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De Aristocracia y Otras Estupideces. (New Version) por Menz

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Notas del capitulo:

 

Este capítulo me encantó escribirlo. Es un recorrrido por el condado y al final... espero que el final les deje picadas.

!Putazos!

¡Accio cap 15!

 

Capítulo XV

Cielo Vs Infierno

Cuando todos los que estaban de pie empezaron a retirarse a sus mesas, sus hermanas y ella también volvieron con su familia. La enana no le soltaba la mano a Cristi, estaba feliz de haberla comprado. Angie les hizo una indicación a sus amigos para que regresaran al escenario y continuaran con la música.

-Alejandra, pídele al suplente que suba un momento.- Le ordenó su papá.

-Pero las canciones que vienen son mías.

-Pídele que suba. Tú y yo tenemos que hablar.- El conde tenía el ceño fruncido.

-Claro.- Le hizo una señal a Nico y enseguida su amigo llamó a los demás para empezar con la siguiente parte del show. Su padre se puso de pie pero la condesa le sujetó la mano para detenerlo.

-Guillermo…- Sofía lo miró con una súplica silenciosa. El conde besó la mano de su esposa y caminó hacia una puerta a la derecha.

-¿Qué pasa?- Le preguntó Cristi.

-Nada. Ahora vuelvo.

-Pero…- La chica la detuvo. Se veía preocupada.

-Tranquila, ¿si?- Sonrió para tranquilizar a la azabache. Siguió a Guillermo. La parte exterior  derecha era un jardín, bellamente iluminado. Su papá la esperaba de pie junto a una estatua.- ¿De qué quieres hablar?

 -Explícame ¿qué fue eso?

-Hice lo que tú debiste hacer.  ¿Por qué no sacaste a Cristina de ahí? ¡Eres el conde de Castilnovo, puedes hacer lo que sea!

-¡Precisamente porque soy el conde, no debo hacer lo que se me venga en gana!- Su papá daba manotazos al aire.- ¡Tu deber es comportarte a la altura de nuestra familia!

-¡Se trata de Cristina!

-¡Ella es perfectamente capaz de manejar estas situaciones!

- La actitud de esos puercos la estaba incomodando. ¡No iba a permitir que saliera con alguno de ellos y mucho menos con Alberto, ¿Entiendes?! ¡No quiero a ese imbécil cerca de ella!- La estaba llevando la chingada.

-No estás en posición de permitir algo o no. ¡No tienes ningún derecho!

-¡Claro que sí! Soy la persona que conoce mejor a Cristina, incluso mejor que tú. Sé como se siente con todo esto y sé que esa petición estúpida de conocer mejor a ese pendejo es algo que no le agrada. ¡No dejaré que le impongas algo!

-¡No te entrometas!

-¡Por supuesto que lo hago!  Si no estoy de acuerdo con esto, tengo el derecho de decirlo. ¡Soy parte de esta familia! ¡Tú quisiste que lo fuera!

-¡Ser parte de esta familia no significa desafiarme a cada oportunidad! ¡Deja de oponerte a mis órdenes!

-No lo hago por desafiarte, ¡lo hago porque es injusto! ¡¿No te importa sacrificar a tu hija?!

-¡¿Crees que Cristina sería la única en hacer sacrificios?! ¡Cada generación de esta familia ha dejado algo al servicio del condado! Hemos dado de todo por este lugar. Brazos, piernas…

-¿Y Cristina tendrá que dar su corazón?

-¡Yo también di el mío!- Declaró su padre con agonía en la voz. Se quedó en silencio apretando los dientes, viendo a aquel hombre.- Lo di cuando tu madre se fue. Cuando nunca volvió.- Susurró el conde, como si cada palabra le costara la vida.

-Tú seguiste adelante. Te casaste y formaste una familia.- Dijo al fin, observando como Guillermo tragaba grueso.

-Tú…  ¿Te enfrentarías a mi?- Preguntó al fin el hombre.

-Me enfrentaría a quien sea.- Dijo firme.

-No te atreverías...

-Pruébame.- Guillermo suspiró y le dio la espalda un momento.

-Quiero que entiendas algo.- Dijo su padre después de unos segundos, mirándola a los ojos.- Hay cosas en las que no permitiré tu intervención. Una de ellas es la cuestión del compromiso de Cristina. Si Alberto será el elegido, no lo sé. Pero tampoco es necesaria tu aprobación en ese asunto.

-Y tampoco la tuya. Cristina debe decidir con quién casarse y cuando hacerlo. Además,  ¿No te das cuenta que los matrimonios arreglados son cosa del pasado?

-Para nosotros no.- El conde pensó un poco.- Te prohíbo más enfrentamientos con Alberto. Ya no quiero otro espectáculo. Te ordeno que te comportes de acuerdo a lo que se espera de ti por ser parte de esta familia. Ya me estoy hartando de tener esta misma charla contigo una y otra vez.

-Haré lo que mi conciencia y mi corazón me digan que es correcto.

-¡Alejandra, por favor!- Sí, su papá ya estaba harto. Pero no cedería.- ¿Sabes que es lo que me molesta de esas peleas tuyas con Alberto? Que parecen una competencia.

-¿Qué competencia?

-Una competencia por Cristina.

-Cris no es ningún premio.- Temblaba, enfadada.- Es una chica que merece tener las riendas de su vida. Merece tener la libertad de elegir lo que quiera y a quien quiera. Ella es la más bella y brillante de este condado. Tu deber es procurar su felicidad a costa de lo que sea.

-Sé cuál es mi deber y ella sabe el suyo.-Guillermo respiró hondo varias veces antes de continuar.- Cuando llegaste aquí, recuerdo que Alberto y tú se hicieron amigos.

-Nunca fui amiga de ese imbécil. Él solo quería tenerme cerca para ayudarlo a quedar bien con Cristina. Alberto no es nada de lo que intenta hacerles creer a todos. Cometerás un grave error si continúas con esa idea del compromiso entre ellos. Sería la infelicidad de Cristina y la ruina del condado. Además  Cris se merece a alguien que la ame más allá de cualquier título o riqueza. Que la ame aún si fuera una plebeya, con un empleo en una cafetería.- El conde se rascó la barbilla. Hacía eso cada vez que su paciencia se agotaba.

-Haremos un trato. No apresuraré el compromiso… a cambio de algo.

-¿De qué?

-No quiero más peleas con ese chico.- No era un mal trato. Ganaría tiempo para Cris.

-Bien.- Estrechó la mano de su padre.

-Espero que cumplas tu palabra.

-Yo espero que tú cumplas la tuya.

-Volvamos con los demás.- Podía notar que su papá seguía enfadado. Pero no le importaba. No aceptaría jamás las imposiciones del conde, por mucho que ya se hubiera reconciliado con él.

Cuando se acercaron a su mesa, la condesa le decía algo a Cris, como si la tranquilizara. En cuanto la chica los vio se puso de pie y caminó hasta ella.

-¿Estás bien?

-Si, todo bien.

-Discutieron, ¿verdad?- Cristi le tomó la mano.

-Tranquila, todo está bien.- Se fijó en que Guillermo las observaba.

