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De Aristocracia y Otras Estupideces. (New Version) por Menz

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Notas del capitulo:

 


 


¡Accio cap 14!

Capitulo XIV

Aquí casual, arruinándote la vida.

 

Cristina no había bajado a cenar.  Ella estaba en silencio, masticando por inercia. Miró a su padre que parecía muy tranquilo mientras comentaba algo con Sofía. ¿Guillermo sería capaz de obligar a su hermana a comprometerse ya con alguien? Angie había dicho que no creía que Guillermo hiciera algo que lastimara a Cris. Ella apenas había hecho las paces con su padre, ¿podía pedirle que se olvidara del compromiso? ¿Pero  realmente eso funcionaría? En algún momento Cristi tendría que casarse. Si no ahora, sí en unos años más. Se quedó quieta con la miraba perdida en su plato… ¿Qué es lo que quería Cristina?

-Ya terminé, ¿me puedo retirar?- Captó la atención de todos.

-Pero si apenas probaste bocado.- Su papá miraba con ojo crítico su plato de comida.

-No tengo apetito.

-¿Te sientes bien?- Quiso saber Angie.

-Sí, todo bien.

-Recuerda que mañana estará todo listo en el club para que tus amigos y tú ensayen.- recordó la mujer.

-Sí,  tengo pendiente eso. Saliendo del colegio iremos. ¿Puedo retirarme?- Volvió a preguntarle a su padre, quien la miró detenidamente antes de responder.

-Claro… Asegúrate de que Cristina cene algo, por favor.- ¿Cómo sabía su papá que correría a la habitación de su hermana?

******** *******

***** CRIS*****

Estaba de pie frente a su ventana pensando en la petición de su padre. Ella no quería conocer mejor a Alberto. No quería conocer mejor a nadie. Siempre supo que un día tendría que elegir un prometido. Sabía que tendría que casarse, tal vez sin amor… pero ahora que era momento de empezar a pensar en el matrimonio… ella solo podía pensar en Alejandra. Respiró hondo pues sentía que el aire no era suficiente para hacer funcionar su cuerpo. Sabía cuál era su deber, solo tenía que ser lo suficientemente fuerte para llevarlo a cabo. Tenía que hacer a un lado eso que sentía por su prima. Tenía que dejar de soñar con una vida a su lado, esas eran ilusiones infundadas, eran pensamientos de una niña idealista y enamorada. Ella no podía permitirse eso. Era la vizcondesa, su vida ya estaba escrita casi desde el momento en que llegó al mundo.

Alguien tocó a su puerta. Seguramente su madre había enviado la cena con alguien del servicio.

-Muchas gracias, pero no tengo hambre.- Dijo cuando la puerta se abrió.

-No te traje comida.- Volteó enseguida cuando escuchó a Alejandra.

-Creí que  mi madre me había enviado la cena.

-No…. ¿Estas bien?

-Sí.

-Cris…- Su prima caminó hasta ella.- No tienes que hacerte la fuerte conmigo.- Bajó la mirada. Una parte de ella quería dejarse caer en los brazos de la castaña, pero otra parte quería que se fuera, que la dejara sola.

-Estoy bien. Sabía que en algún momento tendría que hacerme cargo de este asunto.

- Y se nota tu entusiasmo.- Sintió las manos de su prima en su rostro. La chica la hizo  levantar la cara.

No. No quería mirar esos ojos.

No pudo más. Se le fue encima a Ale. La abrazó con todas sus fuerzas. Tenía tantas ganas de decirle lo que sentía, de pedirle que la besara, que no la dejara nunca. La castaña la abrazó con la misma desesperación que ella.

-Ale… yo…

-Vine aquí a preguntarte qué es lo que quieres.- “A ti”, pensó.

-Quiero…- Se separó un poco de su prima y la miró a los ojos.- Quiero… más tiempo. No quiero un compromiso ahora. Yo sé que es mi deber, solo creí que sería más adelante…  pero ya escuchaste a mi padre.

-Me importa un carajo el deber y lo que tu papá quiera. ¿Qué es lo que realmente quieres?

-Quiero seguir haciendo locuras contigo.- Alejandra sonrió.

-Entonces… quédate conmigo. Hagamos mil locuras más. Y si quieren obligarte a tomar una decisión, te raptaré.- Declaró triunfante su prima.

-¿Serías capaz?

-¡Claro! Bajaremos por la ventana y huiremos montando a Corsario.- Empezó a reír.

-No te imagino huyendo así. Eres capaz de hacerlo en moto o de robarte el avión de la familia, pero nunca de huir a caballo.

-Para evitar que te cases sería capaz de eso y más.- Su corazón empezó a latir con fuerza.

-¿No quieres que me case?- La sonrisa de Ale la tenía presa.

-No. Quiero que te quedes para vestir santos.

-¡No seas boba!- Empujó a la chica para que dejara de tomarle el pelo.

-Anda, seremos un par de solteronas millonarias viajando por el mundo.

-¿Y que pasará con el condado?

-Nos lo llevamos.

-¿Quieres dejar de decir tonterías?- Pero esas tonterías la estaban haciendo reír a carcajadas.

-¿Quieres dejar de reírte de mis tonterías?

-No…- Observó bien a su prima.- Ojala pudiera casarme contigo.- Se le escapó. La castaña sonrió de medio lado, atravesándola con el verde de sus ojos.

-Entonces cásate conmigo.

-Sí.

-¿Así sin dudarlo?- Alejandra se acercó de nuevo. El pecho le dolía. Su corazón golpeaba más fuerte que antes. Estaba perdida. No pensaba con lógica, no pensaba en nada.

-No tengo por qué dudar.- ¡Reacciona! ¡Ya!- Tú… eres un buen partido.- Logró poner un tono juguetón.- Eres millonaria, poderosa, de excelente linaje…

-¡¿O sea que me quieres por interés?!

-¡Obvio! ¿Por qué más lo haría?

-Porque soy increíblemente sexy, talentosísima, súper inteligente.

-Cocinas rico…

-¡Cocino rico! ¿Ves? ¡Soy un partidazo!

-Te tomaré en cuenta.- Dijo despectivamente.

-¡Mortífaga!- La castaña empezó a revolverle el cabello.

-¡No!- Abrazó a su prima, aprisionándole los brazos.- Deja de despeinarme.

-Admite que soy un partidazo.

-Nou…- Hizo la cabeza para atrás pues Ale intentó morderle la nariz.- ¡Tonta!- Se observaron un momento.- ¿Por qué eres más alta que yo?- Infló los cachetes.

-Porque yo si comí Danonino.- De un movimiento rápido, su prima se liberó de su abrazo, la cargó y caminó con ella.

-¡Bájame!

-¡A la orden!- Ale la dejó caer en la cama. Tomó una almohada  y se la tiró a la castaña a la cara.

-Trátame con delicadeza, soy una princesa.

-No. Eres una vizcondesa.

-Te odio.- Se sentó en el colchón, con las piernas cruzadas.

-Lo sé.- Ale se sentó a su lado. – ¿Tienes hambre? ¿Quieres que te prepare algo de cenar?

-Si, por favor.- ¡Era tan adorable!

