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De Aristocracia y Otras Estupideces. (New Version) por Menz

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Notas del capitulo:

 

!Accio cap 10!

Capítulo X-.


Que Cristi y yo, ¿qué?


 


-Bien, bien, bien. Todo saldrá bien…- se decía Angie para tener calma. Ella la observaba, sentada en uno de los muebles de la sala. Su tía caminaba de un lado a otro, se veía hermosa con ese vestido azul. Ya casi todos estaban en la sala, esperando a la Condesa y a Cristina que aún no bajaban de sus habitaciones.


-Cuando sea grande no tardaré tanto.- dijo Sofi con un gesto de molestia y los brazos cruzados.


-Cuando seas grande tú serás la última en terminar.- le llevó la contraria Memo.


-¡Claro que no!- La pequeña se  paró desafiante frente a Memo.


-Tranquilos.- llamó su atención el conde, mirando su reloj. Jaló a su hermanita y la sentó en sus piernas para evitar que se le fuera encima a Memo.


-No seas impaciente, cuando seas mayor entenderás porque tardan tanto.


-Pero tú eres mayor  y no tardas.


--Si, bueno… porque yo soy práctica.- Llevaba una camisa blanca de lino y un pantalón beige. Se escucharon unos pasos y a los pocos segundos Sofía y Cris aparecieron. La condesa llevaba un conjunto, en color crema, de pantalón y blusa sin mangas. Se veía bastante cómoda y fresca. Cristina se había puesto un vestido blanco, le llegaba por arriba de la rodilla, strapless  y con una cinta beige rodeándole la cintura y haciendo un lindo lazo a un costado. Tenía el cabello recogido y maquillaje discreto. Se veía muy linda.


-Que guapa te ves.- Le dijo el conde a su hija, dándole un beso en la mejilla.


-Ella es guapa siempre.- Aclaró ella acercándose también.


-Tienes razón, mis mujeres guapas.- Guillermo besó a su esposa.


-Bueno ya, somos guapos todos, ¿podemos irnos?- apresuró Angie.


 


La familia se dividió y subieron a las dos camionetas que los llevarían al club. Ella fue con sus hermanos menores, mientras Angie  y los condes subieron a la otra camioneta. En poco tiempo ya estaban entrando al estacionamiento. Apenas los vehículos se detuvieron, Angie corrió hacia sabe donde. Como anfitriona ella debía estar recibiendo a los asistentes. Sofi fue corriendo hacia su madre, Memo se pegó a su padre y ella se acercó a Cris.


-En verdad te ves preciosa.- le susurró.


-Gracias, tu también te ves muy bien. Me gusta como te queda esa camisa.


-Pues es una de las que tía y tu me compraron, así que el mérito es suyo. Además, tu y yo combinamos perfectamente.- observó mirando su ropa y la de Cris.


Caminaban todos hacia el interior del club. Su padre saludó a varias personas, la condesa platicaba con algunas mujeres del patronato, mientras ella vigilaba a Sofi y veía como a Cris la asediaban varios chicos. Memo parecía inquieto.


-¿Pasa algo?- le preguntó a su hermanito.


-No, bueno… quisiera ir a ver a los caballos.


-Te gustan mucho, ¿verdad?


-¡Me encantan! ¿A ti no?


-Prefiero las motos. ¿Por qué no vas a verlos?


-No… mejor me quedo por aquí.


-Anda, no creo que Alberto se meta otra vez contigo. Dudo que venga, debe tener la cara morada.


-No es eso. Es…- Memo miraba al suelo.-  veré a los jinetes que competirán y me sentiré mal porque también quisiera competir.


-¿Y porqué no lo haces?- Hablaba con su hermano mientras veía a un tipo saludar de beso en la mejilla a Cris, ¡¿Quién rayos se creía ese sujeto?!


-No creo que me den permiso.


-¿Puedes dar esos saltos?


-¡Claro que si!- Puso la misma cara de ofendido  que ella ponía cuando le preguntaban si podía tocar la guitarra.


-Bien, entonces participa.


-No me dejarán.


-A veces más vale pedir perdón que pedir permiso.- ¡Que buena influencia eres!


-¿Crees?


-Anda, no te quedes con las ganas. Solo no te caigas o nos matarán a los dos.- Memo sonrió animado y mirando hacia ambos lados, se alejó discretamente hacia las caballerizas.


