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El hombre de mis sueños por darkmiss

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—te dije que no vendrían-le recrimina Milo a Degel. 

El mayor solo se encoge los hombros y recoge los otros dos platos que había puesto a la mesa en caso de que los oficiales los vinieran a visitar, después de eso,  terminó de servir el desayuno para ambos, cuando ambos hermanos estuvieron en la mesa con el plato preparado fueron consumiéndolo sin hacer charla de por medio. 

El nuevo sitio en la que ambos hermanos habían sido instalados era muy concurrido y amplio, muy diferente al modesto sitio que había vivido durante medio año. El sitio se encontraba entre las zonas más exclusivas de la ciudad, por lo que la seguridad estaba un poco más intensificada, especialmente por los diversos negocios que había alrededor y las pequeñas empresas que buscaban crecer en el mundo de los negocio, tenían una excelente vista de la ciudad gracias al balcón que tenía el lugar que daba dirección al centro de la sala, además de que esta vez tenían vecinos por ambos lados del edificio y no solo era un piso por departamento por lo que podrían tener comunicación con otras personas, aunque ellos aun preferían evitar cualquier relación con la gente, a no ser que sean personas que no les dieran la desconfianza en sospechar,  hecho que no era tan fácil pasar por alto a causa del atentado, que incluso estuvieron a punto de volver a llamar al Saga para que los ayudaran a superar su miedo a las personas.

Las pocas cosas que habían podido traer todavía se encontraban en sus cajas, por lo que el lugar era un desastre, repleto de cajas en cada esquina y los pocos muebles que había los tenías casi vacíos, a excepción del refrigerador, la estufa y los armarios que eran de uso concurrido. Durante todo ese tiempo, Degel apenas había terminado de cómodas las cosas de la cocina, mientras Milo se había encargado de las pertenecías de ambos colocándolas en sus respectivos sitios, sin embargo no se atrevían a continuar el desempacar todo lo que faltaba, la experiencia en el otro sitio los seguía persiguiendo, y aun cuando los oficiales les habían jurado que el nuevo sitio era mucho más seguro, no podían confiarse, por lo que apenas y desempacaron ropa, las cosas de la cocina, y cosas personales e higiene.

Milo terminó de comer antes, especialmente porque no tenía mucha hambre, apenas se llevó a la boca un trozo de carne, fruta y un vaso de jugo como para no provocarle alguna ulcera gástrica, ve a Degel jugando con un trozo de fruta, con la cabeza recargada sobre una de las manos, deja el tenedor sobre la mesa y coloca ambas manos entrelazadas sobre la mesa.

—¿crees que tengamos oportunidad…—susurra Milo lo suficientemente fuerte para llamar la atención de  Degel que se encontraba muy concentrado con sus alimentos—. De dar una vuelta y conocer el sitio Degel? 

 Degel lo observa, piensa por un instante y afirma con la cabeza. El igual quería comenzar a familiarizarse, especialmente en los lugares donde podía conseguir alimentos y poder dar una vuelta sin sentirse observado, necesitaba al menos por un instante salir de la rutina y sentirse como el hombre que era hace medio año atrás; antes de que todo esto comenzara, y aun cuando no quisiera admitirlo en voz alta, como le gustaría que todo esto solo fuera un sueño y nada más, despertar en su  viejo departamento, recibir la llamada de su editor, investigar para lograr  hacer aquel artículo que le fuera solicitado, recibir el cheque o cobras su paga por su trabajo, esperar una o  dos semanas después para volver a la misma acción; sin embargo algo de lo cual estaba más que seguro era el estado que se encontraría su cabeza al tener  el vago recuerdo de su hermano secuestrado y torturado o incluso muerto;  por lo que al final y a pesar de todo lo que había pasado en los últimos meses, su mente ya había encontrado algo de paz que hace mucho tiempo requería, solo faltaba un poco de justica contra ese maldito que les había hecho mucho daño.  

—hay que salir Milo hablo el mayor—. Vamos a dar una vuelta, y por lo que pude ver en el balcón hay un lugar donde podemos caminar.

Milo asiente, ocultando el entusiasmo de salir a caminar aunque sea un momento e incluso podía jurar que al volver el entusiasmo, las ganas de comer igualmente volvieron. 

Los dos hombres recogen las cosas del desayuno, Milo va por un par de abrigos para el mayor y él, mientras Degel termina de lavar los trastos sucios. El peli verde termina, recibe el abrigo por las manos de Milo, coma un juego de llaves y salen del lugar.

Milo es el primero en salir, ve por ambos lados del pasillo, por si acaso alguien los estuviera vigilando, eso era una gran desventaja que tenía el sitio, pues a diferencia del anterior lugar, el lugar no tenía cámaras de seguridad en sus pasillos, por lo que ambos hermanos se habían prometido que en cada ocasión que tuvieran oportunidad de salir se  cerciorarían de que nadie los estuviera vigilando; con una señal en la mano para decir que todo está despejado Degel salió cerrando el departamento con llave y poder caminar por un rato.

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Kardia llega a la comisaria, va a su escritorio y descubre a Camus en su lugar de trabajo llenando unos papeles de los informes faltantes, al estar cerca del pelirrojo, lo descubre ojeroso y pálido, podía jurar que incluso tenía una apariencia enfermiza.

—   ¿aún no terminas tomatillo? —Toma asiento al frente del escritorio— ¿O acaso tuviste acción anoche?

—Negativo— replica Camus, omitiendo el sobrenombre a su persona—. Hace unos momento termine los informes, solo estoy colocando nuestro nombres, sin embargo no pude dormir anoche, me quede en vela revisando todo lo que tenemos del caso, y aun algo no me cuadra en todo esto. 

—Haber déjame verlo. —Toma el informe de Camus, le da una rápida leída— . Y que es lo que no te cuadra en el caso, al menos sabemos que el maldito está más cerca de lo que creemos, que estuvimos a punto de atraparlo, que todas las pistas indican que tarde o temprano volverá atacar, por lo que tenemos que estar atentos, además de que ahora saber que el maldito no solo quere volver a raptar a Milo, sino quiere matar a Degel, ¿Qué es lo que no te cuadra?

