Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

No Incondicional por carina_mew12

[Reviews - 10]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

holo peques!!! creo que esta vez no tardé tanto como pensé (?) y al fin les traje un nuevo episodio especial de Halloween ¬w¬ espero que les guste

nos vemos abajo!!

2. Nuestra Primera Cita

A ninguno le gustaba perder el tiempo y mucho menos al jugador estrella de Too, por lo que éste no dudó en empujarle con todo su peso y ansiedad hasta que terminaron en el suelo; él sobre Kagami, por supuesto, porque nadie podía dominarlo más que él mismo. Sus dientes rápidamente terminaron rozando el cuello del pelirrojo cuando comenzó a lamer aquella zona mientras sus manos se paseaban sobre el cuerpo contrario, buscando algún tipo de contacto con esa piel desnuda que tanto se le antojaba.

Si bien ya había probado cada rincón del pelirrojo, aún existía un sitio que quedaba virgen de sus apasionados impulsos; su boca. Nunca tocaron el tema pero de alguna manera llegaron a la misma conclusión… estaban prohibidos los besos entre ellos así como las palabras cursis y demás tonterías mientras estaban en el acto; podían hacerse cualquier cosa menos besarse; uno por conservar los labios para su novio y el otro porque lo consideraba un gesto demasiado íntimo como para practicarlo con alguien que sólo lo buscaba por sexo.

Pero si no podía probar sus labios o marcar su piel, todavía le quedaba el consuelo de su aroma; mientras estaba entre las piernas del pelirrojo, hundió su cara en su pecho y aspiró profundo… había rastros de jabón en su fuerte olor masculino, además sólo llevaba puestos una playera sin mangas y un short, seguramente acababa de ducharse y se estaba preparando para dormir; lástima que descansar sería lo último que haría esa noche. Con ese pensamiento en mente, Aomine se relamió los labios y deslizó lentamente el elástico del short por sus torneados muslos hasta liberar su miembro. Ese falo erguido que saltó de la ropa era una clara señal que Kagami estaba tan ansioso como él. El moreno se separó un poco sólo para abrirse los pantalones y rebuscar entre sus piernas para liberar su propia erección ya húmeda y palpitante por atención.

Volvió a acercar sus caderas a las del pelirrojo y envolvió ambos miembros con una sola mano, moviéndose de arriba hacia abajo con lentitud. Qué provocativos eran los gruñidos que soltaba el pelirrojo, hasta en eso era bueno el muy maldito. La única forma que tenía de vengarse era  hacer que se corriera primero, pero el calor que desprendía aquella bochornosa fricción lo hacía demasiado difícil. Sin intercambiar palabras, sus cuerpos chocaban entre sí mientras los jadeos inundaban el pequeño departamento, rebotando el sonido en las paredes y estremeciendo a cualquier vecino que los llegase a escuchar. Pronto aquel contacto no fue suficiente, por lo que Aomine se sostuvo sobre sus rodillas y tomó distancia del pelirrojo para terminar de sacarle los shorts y arrojarlos hacia algún sitio del suelo justo antes de que se quitara la polera que llevaba encima, quedando su bronceado pecho descubierto ante la mirada de su amante.

Sabía que con Kagami no había que ser delicado, ambos eran hombres después de todo, un poco de dolor no era nada para ellos. Se tomó el tiempo para mirarle burlón antes de colocarse de nuevo entre sus piernas mientras se embadurnaba el pene con los fluidos que ya mojaban su glande. El moreno tragó duro justo antes de colocar su humedecido miembro en la entrada de Kagami y empujó lento pero constante, hasta entrar casi todo de una vez. Todo lo sentía estrecho y húmedo pero al mismo tiempo tan caliente que sentía su pene desprenderse por el cambio térmico.

Joder, Kagami siempre se sentía tan bien por dentro. Sin esperar señal alguna, el moreno recargó las palmas en sus manos para sostener su peso y comenzó a mover su pelvis contra el chico que tenía debajo. Al principio nunca se sentía bien, el pelirrojo se tensaba demasiado y le costaba el doble de esfuerzo el entrar y salir de él, pero conforme pasaba el tiempo todo se iba relajando, dejándole paso al placer.

