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De Aristocracia y Otras Estupideces. (New Version) por Menz

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Notas del capitulo:

 

¡Accio cap 11¡

Capítulo XI

¿La rubia, la pelirroja o…?

 

-Creo que te la pasarías bien. Anda, ¿Qué dices?- Ileana la miraba animándola a aceptar.

-Eh…- Dudó.

-Sé que amas su música. Lo vi en tu Facebook. - La chica agitó dos boletos frente a su cara. Eran del concierto de uno de sus artistas favoritos: Melendi. Boletos que se habían agotado desde antes de que ella llegara a vivir ahí.

-Si bueno… es solo que…- ¿Estaría bien ir con Ileana? Era verdad que Valeria no era su novia pero tenían algo, ¿no? ¡Pero era Melendi! – De acuerdo.

-Súper.- La rubia sonrió complacida.

-Ya tengo que irme.

-Claro. Te llamaré.- Sentenció la chica.

Caminó por los pasillos de la universidad para salir de ahí.  ¡Iría al concierto de Melendi! Con Ileana… Y no es que la chica le desagradara, al contrario, era muy hermosa pero… se rascó la cabeza sin saber bien que pasaba ahí. Se apoyó sobre su auto esperando a su hermana que no tardaría mucho en llegar.

Esos días había logrado tranquilizarse después del comentario que Valeria había hecho sobre ella y Cristina. Lo que tenía con Cristi era algo que sentía tan natural, tan puro, que no quería que su mente se llenara de nubes grises. Esa chica era su hermana, la quería muchísimo pero solo como una hermana.

Ahora tenía que organizarse bien. Esa semana sería una locura. Tenía que asistir a clases, más las clases extra de etiqueta y esgrima (que al final solo esas tomaba gracias a la intervención de su madrastra), más los ensayos que tenía programados con sus amigos y ahora tenía lo del concierto que sería ese jueves.

-¡Bu!- Saltó de su lugar y tiró su mochila. Solo escuchaba la risa de Cristina. La chica estaba parada junto a ella, roja por tanto reír.

-Ya le estás tomando gusto a esto de asustarme, eh.- Levantó la mochila del suelo y le revolvió el cabello a su hermana.

-Me gusta ver cuando tiras cosas.- La chica se defendió y la empujó.

-Si tanto te gusta llegando a casa puedo tirar tus cosas por la ventana de tu habitación.- Bromeó mientras tomaba asiento en su auto y lo ponía en marcha.

-Atrévete Alejandra y conocerás el dolor.- La amenazó Cris con un dedo apuntándole la cara.

-Me gusta sufrir.- Siguió provocando a su hermana. La chica le picó el costado.- ¡Oye! ¡Harás que choquemos!

 

******

******

-Eres una boba.- Se quejó Cristina cuando aparcaron frente al palacio. Ese día su padre había convocado a una reunión ahí. Reunión a la que obviamente faltaría con todo el gusto del mundo.

-Lo sé. Dame eso.- Le quitó las cosas a la chica.

-Que gentil.- Cuando entraron, Cristina le presentó a algunas personas y para su disgusto, Tomás también se encontraba en el recibidor platicando con dos tipos. Apenas tuvo oportunidad, salió corriendo de ahí y se refugió en su habitación mientras le avisaban que la comida ya estaba lista.

Se estaba cambiando de ropa cuando su celular sonó, anunciando una notificación de Facebook. Ileana la había etiquetado en una publicación que anunciaba que irían al concierto juntas… varios comentarios… varios “me gusta”… incluido uno de Valeria. La pantalla de su celular cambió y apareció la cara de la pelirroja. Valeria le llamaba.

-Hola.

-Hola.- Escuchó la voz tajante de su amiga.

-¿Cómo estás?

-Bastante sorprendida de hecho.

-¿Y eso porque?

-Porque acabo de enterarme que saldrás con Ileana.

-Ah si… eso. ¿Tiene algo de malo?- ¡¿Tenía algo de malo?!

-No Alejandra, no tiene nada de malo.- ¡¿Entonces?!

-¿Por qué suenas molesta?

-¡Porque estoy molesta!

-Pero…

-Si querías ir al concierto, ¿porque no me invitaste?

-Pues… porque… yo no tengo boletos. Ella me invitó.

-¿Qué?

-Ella tiene los boletos. Ella me invitó.- Repitió.

-Perra…- Escuchó al otro lado de la línea.

-¿Eso fue para mi?

-No. Fue para esa perra desgraciada. Ok, Ale. Ve al concierto pero cuidadito con acabar en la cama de Ileana.

-¿En su cama?- Soltó una carcajada.- ¡Solo quiero ir al concierto! ¡No me interesa acabar en la cama de nadie!

-¿Ni en la mía?- Ahora la voz de la chica era de coquetería absoluta.

-Solo en la tuya.

-Mas te vale. ¿Crees que podamos vernos hoy?

-Sí creo que sí. Pero, ¿no que tenías mucho que estudiar?

-Si pero tengo tiempo para un beso.

-Perfecto. Te veo en la noche.

******

******

 

-¿Puedes guardar esto en mi portafolios?- Le pidió Cristina mientras ella guardaba algunas carpetas en su cajón. Ya había entrado la noche y estaba por salir a visitar a Valeria.

-¿Qué son estos papeles?

-De un proyecto que se autorizó para el condado.- Contestó la chica algo distraída.

-¿Cuál?

-Se entregarán estufas a la gente.

-¿Estufas?

-Si. Es un proyecto que está impulsando Tomás…- Su hermana la miró un segundo.- ¿Saldrás?

-Un rato.

-¿A dónde?

-Veré a Valeria.- La azabache frunció el ceño.- ¿Pasa algo?

-Me llegó el rumor de que irás con Ileana a un concierto.

-¿Acaso todo el condado ya sabe?- ¿Por qué hacían tanto alboroto?

-Seguramente. Ven.- Cristi la jaló de la mano y la hizo sentarse junto a ella en la cama.- Quiero decirte algo.- La chica pensó un momento antes de retomar la palabra.- Ten cuidado. Con las dos.

-Pero, ¿por qué?

- Las dos son ambiciosas, vanidosas. Ya te lo dije antes, pero te lo repito.  Valeria es un poco más centrada y es verdad que no es mala pero siempre le ha dado mucha importancia al glamour, al renombre. Por otro lado, Ileana… ella es… terrible.

-¿Cómo que terrible?

-Para bien o para mal, somos la gallina de los huevos de oro. Si pudiera, Ileana se embarazaría de un hijo tuyo solo para asegurar su futuro.- Cristina miró al suelo apretando los dientes.

-¿Cómo puedes asegurar esas cosas?

-No soy tonta, Alejandra. Sé quién nos aprecia de verdad y quién no. Conozco a las personas y creo que por eso soy algo fría con ellos. Por eso no permito que se acerquen a mi o que me conozcan realmente.

-¿Te cuesta confiar?- Su hermana asintió.- Pues es una lástima que ocultes quien eres en verdad, porque eres fantástica.

-Gracias.- Cris se sonrojó un poco.

-Tendré cuidado.- Aseguró levantándose de la cama.- Aún no quiero hijos regados por ahí.- Bromeó y depositó un beso en la frente de su hermana.

-Tonta. No demores o mi papá se dará cuenta de que no estás en casa. Recuerda que estás castigada.

-¿No vas a delatarme?- Preguntó con el cuerpo casi fuera de la habitación.

-Claro que no.

-Te veo mañana.- Iba a salir cuando…

-¡Ale!- Cristi la llamó de nuevo.

-Dime.- Metió la cabeza entre el marco y la puerta.

-Te quiero.- Sonrió antes de responder.

-Yo te quiero a ti.

 

Ahora si salió de la casa aprovechando que su padre seguramente estaría en su alcoba. No estaba feliz de estar castigada como niña chiquita y sabía que Guillermo se enojaría mucho si se enteraba que había desobedecido pero ¡quería ver a Valeria!

Sacó su auto y en menos de dos segundos ya tenía una camioneta siguiéndola. ¿Alguna vez podría librarse de todo eso?

