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De Aristocracia y Otras Estupideces. (New Version) por Menz

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Notas del capitulo:

Hola! 

Accio cap 23!

CAPITULO XXIII


 


QUE EL AMOR NOS HAGA.


 


-Le dije que no la dejaría y mírame.- Estaba en uno de los salones del palacete.


-En pocas horas estarás con ella.- Álvaro leía algo en su ipad.- A los medios les ha encantado la presentación del proyecto. Todos dan buenos comentarios.- El hombre deslizaba su dedo por la pantalla. Mendoza entró a la habitación.


-Estoy fascinado, señorita. Este lugar es maravilloso.- Mendoza extendía los brazos, totalmente emocionado.- Será un cálido hogar para todos esos niños… aunque… Me parece que algunas cosas que usted mencionó no están contemplados en los planos del proyecto.


-Este debe ser un lugar mágico. Vuélvalo Hogwarts.- Sonrió.


-Creo que se necesitará más dinero para lograr algo así.


-Todo lo que dije durante la presentación, hágalo. Si se sale del presupuesto aprobado, yo pagaré los costos extras.


-Pero, Alejandra… de por sí se gastará una fortuna en la remodelación.


-El dinero es solo dinero. Quiero que esos chicos se sientan en casa. Usaremos todos los recursos necesarios para lograrlo. Y me gustaría hablar con mi tío de esas leyes tan estúpidas sobre la adopción. Es como si el gobierno no quisiera que la gente adoptara. ¡Es más fácil  comprar un riñón que adoptar!


-En eso sí estoy de acuerdo contigo.- Admitió Álvaro. Milo hizo acto de presencia.


-Tenemos todo listo, podemos marcharnos.


Apenas escuchó eso se apresuró a subir a la camioneta, mientras Álvaro hablaba por teléfono y Mendoza abordaba la camioneta escolta. Miró su celular. Cristina no le había respondido  los mensajes. ¡Ni le habían llegado!


-Milo, ¿te comunicaste con Fausto hoy?


-No. ¿Quieres que lo localice?- El comboy tomó rumbo hacia la ciudad.


-No, puedo esperar… creo.- Susurró.


-Ale, llegaron ya los resultados de las pruebas genéticas de Tomás y Sergio.- Dijo Álvaro una vez que cortó la llamada.


-¿Y?


-Positiva.


-¡Lo sabía!


-En este momento lo llevarán al palacio para instalarlo ahí. Deben decirle la verdad lo antes posible. Ese chico debe tener un respiro.


-¿Ya no te desagrada?


- No me desagrada, solo lo vigilo. Aún no confió en él. Espero que no te equivoques con esta decisión.


El resto del viaje se la pasó escuchando las indicaciones de Álvaro sobre todo lo que tenía que hacer durante el desayuno con los veteranos. Revisó el discurso que leería y verificó que el proyecto que estaba impulsando Cristina, sobre clases de equitación para niños, tuviera todo para arrancar lo más pronto posible.


¿Qué estaría haciendo la chica? Desde la noche anterior no sabía nada de ella. No sabía si insistir con las llamadas o  darle espacio.


Podía comprender el caos en las emociones y pensamientos de la azabache, ella misma se sentía extraña. Ahora sentía que era totalmente libre para amarla, sin temor a estar faltando a la moral y aun así, la sentía tan lejana…


 


-Alejandra, ¿estás bien?- Álvaro la observaba detenidamente.


-Sí, yo solo…- Se quedó callada y miró por la ventanilla.-  todo esto fue inesperado. ¿Tú lo sabias?- El hombre asintió.


-Guillermo me lo dijo hace muchos años.- Álvaro se había acercado lo más posible a ella y hablaba a susurros.- Cuando me dijo que se casaría con Sofía, me sorprendí muchísimo. Le pregunté una y otra vez y al fin me lo dijo, justo el día de la boda. Fui testigo de la historia de tus padres y me pareció ilógico que un día Guillermo llegara diciendo que se casaría con Sofía.  Al principio creí que lo hacía por despecho y le exigí que no la usara de esa forma. Discutimos muchas veces, pero él no cedió. Nunca dudó en casarse. Poco a poco lo vi saliendo de ese hoyo en que se encontraba, sobre todo después de que Cristina nació. Nunca lo había visto tan orgulloso. Ordenó que durante dos semanas el condado estuviera de fiesta.- Sonrió al imaginar la algarabía tras el nacimiento de Cristi.


