Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

EL FIN DE UN MUNDO por Adid

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

BillStandwich es un termino cumunmente utilizado para dirigirse al trío BillxFordxStan. 

Ni Gravity Falls ni sus personjes me pertenecen. Son propiedad de Disney y especialmente de su creador Alex Hirsh. El siguiente fanfic es enteramente ficción y no se relaciona con ninguna persona o escenario real.

 

Advertensias:

Esta es una historia oscura y no romantica. Contiene:

  • Escenas explisitas de relaciones sexuales y violación (la cual de alguna manera es doble). 
  • Algo de BDSM
  • Universo alterno donde Stan llega demasiado tarde a Gravity Falls, encontrando un pueblo ya dominado por Bill.
  • Incesto, (Stancest oscuro y unilateral (?))
  • Situaciones adultas y violentas.
  • Bill siendo el hijo de puta que es...

Tomar en cuenta antes de leer, por favor.

Notas del capitulo:

 

Sinceramente no puedo creer que yo haya escrito esto. Sé que hay cosas mucho más fuertes escritas por ahí pero es que a mí siempre me da mucha penita escribir lemons, especialmente si son rape y más de este tipo O////o 

Pero bueno, simplemente lo dejare por aquí y me alejare lentamente. 

 

...

 

 

La creatura soltó un chillido grotesco que duró solo un segundo antes de que un sonido asqueroso y húmedo lo siguiera cuando su cabeza fue alcanzada por un golpe certero y directo. Stan se quedó quieto en su lugar intentando recuperar su respiración a la vez de tranquilizarse. En su mano derecha seguía sosteniendo con fuerza el bate de beisbol que había conseguido como arma y que lo había salvado ya en un par de ocasiones.  A sus pies los restos de la extraña creatura que lo había atacado, cubierta de una sustancia pegajosa y nauseabunda que supuso debía ser su sangre.

Hacía ya un tiempo que había perdido su automóvil y no le quedaba de otra que moverse a pie, aunque la verdad es que ahora era mucho más fácil y rápido, además de seguro, desplazarse de esta manera.

Solo habían pasado unos días desde que llegó al pueblo, Gravity Falls era su nombre, y había acudido al lugar después de recibir una extraña postal de parte de su hermano gemelo quien le pedía que viniera.

Debido a que habían pasado 10 largos años sin que hubiera sabido nada de él la verdad es que había dudado un poco antes de decidirse y acatar la petición, es decir, tanto tiempo sin una señal de vida ¿y ahora esperaba que simplemente fuera corriendo a su llamado? Se arrepentía enormemente de eso, tal vez si hubiera actuado más rápido hubiera alcanzado a llegar con él antes de que todo ese desastre ocurriera y así al menos hubieran podido verse. No tenía idea de qué era lo que su hermano pudiera querer de él después de tanto tiempo pero para ese entonces ya no le importaba, lo único que quería, necesitaba, era llegar hasta donde estaba y asegurarse de que estuviera bien.

El camino había sido largo y difícil debido a las bajas temperaturas y la espesa nieve que atiborraba las carreteras en esa época del año. Había estado a punto de llegar al pueblo cuando todo había sucedido, algo que jamás hubiera imaginado ni aún en sus peores pesadillas, fue cuando el mundo se terminó. 

El cielo se distorsionó y se tiñó de colores completamente sobrenaturales que le dieron a todo el lugar un aspecto  terrorífico, múltiples y horribles creaturas aparecieron por todos los rincones llenándolo todo con caos y horror. Había perdido el control de su automóvil y estado a punto de impactarse contra un árbol, pero logró contener el vehículo a tiempo para poder escapar de él. 

El resto del camino hacia el pueblo lo había hecho caminando, tenía que encontrar alguna explicación a lo que había sucedido pero en el pueblo todo el mundo estaba tan o más confundido y asustado que él.  Había pasado los siguientes días entre los pueblerinos aterrorizados, tratando de sobrevivir junto con ellos el apocalipsis que súbitamente se había desatado. Entre los rumores que corrían por entre las calles destruidas del lugar estaban los que aseguraban que desde hacía unos meses notaban más y más actividad sospechosa desde la extraña cabaña de aquel científico que se había mudado al pueblo hacía ya unos años  y que nadie nunca  había visto. Luces extrañas y (chistosamente,  debido al nombre del pueblo) fallas en la gravedad. Todos estaban de acuerdo en que no podían ser coincidencias.

Stanley solo escuchaba las habladurías sin saber muy bien qué pensar. Pero no le dedicaba mucho tiempo a reflexionar pues aún tenía muy clara la misión de seguir hacia el lugar que le indicaba la postal que había recibido en donde sabía debía vivir su hermano. Intentó conseguir ayuda de la gente del pueblo, pero todos se mostraban demasiado temerosos de internarse en el bosque, más aún cuando les indicó la dirección a la que se dirigía pues le aseguraban que ese era exactamente el lugar donde se habían presentado los sucesos tan extraños y dónde estaban seguros que se había originado el apocalipsis. Todo el mundo le sugirió que no siguiera con su camino, tachándolo de loco y suicida cuando no les hizo caso y continuó aún sin ayuda de nadie.

