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De Aristocracia y Otras Estupideces. (New Version) por Menz

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Notas del capitulo:

 

¡Accio cap 13!

Capítulo XIII

Él siempre estuvo ahí.

Se movió en su cama apenas recobrando la consciencia. Su habitación estaba tenuemente iluminada gracias a la luz que se filtraba por las cortinas. Giró la cabeza hacia la derecha y ahí, dormido y sentado en el sofá estaba su papá. El reloj en su buró marcaba las 8.45am. Utilizó los brazos para acomodarse y quedar sentada en el colchón.

-Oye…- Guillermo no reaccionaba.- Oye…- Vio una caja de un termómetro y se la tiró a su papá. La caja pegó en la cabeza del conde y cayó después al suelo.

-En la antigüedad pudiste morir solo por hacerle eso a un conde.- Dijo su padre abriendo los ojos.

-Que bueno que estamos en el siglo XXI.

-¿Cómo te sientes?- Guillermo se sentó junto a ella en la cama.

-Mejor ¿qué me pasó?

-Según el médico, la fatiga y el estrés te vencieron.

-¿Fatiga y estrés?- Guillermo la observó analíticamente un momento antes de hablar.

-¿Pasa algo? ¿Algo te molesta o te preocupa?

-No.- Se apresuró a mentir.- Debe ser el cambio de vida. No estoy acostumbrada a todo esto.

-Me parece que hasta ahora lo has llevado muy bien… Sabes que puedes contarme lo que sea, ¿verdad?

-Gracias, yo…- Eso que la estaba matando jamás podría decírselo a su padre.- estoy bien.

-Tan bien que estuviste con fiebre e inconsciente dos días.- replicó Guillermo.

-¡¿Dos días?!

-Sí.- Su papá puso una mano en su frente.- No tienes fiebre ya.

-Espera… ¿dices que vino el médico?

-Si, ¿no lo recuerdas?

-No… Yo... ¿Estuviste aquí todo este tiempo?

-Por supuesto.- Guillermo le sonrió.- Bueno, Cristina insistió en quedarse a cuidarte una noche.

-¡¿Cristina?!

-Si, ¿pasa algo?

-No, nada.- dijo cruzándose los brazos con cara de póker.

-Bien…- Su padre la miró suspicaz.- ¿Crees poder levantarte?

-Si, creo que si.- Haciendo a un lado sus cobijas se levantó de la cama. Guillermo la imitó. Caminó un poco por la habitación, se sentía bien.

-Es bueno verte recuperada.- Entonces se fijó mejor en el conde, se veía ojeroso. Nunca creyó que su padre pudiera quedarse así a cuidarla, como si fuera una niña pequeña.- Eres muy alta…- Vio que había un libro en el buró.- ¿Qué es eso?

-Un álbum de fotos. Estaba mirándolas. Ven.- Se sentó en la orilla de la cama y su padre en el sofá frente a ella. Le entregó el álbum.- En estos días aquí junto a tu cama, pensé mucho. La vida es impredecible... Hace unas semanas te dije que había cosas de las que hablaríamos cuando llegara el momento. Y ese momento es ahora. Ábrelo.

Abrió el álbum. En la primera hoja había dos fotos. En las imágenes se veía a un chico castaño abrazando a una chica morena. Ambos sonreían a la cámara, felices. Admiró el rostro joven de la mujer, tendría unos 17 o 18 años, los ojos cafés y brillantes, el cabello oscuro y alborotado. Laura.

-Se ve muy linda.- Acarició la superficie de la fotografía.

-Siempre lo fue. Recuérdame lo  que sabes de nuestra relación.

-Se enamoraron siendo adolescentes y  luego se separaron cuando te volviste conde. Ella no quería esta vida y tú querías irte con ella ¿no es así?

-Sí, teníamos planes de irnos. Ella entraría a una importante compañía de danza clásica y yo iría con ella a recorrer el mundo. Ya teníamos todo listo, incluso ya le había comunicado a mi padre mi decisión… pero un par de días antes de partir, él murió de un infarto… me sentí muy mal.- El conde agachó la cabeza.- Me sentí culpable. Habíamos discutido mucho esas últimas semanas. Él quería que nos quedáramos, que nos casáramos aquí y tuviéramos una vida como la que él tenía con mi madre. Pero Laura y yo queríamos otra cosa… Él murió y así de la noche a la mañana tuve que asumir  esa responsabilidad, con todo ese sentimiento de culpa en mi. Tu madre fue comprensiva, ella estimaba a tu abuelo. Pero tenía que presentarse a su nuevo trabajo así que se fue. Acordamos que la seguiría en cuanto las cosas se calmaran.- Pasó a la segunda hoja. Más fotos de sus padres, abrazados, besándose, en la moto, en el pueblo. Siempre felices.- Pero las cosas se fueron complicando cada día más. Tenía mucha presión sobre mi. Fui por tu madre y acordamos seguir nuestro noviazgo. Iba a visitarla cada par de semanas… luego cada par de meses. Lo intentamos. Nos amábamos.

-Lo sé.- Más fotos. Sus padres parecían un poco mayores. Su papá vestía de manera diferente. Más formal. En las imágenes se les veía en diferentes ciudades: Roma, París, Moscú, Londres.- Esto ¿es de tus visitas a mamá?