-Pero, Memo y Sofi… ellos…


-Ellos son producto de un amor verdadero entre tu padre y su esposa. Creo que fue por la convivencia, su devoción hacia Cristina y el hecho de que siempre fueron los mejores amigos, que realmente se enamoraron. Entonces al fin respiré tranquilo.- bromeó el hombre.- Tu padre es un ser sumamente odioso cuando tiene el corazón roto.


-¿Y tú? ¿Dejarás de tener tu corazón roto algún día?


-¿De qué hablas?- Álvaro intentó fingir demencia.


-Te daré una pista. Empieza con An y termina con gélica.


-¡No bromees!


-Vamos, no tienes que hacerte el machote conmigo. Admite que aún sientes algo por mi tía.


-Nunca hablaría de eso contigo.


-¿Por qué no? Soy tu sobrina también. Además puedo darte buenos consejos.


-¿Qué consejo me darías, mocosa?


-Primero te diría que dejaras de portarte como un cabrón con ella. A las chicas no les gusta eso.  Mejor hazla reír y dile que es la mujer más hermosa en el universo.


-Eso es cursi.


-Solo dile lo que sientes, carajo.


-Olvidas que ella tiene novio.


-Bájasela. Tú la amas más que ese pendejo.


***** ******


 


Habían llegado al fin y aunque ella lo único que quería era ir al pueblo, la primera parada fue el salón donde la estaban esperando todos los veteranos. Se dedicó a estrechar manos, hacer bromas, escuchar peticiones, mientras caminaba hacia su lugar.  Al menos la comida estaba deliciosa. Escuchó las palabras que le dirigieron mientras se atascaba con todos los platillos. Solo se detuvo cuando se dio cuenta que era su turno de hablar. Subió deprisa al escenario.


-Buenos días a todos. Muchas gracias por la invitación, la compañía y la comida es incomparable.- Todos rieron.- Como saben, estos días estoy representando a mi tío, quien se encuentra recuperándose satisfactoriamente en casa.- Aplausos.- Admito que no estaba familiarizada con esta agrupación. Me he pasado las últimas horas leyendo sobre ustedes. Estoy conmovida por el sacrificio y el servicio que cada uno ha brindado y estoy en total acuerdo con las peticiones que me han hecho hoy. Por eso quiero darles las gracias por todos esos años, por todas esas lágrimas de ustedes y sus familias. Me comprometo a llevar sus peticiones a mi tío y a abogar por que se cumpla cada una de ellas. Les aseguro que el conde les tiene en muy alta estima y les recuerdo que las puertas del palacio están abiertas para ustedes siempre.


****** *******


-¿Por qué entramos al palacio? Pedí que fuéramos al pueblo.- dijo enojada cuando la camioneta atravesó la entrada a la propiedad. ¡Ella quería ver a Cristina!


-Órdenes de Guillermo.- dijo Álvaro con el ceño fruncido.


-¿Pasa algo?


-Quiere hablar contigo ahora. Sergio está con él.


-¿No lo ha estrangulado?- Bromeó.


-Todavía no.


Respiró hondo y trató de ser paciente. Observó el palacio que había sido su hogar todos esos meses. Lo notó extraño. Como si todo su calor se hubiera esfumado. Apenas llevaba unas horas con sus nuevas responsabilidades y lo único que estaba en su mente era Cristina.


-Bienvenida a casa, ¿gusta algo de tomar?- Quiso saber el viejo Bernardo.


-Lo que quisiera es que te tomaras unas vacaciones.- Dijo caminando unos pasos delante del mayordomo.- Mi tía dice que no has dejado el palacio desde que ella era una niña.


-¿Qué haría yo en unas vacaciones?


-Tomar unos tragos, conquistar chicas bellas.


-No hay mejores tragos  que los de la reserva especial de su tío y no hay chica más bella que doña Cuqui.- El viejo le guiñó el ojo. Soltó una carcajada ante la broma del pingüino.


Efectivamente en la recámara de su padre se encontraba Sergio.


-Hola, ¿Cómo va todo?- Se acercó a darle un beso a su papá.


-Yo estoy impaciente por salir de aquí.- El conde parecía verdaderamente enfadado de estar en cama.


-Bueno, veo que hoy tienes compañía. ¿Cómo estás?- le ofreció la mano a Sergio.


