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Enamorando a mi papás por Charly D

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Voy caminando al lado de mi papá, estas calles son tan distintas a las que yo conozco, no está ni siquiera la tienda del señor al que siempre le compraba estampitas para mi álbum de animales de la selva, miro hacia todos los sitios que puedo y me sorprendo al ver que todo está tan diferente, esta calle, la que lleva a la casa de mis abuelitos, papás de Ramiro, tiene el piso de color negro, ¿De qué será? Está todo muy raro. Lo bueno de todo esto es que no estoy solito y me acompaña mi papá. Con cuidado, saco mi teléfono para ver la hora…

 

-- ¿Las dos? – me pregunto con sorpresa, ya es de tarde, no son las dos.

-- ¿Dijiste algo, morrito? – me pregunta papá, esto ya me tiene muy intrigado ¿Qué es morrito?

-- Oye papá, ¿Qué es… – Me tapo la boca de inmediato, ¡Le volví a decir papá!

-- ¿Me dijiste papá? – me mira con sorpresa y con cierto recelo.

-- ¿Yo? ¿Papá? ¿A ti? – Me señalo inocentemente – ¡Claro que no! – levanto las manos a modo excusándome.

-- Qué raro, siento que ya son dos veces que me dices papá, y digo, no te ofendas pero yo nunca voy a tener hijos, son todo un rollo, los tienes que mantener, cuidar, darles de comer… Paso, la verdad es que nunca voy a tener crías – dice orgulloso, viejo sinvergüenza, cada vez que digo que quiero quedarme soltero, sin hijos, vivir la vida libre y feliz, él me da un cocotazo y me dice que a mi edad ya pensaba en formar su propia familia, que siempre tuvo el instinto paterno, méndigo ‘chibizcoyo’.

-- Claro – lo miro entrecerrando los ojos, ya te lo recordaré en el futuro. Miro al frente y noto la casa de mis abuelitos, ¡Vaya que es diferente! No tiene el enorme portón negro que conozco y en mi época ese arbolito que está cerca de la puerta de entrada no existe, la casa solo está rodeada de una cerca de madera, el jardín más que jardín es un piso de tierra del cual salen unas cuantas hierbas y aquel arbolito que nunca había visto – ¡Ya llegamos! – exclamo aún sorprendido por lo diferente que es esta casa a la que yo recuerdo.

-- ¿Cómo sabes que esta es mi casa? – me pregunta papá

-- Yo… pues… – ¿Cómo le digo que desde bebé conozco esta casa?

-- ¡Hermano! – los dos volteamos a ver a quién habló, tenemos al frente de nosotros, pues iba llegando, a una niña regordeta, cachetona y con cabello atado en cola de caballo, está chaparrita, se ve muy chistosa, noto que está comiendo una dona cubierta de azúcar, ya se me antojó, ahora que recuerdo, no he comido nada.

-- ¿Dónde andabas? – pregunta papá.

-- Mamá me mando a caminar, dijo que debía darle dos vueltas a la manzana – se notaba agitada.

-- Es para que bajes de peso, y no va a funcionar si sigues comiendo como glotona – el mayor de nosotros la reprende, ¿Son hermanos? Qué raro, mi papá solo tiene una… Aguarden…– ¡Dame eso, Rosy! – le quitó su pan, pero… no… no puede ser… ¡No!

-- ¡Tú eres la tía Rosy! – pregunto completamente sorprendido.

-- ¿Tía Rosy? – sigo mirándola de arriba para abajo, doy una vuelta a su alrededor, ¡No es posible!

-- Ramiro… tu amigo me está asustando.

-- Ya déjala, se pone nerviosa, y si eso pasa se va a poner a comer.

-- No… no es posible – la sigo mirando, la tía Rosy que yo conozco es casi de la estatura de mi papá, 1.70, y sobre todo, la tía que yo conozco es una mujer que podría jurar que participó en Miss Universo, ella es la que me obliga a comer lechuga y tomate cada que voy a su casa, esta niño botijona no puede ser mi delgada tía Rosy.

-- Vamos para dentro morros, no nos vamos a quedar aquí todo el día – mi tía entra mirándome con detenimiento, creo que no le inspiro confianza.

 

 

Entramos a la casa, ¡Por todos los cielos! Si por fuera es diferente, por dentro lo es más, ¡Wow! El piso brillante no existe, la cocina es más pequeña de lo que es la que yo he visto, esa pared al lado de la cocina no está en mi época, la casa de mis abuelitos es muy pero muy distinta.

 

-- ¿Diste tus dos vueltas Rosy? – volteo raídamente, esa voz es inconfundible, es mi abuelita Tita.

-- ¡Abue! – corro y la abrazo, siempre que llego a su casa lo hago, ahora que la sostengo entre mis brazos abro los ojos grandemente, creo que estoy en problemas.