-Si. La alcanzaba en la ciudad en la que se estuviera presentado. Le propuse matrimonio de nuevo, le pedí que regresara aquí conmigo. Pero… tú la conoces mejor que nadie, ¿no es así?

-Si, nunca dejaría el baile.- Sonrió con melancolía.

-Y así fue. Hablamos mucho, intentamos buscar una solución… pero al final terminamos.- Buscó más fotos. Abrió desmesuradamente los ojos cuando se vio a ella misma, pequeña.

-Nueve años después de separarnos, Sebastián vino a verme. Me dijo que había algo que debía saber, algo que él había callado todos esos años. Me contó que Laura tenía una hija… mi hija.- Guillermo se puso de pie y se sentó junto a ella en la cama.- Inmediatamente volé a su ciudad y lo confirmé. Laura había tenido una hija mia, estaba embarazada cuando nos separamos. No sabes la rabia que sentí al escucharla. Le grité, le reclamé por haberte ocultado de mi. Sentí que me había robado todos esos años contigo. En unos segundos pasaron por mi mente imágenes tuyas de bebé, dando tus primeros pasos, diciendo tus primeras palabras… y yo me había perdido todo eso. Estaba furioso con ella. Entonces me explicó que se enteró de su estado después de que terminamos, pero sabía que si me decía sobre ti, las cosas se complicarían para los tres. Así que guardó silencio. Te crio sola durante ocho años. Me pidió que me mantuviera lejos. No quería que llevaras el tipo de vida que han llevado tus hermanos. Tu madre quería educarte entre arte, con libertad de que hicieras de tu vida lo que tú eligieras. En ese entonces ya habían nacido Cris y Memo, yo ya tenía una esposa. Estaba muy confundido.  Por un lado quería estar en tu vida, quería reconocerte y darte tu lugar como mi primogénita. Quería traerte aquí, que convivieras con tus hermanos… pero por otro lado lo que me pedía tu madre tenía sentido también. Quería conocerte, así que me llevó al parque en el que estabas jugando con algunos niños más.- A Guillermo se le quebró la voz.- Ahí estabas, eras igualita a mi. Tu risa llegaba hasta donde me encontraba observándote. Eras tan feliz, tan libre. Tenías tanta energía. Corriste detrás de un niño, lo derribaste en la arena y estallaste en carcajadas ahí tirada, moviendo los brazos y piernas mientras contemplabas el cielo. Entonces lo entendí. Tú eras como Laura, no necesitabas una jaula de oro, necesitabas libertad. Así que con todo el dolor de mi corazón, acepté la petición de tu madre. Te dejé ahí con ella, pero no pude dejar de preocuparme por ti. Esa fotografía es del primer festival tuyo al que asistí, solo unas semanas después de verte en aquel parque. Me enteré que tocarías piano por primera vez en público, así que me mezcle entre todos los demás padres y te observé. ¡Lo hiciste genial! Estaba tan orgulloso de ti, eras tan pequeña y habías lidiado excelentemente con los nervios.

-¿Estuviste ahí?- Sentía un nudo en su garganta.

-Estuve en cada uno de tus festivales escolares.

Era verdad, pasaba una y otra foto. Ahí estaba ella. Con diferentes trajes, algunas veces tocando el piano o la guitarra, cada vez mas grande. Su padre había estado ahí, había ido a verla.

-¿Por qué nunca te acercaste a mi?

-Por estúpido. Por cobarde. Había dejado que los años pasaran y no sabía como enfrentarme a ti.

-¿Ella sabía que ibas a mis festivales?- Preguntó después de un momento de silencio.

-No, nunca me vio. Esa es de un campeonato de básquet ball…- Aparecía de unos 12 años, con un balón en una cancha.- Por cierto, eres pésima.- Soltó una carcajada, si eso era verdad.

-Creí que nunca fuiste a verme, creí que…- No podía mirar a su papá a los ojos.

-¿Qué no me importabas?- Asintió.- Eres mi hija. Siempre me has importado.- Su papá puso una mano en su hombro.- Cuando tuviste aquel accidente y te operaron…

-¿Estuviste ahí?- Ahora si volteó a mirar los ojos verdes de Guillermo.

-Claro que sí. Me encontraba en Londres y Sebastián me avisó. Volé a verte de inmediato… ¿creíste que solo enviaría al tarado de Álvaro? Estuve en el consultorio del doctor que te operó, esperando. Después de la cirugía, me informó que podía entrar a verte. Estabas inconsciente, pero bien. Fue la primera vez en que pude darte un beso.- Su papá le picó la frente.-  Y luego…Cuando tu madre murió… Me dolió mucho, por lo que había sido, por lo que era… Tú me tenías mucho rencor. Sebastián dijo que no querías verme en el funeral. Así que estuve ahí observándote de lejos. No sabes las ganas que tenía de abrazarte, de decirte que no estabas sola, de pedirte perdón por mis errores.- Guillermo lloraba y ella también.-  Estabas iniciando la universidad y fue cuando le pedí a Sebastián que te convenciera de mudarte aquí, pero te negaste. Le pedí que te convenciera de aceptar mi ayuda económica y de nuevo te negaste. No querías verme. No querías que te pagara nada. Yo estaba muy preocupado de saberte ahí sola, así que le pagué a varias personas para que me mantuvieran informado de como la estabas pasando. Como a doña Elda, a la maestra Nora, a don Felipe…

-¡¿Qué?!- Todos eran sus vecinos.

