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Silver moon por KeikoHikari

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Notas del capitulo:

Agarrad un pañuelo porque viene cargado de emociones...

En el mismo momento que Lian pronunció aquellas palabras el semblante de Nea cambió por completo, ahora era nervioso y desorientado. Ya había escuchado los terribles gritos que le había dado a Nea horas antes, era lo último que quería que pasase. Lian nos condujo a la puerta del despacho del jefe. Alcé mi cabeza buscando a Nea, quien estaba siempre detrás de mí, sus ojos plateados me seguían.

-          Tan solo sé educado, no va a pasar nada – vocalizó. En aquel momento tenía ganas de salir corriendo, Nea puso su mano en mi cabeza.

Lian traqueó la puerta antes de pasar y acto seguido la abrió. Una habitación muy luminosa apareció, un largo escritorio en el centro. Un hombre de unos 40 años estaba sentado en un sillón acolchado detrás de la mesa. Iba vestido de traje y corbata y tenía un semblante muy serio, podría matar a alguien con la mirada. Sus manos cruzadas no se movieron un centímetro cuando entramos.

-          Bienvenido al mundo de los vivos, Oliver. Déjame presentarme, soy el dueño de estas instalaciones y jefe de todas las personas que están aquí. Me llamo Louis, encantado – dijo echando su mano, yo no dudé en estrecharla.

-          E-Encantado… ¿Me conoce? – pregunté confuso.

-          No hay alguien a quién yo no conozca – dijo pasando su mano por aquel pelo canoso. Su mirada azul cielo me aturdía. – Chico, déjame ver tu mano izquierda.

Yo obedecí, levantó la manga de mi camiseta y contempló mi luna. Enseguida miró con furia a Nea, no entendí el motivo. Paseó sus dedos índice y corazón por mi antebrazo. Sonrió pícaramente.

-          Esto va a doler – advirtió y con la parte baja de su mano me propinó un golpe seco en el pecho. Mis ojos se abrieron de par en par y mis pulmones soltaron todo el aire. Nea me agarró por detrás para no caer de espaldas. Tardé unos segundos en poder inhalar.

-          ¿P-Por qué? – tartamudeé. Mi voz no tenía fuerza y me faltaba el oxígeno.

-          Vaya, si puedes hablar quiere decir que tienes una sanación muy avanzada. ¿Preparado para el siguiente asalto? – preguntó mientras se crujía los nudillos. Agarré a Nea con fuerza, no podría resistir otro golpe así, pero Nea se puso en medio.

-          Lo siento señor, creo que Oliver ha tenido suficiente, le ruego que no siga, por favor – pidió Nea con la cabeza apuntando hacia el suelo.

-          No estás en una posición en la que puedas pedirme algo – exclamó con desdén.

-          Se lo estoy rogando, Oliver despertó ayer, sus piernas no tienen todavía la fuerza de antes, por favor – volvió a pedir. - ¿Por qué está haciendo esto?

-          Apártate Nea – exigió. Pero aguantó en la misma posición sin mover siquiera un dedo, se había puesto delante de mí. – Es una orden – exclamó, pero esta vez lo decía con ira y mirándole fijamente a los ojos, fue entonces cuando Nea se hizo a un lado y apartó la mirada.

-          Bien chico, enséñame qué es lo que sabes hacer. – De la mesa del escritorio cogió una pequeña caja, sacó una navaja de ella y antes de que pudiera pensar qué iba a hacer con ella, le asestó un corte rápido y conciso a Nea en el cuello. La sangre comenzó a salir a borbotones.

-          ¡Nea! ¡Resiste! – grité desesperado. - ¡Usted está loco!

-          Más te vale darte prisa, tu querido amigo podría morir desangrado en cuestión de minutos. Le he seccionado la carótida, el tiempo es oro, tic, tac… - dijo con una sonrisa en sus labios.

