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De Aristocracia y Otras Estupideces. (New Version) por Menz

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Notas del capitulo:

¡Más putazos!

 

 

¡Accio cap 16!

Capítulo XVI

¡No Se Metan Con Mi Amor!

 

-Van… por la vizcondesa.

Se le fue el aire al mismo tiempo que escuchaba como un zumbido aumentaba en sus oídos. Por primera vez en su vida estaba realmente aterrada.

Iban por Cristina. Se la llevarían… ¡No, no no!  Sintió como en una milésima de segundo su cuerpo se electrificó. ¡Estaba furiosa!

Los asistentes al concierto habían ayudado a Milo y a los demás guardias a someter a varios encapuchados.

-¿Todo bien?- Le preguntó su escolta, quien tenía un corte en la mejilla.

-Sí, todo bien.- Hablar le costaba. Estaba temblando de ira.

-Vamos, tengo que ponerte a salvo.

-Debo ir por Cristina- Esquivó a Milo para subir al auto pero el hombre la detuvo.

-Tengo que sacarte de esta ciudad, ¡es mi trabajo!

-¡No la dejaré aquí!

-¡Por favor!- Milo estaba impaciente.

-¡Iré por Cristina! Tu sabes que jamás la dejaría atrás. Esos imbéciles… ellos no…. ¡ELLOS NO LA TOCARÁN! ¡AUNQUE TENGA QUE MATARLOS A TODOS, NO SE LA LLEVARÁN!- Sentía tantas ganas de golpear cosas, de destruir todo. Echaba humo por las orejas. Los presentes observaban la escena, estupefactos.  Su guardia pensó un momento.

-¡Vámonos!- Milo apresuró a sus compañeros.- ¡Iremos por la vizcondesa!-¡Sí! El camarógrafo le entregó el radio que había recuperado del suelo.

Se apresuró a subir como copiloto del auto, junto a Milo y un guardia más, mientras los demás corrían hacia los policías para solicitarles patrullas y motos. Pero los policías tenían a tantos detenidos que solo les prestaron dos motos y una patrulla con dos oficiales.

-Abróchate el cinturón.- Milo aceleró y el coche salió disparado.- ¿Alguien me copia?- Preguntaba el hombre por el radio. Nada. Su celular seguía sin servicio, ¡¿Qué rayos estaba pasando?! ¿Por qué todo se había salido de control en apenas un segundo? ¿Quién estaba detrás de eso? Seguramente en esos momentos, su familia ya sabría que algo malo estaba pasando. Se sentía tan  impotente, desesperada. Por muy rápido que fueran, ella sentía que iban más lentos que una tortuga. ¿Qué había pasado con Cristina? ¿La habían emboscado en la reunión? ¿Saliendo? ¿Entrando? ¡¿Qué rayos estaba pasando?!

-Esto no sirve.- El radio de los encapuchados tenía mucha interferencia pues traía la antena quebrada.

-Busca en la guantera.- Ahí encontró una antena. Se apresuró a cambiarla.

-… Se dirigen a la finca. Van en dos camionetas, solo algunos guardias lograron acompañarla. Ella está en la camioneta de adelante.- Cristina. Aún no la atrapaban. Milo giró el volante para tomar una salida rápida para la finca. No respetaron ningún señalamiento de tránsito. La bocina del auto no dejaba de sonar. La gente en la calle estaba asustada viendo el humo, escuchando las sirenas de los vehículos de emergencia.

-¿Me copian?- Decía el guardia de atrás, según le parecía recordar se llamaba Beny.- ¿Hola?

-¡S.O.S.!- Su corazón dio un vuelco cuando escuchó una voz saliendo de la radio que tenía Beny. Era la frecuencia que usaba su escolta.- ¿Alguien me copia?

-¡Te copio!- Beny intentaba establecer comunicación pero parecía que los otros no lo escuchaban.

-¿Hay alguien ahí? ¡Necesitamos ayuda! ¡Son demasiados!

-¡Ya vamos!

-¿Beny?

-¡Sí! ¿Cuántos son?

-Nosotros solo ocho.- Reconoció la voz de Fausto.- Ellos son docenas.- Vio como Milo apretaba con más fuerza el volante, tanto que sus nudillos quedaron blancos. Fausto era su mejor amigo.

-¡Aguanta, estamos cerca!- Exclamó Milo presionando el botón de su chícharo, que milagrosamente aún conservaba abrochado a su camisa. Del radio solo se escuchaba lluvia de nuevo- ¿Fausto? ¡Fausto! ¡Puta madre!

-… Tengan listo el bloqueo de la finca. Déjenlos llegar hasta ahí y cierren el círculo a su alrededor.- Decía una voz desde el radio enemigo que sostenía.- ¿Dónde está Alejandra? ¿La tienen?

-Escapó.- Respondió una voz algo temblorosa.

-¡¿Cómo que escapó?! ¡Son unos imbéciles!

-Tranquilo,- se le erizó la piel al escuchar la calma de esa voz. Estaba horriblemente grave y distorsionada.- Alejandra nunca se iría sin su querida prima. Irá a buscarla. Las quiero a las dos, vivas.

-¡Ya escucharon al jefe! Atrápenlas, cueste lo que cueste.

-Milo, Beny…- dijo con la garganta reseca viendo hacia el frente mientras las calles pasaban veloces. Escuchaba las sirenas de las patrullas que venían detrás de ellos.- La prioridad es poner a salvo a Cristina, ¿entienden?

-Las pondré a salvo a las dos.- Respondió Milo.

-Ellos son más. Si por algún motivo me quedo atrás, llévate a Cris. ¿Entendiste, Milo?

-No me pidas eso.

-¡Es una puta orden!- Gritó enfadada. Después  de varios segundos, Milo asintió con la mandíbula apretada. Sabía que ponía en un predicamento a su escolta pero no le importaba. Nada le importaba. Solo sacar  a su hermana de ahí.