Las piernas de Kagami se aferraron a la cintura de moreno mientras sus manos tomaban los propios brazos de Aomine para mantenerse un poco más firme y no resbalar por todo el suelo; aunque siempre empezaba lento sólo bastaban unas cuantas embestidas para que se acostumbrase y el muy cabrón le follara con todas sus fuerzas. Ya pasado un rato iba tan profundo que sentía sus bolas pegar contra su cuerpo, provocando un morboso sonido que le erizaba la piel. Ese bastardo conocía su cuerpo más que él mismo; sabía dónde golpear y a qué ritmo, provocándole sensaciones que no sentía con nadie más, seguramente era su instinto competitivo que, aún en esas circunstancias, deseaba ganarle al moreno.

Quizá no podía someterle de la misma forma que Ahomine, pero había encontrado maneras de “derrotarle” cuando follaban. Cada vez que le sentía bien profundo arrugaba la nariz, fruncía el ceño y apretaba los músculos de tal manera que estrujase su miembro y le dificultara salir… el juego que habían inventado era sencillo, el que se corriera primero perdía, y los dos eran malos perdedores.

Esta vez Kagami tuvo que buscar soporte en los hombros del moreno pues el muy bastardo lo estaba embistiendo como si quisiera partirle, y probablemente eso quería, pero no era tan frágil. Con una sonrisa de superioridad grabada en su rostro acalorado, el pelirrojo movió las caderas en dirección contraria a Aomine, haciendo sus cuerpos chocar con más intensidad mientras su propio miembro latigueaba sobre su vientre. De pronto sintió al moreno golpear su próstata justo antes que saliera y tomara su pene para vaciarse justo sobre el estómago del pelirrojo e incluso un poco más arriba. Su semen caliente bañando su cuerpo fue suficiente para hacerle llegar al orgasmo segundos después que su compañero, mojándose aún más con ese líquido viscoso que ahora se mezclaba con la del moreno… esta vez Aomine Daiki había ganado.

Hubo un largo rato en el que sólo se escucharon sus agitadas respiraciones mientras ellos permanecían tendidos en el suelo, con los cuerpos aun calientes y su ropa hecha un desastre junto a ellos. Todos esos encuentros secretos acababan siempre igual; se dejaban llevar por sus arrebatos carnales, disfrutaban sus cuerpos hasta acabar con toda la energía de sus cuerpos y cuando se les enfriaba la cabeza venía el arrepentimiento. Esa sensación pesada que se atoraba en su garganta y que no les dejaba ni respirar era demasiado molesta pero no podían evitarla… no cuando eran conscientes de que lo que hacían no debía ser.

- debemos dejar de hacer esto- habló por fin Kagami sin mirar al moreno recostado a su lado. Sentía la boca seca y no por el sexo, sino por esa maldita sensación atravesada en su tráquea que no le dejaba ni pasar saliva- esta fue la última vez

- siempre dices lo mismo y aquí estamos- sonrió presuntuoso mientras cruzaba los brazos por debajo de su cabeza. Estaba arrepentido, sí, pero eso no quitaba que hubiese sido un buen polvo para calmar sus hormonas- admítelo Bakagami, lo disfrutas tanto como yo… y estoy seguro que tus vecinos opinan lo mismo

- idiota- fue entonces que el pelirrojo ladeó su cabeza hacia él y lo miró con el ceño fruncido, cosa que terminó molestando a Daiki también- si realmente amas a Kuroko no deberías buscar a otro cada vez que se te calienta la polla

- y si tú te dices su amigo, deberías dejar de abrirme la puerta

- púdrete imbécil- se levantó furioso, no sin perderse la oportunidad de arrojarle su polera a la cara como una forma de infantil venganza. No cabía duda que Aomine no tenía corazón- cierra cuando te vayas Ahomine, y no olvides llevarte tus trapos contigo, no quiero ver rastro tuyo de nuevo en mi departamento- Y tras decir aquello se encerró en su habitación, y por el chirrido que se escuchó, había echado el seguro también.