—en las cintas del hospital que reviso Edén, me dio las imágenes que logró recoger del sujeto que estuvo vigilando a Milo en los primero días en que lo encontraron, toda ellas indican un joven caucásico entre los 25 y 30 años, castaño de unos 1.70 u 80, debe tener un coeficiente alto, como para lograr pasar inadvertido por todo el hospital hasta llegar a la sala de urgencias.

—no necesariamente tiene que ser inteligente— inquiere Kardia—. El trabajo de algún falsificaste pudo haber copiado las credenciales del Hospital, además de que no es un trabajo muy laborioso, o incluso pudieron ser robadas sin que se dieran cuenta.

—puede ser, es una buena teoría…,Edén menciono que por lo videos nos pueden ayudar para atrapar al sospechoso. 

—¿ ya se hicieron los analices de rostro en el sistema? —agrega Kardia.

—fue lo primero que le pedí al chico, luego de que me entrego el reporte

—¿y no ha sacado nada?

—nada.

—uhmm tal vez cuando tengamos esto, podemos confirmar que el hombre tiene un cómplice,  dando con el, damos con el maldito.
 
—¿tu también crees que el sujeto tiene un cómplice?- pregunta Camus, sin mucha sorpresa por la respuesta de Kardia.

—tenia mis dudas, luego de lo que nos mencionó Milo, por un momento creí que se había esquivado en esa ocasión en la que nos habló de su experiencia,  sin embargo todo quedo más claro desde el enfrentamiento de hace unos días, un hombre que tal vez este entrando a los 40 años, es muy complicado que se pueda mover con mucha agilidad, como la mostro el sujeto.

—¡¿a no ser que tenga entrenamiento militar y practique algún deporte…

— algún deporte como para poder tener resistencia física y pueda escalar los muros de una pared.-Kardia asiente—. Nuestra mejor opción sería alpinismo.

Nuevamente vuelve afirma con la cabeza. El moreno le entrega el informé al pelirrojo y este  lo guarda junto con el resto del expediente del caso. Por ahora no tenían mucho que hacer más que papeleo, Kardia regresa a su lugar de trabajo y Camus continua examinado  todo el caso nuevamente, tal vez habían dejado pasar algo que ellos no habían visto antes que les podía dar una nueva pista. Ambos oficiales continuaron examinando su caso, el tiempo iba en su contra, en menos de una semana la comisaria cesaría funciones por las fiestas  por dos días, por lo que tendrían dos largos días sin poder trabajar en su caso, por lo que esos dos días el ignoto podía realizar un nuevo movimiento contra Degel o Milo.
 
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Simplemente estaba decepcionado, está decepcionado de la vida, pues aun cuando uno piensa que finalmente tenía todo lo que una persona buscaba, esta se dedicaba a darte con el guante negro y mostrarte que el hombre no está destinado a ser feliz.

—la vida es una maldita perra—murmura para su mismo.

Luego de despertar, por un momento pensó que su compañero lo acompañaría como siempre se obliga a pensar cuando pasan una noche de sexo y placer; pero como ha pasado en otras ocasiones, él lo dejaba en la soledad de la habitación como una vil ramera luego de hacer su trabajo. Se vistió las mismas ropas que su amante estuvo a punto de desgarrar la noche anterior, se había decidido salir a caminar, sin importarle el ardor por los rasguños en la piel, lo que él quería por ahora es sentir el aire congelado, que se llevaran todo  el coraje que le tenía a su compañero por dejarlo como una vil prostituta, claro que omitiendo la paga por sus servicios. Sale de su casa, no tenía trabajo que hacer por lo que podía darse el lujo de caminar por sus alrededores. 

Observa a dos hombres salir de un edificio, se oculta lo más rápido posible antes de ser visto, y para suerte suya no lo fue. Oculto atrás de un buzón de correo, va a los dos hombres alejarse de él, aprieta el puño enojado al ver al más joven de los dos reír por algo que el mayor menciono, este en cambio niega la cabeza divertido por la reacción de su compañero, al estar más seguro de que estaban a una buena distancia, cambia de dirección y comienza a seguirlos. 

Podía calculas una diferencia de cinco metros de distancia, procuraba pasar desapercibido entre la multitud de gente que pasaba a su lado, si no fuera porque no podía evitar chocas con los transeúntes, susurraba un lo siento y continuaba su camino. No quería perder de la vista al chico rubio y su compañero de pelis verdes, tal vez podía llevarlos a algún callejón sin que ellos se pudieran percatar de su improvisaba trampa y eliminarlos; si eso lo haría, se desharía de Milo y Degel, ya luego   buscaría la forma de disculparse con su compañero, aunque claro eso no le evitaría sufrir uno que otro golpe, pero con tal de que el se quedara él, lo aguantaría. 

Se percata  que se habían detenido en un cruce, no había mucha gente como para que se dieran cuenta que se llevaría a ambos hombres a la fuerza, tenía que actuar, camina seguro de lo que haría, mirando discretamente cada lado, por si había algún judicial o alguien que pudiera interrumpir su atraco. El más cercano de acuerdo a su posición sería el joven de pelis verdes, entonces con él empezaría, solo unos pasos más y alcanzaría al hombre, extiende la mano para tocar el hombro del hombre.  

Degel sintió alguien tocando su hombro, mira por encima de este, y ve el rostro de quien lo molesto.

—Doctor Saga—menciona  Degel con alegría, y estrecha la mano con el mencionando. Milo gira el rostro al escuchar la voz de su hermano y ve al psicólogo que igualmente lo saluda con formalidad.

—chicos, hace mucho tiempo que no los veo—dice Saga—¿Cómo les ha ido?

—no mucho, de hecho voy a ver a alguien, gustan acompañarme, no es muy lejos de aquí.

Degel intercambia mirada con Milo, este solo se encogió los hombros, ambos aceptan la invitación y siguen al psicólogo, solo tuvieron que caminar un par de cuadras para  llegan a un edificio no tan alto como los rascacielos, pero sí de amplias proporciones, tenía una  puerta de rejas, donde tenía colgado una gran placa que metal que tenía grabado en letras doradas “Institución de rehabilitación física y psicológica Freud”.

