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De Aristocracia y Otras Estupideces. (New Version) por Menz

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Notas del capitulo:

 

¡Accio cap 12!

Capítulo XII

Como debe ser.

Se sentía sumamente confundida. !¿En qué momento dejó de ver a Cristi como su hermana y la empezó a ver como mujer?! ¿Cuando el amor fraternal que sentía se volvió algo más?  Estaba tan concentrada en quererla como a una hermana que se acercó mucho a ella. No era lo mismo conocer a tu hermano desde pequeño, verlo crecer, convivir con él… a que siendo mayor te digan que tal persona es tu hermano. No lo ves de la misma manera… Recordó como había conocido a la azabache cuando ésta había ido a la parroquia del pueblo a dejarle víveres a su tío Sebastián. Primero había escuchado su voz, luego la había visto sonreír. En ese instante había pensado que esa chica en verdad era hermosa… Ahí fue. En ese primer instante… Después de eso había descubierto lo increíble que era Cristi. Y su hermana le había abierto su corazón. Le había contado sus miedos, sus secretos. Eso las había acercado mucho, demasiado. Ahora que lo pensaba, abrazarla o besarla de la forma en que lo hacía estaba mal. No la trataba como a una hermana, la trataba como a una novia… se le revolvió el estómago al pensar eso.

¿Qué podía hacer? Sin duda Cristina querría hablar, querría aclarar la situación pero ¿qué le diría? Ella era la que estaba mal, Cris era una niña linda e inocente, no se merecía que ella sintiera eso. Su hermana la veía como a una prima, como una amiga, le había dicho que era su familia ¿Cómo se sentiría si le confesara lo que de verdad sentía por ella? ¿Traicionada? ¿Asqueada? Sin duda la repudiaría, la apartaría de su lado y eso era lo mejor. Pero no quería causarle esa pena a Cris, tal vez sería mejor solo alejarse, tal vez sería aún mejor irse de ese lugar, desaparecer…

¡No! Eso sería huir y ella no era una cobarde. Habían cosas ahí en las que ella quería ayudar, tenía amigos, colegio… su padre… No podía irse y sobre todo, no quería dejar a Cris. Por más que su mente le exigiera alejarse y poner distancia de por medio, su corazón no le permitiría dejarla. Al menos quería estar cerca de ella. Quería verla, ayudarla en todo lo posible, cuidarla. Sabiendo lo que tenía que hacer se levantó del suelo en que se encontraba. Se quedó quieta un momento, respirando hondo.

Mantuvo a oscuras su habitación. Se sentía más cómoda así, no quería ver su cara en el espejo. Se sentía avergonzada. Decidió meterse en la tina. El agua caliente la relajó, le despejó la mente. A partir del día siguiente tenía que ponerse una máscara frente a Cris, no debía permitir más acercamiento. Era por su bien, por el bien de ambas.

******** ******** ********

******  ********CRIS******** *******

No podía dormir.

Miraba el techo de su habitación, sumida en sus pensamientos, en sus debates. Había besado a Alejandra, ¡la había besado! Sin querer… había sentido sus labios en los suyos. Y, ¿Alejandra había correspondido? Fue apenas un instante pero podía jurar que su prima también la había besado. La sintió moviéndose contra su boca. Sonrió al pensar en eso. En que Ale había tomado parte de ese contacto. ¿La castaña sentiría algo por ella? Entonces una verdad aplastó su alegría. Alejandra era una chica. Igual que ella. Se sentó en su colchón en un impulso por salir corriendo, por gritar. ¿Qué sentía ella por Alejandra? Era... ¿atracción? ¡¿Estaba atraída por una chica?! O sea sí. Sentía algo…. Pero ¿Qué? Acaso… ¿amor? ¡¿Amor?!

Se levantó de un brinco de la cama y empezó a dar vueltas por su habitación. Alejandra era una chica. Su prima. Eran familia… aunque no primas directas… ¡pero Ale era una chica! Y ella… Se mantuvo quieta unos segundos. Ella era Cristina San Román, vizcondesa de Castilnovo, una aristócrata de pies a cabeza y en su posición no podía permitirse amar a una chica. ¿Amar? Se jaloneó el cabello  y se sentó de golpe en la silla de su escritorio sin saber que pensar, que sentir o que hacer.