Mi corazón latía demasiado deprisa para poder contar cada latido, las palabras se habían estancado en mi boca y mi cuerpo estaba paralizado mientras veía como Nea caía de rodillas al suelo. La sangre no parecía tener un fin y mi tiempo se agotaba. Mis ojos se llenaron de lágrimas, otra vez era incapaz de hacer algo. Surgió lo esperado, mi amigo de ojos plateados se derrumbó. Enseguida me tiré encima de él, puse mis manos en la herida, apretando, cerrando los ojos con fuerza, pidiendo a cualquier dios que me prestara su fuerza para salvar a mi amigo moribundo. Aquel hombre ya había salvado mi vida una vez y no merecía morir de aquella manera tan cruel. me decía a mí mismo. Pero la herida no se cerraba, mis manos temblaban, pero aun así tenía que hacerlo, tenía que dar mi vida por él. Las palpitaciones de Nea caían en picado, y no conseguía hacer nada. No había ningún síntoma de mejoría. En su último esfuerzo me agarró la mano, sus ojos ya estaban cerrados, estaba dispuesto a morir allí.

-          ¡Nea, no! ¡No me dejes! – exclamaba desesperado. - ¡Abre los ojos y mírame, estoy vivo gracias a ti! ¡Quiero que me vuelvas a salvar! ¡Nea! No me dejes… - Las lágrimas ya corrían por mis mejillas. Nea no respiraba. Mis sollozos retumbaban en toda la habitación. Coloqué mis manos alrededor de su cuello y besé su frente. – Lo siento Nea, te he fallado…

Y lloré sobre él, mi imagen en aquel momento era la peor de mi vida. Mis ojos rojos de tanto llorar, mis manos ensangrentadas y mi cuerpo sobre el de un hombre que había dejado la vida, por mi culpa. .

Una extraña luz llamó mi atención, mi luna estaba brillando, ¿aquello quería decir que iba a desaparecer para siempre ahora que Nea nos había dejado?

-          Ha llegado la hora Oliver – interrumpió Louis. – Pensaba que jamás iba a llegar este momento.

-          ¿La hora? ¿De qué estás hablando? – pregunté confuso. En ese momento noté que oprimían mi mano. Giré mi cabeza y era Nea, él estaba apretando mi mano, poco a poco abrió sus hermosos ojos. Su herida estaba cerrada totalmente. – Nea…, está vivo… ¡Nea está vivo!

-          Lian, trae un poco de ambrosía por favor, y rápido, es urgente – gritó Louis.

 Al minuto ella, que debía de haber estado fuera todo aquel tiempo, ya traía en sus manos un pequeño vaso con un líquido amarillo que no tardó en dárselo a Nea. El cual bebió de un tirón mientras yo seguía abrazado a su cuello. Como por arte de magia, sus ojos comenzaron a volverse amorosos, sus mejillas se tornaron rosadas y las heridas de su cuerpo desaparecieron, ya me sujetaba con fuerza.

-          ¿Qué ha pasado? ¡Nea lo siento, esto es mi culpa! Has muerto por mi culpa, bueno no estás muerto porque has revivido, aunque no estoy seguro, ¿de verdad estás vivo? – pregunté mientras pellizcaba su cara.

-          ¡Eso duele! – replicó. – Ahora me siento incluso mejor que antes…

-          Dale las gracias a la ambrosía, cura cualquier malestar o enfermedad a los no vivos, pero no hace efecto en los humanos, es su único punto negativo. Podría haberte curado con ella desde un primer momento, pero tenía que llevar a Oliver al extremo para que te curara. Ese destello que has visto, chico, es tu poder de curación que se ha despertado en un cien por ciento. Eso era lo que pretendía desde un principio, lo siento si te he causado dolor, es por bien mayor. – Aquella fue su manera de pedirme perdón por todo lo que acababa de pasar.

-          L-Lo entiendo, aunque lo he pasado realmente mal – reconocí. – Creí que de verdad iba a perder a Nea…

-          Nea también podría haberse curado él mismo, pero yo le bloqueé, hace unos días, ese poder para que no se acostumbrara a él y sufriera un poquito. – Chasqueó sus dedos. – Pero te lo vuelvo a liberar. Y bueno chicos, tras esta prueba, tengo que deciros que estáis listos para el pacto.

-          ¿Un pacto? – curioseé. Miré directamente a Nea.

-          Es una alianza que nos hará pertenecernos mutuamente, hasta que tu descendencia aparezca…

-          O tu pareja muera – continuó Louis.

Notas finales:

Preferís capítulos cortos y más seguidos, o largos aunque tengáis que esperar más?


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