Saga es el primero en abrir e ingresar a través de la helada herrería, camina a través del único camino formado de piedras,  ignora las estériles y nevadas tierras que siempre floreces luego de pasar el invierno, y  que llega a la segunda entrada que tiene el lugar. Degel y Milo no se  quedan atrás y siguen al psicólogo llegando al portón de la edificación e ingresan.

Lo primero que sienten los hombres es el cambio de temperatura que tenía el interior del edificio a lo cual agradecen en sus mentes, y mientras dos de ellos esperan no muy lejos de la entrada del  edificio, el tercero se acerca a la recepción del lugar. Ambos hermanos ven con la familiaridad con la que Saga habla con la señorita de la recepción, e incluso ríen por algo que alguno de los dos menciono. La señorita le entrega algo y Saga agradece con la cabeza y regresa por sus dos acompañantes.

— ¡Chicos, vengan, es por aquí! — dice Saga.

Los dos hombres lo siguen de cerca, tuvieron que recorrer un largo pasillo antes de volver al salir al exterior y  rodear los blancos jardines del instituto, Tanto Degel como Milo estuvieron a  punto de preguntarle a Saga si no se habían perdido, especialmente por la larga distancia que estaban caminado, sin embargo Saga se sentía seguro por el sitio al que iban, por lo que prefirieron callar. Los tres siguieron caminando un poco más  hasta toparte con un par de personas, un hombre y una mujer; la mujer era una joven enfermera mientras el hombre estaba sentado en una silla de rueda, los dos estaban cubiertos con ropa abrigadora para evitar el frio del ambiente. 

Tanto para Milo como a Degel no les paso la idea de ocultar el asombro al ver al hombre postrado en la silla de ruedas, era igual al psicólogo a excepción de las ropas informales, la ligera tonalidad de cabello y ojos, además de tener  vendadas las muñecas y el cuello que inútilmente eran ocultadas por la bufanda y el abrigo grueso. La enfermera es la primera en ver a los recién llegados, trayéndose consigo al hombre, logrando  dan alcance a los invitados.

—buenas tardes doctor Saga— saluda la joven, ve a otras dos personas que venían con el psicólogo-. Jóvenes, sean bienvenidos 

—hola Saori—dice Saga—,  ¿Cómo ha estado nuestro paciente el día de hoy?

—ha estado muy tranquilo, por algo sabía que hoy vendría a verlo, por lo que quiso salir.

—me alegra mucho y sus estudios no han señalado algo anormal, no pude estar muy tranquilo después de la anterior revisión.

—por suerte no ha tenido ningún deterioro  en el organismo, además de que todo el tratamiento ha avanzado de forma favorable, por lo que tal vez pueda llevárselo en los próximos días a su casa doctor—Saga solo escucha las indicaciones de la enfermera—. Si me permite lo dejo, en un rato más volveré para darle su medicina y llevarlo a su cuarto.

—está bien, gracias—La enfermera se retiró y Saga finalmente toma el control del hombre postrado en la silla de rueda, se puso delante de su hermano, le toma las manos y besa los nudillos de la mano—. Kanon, hermano,  soy yo Saga. 

El segundo hombre  sonríe, hace unas señas con las manos para que después Saga le respondiera con otros movimientos, Kanon gira la cabeza y ve a los otros dos que habían llegado con su hermano, los señala y mira nuevamente a Saga buscando alguna explicación. El psicólogo menciona algo al oído de Kanon, este lo observa y hace gesto como si se riera, luego con un gesto con la mano le pide a sus invitados que se acercaran a ellos.

—Kanon, ellos son mis pacientes mios, Degel y Milo Krakov— señalándolos a cada uno por sus respectivos nombres. 

Kanon extiende la mano y los saluda con un gesto infantil. Milo lo observa y le sonríe, Kanon le corresponde el resto y le pide acercarse a él. Ahora nervioso el rubio mira a los mayores buscando alguna obsesión, pero ambos asiente a que obedeciera. El menor de los Krakov se acerca al hombre y lo que menos se esperaba es que este lo abrazada como si se tratara de dos viejos amigos con mucho tiempo sin verse. El moreno apenas logra escuchar un débil  ronquido llamándolo “Amigo”, lo suelta y  regresa con su hermano mientras el hombre de la silla extiende la mano hacia Saga, este la toma sabiendo lo que quería hacer a continuación Kanon, por lo que comienza a alejarse de los Krakov. 

—si gustan tomar asiente, ahí hay un par de bancas de cemento —dice Saga, señalando hacia donde estaban dichos objetos— . Ahora vuelvo.
 
Los Krakov no se hicieron esperar e hicieron caso a la indicación, Degel no pudo evitar sentir empatía al ver a los gemelos en ese estado, por instinto estrecha la mano de Milo. 

Pasa el tiempo, y mientras unos hablan de cosas banales de lo que ha pasado en sus vidas, otros solo observan la blanca nieve del lugar, Milo se había cansado de solo observar el helado paisaje, por lo que comienza a jugar con la nieve haciendo formas y figuras con ellas, Degel no pierde un instante en acompañarlo. Saga deja algo en las manos de Kanon, y  ambos regresan con los hermanos que había terminado de hacer lo que parecía un hombre de nieve. 

—si Kanon estoy seguro que te gustara— logran escuchar a Saga decirle a Kanon—. Todo estará como gusta.

Saga se coloca a un lado de Kanon, colocándole el freno de mano de la silla.

—como se habrán dado cuenta Kanon es mi hermano gemelo— comenta Saga—. Hace un año tuvo un accidente que le provoco parálisis parcial en el cuerpo, además de que apenas y puede hablar, está aquí para una rehabilitación para que pueda volver a caminar y habla para que vuelve hacer su vida como antes; siempre que tengo la oportunidad vengo a verlo, el instituto tiene habitaciones para sus pacientes para evitar la movilización de ellos, es una gran ventaja, porque así los doctores pueden estar al 100% de sus pacientes, aun claro algunas veces es muy triste ver a gente que las abandonas en lugares como estos.

—es una tragedia, lo siento mucho-habla Milo con pesar.

—no te preocupes, no te sientas mal, al menos tengo la fortuna de todavía tenerlo con vida-responde saga—antes de que pasara los dos no nos llevábamos muy bien, siempre eran peleas, gritos e incluso en varias ocasiones llegamos a los golpes, sin embargo luego de eso nos hechos hecho más unidos, e incluso podemos  hablar, con el lenguaje de señas para evitar forzar su voz.