Angie estaba feliz de la vida recibiendo gente, saludando personas y besuqueando a su novio, Gerardo. Su padre tenía esa expresión de “esto es parte del deber”. La condesa brindaba con unas amigas. Sofi y ella caminaban de la mano por ahí y por acá, totalmente aburridas. ¡Solo bebían y platicaban! ¿Qué no había actividades para niños? Para Sofi… obviamente.


-Te ves amargada.- le dijo Cris llegando a sus espaldas, poniéndole una mano en su cintura.


-Si, bueno. Sofi está aburrida.


-¡Tú también!- se defendió la niña.


-Shhht…


-Ven, yo sé que te animará.


Salieron hacia uno de los jardines, a un costado estaban las albercas y hacia el otro, caminando hasta el fondo, la pista ecuestre. En el inmenso jardín habían colocado carpas blancas enormes, para cubrir a los asistentes del sol. Y ahí, en mesas largas estaba ¡el buffet!


-Comida.-  babeaba al ver todos los platillos raros de ahí.


-Este te encantará.- Cris picó un trocito de carne con un palillo y se lo ofreció en la boca.


-Muy rico.- afirmó después de aceptar la oferta de Cris.


-Yo también quiero.- pidió Sofi. Cris también le dio un trocito a su hermanita.


-Podemos servirnos algo e ir a nuestra mesa.


-Genial.- Tomó un plato y le puso de todo lo que encontró. Ayudó a Sofi a llevar su comida y se sentó junto a Cris en la mesa reservada a su familia. Muchas personas estaban también ahí. Comiendo, platicando, bebiendo y riendo.- ¿Solo eso comerás? – le preguntó a Cris.


-Si, al menos por ahora. No quiero tener comida en el estómago a la hora de competir, pero muero de hambre.


-¿Y usarás esa ropa para saltar?- se burló de su hermana.


-No, me la quitaré.- Abrió de par en par los ojos y sintió su cara arder.- Es decir, me cambiaré.- se apresuró a aclarar Cris, sonrojada también.


-Ah si, yo… ya había entendido.- Que bello se veía su trozo de papa.


 


Minutos después los condes tomaron asiento en sus lugares y Angie dio unas palabras de bienvenida y agradecimiento por la asistencia. Recalcó que ese evento era para una buena causa, reunir fondos para donaciones filantrópicas al condado. En una de las mesas, vio a Tomás,  Valeria y su madre. La pelirroja le mandó un discreto beso y ella le guiñó el ojo. Unas chicas amenizaron la comida con sus voces. Se la pasó apreciando las canciones y comiendo. A ratos Cris le comentaba algo y la fulminaba con los ojos cuando la descubría mirando a Valeria. ¡No era su culpa que Valeria estuviera súper hot!


-Sé más discreta, Alejandra.- la reprendió.


-¡Pero si no he hecho nada!


 


Después de comer, las personas se dirigieron hacia la pista ecuestre. Ahí muchas curiosas y curiosos se acercaron para conocerla. Se dio cuenta que era el centro de atención, era la novedad: La hija  desconocida de Antonio San Román. Todas las damas juraban que era idéntica a él y le hablaban maravillas de Tony. ¡Lambisconas! Ella a ratos miraba al conde, que parecía algo incómodo cuando la presentaban como la hija de su primo. ¡Pero si fue idea suya!


-No vi a mi tío Tony muchas veces, - le comentó Cris en un momento en que dejaron de asediarlas.- él siempre andaba viajando pero, por las fotografías, si te pareces a él aunque… - Cris miró a su padre y luego a ella.- yo creo que te pareces más a mi papá. Hasta en los gestos que haces te pareces a él.


-Si, es… lo que pasa es que mi padre se parecía mucho al tuyo y por eso… ¿quieres postre?- Aprovechó que pasaba un mesero con una bandeja con postres para jalar uno y ofrecérselo a Cris.


-No, creo que…- la pelinegra miró su reloj.- ya debo cambiarme, en una hora empezará la competencia.


-Ok.- Se miraron en silencio unos segundos. Seguía como pendeja con el plato con pastel de frutas en las manos.


-¿Me acompañas?


-Esperaba que lo pidieras.- Dejó el plato por ahí y caminó junto a Cris, quien enseguida la tomó del brazo.- ¿Qué los vestidores no son del otro lado?


