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La marca del lobo por Kuroyami Mirai

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Notas del capitulo:

Hola!! Aquí les traigo la conti de esta historia. Me repartiré entre mis demás novelas, no os preocupéis. Espero que lo disfruten. Nos vemos al final.

Naruto dejó caer la aspiradora cuando sintió una intensa presencia a sus espaldas. Se dio la vuelta despacio, encontrando a un hombre que entraba en su tienda. El aire se escapó de su cuerpo al instante. Nunca en su vida había visto un hombre tan hermoso.

Nunca.

A primera vista su cabello era azabache oscuro, pero en realidad desprendía un interesante resplandor azulado. Era corto y largo al mismo tiempo, y parecía duro y suave a la vez. Jamás había visto un cabello como ese.

Aún mejor, su camiseta blanca estaba ajustada sobre un cuerpo que la mayor parte de la población vería solamente en anuncios de revista. Era un cuerpo que exudaba sexo. Alto y delgado, sin una gota de grasa y nada fuera de su lugar, era la clase de cuerpo que acariciaría solo para ver si era tan duro y perfecto como parecía.

Sus hermosos rasgos eran agudos, cincelados y finos. De piel tan pálida y tersa como una pieza de porcelana. Y esa mirada, era la mirada de un rebelde que no acataba las costumbres corrientes… alguien que vivía su vida exclusivamente bajo sus propios términos. Era obvio que nadie le decía a este sujeto como hacer nada. Furia y poder se desprendía de todo su ser.

Era… simplemente irresistible.

Naruto no podía ver sus ojos por las oscuras gafas de sol que llevaba, pero pudo sentir su intensa mirada sobre él. La sentía como un toque directo a su alma. El sujeto era resistente. Feroz. Y esto envió una ola de pánico por todo su organismo.

¿Por qué algo tan salvaje y poderoso estaría en su pequeña tienda de regalos?

¿Iría a robarle, o ya se estaba volviendo paranoico?

La aspiradora, que se había quedado tirada en el suelo aún funcionando, había comenzado a gemir y a echar humo en señal de protesta, soltando su aliento. Naruto rápidamente se lanzó a apagarla y abanicó el motor con su mano.

-¿Puedo ayudarle?- preguntó mientras luchaba por poner el aparato detrás del mostrador. El calor bañó sus mejillas mientras el motor seguía humeando y escupiendo. Esto agregó un olor no muy agradable a sus velas de incienso. Le dio una tímida sonrisita al dios todopoderoso que estaba de pie tan despreocupado frente a su mostrador- siento todo esto, de veras.

Sasuke cerró sus ojos mientras saboreaba el cálido tono de su voz. Estaba empezando a llenarse del impulso de reclamarlo, de tomar lo que quería, y al diablo con las consecuencias.

Pero el chico estaba asustado de él. Su mitad animal lo sentía y esa era la última cosa que su mitad humana quería.

Acercándose, se quitó las gafas de sol y le ofreció una pequeña sonrisa.- Hola.

Eso no ayudó. Al contrario, la visión de sus ojos hizo que el rubio se pusiera más nervioso.

Maldición.

Naruto estaba atontado. En serio, no había podido creer que aquel hombre se pudiera ver incluso más atractivo, pero esa diabólica sonrisa burlona… Dios. Y peor, la intensa y salvaje mirada fija de esos penetrantes ojos color escarlata, casi como un par de rubíes, lo hizo estremecer y arder. En su vida, ni una sola vez había visto a un hombre que siquiera se acercara a la décima parte de lo apuesto que era este.

-Hola- respondió el blondo, sintiéndose como nueve variedades de estúpido.

La mirada intensa del hombre por fin lo abandonó y viajó alrededor de su tienda, deteniéndose en los exhibidores.

-Busco un regalo- dijo el moreno con esa voz profundamente hipnótica. Naruto sentía que podía escucharlo hablar por horas, y por una razón que no comprendía, quería oírlo decir su nombre.

Rápidamente aclaró su garganta y guardó en su sitio los pensamientos idiotas mientras salía detrás del mostrador. ¿Si su atractivo ex no podía soportarlo, tal vez por su físico tan despreocupado, por qué un dios como éste perdería el tiempo con él? Entonces decidió calmarse antes de avergonzarse hasta la muerte.