-Vivías sola, lejos de mi y de tu tío, ¿Qué esperabas que hiciera? Fueron dos años de preocupaciones constantes. Sabía de tus apuros económicos, así que me las ingeniaba para ayudarte sin que te dieras cuenta.

-¿A qué te refieres?

-¿Recuerdas cuando el bar en el que trabajabas casi cierra?

-Si…

-Bueno, el dueño tenía problemas de dinero así que en secreto le compré el lugar  y le cedí la administración ordenándole que mantuviera ahí a todos los empleados y les aumentara el sueldo.- Recordaba muy bien cuando estuvo a punto de perder su empleo y milagrosamente después todo se resolvió.

-¿Qué más hiciste?

-Compré el edificio donde está tu departamento.

-¿Por qué hiciste eso?

-El dueño quería vender a un sujeto que tenía intenciones de construir un centro comercial. En ese lugar viviste con tu madre, supuse que no querrías verlo reducido a escombros. Así que compré el edificio y reduje la renta a todos los inquilinos.- ¡¿Eso era en serio?! Su papá estaba loco.- Envié a Álvaro a hablar con el director de tu universidad para que te hiciera creer que habías ganado una beca escolar, así te pude regresar lo que pagabas de alquiler y un poco más. Se le otorgaron becas a cinco compañeros tuyos para que no sospecharas nada.

-También recuerdo eso…  Se supone que los de la facultad de música no recibíamos becas… Y… Siempre fuiste tú.

-No aceptabas nada de mi así que tuve que usar mi imaginación para ayudarte. Pero sabía que con lo económico no bastaba para compensar mi ausencia.  No era suficiente, no estaba conforme con tenerte tan lejos. Quería que me conocieras, quería ser el padre que nunca fui para ti. Por eso le pedí a Sebastián que a como diera lugar te convenciera de venir.

-Y ese viejo lo hizo.

-Así es. Te trajo hasta mi. Pude ser testigo de la excelente chica en la que te convertiste. Por fin pude mirarte a los ojos y abrazarte.- Su papá estaba arrodillado frente a ella, sujetándola de los antebrazos, sollozando.- Sé que te he decepcionado, que no supe manejar la situación y en este tiempo en que has estado aquí… yo... no he sabido acercarme a ti. Quiero que recuperemos el tiempo perdido, quiero escucharte llamarme papá.- Se mordía el labio, parpadeando rápido para apaciguar sus lágrimas. Su padre nunca la había dejado sola…- Sé que te tomará tiempo verme de esa manera, seré paciente, pero quiero pasar más tiempo contigo. Te pido perdón por ser tan estúpido, por dejar que el tiempo pasara, por no tener el valor de tocar a tu puerta. Por favor perdóname.

Se levantó y jaló a Guillermo para que también se pusiera de pie. Lo abrazó. Abrazó a ese hombre al que había añorado toda su vida, al que había amado y aborrecido al mismo tiempo. Es verdad que era culpable, al igual que su madre y ella. Pero ya no le importaba eso, el pasado ya no tenía remedio. Ahora sabía que su padre la amó desde el primer momento y que nunca la abandonó.

 -Tú también tienes que perdonarme, por ser tan orgullosa. Por mis rechazos.- Guillermo la apretó fuerte.

-No tienes que pedirme perdón.

-Claro que si

-Olvidemos todo lo malo.-Su papá se apartó un poco, se secó sus lágrimas y secó las de ella.- Creo que tenemos mucho que aprender el uno del otro.

-De acuerdo… ya he faltado dos días al colegio, creo que puedo decir que sigo con fiebre y faltar uno más. Y tú… puedes faltar al trabajo.

-¿Faltar?

-Si, ya sabes, irte de pinta.- Se calzó unas botas y se puso una chamarra.- Te irás de pinta conmigo.

Se encaminaron a la salida de la casa. Eso era tan extraño, pero se sentía bien. Condujo a su papá hasta la cochera.

-¿Qué haremos?- preguntó el hombre.

-Escoge una.- Señaló las motos.

-¿Pretendes que conduzca una moto? Hace muchos años que no lo hago.

-Lo que se aprende bien nunca se olvida.

-Tienes razón.- El conde examinó las motocicletas y se decidió por una.- ¿Quién te enseñó a conducir? Laura no sabía.- le preguntó Guillermo colocándose el casco.

-Mi amigo Lalo y yo aprendimos solos. Nos robábamos la vieja moto de su abuelo y practicábamos. Mi mamá solía regañarnos pues nos caímos muchas veces, aunque siempre era Lalo el que acababa con raspones en brazos y rodillas.- Su padre rio.

-Y, ¿A dónde iremos?

-Eso dímelo tú, yo apenas conozco por aquí.- Encendieron sus motos.

-Ya sé.  Tú sígueme.