-Pues vamos a la cocina.- Alejandra la tomó de la mano. Ella solo se dejó llevar.

Si pudiera, sí se casaría por amor.

***** ******

***** ALE*****

-Te voy a preparar unos ricos huevos revueltos.- Iba sacando cosas de la nevera.

-Me gusta verte cocinando.- Cristina se veía más tranquila. Estaba sentada observándola.

-A mi me gustaría que tú cocinaras alguna vez.

-¿Para qué? Si te tengo a ti.

-Para que un día tú me consientas a mi.

-Puedo decirle a mi nana Cuqui que te prepare algo delicioso.

-Así no cuenta.- Preparó la estufa, la sartén y empezó a preparar la cena.

-¿Por qué harás tanto?

-Porque tengo hambre. Ten.- Le dio unos huevos a su hermana que la miró con confusión.- Te enseñaré. Rómpelos aquí.- Le dio un tazón.

-¿Por qué no los tiro directo a la sartén?

-Porque no quiero comer cáscara. No sabes romperlos, ¿verdad?

-Claro que sí.- Cristi rompió un huevo. Se le fue con todo y pedazos de cáscara dentro del tazón. Levantó una ceja, burlándose de la chica, que se había sonrojado.

-Tienes que golpear despacio… así.- Le enseñó como. Terminaron de poner todo en la sartén y empezó a revolver.- Hazlo tú.- Mientras Cris lo hacía ella condimentó todo.

-Huele muy bien.

-Tienes que irlo moviendo, hasta que quede bien cocido todo.

-Esto es raro.

-¿Tu cocinando? Sí. Te ves muy linda así.- Cris le hizo un guiño, bastante satisfecha de sí misma.- ¿Qué te parece si la próxima preparamos una rica pasta?

-Perfecto. ¿Por qué tienes hambre? Si hace una hora fue la cena.

-No cené casi nada.

-¿Y eso?

-Me gusta cenar contigo.- Cristi le sonrió. Estar ahí con esa chica era lo único que necesitaba para sentirse bien.

**** *****

-¿Mañana irás a la universidad?- le preguntó Cris  fuera de su habitación. Ya habían cenado y dejado todo limpio en la cocina.

-Claro, ya falté demasiados días. Además, mañana tengo taller de composición.- Se apoyó en el marco de la puerta.

-¿Te gusta mucho componer?

-Me encanta. Pero… mañana será un día largo, después de la escuela debo ir al club a ensayar. Creo que le pediré a Marcos que nos lleve.

-Sí, es mejor que dejes tu auto aquí.

-¿Irás a vernos ensayar?- ¡Di que no! ¡Mejor di que sí!

-Me encantaría pero tengo algunas cosas pendientes en la oficina. Verás, mi asistente estuvo enferma y por eso no pude terminar unos pendientes.- dijo sonriente su hermana.

-Deberías descontarle el sueldo.

-El problema es que no le pago… Aunque… podría cobrarme de otra manera.- ¿Por qué la miraba así?

-¿Como?- ¿Otro beso? Claro baby, los que quieras. ¡Quieta Alejandra!

-Invítame al cine.

-¿Al cine?

-Si.

-Ok…- carraspeó.- Cristi, ¿quieres ir al cine conmigo?- se sentía estúpida.

-¡Claro! ¡Que idea tan genial la tuya!

-Me gusta verte sonreír.

-Me haces feliz.

-Cristi… yo sé que hay cosas que te preocupan. Solo recuerda que no estás sola, ¿sí?- Le acomodó el cabello a la chica.

-Lo sé. Pero esas cosas son inevitables.- Respondió la azabache con algo de pesar.

-Todo se puede evitar.- Afirmó tomando la mano de Cris.

-¿Tú crees?

-Huyamos en Corsario.

***** *****

El día iba como lo planeó. Había ido a la universidad en la camioneta que transportaba a sus hermanos menores y se había puesto de acuerdo con Marcos para que fuera él quien la llevara a ella y a sus amigos al club para el ensayo. Así que a la hora de la salida Nico y ella andaban por los jardines buscando a sus amigas pues el chofer no tardaría en llegar por ellos.

-¿Dónde diablos se metieron? ¿Les dijiste que vendrían por nosotros?

-Si, se los dije en la cafetería ¡Ahí están!

Las chicas estaban sentadas en el césped. Natalia con las piernas y brazos cruzados, los ojos cerrados y una expresión de molestia total mientras Lisa le trenzaba un mechón de cabello y movía la boca, sin duda hablando… y hablando… y hablando.

-Eh… ¿Chicas?- Llamó su atención con cierto temor… Nat se veía muy enfadada.- Ya es hora de irnos.

Emitiendo un gruñido, Natalia abrió los ojos y se puso de pie. Jaló a Lisa para ayudarla a levantarse también. Sujetó con fuerza la mano de la rubia y caminó hasta el estacionamiento. Nico y ella las miraban con la boca abierta ¿pero que chingados pasaba ahí?

-Las nubes son grises, ¡lloverá! Amo la lluvia.- Lisa.

En el estacionamiento estaba Cris con el celular en la mano buscando algo en la pantalla. Se acercó despacio y la asustó colocando sus manos en la cintura de la azabache.

-¡Aaah! ¡Te odio!- Le reclamó su hermana dándole un pequeño golpe en el hombro.

-¿Qué haces?

-Iba a llamarte. Creí que se marcharon sin mi.

-¿Cómo crees? Solo fuimos a buscar a las chicas…-Cris miró hacia donde le indicaba. Con cara de sorpresa hablo muy quedamente.

-¿Porqué Natalia tiene de la mano a Lisa?

-Ni idea.- respondió encogiéndose de hombros, viendo a sus amigas. Lisa como siempre mirando perdidamente a su alrededor y Natalia con el ceño fruncido viendo un auto estacionado a su lado,  sujetando aún la mano de Lisa.

En eso estaban cuando la camioneta blanca entró al estacionamiento. Primero pasaron a dejar a Cris a la empresa. Cuando su hermana bajó, se dio cuenta que había dejado el celular en el asiento.

-Marcos, espera un momento.- La camioneta ya estaba enfilándose para salir a la avenida. Bajó de un salto y corrió hasta su hermana que estaba entrando al elevador.- ¡Oye! Olvidaste tu…- Cris sonreía de manera pícara.- ¿Fue apropósito?

-Sabía que me seguirías.

-Siempre estoy siguiéndote.- Su hermana la abrazó y le dejó un beso en la mejilla.

-Solo quería desearte una linda tarde.

-Gracias. Si me necesitas, llámame.- Le entregó el teléfono a la chica y se despidió con una sonrisa.

Corrió de nuevo hasta la camioneta y se apresuraron a llegar al club. Ya se les había hecho un poco tarde.

***** *****

-¡Chicos!  Por fin llegan.- Su tía les dio la bienvenida. Había varias personas dejando todo limpio y listo para la gala del día siguiente. Sofía también estaba ahí. – Él es Raúl, el ingeniero de audio. Lo que necesiten pídanselo a él.

-Si tía, gracias.- Se pusieron a revisar lo suyo. Angie era muy buena organizando ese tipo de eventos, ya habían llevado los instrumentos que utilizarían. Supervisaron que conectaran todo el equipo para poder hacer un ensayo general.