Al menos ver a Valeria le quitaba el mal humor de sentirse acosada todo el tiempo. La chica se veía muy bien con esos jeans y esa chaqueta de piel. 

-Hola, hermosa.- Susurró cuando recibió un beso en la boca por parte de la pelirroja.

-Hola, sexy. Vámonos de aquí.- Sin desperdiciar un segundo más, pisó el acelerador.

-¿A dónde vamos?

-Al centro comercial. Necesito ver unas cosas.- Así que giró a la izquierda para tomar la siguiente avenida.  Sabia cual era el centro comercial favorito de la chica.-Y… ¿tu amiga Ileana no te ha llamado?

-No. Me envió mensajes pero iba a ducharme así que no platicamos mucho. ¿Por qué te enoja tanto? ¡Ustedes me la presentaron!

-Sí pero no creí que se iría sobre ti.- Valeria se cruzó de brazos.

-No se ha ido sobre mí.

-Claro que sí. Quiere el prestigio que le daría ser tu amiga. Quiere meterse en tu vida para que la invites al palacio y salga en las fotografías contigo.

-Eso… eso es verdad. Lo del palacio. En la fiesta me preguntó cuando haría una en el palacio para que la invitara…

-¡¿Ves?!

-Tranquila, ¿sí? Solo me gustas tú.

-Pues no vayas al concierto con ella.- ¡Pero!

-¿Porqué?

-Porque no quiero que vayas con ella.

-¡Pero es Melendi! ¡O sea! ¡Melendi!- Recalcó pues Valeria tenía cara de no saber de qué le estaba hablando.

-¿Melendi? ¿Ese tipo con facha de vago con ideología igualitaria?

-¿Qué? ¡Melendi…! ¡El único Melendi que hay sobre esta tierra!- Le emocionaba pensar que estaría cerca de uno de sus artistas favoritos. Se imaginó cantando a todo pulmón “Soy tu Superhéroe”. Siempre le había parecido muy graciosa esa canción.- Escucha, a mi no me interesa quien irá conmigo al concierto. Yo voy a cantar, a escuchar, a volverme loca ahí. Así que no te preocupes. Puedo huir de las garras de Ileana.

-Mas te vale. Porque si me entero de que…

-No pasará nada.- Le aseguró con firmeza a la chica.

En el centro comercial se la pasó caminando de aquí para allá pues Valeria necesitaba comprar algunas cosas.

-Espero no olvidar algo.- La pelirroja miraba las bolsas, como si pasara lista de sus pendientes.

-¿No apuntaste lo que tenías que comprar?

-No. Necesito una agenda.- Comentó la chica riendo.- Ya vamos a bailar.- ¡Perfecto!

Así que se fueron a bailar. Según parecía, Castilnovo tenía una gran variedad de antros, bares, restaurantes… A ese lugar no había ido. Aunque básicamente era lo mismo: Penumbra, música fuerte, destellos de colores y alcohol.

-¿Qué te parece?- Le preguntó la pelirroja acercándose mucho a ella para hacerse escuchar.

-Se ve bien. ¿Vienes seguido?

-No mucho.- Valeria la jalaba a la pista.

-Espero que no publiquen fotografías nuestras aquí o mi tío me matará.

-¿Por qué?- Interrogó  la chica mientras empezaba a moverse de forma sensual frente a ella.

-Porque estoy castigada.- Eso hizo reír a su amiga.

-Esperemos que no te descubran.

Fue una noche estupenda.  Se la pasó bailando con la pelirroja y luego se hartó de besarla en su auto. Le hubiera gustado llevar las cosas más allá pero no pudieron. Así que tuvo que resignarse con mirar como la chica entraba de nuevo a su casa.

******

******

 

-¿Entonces que dicen?

-¡Por mi está genial!- Nico parecía emocionado.

-Yo también puedo.- dijo conforme Lisa.

-Me da igual.- soltó Natalia con indiferencia.

-Perfecto. Nos vamos en cuanto terminen las clases.

Sus amigos y ella quedaron en ensayar su presentación en la cena de gala. Su papá había estado de acuerdo con que los cuatro tocaran, aunque le pidió que ella solo tocara algunas pues la quería en la mesa con la familia. Así que Nico se había comprometido a llevar a otro chico que apoyaría con la guitarra. ¡Pues ya qué! Para el repertorio, no quería que fuera igual que todos los años, según le había platicado Cris, la música era casi siempre puros valses. Así que junto a Nico habían seleccionado algo de jazz, blues y hasta rock and roll…

Después de clases, los cuatro caminaban hasta el estacionamiento. Se detuvo a mirar su auto… no cabrían…

-Hola.- saludó Cris uniéndose al grupo.- ¿Qué pasa?

-No daremos…los chicos irán a casa, ensayaremos.

-¿Hoy?

-Sí, ¿Por qué? ¿Pasa algo?

-Creía que irías a la oficina conmigo.

-Eh...- Cris la miró sin parpadear. Había olvidado decirle que ensayarían.- Puedo llevarte y luego ir a casa.

-¿Y nosotros como iremos?- Intervino Nico.

-Creo que sería mejor llamar a Marcos.- opinó Cris.- ¡Ya sé! – la azabache sacó su celular y se alejó un poco para hacer una llamada.

-¿Qué hace?- preguntó Nico.

-Ni idea.- Miraba a Cris, parada a unos metros. Se veía muy linda… ¡Alejandra! Precisamente por pensar cosas así las cosas se mal interpretaban. Sacudió la cabeza enérgicamente.

-¡Listo!- Anunció su hermana acercándose de nuevo a ellos. - Marcos vendrá por nosotros y nos llevará a la mansión. También avisé que tuvieran la comida lista para todos.

-Espera, ¿qué?-  preguntó.- ¿Irás con nosotros? ¿No tienes que ir a la oficina?

-Puedo escaparme de vez en cuando.- Cristina le sonrió y ella no estaba segura de sentirse feliz o triste.  El comentario que le había hecho Valeria regresó a su mente. ¿Su trato con Cris era demasiado íntimo?… aunque sinceramente no le molestaba esa cercanía, al contrario, le encantaba ¿eso estaba mal? ¿Era incorrecta la forma en la que se trataban? ¡Pero a ella no le interesaba Cristina! ¡Le interesaba Valeria!

Se quedaron parados a la sombra de un árbol, platicando los cinco… bueno, los cuatro porque Natalia más bien gruñía. Como ya acostumbraba, Cris estaba colgada de su brazo y a ratos descansaba la cara en su hombro.

-¡Ahí está!- exclamó Nico cuando  una lujosa camioneta aparcó frente a ellos. Para hacer más ameno el viaje, ella pasó a conducir la camioneta y Marcos llevaría su auto. Durante los casi 20 minutos de camino, se la pasaron discutiendo qué otros temas podrían tocar.

-¡Una cumbia!

-¿Te imaginas? Los Ángeles azules.- bromeaba Lisa.- Aunque no estaría mal en instrumental…- dijo pensativa.

-No jodas.- opinó Natalia ceñuda.

-Yo creo que lo que toquen será mil veces mejor que los años anteriores.- Los halagó Cristina.

-Gracias.- dijo Nico inflando el pecho.

 

Cuando entraron al palacio enseguida sintió un olor delicioso. Cris y ella enviaron sus mochilas a sus respectivas habitaciones y guiaron a sus amigos hasta el comedor.

-Vaya. Que mesa tan larga…- Lisa empezó a contar los lugares.

-No puedo creer que estoy aquí.  ¡Este lugar tiene siglos de historia! Debe ser genial vivir aquí.- Nico veía los cuadros y el decorado.

-Naaah, los primeros días me perdía.- admitió.

-Uhm…- Natalia se sentó perezosamente y olfateó la comida que los empleados empezaban a dejar en la mesa.

Una vez se sentaron todos, se dispusieron a comer.  Ella estaba distraída disfrutando de su comida y escribiendo una partitura en su mente…

-¿Tú si me apoyas, Ale?- le preguntó Nico.

-¿Ah?- ¿Qué había dicho?

-¿Qué si tu si me apoyas?

-¿En qué?

