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El último pétalo [omegaverse] saint seiya por chibi fujoshi 374

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Notas del capitulo:

tarde mucho... pero por fin acá viene la actualización.

espero que les guste n.n, gracias por leerme y a quienes me dejaron review "un abrazo psicologico" XD

acá va el capítulo número 5 

 
-tendremos un bebé - aunque estas palabras deberían ser una gran noticia, y alegría para muchos, en ese momento nadie podía mostrarse emocionado, sobre todo por que estaban por enterrar al padre de Izo y además Shura había escapado tras la rendición de su hermano, quizá por enojo, quizá por decepción, nunca lo sabrían, ahora Izo se había quedado sólo.
 
¿cómo sabía que ahora su, casi forzada, pareja estaba efectivamente encinta? Muy simple, el aroma de Cardinale era mucho más dulce, tranquilizante y a la vez amenazante, sin embargo a él le traía una gran tranquilidad y mayor necesidad de protegerlo, Los Omegas solían tener ese aroma algo difícil de explicar pero fácil de identificar.
 
-bien… - fue la seca respuesta de parte del rubio, que no había apartado su vista de la labor que estaba realizando.
 
Izo ya no le prohibía nada así que a manera de entretenerse y además de dar una especie de favor a su difunto suegro se pasó los últimos dos días arreglando, lijando, y dando detalles a la madera que se usaría como ataúd de Ionia, pues, como se esperaba, para Cardinale el trabajo de ese lugar le parecía tosco y nada digno de un Rey.
 
Un silencio incómodo se formó en ese lugar, Izo se dedicaba a observar como las manos de Cardinale trabajaban afanosamente en los últimos detalles, parecía que acariciaba la madera hasta darle forma, el moreno se quedo casi hipnotizado con esos movimientos.
 
Realmente no había mucha comunicación entre ellos, después de los incidentes que habían ocurrido al menos el rubio no era reacio hacia el, sólo era… indiferente, ya no le gritaba ni le apartaba, eso era un gran avance, ahora incluso llegaban a conversar un poco, pasaron varias horas antes de que Cardinale terminará ninguno habló pero el silencio no les era incómodo.
 
-ya esta listo… - susurro dejando la lija a un lado, las formas que ahora tenía el ataúd eran parecidas a ondas y como objeto principal estaba tallado el símbolo de su clan, dos espadas cruzadas, Izo observó el trabajo de Cardinale con gran atención.
 
-es hermoso - tras estas palabras se quedaron en silencio, que poco a poco se hizo incómodo.
 
-yo… ya me voy - Cardinale fue el primero en hablar y ponerse de pie, sin embargo el moreno lo tomó de la muñeca evitando que se fuera.
 
-espera… por favor… hay algo… hay algo que quiero mostrarte - se puso de pie tambien para quedar a su lado, el rubio asintió con la cabeza y se dejo guiar por Izo hacia lo que llegaría a ser el patio trasero del Castillo, todo el lugar eran piedras y más piedras Cardinale no podía recordar haber visto ni una sola planta dentro del Castillo más que malas hierbas que crecían entre las rocas sueltas.
 
-¿a donde me llevas? - preguntó tras la larga caminata aunque el moreno se detuvo en ese momento frente a un hueco de casi 15 cm de profundidad y tan grande como la mesa del comedor, es decir, era realmente grande, las rosas estaban plantadas de manera aleatoria y sin mucho cuidado, eran en total 12 rosas de diversos colores que había podido conseguir Izo.
 
-se que te gustan las rosas, además allá estabas rodeado de un bosque inmenso, pensé que quizá… al menos podía darte un pequeño lugar donde vieras un poco de vegetación - Cardinale estaba en completo silencio, no podía reclamar nada, de hecho estaba feliz de ver que Izo le tomó la importancia suficiente para entregarle un jardín - … que… ¿que te parece? - preguntó debido a que el rubio se habia quedado en silencio, y eso le ponía nervioso.
 
-no se que decir… yo… - el rubio se acercó a Izo para abrazarlo, esa era la primera muestra de afecto que le ofrecía, aunque ambos se sintieron algo extraños, ni Izo ni Cardinale eran personas que demostraban cariño, pero ese abrazo era lo suficientemente agradable.
 