—¿en serio? — habla Milo con entusiasmo para que unos segundos avergonzarse por su reacción—. Siempre quise saber, doctor Saga.
 
—bueno—menciona el mayor —, no creo que Kanon tengo algún inconveniente ¿verdad? — Kanon niega con la cabeza, afirmando la exclamación de su hermano—, De hecho él fue quien me enseño el lenguaje de señas, es un excelente maestro.

—crees que podía enseñarme —dice Milo, más determinado que antes,  Saga vuelve afirmar con la cabeza, y Kanon reafirma, le extiende la mano a Milo, para que se acercara, este último hace caso colocándose al frente de Kanon mientras Saga va a un lado de Degel. El hermano de Saga toma una de las manos de Milo, colocándole cada dedo, de acuerdo a lo que podía decir. Y mientras Milo  con Kanon  comenzaba con las primeras letras, los dos mayores se quedan sentados en una de las bancas observándolos.

—veo que Milo ha mejorado mucho —menciona Saga luego de un rato viéndolo.

—si, ahora es mucho más abierto con la gente, aunque…

—¿te preocupa algo Degel?, ¿o a pasado algo con él?

—no, no es nada, es más el sabes lo que desea Milo, no hace tiempo me puse a pensar si Milo quisiera volver a estudiar o quiere hacer algo, después de todo era un niño cuando se lo llevaron, tal vez pueda hacer algo más que estar encerrado en el departamento.

—bueno, eso no sería mucho el problema, hay escuelas para adultos, tal vez Milo pueda ir alguna de ellas 

—si, pero por ahora no podemos hacer mucho, el sujeto que se llevó a Milo sigue sin ser atrapado y hace algunos días—Degel comienza a jugar con las manos, acto que no pasa desapercibido por Saga—. No sé cómo lo hizo, pero…  alguien trato de matarnos

—Oh por dios— exclama Saga desconcertado—¿y están bien?  

—si, por fortuna no paso a mayores, sin embargo tuvimos que irnos del lugar de donde estamos.

Ambos guardaron silencio por un instante el doctor dándole tiempo a Degel pasa que se tranquilizara, por su parte Degel le daba tiempo para que Saga pudiera asimilar lo que le menciono. 

—es una lástima- finalmente hablo Saga,—el sitio era muy acogedor, pero por otro lado están ahora mucho más conscientes de la situación en la que se encuentras, por lo que no se pueden confías—. Degel estuvo a punto de hablar, pero Saga continuo—. Pero aun así tienen que estar agradecidos que no les paso a mayores, y a pesar de que este acto paso muy reciente, en lo personal buscaría algo para evitar en pensar en ello, tal vez podrían aprovechar que en pocos días podrán hacer  fiesta para dejar de pensar en el caso,  estoy seguro que Milo se alegrara mucho de sentir el famoso espíritu navi…

—no lo creo-se adelante Degel. El psicólogo que llevada un largo rato viendo a Milo y Kanon cambia de objetivo y observa al mayor de los Krakov, ve que había bajado la cabeza evitando mirarlo—. Hace mucho tiempo,  que no he tenido una fiesta de esta clase. 

—¿acaso no soy creyentes? 

—al contario, esta es otra razón por la que nuestros abuelos odiaban a mis padres.

—ya veo.—Degel está por agregar algo, pero Saga se le adelanta—. Pues tal vez puedan verlo como un inicio Degel, ¿o acaso no recuerdas lo que te dije en nuestra última sección? 

—Caper diem.

—y sabes lo que significa, ¿no? —. Degel le responde con un “si”.

—pues Caper Diem.
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Luego de despedirse de Saga y Kanon, dejándolos en el instituto y haber  logrado sacarles la promesa de ir a visitarlos algún día a este último,  regresaron al departamento con menos tensión a la que habían salido, al llegar la noche y al estar seguro que Milo dormía, Degel saco el teléfono móvil que hace algunos días Kardia le había dejado en caso de alguna emergencia o cualquier caso, sabía que los oficiales le dejarían los números por lo que no tendría gran problema en mandarle un mensaje, solo esperaba que el oficial moreno le diera el recado a su compañero para lograr darle una sorpresa  a Milo.
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Para la familia Krakov los días fueron pasando con cierta lentitud hasta que llegó el día en la que ambos oficiales les informaron que la comisaría suspendería actividades por dos días, además de haber logrado informarles que después de varios días de ausencia irían a verlos.
 
Fue una grata sorpresa, especialmente para Milo que a las primeras horas de la mañana luego de tomar sus desayuno,  ambos oficiales se hayan presentado a la puerta del departamento con diversas bolsas en las manos, estuvo a punto de preguntar que era, sin embargo una nueva sorpresa lo tomo desprevenido cuando Degel le menciono que  tenían que salir por un momento a comprar algunas cosas, no tuvo tiempo de preguntar la causa hasta que se vio arrastrado por Degel a diversas tiendas donde compraron varias cosas, entre las que se incluyeron ropa y dulces.

Por su parte para Degel,  lo que paso durante el día hacia sido una combinación de estrés y crisis de último momento, pero todo lo que había pasado en las anteriores horas había valido la pena, y más al ver las pupilas azules de su hermano brillar como si por un instante hubiera vuelto a ser un niño en el cuerpo de un hombre cuando volvieron a la casa, luego de una mañana y parte de la tarde de comprar, internamente agradeció todo el esfuerzo que habían aplicado ambos oficales, aun cuando estos no tenían el deber de ayudarlos, sin embargo hacia tiempo que tanto Kardia y Camus aprovechaban las ocasiones que pasaban al interior de su vidas para ofrecerles compañía, así como él también disfrutaba la compañía de aquel hombre moreno, cada vez que los visitaba, y no es que quisiera pensar otra cosa, pero durante todos estos meses de compañía, algo en él había cambiado, especialmente por la aceleración de su corazón y el nerviosismo que experimentaba cuando el oficial Kardia invadía su espacio personal para hablar con él. 