-Buenas noches, Cristina.- Alguien se les había acercado.

-Buenas noches, Darío.

-¿Me concedes esta pieza?- Cris la miró un momento, como si esperara que ella objetara algo… Pero no sucedió nada.

-Claro.- Darío le ofreció galante su brazo y condujo a Cris a la pista mientras ella sentía que sus tripas explotaban de coraje. Pero, ¿qué podía hacer? Haciendo a un lado la punzada en su corazón, subió de nuevo al escenario.

Tocaba una canción tras otra, mirando a su hermana bailar con Darío. El chico era agradable ¡y odiaba eso! Le enfadaba admitir que Darío le caía muy bien. La azabache  sonreía mientras su pareja de baile le decía algo.

La pista estaba llena. Su hermana bailó con tres chicos más. Al menos le complacía saber que Alberto seguía lo suficientemente ofendido como para acercarse a Cris. Era demasiado orgulloso. Terminó todas las canciones en las que intervendría y bajó del escenario. Necesitaba aire fresco.

Soltando un suspiro caminó de nuevo hasta el jardín. Buscó una banca y se sentó. La música se escuchaba hasta ahí.

Estaba cansada. Había sido un día largo. Bostezó y se estiró. Ya era bastante tarde y el aire estaba frío. Pero necesitaba eso. Sentía sus mejillas heladas.

-Por fin te encuentro….- Escuchó una voz familiar.

-Hola.- Le sonrió amable a Valeria.

-¿Me puedes decir qué te pasa?- ¡¿Tu también?!

-¿De qué?

-Pues tu actitud… Me has ignorado los últimos días.

-Lo siento. He estado algo ocupada, además de enferma.

-¿Pero ya estás bien?

-Sí, ya bien.- La pelirroja seguía con el ceño fruncido.- ¿Qué?

-Dime algo.- Valeria se sentó a su lado.- ¿Solo querías acostarte conmigo y ya?

-¿Qué? ¡No! Claro que no.

-Pues eso parece. Desde aquella noche te has ido alejando de mi. Antes me buscabas y me comías a besos. Pero ahora ya no. ¿Qué? ¿Ya que me tuviste perdiste el interés?

-Valeria… no es eso. Disculpa si me he alejado un poco.

-¡¿Un poco?! ¡Desapareciste! ¡Y luego andas permitiendo que Ileana te bese en público!

-¡Yo no permití nada! ¡Ella se acercó! ¿Qué quieres? ¿Qué le lea la mente?

-¡No seas cínica!

-No es cinismo, solo que no tengo nada con ella. No me interesa en lo más mínimo.

-Entonces, ¿quién te interesa? ¿Con quién andas o con quien te acuestas ahora?

-No ando ni me acuesto con nadie.

-¿Y Cristina?- Su estómago giró.

-Cristina, ¿Qué?

-¿Qué hay con ella? ¿Por qué tantos celos de tu parte?

-¿Cuáles celos?

-¡Ay, Alejandra! ¡Por favor!- La chica se puso de pie, enfadada.- Te pones como una fiera cuando alguien se le acerca. Casi llegas a los golpes con Alberto hace rato. ¿Te acuestas con ella?

-¡¿Qué?! ¡No! ¡Claro que no!- Se puso de pie de un salto, negando enérgicamente con la cabeza.  Eso que había dicho la pelirroja era caótico.- Nunca  pasaría eso entre Cristina y yo, no digas tonterías.

-Por tu bien espero que eso sea verdad.- Valeria se cruzó de brazos y continuó mirándola con enfado.

-Ya. Por favor. No quiero más peleas. He tenido suficiente ya con mi tío.

-¿Te peleas con tu tío?

-Se la pasa regañándome cada  que se aburre.- Bromeo. Aunque Valeria quería seguir enfadada, esbozó una sonrisa.

-Es que eres demasiado rebelde para él... para todos.

-Valeria… yo no quiero lastimarte. En serio.- Se acercó a la chica.- Nunca tuve la intención de que fueras solo un acostón. Me parece que eres una buena persona... algo frívola, debo admitir.- Valeria rio, algo apenada.- Pero me agradas. En este momento tengo muchas cosas en la cabeza. Mi vida familiar es algo… estresante. No se trata de ti, solo que todo esto me está volviendo loca.

-El precio de ser una  San Román.- Valeria entrelazó sus dedos con los suyos. Era una chica hermosa, sexy. Pero no era lo que ella amaba. No era Cris.- Quiero repetir lo de aquella noche.  Te estaré esperando.

La pelirroja le dio un beso cerca de la comisura de los labios y se alejó.

Se quedó sola de nuevo.  Empezó a jugar con la hoja de un árbol, (cuando no se tiene nada que hacer). El cielo se veía hermoso, lleno de estrellas y con la luna enorme. Alguien se acercaba. Era Cristina. Su hermana se sentó donde minutos antes estaba Valeria.

-¿Qué haces aquí afuera?

-Juego con esta hoja.- Cris sonrió. ¡No sonrías!

-¿Estás bien?

-Si, solo algo cansada.

-¿Quieres que nos vayamos?

-No es necesario. Además, estás muy solicitada para bailar.- dijo con algo de rencor.

-Yo solo quiero bailar contigo.- Su corazón brincó de emoción pero intentó no parecer demasiado feliz.

-No podemos bailar.

-¿Por qué no?

-Pues…- Hizo un ademán indicando a las personas del salón.- No creo que les parezca apropiado que bailes conmigo.

-No me importa lo que piensen.

-¿Desde cuando no te importa?

-Desde que tengo ganas de bailar contigo.- Cris la jaló para ponerla de pie.- Además, tú me enseñaste.

-Solo te enseñé vals.

-¿Y qué?-  Su hermana se acercó a ella y colocó una mano en su hombro mientras le sujetaba la otra. Lo  que debía hacer era apartarse, inventar alguna excusa y largarse de ahí. ¿Le saldría bien un desmayo? Pero los ojos de Cris en los suyos le quitaron toda fuerza de escape. Colocó su mano libre en la cintura de la chica. A lo lejos se escuchaba The Way  You Look Tonigth…. Sus cuerpos empezaron  a moverse al ritmo de la canción. Cristi sonreía de manera encantadora mientras dejaba que ella la guiara. Se relajó y empezó a disfrutar del momento. Era increíble como una simple canción y estar con esa chica la hacían olvidarse de todo.  También sonrió, como nunca antes había sonreído en toda su vida, mirando a la hermosa mujer frente a ella. Daban vueltas en ese jardín, que ahora era suyo.  Empezó a canturrear la canción, cuya traducción era perfecta para Cris…

(“Algún día, cuando esté muy deprimido, cuando el mundo esté frío, voy a sentir un resplandor solo pensando en ti y en la manera en que luces esta noche.  Si, eres encantadora con tu cálida sonrisa y tus mejillas tan suaves, no puedo hacer más que amarte  de la manera en que luces esta noche.  Con cada palabra crece tu ternura, desgarrando mis miedos. Y esa sonrisa que arruga tu nariz, toca mi atontado corazón. Encantadora nunca cambies, mantén ese encanto que deja sin aliento, ¿lo harás por favor? Porqué te amo así como  luces esta noche.”)