-Nosotros también somos muchos. Mira atrás.-  Le dijo Beny. Giró el rostro y se quedó con la boca abierta. No solo las seguían  sus hombres y los policías… ¡Las personas de la ciudad también iban con ellos!  Camionetas, autos, ¡Todos los acompañaban! Conforme avanzaban, los citadinos subían a sus vehículos y se unían a ellos. Pero, ¿Cómo sabían lo que ocurría? Entonces vio como algunos  chicos con los que había hablado en el concierto,  iban en varias motos y se detenían a informar a los que se encontraban en las calles.

-Escuche.- Empezó a hablar Milo mirando el retrovisor.- No sé quienes sean esos tipos que nos atacaron, pero ninguno de nosotros permitirá que se salgan con la suya. Le prometo que en unas horas más estará en casa, con toda su familia, incluyendo a la señorita Cristina. Nuestros compañeros no saben que van a una trampa. Lo que haremos será romper el bloqueo y buscar refugio en la finca hasta que su tío nos saque de aquí. Conociéndolo, seguramente está furioso queriendo hacer explotar a esos sujetos.

Miró el humo negro que seguía alzándose… ahora notaba que estaba más al sur. ¿La explosión no fue en la fábrica? De ambos radios solo les llegaba interferencia y sonidos extraños. No podían entender nada.

-Ahí están.- A unos 200 metros vio la estrada de la finca y varias camionetas tapándoles el paso. Había demasiados hombres esperándolos.

Milo sacó la mano para indicarles a sus compañeros que se les fueran encima a los otros. Y eso hicieron.

-¡Sujétense!

Milo giró hacia la derecha, haciendo que el auto derrapara y golpeara a varios encapuchados que salieron disparados. Una de las patrullas se impactó contra las camionetas, logrando hacerlas girar.

Bajó rápido del auto. Sus dos guardias se colocaron a sus costados para  protegerla. El caos empezó. Solo sabía que tenía que golpear a los que tenían pasamontañas.

-Hay que quitar el bloqueo, solo así pasará el comboy de Cristina.

Beny le hizo una seña a los otros hombres de negro para que los acompañaran. Unos tipos con navajas se le fueron encima, momento en que unas personas de la ciudad se bajaron de su camioneta y se tiraron sobre los tipos para intentar repeler su ataque.

Tomó un bate que había rodado hasta sus pies y golpeó las costillas de uno de esos que atacaban a Milo. Dio un salto esquivando una cuchillada, giró sobre su propio eje y remató a su atacante con la punta del bate, haciéndolo caer al suelo, mientras Beny le daba una patada que lo dejó inconsciente.

-¿Quién te enseñó eso?- Le preguntó el hombre.

-La condesa.- En ese momento agradeció que la hubieran obligado a tomar clases de esgrima.- ¿Cindy?- Ella y varios chicos del concierto  habían hecho una formación tipo espartana, empujando a varios encapuchados hacia un costado para apartarlos de la entrada a la finca.

-¡Moveré esa camioneta!- Le gritó Beny, corriendo hacia el vehículo para conducirlo hacia un costado.

Un hombre la sujetó de la camisa, haciéndola caer. Rodó por el suelo intentando huir pero dos más llegaron. Entre tropezones se  puso de pie y le dio un batazo a uno de ellos, haciéndole gritar de dolor. La sangre escurrió por  el pasamontañas. Esquivó el agarre del otro, golpeándole los testículos con todas sus fuerzas, sacándolo de combate. Alguien la empujó hacia adelante, hacia donde estaba otro encapuchado, quien  le dio un puñetazo en el estómago. Cayó de rodillas, sin aire.

-Te tenemos. Y pronto tendremos a tu primita.- Dijo burlándose uno de ellos.

- ¿A que sabrá una vizcondesa?- Dijo otro lascivamente.

-Hijo… ¡de puta!- Se le fue encima al sujeto, cayendo de nuevo con él, dándole golpes por todas partes, ¡lo mataría! La empujaron hacia adelante, haciendo que golpeara su cara en el pavimento. Encontró una navaja a unos metros de ella. Se arrastró para agarrarla, ¡Sí!  La jalaron de una pierna y sintió que la fricción del suelo le quemaba el cuerpo.

-¡¿Cómo te atreves?!- El hombre al que había golpeado estaba furioso… pero ella más. Vio como Beny peleaba a puñetazos con uno de sus atacantes, mientras Milo estaba a un par de metros sometiendo a otro.- ¡Te haré mirar cuando esté disfrutando de tu amada prima!

-¡AAAH!- Bramó encabronada. Tomándolo por sorpresa, le cortó la cara al tipo quien cayó al piso, intentando contener la sangre que brotaba de su rostro.- ¡VETE AL INFIERNO!- Se le fue encima y le clavó la hoja  de nuevo, ahora en el pecho.

-¡Alejandra!- Milo la jaló para evitar que siguiera atacando al imbécil ese.

-¡LO MATARÉ! ¡Suéltame!

-¡Ya está fuera de combate!

-¡Deja de quejarte!- Beny le dio una patada en la cabeza al hombre, para que dejara de chillar.

Entonces escuchó el sonido de unos neumáticos rechinando. Las camionetas negras aparecieron por la esquina derecha.

-¡Ahí está!- Varios encapuchados corrieron hacia los vehículos.

-¡Protejan a la vizcondesa!- Gritó a todo pulmón Milo. La camioneta de adelante se estrelló con una parte del bloqueo que aún no lograban mover. Varios hombres de negro se bajaron, ¿Dónde estaba Cristina?

Y el círculo se cerró. En pocos segundos los tenían rodeados más camionetas enemigas. Pero de quien sabe donde, más citadinos salieron al contra-ataque.  Aquello era un caos total. Era una lucha cuerpo a cuerpo. La gente se había armado con palos, piedras, cables, lo que sea era bueno para defenderse a los encapuchados.