-Izo… fue saga ¿verdad? - el momento había sido roto por aquel comentario de parte del rubio - el que mató a mi padre… fue el ¿cierto? - volvió a preguntar, para ese momento Cardinale sabía todo lo que había ocurrido en lo que alguna vez fue su hogar, Izo suspiró con pesadez.
 
-si… -
 
-¿por que estas de su lado? - preguntó con molestia, estaba en cierta medida enojado con el, sin embargo, quería escuchar la explicación que este tendría.
 
-es mejor estar del lado que va ganando… ¿no has oído que hay que estar cerca de los amigos… y más aún de los enemigos? En el momento indicado podemos atacar, por ahora no nos conviene, no sabemos a que nos enfrentamos… confía en mí… no dejaré que se salga con la suya - 
 
-vaya… no eres tan tonto como creia… creo que hasta me empiezas a caer bien - dijo sonriendo levemente y esta vez si se apartó de él - ¿quieres almorzar conmigo? - 
 
-por supuesto - su rostro siempre serio ahora mostraba una sonrisa apenas perceptible,titubeando un poco tomó la mano del rubio, entrelazando sus dedos caminaron así adentrándose al Castillo, quizá habían perdido a su familia, pero comenzaban una nueva ahora, el fruto de ambos crecía lentamente en el vientre del rubio 
 
Poco a poco comenzaban a conocerse, sus gustos, sus aficiones, Cardinale descubrió que Izo no era tan frío como parecia, de hecho descubrio que le tenía un cariño casi paternal a su hermano Shura, y aunque nunca lo decia lo extrañaba mucho y estaba muy preocupado por él, muchas veces sin darse cuenta daba a conocer su entusiasmo por ver ya a su hijo.
 
Cardinale no era tan débil y sumiso como se suponía eran los Omegas, de hecho muchas veces lograba intimidar tanto como Izo, su habilidad con el arco no podía discutirse y el rubio era el mas ansioso por que esa criatura naciera, no por cariño, más bien por poder volver a entrenar, aunque descubrir eso era decepcionante para Izo no perdió la esperanza de que al final terminaría por encariñarse con su hijo.
 
 
[.....]
 
 
Albafica se sentía mucho mejor, y se dispuso a explorar el lugar, algo que notó en especial era que los árboles y la vegetación era tan espeso que daba la impresión de estar anocheciendo todo el tiempo, excepto a medio día donde los rayos de sol si se dignaban en  alumbrar aquel lugar, el extraño fenomeno era lo que quizá hacía que esas personas tuvieran la piel tan pálida.
 
En las pocas horas que paseaba por ahí se dio cuenta de que las personas a su alrededor le miraban como si fuese un peligro, o algo horrible, ya sea repulsión o miedo nadie se acercaba a el.
 
-Alba - llamó la voz de Minos tras el - así que aquí estabas… toma - dijo entregandole unas ropas extrañas a su parecer, tan sólo cubría la mitad de su torso, y cubria completamente su entrepierna, dejando varias partes de su cuerpo expuestas, no era algo que le gustará.
 
-no voy a usar eso… - dijo cruzándose de brazos.
 
-oh vamos, no es tan malo además te ves extraño con toda esa ropa - señaló su camisa Blanca y el pantalón que tenía puesto - así encajaras mejor aquí… - Albafica no estaba seguro pero terminó aceptando la ropa debido a la insistencia y casi amenaza de Minos y se cambió, el clima no era ni muy cálido ni muy frío así que no era tan molesto estar con esa ropa, de hecho hasta le resultaba cómodo.
 
Minos lo llevo a conocer a sus hermanos, un rubio de cejas bastante espesas cuyo nombre era Radamantys, y a un muchacho de cabellos azules de nombre Aiacos, el último parecia odiarlo con cada fibra de su ser y eso se podía ver en su mirada, estaban todos reunidos en lo que parecía una gran cabaña sin paredes, todos estaban sentados de manera que formaban un círculo, primero sirvieron una gran cantidad de comida en donde la carne era lo que más abundaba, la música de tambores e instrumentos de viento eran bastante primitivas pero no eran desagradables, Albafica estaba sentado a lado de Minos disfrutando de la comida, mientras el peli plata conversaba con sus hermanos.
 
