Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Enamorando a mi papás por Charly D

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

 

-- ¿Estás bien? – le pregunto al chico hippie ese, me siento raro, me mira de una forma algo extraña, es… es como si con sus ojos me quisiera decir tantas cosas que su boca no logra articular. Siento prontamente cierta calidez en mis hombros, Ramiro acaba de colocar sus manos en esa área.

-- Yo… quiero… quiero decirte… que… que… tú me… me… – su respiración se empieza a entrecortar, es algo sumamente inquietante porque hasta donde tengo entendido él es la persona más descarada que hay en la prepa, el chico porro, hippioso y grosero se nota realmente nervioso y no sé por qué razón a mí también me está contagiando esa emoción – Yo… no sé cómo decir, hablar… bueno, yo… estoy nervioso – sonríe mostrando sus dientes, pareciera asustado y lo creería si no se tratara del incendiario ese – Noé, tú… me – y no sé de donde proviene pero se escucha un sonido que nunca había oído y algo parecido a un resplandor nos hizo cerrar los ojos por unos microsegundos.

-- ¿Qué pasa? – pregunto confundido y me levanto de mi lugar inmediatamente.

-- ¿Quién anda por ahí? – Ramiro se posiciona cerca de mí, mientras mira atentamente al árbol que está a unos metros de nosotros – Pregunté algo y si no sales iré por ti, seas quien seas – habló seriamente, ya casi iba cuando de su escondite salió ese chico.

-- ¿Tú? – pregunté con cierta molestia. Era ese niño que anda muy cercano a Ramiro, no me molesta que sea él, lo que me irrita es sentirme vigilado.

-- Lo siento, no estaba haciendo algo malo – llámenme loco, yo mismo lo creo, pero ese niño me hace sentir cosas en el corazón, sentimentalmente hablando, hay algo que no termino de asimilar del todo. Ese niño me inspira tanta ternura que me es imposible sentir resentimiento por él aun cuando nos estaba espiando.

-- ¿Qué hacías ahí Roger? – Ramiro lo ve, ahora que los veo, ese par tiene una forma de mirar muy parecida, se parecen levemente.

-- Nada – agachó la cara mostrándose muy apenado, no pude seguir viéndolo así de atribulado, por ello decidí perdonar su acción.

-- Ya, está bien, sólo no andes mirando a las personas a escondidas porque es incómodo – le dije y en ese instante levantó la cara esbozando una ligera sonrisa.

-- Ya escuchaste, eh, nada de andar vigilando gente – acotó Ramiro, comencé a reírme ante la mirada atenta de esos dos, no puedo creerlo sonamos como un par de padres reprendiendo a su hijo, ¡Qué locura!

 

 

 

°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°

 

Creo que se enojaron, se dieron cuenta que les saqué una foto, se molestaron y mucho, mi papá solo pone esa cara cuando se enoja, me hizo recordar cuando era niño y me dijo que no jugara con el bote de chocolate en polvo, no le hice caso y lo seguí jugando, no tardé mucho en dejarlo caer y que todo se regara, me gané el castigo de barrer durante una semana la sala y la cocina, y recuerdo que puso la misma cara con la que me está mirando este preciso momento.

 

-- ¿Ya no están enojados? – les pregunto mirándolos intercaladamente.

-- ¿Enojados? – mi papá me pregunta sin entender bien.

-- Sí, por lo que acaba de hacer, eso de espiarnos – mi pá habla ahora.

-- ¡Ah! No, ya no, ya se me había olvidado – sí, es mi papá, me regaña y luego luego se le olvida, lo malo es que a Noé no, por eso los castigos siempre termino por cumplirlos. 

-- Bueno, el descanso ya casi termina y tengo que ir a clase – Noé nos dice de una manera muy tranquila, hasta hace unos momentos se veía triste y ahora, se le nota un poquito más animado.

-- Eh, sí… Qui… Qui…– miro con una sonrisa de mico a Ramin, ¿Qué le irá a preguntar? Aclara su garganta y vuelve a hablar – ¿Quieres que te acompañe a tu salón? – estoy por todas las formas tratando de aguantarme la risa, en verdad que es la primera vez que miro así de sonrojado a mi papá.