-Yo… estoy avergonzado… Soy un estúpido.- Su nuevo primo le estrechó la mano.- No sé cuántas veces pedirles perdón por lo que hice.


-Sergio y yo tuvimos una charla bastante larga.- Empezó a decir Guillermo.- Le he informado sobre los resultados  de las pruebas genéticas, así que ya sabe que Tomás es su padre.


-Ese monstruo.- Susurró el chico con la cabeza gacha.- Todo este tiempo se ha burlado de mi. No sé como pudo…- la voz de Sergio temblaba.


-Tú no tienes la culpa de lo que él hizo con tu madre y contigo.- Aclaró Guillermo con energía.- Solo eres responsable de tus propios actos. Enmienda tus acciones.


-¿Cuál es tu sentencia?- Preguntó mientras tomaba una manzana de la bandeja.


-Tres años de trabajo comunitario. Aunque no sé cuál será exactamente.


-Tal vez puedas ayudar con las clases de equitación para niños o dar algún taller en el centro comunitario, eres bueno en deportes ¿no?- Recordó mientras masticaba su fruta.


-Soy campeón de básquet y un buen jinete.


-¡Pues ahí está!


-¿Crees que Cristina me acepte en su equipo? Ya ves que ella y yo… bueno… he dicho cosas que…


-Lo sé. Te rompí la cara una vez. Creo que esta familia debe dejar el pasado atrás.- Le arrojó una manzana al chico, quien no tuvo problema en atraparla.- ¿Qué?- Su papá tenía una expresión extraña.


-Me enorgulleces. Sergio, ¿me permites hablar a solas con Alejandra?


-Claro. Muchas gracias por todo, señor.


-Llámame Guillermo.


-Gracias Guillermo. No lo defraudaré. Y si no les molesta, seguiré trabajando en las caballerizas. Eso me relaja bastante.- El conde asintió.


Hasta que se quedaron solos, su papá volvió a hablar.


-Creo que ese chico aún puede enderezar su camino.


-Cuando lo vi en la fiscalía dijo algo que yo también sentí durante muchos años.


-¿Qué dijo?


-“Tú no sabes lo que es ser un bastardo y saber que nunca le importaste a tu familia”. Él ha pasado lo mismo que yo.


-Pero a mi si me importabas.- Recalcó su papá.


-Lo sé. Pero antes creía que no. ¿De que quieres hablar?


-De…- La puerta se abrió de golpe y Álvaro entró como alma que lleva el diablo.


-Tienen que ver esto.- El hombre le entregó su ipad al conde. Se apresuró a mirar sobre su hombro. Era una nota del periódico.


***


¿Una verdadera San Román?


Hace algunos meses a este hermoso condado llegó una nueva vecina. Y no era perteneciente a cualquier familia. No. La recién llegada era nada más y nada menos que integrante de la familia San Román y sobrina de Guillermo de Castilnovo.


En seguida, esta chica captó la atención de propios y extraños, pues se salía por completo de las estrictas normas y protocolos que la Casa Castilnovo cumple con rigurosidad desde hace siglos.


Su forma de vestir, su comportamiento y sus evidentes preferencias sexuales parecieron no molestarle al conde ni al resto de la familia. Fue bastante extraño ver como una desconocida, rápidamente obtuvo un papel fundamental en el condado. Esta chica surgida de la nada, adquirió voz y voto en decisiones fundamentales en el seno de tan poderosa familia y se pudo notar inmediatamente la influencia que ejercía sobre la vizcondesa Cristina quien, antes de la llegada de Alejandra, había tenido un comportamiento intachable. Según nuestra investigación, Alejandra es la responsable de que la empresa de la familia esté tambaleante al apoyar el despido de un importante miembro del Consejo Directivo, así como del fracaso en el compromiso de la vizcondesa con un ilustre joven de la sociedad del condado.


Pero a todo esto, ¿quién es Alejandra?


A su llegada se le presentó como la hija de Antonio San Román, primo del conde, quien murió en un accidente de auto hace varios años. Según lo que se dijo, Alejandra era fruto del matrimonio entre Antonio y una mujer desconocida, pasando toda su vida en el extranjero.  Luego surgieron rumores de que en realidad, Alejandra era una bastarda de Antonio y había logrado obtener el apellido gracias a que el conde se había compadecido de ella y se lo había otorgado.