-Claro. ¿Para quién es?

-Alguien muy especial.

-¿Su pareja?

La mirada rubí volvió con la cerúlea y lo hizo temblar… más. Sacudió la cabeza ligeramente.

-Yo… no tengo esa suerte- dijo el moreno, su tono bajo, seductor.

Que cosa tan inusual. Naruto no podía imaginarse a ese tipo teniendo problemas para conseguir a la pareja que quisiera. ¿Quién sobre la tierra le diría que no a esto?

Pensándolo bien, deseaba que nunca apareciera la persona que en verdad le atrajese, porque de aparecer, se vería moralmente obligado a atropellarla con su coche.

-¿Cuánto quiere gastar?

Sasuke se encogió de hombros- el dinero no me importa.

Naruto parpadeó ante eso y lo volvió a hacer, sorprendido. Magnífico y forrado. Hombre, alguien por allá afuera era realmente afortunado.

-Bien, amigo. Tengo algunos objetos de colección e incluso una sección de moda. Pero si es un regalo especial lo que buscas, te recomiendo la zona de joyería. Una pulsera, un anillo o un collar, siempre son un regalo muy agradable.

Sasuke lo siguió a la parte inferior de la tienda, donde un pequeño mostrador de vidrio mostraba algunos juegos de joyería. Desde los más extravagantes y costosos, hasta los más simples y finos.

El aroma de Naruto lo hizo endurecerse y excitarse cuando se detuvo frente a él para mostrarle la vidriera. Todo lo que pudo hacer para no hundir la cabeza en el delgado hombro acanelado e inhalar su olor de arándanos y girasoles hasta quedar borracho, fue concentrar su mirada en las estanterías.

Mas su atención siempre volvía con él.

Lamió sus labios cuando se encontró con la vista de esa piel, imaginando su sabor. La sudadera de Naruto era un par de tallas más grande, con las mangas muy largas y la zona de los hombros cayendo sensualmente hacia un lado. Parecía ser del tipo descuidado, pero eso sólo le agregó a su aspecto un toque frágil que Sasuke deseaba poseer y resguardar.

Se imaginó tantas cosas. Esa dulce voz llamándolo por su nombre. Las regordetas mejillas enrojecidas, los labios hinchados por sus besos, y aquellos ojos, inexpertos y soñadores, mirándolo con deseo por debajo de esas gruesas pestañas mientras él lo tomaba con pasión. Incluso podía sentir el propio deseo de Naruto en crecimiento y eso sólo lo encendía más.

-¿Cuál es tu favorito?

En el centro, sobre una almohadilla de terciopelo azul marino, descansaba una prenda que llamó su atención. Un collar con una piedra esmeralda, de forma alargada. A los lados, dos piedritas redondas más pequeñas, que por su color intuyó que eran zafiros. Sasuke sabía que ese era el indicado, el olor de Naruto estaba sobre la pieza. Era obvio que se lo había probado.

-Éste- dijo el blondo, alcanzándolo.

Su polla se endureció cuando los dedos de Naruto rozaron la alargada piedra del centro. Y no deseaba nada más que estirar su mano sobre el brazo extendido del humano, rozar con la palma de su mano su suave y tersa piel hasta alcanzar esos dedos. Dedos que a él le gustaría mordisquear.

-Pruébatelo.

Naruto tembló ante la voz barítono, con la mezcla exacta entre orden y súplica. ¿Qué pasaba con él que lo ponía tan nervioso? En el fondo lo sabía. Él era sumamente masculino y estar bajo su directo escrutinio era tan insoportable como desconcertante. Intentó ponerse el collar, pero sus manos temblaban tanto que no podía sujetarlo.

-Déjame- dijo, una vez más con esa imponencia en la voz.

Naruto tragó y asintió, dándose la vuelta. Sus cálidas manos tocaron las suyas, haciéndolo sentir peor. Se miró en el espejo, atrapando la mirada de aquellos ojos cárdenos mirándolo fijamente a través del reflejo con un calor tan intenso que lo hizo temblar.

Sasuke hábilmente sujetó el collar. Sus dedos se demoraron en su cuello durante un minuto antes de que sus miradas se encontraran nuevamente en el espejo.

-Hermoso- murmuró con voz ronca, sólo que no estaba mirando al collar. Sasuke miraba fijamente el reflejo de aquellos inquietantes ojos azules- lo llevaré.