-Por cierto, si alguien requiere ropa para la cena, díganmelo con confianza.- Les dijo Angie a sus amigos.

-Yo… yo si necesitaré.- Reconoció Nico algo avergonzado.

-Yo también.-Lisa levantó la mano.

-Entonces vengan a ver la ropa que tengo en los vestidores, mientras Raúl termina de acomodar sus cosas.

Los chicos fueron detrás de Angie, Lisa llevó a rastras a Natalia, quien ya se había sentado en el suelo. Ella se quedó afinando su guitarra.

-Ale…- La condesa llamó su atención. Dejó la guitarra en el paral y se acercó a su madrastra.- ¿Ya tienen el repertorio listo?

-Sí, aquí tengo las canciones.- Sacó una hoja de su bolsillo. Sofía la tomó y leyó.  Esbozó una sonrisa.

-Vaya, este año la música será interesante. Creo que fue una excelente idea que ustedes tocaran.

-¿Crees que a los invitados les guste?

-Claro. Ven, siéntate aquí conmigo.- Siguió a la mujer y se sentó en una de las mesas redondas que ya habían colocado.- ¿Quieres algo de beber?

-Jugo de arándano.- Sofía le hizo una señal a un mozo que se acercó enseguida.

-Un jugo de arándano para mi sobrina, por favor.- le pidió al joven, quien se apresuró a ir por él.- Por cierto, en cuanto tengan hambre pide algo para que los cuatro coman.

-Si, gracias.- Observó a la condesa, esperando.

-Adivina quién está en la pista en estos momentos tomando clases de equitación.- Pensó. Era viernes, así que…

-La enana.

-Creo que mi pregunta no fue adecuada. ¿Quién crees que está practicando salto ecuestre justo ahora?

-Pues… no sé…-Pensó.- ¡No! ¡¿Memo?!

-Así es. Está feliz.- Y Sofía también parecía feliz.

-Wow, genial.

-Y es por eso que te agradezco.

-¿Agradeces? No entiendo.

-Por lo que haces por él. Alejandra, ser madre es algo complicado. Nosotras siempre queremos lo mejor para nuestros hijos y también tememos por ellos… Yo… Siempre he temido por Memo, por su problema en la cadera. No le permitíamos hacer cosas que él quería, por miedo a que fracasara, a que se hiciera daño…. Pero en la competencia, tú le diste valor para hacerlo… Nos desobedeció, es verdad, pero… Creo que necesitaba que mi hijo me diera esa lección. Y lo que le dijiste a Guillermo, que dejara de tratarlo como si fuera diferente… tienes razón.

-Yo… no quise decirle que les  desobedeciera… bueno, tal vez sí pero… sé que él puede hacer más cosas de las que todos creemos. Es un chico fuerte.

-Ahora lo sé. Gracias.- La mujer puso una mano sobre la suya.- Te pareces a ella ¿sabes?

-¿A quien?- Se puso nerviosa.

-A tu madre.

-Yo… no sé a qué te refieres.

-Sé quien eres, Alejandra.- La condesa le dirigió una sonrisa para tranquilizarla.- Tu padre y yo no tenemos secretos. Además yo conocí a tu madre y déjame decirte que, aunque que en el exterior eres idéntica a Guillermo, internamente eres igual a Laura. Eres una mezcla perfecta de ambos.- No sabía que decir. Esa mujer la miraba con tanta sinceridad y ternura que la había dejado sin palabras. Solo atinó a sonreír. Mantuvieron el silencio mientras el mesero dejaba el jugo en la mesa.- Tu padre me contó que por fin te reconciliaste con él. Está feliz. Y yo estoy feliz por ustedes. Los dos merecen tenerse el uno al otro. Sé que tu vida no ha sido fácil, sé que te dolió mucho no tenerlo contigo pero déjame decirte que nunca dejaste de estar en su mente y en su corazón. No sabes cuánto me enorgullece la actitud que has tomado. Me llena de satisfacción ver como te has involucrado en los proyectos de la familia. Y me da seguridad saber que mis hijos cuentan con una hermana mayor tan fuerte y decidida.

-Una hermana mayor medio salvaje.- Sofía soltó una carcajada.

-Debo admitir que tus métodos han sido algo fuera de lo correctamente establecido en esta familia, pero así eres. Apasionada como tu madre. Me la recuerdas mucho.

-Gracias… yo no sabía que mi papá te había contado sobre mi.- La mujer sonrió.

-¿Quién crees que le jaló las orejas a tu padre todas las veces que discutió contigo? Si un día necesitas ayuda con algo, búscame. Somos una familia, no lo olvides.

-No lo haré.- ¡Ajá, claro! ¡Sigue queriendo besar a tu hermana!

*****

Cuando sus amigos volvieron y todo estuvo listo, el ensayo comenzó. Angie y Sofía se quedaron a escuchar y les hacían sugerencias. Raúl era un muy buen ingeniero y la música sonaba clara y con calidad. Cuando sintió que ya no podía más, pidió comida para todos.

Mientras comía observaba a Angie correr de un lado a otro dando indicaciones a los mozos que ponían mesas y decoraban el lugar. Sofía platicaba con ella y sus amigos. Le había sorprendido mucho la confesión de la mujer, su papá nunca le había dicho que su esposa supiera de su verdadera identidad aunque era algo más o menos lógico, eran esposos y no debía haber secretos entre ellos. Pero, ¿cómo Sofía conocía a su madre como para afirmar que se parecía a ella? Cuando terminaban de comer, su hermanito llegó feliz. Tenía la ropa de jinete y los cachetes rojos. Llegó directo a abrazarla.

-¿Que onda enano? ¿Todo bien?

-¡Perfecto! Quiero de tu postre.- le quitó su plato con pay de fresa.

-¡Oye!

-No se muevan.- pidió la condesa sacando su celular y tomándoles una fotografía juntos, Memo con la cuchara en la boca y ella con cara de disgusto por el postre robado.- Que guapos.

***** *****

Cuando salieron del club la lluvia ya había empezado. Sofía, Angie y Memo pidieron que una camioneta de la mansión fuera por ellos, mientras ella iba en la otra camioneta con  sus amigos. La dejaron en la empresa mientras Marcos llevaba a los chicos a sus respectivas casas. Subió feliz por el elevador, compartió un par de bromas con Amelia y entró a la oficina de su padre.

-Hola, ¿estás ocupado?

-No, pasa.- Su papá cerró su laptop para prestarle toda la atención.- Quieres algo de beber.- señaló el pequeño bar montado en su oficina.

-¿Le ofreces alcohol a tu hija?

-Eres mayor de edad.- Su padre se levantó y preparó dos  whisky´s. Le dio un vaso.

-Gracias.- Dio un sorbo. No era muy afecta al alcohol pero sabía bien.

-¿Sucede algo?

-No. Bueno, estuve ensayando en el club. Ahí estaba tu esposa… hablamos y dijo que ella sabe quién soy.

-Sí ella sabe. – respondió tranquilo Guillermo, sentándose frente a ella.

-También dijo que conoció a mi madre.

-Si. Sofía y yo fuimos mejores amigos desde muy pequeños. Por lo tanto conoció y convivió con tu mamá. De hecho fueron amigas.- Su padre tomó un poco de su whisky.