-Alejandra….- Susurró girando la cabeza hacia la puerta, pensando en que tan prudente sería ir a la habitación de la castaña. ¿Pero que le diría? ¿O qué pasaría? Pensó en todo lo que habían vivido juntas. En todo lo que su prima le había enseñado sobre el mundo real. Recordó sus aventuras, sus peleas, sus triunfos, los problemas en los que se habían metido juntas y de los que habían salido igualmente juntas. Unidas. Sonrió al recordar aquella vez en que Alejandra la había defendido de su padre, en que se había opuesto a esa idea del matrimonio con Alberto. La castaña se había comportado con ella como nadie jamás lo había hecho. Desde el primer instante en que la conoció, con tierra en el rostro, la chica la había tratado sin protocolos, sin etiquetas, sin poses. Simplemente había sido ella misma y así había logrado bajarle la guardia. Ale había llegado donde nunca nadie lo había hecho. Le había permitido acercarse tanto a su corazón que ahora no tenía claro en que línea estaba parada la chica. Si en la línea de la amistad, la familia… o en la línea del amor. ¡¿Amor?!

Volvió a pararse de un brinco y volvió a caminar.  Esa noche no dormiría.

******* ******* *******

****** ***ALE*** *******

Cuando entró al comedor ya todos estaban ahí… incluso Cristina.

-Buenos días.- Saludó con fingido ánimo.

-Buenos días.-Respondieron  todos.

Se sentó como siempre junto a la azabache. Tomó un poco de jugo mientras de reojo podía darse cuenta que Cris la miraba. Empezó a comer como si nada, sonriéndole a Sofi.

-Sobrina, ¿Qué tal la música? ¿Todo bien?- preguntó Angie.- ¿Necesitas algo en especial  para la  cena?

-Ya hicimos la selección de repertorio y uhm… veamos… creo que tengo que hablar con el ingeniero de sonido para ponerme de acuerdo con él. ¿Podría verlo antes del sábado?

-Claro, dime que tarde quieres que revisen todo.

-¿Viernes?

-¡Perfecto!

-Ale…- escuchó el susurro de Cris. Su corazón dio un vuelco. Giró a ver a la chica.

-¿Si?- Preguntó mirándola a los ojos mientras mordía un pan tostado.

-¿Estás bien?

-Muy bien.- usó el tono más casual que podía.- ¿Y tu?

-Yo… si, bien.- Sonrió torcidamente y volvió a lo suyo, ¡comer!

*****

*****

Cuando sacó su auto de la cochera, Cris la esperaba en los escalones de la entrada a la mansión. Aparcó y esperó a que la chica subiera mientras escogía una canción del equipo de música.

-¿Lista?- preguntó a Cris, fingiendo estar muy entretenida en lo que hacía.

-Sí, vámonos.

Se colocó unas gafas de sol y aceleró. Canturreó la canción mientras salían de los terrenos de la casa y tomaban rumbo a la universidad. Con los dedos golpeaba el volante, llevando el ritmo como si nada, mientras el silencio de Cris era más evidente a cada minuto que pasaba. Quería abordar el tema pero no sabía como, no sabía si podría decir lo que debía decir. Cuando la canción terminó y empezó otra, respiró hondo…

-Oye…

-¿Si?- La chica viró tan rápidamente hacia ella que pensó que su cuello se habría lastimado.

-Sobre lo que pasó anoche… No quise actuar así, fue muy infantil dejarte ahí parada.

- Yo… Ale, yo…

-Tranquila, no pasó nada. Olvidémoslo ¿va? Solo fue un beso.- Se forzaba a mirar el camino, si volteaba a mirar a Cris… no se creía capaz de minimizar el beso si veía sus ojos. La chica guardó silencio unos segundos.

-Tienes razón, fue un simple beso.- Se mordió la lengua para no responder eso. ¿Un simple beso? No. Ese beso le había  movido todo.

Volvió a canturrear la siguiente canción y trató de aparentar tranquilidad.  No quería que Cris la notara inquieta y descubriera sus sentimientos por ella. Debía hacer que Cris la siguiera viendo como su prima, como su amiga.

*****

*****

-Pareces un mapache.- observó Nico cuando la vio entrar al salón.

-¿En serio?

-Sí, ¿mala noche? ¿o buena?- sonrió pícaro su amigo.

-Pésima noche.

-¿Por qué?

-Vi una película de terror.- Mintió.

-Necesitas cafeína... o una chica.

-Prefiero la cafeína.

Se concentró en sus clases, debía mantener su mente ocupada, debía dejar de mirar por la ventana hacia el edificio de Cristi.

 

Cuando llegó la hora de ir a la cafetería se compró un café del más grande que encontró.

-¿Hoy solo eso comerás?- Ahí estaba Valeria mirando incrédula el café y el baguette que tenía.

-Hola. Hoy no tengo mucho apetito.- La pelirroja le besó la mejilla.