Mientras tanto, Milo mira con asombro las modestas pero brillantes adornos navideños que Degel había puesto alrededor de la sala, en la mente de Milo trataba de recordar la última vez que pudo ver las danzantes series de luces, el olor de pino al interior de la casa y aun más los tentadores presentes que buscaban seducir a cualquier persona curiosa que pasaban a su lado,  casi no recordaba lo que era sentir el tan famosos calor familiar de la fecha, pues su cabeza solo lo hacia ver esas oscuras imágenes  en la oscuridad de la noche, cuando el hombre llegaba a dejarlo la comida que podía jurar era la de mejor condiciones que recibía durante todo su cautiverio, aunque claro eso no dejaba pasar los días de extrema tortura que recibía con anterioridad, sin embargo ahora esto tal vez era el comienzo de cosas buenas que podía recibir, tal vez era la señal de que finalmente iban a pasas cosas buenas en su vida. Ahora podía relacionar todo lo que hizo este día, la insistencia de Degel para sacarlo del departamento, las cajas envueltas, como es posible que no se diera cuenta cuando todo estaba más que evidente, pero claro había pasado 10 años para volver a tener una fiesta así con la gente que le importaba su bienestar.

Por otro lado, el participar en una actividad que ambos oficiales habían dejado de hacer mucho tiempo con tal de ofrecerle un poco de esperanza a dos personas perdidas les daba la sensación gratificante , y aunque en un principio les pareció extraño, especialmente para Kardia el recibir un mensaje de Degel a la mitad de la noche pidiéndoles ayuda para celebrar una fecha como era esta, no podían negarse, especialmente porque ambos no tenían mejores cosas que hacer, tal vez este año no podía arrastrar consigo a Camus , aprovechar la oferta de 2x1 en  aquel bar que suele frecuentar con tal de pasar algunas horas con sus protegidos , no era tan mala idea.

 Kardia terminaba de colocar los adornos en la sala, mientras Camus apenas y se asomaba desde la cocina para ver como estaba quedando todo el lugar; pues luego de que los hermanos se retiraron, ambos oficiales movieron las cajas de la sala para darle espacio al lugar y poder ingresar el pequeño, pero modesto pino que compraron, junto con los adornos que necesitaban, así como los presentes que consiguieron para que el lugar podía tener ese ambiente de convivencia. Ya cuando terminaron con el árbol, Kardia se encargaría de la decoración de la cama, mientras Camus de la comida, no les tomo mucho tiempo para poder hacer algo presentable, y para suerte suyo, estaban por terminar cuando los Krakov volvieron a casa. 

Milo se sentía como un niño pequeño, tomo todas las bolsas que traían consigo colocándolas baja del árbol, luego fue con Kardia a ayudarle con los últimos adornos, Degel un poco más paciente fue a la cocina para ayudar en lo que faltaba para la cena. Para cuando el sol comenzaba a ocultarse, los oficiales se retiraron a sus casas para asearse y estar para la noche, así mismo como los hermanos que tenían que asearse, para cuando la noche cayo, los hermanos estaban más que listos para comenzar la cena, Milo logro convencer a Degel usar un diadema con un par de cuernos y una peculiar nariz,  mientras él se había puesto un gorro rojo con un inadvertido cascabel en la punta. Alguien toca la puerta, Milo se apresura a abrir.

—Camus, Kardia pasen -. Milo se hace a un lado para permitirles ingresar.

—hola Milo— dice Camus extendiéndole unas bolsas de regalo para que las pusiera debajo del árbol.

—bonitos cuernos- menciona Kardia con burla al ver a Degel con la curiosa diadema, Degel gruñe unas palabras en otro idioma, para luego guiar a sus invitados al comedor, Milo le da alcance así como los oficales; sin que los hermanos Krakov se percataran, Kardia saco un teléfono celular, y como si viera la hora en el aparato lo coloca en formato de cámara. 

—Sonrían— inquiere el oficial, Degel y Milo  dirige la vista al menciona sin darle tiempo de reaccionar se escucho un clip en la habitación, Kardia sonriera como un niño atrapado en una travesura, Camus le arrebata el teléfono y ve la foto que saco su compañero. 

—es una buena foto—repuso Camus, Milo se acerca por pura curiosidad y también ve la foto, este solo puede agradecer por el buen ojo que tiene el oficial, Milo toma el teléfono y desde una distancia considerable se la muestra a Degel, el mayor a comparación de su hermano solo pudo sentirse avergonzado por la imagen, pues además de que era una muy buena foto, Milo tuvo la oportunidad de sonreír, mientras él tenía un gesto de sorpresa.

—Oficial Kardia— replica Degel indignado. 

—considero como un recuerdo joven Krakov, verá que para el próximo año, cuando vean esta foto se reirán de la ocasión—responde Camus sin darle mucha importancia la frustración del mayor y la burla de su compañero de trabajo. 

Los cuatro se dirigen a tomar asiento en el comedor del departamento, cenaron gustosos la comida que prepararon, logrando elogiar el buen sazón de Camus, ambos oficiales contaban sus experiencias por estas fechas, aunque eso parecía más como gajes del oficio, pues siempre preferían pasar los dos días de asueto en algún bar evitando alguna pelea o  vigilando los presos de la prisión preventiva que tenía la comisaria.

—panza llena corazón contento- exclama Kardia satisfecho por la comida, los otros tres no hacen mención, pero coincidían con el moreno en la expresión.

—vamos abrir los regalos- le dice Milo a Degel. 

—vamos, estoy seguro que  ves va a gustar mucho. 

Todos se dirigen a la sala, el menor de todos ellos toma el primer presenten, era uno que degel había comprado para su persona, lo abre y ve una chamarra de lana color ocre, el siguiente en abrir un regalo es Degel, era uno de los presentes que había traído Camus, lo abre y saca un par de zapatos, ambos hermanos agradecen los presentes.

Camus le entrego un pequeño paquete a Milo, el rubio lo tomo y lo abre, sus ojos se abrieron de sobremanera, Kardia y Degel era los más cercano a Milo y ven al interior de la caja, se sorprendieron, especialmente Degel al ver el peluche de la infancia de Milo, hacia varios veces que había tratado de contactar para conseguir varios recursos de su antigua casa, sin embargo las únicas respuestas que había obtenido es que todas las pertenecías fueron donadas o  destruidas, por lo que daba por perdido todo lo que representaba la infancia de Milo.