-- ¿Abue? – se preguntan mi papá y mi tía mientras me miran sin entender lo que pasa, en efecto, creo que estoy en problemas…

 

 

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-- ¡Ay chamaco no me asustes! – mi mamá suelta la carcajada, este morro es bien raro, demasiado diría yo, dice cosas sin sentido.

-- Perdón – suelta a mi mamá y noto que se empieza a rascar la oreja.

-- ¡Mira! Si hasta le haces como mi Ramiro, él también se rasca su oreja así – dice mamá mientras acaricia el hombro de ese chavito, y es cierto, así mismo le hago yo, me rasco la oreja cuando algo me da pena, lo hago desde que era niño.

-- ¿Le dijiste abue a mi mamá? – mi hermana pregunta a Roger, de verdad que ese nombrecito es bastante feo.

-- Ya déjalo, que solo vengo a cambiarme, voy a salir. Jálale morro – con la cabeza le indico al chamaco que me siga.

 

Luego de ese momento tan extraño, llegamos a mi cuarto.

-- Aquí es la cueva, está algo sucia, pero, nah, me da flojera limpiar, la limpieza no es lo mío, cuando me vaya de aquí contrataré sirvientas para que hagan todo.

-- A mí siempre me pones a limpiar mi cuarto, me dices que no debo ser cochino, que tú nunca fuiste así – me comenta enojado el morrillo, lo que me causa duda es… ¿Que yo lo pongo a qué?

-- ¿Cuándo hice eso? – lo miro, cada vez entiendo menos.

-- ¡Nada! – me sonríe – No dije nada de nada.

-- Bueno, ten, ponte esto, y como no tengo un pantalón que te quede vas a tener que ir con ese que está fuera de onda – le doy una playera, de las más chicas que guardo, mi ropa actual no le queda ni de broma.

 

 

Luego de eso y de las santiguadas que mi mamá nos dio a mí y al morrillo nos lanzamos a la fiesta de la Raco, ya es tardecillo, y no sé por qué, pero hoy siento que debo regresar temprano a casa, que debo asegurarme que Roger se duerma en un lugar seguro, es sumamente extraño esto que siento cada que miro a este niño, es como si mi deber fuera cuidar de él, lo vuelvo a mirar a mi lado, noto que ve todo como si no conociera estos lados, como si nunca hubiera andado por estos caminos.

 

Luego de andar por unas cuadras, ya casi llegábamos a la casa de la Raco, el chavo ya se iba desmayando.

-- Estoy cansado… quiero agua… pasemos a un OXXO por una botella de agua – me dice, no entiendo a qué se refiere.

-- ¿Qué es un OXXO? – le pregunto, no tengo ni la remota idea de lo que es eso.

-- ¿En este año no hay OXXO’s? – me mira asustado.

-- ¿No te parece que dices cosas muy raras? – lo miro, esto ya me está sacando de onda, pues dice tanto que no entiendo.

-- Lo siento – agacha la cabeza, creo que me pasé de la raya, le hable fuerte, y siento ternura de verlo así, suspiro y le palmeo la espalda.

-- Ya, no pasa nada, en la casa de la Raco hay agua, pero solo eso, tu no vas a tomar caña – le advierto, con mis amigos me vale gorro si se embriagan o no, pero algo muy dentro de mí me dice que no es correcto que este morro tome o fume, al menos no delante de mí, creo que me estoy volviendo bien loco.

 

Pusieron el casette de la Maldita Vecindad, la música se oye hasta la banqueta de afuera, adentro hay ya un buen de humo, estos canijos ya empezaron sin mí.

-- ¡Ya llegó el Ramín! – Lucy anuncia - ¡Mira Racco, viene con el morrillo que dice que eres linda! – señala a Roger, éste se esconde detrás de mí, me sonrío, lo asustaron.

-- ¿Soy linda? – la voz ronca de la Raco suena, pregunta con burla.

-- Mucho – me acerco y la abrazo - ¡Milagro! No tardaste mucho en el bote, a ver si no te vuelven a agarrar – le digo.

-- Nel, al menos no creo – me dice y luego se centra en el chamaco detrás de mí - ¿Qué? ¿Es tu nuevo jale o qué?

-- No digas tonterías, cómo piensas que entre yo y ese morro hay algo – me pareció siquiera inconcebible pensarlo.

-- Ya, ni hablar mujer traes puñal, ándale, tomate una cuba, y dile al morrito si quiere.

-- Nel Raco, al morro nada de caña, él puro chesco y ya.

-- Tá bueno.