-¿Te sientes mal?- Bromeó la chica. Ella solo hizo una mueca ambigua y levantó la vista.

Observó a Cristi acercándose a paso firme. ¡Ya! calma, calma. Bebió un poco de café para disimular la sonrisa estúpida que quiso salir de sus labios.

-Hola.- Saludó la azabache.

-Hola.- Saludó Nico mientras escogía un sándwich.

-Hola, prima.- dijo Valeria saludando de beso a Cristi.- ¿Cómo estás?

-Muy feliz.- respondió su hermana. La miró detenidamente.

-¿Participarás en la subasta?- preguntó la pelirroja.

-Por supuesto, ¿Y tú?

-Claro, sabes que me encanta que todos peleen por mi, aunque… yo solo tenga ojos para una persona.- respondió pícara Valeria haciéndole un guiño. Cristina frunció la expresión.

-¿Subasta?- ¿Qué subasta?

-Sí, te explico.- Se ofreció Valeria guiándolos a todos a una mesa. Se sentó junto a su amigo, no quería estar cerca de ninguna chica.- Una de las actividades que se realiza en la cena de gala, con el fin de recaudar fondos, es la subasta de señoritas.

-¿Qué coño es eso?- preguntó Nico soltando una risotada. Valeria lo miró de mala gana.

-Un grupo de chicas, las más bellas y asediadas obvio, ofrecen tener una cita con la persona que done más dinero. Por ejemplo, el año pasado un chico ofreció 15 mil dólares por tener una cita conmigo y la subasta había empezado con 500 dólares.

-¿Qué no era más fácil solo invitarte a salir?- preguntó incrédula.

-Pues sí, pero la cuestión es que ese dinero es para la beneficencia. Además ese chico era horrible, nunca hubiera salido con él si no hubiera ganado la subasta.

-Uhm... ¿Y tú acostumbras participar también?- preguntó con tono neutral a su hermana.

-Este es el segundo año que participaré.

-Y ¿con quién saliste el año pasado?- ¡No es que le importara! ¡Naaaahhh!

-Con Alberto.- Sintió que su sien empezó a palpitar.

-Y desde eso no has querido repetir la salida.- reclamó Valeria a Cristina.- Y el pobre que se muere por ti, eres malvada Cris. Pero estoy segura que mi hermanastro no perderá oportunidad para salir contigo.- ¡Ni madres! Apretó fuerte su vaso de café, haciendo que la tapa saliera volando y el líquido salpicara a Nico y se le derramara a ella en la mano.

-¡Aaauuch!- Sentía la mano ardiéndole.

-¡Alejandra!- Cristina le empezó a examinar la herida.- Vamos a la enfermería.- Sentenció.

-Les acompaño.- Dijo Valeria caminando detrás de ellas.

-No es necesario Valeria, muchas gracias.- Dijo con voz mandona la azabache mientras la jalaba del brazo para acelerar su camino. La pelirroja se quedó parada donde estaba mientras ellas doblaban para buscar la enfermería. La mano le ardía mucho y la piel estaba muy roja. Su hermana abrió la puerta de un empujón brusco.- Señorita, mi prima necesita ayuda.

La enfermera dio un brinquito al escuchar el alboroto que armó Cristina, ya que se encontraba de espaldas colocando unas cajas sobre los anaqueles. Las observó sobresaltada un par de segundos hasta que empezó a moverse por la habitación.

-Claro que sí, vizcondesa. Tome asiento, señorita Alejandra.- La mujer fue por el material necesario mientras ellas esperaban ahí.

-Cuando estoy contigo todos me tratan como a una princesa.

-Eres una princesa.- Le aclaró Cristi acariciándole el cabello.

- En ese caso… ¡Arrodíllate condesita! –Su hermana le tironeó el cabello.- ¡Aah! ¡Ahh!

-¿Qué pasa?- La enfermera había regresado corriendo, seguramente pensando que le estaba dando un infarto o algo así. Pero solo encontró a Cristina colgada de su cabello y a ella intentando defenderse.

-Nada.- Dijo sobándose la nuca. Le pareció ver como la mujer escondía la sonrisa que quería dibujarse en su boca.

-¿Cómo te pasó esto?- Quiso saber la enfermera cuando empezó a limpiarle la herida con un trozo de algodón bañado en un líquido muy frío. El contacto le produjo dolor.

-Me quemé con el café.

-Aparentemente solo fue superficial.- La enfermera acercó los ojos al dorso de su mano para observar mejor la parte enrojecida.- Te dolerá unos días pero estarás bien. También es probable que se hinche.- Buscó una cremita y se la colocó para después vendarla.