—¿cómo fue que distes con el muñeco Camus? —pregunto Degel, sin dar crédito a lo que sus ojos ven.

—los padres de Degel y Milo lo habían traído como prueba, se quedó en la caja de evidencias durante todos esos años hasta ahora que lo saque de ahí.

—es un delito extraer material de  evidencias Camus—inquiere Kardia.

—el muñeco llevaba varios años acumulando polvo, era necesario que volviera con su dueño Kardia— dice Camus con sencillez. 

Milo que no había salió de la sorpresa, parpadeo y abraza al amigo de su infancia, murmura algunas palabras y de sorpresa en todos los presentes, abraza a Camus  y vuelve su atención al muñeco, Degel y Kardia sonríen por la felicidad de Milo, por un instante el oficial mira a Camus que regreso su atención a Milo que no dejaba de tener entre sus manos a su amigo de la infancia y pudo avertir un brillo que nunca antes había estado en la mirada del pelirrojo.

La reunión se la pasaron entre intercambiando presentes en lo que Kardia recibió por parte de los hermanos una bufanda color escarlata, mientras que Camus fue de color turquesa, ambos oficiales agradecieron los presentes. En respuesta Milo les sonrío a Camus con dulzura agradeciendo todo lo que han hecho por ellos dos, mientras que él solo lo pudo observar con el mismo gesto monótono.

Por otro lado, Kardia le pidió a Degel acompañarlo porque tenía que entregarle su presente, salieron por un momento a dirección de la cocina, por un momento creyó que el oficial había ocultado su presente en el lugar, sin embargo nunca paso por su mente que el oficial Elsetetra los acorralada en la pared de la cocina, atrapara las muñecas y lo besara con ferocidad, de la sorpresa, al terror y del terror a la correspondencia, solo fue por un instante, sin embargo la imagen de su hermano esperando en la sala con Camus lo hizo recordar que no estaban solos en la casa, al mismo tiempo que Kardia soltara sus muñecas y pegara su boca al lóbulo del oído. 

—Yo hubiera preferido esta clase de regalo—susurro al oído de Degel—. Pero igual agradezco la bufanda.¬—Se separa del peli verde esperando alguna reacción de su parte, sin lograr más alla del bochorno que sentía el mayor de los Krakov, por el insólito presente.

Ambos regresaron a donde estaban sus compañeros, Degel ingreso con un notorio sonrojo sin poder observar a la cara a Kardia que no dejaba de exponer su peculiar sonrisa descarada, tenía que hablar muy seriamente con él, para evitar que no se tome esta clase de libertades, por otra parte Kardia no debaja de felicitarse especialmente al descubrir que el mayor de los hermanos no era indiferente a lo que   el sentía.

Cuando Milo pregunto porque el inusial color de sus mejillas, el mayor solo negó crispado, diciéndole que no tenía nada, Kardia miro divertido la reacción, mientras Camus solo negaba con la cabeza,  compadeciéndose    

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Paso una semana  luego de que pasaron las fiestas, la comisaría había regresado a las actividades, el caso del “Hombre de los sueños” quedo estancada, de los oficiales encargados ahora solo quedaron dos a cargo, uno porque el capitán Lina tuvo que retirarse por unos días para ir a la central de operaciones que se encontraba en la capital de la nación, mientras la única mujer fue puesta a otro caso por lo que no podía ayudar más en la investigación, por suerte había logrado entregarle toda la información que habían recabado en la investigación que estaba haciendo, algo que ni Kardia ni Camus pudieron ver es que alrededor de ambos hermanos y descartando a las personas de la comisaria, habían descubierto a 5 personas ajenas a todo que buscaban tener contacto con los Krakov, y entre esas personas se encontraba el enfermero rubio Hyoga Dubocs, esto ya no podía ser una casualidad ,por otra parte todavía esperada los resultados de la investigación de los videos, sin embargo Edén no había logrado dar resultados.

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Edén tenía ya tres días viendo todo el registro gubernamentales, no había logrado dar con nada entre ellos registros locales, el catalogo de rostros e incluso con un identificador facial todas las pruebas habían salido negativo. Tenía puestos unos audífonos escuchando un poco de Guns N’ Roses mientras esperaba sacar algo del registro del , el computador de la comisaria se activo una alarma indicando que el proceso había terminado, el internauta deja de lado la rola y ve los resultados, había logrado algo, esta por saltar de felicidad cuando algo llama su atención, ve el informa que había sacado la máquina, y siente la piel de gallina, lo leer rápido toda la investigación, lo imprime, y sale de la oficina con el documento impreso.

—¡Camus!, ¡Kardia! —grita Edén, corre hacia los escritorios de los mencionados, ambos se sorprende por la velocidad que el chico corría hacia ellos.

—Chicos—Luego de recuperar el aliento— tengo algo y no creo que les vaya a gustar para nada. 
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La puerta del departamento suela, Degel abre la puerta y un hombre de uniforme de paquetería.

—¿Degel—Revisa la platilla de madera. —, Krakov?

—si señor.

El hombre extiende una plantilla, Degel la recibe y lee.

—aquí tiene su paquete para usted, por favor firme aquí.

—debe ser una equivocación señor, yo no tengo a nadie que me envie algo así.

—pues mis jefes me enviaron para entregarle su paquete, por favor firme que en unos momentos se lo entregan —. Degel desconfiado, firma la hoja y espera en el marco de la puerta, ve a un segundo hombre traer consigo una gran caja de madera, le da chance de pasar, dejando el paquete en el lobby del departamento, los dos hombres dejan el paquete y se retiran, deseándole un buen día al joven.

Degel deja la gran caja de madera para va a buscar una palanca, en ese momento que el mayor se fue, de un costado de la caja, se abre, permitiéndole salir a una persona, rápidamente se esconde justo a tiempo que el mayor regresara con la pieza metaliza, abre la caja y saca un par de sillas de madera, una como la que tenía en el comedor y otra con respaldo para las manos, se extrañó por el paquete, dio media vuelta para continuar con la limpieza de la casa. 

El extraño salió del escondite y se dirige a la cocina, va al refrigerador, ve una jarra llena de agua, saca entre la ropa, un rasco de vidrio y lo vierte al agua, escucha el picaporte de la puerta girar por lo que se escode antes de ser visto. 

