Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Entre cielo y tormenta por Joker96

[Reviews - 34]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Nuevo capítulo y poco a poco nos acercamos a las zonas rocosas, no me gusta vivir el drama, pero creo que disfruto escribirlo jejeje 7u7

Avery POV

 

Decir que los entrenamientos eran duros era quedarse corta, nos estaban machacando. Tenía la teoría de que no les importaba mucho el hecho de que alguien pudiera morir, estábamos en medio de la nada, no habría mucho problema con ocultarlo.

 

— ¡¿Qué estás haciendo Preston?! ¡Es la segunda colocación que pasas por alto! — exclamó el entrenador señalando la red.

 

Suspiré colocando mis manos en mi cintura, tratando de mantener mi respiración.

 

— Estoy agotada coach, creo que deberíamos descansar. — con solo decir eso, las demás empezaron a hablar dejando en claro que estaban de acuerdo conmigo.

 

— Quince minutos. — tajo el entrenador West, un tanto molesto.

 

— Si muero, díganle a mi vecina Madeleine, que la empezaba a querer, y mucho. — dijo Samantha tirándose al piso de la cancha.

 

— Si sobrevivo lo haré. — suspiré acostándome al lado suyo.

 

El retiro en si no era tan malo. Era un bonito lugar con un clima agradable, y en parte sí estaba teniendo la oportunidad de conocer mejor a mis compañeras, pero los entrenamientos eran un total infierno. Y extrañaba a mi familia, a Camila, incluso a Jax.

 

— Hoy recibimos correo. — apuntó Hanna, sentándose y empezando a zambullirse una botella de agua entera.

 

Aunque era nueva se estaba adaptando de una muy buena manera. De hecho, me estaba cayendo muy bien.

 

— Sé que ya solo nos queda una semana, pero por dios, el tiempo aquí pasa muy lento. — dije pasando mis manos por mi rostro cubierto de sudor.

 

Samantha y Hanna solo asintieron, mostrando su empatía. Las tres estábamos en las mismas, pero sabíamos que todo esto al final valdría la pena, el equipo nunca había estado más en sintonía, que ahora.



 

 

--



 

 

Una ducha caliente era de los mejores placeres después de un largo y agotador entrenamiento. Lo que lo mejoraba era la cena que venía después.

 

Cuando llegué al comedor, Jessica y Hanna ya estaban ahí, comiendo mientras leían sus cartas. Samantha se había escabullido una vez más.

 

— Llegaron tres cartas para ti. — anuncio Jessica señalando las cartas que estaban en la mesa.

 

— Genial. — dije sentándome y tomando las cartas. Una era de parte de mi abuela, otra de Amelia y mi padre y la última era de Camila.

 

Mi abuela me contaba cómo era estar de vuelta en la ciudad para ella y para mi abuelo. Amelia escribía sobre cómo le iba en el trabajo a ella y a mi padre y de que me extrañaba mucho. Camila en cambio, me seguía dejando con muchas dudas. Seguía llamándola cada que podía, que era más o menos cada tres días, pero siempre sonaba diferente. Parecía que me ocultaba algo y no sabía descifrar si era bueno o malo. Por medio de las cartas solo me contaba más a detalle lo que había hecho en la semana, y como yo quería, finalmente estaba disfrutando del verano. Al parecer Jax ha estado en las mismas, según me decía Camila el chico ha estado muy ocupado divirtiéndose, pero como me prometió, le llamaba a Camila de vez en cuando para saber cómo estaba.

 

— ¿Qué te dice tu chica Preston? — preguntó Jessica moviendo las cejas.   

 

— No es mi chica. — le aclaré, una vez más.

 

— Pero bien que te gustaría, y no lo niegues. — me advirtió con una sonrisa ladina.

 

Hanna solo se rio.

 

— Jodete, Greyson. — gruñí.

 

— Vamos solo dinos qué te dice, ¿algo bueno?

 

— No es mucho. — dije cediendo. — Solo qué se está divirtiendo… y, que me extraña. — esto último lo dije sin poder evitar sonreír.