 

 

Yo me puse a platicar con los cuates y se me pasó el tiempo, cuando me di cuenta, me cayó el veinte que se me había olvidado Roger, lo busqué por la casa y lo vi, se notaba raro, y escuché lo que decía…

 

-- En serio, va a haber Facebook y vas a subir fotos desde tu teléfono, y ahí vas a tener amigos de todos lados, les mandas un Messenger y te leen bien rápido, bueno a veces te dejan en visto, pero a veces, por eso no le mandes solicitud a tu crush porque ni te va a hacer caso – alrededor de él los drogos que conozco lo escuchan. Este morro ya se echó una maría – Y si no te hace caso por face, le hablas por WhatsApp, y le mandas mensaje tras mensaje, vas a ver que no te va a poder dejar en visto mucho rato, los teléfonos van a ser bien útiles, hasta le tele vas a poder ver en ellos – Definitivamente alguien le dio algo a este chamaco, tiene un vaso en la mano, de seguro anda tomando caña, mejor me lo voy a llevar de aquí antes de que le den porros.

-- ¡Ya cierra el pico! Quítense, les dije que no le dieran nada a este vatillo, se los dije – lo tomé de la muñeca y lo saqué de ahí.  

-- ¡No, todavía no! – se quejaba, pero nel, lo tenía que sacar, comencé a caminar rumbo a la salida.

--¡Vámonos ya, morro! Este lugar ya se puso feo para ti, y solo dices tonterías, creo que el humo de estos te afectó.

-- Enserio, en unos años todos podremos tener computadoras, bien chiquitas y no serán caras, hasta se podrán doblar.

-- Sí, lo que digas, las vacas vuelan también – le sigo la corriente – ¡Y dame acá! Espero que no te hayan dado caña porque se las verán conmigo esos mariguas – le quito su vaso, lo iba a oler pero el chamaco comenzó a pelear por él.

-- ¡Tengo sed! ¡Dámelo! – forcejeamos, pero al intentar hacerlo para atrás lo tiré, y no al piso, pues pude oír un grito de enojo.

-- ¡¿Qué hiciste?! – ya la regué, cierro los ojos y luego volteo para disculparme.

-- ¡Perdón, carnalito! – abro mis oclayos y lo veo, ni siquiera pestañeo, esos ojos, esos ojos son tan grandes y llamativos, no dejo de verlos – Per… dón – no dejo de mirar a ese vato, su cara se ve como de muñequito de porcelana, yo tengo un secreto, es la razón por la que sé que nunca tendré hijos, a mí no me van las morras, me gustan los chavos, es un secreto tan guardado que solo Lucy y la Raco lo saben, pues ellas han conocido a un par de ligues que he tenido.

-- ¿Qué me ves? – me pregunta con seriedad.

-- Tu… tu…– no sé qué responderle, pese a lo oscuro que ya se puso puedo distinguir que no es uno de la banda, este niño se ve muy popis, de esos burguesitos de las Lomas, pocas veces he visto a alguien así, tan angelical.

-- ¡Ya bésense! – se rompe el momento en un segundo y tanto el niño bonito ese y yo miramos al que nos sacó de aquel duelo silencioso. Ambos vemos a Roger.

-- ¿Qué? – el chico ese pregunta con sorpresa. Ahora que miro al morro y a este niño popis noto algo, tienen una mirada muy, muy parecida, hasta podría decir que son familia porque su los ojos de ambos son idénticos.

-- No, aguarda, no… ¿Qué dices? – pocas veces me pongo nervioso, ni cuando me encadené a aquel árbol me puse tan nervioso como ahora, ¿Qué me pasa?

-- ¡Nunca! – Ese chico se quita la camisa que tenía puesta, se queda con la playera interior, y con enojo me avienta la prenda que se acaba de quitar – Eres un corriente, hippioso, y jamás en la vida sería capaz de besar primero a otro hombre y mucho menos a un corriente como tú… ¡Naco! – luego de insultarme, se va muy enojado, creo que no le caí ni tantito al burguesito ese…

 

 

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¡No! ¡Espera, no! Mi pá acaba de pegarle a mi papá con una camisa, es cierto que se pelean, pero nunca lo había visto así de enojado, ¡Sólo debían besarse y ya!

 

-- ¡Ve tras él! ¡¿Vas a dejar que tu esposo se vaya corriendo?! – muy exaltado le pregunto a mi papá.

-- ¿Esposo? ¿De qué demonios hablas? ¡Yo no soy ningún rarito! – me grita y apretando la camisa se va caminando dejándome ahí.

 

 ¡Ay no! Solo se tenían que besar, ¿Por qué no se quieren? Yo quiero que se quieran… solo quiero que se quieran. Y una lágrima se me escapa de los ojos, creo que será muy difícil que mis papás se enamoren, a lo mejor y todo lo eché a perder...

 

 

 

CONTINUARÁ…

 

 

 

 

Notas finales:

¡Gracias por tu lectura!

Para leer el capítulo en wattpad pincha la liga ;)


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