-Minos… el es un humano… no vale la pena - le dijo Aiacos con gran fastidio.
 
-no… no es sólo un Humano… el tiene más… tiene fortalezas que aún no ha descubierto, secretos que ni el mismo sabe - hablo el peliplata mirando a Albafica de reojo.
 
-Minos… - la voz de Aiacos parecía querer regañarle pero Minos jamás le hacía caso, se puso de pie y llamó la atención de todos los presentes, en su mayoría eran ancianos de avanzada edad.
 
-que empiece la ceremonia - dijo el mayor, invitando a Albafica a tomar su mano, el peli celeste así lo hizo y fue guiado al centro de ese gran círculo, al mismo tiempo que uno de los ancianos encendía una fogata diciendo palabras extrañas de manera rápida hasta que el fuego comenzó a consumir la madera de la fogata
 
-Minos… ¿qué es esto? - preguntó algo incómodo ya que todos lo estaban mirando con muchísima atención.
 
-tu cállate y sígueme la corriente - le dijo de manera jovial y casi burlesca antes de que Albafica le reclamará algo, con un movimiento rápido hizo un corte en su muñeca lo suficientemente profundo para hacerlo sangrar.
 
-ahh… maldita sea eso me dolió ¿qué diablos te pasa? ¿Enloqueciste? - pregunto intentando cubrir con su otra mano la zona del corte pero Minos se lo impidió realizando un corte similar en su propia muñeca, tomó con fuerza y firmeza la mano de Albafica y dejó que la sangre de ambos se mezclará dejándola caer sobre el fuego.
 
-perfecto - susurro Minos casi sin prestar atención a las palabras que decía el anciano, Albafica sentía el ardor de su herida, quería matar a Minos pero ante sus estupefactos ojos vio como tanto su herida como la de Minos comenzaba a cerrarse dejando una cicatriz en ese lugar, ahora sentía el ardor recorrer su cuerpo, calor, tenía demasiada calor, Minos parecia un tanto preocupado, no se suponía que eso debía pasar.
 
En cuanto el anciano terminó de hablar todos a su alrededor repitieron una palabra que Albafica no pudo escuchar debido a que se desvaneció rápidamente cayendo sobre Minos.
 
-Albafica!... Albafica, despierta ¿qué esta sucediendo? - incluso Minos se veía confundido y lo tomó en brazos para que no cayera.
 
-… ya se hecho a perder - dijo Aiacos casi con burla.
 
-Cállate animal! - Minos se veía molesto mientras todos se acercaban a ver a Albafica, aún están vivo pero parecia estaba inconciente, lo trasladaron inmediatamente a la “cabaña” de Minos, los ancianos lo revisaron y al no encontrar nada en el decidieron dejarlo ahí, no sabían que hacer y Minos esperaba a que el peliceleste mejorará.
 
Dos días completos en donde Albafica no despertaba para otra cosa que no fuera gritar y retorcerse de dolor, pero ese día parecía que mejoraba, Albafica estaba completamente apacible, durmiendo tranquilamente, su fiebre había disminuido, Minos parecía contento con ello, al menos ahora podía dormir en paz, si… el peliplata había estado despierto durante todo ese tiempo vigilando a Albafica, y justo ahora cuando por fin comenzaba a dormir, Albafica despertó.
 
-mmm… ¿dónde estoy?... - apenas logró abrir los ojos y lo primero que vio fue a Minos a su lado.
 
-¿qué te paso? Casi me matas del susto, pensé que moririas - dijo algo cansado el peli plata.
 
-no lo se…. Un momento ¿qué me hiciste? - pregunto alterado al recordar lo que habia pasado, la cicatriz en su muñeca aún permanecía ahí, no entendía lo que pasaba pero estaba seguro de que jamás en su vida había sentido un dolor tan profundo como ese, pero ahora se sentía bien, se sentia ligero y con más fuerza, sus sentidos aguidizados - me cortaste... ¿por que curo tan rapido? - pregunto esta vez exigiendo una respuesta.
 