-¿No escuchaste nada de lo que te dije?

-Eh… ¿perdón?

-¡Presta atención! Dije que en mi colonia estamos organizando unos partidos de futbol, de equipos mixtos y serán para ayudar a una viuda. También habrá una quermés.

-Wow, si claro. Me apunto. ¿Cuándo será?

-Este fin de semana.

-Perfecto, el otro será la cena.

-Yo también quiero participar.- Levantó la mano Cris.

-¿Sabes jugar futbol?- preguntó Lisa incrédula.

-No, pero no puede ser muy difícil ¿o si?

******

******

-Me parece mejor que en ese compás entres a contratiempo, Ale.- Sugirió Nico.

-¿Con el solo?- preguntó examinando su partitura.

-Si, creo que se escucharía más chingón.

-Toquemos esa parte para comprobar.- opinó Lisa, sentada al piano.

Se encontraban ya en su habitación. Nico y Natalia estaban sentados en el sofá con sus partituras y sus atriles frente a ellos. Ella estaba de pie con una guitarra electroacústica, parada junto a Lisa.

Cris se encontraba a unos metros de ellos, sentada en la cama con sus piernas cruzadas. A ratos se sentía observada y descubría los ojos de su hermana sobre ella. La chica solo le sonreía y regresaba la mirada a su laptop, seguramente se encontraba trabajando en alguna cosa de la empresa o de la universidad.

-¡Alejandra concéntrate!- Nico le tiró uno de los cojines del sofá. Le dio en la cara.- ¡Ya tocamos ese compás tres veces y no entras! ¡Deja de bobear!

-¡No estoy bobeando!

-¡Ya cállense!- Uuuuy Natalia se enfadó.

Ensayaron casi dos horas más. Hicieron algunos arreglos a las piezas, Cris les sugería algunas cosas pues ella sabía muy bien como  eran esos eventos. Nico  sacó unas copias de las partituras para entregarle al chico suplente. Y cuando acabaron, Marcos llevó a sus amigos a sus casas.

-¡Ayúdame con los deberes!- suplicó Cris mientras subían a sus cuartos después de despedirse de las visitas.

-¿Estás loca? No hago ni los míos.

-¿De verdad?

-Bueno… hoy el profe de composición me reprendió. Dice que la pieza que estoy escribiendo carece de alma. ¡Y la tengo que entregar mañana!

-¿Tu opinas que carece de alma?

-No… ¿a quién engaño? Estoy perdida.

-¿La tocarías para mi?- (¿La composición?)

-Eh… no quiero decepcionarte.

-¡Anda!- Cris le saltó encima, colgándosele de donde pudo. Ella hizo esfuerzo para no caerse.

-Ya qué…- Así que pasaron de largo la habitación de Cris y subieron un piso más hasta la suya.- Bien, déjame buscarla.

Mientras Cristi se sentaba en el taburete, fue hasta su mochila y buscó la partitura. Estaba toda tachada y con manchones.

-¿De qué se supone que trata?

-No tiene letra, es solo música, pero…. Dice mi profesor que suena forzada, como si no saliera de mi.- le respondió a su hermana mientras se sentaba junto a ella, al piano.

-Toca.

Se acomodó bien, extendió la partitura frente a ella y empezó a tocar. Cris escuchaba en silencio, con los ojos cerrados, moviendo ligeramente la cabeza al ritmo se la melodía. La pieza no tardaba mucho, pues la verdad no sabía como seguirla.

-¿Y bien?- Quiso saber la opinión de la azabache.

-Uhm pues… no sé. Suena perfecta… creo que ese es el problema.

-¿Creí que te gustaba la perfección?- se burló.

-Tonta. A mi me gusta la perfección, a ti no. Y para que suena a ti, debe ser algo como tú.

-¿Y como soy?- Cris giró un poco hacia ella y con la mano izquierda empezó a acariciarle el cabello, mirándola como si pensara la respuesta.

-Eres apasionada. Impredecible. Sorprendente. Tierna. Totalmente adorable.- Su hermana sonreía mientras la describía.

-Gracias.- Se sintió un poco apenada.- Y tú eres… - Miró esos ojos grises.- tan linda. Me alegra tenerte aquí conmigo.

-¡Enséñame a tocar algo!

-Ahm, déjame pensar.- Miró a su hermana como si midiera sus aptitudes artísticas.- ¡Ya se! Harás esto, escucha bien.- Tocó las notas, do, re mi, do, do, re, mi, do.

-¡Oye! Puedo aprender algo más complicado que “Martinillo, martinillo”- se ofendió Cris. Ella soltó una carcajada.

-Solo hazlo…- Cris lo intentó y falló una nota.- ¿No que muy fácil?

-Es mi primera lección, no me presiones.

-¿No tomaste clases de música de niña?

-Empecé pero... preferí equitación.

-Con razón.

-¡Que mala eres! - Cris le dio un golpe en el brazo.

-Déjame enseñarte.- Hizo que la azabache se pusiera de pie y puso el taburete en posición vertical frente al piano. Cris se sentó adelante y ella montó el banco, como si estuvieran de nuevo sobre el caballo. Tomó las manos de Cris y las colocó sobre las teclas. Do…Re...Mi…Do...Do…Re…Mi…Do…

 

******************* Cris*************

 

Ale le pidió que se sentara frente al piano, así que lo hizo. Disimuló un suspiro cuando sintió a su prima a su espalda. Tenía miedo que descubriera sus temblores por tenerla tan cerca. La castaña rodeó su cuerpo con sus brazos y sujetó sus manos para indicarle como tocar. No tenía ni idea de lo que hacía, ella solo sonreía como estúpida por la sensación de la piel de Ale sobre la suya. No le importaba que su prima le pusiera esa canción infantil como primera lección, no le importaba nada en absoluto, solo quería seguir sintiendo esas manos sobre las suyas.

-¿Por qué decidiste estudiar música?- le preguntó a la castaña.

-Fue algo que me encantó desde pequeña. Suaviza más tu muñeca y extiende los dedos para poder presionar bien toda la escala…- ¿Qué?

-¿Así?- Ale se recorrió más en el taburete, pegándose más a su espalda. Cris agradecía que la castaña no pudiera verle la cara o se percataría de su sonrojo.

-Sí, así está bien.

-¿Cuál fue tu primera lección?

-Martinillo.

-¿De verdad?- ¡Oh, mi vida! ¡Cute! ¡Cute!

-Sí, tenía cinco años y mi mamá me…- Ale cortó sus palabras de golpe. Ella volteó la cara hacia un lado para ver a su prima. Estaba seria.

-¿Qué pasa?

-No, nada, es que…

-¿Tu mamá te enseñó piano?

-Sí, fue ella.- Jaló las manos de Ale y la hizo rodearle la cintura. La castaña recargó su barbilla en su hombro. Se sentía tan bien.

-Toca algo para mi y para ella.- Le pidió a su prima estirando un poco el cuello para besar su mejilla.

*******************

 

¿Tocar algo para Cris y su madre? Se quedó pensando un momento, aun abrazando a su hermana. Recordó sus primeras lecciones de piano con su mamá. Era tan pequeña que sus pies colgaban del taburete. Su madre solía sentarse detrás de ella, en la misma posición en que ahora tenía a Cristi. Recordó que cuando logró tocar “martinillo” su madre celebró como si hubiera descubierto la cura del VIH.

Dejó que sus dedos presionaran las primeras notas agudas…

Cuando tenía ocho años tocó por primera vez frente a un público, era su festival escolar. Su mamá estaba sentada en primera fila sonriéndole y le aplaudió de pie cuando terminó su presentación.

Intensificó la velocidad de la melodía, presionando con más fuerza las teclas, evocando la emoción de ese recuerdo…

Su madre amaba el baile, incluso bailaba mientras lavaba los trastes. Siempre se burlaba de ella por ese hecho, aunque era algo que le encantaba ver. Ella tocaba su guitarra buscando ritmos raros y su mamá de inmediato improvisaba algún paso dando vueltas por toda la cocina.