-¡En mi ciudad no, pendejos!- Gritó un tipo que lideraba a un grupito de citadinos que corrían detrás de varios encapuchados que intentaban escapar con vida de la multitud enfurecida.

Estiró el cuello para ver mejor. Cristina no iba en la primera camioneta, iba en la segunda. Pudo verla a través del parabrisas. 

La chica también la miró y por un segundo sintió que el caos se detuvo.

-Todo estará bien…- susurró. Por alguna razón sabía que Cris la había entendido.

Varios encapuchados atacaron la camioneta. Los guardias ya habían bajado para intentar contenerlos, dejando a la azabache encerrada en el interior.

Corrió hacia ella.

-¡Espera!- Gritaron Milo y Beny a la vez.

Pero no esperó.

Sus ojos estaban fijos en su objetivo. Esquivo, brincó, golpeó, empujó. Tenía que llegar a ella. Solo estaba a unos cuantos metros de la entrada de la finca. Debía poner a salvo a Cristi, aunque tuviera que morir para lograrlo.

Sintió que el mundo giró con violencia cuando alguien la tacleó y cayó con fuerza al suelo polvoriento.  La cabeza le daba vueltas y sentía un intenso dolor en su costado.

-Sí que me has dado trabajo hoy.- Escuchó decir a alguien. Haciendo un gran esfuerzo logró ponerse en pie, tambaleante. Había rodado hasta el otro extremo del bloqueo, por el lado de la finca. A un lado pudo ver a muchas personas en el suelo, heridos, ¿muertos? Otros más estaban siendo esposados por policías o algunos citaditos los mantenían contenidos contra el suelo.

-¿Qué quieres?

-Quiero que sufras.- De nuevo esa voz. Era el tipo que la atacó en el concierto.- Quiero que todos ustedes sufran.  Mi misión es llevarlas a Cristina y a ti con vida, pero… no estoy muy seguro de eso.- El tipo sacó un revólver. No había visto que los demás tuvieran armas, solo navajas y objetos contusos.

Se irguió desafiante, mirándolo a los ojos.

-¿Crees que te tengo miedo?

-Deberías.- El tipo la apuntó y jaló el martillo, haciendo que la recamara y el cañón se alinearan. Estaba listo para dispararle.-  No sabes como disfrutaré esto. ¿Quieres decir tus últimas palabras?

- Cristina sabe conducir.- Dijo sonriendo de lado.

-¿Qué?

El tipo volteó pero no tuvo tiempo de reaccionar. La camioneta lo embistió y lo proyectó contra la reja de la finca. Se quedó ahí, inmóvil.

Cristina bajó del asiento del conductor. Se quedó unos segundos de pie, observándola.

Los ojos de la azabache se empañaron.

Dio grandes zancadas para llegar a la chica, quien se le echó encima.  Estrechó a Cristina desesperadamente, levantándola del suelo. No podía contener la emoción, sentía las lágrimas brotando de sus ojos.

-¿Estás bien?- Le preguntó con un hilo de voz, tomándola del rostro para verla mejor. La chica asintió llorando.

-¿Y tú?- La azabache se aferraba a ella jalándola de la ropa, pegándose tanto a su cuerpo, que dolía.- Tienes sangre en la cara.

-Estoy bien.- Y era verdad. Se refugió en el cuello de Cristi, aspirando su aroma. Todo estaba bien. Estaban juntas.

-¡Ahí están!- Se puso alerta de nuevo y se colocó delante de Cris para protegerla con su cuerpo.

Pero no eran enemigos. Eran Milo y Fausto, los apuestos compadres. Los dos traían la ropa hecha girones y estaban heridos.

-¿Todo bien?- Preguntó Fausto, presionando un pedazo de la tela de su traje contra una herida en la cara.

-Excelente.- Contestó Cristina abrazándose a ella.

-Ya puedes bajar de ahí, llorica.- Beny había abierto la puerta trasera de la camioneta, ¿a quién le hablaba? Luciano bajó. Estaba temblando.

-¡Eso fue horrible!- Gritó histérico abrazando a Beny.

-¡No me abraces!

-Las llevaremos a la finca. Ya tenemos controlados a esos imbéciles.- Milo.

-Esperen.- Se acercó al tipo que había querido dispararle. Le quitó la máscara.

-¿Sergio?- Cris estaba incrédula. Era el mismo chico al que había golpeado en una ocasión. Sergio empezó a quejarse y abrió los ojos. Le dio un puñetazo, dejándolo inerte de nuevo.

-Llévenselo.- Le dijo a unos oficiales que se acercaron. Enseguida lo esposaron y lo llevaron arrastrando.

-Estás herida.- Su hermana se había acercado de nuevo y le acariciaba la cara, con sumo cuidado.- Necesitas atención médica.

-Estoy perfectamente.- Sentía que la habían pisoteado veinte elefantes. Pero estaba feliz. Sonreír le dolía pero no podía evitarlo. - ¿Desde cuando sabes conducir?

-No sé. Yo solo subí la palanca a “D” y pisé el pedal.- Eso le hizo mucha gracia.- No iba a permitir que ese imbécil te lastimara… Tuve tanto miedo de perderte.- Dijo Cris pegando su frente a la suya y volviendo a llorar.

-Tranquila, aquí estoy. Sana y salva.- Sentía la cálida respiración de Cris, golpeando su piel.

-Sana no. Necesitas atención médica.- Volvió a decir su hermana secándose las lágrimas.

-Primero quiero ver como están los demás. Mucha gente nos ayudó. Si no fuera por ellos nos hubieran hecho trizas.

Tomó la mano de Cristina pero en lugar de correr a la finca, fueron hacia donde había sido el desmadre. Caminaron entre las persona, unas estaban sentadas en el suelo, descansando. Casi todos tenían heridas, las ropas sucias, rotas y con sangre. Era como recorrer el terreno después de una feroz batalla. Vio a Cindy y a los demás chicos.