-Hay otros junto a las caballerizas. Le pedí a tía que mandara ahí mi traje.


-Uhm, ya veo.


Efectivamente, junto a los caballos estaban los vestidores para los jinetes. Eran pequeñas habitaciones donde podía dejar ropa y objetos personales. Había hasta una cama ahí. Cris encontró su ropa dentro de un closet, impecablemente limpia y planchada. Observó la ropa, en otras ocasiones había visto gente vestida así en televisión. Pantalones y camisa blancos, chaqueta roja, botas negras y casco negro.


-¿Me ayudas con esto?


-¿Uhm?- Miró hacia donde estaba Cris. Ya se había quitado las zapatillas y le daba la espalda.- ¿Con que?


-Con el vestido.


-¿Qué? No prefieres que… llame a alguien más.


-No, ¿por qué lo preferiría?


-Bueno, tú sabes que yo… pues…- veía la espalda de Cris, aún con ropa encima ¿por qué se sentía apenada?


-Oh, vamos. Apresúrate.- Nerviosa, se acercó y buscó el zíper del vestido para bajarlo. Vio la espalda de la chica cubierta por un top, uso sus manos para hacer que el vestido se deslizara por los hombros de Cris. Miró hacia otro lado mientras la prenda caía al suelo.- Gracias.- Giró para darle la espalda a la chica mientras ésta se ponía el pantalón y la camisa.-Ya puedes ver.


Confiada en que su hermana ya traía ropa volteó. Cris estaba sentada calzándose las botas. Aún no se ponía el saco rojo. Se había soltado el pelo, que caía largo por su espalda.


-¿Desde cuando compites?- preguntó sentándose en la cama junto a su hermana.


-Desde los 14 años.


-Wow.


-Pásame ese estuche.- le pidió señalándole una mesilla. Ahí estaba. Fue por él y se lo pasó a Cris. Su hermana lo abrió y sacó un peine y unas ligas para amarrarse el cabello. Aún sentada en la cama se peinó mientras ella la observaba.- ¿Qué?


-¿Qué de qué?


-Me miras raro.


-No… solo veo como te peinas.


-Tú nunca lo haces.


-Jamás.


-¿Me veo bien?- Ya se había sujetado el pelo en una coleta.


-Muy bien.


La chica se levantó, le tiró el saco rojo y se dio la vuelta. Entendió lo que su hermana quería y procedió a esperar a que Cris metiera sus brazos para subirle la prenda hasta los hombros.


-Que buena asistente eres.


-Estoy comprometida con mi… trabajo.- Cris había volteado y quedado frente a frene.


-¿Ahora que tal luzco?


-Bi… bien.


-Te ves muy roja.


-Tu saco se refleja en mi cara.- Cris soltó una carcajada.


-¡No eres un espejo!


 


Toc-toc.


-¡Srita. Cristina! ¡Belleza ya está lista!


-¡Voy!- Salieron del vestidor y caminaron hasta las caballerizas. Ahí estaba una hermosa yegua castaña.- Hola Belleza, ¿lista?- Cris le hablaba a su yegua. Le dio un beso en la cabeza. Belleza parecía feliz de ver a Cristi.


-¿Segura que sabes hacer esto?- preguntó algo preocupada.


-Segura. ¿Temes por mi?- Se acercó a Cris y acarició a Belleza.


-Si. Es que Belleza es alta y tienes que brincar esos obstáculos…-


-Tranquila, lo he hecho muchas veces antes. Además… ahora lo haré mejor que nunca.- la azabache la miró a los ojos.


-¿Por qué?


-Porque sé que estarás viéndome.


-No te quitaré los ojos de encima.- Cris la abrazó.- Concéntrate ¿si?


-Si.,- Le dejó un beso en la mejilla y subió a Belleza con mucha agilidad.- Promete algo.


-¿Qué cosa?


-Después darás un paseo conmigo a caballo.


-Eh… no soy buena con los caballos.


-Yo te cuidaré, ¿si?


-va.- Cris hizo caminar a Belleza, rumbo a la pista, dejándola atrás.


-¡Oye, Cristi!


-¡Dime!- Cris giró la cabeza para mirarla.