Dividido entre el alivio y la tristeza, Naruto buscó alejarse rápidamente mientras trataba de quitarse el collar. En realidad, adoraba esa prenda y le entristecía verlo partir. Lo había comprado para la tienda hacía unos meses, pero en verdad había estado ahorrando para poder quedárselo.

¿Pero qué iba a hacer? Era una obra de arte hecha a mano de más de seiscientos ryo. Y, además, no tenía donde lucirlo. Sería un desperdicio. Quitándoselo, aclaró de nuevo su garganta y se dirigió a la caja registradora.

Sasuke lo miraba atentamente. El chico estaba más triste que antes. Maldición. No quería nada más en ese instante que verlo sonreír. ¿Qué le decía un humano a otro para hacerlo feliz? No tenía la menor idea.

Los lobos realmente no reían, no como la gente. Sus risas eran más taimadas, seductoras. Una invitación. Su gente no reía cuando era feliz. Ellos tenían sexo cuando querían tenerlo y eso, eso los hacía felices. Para él, eso era lo mejor de ser un animal y no un humano. Las personas tenían reglas sobre la intimidad que él realmente nunca entendió.

Naruto colocó el collar en una caja blanca con una delicada almohadilla en el interior.

-¿Lo quiere envuelto para llevar?

Sasuke asintió.

Con cuidado, el rubio quitó la etiqueta del precio, la puso al lado de la caja registradora, luego sacó un papel plateado que rápidamente envolvió alrededor de la caja y lo selló con cinta y un pequeño moño azul. Registró la venta sin levantar la vista hacia su cliente y tragó.

-Seiscientos veinte ryo, por favor.- Naruto todavía no lo miraba. Su mirada estaba enfocada en el suelo, cerca de sus pies.

Sasuke sintió un extraño impulso de agacharse hasta que su cara estuviera en su línea de visión. Sin embargo, se contuvo y sacó la billetera, entregando una tarjeta.

Parecía ridículo el hecho de que un lobo tuviese una tarjeta de crédito humana, pero éste era el siglo veintiuno y los que no se mezclaban rápido se hallarían exterminados. A diferencia de muchos idiotas de su especie, él tenía inversiones y propiedades. Demonios, hasta tenía un banquero personal.

Naruto tomó la tarjeta y la pasó por el escáner láser de su ordenador.

-¿Trabajas aquí solo?- preguntaba el moreno, pero al instante comprendió que había sido inadecuado, ya que el temor del chico le llegó a la nariz con un fuerte olor. Casi maldice en voz alta por su descuido.

-No.

Le estaba mintiendo. Podía olerlo.

Bien hecho, grandísimo idiota. Le has asustado.

Humanos. Nunca los entendería. Pero claro, ellos eran débiles, sobre todo los donceles, que resultaban ser más frágiles que sus hembras.

Naruto le dio un recibo y frunció el ceño al ver la firma de Sasuke después que este firmara.- Sas…

-Uchiha Sasuke.

Los ojos de Naruto brillaron un segundo.- Parece el nombre de una estrella de pop o algo así. Debes de estar aclarándoselo a la gente todo el tiempo.

Sasuke se encogió de hombros- algo así.

Naruto metió la caja junto con el recibo en una bolsa de papel con cuerdas y el logotipo de su tienda.- Gracias- dijo tranquilamente, poniéndola sobre el mostrador delante del moreno.- Que tenga un buen día, Uchiha-san.

Sasuke asintió y se dirigió a la puerta, con el corazón aún más pesado que antes porque no había logrado hacerlo feliz.

-¡Espere!- gritó Naruto cuando estuvo por cruzar la salida- Se olvida del collar.

Sasuke se volvió para observarlo una última vez, sabiendo que nunca lo volvería a ver. Estaba tan hermoso allí, con sus enormes ojos azules en su acanelado rostro de facciones zorrunas. Casi como un ángel. Era etéreo y encantador.

Y demasiado frágil para un animal.

-No- respondió quedamente- lo dejé con la persona que quiero que lo tenga.

Naruto sintió que su mandíbula se caía unos centímetros mientras las palabras de negación que pretendía soltar se atascaban en su garganta. Las palabras de Sasuke aún flotaban en el aire, justo entre ellos, cuando por fin tomó una respiración y pudo contestar.