****** ****** ******

 *****CRIS******

Estaba preocupada por Alejandra. Había desaparecido. ¿Por qué su papá se había enfadado con Ale? Si había sido por la subasta, entonces ella la defendería. Se había sentido tan feliz cuando escuchó la voz de Alejandra haciendo una oferta por ella. Se sintió morir de felicidad cuando bajó del escenario y Ale la abrazó frente a todos. Pero ¿Dónde estaría? Salió al jardín y la vio ahí sentada, sola. Se veía tan guapa con esa ropa, con ese porte… Se había pasado la última hora bailando por compromiso con algunos chicos que no despertaban nada en ella y la única persona con la que quería bailar era esa joven sentada a unos metros… con Alejandra bailaría toda su vida. Pero parecía algo triste, renuente a bailar, ¿Qué importaba si alguien las veía? A ella no le avergonzaba bailar con Ale. Logró que la castaña accediera… la música, el lugar ¡todo era perfecto! Su prima empezó a cantarle esa canción tan bella. Cómo deseaba que cada palabra fuera verdad, que Ale en realidad sintiera lo que le decía… Adoraba verla sonreír, ya no se veía triste. La sonrisa de su prima era lo más bello que había en el mundo. La canción llegaba a su fin… se movió lento, tiró levemente el cuerpo hacia atrás sintiendo las manos fuertes de Ale abrazándole la espalda y ayudándola a erguirse de nuevo, quedando muy cerca de su rostro...

****  *******  *******

****** ALE******

Se quedó unos segundos viendo a Cris a los ojos, tan cerca de ella. Si pudiera quedarse así por siempre, lo haría. A lo lejos empezó a sonar de nuevo  rock and roll… Le dirigió una mirada retadora a Cris, que pareció entender enseguida.  Empezaron a bailar muriendo de risa. ¡Que les importaba la tonta fiesta en el salón! Ellas tenían su propia fiesta. Movía deprisa su cuerpo pero Cris aprendía rápido el paso, ¡no podía con ella! Sus carcajadas era lo único que se escuchaba aparte de la música. Cris tenía el cabello revuelto por tantas vueltas, pero parecía que no le importaba, se veía más contenta que durante toda la fiesta. Ponía toda su atención en esa chica, estaba absorta en ese momento, tanto que no se dio cuenta que unos ojos las observaban a lo lejos.

***** ******

Bajó a desayunar con cara de muerta. Se había metido a la cama a las 3 am y ella era malísima para desvelarse. Sofi y Memo estaban ahí, desayunando ya.

-Ale, ¿necesitas un exorcista?- preguntó su hermanito mientras buscaba que fruta comer.

-Buenos días, niños.- Cris entró al comedor, tan radiante y fresca que ella se sintió ridícula con su pijama. Su hermana le dio un beso en la frente.

-¿Cómo haces eso?

-¿Hacer qué?- Cris se servía leche.

-Verte tan bien. Como si no te hubieras desvelado.

-Hay algo que se llama baño y maquillaje ¿sabes?

-En serio, a veces extraño a la Cristi odiosa y amargada.

-¿Y mis papás? – preguntó Cris a su hermano.

-En el despacho, dijeron que nos apresuráramos para ir a la iglesia.

Cierto, era domingo y había que ir a la iglesia… seguro su tío, tan chismoso como siempre, le preguntaría más sobre Cris y ella. Si no iba ¿se iría al infierno? Mordió de mala gana su pan tostado.

-Hermana, ¿podemos tener nuestro día de niñas hoy?- preguntó Sofi.

-Eh, bueno…- Cris la miró.

-¿Qué?

-Pensaba darte una clase de equitación hoy.

-¿No puede ser mañana?- Eso de andar a caballo realmente no le causaba demasiada emoción.

-Creo que puedo tomarme unas horas de la tarde para enseñarte.

-Pues ahí está. Podemos salir un rato y llevarnos a Sofi.- Llevar a Sofi era genial para sus planes de no estar  tanto tiempo a solas con Cris.- Puede ir con nosotras, es más, ¿Memo quieres ir a nuestro día de niñas?

-Estás bromeando, ¿verdad?

-No, anda ¿Qué tan malo puede ser?

******* ******

-¿Qué has pensado?- Le preguntó Sebastián después de misa, cuando las personas se quedaban a saludar a amigos y conocidos dentro de la iglesia.

-Nada.

-¿Cómo que nada?- Discretamente le dio un zape.

-Oye más respeto, estamos en la casa de Dios…- Se sobó la nuca.

-Él te daría otro, por boba. ¿Cris y tú no han vuelto a besarse por accidente?- Preguntó el cura, burlón.

-No. Eso no volverá a ocurrir.

-Alejandra, por más distancia física y emocional que quieras poner entre ella y tú, eso te será imposible. Lo que sientes te arrojará a ella una y otra vez.

-¿Y qué propones?

-Sinceramente, no lo sé. Solo tengo fe en que Dios ordenará sus caminos.  ¿Por qué no le preguntas qué siente por ti?

-Eso no me serviría de nada. Sin importar lo que ella o yo sintamos… esto es imposible.- Su tío guardó silencio un momento, observando a Cris que en ese momento se encontraba al otro lado de la iglesia.

-Sé que se aman. No hablo del amor romántico… -se apresuró a aclarar su tío.- Sino de ese que va más allá de todo. Sé que sin importar lo que pase, tú siempre la tendrás y ella a ti.

-Y… ¿si un día descubre todas mis mentiras?

-Ese día la unión que tienen será puesta a prueba. Será duro y doloroso. Pero el amor triunfara.

*****  *****

Después de pedir permiso y de que Guillermo insistiera en que dos guardaespaldas los acompañaran, los cuatro fueron a su “día de niñas”. Memo parecía resignado a pasar la tarde con sus hermanas comprando cosas de chicas. Moría de risa con la cara de fastidio de Memo así que mientras Cristi y Sofi elegían unas ropas, ella jaló a su hermanito para ir al local de videojuegos.

-Genial.

Su hermano tomó uno de los rifles y encendió la pantalla frente  a él. Ella tomó el otro rifle y se pasaron los siguientes 30 minutos matando soldados enemigos.

-Oye, Memo, no voltees pero… esa chica de la derecha no te quita los ojos de encima.

-¿Cuál?

-¡Te dije que no voltearas!

-Es muy linda…- Memo se quedó viendo a la chica… y la chica a Memo. Se sentía pendeja ahí parada junto a un puberto de 13 años, con un rifle en la mano.

-Acércate.- susurró apenas moviendo los labios.

-¿Qué le digo?- Preguntó bajito su hermano.

-Pregúntale cuál es su juego favorito e invítala a jugar.

-¿Crees que diga que sí?

-Ve.- Le dio un empujoncito. Memo se acercó a la niña y habló un poco con ella. La chica sonreía complacida. Fueron hasta los simuladores de carreras…Así que ella fue hacia la barra a comprarse unas papas mientras se sentaba a un lado. Se pasó un buen rato ahí sin hacer nada, solo observando a  su hermano con su nueva amiga.

