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Entre cielo y tormenta por Joker96

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Notas del capitulo:

No se si ya vieron la película de pantera negra, pero si no, definitivamente tienen que verla. ¡ES ASOMBROSA!... ah, y espero que disfruten del capítulo :3

Avery POV

 

Cuando llegamos a la recepción, notamos que ya habían llegado la mayoría de los invitados. La decoración era una combinación entre plateado y blanco, y el salón era bastante espacioso. Todas las mesas estaban alrededor de lo que era la pista de baile. Y casi hasta el fondo, se encontraba la barra libre. Pasando por un grupo de personas, logramos localizar a Amelia y a mi padre, quien sorprendentemente se estaba despidiendo de forma cordial con Carol. Al parecer ya habían aclarado un par de cosas.

 

Caminé hasta ellos, con Camila colgada de mi brazo, y mis abuelos detrás nuestro.

 

— Pero miren que par hace acto de presencia finalmente. — dijo mi padre al ver a mis abuelos.

 

— Siempre es un gusto verte James. Y a ti también, Amelia. — dijo mi abuela, con su caracterizada sonrisa.

 

— Lo mismo digo señora Ness. — Amelia dijo, con educación.

 

— Amelia querida. — negó. — Dime Margaret, o Maggie, basta de formalismos. — pidió mi abuela abrazando a la mujer.

 

— ¿Como va el trabajo James? — le preguntó mi abuelo a mi padre, después de haberle dado un apretón de manos.

 

— Bien, pero algo agitado, ya sabes que el trabajo de un periodista nunca termina.

 

Al final de los saludos, decidimos tomar asiento, tenía a Camila a mi izquierda y a mi abuelo Jared a mi derecha. Era una mesa redonda y aún faltaban dos asientos por llenar.

 

— ¿Creen que esos asientos estén ocupados? — pregunté.

 

— Lo están. — afirmó mi padre. — Ahí se sentarán la prima Julie y su esposo.

 

— Oh, genial.

 

Julie era prima segunda de mi madre, era agradable, pero casi no la conocía, de hecho, ni sabía que ya se había casado.

 

— Mesero. — llamó mi abuelo, al ver a un muchacho de servicio caminar junto a nuestra mesa.

 

— Sí señor. — respondió con las manos tras la espalda.

 

— ¿Podría traer seis copas de vino blanco, por favor?

 

— Cuatro. — cortó mi abuela. — Avery y Camila aún son menores de edad, Jared.

 

Reí negando.

 

— Vamos Margaret, tienen veinte años, ya son otros tiempos. — se quejó mi abuelo.

 

— Está bien señor, yo de hecho quiero un refresco de lima. — dijo Camila, de forma amable.

 

— De acuerdo, ¿y tú, Avery?

 

Miré a mi abuela que me miraba de forma dura y decidí ir por el camino seguro.

 

— Lo mismo que Camila abuelo.

 

El mesero asintió y se fue, con la intención de volver con las bebidas.

 

— Dios, sin alcohol esta fiesta va a ser aburrida. — me quejé, susurrando junto a Camila.

 

— Solo se paciente, dudo que tú abuela quiera vigilarnos durante toda la fiesta. — susurro Camila de vuelta.

 

Suspiré recargando mi espalda en el asiento.

 

— Escuché que vas a ir a un campamento mañana. — me comentó mi abuelo, pasando su brazo por mis hombros.

 

— Así es. — afirme. — Pero será solo por un mes.

 

— Recuerdo la última vez que yo fui a un campamento. Jugaba en el equipo de fútbol americano en la preparatoria y había ido con los demás jugadores. Los entrenamientos eran agotadores, pero cuando teníamos tiempo libre íbamos al pueblo que estaba cerca, recuerdo que había muchas chicas lindas ahí. — soltó una risa. — Fueron buenos tiempos.

 

— Apuesto a que sí. — concorde.

 

— Los romances a tu edad son de los mejores y más si solo son de verano, ten en cuenta eso. — me aconsejó, casi susurrando para que mi abuela no lo escuchará.

 

Rei, enfocando mi vista en la morena, quién me miro divertida.