****** ***** ******

******CRIS******

Estaba preocupada por Alejandra, llevaba enferma varios días. La fiebre no cedía y su prima apenas estaba consciente de lo que pasaba a su alrededor. Su padre se la había pasado cuidándola, como cuando ella o sus hermanitos enfermaban de pequeños y él se quedaba con ellos toda la noche. Eso le conmovía mucho de su papá. Pero el martes había insistido en ser ella la que se quedara con Ale toda la noche. Le tomó varias veces la temperatura, le colocó compresas en al frente y el abdomen, para intentar bajarle la fiebre. Aún enferma, Ale se veía súper linda. Podía estar mirándola embelesada, mientras la chica dormía. Sonrió al recordar lo que había hecho. Tal vez se había aprovechado un poco pero no pudo evitarlo. Tener a Ale tan cerca… la tentación la había ganado. No pudo evitar sentarse junto a ella e inclinarse para saborear sus labios. Y, aunque inconsciente, Ale había correspondido. También la besó. Se besaron. Se derritió cuando acarició el rostro de Ale, cuando bajó las caricias hasta su vientre. Se tomó su tiempo para besarle los labios, las mejillas. Por unos minutos había olvidado todo a su alrededor. No pensó que lo que hacía estaba mal. No pensó en si era adecuado o no. Dejó a un lado el hecho de que Alejandra fuera su prima y ¡una chica!... solo la besó sabiendo que esa sería la última ocasión en que podría sentir esos labios… ¿Cómo estaría ahora? ¿Seguiría con fiebre? Miró por la ventana en dirección a su casa, quería que el día escolar terminara para correr hasta su Alejandra.

*************

*****ALE****

-¿Qué te parece?- le preguntó su padre caminando sobre la arena.

-Genial. Ya había estado aquí.

-¿Cuándo?

-Después de nuestra pelea en tu oficina. Estaba furiosa así que solo conduje y llegué hasta aquí.- El agua era transparente, se le antojaba un chapuzón. Se quitó los zapatos y dejó que la arena le acariciara los dedos. Caminó hasta su padre que se había sentado frente al mar, con la brisa despeinándole el cabello.  Se sentó junto a él.

-Es mi lugar favorito. Me encanta la paz de aquí. Cuando era niño venía mucho con mis padres y mi hermana. No es un lugar precisamente turístico, es por eso que es muy tranquilo. Los pocos visitantes se quedan en ese hotelito, ¿lo ves?- Señaló a la lejanía.

-Si, lo veo.- Se veía una pequeña construcción.

-El agua está deliciosa en verano pero en invierno y otoño se pone muy fría.

-Y yo que quería darme un baño.

-Te daría hipotermia.

-Tendremos que regresar en verano.

-Volveremos con toda la familia.- Su padre la abrazó por los hombros.- A tu mamá le gustaba venir aquí.

-¿En serio?

-Sí, veníamos y acampábamos aquí. Encendía una fogata y asábamos salchichas. Bueno ella.  A mi se me quemaban.- Escuchaba sonriendo, con la vista en el mar. Se imaginó lo feliz que fue su madre ahí.- Cuando decidí no aparecer en la nueva acta como tu padre, entre otras cosas fue por ella. Laura se había empeñado en que crecieras libre, si te reconocía como mi hija automáticamente desplazabas a Cris como heredera.

-Yo no quiero eso.

-Lo sé. Y si renunciabas a tus derechos sobre el título, tendrías también que vivir de acuerdo a tu posición como hija de un conde. No se te tolerarían muchas cosas.

-¿Por ser lesbiana?

-Exacto. La gente a mi alrededor es de mente muy cerrada, los jóvenes quizás no tanto pero al igual que a sus padres les importa mucho el prestigio, el “qué dirán”. Tal vez puedan ser groseros contigo o con tu novia, una vez que la tengas, claro.

-Hasta ahora nadie lo ha sido.

-Y espero que nunca lo sean.

-¿A ti te importa que sea así?

-¿Te importa que yo sea zurdo?

-Naaaah.

-Quiero que puedas vivir tu vida con libertad, que disfrutes tu carrera, que puedas tomar la decisión que quieras. Quiero que lo que quería Laura, se cumpla. ¿Entiendes?

-Si. No necesito que tu nombre aparezca junto al mio, solo te necesito a ti junto a mi.

-Así será siempre.- Guillermo la estrechó más fuerte y le besó la frente.- Y dime, ¿que tal las chicas? ¿Hay muchas o alguna especial?

-Eh…- “Una en especial y también es tu hija”- No, ninguna especial.- Mentir era un mal comienzo de relación padre-hija pero ¿qué podía decirle?

-Me pareció en entre Valeria y tu…

-Ah, pues… es muy guapa y se ha portado muy bien conmigo, pero… no…

-Entiendo. Alejandra, te diré algo que seguramente ya has notado. Los San Román carecemos de afecto sincero. Las personas se acercan a nosotros por lo que representamos, no por  quienes somos. Ahora tienes el apellido y saben que eres una de los nuestros. Muchos se acercarán a ti por interés, incluyendo las chicas. Cuando elijas, elige bien.

-Lo haré.- Si tan solo pudiera decirle a su papá que ya había elegido…

*** **** ****

Cuando regresaron a la mansión ya era hora de la comida. Moría de hambre pues no había probado bocado. Dejaron las motos en la cochera y entraron a la casa. En seguida unos pasos se escucharon acercándose desde la sala.

-¡Alejandra¡ ¡Papá!- Era Cris que se acercaba a ella con cara de preocupación.