-Ale mira, compramos muchas cosas- Sofi corrió hasta ella y le enseñó la bolsa con compras.

-Oh que bien, ahora tienes más cosas que tía Angie. ¿Quieres papas?

-Si.

-¿Dónde está Memo?- le preguntó Cris, acercándose a ella.

-Por ahí.

-¿Quién es esa niña?

-No sé, acaba de conocerla.

-¿Estás enseñando a Memo como ligar?- Cris se burlaba de ella.

-Puede ser.- Se sentía idiota.- ¿A dónde iremos?

-A comer. Tenemos hambre.

-Yo también.

-¡Ale, tu siempre tienes hambre!- Declaró feliz, Sofi.

-Es que tengo una enorme solitaria en las tripas.- Su hermanita soltó una carcajada.- ¿Y  Memo?

-¿No le enseñaste que hacer en su plan de conquista?

-No seas boba.- ¡Cris no dejaba de burlarse de ella!

 Se acercó a su hermanito e invitó a su nueva amiga, Mariana, a comer con ellos. Mientras caminaban hasta la zona de comida varias personas a su alrededor empezaron a saludarlos, tal y como lo habían hecho con ella en el concierto. Cristina incluso se tomó unas fotos con unas chicas y escuchó las quejas de algunas señoras, que no estaban de acuerdo con el servicio de transporte público. Después de unos minutos de espera, por fin pudieron comer, ante la mirada complacida de los que se encontraban ahí. No era habitual ver a todos los hijos del conde en un lugar público, comiendo hamburguesas y papas fritas. Pudo ver como Memo guardaba el número de Mariana en su celular. ¡Ah mira, que picarón!

A media tarde estaban de regreso en la mansión. Quiso huir a su habitación pero…

-¿A dónde crees que vas, Alejandra?- Cris estaba detrás de ella, sonriendo con malicia.

-Vas a disfrutar esto, ¿verdad?- Preguntó resignada.

-No sabes cuánto.

***** ***** *****

***** CRIS******

Miraba con ojo crítico el trote de Alejandra. Era jueves en la mañana. Se había pasado los últimos días dándole un curso intensivo de equitación a su prima y debía admitir que lo hacía muy bien para ser alguien que detestaba montar.

Le había obsequiado el caballo a su castaña favorita y Corsario parecía muy a gusto con su nueva dueña. Tenían un trote elegante, parecían uno solo.

Ya que las festividades del condado empezarían esa misma noche, las clases se habían suspendido por dos días. En pocas horas, Ale y ella se marcharían a la gira por un par de ciudades, pero quería aprovechar que hacía buen clima para que Alejandra hiciera una última práctica.

Estaba acostumbrada a ver caballos, creció con ellos y la equitación estaba en su sangre pero… nunca había sentido tanta fascinación como la que sentía viendo a Alejandra galopando sobre Corsario.

-¡Ale!- Llamó la atención de la castaña, quien iba unos metros delante de ella.

-¡Jo!- Corsario redujo la velocidad.- ¿Qué pasa?

-Creo que es hora de cambiarnos.- señaló su reloj.  Se suponía que su primer compromiso oficial sería en seis horas.

-¿Una carrerita?- Propuso su prima, con esa expresión de desafío que ponía a veces.

-Creí que detestabas montar.

-¡Oye!- La castaña aplastó las orejas de Corsario.- No digas eso frente a él, puedes herir sus sentimientos.

-No seas boba.- Rio por la estupidez de su prima.

-Digamos que le he tomado cariño al chico.- Ale acarició la crin de su potro.

-Lo haces muy bien.- declaró.- Es como dijo mi madre con respecto a ti y el esgrima. Eres una Castilnovo después de todo, estás cosas se te dan por naturaleza, aunque las detestes al principio.

-Soy genial.

-Sí… Castilnovo y arrogante.

-¿Carreritas?- Volvió a proponer su prima. ¡Había creado un monstruo!

-De acuerdo… a la cuenta de tres.- Se colocaron una junto a la otra, en dirección al palacio.- Uno… dos…-Taloneó a su yegua y salió disparada.

-¡Eh, tramposa!

****** ******* *******

***** ALE******

Hacía poco más de una hora que habían llegado a Denossis, la ciudad más importante de la zona poniente del condado, lugar donde la ganadería era la principal actividad económica. Después de dejar sus cosas en el hotel, el equipo que las acompañaba las preparo para el evento de esa noche. Inaugurarían la expo-feria ganadera.

Ya que Álvaro se había quedado junto al conde, había delegado sus funciones a Luciano, un tipo bastante amanerado que estaba siempre neurótico tratando de que todo saliera a la perfección. Era por eso que Cristina y él se llevaban muy bien. 

Ella se acomodaba la ropa que Luciano había escogido para esa ocasión.  Camisa de cuadros, mezclilla y botas.  En ese momento solo observaba como Cristina revisaba por enésima vez el discurso que tendría que leer durante la inauguración, mientras Luciano daba las últimas indicaciones a Fausto y Milo, sus leales Hombres de Negro, quienes miraban al asistente como si quisieran arrancarle la cabeza.  ¡Ya habían repasado la logística durante todo el puto camino hasta ahí!

El auto se detuvo. Pudo ver como los periodistas corrieron hacia el auto, listos para deslumbrarla con los flashes.

-Esperen aquí un momento.- les pidió Luciano.- Pituca y petaca, bajen conmigo.- Vio como Milo le hacía una seña amenazante a Luciano, antes de bajar y caminar detrás de él.

-Ale…- Cris llamó su atención.- gracias por venir conmigo. Sé que odias todo esto.

-¿Crees que te dejaría sola con Luci?- Así llamaba al asistente.- Son peligrosos juntos.

-Boba.- Su hermana la golpeó con las hojas del discurso.

-Es hora.- Luciano había regresado.  La azabache le entregó el discurso al asistente y respiró hondo.- Alejandra, según el protocolo, debes caminar dos pasos detrás de la vizcondesa.

-Alejandra caminará junto a mi.- Declaró Cristina.

Así que cuando bajó caminó junto a su hermana, mientras los de seguridad las ayudaban a hacerse camino entre los periodistas. Llegaron hasta la zona donde fueron recibidas por el señor Cardeña, presidente de la asociación ganadera, un hombre de mediana edad, fornido, quien parecía estar más feliz que nunca en su vida.

Había muchísimas personas. Luciano les había dicho que en todo el condado había una fiebre por verlas. Y ese lugar no era la excepción. Sentía que estaba siendo grabada y fotografiada por todos. Levantó la mano en señal de saludo y escuchó gritos emocionados, ¿pero que rayos le pasaba a esa gente?

Cuando terminaron de presentarles a los funcionarios de la asociación, tomaron asiento en primera fila para escuchar los discursos.