-Señorita, ¿Cree que pueda tocar la guitarra así?

-Espera dos días y lo intentas. Tal vez el único inconveniente que tengas sea la venda.

-¿Tiene que venir a verla mañana?- Intervino Cris.

-No es necesario. Solo necesita asearse la herida dos veces al día y ponerse esto.- La enfermera le entregó a la azabache una pomada y unas cuantas vendas.

*****

Esperaba a Cris en el estacionamiento.  Estaba algo irritada. Suspiró, recordando las razones por las que esa relación era imposible. ¿De verdad tendría que vivir con eso? Ya estaba en su auto, solo tenía que arrancar y manejar hasta que ya no pudiera más, huyendo de ahí… Encendió el motor, viendo al frente con la mirada perdida. ¡Vamos! ¡Acelera coño! Tensó su mandíbula, los ojos le ardían. Volteó hacia la universidad y vio a Cris a lo lejos… La observó acercándose, vio la forma en que movía sus caderas. Su cabello, su hermoso cabello azabache era mecido por el aire, su delicada figura de mujer la hipnotizó. Se relajó viendo esa sonrisa de dientes blancos. Apoyó la cabeza en su asiento y se rio de ella misma por estar tan perdida por aquella chica. No podía dejarla. Lo que sentía solo podía llevarla por dos caminos: superarlo algún día o matarla.

Su hermana se despidió de sus amigas y subió al auto.

-Tengo hambre.- dijo apenas se sentó.

-No tardaremos en llegar a casa.- Se enfilaron por la avenida. Después de la comida tenían reunión con su tía Angie, así  que esa tarde el trabajo sería en el palacio.

-Por cierto, la siguiente semana me acompañarás a unos compromisos fuera de la ciudad. Estaremos de gira dos días.- le informó su hermana.

-¡¿Qué?!- ¡¿Dos días?! -¿Con tu papá?

-No, él irá a otros compromisos. Solo iremos tu y yo…- Tragó en seco, ¿un viaje a solas con Cris?

-No puedo estar saltándome clases…- Encuentra un pretexto, ¡encuéntralo!

-Es una orden, Alejandra.

-¡Soy mayor que tú! ¡No puedes ordenarme!

 -Claro que sí. Jefa…- Cris se señaló.-  Asistente...- la señaló. ¡Carajooooo!

-Mandona, tirana, absolutista…- masculló.

-Pues…- Cristi detuvo la discusión abruptamente y le subió  el volumen al estéreo. Había olvidado poner  música. En lugar de eso  solo escuchaba a  personas hablando. Estaba puesta la radio.

-Me parece que la nueva actitud de los San Román es favorable para su imagen.-  Su hermana movía la mano indicándole que aparcara el auto a un costado. Así que lo hizo.- Si en verdad están de acuerdo con la Corriente o no, eso sí no lo sé. Pero sí sé que al condado le ha parecido algo genial tener a alguien como Alejandra San Román en esa familia.

-A mi me parece que la sobrina del conde les ha traído una energía positiva.- Opinó una mujer.- He tenido la oportunidad de estar en eventos con los Castilnovo, he estado cerca de ellos y si bien son respetuosos y agradables, no dejan de ser unos aristócratas, con las actitudes propias de la gente de su rango. Por lo que tengo entendido la sobrina viene del extranjero, ¿no?- ¿Extranjero?

-Creo que creció en Europa.- Dijo otra voz. Cris y ella intercambiaron miradas.

-El punto es que creció lejos de aquí, seguramente ha viajado mucho tal y como lo hizo su padre. Que déjenme contarles que le dio muchos dolores de cabeza al antiguo conde.

-Sí, Don Antonio era la oveja negra de la familia.- Escuchó otra voz de hombre.

-No era la oveja negra, solo era rebelde.- defendió la mujer.

-Lo defiendes porque era guapo.

-Lo verdaderamente importante aquí – decía el hombre que al menos por su voz, parecía el mayor de todos. – es que Alejandra ha roto con muchos protocolos y eso parece no molestar a Don Guillermo. Yo creo que ella es la directamente responsable de varias apariciones públicas de la vizcondesa.

-Yo también creo eso.- volvió a hablar la mujer.-  Estas semanas he podido ver a una Cristina San Román más desenvuelta, más en contacto con la gente, más empática. Y eso gusta mucho. Las personas están enloquecidas con ellas dos. Hacía mucho que no veía a la gente tan entusiasmada con los San Román.