Aomine chasqueó la lengua y endureció sus gestos con molestia; había planeado mantener al pelirrojo clavado contra el suelo toda la noche hasta quedarse seco, asegurándose así de no atacar a alguien tan puro como Kuroko… al menos no de momento. Pero ese maldito egoísta siempre arruinaba sus planes de alguna manera. Cuando pudo respirar con normalidad, usó el short de Bakagami para  secar sus partes antes de vestirse y salir del departamento, no sin antes cerrar bien la puerta como el pelirrojo le pidió.

*******************************

A la mañana siguiente un mensaje de Satsuki le despertó. Parecía que ya era tarde y la pelirrosa le sermoneaba por no estar en la escuela aún. Pero Aomine, ni con las amenazas de la chica se levantó; ese día simplemente no tenía ganas de escuela, entrenamientos o tareas, Kagami había extinguido cualquier deseo de productividad con aquella discusión del día anterior. Enredándose entre las cobijas, el moreno se preguntó cómo es que el pelirrojo era tan idiota; le había dicho miles de veces que lo que tenían era algo físico y que le restara importancia, pero Kagami siempre terminaba por sacar el tema a flote.

Debía poner el ejemplo y no pensar en ello.

Apagó el celular para evitar a Satsuki y cualquier discusión que quisiera empezar y siguió durmiendo a sus anchas hasta ya pasado el mediodía, cuando su estómago le exigió algo de comida. Se levantó sin mucho ánimo y se adentró en la cocina; vivía prácticamente solo y su madre no cocinaba, así que la comida instantánea abundaba en su nevera y despensa. Se preparó un ramen instantáneo y volvió a su habitación, donde soltó un suspiro… quizá no tenía ánimos de nada pero sus preciadas revistas estaban por todos lados, hasta él admitía que todo era un completo desastre en su alcoba, debía ordenar un poco si no quería tropezar y morir de una contusión en la cabeza o algo.

Con sus pies, Daiki fue juntando sus revistas en un solo punto para formar una sola fila y finalmente se sentó en el suelo mientras comía. No era muy organizado pero sus preciadas revistas lo merecían; le gustaba clasificarlas por el tamaño de las tetas de las modelos, y en primer lugar estaba su preciada Mai-chan. Se tomó el tiempo para hojear un poco y revisar cada curva de las chicas; esos trajes diminutos y traslúcidos eran simplemente deliciosos, como si las modelos no llevaran nada puesto

-  [esta se parece a Tetsu]- pensó Aomine al ver una chica delgada de peo corto y la piel tan blanca como la leche, justo como su bajito novio. La mujer era escultural, de grandes pechos y cara inocente como le gustaban; sin embargo estaba seguro que la lencería que llevaba puesta quedaba mejor en el peliceleste. Tragó lento de sólo imaginar a Kuroko portando ese atuendo, el cual resaltaría su pálida piel… joder, tenía que regalarle un traje de esos en navidad.

Extendió la revista en el suelo y la miró fijamente. Colocó su palma sobre la hoja de tal forma que parte de su mano tapara el rostro de la chica mientras la otra fue directo a sus pantalones cortos, los cuales no tardó en abrir. Imaginar a Kuroko con esa ropa y haciendo todo tipo de poses eróticas había sido suficiente para poner en firmes a su pene. Sus manos envolvieron su propia erección y sus caderas iniciaron un ligero movimiento… joder, incluso si no estaba tenía tantas ganas de follar a Tetsu hasta partirlo a la mitad.

Pero algo en su método no estaba funcionando del todo, necesitaba hacerse una imagen mental más clara del peliceleste con ese traje, además de que su brazo comenzaba a dormírsele por la posición. Aomine no era muy brillante, pero cuando se trataba de una buena paja era todo un genio; pegarle una foto de Kuroko a su revista le sonó a un fetiche demasiado raro hasta para él, así que optó por encender su celular y sólo echar un vistazo a las fotografías de su novio para tener una imagen más clara.

Apenas encendió el celular, éste comenzó a sonar como loco, cortándole la inspiración; entre llamadas perdidas, correos y mensajes, tenía unas 78 notificaciones de la misma persona… su pelirrosa amiga.

- joder Satsuki, consíguete un novio- gruñó molesto el moreno mientras iba borrando uno a uno los mensajes de a chica hasta que se encontró con uno que, de hecho, era de otro remitente; Tetsu le había enviado un mensaje hace unos quince minutos.