-Eso suena raro.

-Lo sé.- Guillermo le sonrió.- Sofía es una excelente mujer.  Estoy seguro que con el tiempo la irás conociendo mejor. ¿Lista para mañana?

-Todo bajo control.

-Recuerda que también quiero que estés con nosotros en la mesa.- Alguien tocó la puerta.- ¡Adelante!

-Si, si, lo sé, que gruñón eres. Ya sé de quien lo heredó Cristina.

-¡Ya te escuché, Alejandra!- Volteó rápido. Cris la veía con cara de advertencia.

-Fue broma…- La chica se acercó a ellos.

-Papá te dejo estos informes financieros, ya los revisé y todo está perfecto. Solo falta tu firma.

-Perfecto hija. Gracias.

-¿Le diste alcohol a Ale? ¿Por qué a mi nunca me invitas?- reclamó a Guillermo.

-Envidiosa…- dijo por lo bajo bebiendo otro sorbo.

-Te invitaré cuando cumplas 20 años.

-¡Pero ya soy mayor de edad!

-Envidiosa…- otro sorbo.

-20 años dije.- Guillermo les dio la espalda y abrió la carpeta sobre el escritorio  para firmar las hojas.  Le pasó su vaso a la chica para que tomara tantito.

-¿Irás a casa ahora?- le preguntó a la azabache, quien hacía una mueca por el alcohol pasando por su garganta.

-Si, ¿Está Marcos abajo?

-No sé si ya regresó, fue a dejar a los chicos.

-No se preocupen, se irán conmigo a casa.- Anunció Guillermo.

-¿Ya te vas?- preguntó asombrada Cris. Su papá casi siempre se iba muy tarde y apenas eran las 6pm.

-Si, no hay que trabajar tanto.- El conde metió los informes en una caja de seguridad, tomó sus cosas y salió de su oficina. Cris y ella corrieron detrás de él.

Su hermana se apresuró a ir por su bolso mientras Guillermo y ella esperaban en recepción. Bajaron hasta el estacionamiento por el auto del conde. Vaya, ya usaba sus coches. Se subió al asiento trasero mientras Cris iba de copiloto. Llovía pero no solo eso, era una tormenta muy fuerte.

Una camioneta de seguridad los seguía mientras ellos avanzaban despacio por las calles, pues casi no se veía el camino. Tardaron más de la cuenta en llegar a casa, pero al fin lo lograron. Cuando bajó se fijó que Cris estaba pálida. Guillermo se acercó y le dijo algo a Cris, quien se aferró a él.

-¿Qué pasa?- preguntó preocupada.

-Le teme a las tormentas.- contestó el conde. Oh, no sabía eso.

Caminó detrás de ellos hasta el interior de la casa, su papá subió con su hermana a su habitación. Ella dejó las cosas de la chica en su mesa de tareas. Cris estaba sentada en su cama, con la espalda apoyada en las almohadas y las piernas cubiertas por sus cobijas y Guillermo le hablaba para tranquilizarla. Los observó un rato hasta que su papá le hizo una indicación para que se acercara. Se subió a la cama y se sentó junto a Cris, metiendo los pies bajo las cobijas también.

-Iré por un té, mientras regreso Ale se quedará contigo, ¿de acuerdo?- Cristi asintió. Su papá salió y ellas se quedaron solas. Cris buscó un abrazo suyo, así que la rodeó por los hombros y la estrechó fuerte.

-¿Por qué tienes miedo?

-No sé. Siempre he tenido miedo de los truenos y rayos.

-Es solo luz y sonido, tranquila.- Pero el clima no estaba de su lado, pues en cuanto dijo eso se escuchó un estruendo terrible, que hasta hizo vibrar la casa.- Puta madre.

-¡Alejandra!- Al menos Cris rio un poco y se acurrucó en su pecho.- Tus latidos son relajantes.

-Es que… esos sonidos me adormecen.

-¿Cómo van a adormecerte? ¡Son horribles!

-Naah, me arrullan.

-Entonces en lugar de cuidarme te quedarás dormida.

-Puedo dormir y cuidarte a la vez.

-Claro, tonta.- Parecía que Cris ya no temblaba tanto.- Si la tormenta sigue, ¿te quedarías a dormir conmigo?- ¡Nones!

-Si.- ¡Carajo! “Ene” y “O” ¡Nel!

 

Después del té y de que Bernardo les subiera unos emparedados para cenar, buscó un libro pues la tormenta seguía y pensó que podría relajar a su hermana si le leía algo. Empezó a leer “Las ventajas de ser invisible”.

-“Querido amigo.  Te escribo porque ella dijo que escuchas y comprendes y no intentaste acostarte con aquella persona en esa fiesta aunque hubieras podido hacerlo…”- Empezó a leer. Cris tenía la cabeza apoyada en su regazo mientras ella sostenía el libro con una mano y le acariciaba su cabello azabache con la otra. Pasaba las hojas, leyendo con ánimo  para que Cris la escuchara a ella y no al escándalo de afuera.

****** *******

***** CRIS******

Había sido un día perfecto hasta que al salir de la empresa se encontró con una tormenta como hacía muchas no había. La lluvia era muy fuerte, el cielo estaba completamente negro, el viento golpeaba todo a su paso y lo peor eran los rayos y truenos. Se la pasó todo el camino rezando, quería llegar ya y meterse bajo las cobijas a morir de miedo ahí. Su padre, como lo hacía siempre que había tormenta, la acompañó a su habitación y habló con ella para tranquilizarla. Pero no podía dejar de temblar, al menos no hasta que Alejandra se metió a la cama con ella y la dejó acurrucarse en su pecho. Se sentía tan bien, tan calientita. Es verdad que su prima era experta diciendo tonterías pero eso la hacía reír, la hacía feliz. Poco a poco se dejó envolver por las palabras de Alejandra y lo mejor fue que le dijo que se quedaría a dormir con ella. Solamente fue a su habitación cinco minutos por un libro y volvió para leérselo. La voz de Ale la tranquilizaba. Ya no se sentía tensa, se sentía cómoda, en casa. Se dejó atrapar por la historia de Charlie, dejó que su prima le acariciara el cabello y la arrullara. Sonriendo se acomodó mejor sobre esa chica que la volvía loca y se dejó arrastrar por los sueños.

******** *******

***** ALE******

El vibrar de una ventana la hizo abrir los ojos. La tormenta seguía, tal vez más fuerte que antes. Miró su reloj, era la 1:30am…  Levantó un poco la cabeza para observar que tenía sobre el cuerpo. Cristina estaba plácidamente dormida acurrucada en su pecho. Se veía tranquila, con los labios ligeramente separados y la respiración acompasada. Suspiró mirando el techo, ¿por qué no podía simplemente alejarse de ella? Debía estar durmiendo en su habitación, no en la de Cristi, no en esa cama. Sabía que estaba mal lo que hacía, que solo se aferraba a algo que no podía ser, pero Cris era totalmente linda, era imposible resistirse a tenerla cerca, aunque nunca pudiera confesarle su amor, aunque nunca pudiera volver a besarla. Quería estar en la vida de su hermana aunque sabía que tarde o  temprano tendría que aguantarse la rabia de ver a Cris con alguien más, alguien que si podía amarla con libertad. Le hubiera gustado ser otra persona, conocer a Cris en otras circunstancias.

