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Appassionata por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del capitulo:

 

Hola, les comparto otro capitulo, espero que les guste.

No puedo creer que esté haciendo esto en realidad.  Ahora mismo camino hacia donde recuerdo deje mi violín, con el teléfono en la mano y el número de emergencias en la pantalla listo para solo oprimir el botón de llamar.  Me acosté tarde, pensando en sí debería hacerlo o no, tuve pesadillas y aun hoy en la mañana, no me decidía a venir o no. Me detengo detrás de unos arbustos, que ocultan el banco donde estuve. ¿No es tarde para volver? Más bien, yo diría que es tarde para venir. Suspiro, y doy el paso que me mantiene oculto.


No hay nadie.


— ah, genial— murmuro, sintiendo alivio y un poco de molestia. ¿Por qué dijo que estaría  aquí sin iba a estar? Aunque no quedamos a una hora fija. ¿Se cansó de esperarme?


— Esa engañosa palabra mañana, mañana, mañana, nos va llevando por días al sepulcro, y la falaz lumbre del ayer ilumina al necio hasta que cae en la fosa— pego un salto y me giro rápido. Ahí está él, con una ropa un tanto más moderna, pero aun  parece salido de un teatro, la máscara es diferente ahora, ahora es completamente blanca, con los labios y los ojos delineados en negro, pero aun sonriendo.


— ¿Qué?— balbuceo.


— Me alegra que vinieras—  dice, sentándose— en serio, estoy feliz de que decidieras venir.


— bueno, pues yo… estoy nervioso.


— ¿Por qué? ya no somos desconocidos, conozco tu nombre y tú el mío, estamos en un lugar público. Y no voy a llevarte a un lugar privado— aunque dice eso, su tono es más bien alegre, como si estuviera  bromeando. 


— es extraño hablarte de esta forma. La máscara me pone incómodo, siento que no me estas escuchando, o que no me pones atención.


— pero yo siempre pongo atención. No te hubiera encontrado si no pusiera atención— eso me recuerda la conversación que tuve ayer con él.


— ¿Por qué me estas ayudando?


— Si viene ahora, no vendrá luego. Si no viene luego, vendrá ahora. Si no viene ahora, vendrá un día. Todo es estar preparado—  declama, moviendo las manos con parsimonia— te vi aquí, abatido y derrotado. Pensé que lucias terrible, y luego dejaste el estuche, parecía que estuvieras dejando tu vida— se me oprime el corazón con lo que me dice, porque es verdad— me pregunte ¿Qué tiene que pasar para que alguien haga eso?


— ya lo sabes.


— sí, y pienso que solo no estás viendo todo como deberías.


— ¿ah, no?— el niega.


— tienes muchas soluciones. Dime, Elián, ¿Cuántos años tienes?— es la primera vez que dice mi nombre, lo pronuncia despacio.


— veinticuatro.


— ¿estudias?


— En Juilliard— Él silba, asintiendo. Decir eso me hace sentir orgulloso— también trabajo en la orquesta, por decirlo de algún modo.    


— ¿has pensando hacer algo más que tocar en una orquesta?


— no, el violín es… era mi vida— él ríe.


 — aun puedes tocar el violín sin estar en una orquesta.


— eso es lo que quiero, ¿otra cosa? ¿Cómo qué? no he pasado la vida haciendo esto solo para que termine en algo que no es lo que quiero. Puedo tocar hasta que me venza el cansancio…


— entiendo. ¿Y qué del teatro? Los teatros necesitan también una orquesta, hay musicales y operas.


— no, los músicos en un teatro pasan desapercibidos, el actor es quien se lleva el mérito.


— oh, bien, igual podría ser una buena opción— no, y definitivamente no. Parece que mi rechazo es tan obvio que no dice nada más— ¿Por qué no trajiste tu violín?


— No me pediste que lo traerá, además… no puedo tocarlo— Solange permanece en silencio, no sé si me está mirando o solo se está aburriendo.  


— ¿no has hablado con alguien más? ¿Amigos o familia?— siento que mi cara enrojece. No soy poco social, salgo mucho a fiestas y reuniones, salgo con miembros de la orquesta a comer de vez en cuando, y hasta hace unos días, también con Darlene. Pero alguien que considere amigo, alguien para contarle estas cosas, no.


— …


— ya, entiendo. ¿Ni siquiera una novia?


— Tenía novia… pero… termínanos antes de la presentación.


—  oh, eso debió ser difícil.


— No tanto como que me sacaran de la orquesta— él ríe, estirando las piernas.