-¡Gana!- Su hermana le sonrió e hizo trotar a Belleza. Las perdió de vista cuando Cris dobló hacia la derecha.


Mirando aún el punto en el que Cris desapareció, soltó un suspiro. Aun faltaban unos minutos para que la competencia empezara. Por lo que sabía, estaban invitados representantes de otros club´s y eran muy buenos todos. Regresó hasta donde estaban las personas aún pensando en si Cris estaría bien.


-¿Has visto a Memo?- le preguntó su padre, parándose junto a ella, con las manos en los bolsillos.


-Ahm, no.


-¿Por qué tienes esa cara?


-¿Cual cara?


-Esa… como  pensativa.


-Ah, es… Cris…


-¿Qué pasa con ella?- preguntó el conde mientras hacia una inclinación de cabeza al pasar unas damas junto a él.


-Pues competirá…


-Si y está acostumbrada a ello. Así que deja de preocuparte. Creo que alguien te busca.- su padre le indicó que mirara a la izquierda. Valeria no le quitaba los ojos de encima.


-Oh, si… yo…ella…


-Sin detalles.- le dijo su padre mirándola con una ceja levantada como si… ¿se estaba burlando de ella?


-Ya regreso.- Caminó hasta Valeria, pero la pelirroja se dio la vuelta. Entendió el mensaje. Cada vez se alejaban más de la multitud. ¿Dónde se había metido? Dobló detrás de algo que parecía una bodega y sintió unas manos jalándola.


-Tardaste demasiado.- Valeria la abrazó, dándole un pico.


-Si, yo… tu caminas muy rápido.- le rodeó la cintura.


-Me has tenido muy abandonada.


-Si, lo siento. He estado ocupada.


-Extraño tus besos.- Valeria se acercó ofreciéndole su boca y la besó despacio. Uhm, si, eran los besos de Valeria pero… había algo diferente. Ya no sentía esa desesperación por más. La pelirroja enredó sus dedos en su cabello, jalándola hacia ella. Pegó más sus labios a los de la chica, mordiéndolos. Valeria alzó la cabeza para que le besara el cuello, así que pasó sus labios por esa zona, haciendo que la pelirroja suspirara. La chica empezó a desabotonarle la camisa…- Hagámoslo, aquí.


-¿Qué?


-Tengamos sexo ahora.- pidió Valeria empezando a besarle la clavícula.


-No podemos aquí.


-¿Por qué no?- ya tenía toda la camisa abierta. Ahora Valera le abría el pantalón.


-Hay gente cerca…-


-¿Nunca lo has hecho en un lugar público? Es excitante.


-Si, lo he hecho pero…- ¿Qué pasaba? Valeria le pedía sexo y ella también quería ¿no?  La pelirroja giró y se levantó la falda mostrándole su perfecto trasero y pegó los glúteos a su pelvis. Se movía cadenciosamente. Ladeó la cabeza para poder seguir con los besos. Tenía las manos en la cintura de Valeria.


-¿Qué pasa? Házmelo. Tócame los pechos…- La pelirroja le guio las manos hasta sus senos, mientras continuaba con el movimiento de sus caderas. Podía sentir ese cuerpo presionarse al suyo pero no lo estaba disfrutando como se imaginaba… tal vez había comido demasiado.


-Valeria….- intentó hablar contra los labios de la pelirroja.- Espera. Ahora no.


-¿Por qué?- Valeria dejó de moverse de la forma en que lo hacía y giró para quedar frente a ella y volver a besarla.


-No me siento bien…


-¿Te duele algo?


-Eh, si. – Mintió.- ¿Podemos dejarlo para después? Por favor.- ¡¿Qué diablos le pasaba?! (Si no la quieres tú, mándala por aquí) Se subió los pantalones que ya se le habían caído hasta las rodillas, se los cerró y también abotonó su camisa.


-Claro, pero ¿Qué te duele?- Valeria la examinaba con expresión preocupada.- ¿Quieres ir al médico?


-No, yo…- escuchó gritos.- Cristina…- Susurro. Sin perder otro segundo, corrió como desquiciada. Escuchó que Valeria le gritaba pero no se detuvo. Corrió con todas sus fuerzas, derrumbó a un mesero junto con una bandeja con copas de vino.- ¡Lo siento!- Corre, corre, corre. Esquivó a varias señoras que la miraban como bicho raro. Ya estaba cerca de la pista. Que Cristi estuviera bien, ¡que estuviera bien! Cuando la pista estuvo frente a ella se detuvo a ver que pasaba.