 

— Lo tomaré en cuenta abuelo. — le prometí.

 

La fiesta poco a poco iba tomando su forma y la música invadía el lugar. La gente se veía animada y entretenida, ya sea bailando, bebiendo o charlando. De hecho, mis abuelos se encontraban en la pista, cosa que Camila y yo aprovechamos para ir a la barra, y finalmente empezar la fiesta.

 

— ¿En qué puedo servirles señoritas? — preguntó el hombre que atendía la barra.

 

— Una copa de Chardonnay para la señorita, y un whisky en las rocas para mí por favor. — le pedí mostrando mi identificación falsa.

 

— Por supuesto. — asintió.

 

Poco tiempo después el hombre nos tendió las bebidas, lo cual le agradecimos.

 

— Bueno ya hicimos la travesura que tanto querías, ¿y ahora qué? — cuestionó Camila, dándole un sorbo a su copa.

 

— No lo sé, dame tiempo para pensarlo.

 

— Vaya, vaya. Pero mira quién tenemos aquí, Richie. Nada más y nada menos que a Very.

 

Casi solté un gruñido ante el sonido de esa irritante voz que por desgracia muy bien conocía. Y odiaba ese sobrenombre.

 

— Tiempo sin verte ver ¿Ya te cansaste de esconderte de nosotros?

 

Eran mis primos, Richie y Dominic, quienes tanto me molestaban desde que tenía memoria, y que por obvias razones jamás me agradaron.

 

— No te creas tanto Dominic. — le escupí, tomando un largo trago de mí bebida, hasta dejar el vaso vacío.

 

— ¿Te está molestando esta chica? — le preguntó Richie a Camila, señalándome.  

 

— De hecho, yo estaba perfectamente bien hasta que llegaron ustedes. — le dijo la morena con cierta molestia.

 

Dominic y Richie se miraron, sin saber qué responder.

 

— Ya la oyeron, será mejor que se vayan. — les dije con desprecio.

 

— Apuesto a que la contrataste. Es demasiado bonita como para salir contigo gratis. — escupió Richie con el ceño fruncido.

 

— ¿Cuánto cobras la hora, preciosa?

 

Ante la pregunta de Dominic hacia Camila, vi rojo. Deje el vaso vacío en una mesa cercana, y tome al chico del cuello de su camisa. Tenía una sonrisa burlona en el rostro, que me puso furica.  

 

— ¿No te enseñaron a respetar a las mujeres, imbécil? — siseé apretando el agarre.

 

— Hey tranquila tigre. — dijo Richie tomando mi hombro apretando a manera de advertencia.

 

Pero lo ignore y no aparte mi vista del chico que tenía frente mío.

 

— Avery, por favor, cálmate. — la voz de Camila sonaba preocupada. — No vale la pena.

 

— Si. Escucha a la chica Very, huye como siempre lo haces. — me reto Dominic con burla.

 

— Avery. — dijo Camila, esta vez con más firmeza.

 

— Vamos Camila. — gruñí. — ¿Que no escuchaste lo que dijo de ti? Merece que le parta la cara. Cómo mínimo.

 

— No Avery. — suspiro. — No te rebajes a su nivel. Tu eres mejor que él. — insistió.

 

Sentí como su mano pasaba por mi brazo, tratando de calmarme. Era algo gracioso, por lo general Camila no me detenía en estas situaciones, al contrario, la mayoría del tiempo era mi compañera de batalla. Pero supongo que crear caos en una boda era cruzar una línea.

 

— ¿Que vas a hacer Very? — me presionó Richie, quién no se había movido de lugar, al igual que su hermano.

 

Resople, y de un empujón aparte a Dominic de mí, sacudiendo mis manos.

 

— No pienso perder mi tiempo con ustedes, par de inútiles. — dije con indiferencia. — Tengo mejores cosas que hacer.

 

— ¿A si? ¿Cómo qué? — reto uno de ellos.

 

Mire a Camila que me brindo una sonrisa, y tome su mano.

 

— Como invitar a esta hermosa mujer a bailar.