-Lo siento, no puedo aceptarlo.

Sasuke no lo escuchó. Abrió la puerta y salió a la calle sin decir nada más.

Tomando la bolsa del mostrador, Naruto lo persiguió. Sasuke caminaba en verdad rápido entre las calles aledañas, lo cual hizo que Naruto tuviese que correr para alcanzarlo. Lo tomó del brazo en cuanto estuvo a su lado, asombrándose por la tensión de sus bíceps bajo su mano. Ya sin aliento, alzó la vista hacia los afilados y seductores ojos color escarlata.

-Lo siento, de veras, pero no puedo aceptar esto.- Dijo otra vez, entregándole la bolsa- es demasiado, de veras.

Sasuke lo rechazó con un gesto.- Quiero que lo tengas.

Había tanta seriedad, a la vez que sinceridad en aquellas palabras, que Naruto no podía hacer nada más que mirarlo atónito.- ¿Por qué?

Sasuke le acarició suavemente la mejilla- Porque algo tan hermoso, necesita estar rodeado de cosas hermosas.

Naruto boqueó como un pez en lo que procesaba la información. Nadie nunca le había dicho algo como aquello, ni siquiera su novio, ex, lo que fuera. Y ese día más que cualquier otro, necesitaba oírlo. Nunca pensaría que alguien lo vería de ese modo, a él, a Naruto el revoltoso y torpe que no hacía más que buscar problemas.

Esas palabras le llegaron tan profundamente dentro que… que…

Se echó a llorar como un bebé.

Sasuke se quedó de piedra, completamente perplejo. ¿Qué demonios estaba pasando? Los lobos no lloraban. Si alguien los hacía sentir mal, simplemente le arrancaban la garganta, pero nunca llorar y sobre todo no cuando alguien lo estaba elogiando.

-Lo siento- susurró, completamente confuso por lo que había hecho mal- pensé que esto te haría feliz. Creo que herí tus sentimientos, cachorro.

Naruto ni siquiera se percató del extraño apelativo que había usado. Sólo se quedó allí, llorando.

¿Qué se suponía que debía hacer? Sasuke miró a su alrededor, pero no había nadie a quien preguntar. Joder con su parte humana. Ni siquiera ese lado podía comprender el comportamiento del rubio. En cambio, se centró en la parte animal que sólo sabía instintivamente cómo cuidar a alguien cuando estaba herido.

Tomó a Naruto en brazos y lo llevó de vuelta a su tienda. Los animales siempre se sienten mejor cuando están en su ambiente natural, así que también podría funcionar con un humano. Era más fácil arreglárselas con cosas familiares alrededor.

Naruto se abrazó a su cuello mientras él lo llevaba de vuelta y lloró aún más fuerte. Sasuke estaba empezando a enojarse, pero no con el menor, sino con él mismo por ser tan incompetente como protector.

Naruto se odió por quebrarse de esa manera. ¿Qué estaba mal con él? Peor. ¡El dios griego lo estaba llevando en brazos! ¡Llevándolo en brazos a él! Y no se estaba quejando porque pesara o porque no dejaba de gimotear. Recordaba una vez que le había pedido en broma a Neji que lo llevara en brazos por el umbral cuando habían empezado a vivir justos. Él se había reído a toda voz, preguntándole si estaba mal de la cabeza o algo así.

Bueno, su novio siempre había sido… elegante. Por no decir endeble. Pero, aun así, nadie nunca había hecho algo parecido por él. Y ahora aquí, este total extraño lo llevaba con agilidad por la calle, sin siquiera mostrar alguna mueca de esfuerzo. Por primera vez en su vida, se había sentido como algo delicado digno de cuidado.

Pero él no era un iluso. Uzumaki Naruto no había sido delicado desde que cumplió los ocho años.

Sasuke abrió la puerta, entró y luego la cerró con el tacón de su bota. Sin perder el paso, sentó al blondo en el taburete alto detrás de la caja registradora. Lo hizo con cuidado, temiendo que se fuera a romper. Luego tironeó de su camiseta blanca y la usó para secarle las lágrimas.

-Lo siento- dijo una vez más, sus ojos llenos de arrepentimiento.