-Ahora, la amazona número dos. Representando al Club Campestre, ¡Cristina San Román!- los aplausos y gritos fueron más fuertes que los anteriores. Se escuchaban el apoyo para Cris. La chica tomaba su lugar para empezar con el ejercicio. La vio pasar los ojos por la multitud. Cris encontró a su familia y sonrió, pero sus ojos continuaron su camino buscando a alguien más.


Los ojos grises encontraron a los ojos verdes.


-¡Vamos, Cristi!- Le gritó a su hermana, mandándole un beso. Cris le dedicó un guiño y suspiró, adoptando una expresión de concentración total. Conocía bien ese gesto de la chica.


Ella no sabía nada de ese tipo de deportes, había visto algunas veces algo así en televisión y solo sabía que los caballos y sus jinetes tenían que brincar los obstáculos en un orden predeterminado.


Belleza y Cristina avanzaron a paso constante y regular. Se movían con elegancia, como si fueran una misma. Contuvo la respiración cuando Belleza dio un salto, pasando por encima de las trancas y cayendo de forma impecable. Su estómago daba vueltas una y otra vez, cada que Cris y la yegua saltaban. La gente aplaudía y gritaba vítores a Cristina. Pero su hermana mantenía esa expresión en su rostro, como si todo hubiera desparecido y solo existieran los obstáculos, Belleza y ella. Después de varios minutos, la yegua dio el último salto. Sintió su alma regresando a su cuerpo. Vio a Cristina salir de la pista así que se apresuró a empujar a toda la gente para llegar hasta la azabache. La vio en un área que conectaba a la pista. Aún estaba sobre Belleza, se quitaba el casco y se soltaba el cabello. La luz del sol hacía que su cabello brillara…


-¡Cristi!- Gritó acercándose corriendo. Cris pasó la pierna izquierda sobre la montura de la yegua, deslizándose de ella justo al tiempo en que ella le sujetaba la cintura quedando una frente a la otra.- Estuviste fantástica.


-¿Crees?


-Si, bueno, no se nada de equitación pero… ¡Wooow!- La abrazó y la levantó.


-¡Ale!


-Moría de miedo cada que saltabas.- Confesó mientras la abrazaba por los hombros.


-¿Por qué? Es algo sencillo además… Cada que estoy en el aire junto a Belleza… me siento libre. Es la mejor sensación que he tenido en mi vida.


-Entiendo. Eres magnífica.


-Deja de halagarme o me lo creeré.


-Pues créelo, eres sorprendente.


-Gracias.- Cris la tomó del rostro para inmovilizarlo y le besó la nariz.


-Vamos.- Mientras el caballerango se llevaba a Belleza, las chicas caminaron hasta las gradas, buscando el palco de su familia.


-Excelente, hija.- El conde recibió a Cris con un abrazo. Se sentaron en la segunda fila del palco, viendo el video que su padre había tomado de su hermana.


-¡Hermana!- Sofi se sentó en las piernas de Cris.- ¡Lo hiciste muy bien! ¿Me enseñas?


-¡Claro! También a Ale le enseñaré…- ¿Qué? ¡Ni madres!


-Chicas, ¿han visto a Memo?- quiso saber la condesa mientras la cuarta amazona empezaba con los ejercicios.


-No mamá. Desde que llegamos no lo he visto.


-Guillermo...- Sofía miró a su esposo.


-Mandaré buscarlo.- El conde levantó una mano y uno de los guardaespaldas, que estaban vestidos como civiles, se acercó.- Busca a mi hijo. Protocolo amarillo.


-Si señor.- respondió el guardia y se alejó rápidamente.


-¿Qué es protocolo amarillo?- susurró a Cris.


-Significa posible desaparición o secuestro. Hay un protocolo establecido, los guardaespaldas saben como seguirlo. Ahora bloquearán las salidas, revisarán las cámaras de seguridad y registrarán cada centímetro del club.


 -Oh, vaya. Memo está bien. Está en las caballerizas.- dijo en voz aún más baja a Cris.


--¿Qué hace ahí?


-Eh… pues…


-Alejandra…-Su hermana la miró con advertencia. Estiró el cuello para hablarle al oído.


