enorme cantidad de poder. Cuando ese brillo azul desapareció, escuché como cada bloque de mármol comenzaba a estallar como si de un globo se tratara. Cuando todos estuvieron rotos, Louis chasqueó sus dedos. Los chicos comenzaron a despertar uno a uno.

-          ¡Chicos, hay que terminar con esto! ¿¡Quién os ha permitido un minuto de descanso!? – gritó a viva voz. El líder parecía enfadado.

-          L-Louis…, no estaban durmiendo…, era el hechizo… Ya sabes – comenté temeroso de su respuesta.

-          ¿Quién te ha permitido hablar?

-          ¡Nadie, señor! – exclamé cerrando mi boca.

Subimos a encontrarnos con los demás que parecían estar igual de confusos que Louis. Conté lo que había sucedido en el tiempo que ellos habían estado ausentes.

-          ¡Vamos a patearle el culo! – soltó Marte.

-          Cálmate Marte, primero tenemos que controlar a Nea – comentó Urano.

-          ¡Tian es en quien hay que centrarse! – interrumpí.

-          Ese idiota ahora mismo nos puede derribar con un soplido – dijo Júpiter.

-          Entonces, ya sabéis lo que hay que hacer – añadió el líder.

-          ¡A la orden! – exclamaron todos a la vez. Yo no sabía de qué estaban hablando.

-          ¿Qué vais a hacer?

-          Vamos a freírle el cerebro – dijeron los gemelos al unísono.

-          ¿¡Qué!? ¡No podéis hacer eso! ¿¡Qué pasará si hacéis eso?

-          Pérdidas de memoria, puede entrar en coma, incluso la muerte en el peor de los casos – informó Daria.

-          No puedo permitir que hagáis eso. – Comencé a cargar poder en mis manos.

-          Oliver, o estás con nosotros, o en contra de nosotros; no se permiten errores. Chicos – dijo Louis mirando a los gemelos, que rápidamente se acercaron a mí.

-          Inhibitio – pronunciaron a la vez mientras me tapaban la vista. Creía que me iban a hacer daño, así que me dispuse a cargar energía, pero pronto noté que no estaba consiguiendo nada. Mis poderes habían desaparecido.

-          Sin tus poderes vuelves a ser un simple humano, aunque tan solo sea por un momento – explicó Louis.

-          No me puedes hacer esto Louis, ¡no puedes! – Él ni siquiera me estaba escuchando, siguió caminando dándome la espalda.

Aun así, no dejé de gritar, estaba demasiado furioso como para no decir ni una palabra. Nadie parecía hacerme caso, Daria y Lume fueron los únicos que volvieron la cabeza para mirarme; no se acercaron a mí. No tenía ninguna especie de grilletes agarrando mis muñecas, pero notaba como si la gravedad pegara mis manos al suelo. Por mucho que estirara no conseguía nada, mi poder ya no estaba. ‘¡Esto es frustrante!’ repetía sin cesar.
A los pocos segundos empecé a escuchar unos gritos desgarradores que procedían de Nea. Mi estómago dio un vuelco. ¿Qué le estaban haciendo a Nea? Desde el sitio donde me encontraba no podía ver lo que sucedía dentro del agujero. Insistí más, no paré de forcejear, supliqué ayuda a los cuatro vientos, nadie parecía estar pendiente de mí.
De repente, los chillidos de Nea cesaron y vi a un Tian elevarse hacia el cielo. Envió ráfagas de poder hacia sus pies, y de allí brotó una luz blanca simultánea que yo ya había visto. Esa luz era Louis. Ambos se enzarzaron en una pelea. Al no ver ningún destello azul, empecé a preocuparme más, ya no había rastro de Nea.

-          ¡¡Louis!! ¡Maldito, quítame esto! ¡Louis! Alguien que me ayude, por favor… ¡Alguien! Sino Nea va…

-          ¿Qué es Nea para ti? – preguntó una voz dulce desde detrás de unos árboles cercanos.

-          ¿Quién eres? ¡Ayúdame, tengo que salvarle! – pedí. No veía a nadie. Un fuerte viento comenzó a fluir inesperadamente. Al dirigir la mirada al sitio donde se estaba librando la batalla, observé que en el cielo se estaba abriendo un portal dimensional tan negro como el carbón. - ¿Qué… es eso?

-          Un agujero negro – contestó la misma voz. Aquella muchacha se dejó ver. Tenía una larga cabellera de color marrón y unos ojos grises, más bien, plateados. – Pretenden meter a Nea y a Tian ahí dentro y hacerlos desaparecer de este mundo.

-          ¡Imposible! – Seguí forcejeando, yo mismo me estaba haciendo daño del ímpetu que estaba poniendo en soltarme.

-          ¿Por qué lloras? – continuó preguntando.

-          Tengo que salir de aquí y averiguar qué le ha pasado a Nea, ¡soy un inútil! Debería de ser fuerte como un roble, pero nunca consigo nada, solo doy problemas…

-          Si de verdad quieres hacer algo, salva a Nea. – La hermosa muchacha se acercó y posó su mano en mi hombro. Comencé a sentir un flujo de energía inmenso, aquello me parecía muy similar, yo ya había sentido algo así antes. Sus ojos se adentraron en mí, me producían escalofríos, sin embargo, me sentía cómodo.