La melodía  adquirió un ritmo extraño, como si las notas invitaran a girar o saltar…

La noche que conoció a su nueva familia se sentía muy incómoda y nerviosa, aún no sabía si había sido correcto meterse a una casa que no sentía suya. Entonces se reencontró con una linda chica de cabello azabache, con ojos rasgados y grises. Una chica que tenía entre sus brazos en ese momento.

Las notas sonaron con suavidad y dulzura, con delicadeza…

Cris bajaba de Belleza y ella la recibía con un abrazo. Era una chica increíble, bella, sensible y adoraba pasar tiempo con ella. Hablarle, escuchar su risa.

Del piano salía una melodía que nunca creyó capaz de componer. Eran notas que proyectaban dulzura, entrega, ternura, dedicadas a alguien en especial, para decirle con música todo lo que su alma encerraba… Era algo que jamás había podido transmitir por más inspiración que tuviera. Estaba asombrada de escucharse a sí misma tocando algo así. No pensaba en qué tocar, solo lo hacía. Tenía la sensación de hormigueo en el estómago, como si bajara a toda velocidad en una montaña rusa. El sentimiento que transmitía su música era algo que le hacía un nudo en la garganta, quería reír y llorar al mismo tiempo, quería fundirse con el cuerpo de esa chica sentada entre el piano y ella… La música paró. El silencio reinó varios segundos mientras se recuperaba de tantas emociones. Sintió una lágrima rodar por su mejilla, al mismo tiempo que su hermana giraba el rostro, mirándola con…

-Alejandra.- la escuchó susurrar.- eso fue hermoso.- Cristi se incorporó, quedando de pie frente a ella. Levantó su rostro para mirar a la chica a los ojos, cosa que su hermana aprovechó para limpiar con suavidad las lágrimas en sus mejillas.

-Yo no…- ¿Qué había sido todo eso?

-Creo que deberías escribir eso o lo olvidarás.- Su hermana le entregó lápiz y una hoja con un pentagrama para que plasmara lo que minutos antes había tocado. Asintiendo, se apresuró a escribir todas las notas.

******

******

-No sé si la palabra “castigo” signifique algo para ti.- Le decía su padre. Estaban en el despacho. Era el día del concierto y le había informado a Guillermo que esa noche saldría.

-Pero…

-Y no creas que no estoy enterado que la otra noche saliste sin avisar. ¿En serio crees que mi equipo de seguridad no me informa de lo que haces?

-Guillermo, -Su madrastra intervino.- me parece que Alejandra se merece otro trato.

-¡Golpeó a dos chicos! ¿Qué clase de ejemplo da con su conducta?

-Tú sabes mejor que nadie que desapruebo la violencia pero entiendo perfectamente las razones que la hicieron enojar y conozco su temperamento. Las dos peleas fueron por defender a tus hijos. Y aunque la forma no fue la mejor, ella solo defendió a su familia.- Sentenció Sofía.

-¿Tienes algo que decir en tu defensa?- Su padre la miró con el ceño fruncido.

-Sé que lo que hice estuvo mal, pero volvería a golpearlos si esos tontos volvieran a decir lo que dijeron.- Notó una ligera sonrisa en su madrastra.

-De verdad que tú ves la tempestad y no te hincas.- La reprendió Guillermo.

-Toda una San Román.- Intervino Sofía ¿orgullosa?

-Solo quiero ir al concierto. Prometo portarme bien. Por favor…- Pon cara de gatito de shrek, ¡ponla!

-De acuerdo.- ¡Sí!

-Gracias, gracias.- Corrió a abrazar a su papá- Me portaré tan bien que tendrás ganas de canonizarme.

-Ya vete antes de que cambie de opinión.- Bromeó su padre. Súper feliz le dio un beso en la mejilla a su madrastra y salió de ahí.

Estaba tan de buenas que no le importó que, como de costumbre, los Men in Black la acompañaran. Ileana estaba radiante cuando subió a la camioneta con ella y enfilaron rumbo al Coliseo.

-Esto será fantástico.- Parpadeó varias veces cuando el flash de la cámara de la chica la cegó.

-Ya lo creo.

-Muéranse de envidia…- escuchó que murmuraba la chica mientras publicaba la fotografía en FB.- Ya te etiqueté.

-Luego lo veo… ¿Qué haces?- Ileana destapaba una licorera que había sacado de su bolso.

-Empiezo la fiesta, ¿quieres?- La rubia se acercó más a ella y pudo notar sus voluminosos pechos casi a punto de salir de su escote.

-Todavía es temprano.

-Ale eres… difícil.- Ileana guardó la licorera.- eso me gusta.- ¡¿Ah?!

-¿Hace mucho que tienes los boletos?

-No tanto. Los conseguí después de la fiesta que te organizó Alberto.

-Oh Vaya. Creí que ya se habían agotado. Eso decía en internet.

-Se los compré a otra persona. Y me sorprende que no hayas movido tus influencias para entrar al concierto.

-¿Influencias?

-Claro. Nadie podría negarle algo a la sobrina del conde. He escuchado que tienes voz y voto en la familia y que eres muy cercana a Cristina. Algún día ella será la persona más poderosa del condado y tú serás de su círculo más íntimo. Puedes hacer lo que quieras en este lugar. Tomar lo que quieras… y a quien quieras.- ¿Por qué Ileana la miraba como si fuera un pedazo de carne muy apetitoso?

-Que pueda hacer ciertas cosas ni significa que sea correcto hacerlas.

-¡Pero si eso es lo divertido! ¿Para qué sirve el poder si no para usarlo?

-Depende del modo de usarlo.- ¿Podían darse prisa? Ya quería llegar.

-Estoy segura… de que tú lo usas bien.- Ileana le hizo un guiño.- ¡Mira! ¡Varios comentarios de nuestra foto!- La chica empezó a teclear como poseída. La miró bien unos segundo. Si. Era tremendamente sensual. Y peligrosa.  ¡No quería regar hijos por ahí! ¡Solo quería cantar esa noche!

Gracias a Kaiosama, llegaron. En cuanto se bajó de la camioneta sintió la emoción de estar ahí por fin. Muchas personas caminaban por los pasillos hasta la entrada del lugar. Eran varias filas las que ya se habían formado en los diferentes accesos.

En cuanto tomó su lugar en una de las filas, todas las personas empezaron a mirarla. Sin duda andar con dos mastodontes a sus costados llamaba la atención. Sonrió a la gente que la observaba, algunos le devolvieron la sonrisa, otros tenían cara de querer matarla y otros le tomaron fotografías, seguramente para subirlas a las redes sociales. Ileana se había colgado de su brazo ya, feliz de la vida de ser el centro de atención.

-Chicos, se que el protocolo es estricto pero, ¿podrían darme un poco más de espacio?- Le pidió a sus guardias.

- Claro que si señorita. Estaremos cerca.- Milo le hizo una indicación a Fausto y se alejaron un poco de ellas. Al menos se había asegurado que los tipos esos fueran vestidos de civiles y no con sus típicos trajes.

-Así tendremos más intimidad.- Murmuró Ileana.

-No es por la intimidad. Me asfixia tener guardias cerca. No creo que sea necesaria tanta seguridad.

-Creo que el conde lo hace por los atentados que ha sufrido tu familia antes.

-¿Atentados?- ¿Cuáles?

-Sí. Al antiguo conde intentaron asesinarlo en un par de ocasiones. Y hace algunos años durante un desfile los de seguridad encontraron a un tirador en el techo de un edificio. Lo que se dijo fue que la orden que tenía era disparar contra tu tío.

-¿Es en serio?

-Ale, cariño.- Ileana se acercó a su oído.- Los plebeyos nos envidian y harán lo que sea con tal de arruinar nuestro estilo de vida.

-No creo que nos envidien…

-¡Claro que sí!- La interrumpió la rubia.-  Somos la realeza de este lugar.- Por fin llegaron hasta donde una mujer revisaba los boletos. Ileana se los entregó y les indicaron por donde ingresar hasta la zona VIP.