-Hola.- Los saludó.- Ellos me ayudaron a escapar en el concierto y ayudaron aquí también.- Le dijo a Cristina.

-Vizcondesa, un honor.- Como era costumbre, todos hicieron una pequeña inclinación de cabeza ante Cris.

-Muchas gracias.- Dijo la azabache abrazando a Cindy, quien se quedó inmóvil un momento hasta que soltó una risita nerviosa.- Gracias, de verdad.- Su hermana fue abrazándolos uno a uno.

-Amigo, te debo una cámara.- Dijo estrechando al camarógrafo que la había defendido.- ¿Cómo te llamas?

-Mateo.

-Gracias, Mateo.- Ahora fue Cris la que abrazó al chico, estampando un afectuoso beso en su mejilla.

Estuvieron unos minutos con los heridos. Estaba profundamente conmovida por la forma en que toda la gente salió a ayudarla. Hombres y mujeres, jóvenes y mayores.

Algunos de los hombres de negro ayudaban a los policías a esposar a los encapuchados que habían logrado detener. Otros habían escapado.

Las ambulancias también estaban ahí atendiendo a los heridos. Vio al hombre al que le había clavado una navaja, siendo subido a una ambulancia. Tenía las manos esposadas a la camilla.

 Las ayudaron a subir al capó de un auto para hacerse ver.

-Hola a todos.- Dijo con voz potente. Los presentes concentraron su atención en ella.- Solo quiero agradecerles lo que hicieron por nosotros.- Hizo un ademán para señalar a su equipo de seguridad, a Cris y a ella misma.- La intención de esos hombres era secuestrarnos y lo hubieran logrado si no hubiéramos contado con su apoyo. Siento que unas palabras o un “gracias” no bastan para expresar lo conmovida y agradecida que estoy. Quiero que sepan que esto nunca lo olvidaré y tendré una deuda eterna con esta ciudad. - Ahora era el turno de Cristina. La chica carraspeo para recuperar el control de su voz.

-Hoy es un día que estará grabado siempre en nuestra historia.-La chica sonaba un poco gangosa.- Esas personas que cometieron esos actos de terror han fracasado en su intento de atemorizarnos. En lugar de eso hemos peleado, nos hemos defendido.

-¡Les pateamos el trasero!- Gritó Thiago. Hubo bulla general de aprobación.

-Así es.- dijo Cris, riendo.- No era la forma en que esperábamos celebrar al condado, pero aquí estamos. Demostrando nuestro valor, unidos. Mil gracias por ayudarnos, por protegernos.- Cris tomó su mano.- Gracias por cuidar a mi familia… por salvar a Alejandra cuando intentaron llevársela. - Dijo con la voz quebrada. – Gracias.- La abrazó para confortarla mientras las personas aplaudían.

-¡Todos somos Castilnovo!- Empezaron a gritar una y otra vez.

 Era momento de entrar a la finca.

Se despidieron de las personas, agitando la mano, mientras su escolta las acompañaba al interior de la propiedad.

Varios paramédicos empezaron a curar las lesiones de los hombres de negro. Cristina y ella se metieron a una de las habitaciones.

-Mira como estás.- La azabache buscó ropa limpia y se apresuró a llenar la tina con agua caliente.

-Estoy bien.- Hizo una mueca de dolor cuando quiso quitarse la camisa.- Necesito ayuda.

Cris le quitó la prenda de arriba con mucho cuidado y se tapó la boca con una mano, con expresión de angustia. Tenía sangre seca, raspones y  hematomas en todo el torax. La chica acercó su temblorosa mano a una de sus lesiones.

-No estás bien.- Aseguró la azabache.- Te golpearon… Sergio iba a matarte.

-Pero tú me salvaste.- Uso un tono suave para relajar a Cris.

-Te arriesgaste por mi, ¡no quiero que vuelvas a hacerlo!- La chica se había enfadado.

-Lo haré cada vez que sea necesario.- se le escapó una sonrisa.

-Hablo en serio, Alejandra.- ¡Se veía tan linda!

-Y yo…- Tomó a Cris de la cintura.- ¿Crees que pensaba en mi?- Susurró acercando su rostro al de la chica.- Solo podía pensar en llegar a ti.

El cabello de la azabache le hacía cosquillas en la cara, estaban demasiado cerca. Se sentía agitada y notaba a Cristina de la misma forma. Sus narices se rosaban. Movió un poco la cabeza e hizo que sus labios tocaran la comisura de la boca de la chica. Se quedó ahí unos segundos, dándole ese tierno beso. Cristina la había abrazado por el cuello y usaba sus dedos para jugar con el cabello de su nuca mientras sus labios tímidos  se deslizaban por su mejilla. Sentía el aliento cálido de la azabache. El pecho le dolía, sentía un cosquilleo en el estómago, con los ojos cerrados  buscó los labios de Cris…

Algo empezó a sonar. Era el celular de Cristina. 

-Ya hay cobertura…- susurró la chica sin apartarse de ella, haciendo que sus labios rosaran una milésima de los suyos.

-Seguro son tus padres…- dijo acomodando el flequillo de Cris. La azabache la miró como si le pidiera disculpas por haber roto el momento que compartían. Sonrió y negó ligeramente con la cabeza.

-Son mensajes de mi papá.- Confirmó la chica, una vez que sacó el aparato de su bolsillo. Vio como tecleó un “estamos bien”. Su hermana se apresuró a ir al baño y regresó con una toalla húmeda, le limpió un poco la cara y le ordenó el cabello.

-¿Qué?

-Ahora verás.- La hizo sentarse en el colchón y le puso la cobija encima para ocultar su torso, ya que estaba solo con un pequeño top. Estaban sentadas una junto a la otra.

Una fracción de segundo después les llegó una video-llamada.