-¿Qué pasa?

-¿Estás bien?- Apenas estuvo cerca le puso una mano en la frente.

-Si, bien. Salimos a dar un paseo en motocicleta.

-Papá, Ale esta aún convaleciente ¿Cómo dejaste que subiera a una moto?- Cris reprendió a su padre.

-Está bien, además un poco de aire fresco ayuda a cualquiera.- Cris seguía enfadada. ¡¿En serio tenía que ser tan linda?!

-Estoy bien, hambrienta pero bien.- le aclaró a la azabache.

-Pediré que se apresuren con la comida.- su padre se fue hasta la cocina.

-¿Segura que te sientes mejor?- Cris se acercó más a ella, acariciando su mejilla. Intentó controlar sus nervios. Miró los ojos grises de su hermana. Asintió lento, disfrutando del contacto de esa mano en su piel. Cristi sonrió de una manera tan dulce que ella podía ahogarse en miel en ese momento. Atrajo a la chica hasta ella y la abrazó. Por más que quisiera evitarlo, su cuerpo se movía solo. Su hermana se aferró a ella, acariciando su espalda con suavidad.

-¿Qué tal la escuela?- le preguntó mientras rosaba lentamente su mejilla en la sien de Cris.

-Aburrida. Estaba preocupada por ti.

-Gracias. Tu papá me dijo que una noche te quedaste conmigo.

-¿No… no recuerdas que me quedé contigo?

-No. Apenas hoy cuando desperté, tu papá me dijo que era jueves y que tu también me habías cuidado. Gracias.

-De nada.

-Ejem.- Un carraspeo llamó su atención. Era Bernardo.- La comida está servida, los condes las esperan.

-Gracias.- Cristi la tomó del brazo y caminaron hasta el comedor. Sus tripas sonaban ridículamente ¡se comería una vaca! En cuanto entraron al salón, la condesa caminó hacia ella.

-Me alegra verte recuperada.- La dio un beso en la mejilla.

-¡Ale!- Sofi corrió y la abrazó, su hermanita apenas y le llegaba a la cintura.

-Hola, enana.

Se sentó y se sirvió mucho de todos los platillos. ¡Delicioso!  Se sentía mucho mejor a cada bocado.

-Come despacio.- Le sugirió Cris, pues ella comía a toda prisa.

-Tengo hambre.

-¡No hables con la boca llena!- ¡Oh que la dejen comer!

*****  ******

Después de comer subió a su habitación a darse un baño. Llenó la tina y se metió. El agua era reconfortante. Jugó con el agua y las burbujas. Se sentía muy bien. Hablar con su papá le había ayudado mucho. Ahora entendía muchas cosas y lo más importante es que Guillermo nunca se olvidó de ella, siempre la cuidó. El único remordimiento que sentía era que no fue sincera con él. ¿Cómo reaccionaría su papá si se enteraba de sus sentimientos por Cris? Se sumergió más en el agua, queriendo ocultarse de todo, avergonzada.

Debía tener más control de sí misma. No podía dejar que sus emociones la dominaran. No podía dejar que sus ganas de abrazar a su hermana se apoderaran de ella. Después de lavarse bien salió de la tina. Se secó el cuerpo y el cabello y se puso un albornoz para salir del baño.

Cuando entró a su cuarto casi se va hacia atrás. Cristina estaba ahí, con un diminuto short y una blusita de tirantes.

-¿Qué haces…así?- Sus ojos recorrían a Cris de arriba hacia abajo. !Ah! ¡Ah! ¡Hormonas!

-Vine a buscarte para ir a la alberca pero… te estabas duchando.

-¿Entraste al baño?-¡¿Entró al baño?!

-No. Pero te escuché dentro así que preferí esperarte aquí.- Debía acostumbrarse a ponerle seguro a la puerta del cuarto.- Entonces, ¿alberca?

-Eh…- Tragó en seco, Cris se acercaba a ella. Se veía muy bien con esa ropa… -Yo…- su cara empezaba a arderle.

-¿Pasa algo?- La chica de detuvo a un paso de ella, se veía sonrojada. No podía ir con ella a la alberca, verla en traje de baño y con el cuerpo mojado no era bueno para su salud…

-Tengo que salir, justo ahora. Si.- Dio unos pasos atrás y chocó con la pared. – Me pondré ropa, aahm… puedes entrar ¡digo! Esperar. Ya vuelvo.- Se metió rápido al vestidor, se quitó de un tirón el albornoz y buscó ropa. Se la puso como sea. Cuando salió Cris estaba sentada sobre su cama con las piernas cruzadas.

-¿A dónde irás?

-Con… el padre Sebastián. Quedé de pasar y ayudarle con el jardín, tú sabes.

-Creí que ya le habías ayudado con eso.

-Aún no acabo y si no le ayudo iré al infierno así que es mejor ir.

Cris la miró como si midiera sus palabras. A ella solo se le antojaba besar esos labios rosas. La chica se veía muy bonita y además, sentada y vestida así, proyectaba una sensualidad que no había visto antes.

-Está bien.- Cris se paró y se dirigió a la puerta.

-Cris… a mi regreso podemos nadar un poco.- ¡¿Qué?! ¡¿Por qué mierda dijiste eso?! ¡Muérete Alejandra!