Pensó en todo lo que había aprendido de Castilnovo esas semanas que llevaba viviendo ahí. La ideología racista de la ciudad. La división que había entre las personas. Si bien era cierto que había mucho empleo y los sueldos eran buenos, el hecho de ser “plebeyo” o ser “aristócrata” era  lo que realmente importaba ahí. ¿Y por qué? Ella había recibido otra educación lejos de ahí y no comprendía del todo porqué en Castilnovo las cosas eran así. Tal vez por los siglos de historia que tenían. Tal vez por el poder que los San Román habían mantenido durante todo ese tiempo. No entendía como su papá no había hecho algo al respecto. Según Valeria, era obvio que el conde tenía ideas de igualdad, pero ella no veía que su familia hiciera algo para demostrar de una vez por todas su postura.

-Gracias.- Le dijo a una chica que las guio hasta sus lugares ¡en primera fila!- Wow, esto es genial.- Miraba atentamente el escenario viendo la calidad del equipo de sonido ahí.

-Ale, ven.- Ileana la abrazó para… sí… otra selfie.

-¿Por qué mejor no dejas el celular y disfrutas esto?

-Lo que tu quieras.- La chica bajó el celular… ¡Y le empezó a acariciar la pierna!

-¿Ileana?- Escuchó una voz detrás de ella. La rubia giró la cabeza buscando a la persona que la había nombrado.

-¡Perla! ¡Que gusto!- Observó a las dos chicas “juntando” sus mejillas y besando el aire. Nunca había entendido esa clase de saludo. La tal Perla era de tez clara, con el cabello muy lacio y largo, y era extremadamente flaca.

-¿Hace cuando no nos vemos?

-Desde el internado. ¿Quién te acompaña?

-Gaspar.- Perla señaló a un hombre con barba, que ya se había sentado unos metros más allá y miraba entretenido la pantalla de su teléfono. Se veía algo mayor para ella.- No sabía que te gustaba este tipo de música.

-En realidad vine acompañando a Ale.- Perla posó sus ojos en ella.- Alejandra San Román… Perla Domensaín.- Ileana hizo las presentaciones correspondientes.

-Hola.- Recibió un beso en la mejilla.- Vaya Ileana, no sabía que eras amiga de las San Román.

-Por supuesto. A Ale le encanta este cantante y por eso supe que teníamos que venir hoy. Me gusta consentirla.- La rubia se acurrucó contra su brazo.

En ese momento se sentía como una pintura en una pared o un animal en una jaula, siendo exhibida. Pero entonces… las luces se apagaron y la gente empezó a gritar.

-¡Es hora!- Exclamó y enfocó toda su atención al escenario que se veía tenuemente iluminado con luces de colores… que iban aumentando su intensidad gradualmente.

¡Bom!

Música.

Acordes de una guitarra eléctrica… anunciando lo que venía.

Una batería haciendo remates.

Violines… Enseguida reconoció las notas de “la promesa”. Se unió a los gritos cuando Melendi apareció.

-Yo te prometo que yo seré quien cuide tus sueños y cuando tú estés despierta, el que te ayude a tenerlos

Y así empezó la noche. Se concentró en cada acorde, cada nota, cada canción.

Coreó “destino o casualidad”, “piratas del bar caribe”, “tu jardín con enanitos”, “tocado y hundido”…

-¡Ale, siéntate conmigo!- Escucho que le pedía Ileana pero la ignoró. Ella seguía dando brincos como loca con “lágrimas desordenadas”.

Luego una balada.

-Andabas por casa como los fantasmas, con los pies descalzos para no hacer ruido…

Se la estaba pasando genial. Hacía mucho que no asistía a un concierto y en ese momento no le interesaba nada más de la vida. Solo quería cantar. ¿Qué se sentiría andar dando concierto tras concierto? ¿Qué se sentía escribir una canción y luego que millones de personas la cantaran? Giró para ver el Coliseo totalmente lleno. ¿Ella podría convocar a tantas personas?

Ya habían pasado casi dos horas desde que el concierto había comenzado. Melendi, hablo para despedirse mientras todos gritaban ¡no!

Melendi empezó a cantar “Quítate las gafas” Ella cantó también.

-… Si decido llamar raro al diferente es porque no me quiero  ver.- Su amiga la jaló para enseñarle la imagen que estaba en las pantallas gigantes. Ella cantando. Saludó a la cámara. Melendi la señaló y levantó los dedos índice y medio de la mano derecha, frotándolos entre sí. Ella sonrió mientras los gritos aumentaban. Sabía perfectamente porqué había ocurrido eso pero sinceramente no le importaba.

¡Cheque al portamor! Hizo acto de presencia…

-… pero pensándolo bien, ¿Cuál sería nuestro futuro?

El cantante volvió a decir unas palabras de despedida.

¡Noooo!

Una canción más. “Soy tu superhéroe”. Empezó a reír cantándola.

-Me gustó de cintura para arriba, pero me enamoró de cintura para abajo.

Las luces se apagaron unos segundos mientras los aplausos se prolongaban. Seguía de pie totalmente satisfecha del espectáculo. La luz regresó y pudo ver a las miles de almas empezar a moverse para salir de ahí.

No tardaron demasiado en salir. Todas las personas estaban de buen humor, escuchaba risas, más flashes de cámaras… la única seria era Ileana. En verdad su amiga se había aburrido mucho ahí.

-¡Adiós, Ale!- Escuchó detrás de ella. Volteó y vio a un grupo de chicas moviendo la mano en señal de despedida.

-¿Las conoces?- Quiso saber Ileana.

-No.- Respondió mientras devolvía el gesto a las chicas.

-¡Adiós, Ale!

-¡Adiós, Ale!

Muchas personas empezaron a despedirse mientras ella seguía caminando hacia el estacionamiento.

Estaba tan de buenas que la tenía sin cuidado el regaño que seguramente recibiría al día siguiente.

-¿A donde iremos ahora?- Preguntó la chica.

-A tu casa. A llevarte.- contestó mientras checaba su celular y reía al ver una imagen graciosa que Nico le había enviado.

-Creí que iríamos a otro lugar…- Miró a Ileana. ¿Se había desabotonado un poco más la blusa?

-La verdad tengo que llegar a casa. Mañana será un día largo.

-Que mala eres.- La chica empezó a acariciarle la pierna.- Seguro llegarás a casa y no dormirás.

-Seguramente. Sigo muy emocionada. Gracias por invitarme. Me la pasé bien.

-Te la pienso cobrar.- ¿Cómo?

-Podemos salir un día por un helado o algo así.- Propuso más por gentileza que por verdaderas ganas.

-Sería excelente. Una segunda cita.

-¿Cita?- ¡¿Segunda?!

-Claro.- Ileana se acercó rápidamente y la besó. Sentía los labios de la chica sobre los suyos. La rubia se le montó encima, le tomó las manos e hizo que le tocara los senos.

-Oye…- Intentaba hablar pero su amiga no le daba tregua a su boca. Sentía su cerebro nublándose poco a poco. Tenía que controlarse. Cristina se lo advirtió. Sujetó fuerte la cintura de Ileana y la arrojó a un rincón del asiento.

.-Que ruda. Me gusta. Ven.- La chica la esperaba. Respiró hondo y negó con la cabeza.

-Te llevaré a casa.

-Pero… Ale….- La rubia se le acercó de nuevo.- Tu y yo sabemos que lo deseas.

-Solo deseo llegar a casa. Y, ¿por qué no te relajas? ¡Apenas tienes… ¡ ¿Cuántos años tienes?

-Tengo 21. Soy una mujer y deseo estar contigo.

-Tranquila, ¿vale?- La chica se cruzó de brazos.

-¿Esto es por Valeria? ¿Tienes algo con ella? ¿Es tu novia?

-No, no lo es. Yo… solo tengo un día muy complicado mañana.- Ileana seguía mirándola con el ceño fruncido.

-De acuerdo.- Aceptó la loca esa al fin.- La próxima no te me escapas.- La amenazó.

Unos minutos después llegaron a casa de la chica y se apresuró a despedirse. Respiró hondo cuando la camioneta se enfiló hacia la casa. Miró al frente y carraspeó.

-Chicos… ¿podrían guardar el secreto de lo que pasó aquí?- Fausto y Milo, que se encontraban adelante, asintieron.- Gracias.