— ¡Pero si nadie te ha sacado!


— ni siquiera porque estuve practicando todo el día anterior a la presentación.


— ¿todo el día? Pero también necesitas descansar. Tus brazos debieron quedar molidos ¿por eso no puedes tocar?— me llevo la mano al hombro, donde he sentido un tenue dolor que va disminuyendo con los días— me gustaría escucharte tocar algo, mi  preciado violinista.


— no me siento capaz de tocar ahora mismo.


— oh, bueno. Veo que eres pesimista ¿eh? Sufrimos demasiado por lo poco que nos falta y gozamos poco por lo mucho que tenemos.


— Estás un poco loco— digo, riendo cuando vuelve a moverse exageradamente. Se levanta y me extiende la mano.


— Ven, tengo una idea para aliviar tus pesares— me levanto, ignorando la mano que me extiende. No parece molestarse por eso, se da la vuelta y comienza a caminar.


— ¿A dónde vamos?— pregunto, un poco cauteloso.


— no saldremos de aquí,  no te preocupes. Buscamos a mis compañeros— ¿compañeros? ¿De quién me está hablando? Ah, ya. Deben ser los otros actores que vi ayer en la calle.  


— aun no confió en ti.


— lo sé. Porque no sirvo para adular, ni hablar con claridad, ni sonreír a la cara de la gente, halagar, engañar y hacer trampas, doblarme con reverencias a la francesa y simiesca cortesía, he de ser tenido como un enemigo rencoroso.


— ¿Disculpa?— miro al suelo cuando las personas voltean a vernos. No solo lo dice recitando y moviendo las manos, si no que su voz se eleva, y parece gritar.


— que aunque lleve una máscara, soy muy confiable.


— ¿ah sí?—oigo su risa feliz. Caminamos un rato mas hasta que más adelante veo a varias personas vistiéndose.


— ¡Evania! ¡Moira! ¡Tabita! ¡Sergio! ¡Luka! ¡Bastian! ¡Dante!— grita, agitando la mano. Aun nos falta un poco por llegar. No solo los nombrados voltean, varias personas que caminan por ahí se giran también al escuchar los gritos.


— ¿Puedes dejar de ser tan exagerado?— reconozco a la mujer que estaba actuando ayer. Hoy también trae un vestido, y esta peinado sus largos cabellos en unas trenzas— arruinaras la sorpresa, Solange.   


— ¿Qué sorpresa? Si sabéis que estáis llamando la atención del público mucho antes de iniciar.


— Ahórrate las palabras para la presentación— dice un chico, moreno y alto. Está ajustando la espada al cinturón. Alza la mirada y deja sus ojos oscuros clavados en mí— ¿Quién es él?


— él es mi amigo Elián. Nos ayudara unos días.


— ¿Ayudar?— murmuro, todos dejan lo que hacen y me miran.


— Prometió tocar el violín para nuestra presentación—  le miro, horrorizado. ¡¿Cuándo hice tal cosa?!


— buen intento, Solange, pero no trae instrumento.


— Bastian ¿acaso crees que tocara sin conocer lo que hacemos?— Bastian, el chico de la espada, suspira, negando y se inclina a abrochar las correas de las botas. Tomo la manga de Solange, él se gira, los ojos de la máscara me observan sin expresión.


— ¿podemos hablar un segundo?


— Claro, adelante— los demás parecen volver  a sus cosas.


— Yo... nunca dije que lo haría, eso es…— su mano se apoya en mi hombro.


— tranquilo, sé que estarás bien, observa unos días. Decide después—  una chica, de cabello negro y evidentemente no natural y ojos verdes se acerca a nosotros.


— es la hora, ¿puedes atraer a la gente? Hoy serás el narrador— dice, sin mirarme. Lleva un vestido verde oscuro de seda, con un cinturón ancho dorado. Su cabello suelto hasta la cintura, un poco ondulado.


— ¡Sin problemas! Oh, por cierto, Moira, ¿puedes ayudar a mi amigo? Dale algo que hacer— miro a la chica, ella me mira también y luego asiente— genial, regreso en unos momentos— se despide y sale corriendo hacia las personas que caminan por ahí.


— umm… lamento ser inoportuno... yo…— ella suspira.


— no es necesario. Él siempre es así, no será el primer capricho que le cumplimos. ¿Puedes ayudarnos con el telón? Y mover los escenarios.


— Si— camino hasta donde está el improvisado escenario. Los fondos están gastados y el telón está sucio y deshilachado. Comienzo a mover el telón para comprobar si funciona.  Lo dejo caer, cubriendo los escenarios. Hay una caja en el centro, llena de ropa. No creo que deba estar ahí. La empujo hasta que quede oculta de la vista.