-¡Ah por eso te adoro!- Cris corrió hacia ella y se le fue encima, abrazándola. Bueno, solo era un baño en la alberca, no podía ser tan malo ¿o si?

**** *****

-¡Vaya, has recordado que tienes tío!- Le reclamó Sebastián al abrir la puerta de la sacristía y verla ahí.

-¡No exageres!- Caminó detrás de su tío hasta la pequeña sala.- ¿Tienes algo para comer?

-¿Qué no hay comida en casa de tu padre?- preguntó sonriente el anciano mientras se perdía por la puerta de la cocina.

-Sí, pero me gusta quitarle la comida a los viejos amargados.

-Tienes suerte de que tu tío sea un tragón.- El sacerdote volvió con un recipiente transparente con unos pastelillos.- ¿Cómo estás?

-Mejor, tuve fiebre estos últimos dos días.

-¿Qué? ¿Por qué nadie me avisó?

-No sé.- Engulló un pastelillo.- Reclámale a mi papá.- El viejo la miró con la boca abierta.- ¿Qué?

-Es la primera vez que te escucho referirte a él como “mi papá”.

-Eh, si… bueno…. ¿Tienes algo para tomar?

-Alejandra…

-¡Que odioso eres!

-Cuéntame, ¿Qué pasó?

-Estuvimos hablando. Me enseñó un álbum con muchas fotos de mi madre con él y… fotos mías. De las veces que fue a verme en secreto.-Su tío sonrió.- ¿Tu lo sabías?

-¿Quién crees que le avisaba de las fechas de tus festivales? Nunca estuve de acuerdo con esa tontería que tu madre hizo, ¡no avisarle que estaba embarazada! ¡Ocultarte ocho años! Le insistí en que le dijera la verdad pero era muy testaruda. Así que un día, harto de esa situación, fui a verlo y le conté todo. Tu madre casi me mata, pero valió la pena. Tú tenías todo el derecho de crecer junto a él. Tenías derecho de venir aquí y convivir con tus hermanos. Pero luego tus padres hicieron ese tonto trato en el que Guillermo se mantuviera lejos de ti, solo se haría cargo de sus responsabilidades económicas… ¡No! ¡Eso no estaba bien! Así que le metí el gusanito de la curiosidad… En seguida él me pidió ser su cómplice en las visitas que te haría. Y supongo que te contó el resto.

-Si, así es. Me sentí muy bien ¿sabes? Ahora sé que él nunca se olvidó de mi. Sé que soy importante para él.

-Claro que lo eres. Eres su niña. Todavía recuerdo la cara de emoción que ponía cada que regresaba de verte y me contaba sobre tus festivales.

-Después de hablar dimos un paseo en motocicleta. ¡Fue estupendo!

-Me alegro, por los dos. Ya era hora que se dejaran de tonterías y arreglaran los malos entendidos.- Su tío comía feliz de la vida su pastelillo.- Por cierto, la gente está muy agradecida con la persona que les ha otorgado becas a sus hijos.

-¿Has mantenido mi identidad en secreto?

-Tal y como me lo pediste. Pero las personas no son estúpidas, ¿sabes? Ellos tienen sus sospechas de que la ayuda viene del palacio, aunque no saben exactamente de quién.

-Así es mejor.

-¿Por qué no quieres que sepan?          

-No quiero llamar la atención.

-¡Has llamado la atención desde el primer segundo en este lugar! Y, ¿crees que nadie lee los periódicos o ve el internet? Diario hay una noticia sobre tu familia.

-No quiero llamar más la atención.- Aclaró con una sonrisa.- Además ese dinero es de Antonio y de mi padre, no mio.

-Es tuyo. Por derecho.

-Lo único que hice fue ganar la lotería genética.

-Yo creo que esa fortuna no pudo caer en mejores manos. Has ayudado a muchas personas por aquí y eso te traerá su gratitud y lealtad sincera.

-Hay otra cosa.- dijo mordiendo con ganas otro pastelillo.- estuve revisando la infinidad de documentos que me dieron en aquel portafolios… Antonio tenía muchas propiedades, incluso un pequeño palacete.

-Sí… en algunas ocasiones fui a ese lugar. Una propiedad hermosa, con un terreno enorme, tal vez igual al del palacio de tu papá.

-Unas hectáreas más pequeño, revisé los planos. Quiero donarlo.

-¡¿Donarlo?!

-Sí. A los niños huérfanos del condado. Quiero que ese sea su nuevo hogar.

-¿Le mencionaste esto a tu padre?

-Aún no.

-Pues si es lo que quieres me parece que es un acto muy generoso. El actual orfanato es un poco sombrío y se ha ido deteriorando. Puedes pedirle ayuda a Cristina. Ella podría canalizar  todo a través de la fundación de su madre.

-Sí, le diré a Cris…- clavó la mirada en el suelo.-  hay algo que…- ¿Debía contarle?

- ¿Qué pasa?- Conectó sus ojos a los de su tío, pensando en si continuar sería buena idea.

-¿Puedo contarte algo sin que lo andes chismeando por ahí? Como tío, no como sacerdote.- Lo dijo de forma tan seria que hasta el viejo adoptó una expresión rara.

-Claro. Dime.