Milo salía del cuarto, tenía un poco de sed luego de tener una mañana muy movida, esperaba todavía encontrar un poco de té o jugo pero sabía que no encontraría más que agua en la casa, ingresa a la cocina, toma un vaso del estante, abre el refrigerador, toma la jarra del vital liquido, se sirve un poco de agua y la toma rápidamente, después se sirve otro vaso más. 

—Hola Milo, mucho tiempo si verte. —una voz a su espalda lo hace estremecerse, el rubio se sobresalta al pensar que estaba solo en la habitación, voltea para ver quien era.

—¿Hyoga? —extrañado por la presencia del joven enfermero—¿que haces aquí?

Milo siente la cabeza darle vueltas,  se apoya con lo primero que tiene cerca, pero eso no evita que siga sintiendo la cabeza dándole vueltas

—no Milo, eres un niño malo, que no sabes que no tienes que tomar cosas que tu cuerpo no asimila.

—esto no es agua—señala Milo.

—claro que no cariño, es la misma cosa que te daba cuando no quería escucharte gritar.

Milo abre de sobremanera los ojos, mira la taza, la arroja con el dorso de la mano al suelo y comienza a correr hacia donde estaba Degel.

—no corras Milo—inquiere Hyoga aun con su taza en la mano—. Sabes perfectamente los efectos del somnífero son momentáneos

-¡De…de…Degel!- grito Milo con todas las pocas fuerzas que le quedaban antes de caer al suelo, Hyoga mira como Milo lentamente iba cerrando los ojos hasta quedar inconsciente. La puerta de la cocina  se abre de forma violenta con la figura del Degel en el marco de la puerta. 

El grito de Milo lo sorprendió, fue hacia donde provino, nunca se espero encontrar al joven que habían conocido hace varios meses, sin embargo ahora él era quien lo miraba con desprecio y burla, aprieta los nudillos hasta dejarlos blanco, además de que estaba preparado para usar la pieza metaliza para defender a su hermano. 


—Milo— grita asustado por el estado, apresurándose a estar a su lado —¿Qué le hiciste desgraciado..

—ni  un paso mas Degel-exige Hyoga antes de que el mayor pudiera acercárseles un paso más, entre la ropa saca una navaja de cazador—si no quieres que le corte en dos el cuello.

Degel mira con rabia a Hyoga, este acerco la navaja al cuello de Milo, hizo presión para que el mayor observara como una línea roja bajaba por debajo del cuello. El peliverde soltó la palanca que tenía en la mano y con el pie lo lanzo hacia los rubios. El enfermero lo tomo, lanzándolo dejo de los dos, se levanta para da  al mayor una bofetada tan fuerte que impacto en el suelo y cae inconsciente.

Con los dos hermanos inconscientes, Hyoga va hacia la caja donde saca dos cosas, una cinta y un consolador en forma de pene con un control a distancia, otra vez vuelve a la cocina, toma primero a Degel cargándolo sobre los hombros, regresa al lobby del departamento, empieza a quitarle toda la ropa, hasta dejarlo desnudo, después toma el consolador para introducirlo al interior del mayor, escucha un pequeño gruñido, pero continuar hasta que lo tiene completamente en el interior,  lo ató en la única silla que tenía respaldo  para las manos con la cinta, en cada respaldo puso cada mano, atándola fuertemente con la cinta, así como las piernas, luego regresa por  Milo que ato sus manos detrás de su espalda, lo amordaza  con un trozo de cinta, y así como lo hizo con el mayor, ato cada piernas a una de las patas de la silla, al terminar su labor espera a que alguno de los dos despierte para para comenzar la verdadera diversión.
  
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—el hombre de los videos es un joven llamado Misha Dmitri Lovak, es un joven ruso residente de la ciudad hace 10 años

Los dos oficiales no podían creer que estaba diciendo que el joven.

—¿y eso que tiene del caso? —cuestiona camus.

—tal vez Micha no, pero Hyoga se les hace familiar—Los oficiales se quedan sin palabras—Misha Dmitri fue juzgado e ingresado al tutelar de menores por maltrato y tortura animal, solo estuvo un mes en el tutelas, fue exonerado por buen comportamiento, pero aun así tenía que ir a firmar dos veces por mes, durante 3 años estuvo haciendo esto hasta que misteriosamente “desaparecio”, después de eso todo lo que era de Misha Dmitri cayeron hacia alguien llamado Hyoga .

—¡mierdad! —grita Kardia, y no es que camus estaba en las mejores condiciones, sin embargo no podía expresarse con tanta facilidad como lo haría el moreno

—¿tenemos alguna dirección, o algo? 

—ahí va lo malo—les entrega la hoja impresa—es la último dirección que se tiene de Misha

—Maldición, esta muy cerca de la casa de los chicos.

Los dos oficiales toman sus cosas y salen de la comisaria con toda velocidad.
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El primero en despertar fue Degel, se sorprende y al mismo tiempo de asusta al verde privado de la ropa, busca con la mirada a Milo o a Hyoga, encuentra al Hyoga acostado en uno de los sillón de la sala,  este  al verlo ya consiente se incorpora del sillón y va al frente de él.

—es bueno que hayas despertado Degel, aunque es una lastima que todavía no esta preparado el otro actor de nuestro acto, pero no te preocupes, yo me encargo. 

El rubio se levanta, desaparece de la vista del mayor para unos momentos después regresar con un cable  de luz largo, probablemente arrancado de alguno de los aparatos eléctricos que tenían, luego va alguno de los tomacorrientes más cercano al inconsiente, miran que el cable soltaba algunas chispas, Hyoga sonríe y sin hacer caso a la negativa de Degel, le coloca sobre el cuerpo de Milo las puntas de los cables. 

Degel se remueve de la silla sin poder hacer algo más por su hermano, mientras tanto Milo además de despertar  no dejaba de moverse de un lado a otro por causa de la descarga, grita de dolor, pero los gritos que quedan en la garganta.

—¡déjalo!, ¡déjalo en paz! — 

Hyoga dejo los cables, Milo respiraba agitado, todo el cuerpo de vibra, y el corazón lo sentía acelerado, de la nariz comenzaba a salir sangre que se deslizaba por toda la cinta de la boca.