Poco a poco se tranquilizó, escuchando el murmullo del viento y del agua. Rodeó con ambos brazos el cuerpo de Cris, buscando consuelo en ese abrazo, queriendo estar así por siempre con ella. Cerró los ojos y sonrió cuando sintió a Cristi abrazándola también. Al menos por esa noche quería sentirla suya.

***** ****

Algo le hacía cosquillas.  Llevó la mano a su cara para espantarse esa molesta sensación. El cosquilleo volvió. Soltó un gruñido mientras algo rosaba su nariz. Abrió un ojo y enfocó la cara de Cris, sonriendo traviesa.

-¿Qué haces?

-Nada.- La chica le hacia cosquillas en la cara utilizando su cabello.

-Déjame dormir.- Se quejó girando a la izquierda.

-Ya es hora de despertar.

-Es sábado, duerme.- Usó la cobija para cubrirse hasta la cabeza. A punto de caer dormida de nuevo, sintió a Cristina arrastrase bajo la cobija, acomodarse a su espalda y abrazarla por detrás.

-Ya son las 10.- le susurró la chica.

-Es temprano aún…- dijo más dormida que nada.

-Traje comida...

-¿Uhm?- Volteó hacia su hermana.- ¿Dónde?

-Ahí.- Le indicó la mesita del lado derecho.

-Te odio.- Bostezando, hizo un esfuerzo por levantarse e ir al baño a lavarse la cara.  Cris fue por la charola y la acomodó en la cama para que ambas comieran.

-Gracias por quedarte conmigo. Cuando hay tormenta no duermo, pero  anoche caí rendida.- Le dijo la chica en cuanto se sentó en el colchón frente a ella.

-De nada.- ¡Ya deja de mirarla como pendeja!

***** *****

El día pasó con rapidez,  tuvo que aguantar la histeria de Angie pues al parecer su novio no le atendía las llamadas y su tía llevaba una  hora esperándolo. Al final, ella tuvo que acompañar a Angie a recoger unas cosas que utilizaría en la cena. Regresaron a la mansión justo con tiempo para ducharse y vestirse para la gala.

Se bañó rápido, se peinó lo mejor posible y se puso un traje que le había escogido Cristina. Como no sabía hacerse el nudo  se dejó las cintas colgando del cuello. Se deliñó los ojos de negro, resaltando su mirada verde esmeralda. Se calzó, se echó perfume y ¡listo! A correr. Bajó rápido pues ya era tarde. Al pie de la escalera estaba su familia, bueno, faltaban Angie, Sofía y Cris.

-Que guapa.- La alabó Guillermo.- Te ayudo con eso.- Su papá se acercó y le anudó el moño.- Perfecto.

-¿Seguro que está bien que lleve esta ropa?

-Seguro. Tu cabello no se ve tan rebelde como de costumbre.

-Si, es que… me puse un poco de cera.- Su papá rio y miró su reloj.

-Ale mira, mi mamá me dejó vestirme como princesa.- dijo Sofi acercándose a ella. Más que princesa, parecía una muñequita.

-Te ves muy linda.-  dijo arrodillándose frente a su hermanita, pero la pequeña miraba hacia un lado  emocionada.

- ¡Mi hermana es la princesa!- ¿Ah? Volteó y quedó en shock.

Cristina bajaba los escalones. Su corazón latía fuerte y su mente estaba aturdida. ¡Se veía hermosa! Se incorporó despacio mientras la baba se le  caía. Cristi llevaba un vestido color vino tinto, straples. La tela llegaba hasta el suelo. Su peinado era espectacular, con unos rizos cayendo hacia un lado.  Un collar y una pulsera de diamantes adornaban su cuerpo. Se veía tan sensual que podía volverse loca en ese momento, mirando a esa bella mujer. Cris se quedó parada en el primer escalón, sonriéndole. Extendió su mano, para que ella se la tomara. Con la garganta reseca y su cerebro funcionando a medias, se acercó y sujetó esa mano suave. La azabache bajó el último escalón.

-Te ves…- No había palabra para describirla.

-¿Bien?

-Mucho mejor que eso.

-Por fin.- El conde también se acercó para recibir a su mujer y a Angie, que bajaban juntas. Sofía llevaba un collar de perlas y un vestido negro muy lindo. Angie usaba un vestido verde que combinaba perfectamente con sus ojos.

  -¿Y Gerardo?- preguntó su tía.

-Llamó para decir que nos veía ahí.- Respondió Guillermo y por la expresión que puso Angie, parecía muy disgustada.

Salieron y abordaron las dos camionetas que los trasportaría al club. Ella fue en la camioneta con sus hermanos mientras los condes y su tía iban en la otra.

 -Te queda bien el smoking.- le comentó Cris mirándola analíticamente.

-Eh, gracias. Tomando en cuenta que me obligaste a ponerlo. Me siento como un maldito pingüino.

-Un pingüino hermoso.- le susurró la chica, dándole un besito en  la mejilla. Se sintió enrojecer ¡elefantes rosas! ¡Elefantes rosas!

-Hermana, si te compro en la subasta, ¿podríamos salir tu y yo  y tener una día de niñas?- preguntó Sofi a Cris.

-¿Día de niñas?

-Si, para ir  de compras.

-Claro que sí.- Cris abrazó a su hermanita y la sentó en sus piernas.- Incluso podemos tener un día de niñas sin que me compres. Solo dime cuando y saldré contigo.

-Pero tú siempre estás ocupada…

-Cris, que mala hermana eres.- Miró con falso reproche a Cristi.

-No me ayudes…

*****

Cuando llegaron al club ya muchas personas estaban ahí. Cristina hizo una mueca de disgusto cuando vio a Fiorella y a su cuadrilla de fotógrafos yendo de aquí para allá capturando todo. Se encogió de hombros para hacerle entender a la chica que le restara importancia a la reportera.

La decoración había quedado impecable, los invitados ya ocupaban  las mesas. Los condes empezaron a saludar a los presentes, antes de pasar a sentarse a la mesa que Angie había reservado para ellos y unos invitados especiales. Su papá le presentó al Fiscal General y a varios funcionarios de la Corona, que eran los que compartirían la mesa con su familia. Guillermo se sentó junto al Fiscal y enseguida empezaron a charlar sin parar.

-¿Siempre son así?- le preguntó a Cris.

-Todo lugar es bueno para trabajar.- le respondió la chica, como si trabajar fuera lo mejor del mundo. Que flojera.

-Vaya, esto se ve muy bien.- Estaba observando como había quedado todo el lugar.

Su tía caminó hasta su flamante novio. Lo tomó de la mano y lo arrastró hasta que se perdieron de vista, Uuuuuuy ¡nunca hagas enfadar a tu novia!

-Mira, ahí están los chicos.- le dijo Cris haciéndola voltear.

-Oh si. Iré con ellos para empezar a tocar.- Se suponía que la música debía empezar mientras el resto de personas llegaban. Los aristócratas no eran famosos por su puntualidad.