Así es como se había adentrado en el frío y oscuro bosque, totalmente solo. El lugar estaba impregnado de toda clase de terroríficas creaturas que lo atacaban sin piedad, pero él no se detenía. Se defendía como podía y seguía con su camino, debía encontrar el lugar. Debía encontrar a Stanford.

Había estado a punto de rendirse, herido y terriblemente cansado, cuando finalmente llegó a un claro pero lo que encontró lo paralizó. Por todo el lugar había restos de madera y otros materiales que atestiguaban que no hacía mucho debía haber habido algún edificio erguido ahí.  En medio de todo había una maquina grandísima y muy extraña, parecía una especie de triangulo invertido  con un gran círculo de luz en medio. Más terrorífico aún, parecía ser la fuente de todas las extrañas creaturas que estaban aterrorizando al pueblo y todos sus habitantes.

Al mirar hacia arriba descubrió que una gran pirámide que flotaba coronando el cielo parecía estar directamente por encima de la extraña máquina que había encontrado. Pero, lo peor de todo, no había rastro alguno  de su hermano o alguna señal de que alguna vez hubiera estado ahí. Sintió el cansancio atacarlo de nuevo, no creyó que pudiera seguir consiente por mucho tiempo ni tampoco ser capaz de salir del bosque en el que se encontraba pues estaba seguro que una vez que quedara inconsciente las creaturas, que sabía que lo rodeaban y vigilaban, no dudarían en abalanzarse sobre él para devorarlo o algo peor. Cerró los ojos dejándose vencer, con un último y lastimero pensamiento.

-Stanford… perdóname.

 

 

***~~~***

 

Cuando despertó lo primero que notó fue que sentía el cuerpo entumecido y cansado, no tenía fuerza ni siquiera para abrir los ojos. Poco a poco fue tomando conciencia de sus otros sentidos, sintió su pecho subir y bajar al ritmo de una respiración lenta y pesada, trató de tomar conciencia de su entorno y fue entonces que notó que ya no estaba en el bosque. El lugar era frío pero no tanto como debía estar a la intemperie, el piso sobre el que se encontraba tirado se sentía duro, incomodo e igual de gélido contra su piel, pero extrañamente liso y suave. Había una luz danzando a través de sus parpados, ¿había fuego?

Fue abriendo los ojos con lentitud, confirmando que se encontraba en una especie de habitación muy extraña, fría y oscura. Se dio la vuelta para quedar sobre su estomago, se levantó lentamente hasta apoyarse sobre sus codos y miró hacía donde venía la luz, encontrando una chimenea encendida a unos metros de donde se encontraba, en frente había un  par de sofás y demás muebles de salita. Sobre uno de los sofás había alguien sentado, pero las sombras (acentuadas por la luz que venía del fuego de la chimenea) no le permitieron distinguir de quién podía tratarse. El desconocido traía una copa con un líquido extraño en una de sus manos, una mano que se le hizo bastante familiar a Stan.

-¡Por fin despiertas!

Exclamó de pronto  el sujeto haciendo que Stan casi saltara de su sitio debido a lo repentino del sonido. La voz era extraña, tenía un tono algo agudo y nasal con una pequeña reverberación, era un poco molesta la verdad y por más que quiso no logró reconocerla de ningún lado.

Stanley estaba a punto de preguntar quién demonios era pero entonces el hombre se levantó de donde estaba sentado, dio un último trago a su bebida y dejó la copa sobre una mesita antes de moverse, posicionándose de tal modo que la poca luz de la habitación iluminó sus facciones haciendo que los ojos de Stanley se abrieran completamente.

-¿Stanford?

No, no podía ser. El sujeto sin duda tenía un parecido tremendo con su gemelo (mucho mayor al que tenía el mismo Stan) pero no podía ser él, no podía. Su voz definitivamente no era la de Stanford, además de que sus ojos eran muy extraños y anormales, de un amarillo intenso que brillaba siniestramente en la oscura habitación y una pupila muy alargada e igual de siniestra. Quien quiera que fuera sonrió ante el nombre mencionado distorsionando las facciones de su gemelo en una mueca que definitivamente tampoco era suya, era demasiado desquiciada.

-Me temo que no. –Contestó el tipo sin dejar de sonreír ni mirarlo fijamente, lo cual lo hizo poner muy nervioso.

Stan se incorporó sobre el duro suelo, quedando sentado sobre sus rodillas  en la fría superficie y sin dejar de mirar con cautela al sujeto frente a él que se parecía tanto a su hermano. ¿En dónde estaba el verdadero? Más aún ¿en dónde estaban ellos? Por qué el tipo ese parecía tan tranquilo si el mundo entero se había ido al demonio. La leve visión del cielo que se colaba por una ventana en la habitación se lo confirmaba. No pudo seguir con sus cavilaciones por que el hombre se había acercado hasta donde él estaba, quedando justo frente a él en un tiempo que no debía ser humanamente posible, retrocedió ante la sorpresa y más al ver como el otro se inclinaba hacia él.

-¡Así que tú eres el famoso Stanley!