Se quitó la chamarra cuando entró al palacio. Según su reloj eran poco más de la una de la madrugada. Miro la puerta de la habitación de su hermana pero seguramente la azabache estaba dormida, así que se apresuró a llegar a su alcoba y perderse bajo sus cobijas.

 

***  *** *** *** ***

-¿Segura que no pasó nada?- Presionó Valeria al otro lado de la línea.

-Segurísima. Después del concierto la dejé en su casa y ya.

-Más te vale, Alejandra.

-Y tú, ¿sigues castigada?- Le preguntó a Valeria por el móvil.

-Si. Mi mamá se dio cuenta de que tardamos mucho. Le dije que solo iríamos al centro comercial por un libro que necesitaba para estudiar. Creí que tomaría sus pastillas y se quedaría profundamente dormida… pero no.

-Pues que mal. Me encantaría verte.- Escuchó que alguien tocaba la puerta de su habitación.- ¡Adelante!- Era Bernardo.

-Disculpe la interrupción, señorita. Su tío desea verla.

-Voy enseguida.- El pingüino se retiró.- ¿Escuchaste?

-Sí. Llámame más tarde.

Cuando salió de su alcoba sabía perfectamente de que sería la charla que le esperaba abajo. Durante toda la mañana en la universidad había visto la noticia una y otra vez en todas partes. Cristina se limitó a darle unas palmaditas en la espalda y le restó importancia al tema… pero su padre… ¿Qué le diría?

-¿Me buscabas?- Guillermo le hizo un ademán para que se apresurara a tomar asiento.

-Supongo que sabes porque estás aquí.- Habló el conde, atravesándola con la mirada.

-Tal vez… no sé…

-Alejandra….- Su papá suspiró e hizo una mueca extraña. Como una sonrisa a medio formar.- ¿Que haré contigo?

-¿Mandarme a Hogwarts? Tengo mi baúl listo.- Su papá rio y se puso de pie.

-No sé si regañarte, llorar, reírme o… no sé. Estoy confundido con esto.

-Imagina como estoy yo. ¡Solo fue un concierto!

-¡Y dijiste que te portarías bien!

-¡Y lo hice! Yo solo canté y me divertí, ¿tengo que renunciar a eso también?

- ¿Leíste lo que dicen las publicaciones? Te ponen como una aliada de los Igualitarios.

-¡Y lo soy!- declaró firme. Guillermo la miró unos segundos en silencio, hasta que por fin volvió a hablar.

-¿Qué dijiste?

-Que estoy a favor de ellos. No soy radical, ni apoyo la violencia que algunos grupos proclaman, pero si entiendo su postura. Soy una artista, obviamente apoyo la igualdad.  No te estoy diciendo que tomaré una antorcha y marcharé contra la nobleza, pero si me repugna el clasismo en el que vivimos.- El conde tomó asiento nuevamente y ahora la observó con esa mirada de estratega político que solía poner cuando tenía que tratar con esos temas.

-Bien. Hablemos de política. Ese artista al que fuiste a ver, ¿es radical?

-No. Es moderado. Yo también lo soy. ¿Sabes que me encantaría? Que el condado se diera cuenta que todo eso de “este sitio es para los plebeyos” o “este es para los aristócratas”, es pura mierda. Y no te hagas que se muy bien que tú también apoyas la igualdad.

-Apoyo el respeto entre las personas. Pero nunca podría apoyar una corriente ideológica que va contra el sistema al que pertenezco y no es porque me aferre al poder, sino porque sería un acto de rebelión contra la Corona y contra el propio legado de nuestra familia.

-Entiendo que no puedes ir en contra de lo que eres pero, ¿has pensado en darle un giro diferente a esto?

-¿A que te refieres?

-Anoche al salir del concierto muchas personas se despidieron de mi, era como despedirse de amigos. ¿Por qué no demostrarle a la gente que los San Román somos diferentes a las demás casas regentes? Que sabemos respetar, que aceptamos que todos somos iguales en humanidad y derechos. Y no tienes que hacer una declaración pública diciendo que el sistema de clases es un asco, solo tienes que demostrar que en Castilnovo las cosas son diferentes.

-Tu madre solía decir cosas como esas.- Guillermo se frotó la cara y empezó a caminar de nuevo por el despacho.- Recuerdo que decía que debía dejar de ser un conde odioso, que debía dejar que las personas supieran que soy de carne y hueso.

-Yo sé que la gente te respeta y aprecia a nuestra familia porque te has mantenido trabajando para sacar al condado adelante y porque tus políticas tienen colores de igualdad pero creo que debemos hacer más. No te hablo de cosas extraordinarias, empecemos por cosas simples.

-¿Cómo qué?

-Tengo una idea.

****** ****** ******

-Sobreviviste.- Se burló su hermana cuando la vio entrar a su habitación.

-Soy buena en eso.- Se tiró sobre la cama haciendo que Cristina rebotara a un lado.

-¡Tonta!- La chica le aventó una almohada a la cara.- ¿Como lo lograste?

-Hablando de política.

- ¿Te gusta la política?- La azabache la miró irónica.

-No. Pero no me gustan algunas cosas aquí.

-Y por eso sonreíste cuando el cantante hizo la señal de la igualdad.

- Yo solo quiero vivir en un mundo mejor.- Se acomodó entre las almohadas, a un lado de Cristi.

-En un mundo lleno de arte.- La chica se puso de lado y la observó fijamente.

-Eso estaría genial… ¿Qué pasa?

- Me has hablado mucho de que algunas cosas aquí te parecen estúpidas. Quisiera saber… ¿Dónde aprendiste eso?

-¿Cómo que donde? En mi casa, en las calles.

-Cuéntame como era la vida en el viñedo de tu mamá.- El corazón le dio un brinco. Miró a Cristina sin saber que decirle. La chica la había agarrado con la guardia baja.

-No hay mucho que contar.

-¿Cómo no? Seguramente tienes muchas anécdotas graciosas. Anda, cuéntame. – La azabache empezó a jugarle el cabello. ¿Qué diablos se suponía que debía contarle? No tenía ni puta idea de como era vivir en un viñedo. Ella había crecido en un simple departamento en una ciudad fronteriza.

-Prefiero no hablar de eso.- Su respuesta sonó más hostil de lo que pensó. Se puso de pie.

-¿Por qué no me cuentas?- Su hermana la siguió.

-Perdón Cris, solo no quiero hablar de eso.

-¿Tan mal estuvo?- La chica la jaló con delicadeza y la hizo mirarla. Se perdió por un momento en el color gris de esos ojos. Apretó los labios pues estaba a nada de decir la verdad. Quería hacerlo. Quería contarle que su madre no era ninguna vinicultora, sino una hermosa bailarina clásica. Pero no podía.

-No es eso. Solo… no sé.- Había tanto que quería decirle a esa chica.

-¿Cómo no sabes? ¿Qué pasa?- Esquivó a su hermana y volvió a sentarse en  la cama.

-Es que realmente no hay muchas anécdotas graciosas.– Odiaba mentirle.- Los días empezaban muy temprano por todo el trabajo… tu sabes.

 -Siento que no estás siendo sincera conmigo.- La azabache se sentó a su lado.

-Yo…- Suspiró y tomó la mano de la chica.- hay cosas de las que prefiero no hablar. No se trata de que no confíe en ti, es simplemente que no me siento cómoda.

-Pero, ¿por qué? ¿Pasó algo desagradable?- Negó con la cabeza.

-Mi vida anterior fue inmensamente dichosa.- Sonrió.- Mi madre era increíble. Ella…- Se detuvo a pensar si continuar con eso era un error.

-¿Ella?-  Cris la animó a continuar.

-Ella era amante del arte.- dijo al fin.- Fui afortunada al tenerla. Creo que eso es el recuerdo más feliz que tengo. Mis años con ella.

-Seguramente fue una mujer increíble.

-Gracias.- Cris acomodó la cabeza sobre su hombro.

-Ale… el día que quieras sacar eso que guardas, aquí estaré.

-Lo sé.- El día en que eso ocurriera sentiría un gran alivio, aunque estaba segura de que la azabache se enojaría mucho.