-¡Cristina!- A la primera que vio fue a Sofía. La mujer tenía los ojos rojos y el cabello desalineado.- ¿Están bien? ¿Están heridas?

-¡Cristina! ¡Alejandra!.- Guillermo se había acercado. Nunca había visto a su papá tan desencajado- Ahí están…- El conde resopló, intentando tranquilizarse y tomar aire.

-Estamos bien.- Habló Cris.- Estamos a salvo en la finca.

-En breve llegarán unos helicópteros por ustedes. Los quiero a todos aquí lo más pronto posible… yo… no debí mandarlas a ese lugar.- La voz de Guillermo denotaba culpabilidad.

-Tú no sabías que esto pasaría. No es tu culpa.- le dijo a su padre.

-Pero, ¿Qué fue lo que pasó?- Preguntó su madrastra.- Aquí nos avisaron que la fábrica había explotado, pero al intentar comunicarnos con ustedes nos dimos cuenta que no había manera de hacerlo.

-La fábrica no explotó.- dijo Cris. ¿Ah, no?- La explosión fue un poco más al sur. Creo que fue una distracción para que los servicios de emergencia se alejaran de la ciudad. En cuanto escuchamos la explosión, Fausto me sacó de la fábrica. Pero fuimos emboscados por esos hombres encapuchados. Eran demasiados. Pero Alejandra había enviado refuerzos para cuidarme.- La chica le apretó una mano.-Gracias a eso se pudo contener el ataque. La mayoría de los guardias se quedaron peleando con ellos mientras algunos me sacaron de ahí en la camioneta. Cuando llegamos a la entrada de la finca, vi que había una pelea masiva. Ahí estaba Ale.

-¿Por qué le enviaste refuerzos a Cris? ¿Viste algo sospechoso?- Preguntó Guillermo. Seguro su padre haría investigar cada detalle de lo que había pasado ese día hasta encontrar a la gente que los atacó. El conde era implacable cuando alguien se metía con su familia.

-No…. Milo mencionó que había rumores de violencia en todo el condado. No sé, yo solo quise que la mayoría de los nuestros cuidaran a Cris. Así que los envié con ella.

-¡Y por eso casi te atrapan!- Cris la miraba, enfadada.

-Estoy bien.

-Ale, ¿Qué pasó contigo mientras Cristina estaba en la fábrica?- Preguntó Sofía, que también tenía cara de querer matar a todos los que habían intentado secuestrarlas.

-Yo estaba en el concierto al momento de la explosión. Esos hombres atacaron y me di cuenta que iban por mi. La gente que se encontraba ahí me ayudó a escapar, entonces fuimos por Cristina ya que escuchamos que también ella era un objetivo. Oímos que les tenderían una trampa cuando intentaran ingresar a esta finca, así que nos fuimos sobre ellos. Fue increíble la forma en que las personas de aquí nos ayudaron. Si no fuera por ellos seguramente nos hubieras capturado.

Guillermo y Sofía escucharon atónitos todo lo que les contaron. Por momentos su padre palidecía más de la cuenta. Trató de no mencionar el hecho de que casi le disparan, no quería que los condes se alteraran.

En eso estaba cuando una paramédico entró a la habitación y decidieron cortar la llamada para que pudieran revisarla. Sabían que estaban a salvo ya y que su familia las esperaba en casa.

-Le recomiendo estar bajo observación las siguientes 24 horas. Tendrá que hacerse radiografías  de tórax y una tomografía. Los golpes en la cabeza siempre tienen que tomarse con precaución. Es probable que tenga traumatismo craneoencefálico leve y algunas costillas fisuradas. Por lo demás tiene heridas contusas y excoriaciones. Tendrá que asearlas bien durante varios días pero puedo asegurarle que no hay ninguna lesión que ponga en riesgo su vida.- Le había desinfectado ya las heridas.

-En cuanto lleguemos a casa la llevaré directo al hospital.- Dijo Cris escuchando con atención las indicaciones de la mujer. Se suponía que la paramédico iba a esperar a que terminara de bañarse para que le vendara pero la azabache insistió en que ella podía encargarse.

Esa ducha fue revitalizante. Estaba ahí en la tina, sintiendo como cada músculo de su cuerpo al fin tenía un momento de relajación. Los raspones le ardían pero tenía que quitarse la tierra y los rastros de sangre que aún tenía en todo el cuerpo.

Una vez terminó, Cris la ayudó a salir de la tina, pues tenía dolor en el costado derecho. Ese había recibido muchos golpes. Se sintió algo apenada por estar desnuda frente  a la chica, a quien notó un poco sonrojada, evitando mirar directamente su cuerpo.

-¿Sabes hacer esto?- Preguntó cuando la azabache empezó a limpiarle las heridas con un líquido que le hacía brotar las lágrimas.

-Obsérvame.- dijo Cris mientras la curaba.

Veinte minutos después estaba acostada en el cómodo colchón, totalmente limpia, fresca y vendada. Esperaba que Cristina terminara de bañarse. Respiró hondo sintiéndose realmente despreocupada por primera vez en horas.

Recordó que estuvo a punto de besar a su hermana. En ese momento no le importó su parentesco, solo tenía la necesidad de tenerla cerca, de demostrarle su amor. Y la chica había respondido cada demostración de afecto, ¿por qué? ¿Acaso…?

Cris salió del baño frotando una toalla en su cabello. Observó en silencio a la azabache, mientras iba de aquí para allá peinándose y recogiendo sus cosas. Era la primera vez que veía a Cris tirar las cosas dentro de las maletas sin tomarse la molestia de ordenarlas. Se notaba que ya quería salir de ahí. Su hermana se encargó también de recoger las cosas de ella, que estaban en la otra habitación.

El cansancio la estaba venciendo, sentía como sus ojos se le cerraban y al bajarle la adrenalina las punzadas de dolor se hicieron presentes. No había sido suficiente con el analgésico que le habían inyectado. ¡Quería morfina!