-No- respondió el menor, mirándolo a través de sus lágrimas- soy yo quien debe pedir perdón. No pretendía colapsar delante de usted. Debo estar enfermo de la cabeza.

-¿Lo estás?

¿Es en serio? Naruto no podía creer que este sujeto en realidad lo tomara por tonto. Pero entonces lo vio a los ojos y notó una mirada sincera. Parecía estar preocupado de verdad.

-No, sólo soy yo siendo estúpido. Lo lamento, de veras.

El moreno le dedicó una sonrisa seductora- está bien, realmente

Naruto lo observó fijamente con incredulidad. ¿Por qué estaba este hombre en su tienda siendo tan amable? No tenía sentido. Las personas no solían ser amables con él. ¿Acaso era un sueño?

Intentando recuperar un poco su dignidad, sacó el recibo de la caja registradora- toma- dijo, entregándoselo.

Sasuke lo miró extrañado- ¿por qué me das esto?

-Oh, vamos. Nadie compra un collar tan caro para un completo desconocido.

Una vez más, Sasuke lo ignoró. En cambio, tomó la bolsa y sacó la caja. Naruto observó detalladamente como él desempaquetaba el regalo, luego colocaba el collar alrededor de su cuello otra vez. El contraste entre los cálidos dedos y la fría cadena lo hizo temblar.

Rojo y azul. Sus ojos no se separaron ni por un segundo mientras Sasuke dejaba la piel del cuello para enredar sus dedos en las puntas del sedoso cabello rubio. Lo observaba fijamente con su encantadora sonrisa, como si fuese algún delicioso bocadillo.

Naruto sentía cómo se sonrojaba. Nadie nunca le había dedicado una mirada tan intensa y ardiente. Sasuke dejó su cabello para acariciar la piedra del collar- esto te pertenece. Nadie más podría hacerle justicia.

Lágrimas empañaron su visión, pero el rubio parpadeó y las detuvo antes de que el moreno llamara a la guardia psicológica de emergencias. El calor de esa mano contra su cuello lo estaba sometiendo delicadamente.

De repente alzó su delgada ceja rubia- ¿Qué? ¿Perdiste una apuesta o algo así?

Sasuke lo miró extrañado- No.

-Entonces, ¿por qué eres tan amable conmigo?

Sasuke movió la cabeza, como si estuviera perplejo por la pregunta- ¿Necesito una razón?

-Sí.

Estaba completamente confundido. ¿Los humanos necesitaban una razón para ser agradables los unos con los otros? Ahora no le parecía extraño que su especie los evitara. Pero él qué sabía. Había vivido alrededor de cuatrocientos años y ni una sola vez se había visto interesado por ellos. Tal vez debió haberlo hecho.

-No sabía que había reglas para intentar hacer sentir bien a alguien. Parecías estar triste cuando pasé caminando y sólo quería hacerte reír.- Suspiró ante la mirada incrédula de Naruto y le tendió el recibo que él había intentado devolverle.- Conserva el collar. Luce bien en ti y no tengo a nadie más para dárselo. Estoy seguro que mi hermano no lo querría. Probablemente el imbécil me lo empujaría por un lugar verdaderamente incómodo si se lo diera. Peor, me sentiría aterrado si no intentara hacerlo.

Finalmente, Naruto soltó una pequeña risita. El agradable sonido aligeró su corazón al instante.

-Eso es lo que estaba buscando.- admitió el lobo.

Naruto asintió y sorbió por la nariz antes de reírse otra vez. Devolviendo la sonrisa, Sasuke alargó su brazo hasta la sonrojada mejilla y la ahuecó en su mano. Era tan hermoso cuando se reía. Sus brillantes ojos azules centellaron. Antes de que pudiera detenerse, se inclinó y besó las lágrimas de sus pestañas.

Naruto no podía respirar mientras sentía el calor de esos labios contra su piel. Dios, su olor era rico e increíblemente agradable, masculino. Sin pensarlo dos veces, envolvió sus brazos en su cintura y pegó la mejilla al pecho fuerte y firme de Sasuke. Su corazón latía pesadamente bajo su oído. Y se sintió, de una forma extraña, protegido, justo ahí donde estaba. Cálido. Pero, sobre todo, se sintió deseable. Como si, después de todo, no fuese un total perdedor.