Stan se tensó de nuevo. ¿Cómo sabía su nombre? El hombre levantó una mano y sujetó a Stan por la barbilla con una prensa que parecía de hierro, Stan pudo comprobar entonces que eran las manos de seis dedos de su hermano, lo cual solo lo hizo asustarse y ponerse más nervioso.

-Tienes un parecido increíble con tu hermano ¿lo sabías?- Dijo mientras movía su cabeza de un lado a otro para observarlo desde todos los ángulos, como evaluándolo - Sin embargo posees cierto encanto aparte… me gusta

Terminó su evaluación sin soltarlo.

-Tal vez después de todo, sí sirva de algo.

Añadió confundiendo a Stanley, ¿a qué se refería? Iba a preguntar de qué demonios estaba hablando pero en su lugar prefirió otra pregunta.

-¿Quién diablos eres?

-¡Oh! ¡Qué barbaridad! ¿Dónde están mis modales?-

Dijo con tono dramático pero no parecía realmente afectado.

-Mi nombre es Bill Cipher y soy el nuevo dueño y señor de esta dimensión. Espero que no te importe que use el cuerpo de tu hermano.

¿El cuerpo de Ford? ¿Entonces no era solo su apariencia? ¿Significaba que estaba poseyendo el cuerpo de su hermano? Con todo lo que había visto y vivido en los últimos días no era algo que pudiera sorprenderlo del todo, pero sí lo llenó de miedo y preocupación.

 ¿Y qué había dicho? ¿Dueño y señor?

-¿Eres el responsable de este desastre?

Preguntó aunque ya sabía la respuesta, el otro solo amplió su sonrisa.

-Digamos que soy la mente maestra detrás de todo esto, pero tu hermano también tiene bastante crédito.

Stanley frunció el ceño. No entendía qué tenía que ver Stanford con este tipo y por qué el hombre hablaba como si lo conociera.

-¡Oh, vamos! ¡No seas aguafiestas! ¿No eras tú el que quería verlo? ¿Para qué lo hiciste venir, entonces?

Habló Bill confundiendo de nuevo a Stanley, parecía que le hablara a alguien más pero en la habitación no había nadie aparte de ellos. La mano que seguía sobre su rostro se dirigió esta vez hacia sus largos cabellos castaños los cuales sujetó con la misma fuerza excesiva.

-Yo digo que nos podemos divertir bastante con él. –Añadió al tiempo que se inclinaba más sobre Stan hasta casi hacer que sus caras se tocaran.

Stanley apretó los dientes y entrecerró un ojo debido al dolor, tratando de alejarse del cuerpo del otro. Miró directamente hacia los ojos amarillentos como buscando algo.

-¡Stanford!- Llamó a su hermano-¡Sé que estas ahí en alguna parte, tienes que luchar contra esto! ¡No permitas que te controle!

Bill ante sus palabras, comenzó a reírse de una forma cruel y estruendosa sin soltarlo.

-Lo lamento Stan, pero te equivocas, tu hermano no está aquí dentro. Más bien está por acá- Señaló algún lugar de la habitación con el dedo índice de su mano libre y lo movió como si el punto que había señalado se hubiera movido hacia otro lado a través de la estancia-¿O por acá? Se ha estado  moviendo mucho, es un poco molesto en realidad, no deja de gritar y hacer escándalo.

Informó lo último con voz risueña, como si encontrara la situación muy divertida.

-¡Maldito! ¿Qué le hiciste?

-Bueno, los dos son igual de dramáticos, sin duda. No le hice nada. Más que agradecerle. De no ser por él no habría alcanzado mis divertidos fines. Incluso gracias a él tengo mi propio cuerpo físico en esta dimensión. –

Señaló  hacia los sillones, sobre uno de ellos había una pequeña pirámide de piedra en la que Stan no había reparado, tenía extremidades que la hacían parecer que estaba sentada con las piernas cruzadas y con los brazos apoyados de manera aparentemente cómoda sobre los brazos del sofá.  Stan no le dedicó mucho tiempo a mirarla, había colocado sus manos sobre las caderas de Bill (las de su hermano) y trataba de empujarlo para alejarlo de él ya que cada vez encontraba más incomoda su cercanía. Quería ponerse de pie y correr, pero estaba demasiado débil para hacerlo. Bill no se inmutó ante su gesto y por el contrarió siguió hablando como si nada.

-Debo confesar que a pesar de eso, me sigue gustando estar en su cuerpo, supongo que me encariñé con él.

Soltó otra risita burlona deslizando su mano libre sobre su pecho de una manera que parecía bastante sugerente y que hizo que Stan por alguna razón se paralizara.

-Aunque ahora que estás aquí, creo que podemos darle un mejor uso.-Sin dejar de sujetarlo por el cabello, se arrodilló sobre el suelo para estar a la misma altura que Stanley y deslizó su otra mano esta vez sobre el pecho del muchacho hasta llevarla a la parte de atrás de su cadera, acercando más sus cuerpos.

-Esto también pueden tomarlo como agradecimiento

Añadió por ultimo antes de terminar de inclinarse, apretando el agarre sobre el cuerpo de Stan.  Se lanzó a atacar la boca del otro en un beso furioso y demandante que hizo que Stan se paralizara con confusión y horror.