-Buenas noches a los presentes, les doy la bienvenida a la expo-feria ganadera 75 de Denossis, especialmente a nuestras distinguidas invitadas. Vizcondesa Cristina, un honor tenerla aquí con nosotros.- Dijo el hombre inclinando ligeramente la cabeza, mientras los demás aplaudían.- Señorita Alejandra, un placer conocerla y contar con su asistencia esta noche.- Los aplausos se prolongaron bastante. Cristina le dirigió una sonrisa cómplice, pues durante todo el camino le insistió en que su presencia levantaría mucho más revuelo.- Nuestra ciudad se siente orgullosa de abrir sus puertas a los visitantes. Nos emociona mostrar el desarrollo económico, cultural y social que hemos logrado gracias a tan noble actividad: la ganadería. Este año contamos con la presencia de 225 expositores, más de  5 mil animales, entre ganado bovino, equino, porcino y ovino.  Tendremos competencias de producción lechera y de genética en las categorías bovina y ovina. Y competencia de genética en las categorías equina y porcina. Durante muchas generaciones los hombres y mujeres de Denossis han dejado su corazón en el campo y hemos logrado ser el principal productor y exportador de ganado del reino. Siempre  leales a la Corona, siempre trabajando hombro con hombro con los condes San Román. Vizcondesa, hágale llegar nuestro agradecimiento a su padre, por la fe puesta en nosotros y por todo el impulso que le ha dado a nuestra ciudad. Dígale que la gente de Denossis seguirá poniendo en alto el nombre Castilnovo.- El hombre terminó de hablar entre aplausos.  Cristina se puso de pie para estrecharle la  mano e intercambiar algunas palabras con el sujeto.

Era el turno de su hermana. La chica subió al pequeño escenario y se colocó detrás del pódium. Sonrió como estúpida mirándola. Se veía tan linda, tan segura. La azabache volvió a sonreírle antes de dirigir su mirada a las hojas.

-Buenas noches a esta hermosa ciudad, a todas las personas que nos visitan esta noche…- La chica se detuvo un momento y miró a los presentes. Dejó las hojas con su discurso sobre el pódium, tomó el micrófono y se acercó a la multitud. Vio como Luciano palideció al ver que Cris dejaba a un lado el protocolo. El silencio era absoluto, todos esperaban que su hermana continuara.- ¿Saben algo? La primera vez que visité Denossis fue cuando  tenía cinco años. Recuerdo que mi padre tenía que venir a inaugurar la expo-feria de ese año y yo debía quedarme en casa. Pero lloré para que me trajera con él.- Los presentes rieron.- Cuando llegamos me encontré maravillada por la cantidad de animales expuestos. Mientras mi papá daba su discurso, mis nanas me llevaron a dar un paseo y recuerdo bien que había un anciano que empezó a hablarme sobre el ganado y sobre los caballos… En casa teníamos muchos caballos en ese entonces… y hasta ahora… pero fue hasta que vine aquí que sentí emoción por ellos. Aquí me enamoré de los caballos. Esa es la magia de esta ciudad, el saber transmitir ese amor por el campo, por los animales. Por eso son lo que son ahora, por eso son la principal potencia exportadora de ganado del reino. La cantidad de dinero que esta ciudad genera, sobrepasa las ganancias totales de nuestros condados vecinos. Gracias al trabajo que ustedes realizan y al trabajo de los demás Castilnovences, podemos decir orgullosos que nuestro condado es el más próspero y rico del reino. Y señor presidente, - Cristina se acercó al hombre.- somos los San Román quienes estamos agradecidos con ustedes, somos nosotros los que nos ponemos a su servicio.- La gente empezó a hacer bulla y a aplaudir fuerte.- Muchas gracias por habernos invitado a la inauguración de tan importante exposición ganadera. Y quiero dejar claro que Denossis siempre tendrá en mi a una ferviente admiradora y amiga.- Y ahí la gente se volvió loca. Se puso de pie para aplaudirle a Cristi. Esa chica era genial, ¡genial!  Los flashes y los aplausos parecían interminables. Su hermana le hizo una señal para que subiera con ella al escenario, así que lo hizo.

-¡Que hable! ¡Que hable!- Pedían todos. Luciano corría de aquí para allá sin saber que hacer.

-¿Quieres decir algo?- Le preguntó Cristina, pegándose a ella para hacerse escuchar entre el bullicio.

-No sé que decir.- Pero una de las organizadoras le puso el micrófono en la mano. Poco a poco la gente fue guardando silencio. Ella seguía de pie junto a su hermana, con la mente en blanco.- Eh…- dijo acercando el micrófono a su boca.- hola a todos… sinceramente soy mala para hablar, la que lo hace genial es Cristina. Nunca había venido a esta ciudad y no se mucho sobre su historia, así que no creo poder impresionarles con mis palabras, lo siento.- Dijo algo apenada.

-¡No importa!- Gritó una joven del público.

-Lo que sí puedo asegurarles es que esta chica – dijo mirando a su hermana.- está totalmente loca por los caballos.- los presentes soltaron una carcajada.- Y me sorprendió mucho lo que contó hace un momento, de que fue aquí donde se contagió del amor hacia esos animales. Creo que el hecho de que una persona sea capaz de inspirar tanta pasión en otra, es algo realmente extraordinario. Imagínense lo que significa que toda una ciudad inspire esa pasión…- Aplausos.- Que su ciudad inspire a todo el condado…- gritos.- ¡Vamos a cortar ese listón!- Mas gritos.

-¿Y no sabes hablar?- Se burló Cristina bajando del escenario junto a ella.

-Un breve momento de inspiración.

Con la multitud siguiéndolas, caminaron unos metros hasta donde se encontraban dos guapas edecanes, sosteniendo un listón rojo. Luciano y los publicistas del evento colocaron  al presidente de la asociación junto a ellas para la fotografía oficial. Después de eso, a los tres les dieron unas tijeras. Cuando se le indicó cortó el listón. Enseguida se escuchó música y empezó la pirotecnia. El cielo se iluminó con bombas de colores. Mientras los demás seguían mirando hacia arriba, ella       observó a Cristina que lucía radiante junto a ella. Sintió la mano de Cris rozar levemente la suya…. Entonces la azabache la miró también y entrelazó su dedo meñique al suyo.

***** ***** *****                                      

¡Toc toc!

-¡Señorita Alejandra!

Toc- toc.

-¡Adelante!- Exclamó resignada mientras sacaba la cabeza entre el nido de cobijas. La puerta se abrió y Luciano entró con una hoja en la mano.

- Buenos días, le informo que tiene una hora para bañarse y alistarse para el desayuno. La vizcondesa ya está preparándose.- Ese sujeto parecía un robot. Se movió por el cuarto sin despegar los ojos de lo que leía. Abrió el closet y sacó la ropa que le tocaba usar para la ocasión, colocándola sobre el gancho en la pared.- Inmediatamente después partiremos a Cáliz de Toledo. Será un trayecto de tres horas aproximadamente. Al llegar su prima tendrá una reunión con los productores citrícolas, momento en que usted  asistirá a un festival musical como invitada de honor.- Al menos eso le gustaba. Luciano hablaba sin pausas, apenas respirando.- Posteriormente retornará a su habitación para cambiarse de ropa, ya que cerrarán la noche en un evento cultural en el centro de la ciudad. ¿Tiene alguna duda?- Luci al fin la miró.

