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Silver moon por KeikoHikari

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Morir no era la idea que tenía en la cabeza, pero sé que traje a Nea de vuelta y eso me hacía sentir tranquilo. Quizá allí en la base me recordarían como un héroe, sin embargo, más bien, fui un suicida.
Sobre la chica que vi de ojos plateados, estaba seguro, era la hija de Nea. Tenía su mirada, cuando me tocó sentí que estábamos conectados, y físicamente era muy parecida a Valentina. Estaba seguro de que lo que había dicho era la realidad, por eso Nea me escuchó y despertó, tendría muchas cosas que explicarme. Desgraciadamente, no iba a ser posible. Yo ya no estaba entre los vivos. En realidad, no sabía dónde estaba, pues sentía que había estado hablando conmigo mismo durante mucho tiempo. Reviviendo la batalla, reviviendo las memorias. No veía mi propio cuerpo, todo estaba teñido de negro, estaba solo. Estaba encerrado dentro de mi propio ser. ‘Quiero salir de aquí’ pensaba. Me sentía vacío, no sentía ni hambre ni sed, no tenía sueño ni siquiera emociones.
Pasé mucho tiempo en aquella situación, apenas recordaba cosas del exterior que no fuera la última batalla, que repetía sin cesar. Hasta que un día comencé a escuchar voces a mi alrededor, las conocía todas, aunque no lograba entender lo que decían. Las oía muy cerca de mí, venían de cualquier dirección y unos segundos después unos destellos me deslumbraban. Blanco es lo que veía, un blancor que me rodeaba y cegaba a la vez.

-          ¡Dios mío, Oliver! – escuché gritar.

-          Es imposible… - decía una voz masculina.

-          ¿¡Cómo te encuentras!? – seguían diciendo.

No podía enfocar aquellos bultos que se presentaban ante mí. Había siluetas, unos hombres, otras mujeres, aunque todos parecían jóvenes. Parecía una clínica, ¿cómo había llegado allí? ¿Quiénes eran aquellas personas?
Unos minutos después podía verlos un poco más claros, pero seguía siendo borroso. No conocía a nadie allí.

-          Oliver, ¡dinos algo! – pidió la primera chica. Fruncí el ceño.

-          No puede… - contestó una voz lejana. – Lleva en estado de coma casi un año, acaba de despertar, por lo tanto necesita hacer rehabilitación para que pueda intentar llevar una vida normal.

-          A… - dije. Intenté formar una frase, decir algo más, pero era incapaz.

-          No te fuerces. Tanto tiempo en ese estado te ha dejado secuelas, tal y como he visto, no ha reaccionado al oíros, por lo que deduzco que ha sufrido pérdidas de memoria. No podrá moverse ni hablar por unas semanas, quizá meses… Tendremos que tener paciencia.

-          Como pasó conmigo… - comentó otra persona que estaba agarrándome la mano. - ¡Volverás a ser tú, Oliver, te lo prometo! Estaré a tu lado el tiempo que haga falta, no me moveré de aquí si es preciso. – Apartó el flequillo de mis ojos. - ¡Recordarás a tu amigo Aaron!

Levanté las cejas de sorpresa, derramé una lágrima.

-          ¡Eso es! ¡Sigue haciendo esfuerzos! ¿¡Te acuerdas de mí!? – Él también estaba llorando, la diferencia era que yo no sabía el porqué, pero aquel chico me despertaba esa emoción dormida.

-          Ya basta, será mejor que le dejemos descansar – volvió a interferir el hombre de la bata blanca.

Después de aquella pequeña visita en la que muchas personas se pasearon por allí, y todas parecían conocerme. Algunas de ellas despertaban diferentes sentimientos en mí, por lo que deduje que había cosas que desconocía.
Pasaron semanas de esfuerzo, tenía que tomar unas medicinas, en realidad no sabía para qué servían, pero tenía que tomarlas sin rechistar. ‘Para mi bien’ repetían todos. Me fui familiarizando con las caras de todos, cada día me contaban alguna historia del pasado, esas que estaban dormidas en alguna parte de mi cerebro. He de decir que algunas eran muy graciosas. Así fue como descubrí la historia de la base, de una chica llamada Valentina, la misión de los planetas, las relaciones y poderes de cada uno de ellos y sobre todo, cuál era mi papel en todo. Al parecer el enemigo más poderoso había sido derrotado por Louis, o ‘el presidente’ como le dicen aquí, junto con todos los demás. Hablando con él me recordó que yo solía llamarle ‘líder’. Al parecer fue una pelea muy dura y todos acabaron casi devastados. Tian fue absorbido por un enorme agujero negro, el destino de esta persona era un misterio, pero sabían que estaban a salvo.
Era bonito como todos intentaban contarme cada uno de los relatos vividos, pero algo me decía que ellos me estaban ocultando algo de gran importancia, que debía de saber y que nadie soltaba prenda. No podía descubrir de qué se trataba porque solo me estaba basando en una corazonada. ‘Si es algo importante, simplemente aparecerá el día que menos lo piense’ me dedicaba a pensar.

Seguí con mis ejercicios, a los 4 meses ya podía caminar con mucha lentitud. Aquello era un gran paso, mis progresos eran muy buenos y rápidos. Mientras me recuperaba, un día vino a visitarme el que decía ser mi jefe cuando vivía en la ciudad con Aaron. Estuvo comentándome que pensaba jubilarse, pero no quería cerrar el bar en el que había estado trabajando así que nos ofreció tanto a Aaron como a mí la oportunidad de ser nuestros propios jefes y llevar el local. ¡Era una grandísima idea! Sin dudar, ambos aceptamos. Aaron comenzó a llorar como un niño abrazándome el cuello. La chica que trabajaba con nosotros también aceptó, así que todo volvía a ser como unos años atrás.