Sintió que apenas llevaba un minuto durmiendo cuando Milo la despertó. Habían llegado los helicópteros.

Diez minutos después se elevaban sobre la finca. Vio como algunas personas aún estaban en la entrada de la propiedad, custodiándolas hasta el último segundo. Mirando desde la ventanilla, les dijeron adiós con la mano, aunque tal vez no las vieron pues la noche ya había caído sobre ellas.

-Estaremos en casa en poco tiempo.- Le dijo Cris, dando unos golpecitos en sus piernas, indicándole que se recostara. Así lo hizo. Se acomodó en el regazo de la chica, sintiendo sus manos acariciándole el cabello.- Te despertaré cuando lleguemos.

-No tengo... sueño…- Se quedó dormida.

**** ***** *****

****** CRIS******

Acariciaba el cabello de su castaña, mirando como la chica dormía profundamente en su regazo. Había sentido tanto miedo de perderla. Cuando el caos comenzó, lo primero que había hecho fue tomar su teléfono e intentar comunicarse con ella. Cada minuto sin noticias de Ale había sido una agonía tremenda.

Y ahí estaban a salvo las dos. Ahí estaba esa chica a la que no le había importado recibir golpes con tal de llegar hasta ella. La amaba. Y estaba segura que Alejandra la amaba a ella. Se lo había demostrado ese día, más que nunca. Ese momento en la habitación… la forma en que la castaña la había abrazado… sus labios tan cerca de los suyos…

Sonrió. Nunca se había sentido tan feliz como en el momento en que sintió a Ale rosar la comisura de su boca. Y luego iban a besarse, ¡realmente iban a besarse!

Después de toda esa traumática experiencia se daba cuenta que no le importaba en lo más mínimo lo que su familia o el mundo dijeran con respecto a estar y amar a su prima, a una chica. No quería ningún compromiso, a menos que fuera con Alejandra. No quería más abrazos o besos que no fueran los de su prima.

La recordó saliendo de la tina, desnuda y con la piel mojada. En ese momento intentó desviar la mirada pues se sentía apenada de mirar a la castaña sin ropa. Pero  tenía que admitir que sí la había visto, fugazmente.  Se movió un poco en su lugar al sentir una ligera incomodidad en la parte baja del vientre, tal y como había sentido en el baño mientras ayudaba a Alejandra.

Miró por la ventanilla. Podía ver las luces de su ciudad cada vez más cerca. Aterrizarían en el helipuerto sobre el edificio de la empresa.

-Ale…- Observó a sus guardias y a Luciano durmiendo frente a ellas.- Ale, - sacudió un poco a la castaña.- mi amor despierta.- Sonrió y siguió moviendo el hombro de la chica.- Mi amor…

La castaña abrió sus ojos y la miró unos segundos. Tenía las mejillas sonrojadas.

-¿Ya llegamos?- Asintió mientras  enredaba sus dedos en sus mechones castaños.

-¿Te sientes bien?

-Muy bien.- Ale se incorporó sujetándose el costado.- Solo duele un poco.- Su prima la miró un momento, como si decidiera algo. Entonces se acercó y le besó suavemente la frente.

Sonriendo, abrazó a la chica por el cuello, le estampó un beso en la mejilla y descansó la cabeza en su hombro.

-Eehh.- Alejandra pateó la bota que traía puesta Milo. El hombre abrió sus ojos con cara de susto.- Ya estamos en casa.

 

***** ********

*****ALE******

 

Bajó con cuidado los tres escalones del helicóptero, mientras observaba como los otros dos bajaban a un costado.

De pie a unos cuantos metros vio a los condes, a su tía y a Álvaro. Su padre soltó un suspiro de alivio al verlas.

Cris la tenía de la mano y solo la soltó para abrazar a su madre. Se quedó inmóvil un segundo viendo como Guillermo y Sofía abrazaban a la chica. Entonces su padre estiró una mano y la llamó para unirse al abrazo.

-¿Estás bien?- Su papá la estrechó y le besó la sien.

-Sí, todo bien.

-Déjame verte.- Guillermo la tomó de los antebrazos y la recorrió de arriba hacia abajo.- Eres un hueso duro de roer.- afirmó el conde volviendo a abrazarla.- Estoy orgulloso de ti.

-Alejandra….- Sofía reclamaba un abrazo también.- No sabes el alivio que siento al tenerlas con nosotros.

-¡Oh, niñas!- Angie las abrazó entre sollozos. Su tía tenía los ojos hinchados.

-Estamos bien, tía.- intentó tranquilizarla Cris.

-Esos malditos…- Angie se mordía el labio inferior intentando controlar su emoción.- Vamos a encontrarlos, se los juro.

-Claro que lo haremos.- Aseguró Álvaro, quien al igual que su padre tenía una expresión de querer hacer pedazos a sus atacantes.

-Primero iremos al hospital. Alejandra necesita hacerse unas radiografías.- Sentenció Cris.

-Pero si estoy bien.- protestó.

-Alejandra San Román, no me hagas perder la paciencia.- Miró a Angie espantada por ese comentario.- Oh, lo siento sobrina, es que… ¿Cómo que no tienes nada? ¡Al hospital, ahora!- ¿Qué onda con Angie y sus cambios de humor?

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Ella solo quería llegar a casa y dormir por varios días seguidos. La verdad ya estaba cansada de ir de aquí para allá. Los golpes en su cuerpo le estaban cobrando factura. Se dejó arrastrar por todo el hospital, hasta que la metieron a un cuarto y la obligaron a pasar ahí la noche. ¡Ella quería su bella y sensual cama! Pero noooo. Hospital (>.<)

Cris quiso quedarse con ella pero el conde la envió al palacio. La chica también necesitaba descansar. Así que quien se quedó con ella fue Guillermo. El conde se la había pasado hablando con Álvaro y con el Fiscal. Seguro estaban activando las investigaciones para descubrir quien había ordenado el secuestro. Pensó. ¿Quién querría hacerlo? ¿Para qué?