 

— El amor. — suspiro Hanna con cierta burla.

 

— Deberías hacer algo Avery, creo que ya llegó tu momento. Camila podría ser tuya.

 

— Tengo que esperar un poco más para estar segura de eso. — miré la carta y pasé mis dedos por las letras escritas en tinta negra. — Pero hay algo, solo tengo que tener un poco más de paciencia, he esperado casi cinco años, puedo esperar una semana más.  

 

Era parcialmente cierto, la verdad una parte de mi sentía que no podía esperar ni un segundo más.


 

 

 

--


 

 

 

Camila POV

 

En cada fiesta a la que iba era casi lo mismo, alcohol a reventar, poco espacio, luces de distintos colores, música a todo volumen y un choque de cuerpos inevitable. No era lo mío del todo. Antes disfrutaba más de las fiestas, podía beber sin preocuparme demasiado, bailar sin sentirme incómoda y hablar con gente sin sentirme ansiosa. Pero me faltaba Avery. Ella siempre me invitaba a bailar, me guiaba por el lugar sin soltar mi mano y se aseguraba de que me sintiera cómoda sin dejar de divertirme.

 

— Creo que me quiero ir. — le dije a Amanda quien bebía cerveza y miraba alrededor.

 

— Acabamos de llegar.

 

— No me siento bien.

 

— No me mientas, le extrañas y solo quieres ir a casa para llamarle.

 

— Mandy.

 

— Está bien, lo entiendo, estás en esa etapa. Anda, ve, pero con cuidado. Me envías un mensaje cuando llegues.

 

Decidí solo asentir y darle un beso en la mejilla de despedida. Si bien ya me había librado, ¿por qué no aprovechar la situación?

 

Cuando llegue a casa mi madre se sorprendió al verme, me dijo que no me esperaba sino hasta más tarde, me excuse diciéndole que estaba cansada y que sólo quería irme a dormir. Con eso subí a mi habitación. En mi celular ya había un mensaje.

 

Chica del bosque:

<¿Te diviertes?>

 

Sonreí.

 

<Regresé a casa, no me estaba sintiendo bien>

 

Chica del bosque:

<Espera>

 

Sonreí mirando la pantalla de mi celular, esperando. Y como supuse, una llamada llegó. Conteste.

 

— ¿No te da miedo estar en medio de la nada de noche? — le pregunté jugueteando con mi cabello.

 

—<La palabra miedo no está en mi vocabulario.>— respondió Avery con un tono confiado.

 

— No lo sé, si mal no recuerdo tiemblas como lavadora en marcha cada que escuchas la palabra vacuna.

 

<Esas cosas son del diablo.>— reí ante su respuesta. — <En tu mensaje escribiste que no te sentías bien, ¿Qué tienes?>

 

— No es nada. — respondí con calma. — Solo estoy algo cansada. — suspiré.

 

— <Ya. Si quieres hablamos mañana, para que descanses.>

 

— ¡No! — la corte. — No cuelgues, estoy bien. Solo necesitaba estar en casa. — le asegure recostándome en mi cama.

 

Pero en realidad si estaba algo cansada, de hecho, sentía como mis párpados se empezaban a sentir más pesados.

 

<Suenas cansada Camila. Mejor hagamos esto, cierra los ojos y no colgaré hasta que te duermas, lo prometo.>

 

— No quiero. — reclamé achicando la voz.

 

<Si, sí que lo quieres. Te conozco, sé cuando estás a punto de caer dormida.>

 

— Está bien. — cedí. — Solo no cuelgues.

 

— <Aquí estaré.>

 

Pasaron algunos minutos y solo podía escuchar su respiración calmada a través del altavoz. Solté un bostezo sin poder evitarlo y escuché su risa suave.

 

— No cuelgues aún. — le advertí para después volver a bostezar.

 

<No, todavía no.>

 

Cerré los ojos, por unos segundos, o tal vez por horas.