-- Ah, bueno, no… No es necesario, gracias de todas formas – mi pá, él sí, a cada rato se pone como tomate, cuando mi papá le lleva sus chocolates favoritos, o cuando lo abraza por la espalda y le dice quién sabe qué cosas al oído, o aquella vez cuando tenía cinco años y entre a su alcoba sin tocar y me dijeron que jugaban al veterinario y mi pá ya solo tenía un shortcito muy pequeño… Ahora mismo empiezo a creer ciertas cosas.

-- Insístele – le doy un pequeño empujón a Ramiro, por el cual da un paso al frente.

-- Ya – me dice entredientes, y luego voltea al otro chico – No hay problema por mí, eh… Vamos, te doy el aventón – mira a mi papá y le cierro el ojo mientras con los dedos le hago la señal de ‘like’.

-- Yo… yo voy a ver si ya puso la marrana, ahorita te veo papá… Diego, Ramin – me hago para atrás y me escondo detrás del árbol, ¡Ahora sí! Estos dos se van a querer mucho y yo voy a poder nacer.

 

 

°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°

 

 

Si alguien me lo hubiera dicho, neta, me cae que nunca lo hubiera creído, jamás en mi miserable vida me hubiera creído que el burguesito y yo caminaríamos rumbo a su salón, digo, no hablamos mucho pero me gusta estar a su lado, huele bien suave, no sé qué olor es, creo que yo apesto a zapato, pero él huele bien bonito, su cabellito bien peinado, la neta está bien bonito el Noé.

 

-- ¿Tengo algo? – me pregunta y siento como si me tragara un chicle, porque la saliva se me junta y no me deja ni hablar.

-- ¡No! ¿Por qué? – le digo bien acelerado, ¡Me cachó!

-- Es que me miras raro, pensé que traía algo en el cabello – luego de eso vuelve la mirada al frente. Lamentablemente ya llegamos a su grupo, y ahí, en la puerta de su salón está él, ese cara de huevo de Carlos, nos mira o al menos me mira con ojos de pistola, pero la verdad me vale tres kilos de queso, a mí ese morro no me asusta, es más, hasta por ‘accidente’ lo empujo con el hombro.

-- Nos vemos luego, vatillo – asiento con la cabeza y él me sonríe sin decir más. Al menos no me dijo cosas feas como las que me dice seguido… ¡Creo que ya le caigo bien! Me sonrío.

 

Camino rumbo al patio, digo, no estoy muy seguro si el morrito haya entrado a su clase, aunque hasta este momento no me ha dicho claramente cuál es su clase. Al llegar cerca del árbol que está por las bancas del patio me parece escuchar música, y es raro porque no veo ningún estéreo cerca, o vendrá de la calle.

 

-- ¡Ven siéntate y dime que es real, que también me amas de verdad! – ese si no me equivoco es el chavito, parece que está cantando una canción que nunca he escuchado en mi vida.

-- ¡Roger! – grito su nombre y cuando me voy acercando al árbol noto como comienza a retorcerse para guardar algo en su pantalón y se deja de escuchar esa canción que oí momentos antes.

-- ¡Hola! – me saluda y noto que respira muy rápido.

-- ¿Qué haces, morrillo? – le pregunto sin dejarlo de ver atentamente.

-- Nada, aquí tomando el sol… ¡Mira qué bonito! – entrecierro los ojos, me parece que miente, y como si lo conociera de toda la vida dentro de mí siento que me está intentando engañar pero no es algo malo, es muy peculiar esto, salvo con él es la primera vez que siento este instinto.  

-- Está bien, te creeré, anda levanta las piernas de pollo que ya vamos a clase – le digo y abre sus ojos como si lo hubiera asustado.

-- No… no te apures, digo, ya me quedé afuera medio día, pues ya termino completo – sonríe nerviosamente.

-- ¿Me estás diciendo que no quieres entrar a clases?

-- Algo así.

-- No, levanta las patricias y vamos a clase.

-- No, por favor… es que… es que… no traje la tarea de informática y me van a dejar afuera – se excusa, es la cosa más loca que he oído en mi vagabunda vida.

-- ¿Qué es eso de informática? ¿De qué hablas? – digo, hasta donde yo sé eso que dijo nadie lo conoce, nunca lo he escuchado.