- bueno… te traje aquí… y como te habrás dado cuenta no eres bienvenido, sin embargo te debo un gran favor… asi que cree un lazo entre ambos, nadie te hará daño… aunque… no creí que casi murieras con eso - dijo observandolo cuidadosamente, se suponía que su sangre volvía más fuerte a su pareja, para protegerlo o despertarla sus habilidades, aunque creía que Albafica era simplemente un humano ahora tenía la certeza de que era algo más.
 
-... ¿qué eres?... - pregunto con seriedad, la bestia que mató la noche que conoció a Minos era muy parecido a el, podría apostar que era su padre o quizá su hermano, pero durante ese tiempo habia decidido ignorar ese detalle.
 
-... ¿en verdad quieres saber? - los ojos amatistas de Minos comenzaron a tornarse dorados y luego amarillos, tan brillantes como la de aquella bestia que Albafica había matado se acercó lo suficiente al menor como para intimidarlo y luego retrocedió - no tienes por que temerme… no te haré daño… - 
 
-déjame ir… quiero irme… - su voz sonaba entre asustado y exigente.
 
-ya no puedes - la sonrisa ladina y divertida de Minos confundió un poco al menor.
 
-quiero irme - repitió frunciendo el entrecejo.
 
-creo que no oiste, creamos un lazo… uno mucho más fuerte que el simple hecho de marcarte aquí - sus dedos fríos tocaron el cuello de Albafica - estamos entrelazados, no te libraras de mi hasta que muera, o que tu mueras.
 
-¿qué?... ¿qué me hiciste? - estaba casi en shock, eso era básicamente como… un matrimonio o quiza incluso algo parecido a esclavismo mutuo.
 
-ya relájate no es como si fueras a encontrar a alguien mejor que yo - dijo con despreocupación - dije que te recompensaría por lo del bosque - le guiño un ojo y a cambio recibió un golpe en la cabeza.
 
-... ¿por que a mi? Maldita sea… - se lamentó en voz baja - no se te ocurrió pensar… que yo no quería! - Minos suspiro pesadamente, Albafica le agradaba más cuando estaba dormido.
 
-que ruidoso eres… - se quejó, dándole un leve empujón - ya duérmete, cállate y dame un lugar - exigió empujandolo un poco para abrirse un espacio en la cama, Albafica lo hubiera tirado de la cama pero lo que más quería era volver a dormirse, así que no tuvo mas opción que soportarlo a su lado esa noche, Minos no se abstuvo de abrazarlo y apegar su cuerpo hacia el, lo cual era bastante incómodo para Albafica.
 
-descansa… y cuando despiertes te daré la paliza de tu vida - amenazó el peliceleste haciendo un puchero, ya que, quería mostrar su enojo de alguna manera.
 
-yo también te quiero Alba - dijo tan sólo para molestarle.
 
-te odio… - a pesar de aquellas palabras una leve sonrisa se formó en su rostro, aunque Minos no podía verla.
 
Al día siguiente la lluvia fue lo que le despertó, debido a la luz; no podía identificar si era de mañana o tarde o quien rayos sabe, se asomó por la puerta, dejar atrás a Minos no fue difícil, el peli plata dormía como un tronco, no había nadie en el pueblo, como si todos lo hubiesen abandonado, y siguió así hasta que llegó la hora de comer, un grupo de ellos salió con lanzas, Arcos y flechas, eso último llamó su atención, miró hacia atras Minos apenas se movió de la cama, perderse por unos minutos no le haría daño a nadie.
 
Busco el lugar del cual sacaban las armas y tomó un arco y unas cuentas flechas, estaba emocionado, casi eufórico, así que no espero para seguir a los otros a una distancia que le pareciera prudente.
 
Quizá se alejó un kilómetro, pero comenzaba a sentir un dolor en el pecho, una depresión que no tenía sentido, se detuvo ahí, en medio del bosque oscuro, la vegetación era tanta que cualquiera podía perderse, se sentó en el tronco de un árbol caído notando que su rostro estaba humedecido por las lágrimas, no entendía nada ¿a eso se refería Minos? Incluso sentía que sus ganas de seguir se esfumaron completamente.
 