 

Avery POV

 

La respiración de Camila a través del teléfono se volvió más lenta, más pesada y tranquila. Debió haber estado muy cansada.

 

— Te quiero. — fue lo último que dije antes de colgar.

 

Camila sabía que yo la quería, no había ninguna duda ante eso. Pero tal vez no sabía a qué grado, de qué forma. Incluso tal vez, yo tampoco sabía de qué forma me quería ella. ¿Podría ser de la misma manera?, ¿sería de una totalmente diferente? El solo pensar que aún me quedaba toda una semana para verla, para poder hablar con ella era agonizante. Por el momento solo me veía a mí misma contando los días, las horas, los minutos; cada maldito segundo.

 

El futuro es algo incierto, pero a este punto solo me quedare esperando lo que llegue. No sé si con los brazos abiertos o con un escudo.


 

 

 

--

 

 

 

 

— Ha sido un mes muy productivo, podría decir con certeza que se cumplieron todos los objetivos. — dijo el entrenador West caminando de un lado a otro.

 

Acababa de acabar el último entrenamiento del campamento y ahora todas estábamos sentadas en el suelo con el coach frente a nosotras. Se veía bastante satisfecho.

 

— No nos vamos sino hasta mañana en la tarde, ¿qué haremos mientras tanto? — preguntó Judy.

 

— Bueno, estamos muy cerca del lago, tenemos lo suficiente para hacer una fogata… y un asado.

 

Ante eso todas alzaron las voces con entusiasmo.

 

— ¿Habrá alcohol? — preguntó Judy nuevamente.

 

— No te pases de lista Anderson, o te pongo a dar veinte vueltas. — le advirtió el entrenador señalándola con el dedo.







Ahora estaba oscuro, pero eso no detuvo a nadie para meterse al lago. La mayoría de las chicas estaban disfrutando del agua. El entrenador y su mano derecha la coordinadora Davis estaban en la parrilla preparando la comida. Yo y Samantha estábamos en la orilla, simplemente observando a las demás.

 

— Supongo que estás tan ansiosa como yo. — comentó Sam jugando con una roca entre sus dedos. — Por volver.

 

Tomé un trago de mi refresco y asentí.

 

— Supones bien.

 

— ¿Es normal pensar tanto en alguien? — preguntó con una mirada que parecía tenerle miedo a la respuesta.

 

— No, si lo fuera, todo el mundo estaría patas arriba. — le contesté mirando el lago. Judy estaba en los hombros de Betty y Hanna estaba en los de Jessica, jugaban vencidas.

 

— No quiero admitirlo, pero sé que estoy jodida.

 

— Somos dos.

 

— ¡Hey Preston, Bushnell! — grito Jessica. — ¡¿Van a entrar o estarán charlando como un par de nenas?!

 

— No sé tú Samantha, pero eso me parece una gran ofensa. — la miré con una sonrisa y ella asintió.

 

— Dejemos de tenerles compasión y vayamos por todo.

 

Ambas nos levantamos y pasando por el pequeño muelle saltamos al agua casi al mismo tiempo salpicando a muchas que estaban cerca.

 

Todas las chicas que estaban en ese lago eran parte de mi equipo, estábamos más unidas que nunca y listas para ir por el trofeo. Pero por esta noche solo nos íbamos a concentrar en divertirnos. Ya mañana volveríamos a casa, con la satisfacción de saber que logramos lo que queríamos. Me di la libertad de no pensar más en lo que podría pasar en el futuro cercano y simplemente me dispuse a dejarme llevar por el contacto del agua en mi piel y el ruido que provenía de las risas que me rodeaban.



 

 

--



 

 

Fue un de repente, simplemente de un segundo a otro todo alrededor había desaparecido y lo único en lo que mis ojos podían enfocarse era en ella y en cómo corría hacia mí. La atrape casi en el aire, y me aferre a ella tanto como ella a mí. Camila tomó mi rostro, mirándome con esa sonrisa que siempre lograba derretirme y antes de que siquiera pudiera decirle cuánto la extrañe, sus labios chocaron con los míos. Eran suaves, dulces y parecían por fin estar donde siempre habían pertenecido. Mordí su labio inferior solo por qué sentía que no podía hacer otra cosa y un ligero jadeo escapó de sus labios, cosa que sentí por toda mi espina dorsal. Sentía todo, sus labios, sus manos aferradas mi nuca, sus piernas enrolladas en mi cintura y su nariz rozando con la mía. Hasta que sentí el agua fría de golpe.