***** ****** ******

***** ****** ******

 

Miraba a sus amigos, a su hermana y a otros chicos haciendo un círculo. Tal vez era momento de cortar la llamada con Valeria. La chica la llamaba constantemente.

-¿Dónde me dijiste que estás?

-En la colonia 5 de Mayo, en un torneo de futbol para recaudar fondos para una familia.

-¿5 de mayo? ¿Dónde queda eso?- Nico le hacía señas para que se acercara.

-En el sur.

-¡¿El sur?! Estás loca si crees que iría ahí.- dijo Valeria escandalizada. Nico movía la mano de forma más insistente.

-Tengo que colgar. Hablamos más tarde.- Sin esperar respuesta, cortó la llamada y le aventó el celular a uno de los Hombres de Negro. Por fin se acercó a los demás. Nico explicaba la formación para el partido.- ¡Pero Cris nunca ha jugado futbol! ¡No la pongas de delantera!-Se quejó  con su amigo.

Era sábado en la tarde y sí, estaba en la colonia de Nico en el mini torneo a beneficio de su vecina viuda y sus cuatro hijos. Los equipos participantes tuvieron que pagar una cuota de inscripción, además de que había venta de comida y diferentes juegos para las familias. Todo a cambio de su colaboración económica. Se fijó en que muchas personas estaban muy atentas al partido y pendientes de Cristina. Había escuchado expresiones de asombro cuando llegaron. Nadie esperaba que la vizcondesa participara en un juego  y mucho menos que pusiera un pie ahí. Muchos les tomaban fotografías y los reporteros no tardaron en llegar. Esperaba que tanta publicidad ayudara a recaudar más dinero. Además, el hecho de que Cristi estuviera ahí era parte de lo que había hablado con su padre. El conde haría que la familia se involucrara más en ese tipo de eventos, derribando la barrera norte-sur, plebeyos-nobles.

-No te quejes Alejandra, Nico es el capitán.- se defendió Cris.

-¡Pero nunca has pateado un balón!

-Pequeños detalles.- Cris se alejó y tomó su lugar. Ella se quedó como pendeja viéndola.

-Tranquila, Ale. El chiste es divertirnos y colaborar. Además, imagina si ponía a Cris de defensa o portera… no darían una goliza.- le susurró su amigo  al oído. Empezó a reír con fuerza. Nico tenía razón.

El silbato sonó y el partido dio inicio. El equipo estaba conformado por varios vecinos de Nico, sus amigas, Cris y ella. Corrió y pateó al frente, pasándole al balón al otro delantero. El chico tiró a la portería pero el guardameta atrapó la pelota. ¡Puta madre!

Todos corrían de aquí para allá. Natalia ahuyentaba a los del equipo contrario con la mirada de asesina que les enviaba, Nico caía a cada rato, ella enviaba centros una y otra vez pero el gol no caía. Veía a Cris correr sin ton ni son, pero al menos parecía divertirse. Lisa a momentos se quedaba viendo el cielo nublado, buscándole forma a las nubes.

Los defensas de su equipo se descuidaron y les metieron un gol. Natalia tomó el balón y  lo lanzó con fuerza a la cabeza del anotador, haciéndolo caer al suelo.

-Señorita, eso es contra las reglas.

-Grrrr.- Natalia gruñó con cara de poseída. El árbitro prefirió alejarse rápido de ella.

El partido se reanudó y las cosas siguieron iguales, ningún equipo había vuelto a anotar, solo corrían como locos pateando el balón. Nico gritaba instrucciones aunque ella sospechaba que su amigo no tenía idea de lo que decía. Todos los del equipo contrario estaban en su mitad de la cancha, atacando y a punto de meterles el segundo gol. Entonces Natalia corrió endemoniada y le robó la pelota al delantero rival. Pero nadie de su equipo  estaba atacando, todos estaban defendiendo, todos excepto…

-¡Cristina!- gritó Natalia pateando con fuerza. La pelota se elevó un poco y cayó, rodando a los pies de Cristina.

-¡Patea con fuerza a la portería!- Gritó corriendo hacia su hermana.

-¿A donde?

-¡Patea, carajo!- Natalia parecía furiosa y el público lanzaba gritos de apoyo a la chica.

Como pudo Cris avanzó unos pocos metros con el balón, quedando frente al portero. Vio como su hermana, parada de forma extraña, levantó una pierna y golpeó el balón con todas sus fuerzas. La pelota impactó la red rival.

Todos se quedaron inmóviles viendo con escepticismo a Cris, que volteó hacia ellos con cara de “eso está bien ¿verdad?”

-¡Gooooool!-Gritó Lisa desde atrás, cosa que reactivó el movimiento en todos.

-¡Cristiiii!- Corrió rápido hacia la chica, que ya se había puesto a brincar en su lugar. Cuando estuvo frente a ella, Cris dio un saltó más fuerte, montándola por la cintura. Para no caerse,  soportó el peso de su hermana poniendo sus brazos como apoyo bajo los glúteos de la azabache.

-¡Metí un gol! – Gritaba Cris con los brazos al aire. Natalia, Nico y Lisa se tiraron sobre ellas, haciéndola caer de espaldas, con Cris y los demás encima.

-¡Montoneros! ¡Me aplastan! ¡Ahhhh!- Pero a nadie le importaba matarla. Todos celebraban el gol de Cris.

***** ****** *******

El partido terminó empatado 1-1 y después de eso los chicos se acercaron a los puestos de comida. Ella moría de hambre y aunque los hombres de negro trataron de interponerse, Cristina les ordenó que dejaran que las personas se acercaran a ellas. Su hermana escuchaba los saludos de todos y respondía con amabilidad. Las cámaras no dejaban de seguirlas.

Aceptó el plato con tacos que Nico le pasó e invitó a su hermana, que dio un gran mordisco e hizo una señal de aprobación levantando el dedo pulgar. Las señoras que prepararon los tacos rieron complacidas por el gesto de la chica.

-Están felices de tenerte aquí.- Susurró a su hermana.

-Todos han sido muy amables. Y esto está delicioso.- La chica tomó otro taco del plato.

-Ya comes como una simple mortal.

-No sé como pude perderme 18 años de esto.- Miró sobre el hombro de la chica y vio a la viuda sentada en una mesa, comiendo junto a sus hijos. El mayor de ellos no rebasaba los 10 años. Sintió mucha pena por esos niños que crecerían sin padre. Observó el rostro de la mujer que parecía agradecida con todos por hacer eso por ella, pero también notó temor y preocupación mientras alimentaba a su hija en brazos.

-Fausto.- Llamó a su escolta.- Pásame mi  mochila, por favor. Vamos.- Le dijo a su hermana. Se dirigieron a la familia.

-Buenas tardes.- Saludó a la viuda, quien quiso ponerse de pie.- No, no se levante.

-Pero, señoritas…- La mujer estaba notablemente sonrojada y pasaba la mirada de una a la otra.

-¿Nos permite acompañarla?- Preguntó la azabache.

-Claro, no tiene ni que preguntarlo.- Se sentaron con ellos.

-Hola.- Saludó al hijo mayor.

-Hola.- Respondió el niño. Varios reporteros chismosos se acercaron.  Ella intercambió la mirada con los hombres de negro, quienes enseguida se interpusieron entre ellas y las cámaras. No quería que invadieran ese momento.

-Usted se llama Paula, ¿no es verdad?- Empezó a hablar Cristi. La mujer asintió.- Déjeme decirle que lamento mucho su pérdida. Sé que la empresa en la que laboraba su esposo se niega a entregarle el seguro por viudez.

-Sí. Dicen… dicen que no tengo derecho ya que nunca estuvimos casados legalmente.

-Pero vivieron juntos muchos años, ¿no?- Intervino ella.

-Doce años.

-¡Claro que le corresponde ese seguro!- Exclamó Cristina visiblemente enfadada.- Me encargaré personalmente de ese asunto.

-Señorita, usted seguramente tiene cosas más importantes que hacer.