 

Sin querer oír que más podían decir esos dos, guíe a Camila junto conmigo hacia la pista de baile. La melodía suave y lenta me incitó a tomar su mano y posar mi otro brazo en su cintura. Ella hizo lo propio y dejó su mano libre caer en mi hombro.

 

— La última vez que bailamos así, fue en el baile de graduación en la preparatoria. — murmuró Camila, apoyando su mejilla cerca de mi cuello.

 

— Lo recuerdo. — dije. — Te terminaste hartando de tu cita y corriste a mis brazos; literalmente.

 

— Cierto. — río. — Era Kevin Dennis, ¿lo recuerdas?

 

— Si, era el capitán del equipo de baloncesto.

 

— Hui de él por sus manos escurridizas. Entendí el porqué era tan bueno en ese deporte.

 

Ante lo que dijo la morena, no pude evitar soltar una carcajada.

 

— Kevin era un mujeriego. ¿Qué esperabas de él realmente?

 

Camila se encogió de hombros.

 

— Creo que es algo que tienen los deportistas. — soltó, mirándome con picardía.

 

La mire sorprendida y con la boca abierta.

 

— ¿Disculpa?

 

La morena solo ocultó su rostro en mi cuello, mientras reía.

 

— Lo siento, pero no puedes negarlo.

 

En vez de responder, logré que Camila girará al ritmo de la música y de manera perfecta, volviera a mis brazos.

 

— No negare o aceptare esas acusaciones, pero ten en cuenta que te tengo en mis brazos. Y puede que, por accidente, termines en el suelo.

 

Ante mi amenaza, Camila me dio un ligero golpe en el brazo.

 

— Ni se te ocurra. — amenazó, picándome con su dedo.

 

Sonreí de medio lado, y la hice girar nuevamente.

 

--


Camila POV

 

Avery y yo seguimos bailando, ya sin amenazas y burlas de por medio, simplemente dejándonos llevar por el ritmo. Hasta ahora nos estábamos divirtiendo, algo que teníamos en común ella y yo, era que podíamos divertirnos con facilidad. Nos gustaban las fiestas y las disfrutábamos, más aún si estábamos juntas.

 

Avery se estaba riendo conmigo aún en sus brazos, cuando se detuvo, y volteo al suelo. Cuando yo seguí su punto de visión, me topé con una niña, de no más de cuatro años, con un vestido verde pastel, pelo castaño casi rubio y ojos verdes. Sus manitas estaban aferrándose al pantalón de la ojiazul.

 

Avery me soltó y se puso a la altura de la niña.

 

— ¿Que se te ofrece linda? — ante su pregunta, la niña sonrió de forma tímida y adorable.

 

— Quiero bailar. — murmuró.

 

Avery me miró, y no supe qué decirle, solo me encogí de hombros con una sonrisa hacia la pequeña.

 

— ¿Conmigo? — se señaló y la niña asintió. — Ya veo… tendrás que preguntárselo a ella primero. — me señaló. — Se supone que vengo con ella y es algo celosa. — esto último se lo dijo como si fuera un secreto.

 

La niña me miró, con curiosidad, inclinando ligeramente su cabeza hacia un lado.

 

— ¿Me la prestas? — preguntó señalando a Avery, pero sin apartar su mirada de la mía.

 

Me lleve una mano hacia mi barbilla, fingiendo que pensaba.

 

— ¿Estás segura de que la quieres a ella? — le pregunté.

 

La niña asintió con convicción.

 

— Está bien. — dije y me incliné un poco a su altura. — ¿Cómo te llamas cariño?

 

— Alice.

 

— Bueno Alice, es toda tuya, pero ten cuidado que no baila muy bien y puede pisar tus pies.

 

— Eso es mentira. — señaló Avery, haciéndose la ofendida. Y haciendo reír a Alice.

 

— Yo le enseño. — dijo la niña, tomando la mano de Avery.

 

— Suerte con eso. — acaricié la cabeza de la niña y le di una última mirada a la ojiazul.

 

Avery me guiño un ojo, sacándome una sonrisa, y sin más me aleje de la pista de baile.