 

— ¡¿Pero qué?!— exclamé levantándome de golpe. Con la respiración acelerada y la cara mojada, sintiendo las gotas de agua fría resbalar por mi rostro.

 

— Es hora idiota, tenemos que empezar a empacar. — dijo Jessica con una cubeta vacía en mano.

 

— Eso no era necesario Jessica. — gruñí moviendo los cabellos que estaban pegados a mi frente por la humedad.

 

— Las ventajas de ser la primera en despertar. — comentó con una sonrisa plasmada en su maldito rostro.

 

Pase mi mirada por la habitación notando las similitudes entre las condiciones mías y las de las demás. Al parecer yo no había sido la única víctima de Jessica. Resoplé y decidí que era mejor dejarlo pasar, en todo caso sí que tenía que empacar.





El camino de regreso fue un poco más tranquilo de lo que espere debido al hecho de tener a Samantha al lado. Se la paso mensajeando con su vecina durante casi todo el camino, solo se detenía cada que aparecía el entrenador para checarnos. En parte le tenía cierta envidia, ella al menos podía mantenerse en contacto con su chica, mientras yo estaba esperando con impaciencia y desespero la llegada a casa.

 

Cuando por fin llegamos ya todas parecían tener la misma prisa. Bajamos casi corriendo del autobús y nos despedimos una por una, para después cada quien caminar con rapidez hacia el encuentro con cada una de nuestras familias.

 

A la primera persona que vi fue a Amelia, quien al verme sonrió y me saludó agitando su mano con esmero. Me acerqué hacia ella y la abracé fuerte, sintiendo como ella hacía exactamente lo mismo. Mi padre nos abrazó a ambas mientras me besaba la coronilla.

 

— Bienvenida. — susurró Amelia.

 

— Yo también quiero abrazar a mi nieta. — renegó mi abuela después de un tiempo.

 

Mi padre y Amelia me soltaron y mis abuelos casi inmediatamente me abrazaron.

 

— Creo que el sol te hizo bien, ya no pareces un fantasma. — comentó mi abuela apretando mis mejillas. — Ya decía yo que solo te hacía falta algo de color.

 

— Yo también te extrañe abuela. — dije apartando delicadamente sus manos de mi rostro. Miré alrededor pero no encontré lo que estaba buscando. Más bien a quién.

 

— Está afuera. — habló mi abuelo. — Dijo que quería darnos tiempo, pero que una vez afuera eras toda suya.

 

— Anda, ve. Nosotros nos llevaremos tus maletas.

 

Solo logré asentir para después caminar hacia la salida, y cuando digo caminar me refiero a correr. Sin darle importancia a las miradas, teniendo cuidado de no chocar con nadie, solo corrí y cuando miré las puertas corrí más rápido. Estaba ahí, con su pelo suelto, su piel canela y sus ojos chocolate. Ahí estaba, esperando por mí.

 

Sonrió al verme y camino con una calma de la cual yo no podía darme el lujo.

 

— Volviste. — murmuró una vez estando una frente a la otra.

 

— Lo hice. — fue lo único que atiné a responderle.

 

Paso una de sus manos por mi rostro y se acercó más a mí para finalmente pasar ambos brazos por mi cuello, abrazándome con fuerza, lo cual imite poniendo mis brazos en su espalda baja.

 

— No vuelvas a irte por tanto tiempo.

 

— Eso es lo que menos quiero. — le asegure sintiendo como se aferraba más a mí.

 

Estuvimos así por un par de minutos más, hasta que Camila se separó.

 

— Tenemos que irnos. — anunció.