-Entonces estamos de acuerdo en que Alejandra ha aumentado la popularidad de la familia en muy pocas semanas, con actitudes que jamás hubiéramos creído ver en una San Román. Eso de hacer un gesto público de simpatía hacia la corriente igualitaria, francamente me dejó boquiabierto.

-¡Solo fue una sonrisa!- Exclamó el de la voz más relajada.

-En eso difiero contigo.- Entró al quite la mujer.- En la posición en la que ella está, una sonrisa, una inclinación de cabeza… cualquier gesto es relevante. Estamos hablando de un miembro de la familia regente, una persona directamente emparentada con don Guillermo y con la vizcondesa. Y sabemos bien que tanto el conde como su hija, toman en cuenta las opiniones de Alejandra. Sin mencionar la influencia tan notoria que tiene sobre Cristina San Román. Personalmente me parece una chica bastante natural. Creo que los gestos que tiene son genuinos y su carisma ha enamorado a todo el condado.

-Definitivamente.- Dijo el maduro.- Todos saben que yo tengo ideas de igualdad, subrayo que  soy moderado pues no me parece correcta la forma con la que algunos grupos quieren hacer las cosas. Y desde mi postura igualitaria, Alejandra me parece fenomenal. Así es, damas y caballeros, creo que ella es un punto intermedio entre la rigidez aristocrática y el mundo moderno.

- Para terminar con este tema…- La mujer se encargaría de cerrar la discusión.- la presencia de Alejandra es favorable y bien aceptada en el condado. Sin duda el nuevo rostro de la aristocracia y que ha renovado la popularidad de los Castilnovo. Estaremos muy pendientes de lo que venga de ahora en adelante.

Las voces se callaron y empezó a sonar una canción. Cruzó la mirada con Cristina que esbozó una sonrisa.

-¿Influencia en mi?- Dijo la azabache con tono burlón.

-Así es…- pisó el acelerador para continuar su camino.- y he aumentado tu popularidad.

 

***** *****

***** *****

Después de la comida y de haber descansado unos minutos, se encerró junto a su hermana y su tía, para revisar unas cosas.

-¿De verdad se reunió tanto dinero?- Preguntó incrédula mirando el informe que Angie les entregó.

-¡Por supuesto! Me subestimas sobrina.- Su tía la miró feo.

-Disculpa, no quise que sonara así.

-El estúpido de Tomás quería que le entregara lo recaudado a él. Obviamente lo puse en su lugar ¡¿Qué se cree?!-  Se encontraban en el despacho de su padre. Cris revisaba las cuentas, sentada detrás del escritorio, mientras ella y su tía estaban en las sillas al frente.

-¿No te agrada?

-¡Jamás! No se por qué Guillermo le da carta blanca, por eso Tomás se cree con derechos. ¡JA! Ya quisiera ser un verdadero San Román, ¡pero jamás será conde! Y eso me alegra muchísimo.

-¿Por qué dices que no es un verdadero San Román?

-Pues él viene de otra rama de la familia, su madre era prima de mi padre. De hecho casi no tuvimos contacto con ellos en nuestra infancia. El padre de Tomás era un ambicioso, yo  hasta sospecho que ellos son los culpables de un atentado contra la vida de mi padre…-

-Tía, esos son solo rumores.- Opinó Cris sin levantar los ojos de los papeles que leía.

-¡Mis sospechas siempre resultan ser ciertas! Por eso antes temía mucho por la seguridad de Memo, siendo el único heredero… Luego la ley cambió y ahora tendría que deshacerse de todos nosotros primero antes de poder llegar al título… o casar a su estúpido hijo con Cris...

-Eso jamás pasará.- Se le escapó con rabia. Cris clavó su mirada en ella.

-Bien dicho, jamás pasará. O te desconoceré como mi sobrina.- Angie amenazó a Cristina.

-Tranquila tía, no tengo intenciones de acceder a ese compromiso.

-¿Aunque te lo ordene tu padre?- Angie la estaba midiendo.

-Aunque me lo ordene.

-¡Así se habla!- Su tía estaba más que satisfecha. Observaba  a Cris  asombrada, ¿de verdad era capaz de ir contra los deseos de su padre? ¿Desde cuando Cristina se había vuelto rebelde?- Pero no te preocupes, Guillermo es un odioso pero nunca te obligaría a algo así y en el caso de que lo hiciera, yo misma le arrancaría la cabeza.

-Tía, a veces me asustas.- le dijo a la guapa mujer.