-¿Sabes que darán en el desayuno?- El hombre parpadeó varias veces procesando esa pregunta.

-Supongo que comida típica de la región.

-Suena bien.

-Con su permiso.- El asistente salió a toda prisa. Seguro sus siguientes víctimas serían Rocky y Rambo. Estaba segura que cualquier día de esos, sus guardaespaldas le harían una broma muy pesada a Luciano.

Se dispuso a darse un baño y a alistarse lo más rápido posible.

La noche anterior después de cortar el listón, habían dado un recorrido por todas las instalaciones. Había muchos expositores, ganaderos y empresarios. Les fueron explicando sobre los diferentes tipos de ganadería, sobre los socios comerciales dentro y fuera del país, sobre los aranceles a pagar. Cristina compartió opiniones con los expositores, notó que su hermana estaba al tanto del tema  y sabía perfectamente sobre el tipo de actividad económica del lugar. ¡Esa chica era brillante!

Hicieron cerca de dos horas hablando con los expositores, hasta que llegó la hora de cenar. Les tenían preparado una deliciosa cena, junto a todas las personas que se encontraban ahí. ¡Esa gente sí que era hospitalaria!

Cuando terminó de prepararse salió de su habitación.

-Buenos días.- Saludó a Milo y a Fausto, quienes estaban de pie en el pasillo, con sus típicos trajes negros- ¿Alguna invasión alienígena?- Les preguntó.

-Sí, -respondió Milo.- un reptiliano bastante molesto.

-Tal vez un día de estos lo exterminemos.- Terminó Fausto, sonriendo.

-¿Y donde está ese alienígena?- Ya imaginaba la respuesta.

-Con la vizcondesa.- La habitación de su hermana estaba justo a un costado de la suya. Resignada, entró al cuarto.

-Sí, me parece muy bien el maquillaje.- Luciano observaba con ojo crítico el trabajo del equipo que se encargaba de preparar a Cristina.- Señorita Alejandra, ¿desea que le ayudemos con el peinado o el maquillaje?- ¿Qué?

-Alejandra detesta que otro ser humano le toque su perfecto cabello.- Habló Cristina mirándola divertida.

-Ella tiene razón.- Aceptó riendo.

-¿Segura, señorita?- Preguntó la más joven de las asistentes de imagen, quien tenía un peine en la mano y miraba con ansiedad su coronilla.

-¡Aleja esa cosa de mi!

-Es todo chicas, - dijo la azabache poniéndose de pie.- muchas gracias. ¿Podrían dejarme a solas con mi prima?

- ¡Listo, listo! ¡Fuera gente!- Luciano despachó a todas y cerró la puerta tras él.

- A ese tipo le dará un  infarto antes de los 30. ¿Pasa algo?- Quiso saber observando a Cristina sentándose en el colchón.

-No. Solo quería un momento de tranquilidad. ¿Me ayudas?- Cristi le enseñó los zapatos de tacón que estaban  sobre la alfombra del suelo.

-Soy tu fiel esclava.- Se arrodilló frente a la chica y empezó a calzarle los zapatos. Cristina traía puesto un vestido muy lindo que le llegaba debajo de las rodillas. Junto con el maquillaje, el peinado y esa sonrisa… Uuuuff.  No pudo evitar observar con detenimiento las piernas de la azabache. Tardó lo más que pudo con lo que hacía pues no quería levantar el rostro, sentía que estaba sonrojada.- Luces espectacular.- Dijo cuando al fin se puso de pie.

-Y tú tan atractiva.- Su hermana se paró frente a ella y la abrazó. Sentía el rostro de la chica buscando abrigo   en el espacio de su cuello.

-¿Estás bien?- Rodeó el cuerpo de la chica, en un abrazo protector.

-Hueles rico.- Escuchó la risita de Cristi.

-¿Cris…?

-Está todo bien. Solo que las últimas horas hemos estado rodeadas de gente. Supongo que ya me acostumbre a estar a solas contigo y ser simplemente Cristina. Quiero que me abraces un momento. Eso me ayuda a recargar pilas.- Guardó silencio mientras disfrutaba ese contacto. Admiraba tanto a esa chica por todo lo que hacía, por todo lo que sabía. La amaba por todo lo que era. Porque Cristi podía ser tan simple y compleja a la vez.-Ale…- La azabache habló por fin.- gracias.

-¿Porqué?

-No sé.- dijo la chica riendo. Alejó un poco el rostro para poder mirarla a los ojos sin soltar el abrazo.- Por ser tú, por ayudarme siempre, por hacerme reír, por hacer de cada día una fiesta para mi. Sé por qué peleaste con mi padre…. Desde que te enteraste del compromiso que me espera, te opusiste. Recuerdo que pateaste la puerta de mi oficina y entraste armando un escándalo ese día.

-Perdón por eso.- Dijo divertida.

-Cínica, lo disfrutaste.- La verdad sí.- Lo que intento decir es…- La azabache abrió la boca pero no le salieron las palabras.

No las necesitaban. La estrechó fuerte.

-Solo quiero que seas feliz.- Dijo después de largo rato.

-Lo soy. Justo ahora, aquí.

Toc toc.

-Y la felicidad terminó.- Susurró  suspirando.

-Adelante.- Dijo Cris, manteniendo la sonrisa en su rostro.

-Disculpen pero… eh – Luci las observó detenidamente.- lo siento, no quise interrumpir.- dijo el asistente algo contrariado, viendo como Cristina seguía abrazándola por la cintura.

-No te preocupes, ¿pasa algo?- Cris  parecía no tener la más mínima intención de separarse de ella.

-Solo… ya es hora, vizcondesa.- dijo  el hombre con solemnidad.

-Bien, ¿lista?- Le preguntó su hermana, con entusiasmo.

-Lista.- La chica estampó un sonoro beso en su mejilla y se apresuró a salir de la habitación.

***** ******* ********

Todo había salido bien. Estaban ya camino a Cáliz de Toledo. Miraba por la ventana el paisaje verde. En esa zona del condado el terreno era plano, con extensos plantíos de cítricos.

-¿La agricultura aporta tanto dinero como la ganadería?- Le preguntó a la azabache.

 - Toda actividad en Castilnovo genera mucho dinero.- declaró con orgullo su hermana, mientras tachaba algo en las hojas que revisaba.

-Sabes a lo que me refiero.

-La derraba económica es enorme, no se iguala con la de Denossis pero Cáliz genera tanto producto que alcanza para cubrir las necesidades del condado y para exportar. Además ahí está la única fábrica procesadora de jugos de la región, así que se han tenido ganancias millonarias en los últimos años.

-¿Y esa procesadora de quien es?

-Del condado. Los citricultores venden ahí sus cosechas, de las que se extrae el jugo que se vende a almacenes, cadenas de supermercados, tiendas de conveniencia, etc. También la fábrica se encarga de surtir a los mercados del condado con naranjas, mandarinas, limones…

-Sabes todo sobre Castilnovo.

-Es mi trabajo saberlo.- El teléfono de Cristina sonó. La chica revisó el mensaje y sonrió.- Es mi madre. Quiere que te de la buena noticia.