-Participará en la competencia varonil.


-¡¿Qué?!- Las personas a su alrededor, incluidos los condes, giraron para mirar a Cris.


-¿Qué pasa, Cristina?- interrogó Sofía.


-Eh…- Cris no sabía que responder. La miró un momento.- Nada… Olvidé algo en las caballerizas. Alejandra me acompañará. Vamos.- Dijo picándole las costillas.


-Pero yo estoy bien aquí…


-Vamos, dije.


Con tal de no morir asesinada por Cris, se levantó y caminó, mejor dicho, trotó detrás de su hermana.


-¡Espérame!


-¡¿Cómo se le ocurrió?! ¡¿Dónde está?!- Cristina miraba para todos lados buscando a su hermanito.


-Cristina, estás exagerando… Memo quiere participar, ¿por qué no dejas que lo haga?


-Tú no entiendes, ¿verdad?


-¿Qué cosa?


-Memo no puede hacer esos saltos, su cadera es frágil, no soportará algo así.


-¿Lo dijo un médico?


-No exactamente.


-¿Entonces?


-Mis papás lo han cuidado mucho estos años y si ahora él se lesiona  te irá muy mal por encubrirlo.


-Estará bien.


-¿Cómo sabes? Casi mueres de miedo viéndome saltar, ¿no te sentirás igual viéndolo a él?


-Cristina, eso es diferente…


-¡Ahí está! ¡Guillermo San Román, ven aquí de inmediato!- Memo dio un brinco de susto cuando escuchó esa voz llamándolo. Ya se había cambiado, y usaba la misma ropa roja y blanca que Cris.


-¿Qué hacen aquí?- preguntó el chico acercándose.


-¿Tú que haces vestido así?


-¡Alejandra! ¿Le dijiste?- le reclamó su hermano.


-Me amenazó, lo juro.- se defendió ella.


-Cámbiate. Vendrás con nosotras al palco.- Ordenó Cris. Memo miraba al suelo.- ¿Me escuchaste?


-Si… pero no lo haré.- Levantó la vista hasta los ojos de Cristina.- Competiré.


-No puedes, te harías daño.


-¡Claro que no! Estoy harto de que me traten así. Todos creen que soy un inútil y ustedes no hacen más que confirmarlo.- Memo estaba decidido. Cris lo escuchaba atenta y algo sorprendida por la actitud del chico.- ¡Yo puedo hacerlo!


-Cris, déjalo.- Sujetó el brazo de la chica y la jaló ligeramente para hacerla volver a donde estaban sus padres.


-No entiendes.- reclamó Cristina a Memo.- Nuestros padres no aprobarían esto.


-Es mi vida y mi decisión- Memo les dio la espalda y se alejó. La pelinegra quiso ir tras él pero ella aún la tenía sujeta.


-Él tiene razón. Nunca le permiten hacer nada.- Intervino por su hermano.


-¿Y si se lastima?


-¿Y si no? ¿En que clase de hombre quieres que se convierta? ¿En uno valiente y decidido? ¿O en uno mimado y sobreprotegido?


-Quiero que sea un gran hombre…- Cris aún veía a su hermanito a la distancia, subiendo a su caballo.


-Entonces no te interpongas.


-Temo por él.


-Estará bien.- Aseguró tomándola de la mano y llevándola de regreso al palco.


 


Cuando regresaron junto a su familia, ya las seis amazonas habían hecho los ejercicios. Era turno de la competencia varonil.  Habría ocho participantes. Tomaron de nuevo sus lugares. Cristi estaba pensativa y nerviosa. Ella observaba para todos lados buscando a algún mesero para pedirle algo de comer. El presentador llamó al primer jinete. Era un joven de unos 20 años, delgado y moreno.  Venía con un traje azul. Empezó con los ejercicios mientras ella comía feliz unas crepas.


-¿Quieres?- preguntó a  Cris. La chica negó con la cabeza.


-¿Cómo puedes comer en estos momentos?


-La comida me tranquiliza...- Seeeh.


- Mira...- Volteó hacia donde le indicaba Cris.  Dos guardaespaldas de su padre intercambiaban palabras. Uno se acercó hasta ellos.


-Señor, encontramos a su hijo.- Escuchó que le decía a su papá.


-¿Está bien?