-No temas, sobrina. Yo defiendo a los mios y tu eres una de ellos. Adoraba a tu padre, era mi primo favorito… y no es porque fuera nuestro único primo eh. Era tan carismático, tan guapo, tan divertido. Aunque sinceramente me sorprende que se haya casado, ¡detestaba el matrimonio! Pero si lo hizo, significa que él debió amar mucho a tu madre.

-Si, yo…- ¿Qué debía decir? Cris la veía como si esperara que contara alguna anécdota de Antonio y ella, ¡pero no tenía ninguna!

-¿Se portó bien contigo?- quiso saber Angie.

-Él… Mis padres se separaron y pues…- se rascó la cabeza.- lo veía a veces. Él viajaba todo el tiempo.

-Pero ¿Cómo? Tony no hubiera descuidado a un hijo suyo…. Bueno tal vez si, era muy fiestero. Oh, lo siento Ale, pero eso ya pasó. Ahora estás aquí con nosotros y eres nuestra viva imagen, de hecho tienes el nombre de mi padre.

-¿Qué?

-¿No sabías? Mi papá se llamaba Alejandro, me imagino que por eso Tony te dio ese nombre ¿no es así?  Mi padre fue quien se hizo cargo de él desde que tenía 10 años.

-Pues, no sabía eso. Nunca me dijeron por qué me pusieron Alejandra.- dijo algo apenada.

-A mi me encanta  ese nombre.- comentó Cris, sonrojada.

-Eh, gracias.- Cris y ella se miraron. Los ojos de Angie iban de una chica a la otra, observando su interacción.

Toc toc.

-¡Adelante!- Álvaro entró.

-Hola, Cristina quería informarte qué…- se percató de la presencia de Angie.- Oh vaya, con razón se siente un ambiente extraño por aquí.

-Hola.- Angie saludó con desgano al hombre- Sé que solo con verme tu día se ilumina.

-¡Ya quisieras! Yo creo que eres tú la que quería verme y alegrar su día.

-¿Yo? ¿Querer verte a ti?- Angie se puso de pie frente a Álvaro. Ella los veía con la boca abierta ¿por qué se hablaban así? Giró para ver a Cris y pedirle una explicación pero su hermana solo se encogió de hombros, queriendo aguantar la risa.- ¡Ni que fueras Adonis! Yo tengo un novio encantador a quien mirar. Todo un caballero.

-Ah si, tu copia barata de Brad Pitt…

-¡Envidioso!

-¿Qué le envidiaría a ese tipo? Bueno, tal vez si le envidiaría algo…-Álvaro se acercó lentamente a Angie. La mujer lo apuntó con un dedo.

-No te atrevas a tocarme.- amenazó.

-¡Tengo mejores!- Se mordía la lengua para no estallar en carcajadas.

-¿Mejores? ¿No me digas que te refieres a Mónica? ¡Esa flacucha sin chiste! ¡Tú no sabrías que hacer con una verdadera mujer!

.¿Donde hay de esas? Yo no veo a ninguna por aquí.

-¡Grosero! ¡No se como mi hermano te soporta! ¡Me voy!- Angie salió a toda prisa.

-¿Se te ofrece algo?- Preguntó Cris al hombre.

-No, Bernardo me dijo que Angélica estaba aquí  y vine a saludar.- ¿Eso era saludar?- Tu padre quiere hablar con ustedes. Solo subió a cambiarse de ropa. Iré por algo de comer, ahora regreso.- Demasiado feliz, Álvaro salió del despacho.

-¿Qué rayos fue eso?- preguntó a su hermana, mientras la chica soltaba la carcajada.

-Álvaro y tía se hablan así siempre que no está mi papá. Es una especie de relación de amor y odio. Verás, de adolescentes fueron novios.

-¡¿Qué?!

-Así como lo escuchas. Creo que ambos fueron el primer amor del otro, pero crecieron y según Álvaro, tía se volvió odiosa y según tía, Álvaro es un engreído.

-Vaya, que bizarro es imaginarlos juntos.- Intentaba procesar eso.

 -Antes tía no tenía problema en que le dijéramos Angélica porque Álvaro le decía que su nombre era bello, pero cuando empezaron a llevarse mal, declaró que de ese día en adelante se llamaría Angie.

-Y yo que creí que entre los aristócratas no había locos…

-¡Oye!- Cris le arrojó el bolígrafo a la cara.

-Que agresiva.- Dijo sobándose.- ¿Crees que tarde mucho en venir tu papá? Tengo deberes que hacer.

-Debe estar aquí en unos minutos.