 

Decidí volver a la barra y pedí ahora una copa de vino blanco, cuando tuve mi bebida, dirigí mi vista hacia la pista y pude visualizar a Avery bailando con Alice. La niña estaba dando giros gracias a la guía de la chica, y se estaba riendo, claramente disfrutando del baile. Sin apartar mis ojos de las dos, una sonrisa surco por mis labios, ver a Avery comportándose de esa manera se sentía cálido, era muy lindo verla así.

 

Sentí como alguien tocaba mi hombro, y aparte mi mirada de Avery y Alice para toparme con la de Amelia.

 

— ¿Te la estás pasando bien? — me preguntó.

 

— Si, todo bien.

 

— Que bueno, ¿dónde está Avery?

 

Señalé la pista de baile y Amelia frunció el ceño, hasta que encontró a su hijastra, bailando con la pequeña.

 

— Aww que tiernas. — expresó conmovida. — Será una buena hermana mayor algún día.

 

Casi me atragante con el vino, ante las palabras de Amelia.

 

— No me digas que…

 

— No, no, cariño. — negó. — Pero quién sabe y algún día. — se encogió de hombros. — Y si no, al menos se ve que será buena madre.

 

Si no fuera porque ya no estaba bebiendo, también me hubiera atragantado ante esas palabras.

 

— Si, creo que sí. — logré decir, después de reponerme.

 

— La voy a extrañar estas semanas.

 

— Te entiendo. — dije jugando con mi copa.

 

— Creo que tú la vas a extrañar un poco más que yo. — dijo Amelia tomando mi hombro, con cierta firmeza.

 

Asentí, mirando el suelo. La verdad es que no quería seguir esta conversación, o al menos no en esa dirección. Me mordí el labio inferior, y volví a dirigir mi mirada hacia Avery, quien seguía bailando con la niña de ojos verdes.

 

Por fortuna, Amelia cambio el tema, y durante unos minutos más seguimos conversando. Durante ese lapso, Avery había terminado su sesión de baile con Alice y camino hacia nosotras, con una ligera sonrisa plasmada en el rostro.

 

— Voy a ir a buscar a mi esposo. — dijo Amelia, pero antes de eso, se acercó a Avery y le dijo algo que no alcance a escuchar.

 

Una vez que terminó de hablar con la ojiazul, se fue a buscar a James. Cuando menos me di cuenta, Avery ya estaba frente a mí.

 

— ¿Y la chica linda con la que estabas bailando? — le pregunté con mofa.

 

Ella se encogió de hombros.

 

— Me cambio por el niño de los anillos.

 

— Estás perdiendo tu toque entonces.

 

— Ya quisieras. Lo que bien se aprende nunca se olvida. — se defendió.

 

— ¿Así? Demuéstralo entonces. — le rete. — Enséñame tu movimiento de conquista.

 

— Por favor. — se jactó. — Tengo muchos Mila, tendrás que ser más específica. — se cruzó de brazos.

 

— Bueno, ¿Cuál usarías en una situación como esta?

 

Avery soltó una risa incrédula y me miró algo sorprendida.

 

— No estás hablando en serio. — la miré alzando una ceja.

 

— ¿Tienes miedo de no ser tan buena como dices? — la provoque.

 

Me miró con los ojos entrecerrados, claramente cayendo ante mis palabras.

 

— La verdadera pregunta es si tú podrás soportarlo. — dijo con una sonrisa traviesa.

 

— Pruébame. — Avery abrió más la boca y soltó una carcajada negando repetidamente con la cabeza.

 

— Está bien, está bien. Si tanto insistes. — cedió. — Creas o no, no tiene mucha ciencia, de hecho, es fácil en una situación como está. Es una boda, por lo general muchas mujeres son más vulnerables en este tipo de fiestas. — explicó, acercándose un poco más hacia mí. — Solo tienes que seguir los pasos correctos.

 

— ¿Y cuáles son? — ya a este punto, estaba realmente interesada en lo que Avery podría decir.

 

Ella, sin borrar su sonrisa traviesa, me miró fijamente a los ojos. Y me di cuenta, de que no solo su sonrisa denotaba travesura, sus ojos también.

 

— Supongamos, que después de haber explorado el perímetro, encontramos a la chica que queremos, en este caso eres tú. — dijo. — El primer paso es observar que llevas puesto, y que estás bebiendo. Una vez que haya descubierto eso, hay que acercarse, pero con sigilo, sin llamar la atención.