- “Momoi-san ya me dijo que no fuiste al colegio hoy”- chasqueó la lengua, esa pelirrosa era una chismosa- “Si estás libre esta tarde, ¿puedes acompañarme a un sitio? He querido ir desde que abrió”- el moreno parpadeó confundido, era raro que Tetsu le pidiera algo así

- “De hecho prefiero quedarme en casa hoy”- mientras respondía siguió masajeando su miembro; hablar así con Kuroko le estimuló más que imaginarlo en una revista- “¿Por qué no le pides a alguno de tus amigos que te acompañe?”

- “porque quería ir contigo”- ese último mensaje bastó para bajarle el libido de un solo tajo una vez más; ¡¿en qué demonios estaba pensando en rechazar una oferta así?! ¡¡Su novio acababa de pedirle una cita!! ¡¡Su primer jodida cita oficial!!- “Si no puedes ir está bien”

- Iré!!!- se apresuró a responder, le encantaba manosearse pero ver a su pareja en una cita fue prioridad… quizá se estaba volviendo loco- “Sólo dime el lugar y la hora, ahí estaré”

***********************

Ya eran pasadas las seis de la tarde cuando Aomine finalmente se reunió con su pareja y, parados junto a una gran fila, contemplaron el sitio al que el peliceleste quería ir. Decir que se le secó la garganta al moreno era poco; sus manos ya temblaban nerviosas y el sudor comenzaba a mojar su playera… ¿en serio Kuroko quería ir a ese sitio? La fachada desgastada y las letras ilegibles debido a lo torcidas que estaban no auguraban nada bueno

- … ¿una… casa del terror?- murmuró el moreno con miedo, detestaba ese tipo de lugares, y sobre todo a los fantasmas- ¿estás seguro Tetsu? La fila es muy grande y seguramente cierran antes de que lleguemos a la entrada. Será mejor ir a otra atracción menos atiborrada- estaban en un parque de diversiones después de todo, pero la fila más larga la tenía la casa del terror por ser la nueva atracción

- es uno de los sitios más populares dentro del parque, dudo que lo cierren temprano. Además una casa del terror se disfruta más en la noche- su mano tiró de la manga del moreno y le obligó a formarse en aquella larga fila a esperar su turno.

Cuando su turno llegó el sol ya estaba oculto casi en su totalidad y ahora la única luz con la que contaban era la de una lámpara parpadeante y opaca, seguramente para darle más ambientación. Pagaron su boleto en taquilla, el cual le pareció exageradamente caro, y esperaron hasta formar un pequeño grupo de cinco personas; eran ellos dos y tres chicas que no paraban de reírse de la cara de susto que tenía Aomine sin siquiera haber entrado a la bendita casa; les hubiera partido la cara de no ser porque estaba seguro que Kuroko intervendría.

- Puedes tomar mi mano si tienes miedo, Aomine-kun- el mencionado le hubiese respondido de mala manera a su pareja por el comentario de no ser porque una pequeña sonrisa apareció dibujada en sus labios. Las expresiones de Kuroko eran un enigma y ver una de ellas tan inesperadamente le aceleró el corazón

- sólo admite que el que tiene miedo eres tú -respondió para no quedar en ridículo frente a esas chicas y sin pensarlo dos veces tomó la mano de su novio, ignorando el murmullo de aquellas estúpidas mujeres.

Sin embargo su valentía no le duró mucho al ver el letrero que les daba la bienvenida:

“No se permite el acceso a personas embarazadas, claustrofóbicas o que padezcan enfermedades respiratorias o cardiacas. Las personas que ingresen deberán permanecer juntas en todo momento y no deberán salirse del sendero, o de lo contrario no aseguramos que salga. Buen Día”

No era el mejor mensaje pero ya estaban ahí, tendrían que seguir adelante. Al atravesar la delgada cortina negra que los adentraba a aquel lúgubre lugar, una sensación fría recorrió la espina dorsal de Daiki; estaban en una pequeña habitación oscura de luz roja, con cuadros horripilantes que parecían mirarle. En medio del cuarto les esperaba un tipo de elegante traje negro que se hubiese visto más amigable de no ser por la piel podrida que colgaba de su cara y esos intensos ojos verdes que parecían brillar en esa habitación carmesí.