-- Ah, bueno… Es… pues… una clase… ¿No la tienes? – me dice con los nervios de punta se le nota.

-- No, ni sé qué es eso, se oye raro – le digo.

-- Es una clase para los de traslado, es normal que no lo sepas, pero, ven siéntate conmigo, tenemos que hablar de algo muy, pero muy importante.

-- ¿De qué?

-- Pues de Noé – me dice sonriente y con una cara llena de picardía.

-- No… Noé – ahora el nervioso soy yo.

-- Sí, tengo una idea, una muy buena idea, para ustedes dos, digo, puede funcionar, a mi pá… ¡Digo! A Noé le gustan las sorpresas.

-- ¿Qué sabes tú? – me siento al descubierto, y lo que me llama la atención es que no me importa que él lo sepa, si fuera otro quizás y me sentiría enfadado, pero con Roger no, es como si se tratara de lo más natural del mundo que él lo supiera.

-- Mira, ¿Tienes forma de conseguir una guitarra?

-- No, pues qué crees que es aquí una orquesta o qué – le comento, a lo mejor en su escuela de niños popis de la que viene si hay de esas cosas, pero aquí, en la escuela del barrio no.

-- Bueno, no importa, yo sé que eres afinado para eso de la cantada y se me ocurrió que le cantáramos a Noé.

-- ¿Te sientes bien, morro? ¿Cómo piensas que le voy a cantar a ese vato?

-- No te hagas, bien que te vi, y lo haremos con discreción, mira cuando él salga de clases, nos ponemos allá en tu banca de chico porro y le cantamos, todos van a pensar lo que ya piensan de ti, que estás loco y así, pero el punto es que Noé sabrá que es para él porque lo vas a mirar directamente ¿Me entiendes?

-- No haré eso, olvídalo, y la gente no piensa que estoy loco, que cuide el medio no significa que estoy chiflado.

-- Bueno, no, pero no importa, mira, me tomé la libertad de tomar su mochila sucia de la banca y le arranqué una de las tantas hojas que tienes en blanco, anoté una cancioncita que oí por ahí.

-- ¿Qué dice? – me prestó la hoja con una caligrafía más horrible que la mía, esta canción nunca la había visto, será extranjera o qué, porque no recuerdo haberla escuchado nunca.

-- ¿Entonces?

-- Esto es muy loco, morro, no va a funcionar.

-- Sí, sí va a funcionar, yo sé lo que te digo.

-- No sé…– miro la hoja y lo miro a él, no estoy seguro, nada seguro…

 

 

°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°

 

 

Siento que mi corazoncito me late a mil, mi papá y yo estamos en la banca de los porros, esperamos a que pase mi pá, gracias a esa muchacha loca que tiene por amiga conseguimos la guitarra, nos miró feo cuando le dijo para qué la quería, pero no importa, y como yo sí sé tocarla él cantará mientras yo sacudo las cuerdas.

 

-- No creo que esto funcione, morro – noto que suda, está súper nervioso, pero haremos esto por su amor.

-- ¡Ahí viene! ¡Ahí viene! – digo y veo a mi pá, viene con un muchacho, si no supiera que mi tío Toño es un gordo calvo, pensaría que ese chico con abundante cabellera y cintura talla 28 es mi divertido tío.  

-- ¡Toca, entonces! – me dice y empiezo con los primeros acordes, luego él empieza con voz temblorosa pero afinada con la letra como la ensayamos…

 

 

 

 

Es demasiado pronto para yo contarte que 
me enamoré... de ti. 
No vayas a pensar 
que soy un loco nada más 
Simplemente fuiste tú quien me trajo a este lugar. 
Y sé que es muy sincero, 
lo que tú me haces sentir 
son mis ganas de vivir. 

Ven siéntate y dime que es real, 
que también me amas de verdad. 
Ven cuéntame que también has soñado, 
que camino contigo juntos de la mano. 

 

 

¡Nos está mirando! ¡Mi pá nos está mirando! Lo sabe, sabe que esto es para él, la mirada de mi papá se clava en la suya… ¡Sabe que es para él!...

 

 

 

 

CONTINUARÁ… 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

¡Gracias por tu lectura!

¿Quieres seguir esta historia en wattpad? ¡Pica la liga!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).