Sin embargo, ahora nueva información pone en entredicho todo lo anterior. Una fuente confiable que ha pedido mantener su anonimato, nos aseguró: “Antonio era estéril debido a una lesión que sufrió en la adolescencia, por lo tanto esa chica no puede ser su hija. Me sorprende que Guillermo la haya aceptado en su familia cuando él mismo estaba al tanto de la incapacidad de su primo para procrear.”


Ante esto solo nos queda la misma pregunta, ¿quién es en verdad Alejandra San Román?


***


¿Pero que…? Su mente estaba paralizada. Eso había sido totalmente inesperado. Se quedó de pie con los ojos clavados en la pantalla.


-¿Hace cuánto se publicó esto?- Escuchó la voz grave de su padre.


-Hace unos minutos.- Respondió Álvaro.


-Es ella.  Claro que es ella…


-¿Quién?- Quiso saber. Se sentó frente a su papá.- ¿De que hablas?


-Sé quien está detrás del ataque en Cáliz y detrás de esto. Dominique Abat.- ¿Dominique…? Ese nombre le era familiar.


-Espera… ella era la amante de Antonio. ¿No?- Su papá asintió.


-Hace muchos años en un ataque de rabia, Antonio le confesó su esterilidad. Dominique le había informado que estaba esperando un hijo suyo y debían casarse antes de que el embarazo se notara. Antonio se negó. El no aspiraba a un matrimonio con ella. Dudó de la existencia de ese niño pero Dominique se lo comprobó con unas pruebas médicas. Entonces él supo que ella solo estaba utilizando a ese niño para conseguir un matrimonio ventajoso.  Se enfureció y la sacó a gritos del palacete, haciéndole saber el motivo de lo imposible de su paternidad.


-¿El palacete? ¿El mio?


-Sí. Ahí se quedaba ella cuando llegaba al país.


-¿Y porque crees que ella organizó lo de Cáliz?


-Por dos razones. Sabemos que la que organizó todo es una mujer francesa. Ella es ambas cosas. Creo que por eso escuchaste la voz modificada en el radio. Era una voz de mujer, fácil de reconocer para alguien que ya la había escuchado antes. Si Cristina o tú escuchaban su voz, hubiera sido un cabo suelto.


-Y está aliada con los Aragón.- Dijo recordando la nota.


-Eso parece.- Su padre pensó un momento.- Tomás pudo hablarle de la estrecha relación entre Cristina y tú, por eso ella sabía que tu no huirías, sino que correrías hacia Cris… Álvaro necesitamos los resultados de la investigación ya. Ve a hablar con el Fiscal. Que arresten a Dominique y a Tomás.


-No creo que tengamos pruebas suficientes contra ellos.


-¡Sabemos que son ellos!- Bramó su padre.


-Una cosa es saberlo y otra demostrarlo.- Dijo el hombre con su típico tono neutral.- No puedes dar un paso en falso. Hacerlo arrestar solo para que salga unas horas después por falta de evidencia, te hará ver como un dictador.


-Están a un paso de descubrir la verdad sobre Alejandra. Sabes la cantidad de leyes que tuvimos que violar para darle mi apellido.- Los dos hombres discutían mientras ella pensaba.


-¡Paren!- Exclamó.- Sé que aún podemos detenerlos pero en caso de que el tiempo se nos vaya encima… di que te engañé.- dijo mirando a Guillermo.- Di que sí soy una bastarda, que aproveché mi parecido con ustedes y  falsifiqué el certificado de matrimonio de mi madre y Antonio.


- ¿Estás loca? ¡No haré eso!


-Un conde no puede violar las leyes, ¿recuerdas? Una familia regente no puede verse involucrada en ningún acto de corrupción o perdería el título. Si me echas la culpa, tus manos estarán limpias.


-Jamás te dejaría pagar por mi.- Dijo su papá  sujetándola el hombro, hablando con rabia.- Prefiero perder todo, que perderte a ti.


-No permitiré que pierdas el condado.


-Déjenme manejarlo a mi.- Intervino Álvaro.- Me aseguraré de que la identidad de Alejandra esté bien cubierta y de agilizar el proceso contra Tomás. Le ordenaré a Luciano que se encargue de controlar a los medios. Creo que el mejor tono para tratar esto es como si fuera un mal chiste. Alejandra, tendrás que hablar con los amigos de la familia, hacer alianzas. Hay que hacer que Cristina regrese a sus deberes. Tenemos que proyectar un clima de normalidad.