Stan se quejó dolorosamente al sentir los labios de Bill cerrarse sobre los suyos, moviéndose de manera brusca y desesperada, más que un beso parecía un mero ataque. Bill chupaba fuertemente sus labios, pasando su lengua entre ellos  para después morder, haciendo que Stan soltara un nuevo quejido de dolor y abriera su boca permitiendo que la lengua de Bill se colara y comenzara a recorrerla con la misma brusquedad, provocándole que casi se ahogara. Con sus manos Stan trataba de alejar el cuerpo del otro, sujetándolo de los hombros y tratando de empujarlo al tiempo que se retorcía, pero era completamente inútil, el agarre de Bill se mantenía firme y poderoso. En un intento desesperado, en un momento en el que la lengua de Bill le dio un poco de tregua pero sin que el sujeto dejara de presionar su boca dolorosamente contra la suya, Stan alcanzó a atrapar el labio inferior del otro con sus dientes mordiendo lo más fuerte que pudo. Pero el otro no se alejó ni se detuvo un solo segundo, lanzando por el contrario un leve gemido que Stan no supo ni quiso interpretar. Siguió apretando hasta que sintió un sabor metálico llenar su boca.

Bill finalmente se retiró un poco. Stan temblaba ligeramente, su rostro estaba totalmente sonrojado, su respiración agitada y su cabello alborotado. Bill lo observaba atentamente, parecía complacido ante la visión. Sonrió, y su sonrisa, teñida con su propia sangre, lucía más desquiciada que las anteriores que le había dirigido a Stan. 

-Nada mal- Comentó con insano deleite y se lanzó nuevamente sobre Stan.

Stan no dejaba de tratar de alejarlo, pero sin energía como estaba y con Bill que parecía tener una fuerza sobrehumana, la tarea era imposible. Comenzaron a jalonear y forcejar hasta que Bill logró despojarlo de su chamarra, roja y sucia, arrojándola lejos sin mucho cuidado.

Bill comenzó a recorrerlo con sus manos por todo el cuerpo, su pecho, su barriga, sus brazos, primero por encima de su remera percudida, pero pronto encontró los bordes inferiores de ésta, comenzando a sobar directamente su piel al tiempo que iba subiendo la prenda, haciéndose más terreno para tocar. Stanley solo se retorcía tratando de evitar que esas manos siguieran tocándolo. Esas manos de 6 dedos que conocía bastante bien y que por 10 largos años había extrañado y añorado volver a tocar, pero no de esta forma. Jamás de esta forma.

La boca de Bill también se había puesto a trabajar y ahora se dedicaba a lamer y morder la piel sensible de su cuello. Después de un rato de forcejeo y manoseo no deseado Bill empujó fuertemente a Stan provocando que el hombre cayera pesadamente contra el frió suelo, su cabeza impactando dolorosamente, lo cual provocó que se descoordinara aún más, pero sin dejar de estar consciente de lo que estaba pasando,  dejando escapar un nuevo quejido de dolor. Bill se apresuró a subir sobre él sin dejar de recorrer su cuerpo obscenamente con sus manos y su boca. Subiendo nuevamente su remera hasta pasarla sobre su cabeza hacia la parte de atrás de su cuello, dejando su pecho al descubierto al tiempo que restringía los movimientos de sus brazos. Bill sujetó sus muñecas fuertemente y las llevo hasta colocarlas por encima de su cabeza. Las apretó ahí por un momento antes de soltarlas y regresar su atención al pecho y los fuertes brazos del hombre que estaba dominando.

Stan intentó mover sus brazos, con la intención de tratar nuevamente de alejar al monstruo que estaba usando el cuerpo de su hermano para atacarlo de esta forma tan humillante, pero con sorpresa se dio cuenta que estaban inmovilizadas, sujetas por algo duro y frió que no había notado que estaba ahí en el suelo, como si hubiera aparecido repentinamente en cuanto Bill llevó sus manos hacia ese lugar. Levantó como pudo la cabeza y encontró que sus muñecas estaban sujetas por unos grilletes de color azul que brillaban como si tuvieran luz propia. Este hecho solo consiguió que el miedo y la angustia presentes en su cuerpo aumentaran provocando que volviera a retorcerse con renovada determinación para salir del control que el otro mantenía sobre él. Pero nuevamente fue completamente inútil.

-¡Suéltame, lunático desquiciado!

-Los halagos no van a ayudarte. Mejor deja de luchar si no quieres que esto sea peor para ti. Aunque mejor no, no lo hagas. Así eres más divertido.

Respondió Bill lleno de burla ante los intentos del otro de quitárselo de encima. Divertido al ver cómo se retorcía tratando de alejarse de su toque.

-¡Eres un hijo de puta! ¡Aleja tus rechingadas manos de mí!

-Esa boquita Stan-Regañó el otro, pero su voz seguía cargada de burla.-Me parece que podemos encontrarle un mejor uso.