Su padre aún estaba en el pasillo con Álvaro cunado la enfermera le inyectó un analgésico bastante potente. Su intención era esperar a que Guillermo entrara a la habitación para hablar con él, pero se quedó dormida en menos de un segundo.

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-Ese ha sido todo lo que se ha informado hasta el momento.- escuchó cuando recuperó la consciencia.- El estado de salud de Alejandra es estable, sus lesiones no representan ningún peligro para su vida. Y por otro lado la vizcondesa salió prácticamente ilesa.- Abrió los ojos. La TV estaba encendida. En la pantalla podía ver a tres hombres y una mujer en una mesa redonda. En ese momento la mujer era la que hablaba.- Sin duda las imágenes que han llegado a los medios son estremecedoras.

- A pesar de que ahora sabemos que ambas chicas están bien, ver esas imágenes me puso la piel chinita.- Habló uno de los hombres más jóvenes.

-Si yo fuera el conde, mandaba matar a esos tipos.- Habló el más viejo. Esperen… ella conocía esas voces, ¡eran los mismos a los que había escuchado en la radio!- Y no me miren como si hubiera dicho un disparate. No señores. Esto es terrorismo puro. Nada justifica lo que estas personas hicieron, ninguna corriente ideológica justifica hacerle daño a otra persona. Señor conde, tiene mi apoyo para acabar con ellos.- Ese hombre en verdad parecía molesto.

-Yo creo que hay que prestarle mucha atención a la reacción pública ante esto. Todo el condado se ha volcado con muestras de apoyo hacia los San Román y han aplaudido la intervención de los ciudadanos de Cáliz de Toledo para frustrar el ataque hacia la vizcondesa y su prima.

-¡Esas personas son héroes! ¿Viste los videos? ¡Pelearon con uñas y dientes!

-Creo que una youtuber local es la que se ha encargado de reunir todos los videos que se lograron tomar. Tengo entendido que en la noche se publicará un video que es algo así como un rompecabezas, desde el momento de la explosión hasta que se logró extraer a las San Román de Cáliz.

-Creo que la chica se llama Cindy. Es la misma que transmitió una entrevista con Alejandra solo minutos antes de que todo el caos comenzara.

-Una entrevista fenomenal. Alejandra logró con esas pocas palabras poner a todo el condado de su parte. Así sin más.- Sentenció el hombre mayor.- Alejandra es partidaria de la igualdad y me parece que la vizcondesa también, eh. Creo que estas chicas traen la modernidad al sistema político del condado.

-Artemio, ¿no crees que no es momento de hablar del sistema político? Ahora el panorama es de preocupación y espera por la salud de las dos, sobre todo de Alejandra que es la que salió con más lesiones.

-¡Todo momento es bueno para hablar de política!- Se defendió el hombre.

-Yo creo que el video que se publicará más tarde será impactante. Hasta ahora solo hemos podido ver un panorama general pero según entiendo, éste será con el orden cronológico en que sucedió todo.

-Y el hastag “Todos somos Castilnovo” es tendencia mundial, ¿ya vieron?- Dijo el más joven con el celular en la mano.

La televisión enmudeció. Se dio cuenta que Guillermo había presionado el botón de “mute” para poder hacer una llamada.

-Consígueme ese video.- Fue lo único que dijo su papá.

-Suenas como un gánster.- dijo, haciendo que el conde se diera cuenta de que estaba despierta.- ¿Qué día es?

-Domingo.

-¿Domingo?- Ordenó sus pensamientos.- ¿Ya terminó el desfile?

-Lo pospuse.

-¿Porqué?

-Porque primero tienes que recuperarte para poder desfilar. ¿Crees que lo haremos sin ti?- Su padre le acarició el cabello.

-Llevo durmiendo aquí más de 24 horas, ¿me llevas a casa ya?

-Haré que te revise el doctor. Si él autoriza, te llevaré.

Así que esperó paciente a que el doctor la revisara y firmara la autorización para que se largara de ese lugar. Según lo que le habían dicho tenía dos costillas y el cráneo fisurados, además de múltiples golpes y raspones. Se le recomendó que pasara toda la semana en reposo y después reanudara su vida con normalidad.

Estaba cayendo la noche cuando por fin salió del hospital abordo de una camioneta, custodiada por una más y dos motos. Había mucha gente fuera del lugar, que hicieron bulla cuando los saludó con la mano. Infinidad de flashes se le fueron encima. Los reporteros corrían detrás del vehículo, que se iba abriendo paso con lentitud hasta la avenida.

-Hay mucho alboroto.

-¿Y que esperabas? Eres la rebelde favorita del condado.- Le dijo su padre sonriendo mientras tecleaba un mensaje.

-¿Qué ha pasado? ¿Hay alguna noticia sobre esos hombres?

-Aún no. Al principio creímos que eran de la Corriente pero ellos se han comunicado conmigo y me han asegurado que no han tenido nada que ver. De todas maneras se está investigando. Aunque ya que claramente eres partidaria de ellos, dudo que hayan intentado dañarte. O a Cristina. Eso solo las volvería mártires y los pondría a ellos como los villanos. Cuando te atacaron, ¿dijeron algo?- Hizo memoria.

-Solo que nos querían vivas. Hablaban por su frecuencia. Creo que había alguien a cargo de la operación, pero esa persona también tenía un jefe que estaba pendiente de cada movimiento. Cuando habló lo hizo con la voz distorsionada.  Eso es raro, ¿no? ¿Para qué ocultar su voz?

-Por precaución… tal vez es alguien demasiado reconocible.- Su papá se perdió en sus pensamientos por un momento. Casi casi podía ver el cerebro de su papá trabajando a toda marcha.- Tenemos el radio que se le cayó al encapuchado. Se le harán algunas pruebas para lograr dar con la frecuencia que utilizaron. Además tenemos a varios arrestados.