 

— ¿Pero que no tu intención es llamar mi atención? — indague, frunciendo el ceño.

 

— Claro, pero está comprobado que la primera impresión es la más importante, así que tengo que enfocarme en eso. Cuando haya decidido acercarme, tiene que ser inesperado, así que me acerco por tu espalda. — Avery, queriendo explicarse mejor, se puso tras de mí. — Aquí es donde todo empieza. El primer toque tiene que ser suave pero firme, sin titubeos. La seguridad es fundamental en estos casos. — dijo, tomando mi hombro.

 

Instintivamente, volví a estar frente a frente con ella. En su rostro estaba plasmada su mejor sonrisa.

 

— ¿Luego qué? — pregunté curiosa.

 

— Tiene que haber contacto visual, hay cosas que solo podemos expresar con los ojos. — explicó. — Solo mírame.

Lo hice, pero no encontré nada que no hubiera visto antes. Pero no en el mal sentido, esa mirada intensa y azul, ya la había visto antes. Y, aun así, seguía teniendo un efecto en mí, como si en vez de verme, me estuviera leyendo.

 

— ¿Y después? — atiné a preguntar.

 

— Sin dejar el contacto visual, se tiene que acortar la distancia, y se tiene que mostrar la mejor sonrisa. — paso a paso, lo que estaba diciendo, lo estaba haciendo. — Este es el paso más importante, tienes que saber muy bien que dirás. Yo en lo personal, siempre trato de notar en qué aspecto parece que se esforzó más, ya sea en el cabello, en el vestido, en sus ojos… por ejemplo, yo noto que tú tomaste más interés en tu vestido. — instintivamente, miré mi vestido por unos segundos. — ¿Me equivoco?

 

— No, sigue.

 

— Bueno, tengo que halagar tu vestimenta, de tal manera, que sepas que te he estado observando. Pero sin decírtelo directamente. Eso normalmente hace que las chicas sientan cierto poder en ellas. — comentó, pegándose un poco más hacia mí. — ¿Lo estás entendiendo? — me preguntó, susurrando.

 

Sin apartar mi mirada de la suya, atiné a asentir.

 

— Hasta ahora lo único que veo es que quieres algo de mí. Pero no sé qué exactamente.

 

— Pero te das una idea. — dijo Avery con una sonrisa.

 

— Son varias opciones. — me encogí de hombros.

 

— Justo en el momento en que estás pensando eso, es cuando yo me presento. Porque simplemente ya no quiero ser una desconocida para ti.

 

— Eso sonó algo romántico en realidad. — señalé.

 

— Es que me gusta que griten mi nombre.

 

Abrí la boca, mirando a la ojiazul con incredulidad.

 

— ¡Avery!— exclamé, dándole un golpe en el hombro.

 

— Auch Mila, ya te había dicho de mi brazo. — hizo un puchero, sobando su hombro.

 

— Eres una pervertida. — la mire con los ojos entrecerrados.

 

— Vamos me has oído decir cosas peores. — bufo girando los ojos.

 

Iba a responder, pero me di cuenta de que tenía razón.

 

— Bueno ya. Nos estamos desviando del tema.

 

— Ya no importa, mejor vamos a bailar.

 

— Pero quería saber. — me quejé.

 

— No es mucho lo que queda. Te invito un trago, te impresionó con algunas historias, y al final te invito a bailar.

 

— Así que quieres saltarte los pasos, e ir directo al grano. — le recrimine.

 

— No Camila, esto ya no tiene nada que ver con eso. — dijo tomando mi mano y jalando de ella. — Tú nunca has tenido que ver con esto.

 

— No sé si eso es bueno o malo.

 

— Nada que tenga que ver contigo es malo.

 

La miré sin saber que más responderle, pero no tuve que hacerlo, Avery me llevo una vez más a la pista de baile, y logró que despejará mi mente, disfrutando mi tiempo con ella al compás de la música.

 

 

 

 

Notas finales:

Nos vemos en el próximo cap, tengan una buena semana <3


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