—veo que estas demasiado ansioso para “jugar hermanito”, pues vamos a jugar un poco.

Hyoga se acerca a Degel, este estaba preparándose mentalmente a todo lo que podía hacer ese enfermo, más lo que él se esperaba que le hiciera no se imagino comenzar a sentir una incomodidad en el recto, se remueve de la silla, levanta la vista  para descubrir a Hyoga a solo unos pasos de él con las manos cruzas a la altura del pecho con un pequeño control de velocidad del consolador.

—solo tienes que disfrutarlo, querido Degel, déjate llevar por la locura que llamamos sexo.

Degel no quería pensar, sin embargo los constantes movimientos que le producia el aparato además de ser excitantes, le gustaban, sin embargo no podía mostrar placer por un acto tan bajo por el que era obligado a participar, aprieta las piernas para evitar que lo vean excitado sin embargo por la forma que había sido puesto dejar al aire el miembro que comenzaba a despertar.

—no esperes que sea tan bueno contigo Degel, aunque claro no puedo dejar de sorprenderme por el gran parecido que tienes con él. 

—¿él, quien es él?

—pues él, él que comenzó con todo esto, aquel que tal vez puede terminar con esto, con este sádico y excitante juego. 

—a que  te refieres.

—bueno, tal vez un poco de verdad no les hara daño, después de todo es lo último que saben, después de esto ire con los oficiales para eliminar todo aquel que sabe del caso, cuando todos desaparezcan finalmente pobre vivir la vida que siempre quise con la única persona que amor. 

—y esa persona que amar, supongo que es el maldito que se llevo a mi hermano

—no le digas maldito, estúpida ramera. —vuelve a encender al consolador, Degel nuevamente se remueve del sitio, esperando a que terminara el dolor, Hyoga que no perdía ni un instante los gestos que hacia el mayor se acerca a Milo, pasando sobre el brazo sobre los hombros del rubio.

—mira Milo, mira con mucha atención, esto es lo que te parara si el te atrapa, mira como tu hermano sufre, esto es lo que quieres —Milo niega, Hyoga no desaprovecha la oportunidad de golpearle el rostro.—mira con atención, porque Degel esta sufriendo por tu culpa.

El aparato se detiene, Degel puede respirar nuevamente tranquilo, sin embargo toda su tranquilidad se ve truncada cuando Hyoga comenzó a desnudarse al frente de él, arrojo la camisa a aunque lado del cuarto, y se bajo los pantalones  al frente de él, el mayor mira horrorizado al joven, el rubio extiende una de las manos y acaricia la sudorosa frente.

—mírame Degel solo mírame y tenme. 

El enfermero toma asiente sobre la cadera de Degel, el último se sobresalta al sentir algo apretándole el pene, esta por exigirle a que se bajara de él, pero Hyoga coloca dos dedos sobre los labios, siente en la sien algo frio, escucha el clip de algo, no tenía que ser un genio para poder identificar cuando la pistola se le quita el seguro. 

—un amigo me dijo una vez… que los hombres están inclinados a mostrar amor físicamente más que emocionalmente… supongo que por eso te quiero cariño —inquiere Hyoga  comenzando a moverse sobre la cadera del peliverde. 

Degel gira el rostro a un lado, tenía los ojos fuertemente cerrados, no quería seguir sufriendo esa humillación pero con tal que ese desgraciado dejaría, Hyoga jala de los cabellos al mayor para tenerlo el rostro al frente y robarle un beso, este beso le sabia diferente al que Kardia le había dado, pues a pesar de que ambos habían sido robados, el de Kardia había sido inconscientemente deseado y esperado e incluso podía decir soñado, todo estos sentimientos lo removían 

Comienza a moverse, sonríe con descaro sin dejar de admirar las lágrimas de Degel, las lame para saborearlas, sigue moviendo las cadenas sobre el miembro de Degel que ya había dejado de hacer resistencia, pero aún se negaba a observarlo.

El auto de la comisaria se detiene de forma violenta al frente del edificio donde vivían los hermanos, Kardia y Camus salen del carro, ambos ingresan y se apresuran a llegar al frente del departamento, guardan silencio al escuchar una voz muy diferente a la de Degel o Milo, Camus enfunda su arma así como Kardia, sin embargo el moreno cambia de estrategia y se retira a otro lado, Camus estuvo a punto de gritar para que regresara, pero un nuevo ruido al interior lo hace desistir, se prepara para entrar. 

La puerta principal se abrió, Camus integro con el arma fundida, lo primero que cruzo en la periferia de la vista fue a Milo que le regreso la mirada y se indicada con la cabeza a Hyoga y Degel. El pelirrojo hizo caso y apunto a la cabeza de Hyoga.

—Hyoga, no pongas resistencia y aléjate del hombre.

El rubio que apenas termino de acomodarse la ropa, mira con descaro al oficial, con la punta de la lengua se relame con labios, pasa la mano libre sobre el pecho de Degel, le araña la piel sin dejar de ver a Camus, el oficial tenía en la mira a Degel, pero no podía arriesgarse, el rubio tenía apuntando sobre la cabeza del peliverde, se baja de la cadera de Degel y camina en el centro del cuarto desnudo .

—hola Camus, veo que sigues igual de sexy , sin embargo…—camina hasta quedar a un lado de Milo, encañona la cabeza del rubio— creo que te gusto mi regalo, espero que disfrutes mi último presente.

La sangre salpicó hacia el rostro de Degel, Milo dejo de hacer ruido, observando como el cuerpo de Hyoga caída a los pies de su hermano, Camus mira y descubre el reflejo de Kardia a través de una de las ventana  del balcón con el arma todavía apuntando en donde estaba el rubio, este ingresa al lugar, atraviesa la ventana destrozada, se acerca a Degel que buscaba algún modo de liberarse al igual que Milo por parte de Camus. Degel es el primero el liberarse, se aferra contra el moreno, Kardia lo abraza con un brazo mientras acaricia la cabeza con la otra. 

—ya esta, todo termino—susurra Kardia abrazando el cuerpo de Degel, mientras Camus lo hacía con Milo. 

Continuara…

*la conversación que se refiere Kardia es la del capitulo anterior, cuando Milo confeso todo lo que un día le hizo el ignoto.


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