— ¿En serio vas a tocar el violín?—  pego un brinco de la sorpresa. Delante de mi esta un chico rubio, con la ropa de época, como la que traía Solange el día que me siguió. Tiene un rostro bastante bello, de piel clara, facciones redondas y ojos color ámbar. Incluso yo pienso que es hermoso.


— Eh… pues, no estoy seguro aun— logro decir. Me mira con curiosidad.    


— Soy Luka— me extiende la mano— sería estupendo que tocaras. Le daría un toque más realista a lo que hacemos.


— Pienso que es muy realista ya— digo, mirando la ropa y los escenarios— ¿Qué representan?


— un poco de todo, obras antiguas. Hoy es Romeo y Julieta. Yo soy romeo— dice, señalando su ropa— últimamente tenemos una obsesión con Shakespeare— sonríe— Moira es Julieta— señala a la chica—  y tendré que luchar con Bastian, que hace de Teobaldo.


— Interesante— pienso en los demás papeles, porque hasta donde recuerdo, hay varios personajes en la obra.


— Los demás se turnan los papeles— intento decir algo, pero la voz de Solange nos interrumpe.


— En la hermosa Verona, donde colocamos nuestra escena, dos familias de igual nobleza, arrastradas por antiguos odios, se entregan a nuevas turbulencias. De la raza fatal de estos dos enemigos vino al mundo, con hado funesto, una pareja amante, cuya infeliz, lastimosa ruina llevara también a la tumba las disensiones de sus parientes. El terrible episodio de su fatídico amor, va a ser durante los siguientes momentos el asunto de nuestra representación. Si nos prestáis atento oído, lo que falte aquí tratará de suplirlo nuestro esfuerzo.


ah, ya inicia.  ¿No es increíble?— volteo a mirarlo—lo hace sin libreto, puede recitar cualquier parte de memoria, puede hacer cualquier personaje, se sabe todos los diálogos. Nos ha hecho la vida más fácil.


— vaya.


— Salgamos del escenario— dejo el espacio libre y dos chicos que no conozco suben. Hacen una seña— eso es para ti, tienes que abrir el telón.


— ¡Claro!— no tengo idea de cómo hare esto. Jalo la cuerda y la tela se abre. Hay un grupo bastante numeroso de personas. La representación comienza. Parece que manejar el telón es fácil, pero no sé en qué momento terminan las escenas, así que tengo que poner más atención para identificar cual es mi señal. Luka me ayuda cuando no está en escena, me dice cuando tengo que soltarlo.


— relájate, tampoco pasa nada si se cierra antes— ríe en una ocasión que casi hago que caiga antes de que terminen de hablar.  Todos son muy buenos, las expresiones y la voz, cualquiera podría estar en un gran teatro si quisiera.  Solange es el más increíble, narra como si todo fuera real, da las entonaciones correctas en el momento correcto.  Se mueve y mantiene el suspenso y la atención cuando cambiamos las escenografías.  La obra termina y dejo el telón abierto. El aplauso del público es agradable, todos lucen contentos. Moira pasa esta vez con la bolsa, recolectando el dinero que las personas quieran dar.


— ¿Qué te pareció?


— Fue estupendo— la voz de Solange suena alegre.


— estas sonriendo, eso es bueno, mi preciado violinista. Me alegra que te gustara— miro hacia los demás, recogiendo las cosas. Ya no falta mucho para que oscurezca, y las lámparas están encendiéndose.


— Me entretuve bastante— digo después de un rato.


— espero que vengas mañana, quizá te toque ver mi maravillosa actuación— dice, me hace reír la forma en que se mueve cuando lo dice.


— quizá lo haga.


— estupendo… pues… no hay nada que hacer ya. Te libero por hoy de tus deberes— sonrió. Hace tiempo que no me siento tan tranquilo. El mundo se volvió solo un escenario por unos momentos.


— Nos vemos luego, Solange— me despido con un gesto de Luka, que es el único que me mira. Camino hacia la salida más cercana a mi departamento. Antes de girar en el camino, me giro a ver. Ellos siguen ahí, recogiendo las cosas. Yo no quería hacer esto, no quería estar con Solange. Pero hoy me divertí.