Añadió antes de incorporarse aún sobre el cuerpo de Stan y comenzar a deshacerse de la ropa que cubría el cuerpo de Stanford. Se quitó la larga bata y la arrojó lejos tal como había hecho con la chamarra de Stan, hizo lo mismo con el chaleco café que usaba debajo y la corbata que había permanecido mal hecha hasta ese entonces, comenzó a desabrochar los botones de la camisa hasta dejarla abierta con su pecho a la vista. Se quitó el cinturón y abrió sus pantalones para después bajarlos hasta los muslos junto a la ropa interior, presentando un miembro de buen tamaño, rojo, húmedo y bastante despierto. Stan solo pudo observar con miedo cómo el cuerpo de su hermano iba siendo revelado ante sus ojos.  Su expresión de terror así como el sonrojo que surcaba su rostro se acentuaron ante la visión del miembro erecto de Stanford, el cual Bill ahora sujetaba y masajeaba lentamente como si lo estuviera amenazando con él.

-¿Qué pasa Stan? ¿No te alegras de ver a tu hermano?- Preguntó burlón.- Mira lo feliz que él está de verte.

Soltó otra risa que resonó en la fría habitación en la que estaban. Stan vio con horror como el sujeto comenzaba a acercarse a él nuevamente, reaccionó tratando de alejarse, intentado retroceder sobre el piso en el que seguía tirado pero sus amarras no le permitían moverse de donde estaba, lo único que hacía era retorcerse.

Bill subió sobre él, prácticamente sentado sobre su pecho con las rodillas apretadas a ambos lados de Stanley, contra sus axilas. Sujetó nuevamente a Stan por los cabellos, acercando la cara asustada del muchacho hacia su erección. Stan movía la cabeza tratando de deshacerse del doloroso agarre pero era inútil, no podía evitar jadear de dolor, lo cual fue aprovechado por el otro para deslizar su miembro entre los labios entreabiertos, provocando que Stan intentara con más fuerza alejarse sin éxito.

La cabeza del miembro estaba ahora dentro de su boca, provocando que casi se ahogara al no poder respirar correctamente. El fuerte aroma masculino que desprendía el cuerpo de su hermano lleno sus fosas nasales. El miembro se fue deslizando más y más dentro de su boca provocándole arcadas.  No era la primera vez que tenía la erección de otro hombre dentro de su cavidad bucal, pero esta vez era totalmente diferente, no solo porque estaba siendo totalmente forzado sino porque el miembro pertenecía a nadie más que a su hermano. La situación era demasiado bizarra para ser asimilada.

Bill observaba complacido como el miembro era tragado en su totalidad por la boca de Stan, la cual era de verdad increíble, tan cálida y húmeda, no le importaba que el chico pareciera estarse casi ahogando, él no pensaba salir. Se había inclinado casi recostándose sobre la cabeza de Stan, con un brazo apoyado sobre el suelo por encima del lugar donde mantenía sujetas sus muñecas al suelo, con la mano del otro brazo se aseguraba de que Stan no tratara de alejarse o sacárselo de la boca.

La quijada de Stan estaba abierta de manera forzada y dolorosa. El hombre podía sentir sus dientes rozar la suave piel del  ardiente y palpitante trozo de carne que tenía dentro de la boca. Por un momento pensó en morder fuertemente para ver si así el otro lo soltaba finalmente, pero recordó que eso no había funcionado cuando lo intentó con los labios que lo atacaban.

-Puedes morder, si quieres. –Comentó Bill como adivinando sus pensamientos. – Pero no olvides que este es el cuerpo de tu hermano.

Cómo si necesitara que se lo recordaran. Pero tenía razón. Estaba utilizando el cuerpo de su hermano para hacerle todo eso, cualquier daño que Stan pudiera causar a ese cuerpo se lo estaría haciendo realmente a Stanford y no a la creatura, fuera lo que fuera, que lo había poseído. Y Stan simplemente no podía hacer eso. Jamás podría ser capaz de dañar a Ford. El hombre simplemente cerró los ojos con impotencia, sintiendo como un par de ardientes y gruesas lagrimas escapaban de sus ojos y se deslizaban por sus mejillas que parecían arder.

Bill comenzó entonces con las embestidas. Primero lentas pero rápidamente fueron aumentando de velocidad, provocando nuevamente que Stan casi se ahogara. El hombre trataba de respirar lo mejor que podía pero era realmente algo difícil de lograr. Bill salía por completo en momentos para permitirle tomar aire pero volvía a entrar casi enseguida sin darle realmente tiempo de recuperarse.

-mmmmhh… ahora veo porque ahhh… a… los humanos les gusta…. tanto hacer esto… se siente realmente bien… uuufff…

Comentó el atacante entre jadeos y gruñidos que solo terminaban de crispar los nervios de Stanley. Bill no dejaba de moverse dentro de la boca de Stan de forma casi desquiciada. Después de un rato que a Stan se le hiso interminable, salió de la cavidad que profanaba justo en el momento que comenzaba a eyacular haciendo que su ardiente semilla fuera a parar a la boca y labios de Stanley y un poco salpicara también sus mejillas y nariz, provocando que Stan cerrara los ojos con desagrado. Bill soltó un gruñido más agudo y potente que los anteriores al tiempo que se corría sobre la cara de Stan, quedándose quieto una vez que hubo terminado, sin quitarse de encima del hombre.