-estúpido Minos, ¡te odio! - gritó limpiando con el dorso de su mano las lágrimas de su rostro, sin embargo pasó algo que no esperaba, el tronco comenzó a moverse, dio un salto para no caer y vio como el árbol se ponía de pie, es extraño decirlo pero eso paso, las ramas hicieron de brazos para ayudarlo a pararse, entre los circulos del tronco pudo distinguir un par de ojos que lo miraban, o eso parecía, la sorpresa y el miedo no le permitieron moverse.
 
-ttt...te..terrant…. - fue la voz estremecedora y gruesa que se escuchó de ese árbol, sus ramas se movieron hacia Albafica quien reaccionó disparando una flecha, que, por supuesto, no le hizo nada, corrió para escapar de lo que fuera esa cosa, ya estaba cansado de cosas extrañas, corrió tan rápido como sus piernas se lo permitieron.
 
Miró atrás constantemente como si ese monstruo lo estuviera persiguiendo, pero en cuanto volvió la mirada al frente choco contra Minos, que no se veia molestó por el golpe más bien parecia preocupado.
 
-Alba ¿estas bien? ¿que paso? ¿que te ataco? - pregunto revisandolo de pies a cabeza, el lazo que habían formado le permitua saber si es que están en peligro, y le ayudaba a encontrarlo rapidamente, junto su frente con la de Albafica y vio la imagen de ese árbol parlante.
 
-Minos… no estaba intentando escapar, lo juro - dijo al ver el rostro tan serio de Minos.
 
-lo se… no parecía que quisieras escapar - lo abrazó con fuerza - vamos, hay que regresar traerán la comida en algunas horas - no parecía molesto, de hecho se veia aliviado - una cosa más… no vuelvas a salir sin decirme nada -
 
-esta bien - asintió con la cabeza, pero ahora no podía sacarse de la mente aquel árbol ¿qué clase de monstruo era ese? parecia que desde que había conocido a Minos sólo cosas extrañas le pasaban.
 
 
[......]
 
 
El frío era algo natural en ese lugar, el viento helado, y muchas veces nieve, los dos menores salían a jugar vigilados por guardias, aunque el único que parecia divertirse era Milo, ya que Camus se quedaba sentado en un rincón sin prestarle atención, pese a recibir bolas de nieve en la espalda.
 
-Camus!... Camuchis, deja de ignorarme - dijo esta vez metiendo nieve dentro de la ropa del su serio amigo quien reaccionó golpeandolo en la cara, de lo cual se arrepintio de inmediato, al verlo en el suelo, pero su revoltoso amigo parecia estar bien.
 
-Milo, ya te acompañe hasta aquí, deja de molestarme. - se quejó ayudándole a levantarse
 
-que aburrido eres Camus, pero si que pegas muy fuerte - pese al golpe sonreía ampliamente y no se veia para nada molesto con su serio amigo, Camus esbozó una leve sonrisa, de esas tan difíciles de conseguir de su parte, pero esta se esfumó rápidamente al sentir la presencia de una tercera persona cerca.
 
-Camus, ven aquí rápido - llamó una voz verdaderamente sería y casi tan gélida como la de Camus, incluso Milo se quedó quieto mirando en aquella dirección, era un hombre alto, de cabello celeste, y ojos azules, penetrantes y fríos.
 
-ya voy señor - Camus se puso de pie hablando con respeto y elegancia.
 
-señor Mystoria… buenas tardes - dijo Milo inclinandose levemente, Mystoria era el medio hermano de Camus, en total eran 3, Mystoria, Camus y Degel, hace no mucho Mystoria se había enlazado a Ecarlate, el primo de Kardia y Milo, y ya dentro de pocos días Kardia y Degel se enlazarian también.
 
Sus clanes ahora eran uno sólo, o al menos eso era lo que pretendían, debido a su cercanía no era difícil movilizarse entre ellos.
 
-Camus deja de jugar, tienes trabajo que hacer - dijo Mystoria, haciendo una seña para que Camus lo siguiera.
 
-Adiós Camus, vuelve pronto, prometo no molestarte cuando regreses, pero ven a jugar conmigo - la voz de Milo era temblorosa y sonaba algo triste, el hecho de que este se pusiera así cuando se iba hacia que Camus se sintiera querido y necesitado por alguien, solo se despidió con una seña de Milo, y su hermano mayor se lo llevo hacia el carruaje, Degel estaba esperándolo ahí, el aire gélido siempre los acompañaba a los tres, pero el frío del clima disimulaba ese detalle.
 