-Iré a hablar con ella.- Dijo caminando hacia la puerta.


-Cristina se marchó.- Giró al escuchar a Guillermo. Su papá tenía una sonrisa triste.


-¿Se fue…? ¡¿A dónde?!- a grandes zancadas se acercó de nuevo a su padre.


-No lo sé.


-¡¿Se fue sola?! ¡¿Cómo lo permitiste?!


-Se fue con Fausto y Beny.


-¡Pues ahí está! ¡Solo hay que llamarles a ellos y preguntarles donde están!- Sacó de inmediato su celular. Su papá estiró la mano para abrir un cajón de su buró. Dentro había tres celulares y dos radios.


-Sebastián los trajo. - Los oídos le zumbaban. Cristina se había ido… No.


-Tengo que ir por ella.- Dio media vuelta.


-¡Alejandra!


-¡¿Qué?!- dijo de mala gana.


-¡No puedes marcharte también!


-¡Obsérvame!


-¡¿Olvidas quién eres?!- Se paró en seco con la mano en la perilla.- El condado te necesita, la familia te necesita.- El corazón le dolía.


-Cristi…- Susurró apretando fuerte los ojos y apoyando su frente en la puerta.


-¿Crees que Sofía y yo no estamos preocupados por ella? ¡Claro que lo estamos! Pero sabemos que es una chica inteligente y estará a salvo. Solo necesita tiempo para recordar.


-¿Recordar qué?- Seguía medio muerta contra la pared.


-Que es mi hija y que este es su legítimo lugar.- Suspiró.- Te necesito ahora. No te vayas tú también.


-¡Aaaah!- ¡Sentía tanta rabia! Salió deprisa de la habitación ignorando el llamado de su padre. En un dos por tres ya estaba trepada a una moto, dirigiéndose a toda velocidad al pueblo.


-¡Voy!- Escuchó la voz de su tío, mientras ella golpeaba sin parar la puerta de la sacristía.- Alejandra, ¿Qué…?- Esquivó al anciano y corrió hasta la habitación de la azabache. Estaba vacía. Sabía que lo estaría pero necesitaba… tenía que ir.


-Te dije que me esperaras.- Dijo bajito, acariciando la superficie de la cama para sentarse en ella.


-Hija…- Sebastián la había alcanzado.


-¿A… a qué hora se fue?- Dijo con un nudo en la garganta.


-Al amanecer.- Se quedó callada un momento, intentando ordenar su mente.


-Tengo que encontrarla.- Se puso de pie de un salto pero su tío la detuvo al pasar junto a él.


-Dejó algo para ti.- El cura caminó hasta uno de sus muebles y sacó un papel en donde pudo ver la diminuta letra de la azabache. Leyó: “Sé que lo primero que pasará por tu mente es correr detrás de mi. No lo hagas, por favor. Perdón por no esperarte, pero necesito esto, necesito la soledad. Sé paciente. Te amo.”


-¿Pa… paciente? ¡¿Quiere que sea paciente?! ¡¿COMO COÑO QUIERE QUE HAGA ESO?!- Arrugó el papel y lo arrojó contra la pared.


-¡Alejandra tranquilízate!


-¡¿A dónde fue?! ¡Tú lo sabes!- Encaró a su tío.


-¡No, no lo sé! Y aunque supiera no te diría nada. Tienes que respetar la decisión de Cristina. !Si la amas, respétala!-  Resopló.


-Debió esperarme.


-Ella está en todo su derecho de hacer lo que le haga sentir mejor. Ella sabía que tú regresarías con nuevas responsabilidades. Sabía que tu papel ahora no es ser su paño de lágrimas, tu deber es mantener en pie al condado.


-¿Y quién me mantiene en pie a mi?


-La esperanza.- Observó la sonrisa paternal del viejo.- Alejandra… volverás a verla. Pero ahora enfócate en el aquí y ahora.


-Yo… quisiera dejar todo esto e ir tras ella.


-Me he enterado de lo último que dicen sobre ti. Los San Román están en jaque. No puedes abandonar el juego ahora.


-¿Así se siente…?- Miró sus manos y luego a su tío.- ¿Así se sintió mi padre hace muchos años?- El viejo pensó un momento, asintiendo con lentitud.


-Recuerdo que él dijo: “Como una espada partiendo en dos mi corazón”.


******* *********


-Ese desgraciado.- Valeria frunció el ceño. Se veía bastante molesta.- Mi madre saldrá del país un par de semanas. Irá a visitar a mi tía a Madrid.