-Si, éxito.- Sonrió como boba y fue hasta donde estaban sus amigos.

-Wow, que elegante.- Le tomó el pelo a Nico, que también traía un smoking.

-¿Te parece que me veo bien?

-Claro, ¿por qué?

-¿Ves a esa chica de ahí?- Miró hasta donde le indicaba Nico.- Nos hemos dirigido miradas.- Parecía orgulloso de sí mismo.

-Genial. Chicas, ustedes también se ven muy guapas.

Lisa traía un pantalón, camisa y tacones negros, combinados con un saco blanco y el cabello rubio peinado de forma extraña, pero se veía muy linda. Natalia vestida de forma similar a Lisa pero toda de negro y con el cabello recogido en una coleta alta con las puntas disparejas, muy a su estilo.

-Empezamos, ¿no?- quiso saber la rubia.

-Si creo que sí.- Buscó con los ojos a Raúl, el ingeniero de audio, quien le hizo una señal afirmativa desde la cabina de sonido situada discretamente a un costado.

El  escenario no era tan alto, solo a un par de escalones por encima del resto del salón.  Subieron y se colocaron en sus lugares. Habían colocado dos pianos, pues en algunas canciones se utilizarían. También estaban ahí tres guitarras, un bajo eléctrico, el violín de Nat, la flauta de Nico y algunas percusiones que tocaría el amigo de Nico.

Todo arrancó con un vals a dos pianos y violín. Luego Lisa y ella continuaron con una melodía tranquila, revelando  See You Again (Wiz khalifa)…. Un par de compases después entraron Nico y Nat. Enseguida los invitados giraron sus rostros, viendo al cuarteto tan extraño. Sabía que no acostumbraban ese tipo de música en esas recepciones. Cuando la canción terminó se escucharon los aplausos. Natalia como siempre con el ceño fruncido, inclinó ligeramente la cabeza en señal de agradecimiento.

En esos mismos instrumentos siguieron con Photograph (Ed Sheeran). Pasaron a algo especial… las percusiones tomaron protagonismo con  Game of thrones y luego Pirates of Caribean. Posteriormente dos que le encantaban a Sofi: Your Be In My Heart (Phil Collins) y Let it Go (Frozen). Vio a su hermanita emocionada en su lugar. Sabía que la enana se volvería loca con eso.

Pasaron a algo más tranquilo. Arreglos en Bossanova de “Música Ligera” (Soda Stéreo), “Corazón Partío” (Sanz). Varias parejas estaban bailando ya, incluidos los condes. Y luego Jazz, “Bonita” (Manzanero) y “Sabor a Mi”.

-Buenas noches a los presentes.- Empezó a decir mientras se quitaba el saco y lo aventaba lejos. Detrás de ella sus amigos se acomodaban para lo que venía. Le sonrió a su familia. Sofía levantó el dedo pulgar pues ella había escuchado el ensayo general y sabía lo que tenían preparado.- Gracias por haber venido a colaborar hoy y por favor… no sean tacaños.- Atrapó la guitarra eléctrica que Nico le aventó. Y el show empezó con Uptown Funk (Mark Ronson ft. Bruno Mars).- This hit, that ice cold, Michelle Pfeiffer, that White gold…- empezó a cantar. La gente empezó a reír y a aplaudir. Valeria, Darío y unos cuantos amigos más se acercaron a la pista. Empezaron a bailar y a cantar con ella. Cristi y sus hermanitos también se acercaron - ¡Don´t belive me, just watch! ¡Hey, hey, hey, yeah!... ¡Uptown funk you up, uptown funk you up!

Cuando terminó la canción su familia le aplaudió de pie, incluso su tía Angie había  preferido escucharla que hacerle caso a Gerardo. Las personas ni siquiera platicaban entre ellas, todos estaban atentos a lo que hacía el cuarteto.

-¡Es mi prima!- Gritaba Sofi, emocionada.

-Sigamos con el gran Bruno Mars.- Dijo al micrófono. Se quitó el moño y se lo arrojó a Cristina. “Treasure” empezó.- Give me your, give me your, give me your attention, baby… ¡If you let me treasure you! ¡Oh, oh!...

-Gracias, - dijo Nico cuando la canción terminó.- por permitirnos estar aquí con ustedes esta noche.

Los acordes de “Jailhouse Rock” (Elvys Presley), empezaron. Vio que su papá y Sofía siguieron bailando.  Le hizo gracia ver a su padre moviéndose al ritmo de la música, totalmente desinhibido. En esos momentos pensó en algo: tal vez así era Guillermo de adolescente y eso era lo que había enamorado a su madre… Pero regresó su atención a lo que hacía. No dejaron pasar ni un segundo de silencio cuando empezaron con “Johnny B. Goode”. Eso parecía ya un concierto. Su hermana, Darío, Ileana, Nadia, Enrique, Valeria, todos estaban cantando y moviéndose frente al escenario. Vio como Cristina ignoraba olímpicamente a Alberto y solo tenía puesta su atención en ella.

-Gracias.- Dijo cambiando su guitarra a una electroacústica.- Es momento de terminar con esta primera parte de nuestra presentación.

-¡No!- Gritaron sus amigos.

-Tranquilos, chicos. Volveremos después de la subasta. Para terminar… hay una canción que… - Buscó los ojos de su hermana. Le sonrió a la chica. Eso era para ella. Escuchó a Nico contando para empezar con la canción.- I found a love for me, Darling just dive right in and follow my lead. Well i found a girl, beautiful and sweet, i never knew you were the someone waiting for me…- “Perfect” (Ed Sheeran). Cristina se movía suavemente en su lugar, justo frente a ella. La chica sonreía encantada. Sabía que su hermana adoraba esa canción.- She shares my dreams, i hope that someday i´ll share her home… -  No podía apartar los ojos de Cristina.- I see my future in your eyes. Baby i´m dancing in the dark, with you between my arms barefoot on the grass, listening to our favorite song, when i saw you in that dress, looking so beautiful, i don´t deserve this, Darling you look perfect tonight…- Vio como Cristi se secaba una lágrima.- You look perfect tonight.

Los aplausos sonaron fuerte. Los que estaban en la pista empezaron a regresar a sus lugares. Ella se quedó ahí inmóvil, sonriéndole a la azabache que le hizo una seña con los dedos para que se acercara. Dejó su guitarra y de un salto bajó hasta donde estaba la chica.

-¡Hey, Ale!- Nico le tiró su saco. Sintió la mano de Cristina aferrada a la suya, jalándola fuera del salón. Corrieron hacia el jardín posterior.

-¡Eso fue asombroso!- La azabache se le echó al cuello, abrazándola.

-Que bueno que te gustó.- La estrechó fuerte.

-Esa canción… me hiciste llorar.

-Sabía que te gustaría.- Pegó su frente a la de la chica.

-Me encantó.- Susurró Cristi.- Gracias… por todo lo que haces para hacerme feliz.- Solo sonrió. ¿Qué  más podía decirle, si todo se lo había dicho ya con música?- Déjame ayudarte con esto.- La chica empezó a anudarle el moño.

-¿No puedo quedarme así?

-No. Ya pasó tu momento de rebeldía. Ahora te toca comportarte como toda una San Román.- Bromeó Cristi. Dejó que su hermana terminara con el asunto del moño y le ayudara con el saco.- Listo.