-¿Qué noticia?

- Ya está listo todo para la donación de tu palacete al condado. Después del desfile se anunciará que Castilnovo contará con un nuevo orfanato.

-Genial.-Se apresuró a teclearle un mensaje a Sofía. Esa mujer la había ayudado con todo lo referente a la donación. 

-Nunca se me pasó por la cabeza que donaras esa propiedad. Es la más costosa que te heredó tu padre.

-Me dejó como quince propiedades más, ¿para que quiero tantas?  Soy feliz durmiendo en tu casa.- bromeó.

-Empezaré a cobrarte renta.

***** ***** *****

Cáliz de Toledo era una ciudad impresionante. Era como si la modernidad y lo antiguo se fusionaran ahí. Tenía un aire hogareño que la hacía querer quedarse ahí por siempre. Esa noche no dormirían en un hotel, sino en una pequeña finca en la periferia, donde se podían ver hectáreas interminables de cultivos.

Solo tuvieron algunos minutos para comer algo rápido y cambiarse de ropa, pues aprovechando su presencia en la ciudad, Guillermo había convocado a una junta con inversionistas extranjeros, misma en la que Cristina lo representaría.

Se quedó de pie observando como la camioneta que transportaba a su hermana se alejaba, mientras ella esperaba el auto que la llevaría al festival musical al que había sido invitada.

Milo le abrió la puerta para que subiera.

-¿Por qué tanta seguridad?- Le preguntó a su guardia que ya había tomado asiento en el lugar del copiloto.

-Órdenes de su tío. Hay rumores de que existen grupos violentos por la zona.- Se quedó callada observando la escolta que la custodiaba.  Pensó en Cristina.

-¿Cuándo hombres cuidan a mi prima?

-Ocho en su guardia y diez más a su alrededor, colaborando con la policía local.

-¿Por qué mi tío nos mandó a este lugar si hay rumores de violencia?

-Señorita... en todo el condado hay rumores. Los radicales de la Corriente aprovechan las festividades para recordarnos el odio que sienten.

-¿Cuántos hombres me cuidan?

-Quince.

-Déjame solo a cinco. Envía los demás con Cristina.

-No puedo hacer eso….

-Es una orden.

-Pero señorita, usted también necesita protección.

-Ella es la vizcondesa. El condado puede sobrevivir sin mi, pero no sin ella. Envíalos.- Dijo firme. Milo se quedó inmóvil un momento mirando su radio, seguramente debatiendo con él mismo. Después de unos segundos escuchó a su guardia dar las indicaciones por la frecuencia radial. Vio como dos camionetas rompían filas y se encaminaban hacia la dirección opuesta.

No tardaron mucho en llegar  a su destino. Mayormente había adolescentes y adultos jóvenes. Leyó los carteles pegados en la alambrada a un costado, sería un concierto tributo a bandas de rock en español. Fantástico.

Cuando le indicaron descendió del auto.

-¡Es Alejandra!

-¡Mira por aquí!

-¡Una foto!

-¡Cristina es muy linda!

-¡Lo es!- Respondió divertida.

Dos chicas vestidas con jeans y camisetas negras se le acercaron.

-Alejandra, bienvenida. Somos del staff.

-Hola.- Sonrió cuando vio a unos chicos queriendo tomarle una fotografía.

-Por aquí por favor.

Saludó a todos los que se encontró a su paso, hasta llegar tras bambalinas donde estrechó la mano del chico que había organizado todo eso y la había invitado. Era un viejo conocido de Nico. Intercambió algunas bromas con los músicos que estaban esperando que el evento comenzara.

-Alejandra, ¿te podemos entrevistar? Es para nuestro canal de Youtube.

-¿Cómo se llama su canal?

-“Cindy te lo cuenta”

-¿Tu eres Cindy?- La chica asintió.- Claro, entrevístame.

-Será una transmisión en vivo, ¿te parece?- Levantó ambos pulgares. Cindy le hizo una indicación a sus compañeros. Una chica que sostenía la luz y micrófono y un chico con una pequeña cámara.- Hola a todos, yo soy Cindy y estamos  completamente en vivo a solo unos minutos de empezar con este concierto tributo al rock en español, aquí en mi querida ciudad, continuando así con las festividades anuales del condado. Esta tarde tendremos la participación de ocho bandas. En breve se arrancará con esta tarde de música. Y… ¿A que no saben quien está aquí junto a mi? ¿Alguien adivina? ¡Nada más y nada menos que Alejandra de Castilnovo, nuestra San Román favorita!- Admitió la chica sonrojándose. La cámara abrió la toma, haciendo que ella saliera a cuadro.- Muchas gracias por concedernos estos minutos.

-Es un placer.

-¿Qué le ha parecido la ciudad?

-Me ha parecido genial. Me han dado ganas de vivir aquí. Y, ¿te puedo pedir algo?

-Por supuesto.- dijo la chica mirándola embelesada.

-Háblame de tú.- Los que estaban a su alrededor rieron. Escuchó también más risas y se percató que estaban transmitiendo la entrevista en la pantalla gigante detrás del escenario.

-Si insistes. Alejandra, tú eres músico… ¿tocarás algo esta noche?

-Si me prestan una guitarra, con mucho gusto.

-¡Yo te la presto!- Exclamó una chica bastante guapa que estaba a unos metros de ella.

-Ahora, Alejandra… mi canal no es solo de entretenimiento, también informamos de los principales acontecimientos del condado y del mundo. Nos gusta ser críticos. Así que si no te molesta responder… ¿a tu familia le parece bien que seas tan rebelde?- Soltó una carcajada e hizo una mueca pensativa.

- Sinceramente creo que mi rebeldía los tomo por sorpresa. Y siendo honesta he recibido algunas llamadas de atención por eso. Pero también quiero dejar claro que mi familia siempre me ha mostrado su cariño y respeto por la forma en que soy.

-Se ha comentado mucho que le has contagiado esa rebeldía a la vizcondesa, cosa que a nosotros nos parece genial, ¡¿o no, chicos?!- Escuchó la bulla.

-Cristina es genial.- dijo contenta.- Creo que el hecho de que casi tengamos la misma edad ha hecho que nos entendamos mejor. Es por eso que dicen que le he contagiado la rebeldía, porque todo el tiempo estamos juntas. Lo que puedo asegurarles es que ella es una persona totalmente comprometida con el condado, es una chica muy inteligente, creo que la más inteligente que conozco.

-¿Y que hay sobre  lo que todos especulan después de tu asistencia a aquel concierto, en que hiciste un gesto bastante polémico?

-Oh vaya, aún lo recuerdan.- dijo riendo.- Pues… espero que esta respuesta no  me traiga otra llamada de atención. Creo que todos los seres humanos tenemos el mismo valor por el simple hecho de ser personas. Es verdad que vivimos bajo un sistema político ya establecido, pero eso no quiere decir que debamos ser déspotas o creer que los demás valen poco a nuestro lado. Lo que debe prevalecer siempre es el respeto hacia los demás. Debemos ser tolerantes con los que actúan, visten, hablan o piensan diferente. Eso es lo que hace mágica la vida, los diferentes colores del paisaje. Como bien dijo mi prima en Denossis, los San Román estamos al servicio del condado y somos amigos de sus habitantes. A fin de cuentas todos somos Castilnovo.