Jadeaba. Hasta que después de un tiempo consiguió recuperar su respiración, incorporándose finalmente aún sobre el pecho de Stanley dedicándose ahora a observarlo con esa sonrisa perturbadora suya. Parecía realmente complacido ante la visión de Stanley jadeante y sonrojado, con la cabeza ladeada como tratando de ocultarse del mundo y semen escurriendo de su boca y por sus mejillas.

-Solo míralo Stanford ¿No es adorable?

Preguntó al aire y después soltó otra risa escalofriante como si hubiera recibido una respuesta muy graciosa.

-Di lo que quieras, cerebrito.  Pero los dos sabemos que te morías de ganas de verlo así.- Y volvió a soltar una carcajada.

Stan no escuchaba, o trataba de no hacerlo. Trataba de no poner atención a las palabras de ese desquiciado como si de esa forma pudiera salir de esa horrible situación. No sabía si Stanford realmente estaba en esa habitación con ellos o el sujeto solo estaba jugando con él. Era demasiado humillante pensar que su hermano pudiera estarlo viendo en esas condiciones.

Casi no se dio cuenta de que Bill se había movido de nuevo, separándose de él finalmente solo para dirigirse hacia la parte baja de su cuerpo, comenzando a desabrochar sus pantalones. Fue cuando finalmente reaccionó y comenzó a retorcerse de nuevo.

-¡No!  - Fue la simple palabra que salió de sus labios pero pareció caer en oídos sordos.

-¿No?- Repitió Bill con burla terminando de abrir sus pantalones y comenzando a bajarlos junto con su ropa interior sin inmutarse siquiera ante el forcejeo del otro. Le quitó las pesadas botas que traía puestas, Stan intentaba patearlo pero a Bill no le costaba simplemente maniobrar con sus piernas como si solo fueran las de un muñeco. Finalmente Stan quedó completamente desnudo a excepción de la camisa que seguía enredada tras su cuello y hombros. Bill no le quitaba la mirada de encima como fuera un depredador a punto de lanzarse a devorar su presa.

Stan retrajo sus piernas hacia su pecho y las apretó juntas en un intento vano y patético de salvarse de la mirada y las acciones del otro, eso era ya lo único que podía hacer.

-Vamos Stan- Hablo Bill al tiempo que colocaba sus manos sobre sus rodillas tratando de separar las piernas delgadas del hombre bajo él. – Déjanos ver  ese tesoro que tienes entre las piernas. Muéstrale a tu hermano eso que tanto ha deseado por tanto tiempo.

Stan no podía dejar de luchar y retorcerse aunque supiera bien ya que todo era en vano y que el otro terminaría obteniendo lo que quería. No estaba en su naturaleza simplemente rendirse. Había tenido que luchar contra el mundo para sobrevivir los últimos diez años, por su cuenta en las frías calles, después de todo. Pero de nuevo la fuerza de Bill era demasiada, y de hecho el demonio parecía más bien divertirse con la resistencia que seguía mostrando el otro.

Pronto Bill se vio logrando su cometido, separando sus rodillas para poder tener un panorama privilegiado de su entrepierna. Stan apretó de nuevo los ojos, lleno de vergüenza. Y más al tomar conciencia de su erección que contra su voluntad había comenzado a despertar. Bill rió de nuevo ante la vista, sujetó las piernas de Stan esta vez por la parte de atrás de la rodillas, separándolas más todavía hasta hacerle sentir dolor, llevándolas hacia adelante para flexionar las piernas y levantar un poco la cadera. Rebelando la pequeña entrada. Rosada y apretada, perfecta.

Stan intentaba volver a cerrar las piernas pero nuevamente su fuerza no era suficiente para lidiar contra la de su atacante. Bill soltó una de las rodillas, deslizando su mano por la parte trasera de su muslo hasta alcanzar su trasero, posándola sobre una de las nalgas para después apretar, separando más sus mejillas y buscando con sus dedos la entrada apretada. Acarició con la yema el rosado anillo apenas superficialmente soltando suspiros y jadeos de aprobación al sentir la estrechez del cuerpo bajo suyo.  Se inclinó sobre Stan nuevamente buscando la erección del hombre con su boca al tiempo que uno de sus dedos comenzaba a entrar lentamente.

El hombre soltó un quejido bastante audible que no supo si fue de dolor o placer y no quería saberlo, aunque sin duda, había sido también de sorpresa. Había cerrado los ojos y los apretaba como si con eso pudiera bloquearse de lo que el otro le estaba haciendo. No quería que su cuerpo reaccionara al toque de aquel lunático pero no podía evitarlo. Trató de concentrarse en su respiración en un vano intento de ignorar la boca que seguía succionándolo y los dedos que se movían dentro de él (al primero rápidamente se le había unido un segundo y un tercero y después hasta un cuarto).

La boca de Bill solo abandonaba su miembro para escupir hacia su recto de vez en cuando, logrando que sus dedos se movieran con mayor facilidad. El dolor, la humillación, el placer, el miedo y un sinfín de emociones más se arremolinaban en el cuerpo de Stan, concentrándose en la boca de su estomago de manera dolorosa. A pesar de todo lo que había tenido que enfrentar a lo largo de su vida  no había nada que lo pudiera haber preparado para ser capaz de lidiar con el mar de sensaciones que desbordaban su cuerpo en ese momento.