-No hay nada más importante para mi que velar por este condado.- Cristina tomó la mano de la mujer.- incluyendo a sus habitantes. Ahora permítame entregarle algo.- Se apresuró a sacar las cosas de su mochila.

-Es nuestra colaboración.- Dijo ella entregándole un sobre bastante pesado a Paula.- Mañana una persona irá a su casa a tomar los datos de sus hijos para otorgarles becas escolares.

-Yo…- Paula se veía muy conmovida.- No sé como agradecerles a todos. Todo esto es por nosotros y no tengo las suficientes palabras para ustedes.

-No tiene que agradecer. Es un placer ayudar. Y fue muy divertido jugar futbol.- Respondió Cris para animar a la mujer.

Estuvieron hablando varios minutos más con las personas de ahí. Veía como Cristina reía jugando con los niños y platicando con las artesanas que habían colocado algunos puestos para vender sus productos y donar las ganancias. Realmente estaba disfrutando la tarde.

-Creo que ya es hora de marcharnos.- le dijo Nico. Lisa y Nat también se irían. Sus amigos se veían cansados.

-Nosotras también ya nos vamos.- Le hizo una señal a su hermana para que se acercara.

-¿Qué pasa chicos?

-Es hora de irnos.- Le comunicó a Cris.

-De acuerdo, solo que…- Se acercó un poco a ella.- necesito ir al baño. He tomado mucha soda y…

-Entiendo. Nico, ¿podemos pasar a tu casa un momento?- Sabía que la casa del chico estaba a un par de esquinas.

-Por supuesto.

Así que mientras Lisa y Nat tomaron un taxi a casa, ellas se despidieron de las personas y se apresuraron a subir a la camioneta acompañadas de Nico.

-Tu casa es linda.- Dijo Cris cuando llegaron.

-Gracias. Aunque no tanto como la tuya. El baño está allá.

Cuando su hermana desapareció se puso a jugar con un avión de control remoto de su amigo.

-Esto es genial.

-Mi papá me lo regaló hace algunos años.

Miró todo con más detenimiento. La casa de Nico no era grande pero estaba muy bien decorada. Tenía ese aire a hogar que muchas veces hacía falta en el palacio.

-¿Me invitas a un vaso de agua?

-Ven.- Siguió a su amigo a la cocina. Ahí se encontraba tomando agua cuando la azabache los encontró.

-¿Me invitas también a un poco de agua?- Le pidió la chica a Nico. Su amigo se apresuró a buscar un vaso para ella.

-¿Y tu familia?

-Deben seguir todos en la kermés.

-Nico, ¿esa es una estufa de nuestros proyectos?- Cristina miraba una “estufa” en un rincón de la cocina. El aparato tenía varios trastes y cosas encima. Se fijó en que en realidad era un rectángulo de metal, con fogones y tuberías para adaptarle el gas.

-Sí. Las dieron hace unos años.

-¿Y no la usan?

-No sirve. Casi a todos los vecinos les dieron una pero dejaron de funcionar casi enseguida.

-¿Y por qué no lo reportaron? Se les hubiera entregado otra.- Argumentó su hermana. Nico miro un momento a la chica como si pensara si lo que diría a continuación era apropiado.

-Espero que no te ofenda lo que te diré. La verdad estas cosas son desechables. Sirven unas semanas y luego a la basura o  algunas personas las ocupan para otras cosas. Mi mamá la convirtió en una pequeña alacena.

-Pero se supone que son estufas de calidad y… no entiendo por qué se ven así. Las que vi en las fotografías de los proyectos anteriores, son estufas normales, como las que tenemos en el palacio.- Cristi revisaba la cosa esa.

-Estas son las que entregaron. Me parece que es la segunda vez que dan de este tipo.

-Sí, esta sería la tercera ocasión que Tomás mete este proyecto.

-Pues ahí está tu respuesta.- Intervino ella.- Tomás. Te apuesto que estas estufas no valen ni una tercera parte de lo que manifiesta en el proyecto.

-Esto no me gusta.- Cristina parecía realmente enfadada.

******* ******* *******

 

 

 

Eran las 9pm cuando las chicas llegaron a la mansión. Ella tenía todo el cuerpo madreado. ¡Gandayas! Al menos, aunque tuviera moretones por todas partes, tenía el estómago lleno.

-Lo siento, no quise aplastarte…- Se disculpó Cris cuando hizo una mueca de dolor al subir los escalones.

-No fue tu culpa. Ni siquiera pesas, ¡pero esos malditos! ¿Tú estás bien?

-Si, creo que sostuviste el peso de todos para que no me aplastaran, ¿verdad?

-Pudieron haberte lastimado.

-Y mira como estás por eso.- Llegaron a la puerta de la habitación de Cris. Se quedaron paradas ahí.

-¿Me veo fea?- preguntó sonriendo.

-Nunca te ves fea…- Cris se mordió al labio inferior.– Y… ¿las cosas con Valeria van bien?

-Pues… de hecho… no tenemos algo serio…- ¿Por qué decía eso?

-Me alegra escuchar eso.- Cris sonrió y dio un paso hacia ella, quedando aun más cerca.

-¿Ah si?

-Si…-Los ojos de Cris realmente eran hermosos.- Yo creo que es otra la indicada para ti.

-¿Ileana?- Su hermana soltó una carcajada.

-¡Menos!- La chica le dio un empujoncito en el hombro.- Otra. Alguien que sepa exactamente quien eres y te ame por eso.

-No creo que alguien aquí sepa exactamente quien soy.- Solo ella podía entender eso.

-Yo sí.- Sentenció la azabache con firmeza. Observó en silencio a la chica, deseando que eso fuera verdad.

-¿Y quien soy?- ¿Por qué se sentía nerviosa?

-Eres….- Cris se acercó más.- mi… Alejandra.- ¡Esa sonrisa!

-Yo… tengo que ir a… ordenar mi habitación.- dijo casi sin aire.

-Claro… ve.- Su hermana se alejó un poco y sacudió la cabeza. - Te veo más tarde… eeehm… Terminaré unos deberes.- La azabache parecía desconectada, igual que ella.

-Si… te espero en mi cueva.- ¿Qué le pasaba? Se miraron unos segundos.

Cuando Cris se acercó para darle un beso en la mejilla, se escuchó un fuerte ruido de algo rompiéndose. Giró la cabeza buscando el origen y Cris no pudo detener el beso… Se quedó de piedra al sentir los labios de Cristi besándole media boca, mientras el tiempo se detenía. Movió ligeramente los suyos. Se sentía tan dulce… No quería que eso acabara…

Se separaron unos centímetros.

-Alejandra… yo… lo siento…- Sus ojos se conectaron un momento pero luego su hermana bajó la mirada, totalmente roja. Su corazón latía más fuerte que nunca y le ardía todo ¡todo! Podía sentir el escozor aún en la parte que Cris le había besado.

-No…- logró decir.- Está bien… solo… no pasa nada.- Caminó hacia atrás hasta que chocó con la pared.- Ahora si… debo irme. Nos vemos… mañana.- Dejó a Cris clavada en su lugar, triste… Sin saber que más decir o qué hacer, se dio vuelta y se apresuró a llegar a su cuarto.

Cerró de un portazo y puso el seguro. Fue hasta su cama y se quedó ahí parada. Mirando a la nada. ¡Cris la había besado! ¡Besado! O sea ¡besado! ¡Fue un accidente! ¡Ella no había correspondido! ¿O sí? ¡No fue un beso!¡Fue un accidente! ¡Ella no pudo haber correspondido! ¡No!

Empezó a temblar cuando algo salió de su corazón y golpeó su mente, había algo que estaba mal, ¡la canción! Abrió al máximo los ojos… ¡No! ¡No! ¡No! El aire no le alcanzaba, estaba mareada… Sin fuerza, se dejó caer de rodillas, jalándose el cabello mientras  su mundo se desmoronaba. Estaba mal ¡todo estaba mal!… la canción… el beso…eso que sentía cada vez que Cristi la abrazaba o le hablaba… sus propias ganas de sentirla cerca…

Ahora sabía lo que era y se odiaba por eso.

 

 

Notas finales:

 

!Travesura realizada!


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