Se quedaron en silencio. Cris seguía absorta en los documentos que le había entregado Angie y ella solo la miraba detenidamente. La chica actuaba normal. Como si no recordara el beso que apenas unas horas antes se habían dado. ¿De verdad era tan insignificante? Ella misma le había quitado importancia, para no espantar a su hermana, pero debía admitir que le molestaba un poco comprobar la indiferencia de Cristina. Observó la curva de sus cejas en aquel gesto de concentración tan característico de la azabache. ¿Qué era lo que le atraía de esa chica? ¡Todo! Absolutamente todo le gustaba.

Escuchó la puerta abriéndose y giró la cabeza para ver entrar a su padre y a Álvaro… comiéndose un emparedado. Guillermo le dio unas palmaditas en el hombro a modo de saludo y le hizo una indicación a Cristina para que se mantuviera sentada en su lugar, pues la chica ya se había incorporado para cederle el lugar principal al conde. El hombre se sentó en la silla en la que antes estaba Angie.

-¿Cómo están? ¿Todo bien?- Les preguntó con una sonrisa.

-Todo muy bien. – Respondió ella.- Y más ahora que veo tu actitud y se que no me regañarás por algo.

-¿Has hecho algo que merezca un regaño?- le preguntó su papá cruzando los brazos.

-No que yo recuerde.- Dijo con su habitual cinismo.

-Les pedí esta reunión por la nueva información que anda circulando por los medios.

-¿Te refieres a lo que dicen sobre Alejandra? ¿Qué es una buena influencia para mi?- Preguntó su hermana.

-Eso y que te hago popular.- le recordó a la azabache.

-Exacto. Ya muchos medios han manifestado la misma postura. Radio, televisión, periódicos. Todos te aprueban.- Su papá la miraba con orgullo.

-Ya podré dormir tranquila.

-Pues aunque te parezca irrelevante, - Guillermo se puso de pie y empezó a caminar por el despacho para explicarles todo aquello.- es una buena noticia. La asistencia de Cristina al evento benéfico del sur captó la atención de todos. Creo que no hace falta recordarles que últimamente la Corona atraviesa por una crisis debido a nuevas ideologías y por consiguiente a nosotros también nos tocan los ataques. Por alguna razón  nuestra familia había empezado a ser objeto de calumnias y rumores, durante los últimos meses. A pesar de que siempre he trabajado con estricto apego a la ley, respetando la integridad de las personas del condado… algo pasaba.

-¿La corriente igualitaria?- Quiso saber.

-Si y no. Más bien hay rumores anti-San Román. Pero claramente tu rebeldía ha cautivado al condado. Que quede claro que no estoy aprobando tu conducta agresiva, ni tus peleas, ni tu lenguaje altisonante. Eso no me gusta para nada.

-Dijiste que no ibas a regañarme.

-No es un regaño. Es un hecho.- Afirmó el conde. Escuchó una risita de Cristina.- Pero a la gente le ha encantado verlas juntas esa tarde en el sur. Lo que me dijiste se ha comprobado. Tomaron bien la participación de Cristina. Haremos lo que dijiste, demostraremos que somos diferentes a otras casas. Por eso ustedes dos empezarán a aparecer juntas en más eventos. -¡¿Qué?!- Creo que Álvaro ya les informó que saldrán a una pequeña gira de dos días la próxima semana. Irán a las cuatro ciudades más importantes del condado, mientras Sofía y yo asistiremos a varios eventos aquí, por el festival anual.

-¿Qué festival anual?

-Cada año se celebra un festival en todo el condado. La siguiente semana serán los eventos previos y unos días después será el desfile. ¿No le has comentado?- Preguntó el conde a su hermana.

-No. Creí que ya sabía.- ¡¿Cómo se supone que sabría eso?!- Verás, el festival se realiza desde hace siglos. En todas las ciudades se realizan actividades deportivas, culturales y artísticas. Y el último día, aquí se realiza un paseo en el que participa la familia.

-¿Un paseo? ¿Cómo?

-A caballo.- respondió triunfante la chica.

-Caballo… ¿podría ir en moto?- Pidió con cara de niña bien a su padre.

-No.- dijo tajante el conde.- La tradición es que vayamos a caballo. A menos que quieras ir con tus tías y Sofi en el carruaje.

-¿Carruaje? No, no, no. El caballo está bien.

-Cristina, enséñale lo necesario.- Ordenó el conde.

-Sí, papá.

- Se cancelarán sus clases extra estos días para que enfoquen en sus responsabilidades para los festejos. Alejandra, tengo entendido que tienes pendiente el asunto de la música para la cena. Bien, ahora eso y aprender a montar son tus deberes en esta casa. Solo quiero dejar claro algo. No te estoy autorizando a hacer locuras. Solo acepto que ser flexibles con algunas cosas ha dado buenos resultados. Pero no quiero volver a regañarlas por alguna conducta que vaya contra la moral y las buenas costumbres. Nada de peleas, Alejandra. Ni de escándalos.