No pasó mucho tiempo hasta que sintió al otro acomodarse entre sus muslos para alinear su miembro contra su entrada y comenzar a empujar. Ni siquiera tuvo tiempo para extrañarse de lo rápido que el otro había conseguido una nueva (y potente) erección. Abrió los ojos enormemente ante la sensación de la cabeza del miembro de Stanford entrando en él con poca, si no es que nada, de delicadeza.

Bill jadeó ante la sensación. Después de vencer la resistencia del primer esfínter, deslizarse dentro no había sido difícil. Entrando de una manera casi limpia siguió empujando hasta asegurarse que los testículos de Ford chocaban contra la curvatura del trasero de Stan, haciéndolo soltar un nuevo gemido, más potente que los anteriores.

Stan estaba en shock, Bill de verdad lo había hecho. Lo estaba tomando mientras poseía el cuerpo de Stanford. Ser ultrajado de esa manera tan cruel era sin duda la peor cosa que le hubiera podido pasar en la vida, porque no era solo el enorme dolor físico y el estrés del acto en sí, era el completo shock emocional que significaba que su atacante estuviera vistiendo el rostro y la piel de su hermano.

Bill comenzó con las embestidas sin darle suficiente tiempo a Stan para acostumbrarse, lo cual provocó que el hombre soltara nuevos gritos de dolor. El demonio se inclinó sobre el cuerpo del otro nuevamente para comenzar a lamer y mordisquear su pecho, atrapando los pezones entre sus dientes y estimulándolos con la lengua para mayor tortura de Stan.

-Sabes que estás amando esto tanto como yo, Stanford.- Volvió a hablar al aire, por encima de los jadeos y lloriqueos que Stan soltaba al ritmo de sus embestidas.

Bill  deslizó una mano por unos de los brazos de Stan hasta alcanzar su muñeca, tomándola y levantándola como si el grillete que la mantenía sujeta al suelo simplemente hubiera desaparecido. Guío la mano de Stan entre sus piernas, más allá de su miembro que a pesar de todo permanecía erecto y la poso cerca de su entrada, de manera que pudiera sentir como está se abría recibiendo el miembro que entraba y salía de él. Provocando que el hombre soltara un nuevo jadeo de sorpresa.

-¿Lo sientes Stanley? Tu hermano te está cogiendo. No tienes idea de lo mucho que ha deseado hacer esto. Desde que eran solo un par de muchachitos. ¿Por qué crees que no hiso nada para evitar que tu padre te echara de casa? No solo era la estúpida universidad que le quitaste, también estaba feliz de deshacerse finalmente de tu tentadora y pecaminosa presencia.

Bill hablaba entre jadeos y gruñidos sin dejar de embestir fuertemente contra el cuerpo de Stan. Stanley solo atinaba a negar con la cabeza, no queriendo creer en las palabras dichas por el demonio. No podía ser que su hermano deseara dañarlo de esta forma por voluntad propia.

-¿No me crees? Tal vez debas preguntárselo tú mismo. Ya tendrán tiempo para eso. Por lo tanto concéntrate en cómo su verga se abre paso entre tus carnes. Es como si estuvieran hechos para estar así. Te gusta, ¿verdad? ¿Te está gustando?

Soltó finalmente la mano de Stanley para comenzar a bombear su miembro. Stan de inmediato llevo su mano hacia el hombro de Bill tratando de empujarlo nuevamente pero ya sin ninguna fuerza. No dejaba de negar con la cabeza para diversión de Bill.

-Tú no eres Stanford.

Logró decir finalmente Stan entre sus quejidos. Bill solo sonrió ante esas palabras, un brillo extraño surcó sus ojos, el cual pasó desapercibido para Stanley ya que los suyos se habían cerrado nuevamente y los apretaba con terquedad. Sin decir una palabra más Bill se concentró en seguir embistiendo fuertemente contra Stan, inclinándose nuevamente a mordisquear su cuerpo, poniendo especial atención en su cuello y hombros.

Stan sentía el miembro dentro de él golpear una y otra vez su próstata al tiempo que su propio miembro era estimulado. El orgasmo lo golpeó finalmente de una manera que sintió más dolorosa que placentera al tiempo que soltaba un último grito.

El clímax provocó  que una bruma llenara su cabeza por un feliz segundo en el que no estuvo consiente de la pesadilla que estaba viviendo. Es por esta razón por la que no logró darse cuenta en qué momento el ritmo del otro cambio radicalmente. Cuando lo notó, las embestidas se sentían, si bien no menos salvajes, al menos sí un poco más gentiles. La mano que había estado estimulando su miembro se había posado suavemente contra su cadera y la que sostenía fuertemente su muslo para mantener sus piernas abiertas había aflojado su agarre y ahora incluso parecía acariciar levemente su piel.