-Nadie debe saber esto jamás. Pero necesito tu consejo. No sé que hacer…

-Alejandra, estás asustándome.

-Estoy enamorada.

-¡Wow! ¡Genial!

-No tío, no es genial.- Se sentía incómoda, ¿de verdad lo iba a decir? ¡¿Y a su tío?!

-¿Por qué no?

-Me enamoré de… de quien no debo…

-¿De quien?

-De…- Cerró los ojos fuerte.- Cristina.

Silencio.

Más silencio…

-Oh… eso fue… inesperado.- El viejo suspiró.- ¿Hace cuanto tienes esos sentimientos?- ¿En serio no iba a gritarle?

-No lo sé. No sé ni como pasó, solo… pasó. Ella ha sido siempre tan linda conmigo y es tan bonita. No sé en que momento empecé a verla de este modo.

-¿Cómo te diste cuenta que la amas?

-Por un beso.

-¡¿Se besaron?!- Claro, dices “beso” y todos gritan.

-Si pero… ¡fue un accidente!

-Accidente es salirse de la carretera. Un beso nunca es un  accidente.

-¡Si lo fue! Ella se acercó, yo moví la cabeza sin querer y pasó.- Exclamó disgustada.- ¿Crees que lo planeé o qué?

-No dije eso.

-Escucha, sé que lo que siento está mal. Cuando me di cuenta quise alejarme de Cris pero… ¡Ah es tan linda!- se tapó la cara.

-¿Y ella que siente por ti?

-¿Ella? Pues no sé, o sea obvio me ve como su familia. Le dije que no se preocupara por el beso que me dio, que lo olvidáramos.

-¿Por qué le dijiste eso?- reclamó su tío.

-¡¿Cómo que por qué?! ¡¿Qué querías que le dijera?! ¿Que ese beso me hizo darme cuenta que la amo? Ella no tiene porqué cargar con mis…- hizo un ademán señalando su corazón.

-Alejandra, siempre he creído firmemente que la verdad siempre es mejor, no importa que tan grave sea. Y también creo que no hay fuerza más poderosa que el amor y por más que quieras enterrarlo, el amor que sientes por ella buscará la manera de salir. Yo creo que…-Sonrió torcidamente.- Dios va acomodando todo.

-No te estoy entendiendo.

-Pero yo si me entiendo.

***** ****** *****

De acuerdo, definitivamente su tío estaba cada vez más loco. Después de comerse todos los pastelillos y de decirle que ya no le daría más consejos, Sebastián la había apresurado a que volviera a su casa. Ya estaba oscureciendo

Aparcó la moto en la cochera y caminó hasta la entrada de la casa. Pero se detuvo antes de entrar…. Mejor iría a la alberca, tan vez Cristi estaría por ahí. Rodeó la casa y si, efectivamente su hermana estaba acostada en un camastro con un libro abierto descansando en su pecho mientras ella dormía. Las luces alrededor ya estaban encendidas, así que no importaba que el sol ya no las iluminara. Se acercó sin hacer ruido. La chica se veía tan linda. Sintió que se le apachurraba el corazón. Cris era bella, por dentro y por fuera y ella moría de ganas de decírselo.  

-Cristi… Cristi…

-Uhm…

-Cristi…

-Ahm… or…

-Cristi…-Su hermana abrió despacio los ojos.

-Ale…- La chica sonrió de manera encantadora.

-Dormilona.- se sentó en el camastro de Cris.

-¿Qué hora es?

-Hora de alberca.

-Genial.-  De un salto Cristina se puso de pie, frente a ella. Se abrió el short y se lo bajó. Aunque quiso voltear a mirar hacia otro lado, no pudo evitar quedarse como estúpida viendo a Cris quitándose la ropa y quedar en bikini. Balbuceaba pendejadas mientras la azabache la esperaba de pie- ¿Qué esperas?

-Yo… tengo que… ir por… ropa…-Sentía que su cara iba a explotar.

-Porqué no solo te quitas el pantalón y la camiseta.- ¿Por qué Cris estaba tan roja?

-¿Segura?- Su hermana asintió. Se quitó los zapatos, luego se puso de pie y se abrió el cierre del pantalón, dejando que la prenda se deslizara hacia abajo. Cris la observaba mordiéndose el labio inferior. Luego se sacó la camiseta por arriba y se acercó a la chica.

-Brincaremos ¿va?- le indicó Cris.

-Va.

-¡Ahora!- Brincó lo más alto que pudo, encogiendo sus piernas y sumergiéndose al agua. ¡Estaba deliciosa!

-¿Carreras?- le propuso a Cris.

-Hecho.- Fueron a un extremo de la alberca y empezaron la competencia. Tomó aire y nadó lo más rápido posible, pero Cris era muy buena nadadora. La primera carrera la ganó Cris. Le pidió la revancha. Su hermana aceptó y… volvió a ganar. ¡Pero que injusta es la vida!- Hiciste trampa.

-Claro que no, acepta que perdiste.- Aún estaban en el agua, una frente a la otra.

- !Trampa dije!

-Que no… -Cris se acercó más y la abrazó por el cuello, pegándose a ella.

-¿Qué haces?