 

— ¿A dónde? — pregunté un tanto confundida.

 

— Como seguramente ya te dijeron, eres toda mía a partir de ahora así que iremos a tu departamento, pediremos algo de comer y recuperaremos todas las charlas pérdidas. — tomo mi mano y me jalo hacia ella. — Así que vamos.

 

— Me parece perfecto porque creo que hay cosas que tenemos que platicar.

 

— Lo sé.

 

Tomamos un taxi y mientras el camino era en silencio Camila se acurrucó sobre mí reposando su cabeza en mi hombro. Cosa que no podía sacar de mi cabeza.

 

Llegamos a mi departamento y encendí las luces. Solté un suspiro mirando alrededor, había extrañado mi hogar.

 

— Bienvenida a casa. — dijo Camila pasando por mi lado.

 

— Se siente bien estar de vuelta. — comenté pasando a la sala, sentándome en uno de los sillones.  

 

Camila se sentó a mi lado. La miré y mi mirada chocó con la suya, así fue por unos segundos, solo nos miramos.

 

— ¿Qué? — preguntó después de unos segundos, con esa sonrisa preciosa.

 

— Nada. — “Eres tan hermosa.” Pensé.

 

Camila había ordenado pizza y mientras esperábamos volvíamos a lo mismo, ambas sentadas en el sofá, mirándonos.

 

— Dijiste que teníamos que platicar de ciertas cosas. — asentí. — ¿Sobre qué?

 

Me acerque más hacia ella y tome una de sus manos entre las mías. Tenía que pensar bien en lo que quería decirle y tenía que ir con cuidado.  

 

— Camila este mes he estado pensando mucho… te extrañe demasiado y sé que tú también a mí, es decir, fue casi una tortura el no poder verte.

 

— Se a qué te refieres. — me corto apretando su mano contra la mía. — Fue difícil no verte todo este tiempo. Te estuve pensando un mes entero.

 

Esa para mí era una señal, ese para mí era el momento.

 

— A lo que quiero llegar Camila es que te quiero y creo que podríamos…

 

El timbre sonó llamando nuestra atención e interrumpiendo lo que estaba a punto de decir. Ciertamente me había confundido, de verdad parecía ser el momento.

 

— Debe ser la pizza. — dijo Camila levantándose y caminando hacia la puerta. Lo dudaba, solo habían pasado diez minutos desde que la pidió.

 

Cubrí mi rostro con mis manos evitando soltar un gruñido cargado de irritación. Mi corazón palpitaba como loco y mi respiración parecía irregular. Sentía los nervios en cada poro.

 

— Avery. — llamó Camila logrando que apartara las manos de mi rostro y también logrando que sintiera el corazón en el estómago.

 

Mi mirada rápidamente se enfocó en un par de manos entrelazadas y subió hacia un rostro que se me hacía meramente conocido y fue como sentir una patada en el estómago con todo y corazón incluido.

 

— ¿Recuerdas a Brody? — asentí por inercia, sentía que no podía ni hablar debido a lo seca que sentía la garganta. — Sé que pensabas que pasaríamos un tiempo de calidad solo nosotras dos pero no podía esperar más. — se excusó mirando al chico con una sonrisa cómplice y un brillo en los ojos. — Después de todo, eres mi mejor amiga.

 

Al fin de cuentas Camila obtuvo lo que quiso, tenerme toda para ella esa noche, solo que injustamente para mí, el hecho de que ella me tuviera no significaba que ella fuera mía y verla con él simplemente dejó todo tan claro como el cristal. Por desgracia para mí, ya era tarde para ponerme el escudo, la herida ya estaba ahí. Fue aun peor en el momento en que Samantha decidió enviarme una foto de ella abrazando por la espalda a una hermosa pelirroja, pero al menos parecía que una de nosotras si había conseguido a la chica.

 

Amar a Camila se había vuelto más peligroso y doloroso de lo que pude haber imaginado nunca.

 

 

Notas finales:

¿Ya se habían olvidado de Brody?


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).