Cuando se dio cuenta del cambio en el hombre sobre él, bajó la cabeza para mirar el porqué el cambio tan contundente. Sin embargo el otro había apretado su frente contra su pecho, evitando su mirada, lo único que encontró fue la cabeza cubierta de rizos castaños. Pero no solo el ritmo había cambiado. También los jadeos que dejaba escapar, que ahora parecían venir de una voz mucho más grave y horriblemente conocida.

No podía ser.

No podía. Era imposible. Porque aunque más gentil, en ningún momento había dejado de embestir en contra de él.

-¿St…Stanford?

Preguntó, su voz ronca y apenas audible pero estaba seguro que lo había escuchado. El otro pareció tensarse ante el llamado, apretando más la cabeza sobre su pecho y soltando un nuevo y ronco gemido.

Pero fue solo por un momento, pues al final terminó levantando la cabeza haciendo que la respiración de Stanley se enganchara dolorosamente en su pecho.

Pues los ojos que le habían regresado la mirada eran sin duda los de su hermano, con la pupila dilatada brillando de lujuria.  Los de Stan se llenaron de lágrimas ante tal descubrimiento. Stanford hizo entonces una mueca que Stan habría jurado era de dolor si no fuera porque al mismo tiempo sintió como la semilla de su hermano comenzaba a dispararse en lo más profundo de sus entrañas, como si la visión del rostro de Stan hubiera sido lo último que necesitaba para alcanzar el orgasmo.

Stan cerró los ojos nuevamente ante la sensación y el dolor intenso que le provocó, pero no en lo físico, sino en el alma. Las lagrimas volviendo  a brotar de sus ojos cansados y adoloridos.

Una risa maniática y ya bastante conocida se dejó escuchar sobre ellos. Stan abrió los ojos con cansancio, encontrándose a una creatura extraña, triangular y amarilla flotando despreocupadamente sobre ellos, como si estuviera ante el espectáculo más entretenido del mundo. No necesitó mirar hacia el sillón donde había visto la estatua triangular de piedra para darse cuenta que ya no estaba ahí.

Así que ese era Bill y su verdadera forma.

-Ustedes son sin duda todo un show, chicos.- Comentó con burla y cierto deleite.- ¿Sabes Fordsy? Creo que no me desharé de ustedes tan rápido como había planeado, creo que conservarlos un tiempo será mucho más divertido.

Ford había colapsado sobre el cuerpo de Stanley después de su orgasmo tratando de recuperar su respiración. Una vez que se había calmado un poco  había tratado de incorporarse y separarse finalmente del cuerpo de su hermano.

-¡Oh cielos, Stanley! ¡Lo siento tanto!- Dijo casi entre lagrimas tratando de levantarse. –Por favor… perd... aagh!

No pudo terminar la frase porque una fuerza invisible lo había hecho colapsar de nuevo, cayendo sobre el cuerpo de Stan sin permitirle separarse de él, provocando un nuevo jadeo de dolor de parte de ambos.

-¡Sabes lo mucho que me molesta que me ignoren cerebrito!

Regañó Bill, unas cuerdas delgadas salieron del suelo y se enredaron apretadamente alrededor de los dos hermanos, impidiéndoles que intentaran separarse nuevamente.

-¿Pero sabes? Entiendo que los dos tengan mucho que decirse después de tan conmovedora reunión- dijo con un tono de insana diversión.- Y como soy un tipo tan simpático, voy a darles tiempo para que hablen todo lo que quieran.

Los otros no contestaron pues la posición en la que habían quedado era bastante incómoda.

-Regresaré más tarde para que sigamos jugando. ¡No me extrañen demasiado!

Terminó por fin al tiempo que chasqueaba sus dedos desapareciendo de la habitación y dejando a los dos gemelos, atados adoloridos y bastante rotos.

En la habitación solo podía escucharse el crepitar del fuego de la chimenea que seguía encendida y las pesadas respiraciones de los dos hombres que habían quedado atrás.

-Stanley…yo- Intentó comenzar Ford con voz dolorosa pero fue interrumpido casi enseguida por la voz de su hermano.

-¡Cállate Ford!- Exclamó entre dientes, intentando contener las lagrimas que amenazaban con desbordarse de nuevo.

Lo último que quería en esos momentos era hablar. No con su hermano y especialmente no en las circunstancias en las que los había dejado Bill. Ambos desnudos, atados, unidos y enredados sobre el frío duelo sin posibilidad de moverse.

Y lo peor de todo es que todavía podía sentir a Stanford profundamente dentro de él.

 

 

 

 

FIN

 

Notas finales:

Bueno, quedo mucho más largo de lo que esperaba. Eso es algo que me pasa mucho ultimamente XD 

 

Voy a decirlo, el BillStandwich es mi más grande y morboso gusto -//_//-  y ultimamente pienso mucho en él, (pueden culpar de eso a anysin-sama *///*) y tiene mucho que ver con lo mucho que amo a los tres personajes y cualquiera de sus convinaciones (especialmente el StanBill pero creo que eso es más que obvio XD) 

 

Como sea, espero que les haya parecido intersante la lectura. No estaba segura de publicarlo en realidad, pero aprovechando el tema de estos proximos días me pareció que una historia oscura quedaba bien.

 

Así que ¡Feliz Hallowin! a los que lo celebran, y a los que no, tambien ;P


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).