Ya iba a cumplir veintidós años y todavía no estaba recuperado al 100% pero según los médicos me recuperaría poco a poco con el paso de los años y aprendiendo de los que me rodeaban día a día.

(….)

Ahora nosotros éramos los jefes. Seguimos trabajando los tres, Aaron, Gala y yo. Todavía había clientes que reconocía, tan solo habían pasado 3 años y algunos de ellos incluso tenían hijos. Qué alegría me daba volver, qué nostalgia sentía al ver que incluso los vasos seguían en el mismo sitio. Todos me decían que yo seguía teniendo la misma cara aunque con diferente peinado, ahora lo tenía más corto. Por supuesto, Aaron les mintió a todos al decirles que me había ido a estudiar al extranjero, no podía decirles la verdad sobre qué había estado haciendo en esa Base, ya que ni siquiera yo recordaba.
Las semanas fueron pasando, el bar nos daba el suficiente dinero para repartirlo entre los tres. Louis me visitaba dos veces por semana al principio, quería saber cómo mi recuperación estaba yendo, luego pasó a una vez por semana hasta que ya pasó a una vez al mes. Eso significaba grandes noticias, yo estaba avanzando y pronto llegaría un momento en el que ya sería totalmente capaz de hacer cualquier cosa.
Los guardianes también me visitaban en el bar de vez en cuando siempre de paisanos pacíficos sin mostrar sus poderes. Mi vida estaba volviendo a ser lo que era, aunque sentía que algo importante me faltaba.
Gala y yo comenzamos a ser más íntimos al estar trabajando juntos todos los días. Los primeros días solía estar siempre conmigo, dormía en mi casa, me hacía las comidas y me ayudaba cuando yo no podía hacer algo. Empezó a convertirse en una gran amiga íntima que despertó algo en mí, me interesé por ella. No estaba enamorado, pero de alguna manera ella me gustaba. Era bonita, tenía un corazón inmenso y siempre estaba preocupándose por mí. Y así entre trabajo y buenos momentos pasaron cinco años. Ella y yo ya vivíamos juntos en mi casa, no recuerdo en qué momento se instaló pero nuestra convivencia era buena. Louis seguía visitándome, interesándose por mí. Al ver a Gala en casa imaginó que estábamos casados.

-          Hacéis una bonita pareja – soltó sonriente.

-          ¡G-Gracias! – tartamudeé sonrojado.

-          ¿Estáis casados? – continuó.

-          ¡No! – respondí de inmediato. A Gala pareció no gustarle mi respuesta.

-          Oliver, ya casi cumples 28 años, estás en la edad ideal para casarte y tener tu propia familia. Es la mejor opción que puedes barajar. – Tomó aire y siguió. – Estáis conviviendo…

En ese momento y de forma inesperada sonó el timbre de la casa.

-          Yo abro – intervino Gala.

Al abrir la puerta, una pequeña cabeza de pelo castaño asomó.

-          ¡Papi! – gritó contento corriendo a los brazos de Louis.

-          Oye Ikon…, no corras de esa manera, esta no es tu casa – dijo una voz femenina que yo conocía.

-          Ven aquí, hombrecito – dijo Louis al mismo tiempo.

-          Lian… - susurré. – Eres Lian, ¿verdad? – pregunté a aquella mujer que estaba en la puerta principal.

-          ¡Oliver! ¿¡Me recuerdas!?

-          Vaya, no has cambiado nada – dije abrazándola. Su pelo había crecido considerablemente pero su belleza seguía intacta. – Creo que todavía tengo unas pequeñas lagunas, pero ¡por supuesto que me acuerdo de ti!

-          Tú eres el que no envejece, tan solo tienes un poco más de barba…

-          Bueno… he crecido – contesté rascándome la cabeza, avergonzado.

-          Qué niño más bonito – interrumpió Gala que miraba al niño con unos ojos brillantes.

-          ¿Te gustan los niños? – preguntó Louis mientras lo subía a su hombro.

-          ¡Me encantan! Llevo deseando tener un hijo desde que era una adolescente. – Louis me miró descaradamente con una sonrisa en su rostro, yo desvié mis ojos enrojecido hasta las orejas.

-          Oliver, es tu turno para tener uno – añadió él.

-          Un hijo… - repetí. Clavé los ojos en los del pequeño, tenía el mismo brillo que Louis, era imposible negar que fuera su hijo. – Un momento, Louis…, ¿tienes un hijo? ¿Desde cuándo?

-          Ikon tiene tres años ya – respondió mientras acariciaba una de sus diminutas manos.

-          ¡No me habías dicho nada!

-          Precisamente por eso Oliver, queríamos que le vieras con tus propios ojos.

-          ¿Queríamos? – Miré a Lian por un instante. - ¿Lian? ¿Este hijo también es tuyo? ¿Desde cuándo estáis juntos? No me lo puedo creer, qué guardado lo teníais… - Ambos rieron.

El pequeño no tardó en reaccionar a la risa de sus padres y les imitó. Ajetreó sus puños con rapidez de la emoción, presencié como sus manos comenzaban a brillar con una luz cegadora y sin esperarlo un pequeño rayo de luz salió disparado hacia el techo al que le hizo un agujero del tamaño de un dedal.

-          ¡Louis, el niño! – gritó Lian.

-          No puedo controlarlo, ya sabes que es imposible averiguar sus intenciones – dijo Louis.

-          ¿Qué ha sido eso? – preguntó nerviosa Gala.

Notas finales:

¡No os olvidéis del RW! <3


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