-Me gusta tu cabello mojado.- Sentía que todo se le alborotaba, su corazón latía fuerte. Tenía el cuerpo de Cris contra el suyo… dentro del agua… ¡aaaaah! ¡Piensa en algo! ¡¿En qué?! Mexicanos al grito de gueeerraaa… ¡El himno no, idiota!

-Cris… esto no… no…-Intentó colocar sus manos en la cintura de su hermana para apartarla un poco pero, su cuerpo hizo lo contrario, la abrazó. Esos ojos grises la tenían hipnotizado, ya no tenía voluntad, estaba a merced de Cristina.

 Se escucharon pasos apresurados. Alguien se acercaba. Era una de las chicas del servicio, de las que le ayudaban en su contrabando de comida chatarra. Su hermana se alejó un poco, aunque siguió colgada de su cuerpo.

-Disculpen, señoritas, Don Guillermo quiere verlas. Las espera en su despacho.

-Claro, vamos.-Salieron rápido del agua y corrieron a envolverse en unas toallas. Se secó un poco y se colocó la ropa seca encima de la mojada.

**** **** *****

--Después de que me comentaste lo que viste en casa de tu amigo, revisé algunas cosas de los proyectos de Tomás.- Decía su padre, serio en su despacho.- Mandaré hacer una investigación a la vicepresidencia, por ese motivo en la siguiente junta directiva pediré la suspensión temporal de Tomás en el cargo.

-¿Por qué no lo despides de una vez?- Quiso saber Angie. Su tía y su madrastra también estaban ahí.

-Todo inculpado es inocente hasta que se demuestre lo contrario.- Simplificó su padre.

-Hermano, a veces la ética no se aplica a ciertas personas.

-Nuestro padre nos educó para aplicarla en cada aspecto de nuestra vida.

-¡Nuestro padre estuvo a punto de morir por órdenes de su padre!- Recordó su tía con rabia.

-Eso nunca fue comprobado. Creo que las rencillas familiares han sido superadas. Tomás ha sido un buen aliado. Nos ha apoyado  y ha apoyado al condado muchas veces. Lo que hago ahora es seguir con los estatutos del Consejo, para casos como este.

-Guillermo, piensa que mientras nosotros actuamos conforme a derecho, ellos lo hacen fuera de la ley, tomando ventaja de donde pueden.- Volvió a pelear su tía.

-No sabemos si realmente hay un delito aquí y tampoco sabemos quien está metido en esto. Hay que investigar.

-Yo creo que – intervino su madrastra.- esta familia se ha guiado siempre con firme apego a las normas éticas y morales. Tenemos el respeto de la Corona y de todas las demás casas, precisamente por manejarnos siempre con honor. Debemos mantener la cabeza fría y ser cautelosos. Angie, sé que durante años has tenido tus sospechas hacia los  Aragón pero también creo que hay que concederles el beneficio de la duda.

-Ustedes, ¿Qué piensan?- Su padre la miró a ella y a Cris.

-Yo estoy de acuerdo contigo.- Dijo Cris sin darle muchas vueltas. Guillermo la observó a ella, esperando su postura.

-No sé nada sobre lo que ha pasado antes con esa familia. Lo único que sé es que no me dan buena espina. No confío en ellos. Debemos cuidarnos las espaldas.

-¿No crees que estás predispuesta hacia ellos por tus peleas con Alberto?

-Alberto es un asno.-  Respondió firme. Cristi soltó una risita.

- Siempre estuve convencido de que ese chico sería el esposo de Cristina.- Cuando su padre dijo eso sintió todo su cuerpo tensarse. Apretó fuerte los dientes para no ponerse a gritar.

-Sí, así es.- Dijo Sofía.- Casi inmediatamente después de que Cristina nació, Tomás le habló a Guillermo sobre un compromiso entre los niños.

-En ese entonces le dije que debíamos esperar a que se hicieran mayores para comprometerlos.

-Guillermo, no estarás pensando…- Angie parecía incrédula.

-Tal vez todo esto de Tomás es solo un mal entendido. Le dejaré claro de que la investigación no es una declaración de guerra, sino más bien es para limpiar cualquier mancha en su nombre. Después de eso… Cristina, me gustaría que te tomaras el tiempo de conocer mejor a Alberto.

-¿Estás bromeando?- Ya no pudo quedarse callada.- Ese imbécil insultó a Memo y…- miró a la azabache. No le habían mencionado a nadie en la familia lo que había pasado en la fiesta en la que Cristi se desmayó.

-Papá, creí que tendría más tiempo antes de pensar en un compromiso con alguien.- Intervino Cris.

-Creo que es buen momento para pensarlo.

***** ***** *****

Azotó la puerta de su habitación. Las palabras de Guillermo retumbaban en su cabeza. No. Cristina no se comprometería con ese pedazo de animal. Sabía que en la posición de Cristina un matrimonio no era solo por amor, sino también por conveniencia política. Ella misma se lo había dicho “no todos se casan por amor”. Su hermana le había dicho que el matrimonio sería parte de sus deberes como vizcondesa, pero luego había asegurado que no aceptaría un compromiso con Alberto. Aunque si no era con Alberto, sería con alguien más… ¿Quién? ¿Darío? ¿Santiago? ¿Armando? Había varios chicos, miembros de familias poderosas y respetables del condado.

Y ella… ¿Qué haría ella?

 

 

Notas finales:

 

¡Travesura realizada!


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