Sentí una brisa fresca dentro de mí, como si mi Nea estuviera posando sus manos alrededor de mi cuerpo, abrazándome y dándome calor como solía hacer cuando no me sentía bien.

-          ¿Quién eres? – volví a preguntar. Me había liberado del hechizo impuesto por los gemelos.

-          Estoy segura de que nos volveremos a ver – contestó.

-          ¿Por qué no me dices tu nombre?

-          Tendremos tiempo de conocernos, ahora simplemente, sálvalo. Confío en ti – pronunció ella volviendo a clavar su preocupada mirada en mis ojos.

Dio media vuelta y me dejó atrás sin mediar más palabras. Me recordaba a alguien, desprendía un aura de amabilidad que yo ya había sentido antes. ¿Quién era aquella chica joven de ojos plateados? Se parecía a… Nea…

¡Nea! Corrí hacia el borde del hueco, el agujero negro era enorme, y el viento que había removido cada vez era más intenso. Creé unos escalones de agua hasta llegar a los demás que estaban luchando contra Tian y Nea a la vez. Cuando llegué abajo examiné rápidamente la pista de la batalla, los guardianes estaban tratando de empujar tanto a Tian como a Nea hacia el agujero. Agredieron a mi guardián por la espalda entre Marte y Lume para derribarlo, y lograron que este cayera por su propio peso al suelo. En un arrebato de ira, se irguió, vi cómo sacó sus colmillos y amenazó a los demás gruñendo. La ira le estaba consumiendo. Corrí hacia ellos y me abalancé sobre él, pues adiviné que iba a morder a Louis, ya que era el más poderoso de todos nosotros. Me abracé a su cuello y le derribé. Tenía miedo, mucho miedo de qué era lo que me podría hacer. Se sentó encima de mí, me agarró del pelo, giró mi cabeza y hundió sus colmillos en mi carótida con fuerza. Aquello dolió a rabiar. Construí una burbuja de agua lo suficientemente gruesa para que los demás no pudieran atravesarla. Pretendía hacer entrar en razón a Nea mediante mis palabras, mediante los recuerdos que ambos teníamos juntos, alejados de la lucha y la violencia.
No me resistí, pude ver a los demás golpear las paredes de la burbuja con la preocupación en sus rostros. Les hice un movimiento con mis manos para que se detuvieran, yo sabía lo que estaba haciendo.
Los ojos de Nea no presentaban pupilas, era un fondo rojo sin ninguna mueca o símbolo de habitar una persona en ellos.

-          Nea… Me vas a matar si continuas así…- empecé a decir. Él no parecía escucharme. – ¡Nea, soy Oliver, reacciona! Tú no bebes sangre, lo haces porque estás cansado y necesitas energía, ¿verdad?

Acaricié su suave cabellera con ambas manos, a lo que él respondió volviéndome a clavar los colmillos con más fuerza todavía. Yo emití un quejido.

-          Sé que estás escondido por ahí dentro, asustado, preocupado de lo que pueda pasar en un futuro próximo por todo lo que estás haciendo, pero yo voy a estar aquí contigo, apoyándote para que no decaigas. - Sacó su cabeza de mi cuello y me mordió en la muñeca y continuó absorbiendo.

Me sorprendí a mí mismo al ver que me estaba quedando sin fuerza, no era capaz de llevar mis manos a sus mejillas.

-          Nea… No me queda mucho tiempo – dije con dificultad. – Solo quiero que sepas…, que esto no es culpa tuya… Lucha contra lo que te controla, no dejes de luchar, yo sé que tú puedes. Nea…

En ese momento se separó de mí y se quedó embobado. Parecía no entender la situación, estaba quieto.

-           Eso es… Recuérdame… - Mi vista se nublaba, me empezaba a faltar el aire. – Vamos, háblame de Valentina, a ella también la recuerdas…, porque…, tú…, tuviste una hija con ella…

Se levantó con mucha rapidez de encima de mí, se dejó caer de rodillas y se tapó las orejas con las manos. Yo me esforzaba en mantenerme con vida, pero empeoraba con cada segundo que pasaba. Desvié mi borrosa mirada hacia Nea, en cuya cara pude ver las lágrimas brotando de sus hermosos y plateados ojos. Parecía estar volviendo en sí.
Para cuando pude darme cuenta la burbuja que había creado estaba empezando a parpadear, ya no tenía poder ni energía para poder aguantar un poco más. Contemplé como mi esfera desaparecía, como Nea no dejaba de llorar, aunque su cara no mostraba ninguna emoción. Parecía en shock.

-          No…, es…, tu culpa…, Nea… - pronuncié con mi último aliento.

Automáticamente él pareció reaccionar, y le vi acercarse a mí a toda velocidad. Oí su voz, le escuché perfectamente pronunciar mi nombre porque retumbaba en mis oídos como si yo estuviera viajando a otra dimensión. Tras eso sentí un aire muy frío que me envolvía, y un barullo abrumador del que no pude sacar nada en claro.

Notas finales:

Este no es el último capítulo, ¡no os preocupéis! ^^


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