Su recorrido apenas duraba como 10 minutos para llegar a su propio Castillo, en el cual los tres hermanos entrenaban de manera no muy común, con ropa ligera se sentaban afuera exponiendose al frío, un frío que podría helarle la sangre a cualquiera, pero a ellos parecia no afectarles en lo más mínimo, aunque Camus era el de menor resistencia debido a ser el más pequeño.
 
Una fina capa de hielo comenzaba a cubrir sus cuerpos, sus manos parecían las más afectadas, el frío a su alrededor era mucho más que el normal, era su secreto, durante generaciones habían tenido y conservado en secreto esa habilidad.
 
Camus era aún más especial que ellos, al ser el hijo bastardo de su padre y de una mujer cuya procedencia jamás determinaron, podía ver ciertas escenas del futuro cercano, al principio sólo presentimientos, cuando comenzaron a entrenarlo para controlar sus habilidades con el frío y el hielo, entonces sus leves presentimientos se volvieron más tangibles, visiones más claras, pero sólo sucedía cuando se exponía al frío, como en ese momento...
 
-... no hay… no hay mucho tiempo - dijo el menor tiritando de frío - nadie… puede detenerlo, crecerá y crecerá… hasta que alguien termine con ellos - murmuró.
 
-¿ellos? - Degel miró fijamente al menor.
 
-... gemelos… un Ejército enorme, son… son miles, estan lejos… pero llegaran nos acabarán - dicho esto Camus terminó por caer casi inconsciente por el frio, Mystoria lo cargó y junto a Degel lo llevaron adentro para abrigarlo, Camus no era como ellos, exponerse así al frío siempre lo dejaba mal, y debían hacer que descansará por unas horas.
 
-¿aún tienes dudas Degel? - pregunto Mystoria mirándolo de reojo.
 
-no… unirnos a esos impulsivos y extraños sujetos es lo mejor - dijo con cierta resignación - diría que tenemos suerte de que hayan aceptado tan fácil -
 
-son unos pervertidos ¿qué esperabas? - Mystoria sonrió de lado, aunque era más que nada por conveniencia, Ecarlate comenzaba a agradarle mucho, eran muy parecidos en algunos aspectos, así que “soportarlo” no era tan difícil.
 
Por ahora debían asegurar que pudieran unir sus tropas, y comenzar a organizarse debidamente antes que la amenaza que crecía a lo lejos llegará a ellos.
 
 
[.....]
 
 
El pelirrojo despertó en una habitación bastante pequeña, sus ojos azules recorrieron el lugar, se sentía débil, y con un horrible dolor en la garganta.
 
-grh ahh kgggh - gruñidos o algo parecido salieron de su garganta, vio un espejo roto cerca, y lo tomó para poder verse, su cabello estaba con tierra y bastante sucio y en su cuello ahora tenía una gran herida que apenas comenzaba a cicatrizar, no podía hablar, se veia realmente mal.
 
Escucho la risa de los niños venir de afuera y se asomó por la ventana, no sabía en donde estaba, y los pocos recuerdos que tenía de sus últimos momentos le indicaba que estaba en peligro, el panorama era bastante pobre, la ropa de esos niños no eran más que arapos viejos, caminando descalzos entre la tierra, hasta que uno de ellos se dio cuenta de su prescencia.
 
-el señor se despertó! - anunció un pequeño niño de cabellos y ojos castaños se acercó a el - pensamos que ya estaba muerto… 
 
-”y se atreven a tener a alguien muerto en la cama?, necesito hablar con un adulto” - pensó frunciendo el entrecejo.
 
-creo que se molestó…
 
- lo que pasa es que Seiya es medio tonto, no le preste atención - dijo un niño de cabellos rubios hablándole con más seriedad - mi nombre es Hyoga, ellos son Seiya y Shiryu
 
-dormiste por casi 10 días, pero te dimos te y trocitos de pan para que no murieras de hambre, te encontramos en el hueco de muertos, pensamos que ibas a morir, por suerte Hyoga sabe como curar gente y no te desangraste, se que quieres ir a ver dónde estabas,pero te sugiero descansar primero, no, no tenemos padres, vivimos solos aquí - ese niño de cabello negro había respondido a todas las preguntas que ni siquiera había formulado - y tenemos 13 años, deja de mirarnos como si fuéramos niños -
 
-ese es nuestro shiryu… ya te acostumbraras - esta vez fue Seiya el que habló sin dejar de sonreír.
 