-Si, señor. Esta en las caballerizas.


-¿Qué hace ahí?


-Se prepara para competir-¡Puta madre!


-¡¿Qué?!- Su papá se levantó de su lugar y justo en ese momento...


-Y ahora el jinete número dos, ¡Guillermo San Román!- El conde giró bruscamente buscando a su hijo.


-¡Memo!- Exclamó Sofía tapándose la boca con las manos.


-Detendré esto…- murmuró el conde, queriendo saltar hasta la pista. Ella se apresuró a detenerlo.


-No. Déjalo intentarlo.- le pidió a su padre.


-No interfieras.- Pero aún así lo agarró fuerte de la ropa.


-Deja de tratarlo como a un lisiado. Solo haces que se sienta diferente.- Cris, Sofi y la condesa veían el forcejeo entre Guillermo y ella.


-¡Es diferente!


-No, no lo es.


-¡Oh, por Dios!- Exclamó Sofía poniéndose de pie. Todos miraron hacia la pista. Memo avanzaba hacia el primer obstáculo... saltó y… cayó de forma excelente. Guió a su yegua hasta el segundo obstáculo y repitió la hazaña. Uno a uno iba superando los obstáculos. No titubeó en ningún momento.- ¡Así se hace, hijo!- Su madrastra aplaudía.


-¡Vamos, Memo!- Animaba Cris.


Pasados unos minutos, Memo terminó el ejercicio. Salió de la pista y fue hasta ese momento en que ella soltó a su padre. Los condes se apresuraron a ir en busca de su hijo.


-Oye, no seas duro con él.- Pidió por su hermano. Su padre le dedicó una media sonrisa y se alejó.


-¡Genial!- Cris saltó y la abrazó.- ¡No puedo creerlo! ¿Dónde aprendió a hacer eso?


-Creo que ese talento lo heredó de ti.


-¡Mi hermano es el mejor!- Sofi brincaba en su silla.


 


Una hora después, los ocho jinetes y las seis amazonas se encontraban en la pista, esperando el anuncio de los ganadores.


-Primero daremos el nombre de los tres primeros lugares en salto femenil…- el presentador leyó en su tarjeta.- en tercer lugar, ¡la amazona Ana Fernández!- Una chica menudita y pecosa pasó a que le pusieran un broche en el saco rojo, indicando que era ganadora del tercer lugar. Un chico le entregó un ramo de flores. La pecosa subió al escalón perteneciente al tercer lugar.- En segundo lugar… ¡la amazona Gretell Sánchez!- Una chica morena y más alta que la pecosa, pasó por su broche, sus flores y subió al escalón del segundo puesto.- Y ahora… la ganadora de esta competencia… la amazona… ¡Cristina San Román!- Cristina pasó sonriente para recibir un ramo de rosas y un trofeo. Subió al escalón destinado al primer lugar, justo en medio de la pecosa y la otra. Ella aplaudía con fuerza, gritaba “!Bravo!”, mientras la mayoría de los presentes también ovacionaba a Cris. La azabache envió un beso en dirección de su familia.


-¡Es mi hermana!- Gritaba feliz, Sofi.


-Ahora, continuemos con la premiación masculina. En tercer lugar… woow… haciendo un excelente debut en el salto ecuestre, el tercer lugar es para el jinete, ¡Guillermo San Román!


-¡BRAVO!- La condesa aplaudía feliz. Ella silbaba para hacer más bulla.


-¡Es mi hermano!- Gritaba Sofi, subiéndosele por el cuerpo para ver mejor. El conde aplaudía sonriendo y Cris decía algo a Memo desde su lugar.


 


 


Rato después…


 


-Veo que ya te sientes mejor.- Volteó y se encontró con Valeria. El coctel ya estaba llegando a su fin. Solo algunas personas permanecían platicando y con copas en las manos. Ella estaba regresando del baño cuando se encontró con la pelirroja.


-Si, ya estoy mejor. Perdón por comportarme así hace rato.


-No te preocupes. Entiendo porqué lo hiciste…-La chica sonrió.


-Ah, ¿si?


-Si. Querías ver a Cristina competir... ¿sabes? Si no fuera tu prima, juraría que entre Cris y tú hay algo… romántico…- ¡¿Qué?!