Torció el gesto. ¿En serio su padre esperaba que no se metiera en problemas?

***** *****

**** CRIS****

El sol brillaba en el ocaso mientras ella caminaba a las caballerizas. Pensaba. En todo. En lo que había pasado con su prima. En lo que quería que pasara. En lo que podía permitir que pasara. En lo que jamás podría pasar.

Tomó un cepillo y se dirigió al pesebre de Corsario, un caballo andaluz blanco, hermoso. Ese caballo le daría a Alejandra el día del paseo. Se vería preciosa montada en él, con su traje rojo. Sonriendo, empezó a cepillar a Corsario suavemente. Cada que quería pensar en algo verdaderamente importante para ella, le gustaba hacerlo ahí, cepillando a alguno de sus imponentes animales.

Suspiró y  recargó su cabeza en el cuerpo de Corsario, totalmente resignada ante sus sentimientos. Sí. Sentía algo por Alejandra. Le gustaba. Su prima en verdad le gustaba, ¿ahora que haría? Por más que quisiera, no podría alejarse de la castaña. Necesitaba verla, estar a su lado. No podía retomar el tema del beso pues habían acordado que era algo sin importancia. Pero moría de ganas de besarla de nuevo, aunque sea una vez más. Solo una vez más quería sentir esos labios suaves y cálidos. Dulces. No podía. No debía. Pero Ale era jodidamente encantadora y le costaba mucho tratarla diferente al modo en que ya estaba acostumbrada. Le fascinaba pasar tiempo a su lado. Escuchar las tonterías de la castaña y participar en ellas era lo mejor de su vida. Tenía que ser fuerte, resistirse a lo que sentía. Debía recordar quien era y que se esperaba de ella.

***** *****

*****ALE *****

Cuando Bernardo fue por ella para indicarle que su familia la esperaba para cenar, dijo que la disculpara con ellos ya que no bajaría pues se sentía mal. Y no mentía. Le dolía la cabeza, solo quería dormir. Se quitó la ropa y se metió a la cama queriendo perderse por unas horas.

Entre el ardor de su cabeza, escuchó que alguien entraba a su habitación. Medio abrió los ojos y vio una silueta alta junto a su cama, colocando una bandeja en su buró. Era su padre.

-Disculpa, no quise despertarte. ¿Qué tal estás?

-Molida.- El hombre se sentó en la orilla de la cama, mirándola. Puso una mano en su frente.

-Tienes fiebre.- Guillermo tomó el teléfono de la habitación  y presionó unas teclas.- Mándame algo para la fiebre. Estoy en la habitación de Alejandra.- Cortó la llamada y fue hacia el baño. Momentos después, su papá salió con algo en sus manos. Sus ojos apenas se abrían. No distinguió que era lo que tenía agarrado el conde. Sintió la cama hundirse un poco cuando Guillermo volvió a sentarse cerca de ella. Y enseguida, algo frío en su frente.

-Uhm…

-Esto te ayudará.- Sintió unas manos acariciarle el cabello.- ¿Sabes? Cuando tus hermanos enfermaban, solía cuidarlos… Cuantas veces me necesitaste y yo no estuve…- Escuchaba lejos la voz de su papá. Apenas comprendía sus palabras.- Pero ahora aquí estoy, hija.- -una mano apretó la suya.

Volvió a caer inconsciente. No sabía cuanto tiempo había pasado, tal vez unos minutos u horas. No sabía si había alguien ahí con ella o estaba sola. Soñó con su madre. Con su antigua vida. Recordó el departamento en que vivía con su mamá. Vio las flores, en el pequeño balcón, que Laura regaba todos los días. Su madre estaba ahí haciendo unos estiramientos mientras ella yacía sentada en el suelo con las piernas cruzadas, no tendría más de 12 años. Su madre reía, se veía alegre, tal y como era siempre que estaban juntas.

Sintió una presión en la boca. Movió un poco los labios, rosando aquello ¿qué estaba soñando? Algo como una caricia estaba en su mejilla, mientras eso en sus labios seguía moviéndose. Se sentía muy bien. ¿A dónde había ido su madre? Ya no veía flores ni su departamento, todo era oscuro y solo era capaz de sentir ese cosquilleo suave en su boca, haciéndola corresponder de la misma manera. Era un sueño raro pero era lo mejor que había sentido en toda su vida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

 

¡Travesura realizada!


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