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IGNIS AMORIS por ninnae

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Notas del capitulo:

Saint seiya ni sus personajes me pertenecen, son de propiedad exclusiva de Masami Kurumada.


Parte del evento Bienvenida al foro a: Dimensión Twincest ~ Saga & Kanon ~ FAN CLUB, del foro saint seiya yaoi.

El sol se esconde, pero no puedo decir tu nombre


02


Aquel día Kanon sintió vaciar su ser al darse cuenta de lo que había hecho, una enorme desazón comenzó a instalarse en su raciocinio. Se había masturbado pensando en Saga, en como este se tocaba, y como su cuerpo se doblegaba ante los envites de su mano contra su pene, y con todo eso lo encontró delicioso, prohibido y morbosamente fascinante. Y era aquella obsesión y turbidez en su mente lo que lo azoraba, pues no era correcto, no era natural y por sobre todo no podía ser, no cuando su relación con Saga estaba tan quebrada, cuando el recelo, el odio y el dolor entre ambos seguían presentes por los errores del pasado. Sin embargo, Saga también había pronunciado su nombre, fue un susurro entre las losas del baño, escondido del mundo, pero este pronunció aquellas dos silabas para sus oídos, y el desenfreno a partir de ese momento fue inevitable.


Kanon se quedó mirando el horizonte con muchas dudas, y ninguna respuesta, se sentía perdido como si fuera un niño pequeño sin tener a quien acudir y eso lo frustraba, pues no había sentido esa sensación desde hacía mucho tiempo, más precisamente desde que se convirtió a las filas de Poseidón. Finalmente se decantó por negar, mientras sus ojos seguían fijos en el reflejo rojizo del cielo, mientras el sol se escondía, tiñendo a su paso los acantilados con su fulgor, como si las rocas se quemaran a su solo contacto, pero todo era una ilusión, al igual que lo estaba sintiendo, no había otra razón. Kanon gruñó, molesto consigo mismo, con su desánimo y con su indecisión, odiaba esa parte de sí, aquella que se cuestionaba todo y en ocasiones no podía llegar a una resolución clara. Una mano se posó sobre el hombro del geminiano, haciéndole dar un respingo, Kanon desvió su rostro en dirección al contacto, fijando sus ojos verdes sobre la figura que lo interrumpía, para su sorpresa Milo se encontraba parado junto a él, viéndolo con preocupación. Kanon frunció el ceño por mera costumbre. ¿En qué momento Milo se acercó? Había estado tan ensimismado que no se percató en el momento que su compatriota lo había divisado. Algo muy mal visto para alguien que tenía el nivel de un caballero dorado.


—El mutismo no es algo que quede bien contigo Kanon —musitó Milo, sentándose en el suelo de roca, a un lado de Kanon.


Kanon rodó los ojos, Milo podía ser alguien muy perceptivo, incluso hasta el punto de ser molesto. Justo como estaba siendo en esos momentos, pero… su presencia atenuaba en cierta medida el caótico carril que estaban llevando sus pensamientos.


—¿Qué es lo que te trae aquí Milo, espiando a los demás?


Milo rio divertido mientras observaba a Kanon. ¿Cuál era su razón? Ni el mismo lo sabía, solo tenía claro que la casualidad lo llevó hasta esa zona remota del santuario, donde encontró a un Kanon enajenado y abatido. Y su instinto junto con una cálida sensación lo incentivaron a acercarse a Kanon. El corazón de Milo latió con fuerza cuando posó su mano sobre la del geminiano a modo de consuelo, el silencio envolvió el momento, tenso y quizás un poco incómodo, que poco a poco fue ganando matices más naturales, sacando a Kanon de sus dilemas y a Milo de su vergüenza inicial. Ninguno habló en esos momentos, al menos no con palabras, pero si a través de sus gestos y miradas. Kanon pudo interpretar con claridad la intención de Milo. Estaré para ti siempre que me necesites, Kanon por su parte asintió mostrando una tenue sonrisa. Aquel momento tenía dos nombres protagonistas, Kanon y Milo, no había cabida para un tercero. Y eso lo supo una mirada fulgurante que veía desde las sombras aquel contacto, Saga apretó los puños con fuerza y un enojo poco usual en él. Había seguido a Kanon para saber que sucedía con su hermano, lo había estado vigilando con atención para tratar de entender, pero la repentina presencia de Milo le hizo guardar refugio en las sombras y mascullar enfadado por lo bajo. Kanon era su turbación en su pesada y nublada mente, y verlo con otra esencia consolándolo que no fuera la suya le molestaba hasta tal punto de sacar los peores pensamientos de él. Saga acabó por suspirar mientras se daba la vuelta silenciosamente. No pudo llamar a Kanon, su garganta fue incapaz de pronunciar el nombre de aquella persona que estaba destrozándolo en todas las formas existentes desde que revivieron. Saga se marchó, dejando atrás el sol que acaba de esconderse por completo, y también la lóbrega escena de Kanon y Milo, reconfortándose el uno al otro.


 


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