-¿Me veo sexy?

-Quien te viera ahora se enamoraría de ti.- Le sonrió a la azabache.- Vamos.

Cuando entraron al salón, Angie estaba subiendo ya al escenario. Toda su familia la felicitó por su actuación. Guillermo andaba como pavorreal, orgulloso.

-Buenas noches. Sean todos bienvenidos a esta cena de gala, una cena con una causa noble: ayudar a personas que lo necesitan. Este evento es organizado por el Patronato del club y lo recaudado esta noche será destinado en su totalidad a donaciones para el condado. Así que donen lo más que puedan...- Su tía dirigió miradas nada discretas a unas personas del público. ¡Esa Angie!-Gracias a las distinguidas personalidades que nos honran con su presencia y pido otro fuerte aplauso a esos  talentosos chicos. Por cierto, la vocalista es mi sobrina Alejandra.- Declaró orgullosa su tía mientras se escuchaban los aplausos.- Para comenzar la subasta necesito a Valeria Demonte.  ¿Dónde estás, Valeria?

Sentada junto a Cris y Gerardo, vio pasar a la pelirroja. Esta vez se fijó bien en como iba vestida. Llevaba un vestido morado muy sensual, dejando al descubierto su espalda. La chica le dirigió una sonrisa.  

Valeria y su tía intercambiaban palabras, ya que la chica fue la encargada de reclutar a las subastadas.

-Hermana, ¿puedo comprarte?- Preguntó Sofi parándose entre Cris y ella.

-Claro pequeña.- Cris le regaló una caricia a su hermanita. Sofi era tan tierna y de verdad parecía una muñequita.

-Ale, ¿también te puedo comprar?

-Yo no participaré… pero podemos tener un día de niñas cuando quieras.

-¡¿De verdad?! ¡Las quiero! Son las mejores hermanas del mundo.- ¿Ah?

-Sofi, Alejandra es nuestra prima.- Le aclaró Cris.

-Yo la quiero como hermana.

-Que linda, Sofi.- Abrazó a ese pedazo de humano.

-Buenas noches.- Una mujer madura y elegante se acercó hasta su mesa. Iba acompañada por Tomás. Los condes se pusieron de pie frente a la mujer.

 -Buenas noches, Dominique. Se ve hermosa.- Su padre le besó la mano a la tipa.

-No tanto como su bella esposa.

-Muchas gracias.- Sofía aceptó el cumplido.- Creí que seguía en  París.

-Volví hace un par de días.

-Por eso le dije que era importante que viniera hoy.- Intervino Tomás.- Es raro tenerla con nosotros. Siempre está en el extranjero.- Ese tipo en verdad le desagradaba.

-Que bueno que decidió acompañarnos esta noche.- Dijo Sofía. Vio como la condesa le apretó la mano a Guillermo e intercambió una mirada con él.

-Cristina, que linda te ves.- Dominique miro a Cris y luego posó sus ojos en ella.- Oh, la famosa Alejandra San Román.

-Alejandra, ven por favor.- Le pidió Guillermo.  Se acercó a ellos.– Te presento a Dominique Abat.

-Mucho gusto.- Ofreció su mano para que la mujer la estrechara.

-Vaya, en verdad te pareces mucho a Antonio.- La mujer tomó su mano pero ese contacto la hizo incomodar.- Él y yo fuimos amigos muy cercanos.- ¡Que puta!

-Ah, ya…

-¡Tenemos todo listo!- La voz de Angie retumbó por el salón.

-Creo que tendremos tiempo para charlar más tarde.- Dijo Dominique. Así que retronaron a su mesa, que estaba unos metros detrás de la suya. Alberto la miró con arrogancia y ella lo miró con desprecio. Se acercó discretamente a Guillermo.

-Tony y ella…

-La amante favorita de Antonio.- dijo su padre con el ceño fruncido.

-¿Pasa algo?- Guillermo la observó unos segundos.

-Nada de lo que tengas que preocuparte.

-Las bases de la subasta serán las siguientes.- Decía Angie. Volvió a su lugar.- La persona que done la mayor cantidad por una de nuestras bellas señoritas, podrá tener una cita con ella. Así que ¡comencemos! La primera subasta será de… Cassandra de la Torre.

Una chica  de unos 20 años, alta, rubia y nalgona (tenía que decir que es nalgona, lo siento) subió al escenario.  Muchos jóvenes y viejos se  pararon al frente.

-¿Es en serio?- le preguntó a Cris.

-Es por una buena causa.

-¿Saldrías con uno de esos tipos?

-No es que sea una cita real.-  Pero a ella no le agradaba la idea de que Cris saliera con alguno de esos sujetos.

-Y. ¿solo hombres pueden participar?

-No, de hecho puede participar quien sea, siempre y cuando pague lo que ofreció. Pero si… generalmente los hombres aprovechan para poder  ganar la cita con la chica que les guste.

-La subasta empezará en 500 dólares.- Valeria era la que hablaba ahora.

-¡500!- dijo un chico moreno.

-¡600!- gritó un hombre cuarentón pero bastante apuesto.

-¡800!- Gritó el primer chico.

-¡1000!- otro joven castaño se acercó.

-¡1500!- exclamó el cuarentón.

Así estuvieron por un rato. Mientras tanto ella comía los bocadillos en su mesa y tomaba vino. Vio a Nico babeando, pues la chica que le había gustado se había sentado junto a él y platicaban. ¡Bien! La subasta terminó en 7 mil dólares y la ganó el cuarentón guapo. Cassandra se veía bastante complacida con su pretendiente.

-Ahora la subastada será… Ileana Mafud. Veamos quien es el valiente.- dijo la pelirroja al micrófono mientras la rubia se acercaba al escenario. Las chicas se fulminaban con la mirada.

Ileana agitó su cabellera dorada con altivez, segura de que sería la estrella de la noche.

-Esas dos quieren matarse.- Le susurró Cristina.

-¿Siempre se han llevado así?- Quiso saber.

-Siempre que les interesa la misma persona.- Respondió la azabache con el ceño fruncido.

-¿Te refieres a…?- Escuchaba que los pretendientes ya habían empezado con las ofertas.

-Se morderían las yugulares por ti.- La chica tenía cara de enfado total.- Ileana se la ha pasado contando lo genial que fue su cita contigo.

-¿Cita? ¡Solo fuimos a un concierto!- Se defendió.

-Pues para ella ya están a un paso de comprometerse.- Notó el desprecio con que dijo eso su hermana.

-No inventes. No me interesa esa chica. Me da miedo. Siento que abusaría de mi en cualquier momento.- Cris sonrió.

-¿Y eso no te gustaría?- Los ojos grises de su hermana la miraron detenidamente.

-No.

-¿Segura? Me imagino que tu ya…- Cristi se sonrojó.

-¿Ya qué?

-Ya… has tenido… relaciones sexuales…- Prácticamente tuvo que leerle los labios a la chica.

-¿En serio quieres hablar de eso aquí?

-No. La verdad no quiero saber.- Cristina volteó el rostro hacia el escenario.

-Claro que quieres.- Sonrió de lado cuando su hermana la miró de nuevo y negó con la cabeza.