- buenas noches- habló el tipo con voz gutural y poderosa- detrás de estas puertas se esconden los miedos más grandes de la humanidad, ¿están listos para enfrentarlos?- sus labios se tornaron en una macabra sonrisa, haciendo que las chicas que los acompañaban se abrazaran entre ellas- no se preocupen, si este sitio es demasiado para ustedes, hay salidas de emergencia en la esquina derecha de cada habitación… claro, si es que pueden llegar a ellas con vida…- el sujeto avanzó unos pasos a la siguiente puerta, y sin más la abrió con las dos manos, haciéndola rechinar- Welcome to Hell*- se inclinó en una reverencia mientras se hacía a un lado para dejarles pasar. Las chicas no se despegaban la una de la otra y Aomine; bueno, ellos seguían tomados de la mano, aunque el que más temblaba era el moreno, sobre todo al pasar junto al tipo con esa mirada de desquiciado.

El grupo de chicos dio un brinco con el crujido de la puerta al cerrarse, dejándolos a merced de lo desconocido. La poca luz que había iluminaba lo suficiente para hacerles notar que todo tipo de monstruos y espectros gruñían y les gritaban a la vez que tiraban de las pesadas cadenas que los mantenían empotrados a las paredes, dando la sensación en que escaparían en cualquier momento. Las tres chicas gritaron bajito sin soltarse la una a la otra; en cambio Aomine inconscientemente se pegó lo más posible a la espalda de su novio, anteponiéndole como escudo si una de esas cosas llegaba a soltarse. Con las rodillas temblando, continuaron su camino a pasos cortos y sin dejar de vigilar a todos esos ojos que les observaban; a pesar de las luces el sitio no ayudaban demasiado, pudieron seguir gracias a una serie de foquitos al ras del suelo, las que a su vez también indicaban el camino del que supuestamente no debían salir.

Repentinamente una de las criaturas, un monstruo de piel pálida amarrado con camisa de fuerza, logró soltarse de sus ataduras y se retorció en el suelo mientras echaba espuma por la boca. Sus ojos inyectados en sangre no tardaron en enfocarlos y, como un bicho, comenzó a arrastrarse directamente hacia ellos, los gritos de las jovencitas no tardaron en hacerse más ensordecedores y cada una corrió por un camino distinto, ignorando las advertencias del extraño sujeto de la entrada. Él y Kuroko por su parte corrieron hacia adelante, donde estaba la otra puerta; pero el peliceleste mas bien fue arrastrado hacia allí pues el moreno se encargó de sacarlo de ese sitio tirando tan fuerte de su brazo que algo pareció crujir en su hombro, pero le dio igual; sólo quería seguir. Sin embargo, la siguiente habitación era más oscura que la anterior.

- joder, eso estuvo cerca- los fuertes latidos de su corazón taladraban sus oídos y las manos le sudaban frío; no le agradaban ese tipo de cosas, y si estaba ahí era porque su novio había pedido irle. Seguro Tetsu debía estarla asustado también, era buen momento para ponerse un poco meloso, mas al girarse al ver al otro rápidamente frunció el ceño; no parecía estarla pasando tan mal como él- ¡¿Que acaso no te dio miedo?!

- te equivocas- sus enormes ojos celeste, fríos e inexpresivos, se giraron hacia él para observarle- estoy paralizado de miedo

- ¡¡Mentiroso!!- gritó- ¡eso me molesta de ti Tetsu! ¡Siempre est…!- Aomine estuvo a punto de soltar las palabras más hirientes que le pudo haber dicho a  su novio  en la vida cuando un sonido extraño interrumpió su discurso. Era ruidoso y constante, como un eco metálico que erizaba la piel. Había visto suficientes películas de terror para intuir lo que era- oi, Tetsu…- murmuró mientras instintivamente miraba a todos lados- ¿eso es una…?- sus miedos se hicieron reales al ver, justo al otro lado del sendero luminoso de la habitación, un corpulento hombre con un espantoso maquillaje de payaso. Y entonces volvió a tirar de la cadena que activaba el mecanismo de su arma mientras comenzaba a caminar a cortos pasos- ¡un… payaso con motosierra!- aquel sitio cada vez se parecía a una película de terror, y como en todas las películas e incluso videojuegos, ese tipo de “enemigos” siempre caminaban muy lento.