El lobo no protestó cuando él lo abrazó. En cambio, lo sostuvo allí con su mano todavía sobre la mejilla a la vez que su pulgar acariciaba con cuidado su pómulo. Se inclinó un poco y dejó un casto beso en la coronilla.

Y el calor inundó a Naruto. Una necesidad increíble se desgarró en alguna parte de su cuerpo, pidiendo por él. Mas no lo entendía. En toda su vida, Uzumaki Naruto nunca había hecho lo que supuestamente se debía hacer. O eso le dijeron siempre. Pero se graduó del instituto y vivió en casa de sus padres mientras iba a la universidad, donde raras veces tenía citas. Nadie quería salir con el torpe del colegio después de todo.

Cuando su abuela Tsunade había muerto, le dejó el edificio donde había establecido una pequeña clínica. Le habría gustado mantenerla tal como estaba, pero no sabía nada de medicina, así que lo convirtió en lo que era hoy en día su pequeña tienda. Y allí había trabajado sin falta, cada día, sin importar lo enfermo o cansado que estuviera.

En realidad, nunca había dado un paso al lado salvaje. Miedo y responsabilidad habían regido su vida desde que nació.

Pero entonces llegó Sasuke, más como un demonio que un ángel. Y ahí estaba él, abrazándolo a pesar de que era un completo extraño. Un completo extraño que había sido más amable con él que nadie.

Y deseaba probarlo. Solo por saber cómo se sentiría al besar a un hombre como ese.

Levantando la cabeza, lo miró y tembló con un deseo descomunal que no comprendía. Se sentía como si lo atravesara.

No lo hagas.

Ignoró a la voz de la razón, se estiró y tiró de su cabeza para acercarlo, dejándolo a escasos centímetros de sus labios. Las oscuras hebras de su flequillo enmarcaron un rostro perfecto y hermoso. El color de sus ojos rojo escarlata lo quemó como el fuego.

No lo hagas.

Ésta vez fue la voz interior de Sasuke la que hablaba, pero la ignoró firmemente. Bajó su cabeza un poco más, casi completando el beso, pero sin hacerlo, como si le pidiera permiso.

Sin aliento, Naruto cerró la distancia entre ellos y lo besó. El moreno gruñó profundamente en su garganta como un animal antes de que el beso se volviera hambriento, apasionado.

Naruto se asombró por su reacción. Nadie, alguna vez, había parecido disfrutar besándolo como Sasuke lo hacía. Sus manos fuertes sostenían su cabeza mientras el lobo lo devoraba como si estuviera hambriento de él.

Sasuke lo arrastró hacia sí. Lo deseaba con una desesperación que lindaba con la locura. Podía escuchar el latido de su corazón acelerándose por ese pequeño y frágil humano. Y, sobre todo, podía oler su deseo y quería más de eso. El animal de su interior no estaría satisfecho hasta que lo probara completamente.

En su mundo, el sexo no tenía significado emocional. Era un acto biológico y necesario entre dos criaturas para aliviar la intensidad de la época de celo. Si los dos lobos en cuestión no estaban emparejados, no había ninguna posibilidad de embarazo ni de transmisión de alguna enfermedad. Los lobos no se enfermaban.

Si Naruto fuese como su gente, ya lo tendría desnudo en el suelo.

Pero él no era un lobo.

Los humanos eran diferentes. Él nunca había hecho el amor con alguno de ellos y no estaba seguro de cómo reaccionaría el rubio si lo tomaba del modo que él usaría con los de su especie. Era demasiado frágil para someterlo a algo como eso.

Con toda honestidad, ni siquiera sabía por qué lo había puesto tan caliente. No era normal. Ni una vez en todos los siglos que había vivido sintió la necesidad de tomar un amante humano.

Hasta ese día.

No podía contenerse. Cada instinto que poseía le decía que lo tomara, ignorando a la razón. Su alma de lobo ansiaba probarlo. Deseaba olisquearlo y dejar que su tierno aroma a girasoles aliviara la soledad que había sentido en los últimos meses mientras lloraba por la muerte de Itachi y la crítica situación de Rasuke.

Sólo por un instante, deseaba sentirse acompañado otra vez…

 

Continuará…

 

Notas finales:

Gracias por leer hasta aquí, pronto vendré con la actu. Decidme vuestra opinión en los comentarios, por favor.

Nos leemos ^^/


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