-¡Vendida por ¡18 mil dólares!- Exclamó Valeria. – Creo que este año también conseguiré más que tú, querida. 

Estaba segura que si no fuera por el lugar en el que estaban, esas dos ya se hubieran agarrado a golpes. La rubia bajó del escenario hecha una furia. La observó caminar hasta ella… ¿Qué hacía? Ileana se inclinó y le estampó un sonoro beso en la mejilla.

-Que sexy te ves.- le dijo la rubia al oído.

-Ileana, ¿no tienes que regresar ya a tu mesa?- Escuchó la voz de Cristina. Observó a su hermana. Parecía que le salía humo por las orejas.

- Solo quise venir a saludar.- dijo la rubia sinvergüenza antes de marcharse. Pudo ver que también Valeria tenía cara de pocos amigos.

*****

Mientras la subasta seguía, los invitados  eran agasajados por platillos deliciosos y bebidas muy buenas. Cristina y ella platicaban de todo y nada. Le encantaba escuchar la risa de Cris, la expresión en su rostro. A su hermana ya se le había pasado el enfado que tuvo por la actitud de Ileana. Seguro no le pareció adecuado el comportamiento de la rubia, por el lugar en el que estaban, ahí frente a todos. Hicieron tres subastas más…

-La siguiente en ser subastada es… aah  soy yo.- dijo Valeria al micrófono. Muchos más tipos se acercaron al escenario.

-¡500!

-¡800!

-¡1500!

-¡2000!

-¡3500!

-¡5 mil!

Valeria se veía feliz de ver a tantos pretendientes compitiendo por ella. La pelirroja levantó la vista y la miró a los ojos, como invitándola a participar por ella. Pero solo dio un sorbo a su copa  y regresó la vista a Cris que en ese momento le decía algo.

-¡20 mil!

-¡20 mil a la una… a las dos… a las tres! ¡Vendida!- La pelirroja sonrió al chico que la había ganado y le envió un beso. Tomó de nuevo la palabra.- Y por último… uuuy… veamos cuantos se animan a participar… ¡Cristina San Román!- Cris se puso de pie y subió al escenario. Unos treinta hombres se acercaron para poder ofrecer dinero por ella. Apretó fuerte su tenedor, pensando en las partes de sus cuerpos en las que podía clavarlo. – Wow, como siempre todos pelean por ti, prima.- Le dijo Valeria a Cris, pero se escuchó gracias al micrófono. Eso la hizo enojar más.

-¡1000!

-¡3 mil!

-¡5 mil!

No le agradaba nada la expresión en el rostro de esos tipos, miraban a Cristi como si fuera un pedazo de carne muy jugoso. Y el que la miraba de forma más lasciva era Alberto, parado muy cerca del escenario. Se relamía los labios mirado a Cris de arriba abajo. Se le revolvió el estómago. Observó ceñuda su plato tratando de ignorar todo a su alrededor.

-¡10 mil!

-¡15mil!

La batalla estaba entre cuatro aspirantes, que casi casi se gritaban entre ellos, desafiándose para ver quien era el que se llevaba el trofeo. Cris colocó un mechón de cabello detrás de su oreja, tenía un gesto forzado, sin duda la actitud de esos “caballeros” la incomodaba.

-Papá, ¿puedo comprar a Cris?- Escuchó que preguntaba Sofi. Guillermo sonrió.

-Claro, haz una oferta.- Sofi se paró sobre su silla para poder hacerse ver.

-¡20 mil!- Gritó a todo pulmón la niña. Todos voltearon a verla.

-¿Sofi?- Preguntó Valeria.- Señor conde, ¿respalda la oferta de Sofi?

-Si, la respaldo.- Cristi envió un beso a su hermanita.

-¡20 mil a la una… a las dos…

-¡22 mil!- gritó Alberto mirando con arrogancia a la pequeña.

-¡24 mil!- Un hombre  maduro con cara de pervertido seguía dando pelea. Cris de nuevo puso ese gesto incómodo.

-La está pasando mal, ¿no detendrás esto?- le preguntó a su padre.

-Es una tradición, tranquila. Cris está bien.

-¡Mira su rostro!- Guillermo miró a su hija en el escenario. Cris estaba seria viendo como esos tipos peleaban por ella.- ¡Eres increíble!- reprochó enfadada, pues Guillermo se quedó callado. Se levantó y caminó al escenario.

-¡26 mil!- Gritó triunfante  Alberto, seguro que ganaría con esa oferta.

-¡30 mil dólares!- todos buscaron a quien había gritado eso, incluso las personas que permanecían sentadas.  Empujó a unos chicos que obstruían su paso.

-¿Alejandra?- se escuchó a Valeria preguntar al micrófono.

-Dije que ofrezco 30 mil dólares.- repitió usando la voz más autoritaria que tenía. Cris le sonrió visiblemente feliz.

-¡30 mil a la una… a las dos…! ¿Alberto?- Valeria animó a su hermanastro para que hiciera otra oferta. Alberto estaba rojo de ira.

-¡32 mil!- Gritó Alberto acercándose a ella y quedando cara a cara. Apretó los puños conteniendo las ganas de tirarle los dientes ¡no se llevaría a Cris!

-¡40 mil! Y pienso mejorar cualquier oferta que hagas, no me importa quedarnos aquí toda la noche.- Amenazó.

-¿Qué crees que haces?- Alberto apretaba los dientes, furioso.

-Arruino tu vida.- ¡Jamás tocarás a Cristi! ¡Jamás!

-No te metas en esto.

-Me meto donde quiero…- Todos los presentes los miraban.

-Es… 40 mil a la una…- Valeria no sabía que hacer.

-¡45 mil!- dijo Alberto gritando en su cara.

-¡50 mil!- Gritó ella.

-No tienes ese dinero.- le reclamó Alberto.

-Tengo veinte veces más dinero que tú… San Román ¿recuerdas?- le dijo burlona, señalándose.

-50 mil a la una…- Alberto  y ella seguían mirándose a los ojos, midiendo fuerzas. Ándale un golpecito ¡Solo uno!- a las dos… a las tres ¡vendida!- Alberto giró bruscamente y se alejó, empujando con furia a todos a su paso

-¡Tal vez el próximo año tengas suerte!- le gritó cruel. ¡Puto!

 Volteó justo a tiempo para ver a Cris bajando del escenario. La azabache dio un saltito y la abrazó. No le importaba que decenas de personas las vieran, solo podía abrazar  con la misma emoción a Cristi.

-Gracias.- le susurró.

-De hecho, yo solo soy una mensajera.

-¿Qué?- Cris no entendía.

-Te presento a tu compradora.- La enana llegó corriendo.

-¡Sofi!- Cris se arrodilló para que su hermanita pudiera abrazarla.

-Hermana, tendremos un día de niñas, ¿verdad?

Las personas habían dejado de murmurar y sonreían complacidos de ver a Sofi y a Cris abrazadas.  Pero ella sabía que tendría  que dar explicaciones a un hombre que la miraba visiblemente disgustado desde su lugar.

Bien Ale, a soportar el regaño de tu papi.

 

 

 

Notas finales:

 

¡Travesura realizada!


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