O eso pensó Aomine hasta que el tipo levantó la sierra en el aire y comenzó a correr hacia donde estaban ellos. El moreno reaccionó instintivamente; tomó con fuerza el brazo de Tetsu nuevamente y comenzó a correr como si se le fuese la vida en ello. Sin embargo, por alguna razón, no era sencillo avanzar en ese sitio, el piso era demasiado accidentado y le hacía tropezarse con sus propios pies, haciendo que la distancia con el loco de la sierra fuese cada vez más corta…¿qué clase de enfermo había sido el creador de esa atracción? ¡se suponía que una casa del terror debía darte miedo, no marte de un infarto! No se quedaría en esa desquiciada casa del terror para que, literalmente, lo mataran del susto, quería salir de ahí YA. Era difícil guiarse en la oscuridad pero, si recordaba bien el sitio por donde había entrado y las palabras de su anfitrión, debía ir a la derecha.

No pasó mucho tiempo cuando, a lo lejos, por fin vio un pequeño letrero luminiscente en lo que suponía era la pared, con la palabra “Exit” escrita; casi pudo escuchar el coro de los ángeles. Sin pensarlo dos veces se dirigió hacia allá, sin embargo, unos cuantos pasos adelante un peso muerto le hizo detenerse de golpe. Cuando el moreno miró hacia atrás, a unos cuantos pasos de él, pudo ver a Kuroko arrodillado con el suelo mientras parecía luchar por respirar.

- ¡¡Tetsu!!- miraba alternadamente a su novio y la puerta que lo llevaba a su libertad, estaban tan lejos el uno del otro o eso le parecía- ¡joder Tetsu, ¿y así te llamas un jugador de baloncesto?!- conocía al peliceleste y su terrible condición física, para él había sido sencillo correr y podía seguir haciéndolo, pero Tetsu estaba a su límite.

El ruido de la motosierra se escuchó mucho más cerca, y entre las penumbras, el payaso de la sierra salió, levantando su arma contra el indefenso Kuroko, como si le fuese a cortar la cabeza de un movimiento. Quizá estaba asustado pero no iba a abandonar a Tetsu… corrió directo al tipo y, haciendo uso de la destreza física brindada por ser de los mejores jugadores de baloncesto, le tiró una patada a la cara y lo tumbó antes que tocara a su adorado novio. Apenas el enemigo estuvo eliminado, cargó a Tetsu en brazos y corrió con él como el típico caballero cargando a su princesa, hasta que finalmente atravesaron la puerta de salida…

******************************

Esa cita no fue lo que Aomine esperaba; además de ese terrible susto que le provocó la bendita casa del terror, tuvo que pedirle disculpas al tipo que hacía de payaso asesino pues al parecer con la patada le tiró un par de dientes. Tras ser vetado del parque de diversiones por al menos los siguientes diez años, el moreno llevó a casa a su novio.

- Aomine-kun…- después de ya un largo rato en silencio, el peliceleste le habló apenas estuvieron frente a su casa- ese sitio... sí que dio miedo, ¿verdad? Si estás muy asustado como para regresar a casa solo, puedes quedarte a dormir conmigo

- ¡eres un…!- estaba a punto de maldecirle como nunca lo había hecho en su vida cuando, repentinamente, la pálida mano de Tetsu tomó la suya con suavidad. Por alguna razón, su mano le pareció más tibia de lo normal

- quédate, Aomine-kun- la mente del moreno se quedó en blanco; con ese rostro indiferente era imposible saber lo que Tetsu pensaba… pero tampoco se podía negar cuando apretaba de esa manera su mano…

Continued…

Notas finales:

qué les pareció la mezcla de hard y terror? xD segun yo quedó muy buena, pero la útima palabra la tienen ustedes... qué creen que planeé Kuroko? habrá lemon de a pareja principal? entre Kagami y Aomine quién es más idiota? descúbranlo en el siguiente episodio (?)

Feliz Halloween y Día de muertos owo/

gracias por leer! nos vemos en el siguiente capi!! owo/


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).