-No creo que todos estén al corriente del plan… pero Sergio… él dijo que su misión era llevarnos con vida y no sé… me dio la impresión de que él sabía exactamente qué harían con nosotras. ¿Porque crees que harían esto?

-Por terrorismo, venganza, dinero, desestabilizar al condado…- Su papá se quedó callado un momento.- Querían llevarse a la heredera al título, pero ¿por qué llevarte a ti? Si todos esos hombres hubieran ido exclusivamente por Cristina, se la hubieran podido llevar sin ningún esfuerzo. Pero no. Se dividieron y también fueron por ti.

-Cuando escapé, el hombre con la voz alterada dijo que no me iría de ahí sin mi querida prima.

-No es difícil llegar a esa conclusión. Solo basta con conocerte un poco y…- Su papá abrió desmesuradamente los ojos.

-¡Exacto!

-Ese hombre te conoce. Y conoce a Cris. – Su papá parecía haber entendido algo.- Él sabe que ustedes harían lo que sea la una por la otra y…. creo… creo que querían usarte para obligar a Cristina a hacer algo. Ella preferiría morir que traicionar al condado, pero si la amenazaban con dañarte a ti…

-¿Qué es lo que ella podría hacer?

-Como vizcondesa hay una infinidad de cosas. Tiene acceso a información confidencial, códigos bancarios... hay ciertos accesos que son compartidos, es decir se necesita que tanto ella como yo demos la autorización.

-Y si me usaban a mi para obligarla a ella… nos utilizarían a ambas para obligarte a ti.- Concluyó.

-Es posible que las quisieran para eso. Esa puede ser la razón de que también te quisieran a ti. Para torturarte si Cristina se negaba a colaborar con ellos.- Su papá puso una expresión de terror y la abrazó.- Encontraré a esos hijos de puta.- Era la primera vez que escuchaba al conde utilizar esa expresión.

-Dejaré de burlarme de tus protocolos de seguridad.- Bromeó.

 

***** *****

-¡Ale!- La enana corrió hacia ella en cuanto la vio atravesando la entrada del palacio. Bufó cuando el abrazo fuerte de Sofi le hizo doler el costado.

- Hola enana.- Memo también se acercó.

-¿Estás mejor?- Quiso saber el chico.

- Me siento genial de estar en casa, los hospitales me dan miedo.

-Algo  me dice que serás la consentida de doña Cuqui en los siguientes días.- Le dijo su madrastra, recibiéndola también con afecto.- Se la ha pasado escogiendo tus platillos favoritos para atenderte los días que estarás en cama.

-Haré que me golpeen cada semana.- Dijo con expresión de gula.

-¡No seas tonta!- Angie la pellizcó.

-¡Ah, tía!- Se sobó el brazo. Escuchó unos pasos apresurados bajando por la escalera. Ellos aún estaban en el recibidor. Cristina hizo acto de presencia. La azabache se detuvo un momento cuando la vio, luego corrió a abrazarla.

-¿Estás bien?- Le preguntó mientras la estrechaba.

-Ahora sí.- Le devolvió la sonrisa a su hermana, separándose un poco de ella.

- Perdón por no haber ido al hospital. Mi papá está algo paranoico.

-Estoy aquí.- Les recordó su padre.

-Creo que deberías subir a descansar.- Le dijo Sofía.- Y si no te molesta, cenaremos contigo en tu alcoba.- Esa idea le gustó.

Así que mientras daba la hora de la cena, se acomodó sobre su cama. Tenía que admitir que aún sentía apachurrado todo el cuerpo. El control remoto estaba sobre la mesilla, a varios metros de ella !Que flojera ir por él! Y, ¿un libro? No había ninguno sobre su cama o en sus burós. Sus guitarras estaban en sus respectivos parales, lejos de ella.

Bueno, ya que no podía distraerse con eso, decidió concentrarse en su pasatiempo favorito: Pensar en Cristina.

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******CRIS*****

Vertió la malteada a un enorme vaso, procurando no manchar nada en la cocina. Mientras Ale subía a su habitación, ella se había colado a la cocina a prepararle una rica malteada de fresa. No era muy buena en eso, pero esperaba que a su prima le gustara.

-Ponle esto, mi niña.- Doña Cuqui se había acercado con unas galletas de chocolate.

-Gracias… Nana, ¿crees que le guste?- La mujer la miró un segundo antes de responder.- La malteada…- Se sintió repentinamente apenada.

-Estoy segura que sí.- dijo sonriendo su nana.- Creo que siempre le ha gustado la malteada.- Doña Cuqui le hizo un guiño y siguió con lo suyo. ¿Acaso su nana se refería a…? sus orejas le ardían.

Mientras se terminaba la cena, ella subió con la malteada hasta la alcoba de la castaña.  Después de varios días de locura, al fin estaría a solas con Alejandra. ¿Su prima volvería a acercarse a ella del modo en que lo hizo en la finca? Su estómago dio un giro de solo pensar en ese momento.

Se quedó parada frente a la puerta de la habitación de su prima. Ella deseaba con todas sus fuerzas ese beso y si Alejandra no se lo daba, ella la besaría.

Respiró hondo tres veces, muriendo de nervios. Hizo girar la perilla de la puerta.

Entró sigilosamente.

Ahí estaba su prima observando el techo con una expresión embelesada.  La chica bajó la mirada y la conectó a la suya. Sin cortar la conexión visual se acercó a la cama y dejó la bebida sobre el buró.

Se sentó en el colchón… Los ojos verdes de Ale la atravesaban. Sintió la mano de la chica tomar con delicadeza la suya

-¿En que piensas?- Le preguntó a su prima en un susurro.

-En ti.

 

 

 

Notas finales:

 

¡Travesura realizada!


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