Shijima estaba en un predicamento, tenía que averiguar que sucedía y quien había intentado asesinarlo, y más importante aún… debía encontrar a Shaka….
 
 
[......]
 
 
¿cuanto tiempo había pasado?...quizá una semana, quizá dos o tres, no importaba, los menores morían de hambre, no sabían donde estaban, no sabían como conseguir comida, robar no era una opción lo habían intentado… claro que si… y era por eso que Afrodita estaba con tantos moratones en el cuerpo, ya que había intentado robar un par de naranjas para poder comer, y las cosas no salieron muy bien.
 
Buscando y recolectando basura lograron hacer una fogata para mantener el calor, la opción de vivir en la calle no era alentador, se habían topado con los cuerpos de muchas personas que murieron congeladas, y temían sufrir la misma suerte, sin comida, sin un techo bajo el cual dormir, Afrodita y Shaka comenzaban a perder las esperanzas.
 
-Afrodita… - la vocecilla de Shaka lo llamó, sus ojos azules ahora ya no se escondían, no podía permitírselo tenía que ver todo a su alrededor, tenía que tratar y cuidar de Afrodita.
 
-Shaka… te prometo conseguir algo de comer… lo prometo… traeré…pescado… carne y arroz… traeré tanta comida… que tu estómago no aguantará - susurro Afrodita con los ojos entrecerrados.
 
-si, Afrodita… tendremos mucha comida - Shaka se veia triste y buscaba con que cubrir a Afrodita, se recosto a su lado para poder abrazarlo y obtener calor mutuo, no quería decirlo… pero el creía que iban a morir.
 
la noción del tiempo se había perdido, dormían al tener sueño, y el cansancio les mantenia más tiempo durmiendo, como si la muerte estuviera llevandoselos lentamente.
 
Shaka fue el primero en despertarse y se fue para buscar algo de comer, esperando tener suerte.
 
Sus pequeñas piernas cada vez eran más débiles y sentía que no podia caminar más, la muerte era algo que no se oía mal.
 
-mira lo que hiciste… no! Ya no lo toques esta sucio - fue la voz femenina y chillona que llamó su atención, una mujer regañaba a su hijo por haber dejado caer un plátano al cual apenas le había dado una mordida.
 
Tenía que estar desesperado como para emocionarse al ver ese platano en el suelo, de hecho corrió hacia el antes de que alguien lo pisoteara, era la primera comida descente que veia en varios días, estaba feliz, estaba tan contento que corrió en busca de Afrodita.
 
-Afrodita! ¡Afrodita! - con una gran sonrisa en su rostro llegó al callejón que usaban como casa, vio a un niño un poco mayor que ellos hablar con Afrodita, este tenía el cabello azul y los ojos igualmente azules, vestía elegantemente y antes de que Shaka llegará hasta ellos se marchó.
 
-Shaka… - Afrodita se veia igual de débil como lo había dejado, pero una sonrisa enorme adornaba su rostro - tenemos comida… - entre sus manos ahora tenía tres panes y una tela roja cubría su cuerpo como si fuese una manta.
 
-pan… eso… eso es pan! - casi gritó de la emoción, tomó uno de los panes para comerlo rapidamente con gran emoción, Afrodita tambien comió para recuperar sus fuerzas.
 
La suerte les sonreía pues, poco después en busca de comida encontraron una casa abandonada, quizá por que la mayoría estaba quemada, pero para ellos era el mejor lugar que pudieran encontrar
 
- no vamos a morir… - Shaka dijo eso en cuanto entraron a aquella casa. - Afrodita… nosotros viviremos, sobreviviremos, juntos… 
 
-si, Shaka… viviremos…
 
-¿lo prometes?
 
-te lo prometo, estaremos juntos hasta regresar a casa... 
 
 
Continuará…
 

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