-¡Eso!- Escuchó aplausos fuertes.

-¡Bien dicho, Ale!

-Vaya… esa respuesta fue aplastante.- reconoció Cindy.- Creo que hablo por todos al asegurar que nunca se había sentido tanta cercanía con los San Román.  Alejandra, ¿Cuál es tu rol en la familia?

-Pues trabajo directamente con Cristina, en cosas oficiales del condado o en asuntos privados de la empresa. Al principio me aburría terriblemente, pero ya le agarre la onda.- a Cindy se le escapó una carcajada.

-No hablas como una aristócrata.- Señaló la chica.

-Soy una aristócrata cool.

-¿Qué haces en tu tiempo libre?

-Le doy rienda suelta a la pereza. A veces me pongo a componer, a ver series, a leer, a pasar el rato con mis primos.

-¿La vizcondesa que hace?

-Casi lo mismo.- dijo divertida.- Somos fanáticas de las series, además a ella le gusta mucho leer. Casi siempre la encuentro leyendo alguna novela, totalmente concentrada.- Imitó la expresión seria de su hermana.

-Por último, ¿quieres decirle algo a nuestros amigos de internet?

-Sigan disfrutando del contenido de este canal, Cindy es muy divertida.- La aludida sonreía encantada.

-¡Ya escucharon amigos! Seguiremos con estas pequeñas cápsulas a lo largo de todos los eventos en la ciudad. ¡Cambio y fuera!- La transmisión se cortó.

-¿Lo hice bien?

-Genial. Creo que este video romperá nuestro record de vistas. Gracias.

-Un placer ayudarte.- dijo estrechando la mano de la chica.

***** ***** ******

El evento comenzó. Estaba feliz disfrutando de la música. Le habían insistido en que ocupara el lugar que le tenían reservado en un pequeño palco improvisado pero había rechazado tal cosa. Se colocó delante del escenario, de pie como todos los demás. Se tomó una selfie con los músicos detrás de ella y se la mandó a Cristina.

-“Mira como sufro”.- Le escribió. Minutos después su hermana respondió.

-“Te odio >.<”

Había pasado cerca de una hora desde que el evento había comenzado. La banda que estaba tocando era la de Thiago, organizador del evento, conocido de Nico.

-Para terminar con nuestra presentación, quiero invitar al escenario a una excelente músico. ¡Alejandra, sube!- ¡Genial! No tardo ni tres segundos en trepar corriendo. ¡Sí, música! Tomó una guitarra eléctrica mientras Thiago le susurraba al oído la canción. Asintió y se acercó al micrófono.

-Un placer compartir el escenario con ustedes.- dijo mirando al chico. La batería empezó con el ritmo. - Como dijo el gran Alejandro Sanz, “la vida es un milagro y la música nos lo recuerda”.-  Rasgó los primeros acordes en la guitarra mientras todos gritaban y brincaban reconociendo “Persiana Americana”.- Thiago cantaba y lo hacía muy bien. Ese era uno de esos momentos en que no querría estar en ningún otro sitio en el mundo. Podía ver el sol de media tarde a su derecha, mientras las máquinas de humo llenaban el escenario.

-Sé que te excita pensar hasta dónde llegaré…- cantaba el chico.

Todos los presentes coreaban. Todos los eventos en el condado deberían ser como ese. La canción terminó y los aplausos, gritos y escándalo se alzaron.

-Muchas gracias.- Dijo de nuevo al micrófono, para después entregándole la guitarra a uno de los músicos.

Apenas había puesto un pie en el primer escalón cuando escuchó un terrible estruendo. Vio como todos se tiraban al suelo por inercia.

-¡Alejandra!- Milo la jaló de la ropa, hasta el suelo de la tarima. Sentía a su guardia protegiéndola con su cuerpo.

-¡¿Qué pasa?!

-¡Una detonación!- Alzó la cabeza y vio humo negro levantándose por el oriente.

-¡CRISTINA!- Gritó desesperada zafándose del agarre de su guardia.

-¡Alejandra, no!- Pero no hizo caso, bajo de un brinco del escenario, con Milo corriendo detrás de ella. ¡¿Dónde carajo estaba el auto?! Todos los presentes estaban asustados y se escuchaban gritos provenientes de las últimas filas. Observó hacia ahí y vio a muchas personas usando pasamontañas negros, que venían con bates y ¿navajas? Las sirenas empezaron a sonar a los lejos mientras ahí empezaban los golpes y empujones. Tenía que salir de ahí, tenía que encontrar a Cristina.- Por aquí.- Milo y los cuatro guardias más la guiaban entre la multitud para lograr llegar al auto.- ¡Tengo a Hedwig! ¡Tengo a Hedwig!- Decía Milo por el radio, pero nadie respondía. Miró la pantalla de su celular y no tenía cobertura.

-¡Ahí está!- Un tipo enmascarado la señaló.- ¡Atrápenla!- ¿Qué?

-¡Protéjanla!- Bramó Milo, empujando a todos para lograr llagar al auto, que solo estaba a unos metros más. Su corazón latía fuerte. Sus ojos seguían puestos en el humo negro que se levantaba imponente por el cielo.

Cayó al suelo cuando varios tipos derribaron a sus guardias. Era una batalla campal. Alguien la jaló de la pierna. Estrelló su pie en la cara del encapuchado y se paró rápido.

-¡Corre!- Le gritaron. Llegó al auto, pero Milo y los demás seguían en la trifulca.

-¡Ah!- Unas chicas a unos metros intentaban huir de varios encapuchados que las tenían aprisionadas contra la valla. Se subió al carro y aceleró, atropellando a los agresores. Bajó de un salto, acercándose a las muchachas, mientras los tipos estaban inconscientes en el suelo.

-¿Están bien?- Las tres estaban asustadas pero aparentemente sin un rasguño.- Huyan.- Las chicas corrieron hacia la calle, donde  varios policías tenían sometidos a algunos encapuchados. Alguien le dio un golpe en la cabeza. Se tambaleó pero logró enfocar la vista.

-Te tengo.- Esa voz…

-¡Déjala en paz!- Vio como un chico estrelló  una cámara en la cara de su agresor. Era el chico de la entrevista. El sujeto de la máscara empujó al camarógrafo, queriendo golpearlo. Quiso intervenir pero Cindy y varias personas más llegaron a ayudar. El enmascarado brincó la cerca al verse superado. Vio como algo se le había caído al saltar. El chico de la cámara lo tomó del suelo. Era un radio.

Sonaba con mucha interferencia. El camarógrafo pegó el aparato a su oreja, en un intento por escuchar. Su expresión fue cambiando…

-¿Qué dijeron?- Preguntó con un hilo de voz.

-Van… por la vizcondesa.

 

 

 

 

 

Notas finales:

 

¿Que tal? ¿Me dejan besarles una nalga? Ok, demasiada perversión.

 

¡Travesura realizada!


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