-¡No digas eso ni en broma! ¿Entiendes? ¡No siento nada romántico por ella!- se defendió enfadada. ¿Cómo que algo romántico con Cris? ¡Eso era imposible! ¡Era su hermana!


-Calma, solo fue un comentario.- Valeria la abrazó por el cuello y rosó sus labios contra su mejilla.- Me alegra que no sea así… No quisiera tener que compartirte.


-¿Puedes salir conmigo  esta semana?- ¡Cris es su hermana!


-Uhm, lo siento. Tengo exámenes y mis padres no están dispuestos a ver otra nota reprobatoria en mi boleta... Debo estudiar.- ¡¿Cómo podía pensar eso de Cris y ella?!


-Entiendo.- ¡Eso es imposible!


-Pero puedes apartarme un lugar en tu cama. Quiero repetir lo de la otra vez.- ¡En qué cabeza cabía algo así!


-Ah, si claro. Así quedamos-¿Qué le había dicho Valeria?


-Tengo que irme. Te veo en al escuela.- La chica le dio un beso suave en la boca.


-Hasta luego.- ¡¿Pero que coño le pasaba al mundo?!


Se quedó parada un rato mirando al infinito. La idea de Valeria aún retumbaba en su cabeza. Pero era algo ilógico. ¿En verdad parecía que entre Cris y ella hubiera algo? ¡Pero si se trataban normal! Bueno, ella creció siendo hija única y no sabía mucho de cómo era convivir con un hermano. Qué estaba “permitido” y que no. Pero a Cris la trataba tal y como su corazón se lo indicaba. Si, eran tiernas y cariñosas pero, ¿Por qué no serlo? Frunció el ceño y se rascó la nuca, aún con la mirada perdida. No tenía nada de malo portarse así con Cris. No debía mortificarse por el comentario de Valeria.


-¿Porqué tan pensativa?- Escuchó una voz detrás de ella.


-No, por nada.- Era Cristi. Tenía dos copas, una en cada mano. Le ofreció una.


-Brindemos.- propuso feliz.


-¿Porqué?


-Por todo este día. Por la victoria de Memo, por estar en familia.


-¿Y por tu victoria?


-Me siento más orgullosa de Memo, que de mi. Salud.- Extendió la copa esperándola.


-Salud.- Ella hizo sonar las copas al chocarlas.


-Vamos.- Dejaron sus copas sobre la mesa.


-¿A dónde vamos?


-Por un caballo. Daremos un paseo antes de irnos a casa.


-Aahm…- Se detuvo. Cris volvió por ella y la llevó a rastras.


-¡Lo prometiste!


-Ya sé… Solo me estoy mentalizando.


Cuando llegaron a las caballerizas, Cris habló rápido con uno de los cuidadores y pidió le ensillaran un potro. Ella permanecía callada, viendo todo el proceso. Cuando la silla estuvo segura, Cris subió sin esfuerzo y sin ayuda. Se quedó como boba parada junto al caballo.


-Dame la mano.- pidió su hermana.- Y mete un pie en el estribo para impulsarte.- Cris dejó libre el estribo izquierdo para que ella lo utilizara, así que metió el pie, sujetó la mano de Cris y agarró la parte trasera de la montura para ayudarse a trepar. Se impulsó y subió. Se montó en los cuartos traseros mientras Cris sujetaba las riendas.


-Esto se siente raro…


-¿No es como tu moto?


-Para nada. Ve despacio, ¿Si?


-Tranquila, solo sujétate bien.


Cris le tomó las manos y se las puso alrededor de su cintura.  Abrazó fuerte a la chica, ¡no quería caer y partirse la cara! Su hermana taloneó tantito al caballo y empezaron a moverse. Iban lento, paseando por los terrenos del club. Ya estaba un poco más relajada. Cris le contaba cosas, de años anteriores de competencias. De cómo aprendió a montar y descubrió que era buena para los saltos. Ella solo la escuchaba atentamente mientras sentía la espalda de Cris pegada a su cuerpo.


-Esto de los caballos, no es tan traumático…


-Pon tus manos sobre las mías, te enseñaré a manejarlos.- Hizo lo que Cris le pedía. Para hacerlo tuvo que envolver a la chica con su cuerpo. Su corazón golpeaba fuerte su pecho…


¡No le gustaba Cris!

Notas finales:

 

!Travesura realizada!


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