Solange no es una mala persona, no puede serlo. Que es excéntrico y muy raro y sospechoso, sí, pero no puede ser malo si hace eso. Los demás también son personas admirables. Durante la obra pude conocerlos un poco mejor, además de Moira, Bastian y Luka, hay cuatro personas más: Evania, la mujer de como treinta y algo años, de largo cabello castaño que hace de mujeres adultas. Dante, también parece tener más años que los demás, un corto cabello oscuro una barba bien recortada y un fino bigote. Tiene un porte elegante, unos ojos rasgados que le dan un aire de villano y quizá por eso es el líder de los Montesco.  Sergio, un chico de cabello castaño claro,  delgaducho y pecoso, de rostro delgado y afilado, parece que es el más chico en edad del grupo. Y Tabita, una chica de mi edad, con una espesa melena de cabello rizado. Entre ella y Sergio hacen los papeles secundarios de los jóvenes, dante y Evania, los adultos.  


Todos trabajan con esmero, cuidando lo que hacen, pero no como obligación. Nadie les está obligando a hacer esto. Esto es solo la pura expresión de su amor al teatro. Todos ellos disfrutan lo que hacen, los errores, los cambios improvisados en lo que dicen.


Me doy la vuelta, regresando rápido. Aún están ahí, parece que están contando lo que las personas les han dejado.


— ¡Solange!— le llamo. Él se voltea hacia mí.


— no me dijiste donde y a qué hora podríamos vernos mañana— digo, mirándole y cruzando los brazos. Me gustaría saber cuál es su reacción. La máscara es tan inmóvil.


— oh, cierto. Mañana…— pone un dedo bajo su barbilla— creo que estaremos del otro lado del parque.


— oh, bien…


— no creo que te tome mucho tiempo encontrarnos— me dice, con un tono ligero, alegre— cerca del puente, hay un espacio amplio y muchas personas pasean por ahí.


—bien.


— Elián, ¿podrías traer tu violín?— me quedo callado unos momentos.


— no sé si voy a venir— Solange no me dice nada, me giro alejándome de nuevo.  Esta vez, no me giro a voltear. Cuando llego a casa, lo primero que hago es mirar el estuche de mi violín. Lo abro, y observo fijamente mi violín, blanco e inmaculado. ¿Tocarlo? Todo mi cuerpo me lo pide.  No lo pienso, pues cuando menos me doy cuenta, ya levante el violín, mi cuerpo adopta en automático la postura para tocar.  El arco se desliza suave en las cuerdas. La primera nota sale temblorosa, y por reflejo suelto el arco.


Estoy… extraño. Siento que puedo hacerlo, pero ¿Por qué? No creo que sea… ¿es por lo que vi? Eso no podría funcionar tan pronto ¿o sí?  Claro que esto fue muy diferente a lo que normalmente conozco. He ido al teatro muchas veces, he visto esas obras varias veces, y sin embargo, esta es una de las que más me ha gustado. Sonrió mientras levanto el arco y vuelvo a guardar el violín. Aunque antes le dije a Solange que quizá iría, creo que ya había tomado una decisión incluso si no me había dado cuenta.     


Mañana iré al parque, de eso estoy seguro. Hay algo muy mágico en lo que hacen, ¿eso es lo que quiere que aprenda Naomi? No lo sé, pero siento que podría aprender  algo con ellos, aunque sería más fácil si supiera que es lo que tengo que aprender. Tengo la sospecha de que Solange lo sabe, ese personaje misterioso que parece sacado de un libro.  No llevare el violín, pero ahí estaré.


No soy una persona curiosa, pero creo que hasta la persona menos curiosa sentiría curiosidad si se  cruzara a alguien con una máscara que recita Shakespeare tan bien como en un teatro profesional y que intenta ayudar a los demás aparentemente. Tengo curiosidad, por primera vez en mucho tiempo, tengo ganas de preguntar, de conocer que hay con esa persona.


— ¿Elián?— la voz de mi mamá suena sorprendida.


— planeo ir a comer mañana a casa ¿estarán ahí?


claro¿Cómo estás?— ansioso, feliz, sorprendido…. No estoy muy seguro.     


— bien.


— me alegra que vengas, he estado preocupada por ti. Tu padre quiere hablar contigo también— si, lo imaginaba.


— iré mañana.


— sí. Espero que pronto sea mañana— cuelgo el teléfono. Saber que mi padre quiere hablar conmigo me pone nervioso, porque sé que quiere hablar sobre lo que paso. No pensar en eso a mí me cayó bastante bien, no quiero recordarlo ahora que me siento bien, tranquilo.


Sin embargo, creo que estoy más ansioso por ir a centra park mañana, que por hablar con mi padre.   

Notas finales:

Gracias por leer.


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