-¿Irás con ella?


-No. Me quedaré por la escuela y para ayudarte.


-¿En serio?


-Alejandra, no sé que esté pasando en tu familia, pero para todos es sumamente raro que los condes y Cristina estén ausentes.


-Ya se informó que Sofía y Cris se enfermaron. Están en casa recuperándose. Las tenemos encerradas para que no nos contagien a todos.- Intentó bromear. Estaban ocultas en uno de los salones del club, mientras afuera se realizaba el tradicional partido de polo. Toda la alta aristocracia se encontraba ahí. Ese par de horas habían sido insoportables, más porque se la había pasado evitando que Ileana abusara de ella. Al menos ahora estaba fuera del alcance de todas esas miradas y cuchicheos, escuchando todo lo que Valeria había logrado averiguar. Prefería que Tomás no las viera juntas o empezaría a tener más precauciones frente a la pelirroja.


-No se les ve desde hace tres semanas.- le recordó la chica.


-Es un virus fuerte.


-Bueno, como sea. Prácticamente eres la única San Román contra toda esta jauría. ¿Quien mejor que yo para ayudarte a saber quienes son amigos y quienes no?


-¿Y que opinas?- Dio un par de pasos siguiendo a Valeria.


-Opino que Tomás tiene en su bolsa a la mayoría de los nobles. Les ha prometido privilegios y fortuna a cambio de su lealtad. Pero tú tienes algo que él no.


-¿Qué cosa?


-Carisma. Con eso puedes tener al resto del condado de tu parte. Usa esa carta.- La chica sonrió con picardía.


-Gracias por todo. Creo que es mejor regresar con los otros. No quiero que Tomás note nuestra ausencia, además de que Angie está sola contra todos.- La mujer había sido de mucha ayuda esas semanas. Se hubiera vuelto loca si no hubiera estado a su lado.


Todo el día estaba ocupada en diversos compromisos. Álvaro se encargaba de tener su agenda llena y sospechaba que lo hacía para mantener a Cristina lejos de su mente. Pero eso era imposible. Ella siempre estaba presente y más en las noches, en la oscuridad de su habitación.


******


-Excelente.- Estaba en la oficina de su padre en reunión con Álvaro y Luciano. Había revisado la evolución de la noticia sobre la esterilidad de Antonio.- Muy buen trabajo, Luci.


-Gracias, señorita.- El hombre parecía bastante satisfecho de sí mismo. Había logrado dirigir la noticia, hasta dejarla como una ridícula calumnia.


-Alejandra, es nuestro turno de atacar. Usemos a Sergio.- Pidió Álvaro.- Si de bastardos se trata…


-No usaré esa palabra con él.


-¡Iba a dispararte!


-¡Que no! Luciano déjanos solos, por favor. Y gracias, nuevamente.- El asistente se apresuró a salir.- No seré como Tomás.


-Pues Tomás no dudará en usar cualquier táctica contra ustedes.


-Estuve hablando con Valeria Demonte.


-¿Y?


-Dijo algo muy cierto. Y tengo una idea. Pero necesito a Cristina.


-Es solo un pretexto para ir por ella.


-Tal vez sí.- Admitió.- Pero seamos sinceros. Éramos una pareja fotogénica. La gente amaba vernos juntas.


-Prosigue.


-La otra noche recordé que en una de mis películas favoritas, un personaje le recomendaba a otro como acabar con sus enemigos. La forma no es atacando, es dejando que se acerquen lo suficiente. Quedarnos quietos mientras nos muerden.


-Quedarnos quietos, ¿así nada más?


-Sí. Quedarnos quietos. Dejemos que Tomás crea que el título está a su alcance ya. Dejemos que se confíe. Entonces le tiraremos encima eso que mas quiere.


-¿Qué?


-Al condado.


-Cautivarás al pueblo…- Álvaro sonrió.


-Tomás es un tipo ambicioso. Quiere poder, prestigio. Cree que tener el título es pavonearse por ahí con escoltas, lujos… olvida que detrás de todo eso hay millones de almas que se le pueden ir encima. Además siempre es bueno tener un plan b… o c… No tengo idea si lo que digo es correcto, pero recuerdo que cuando trabajaba con Cristina vi unas cifras… Según entiendo mi padre ha puesto como aval del condado su propia fortuna. Todos los activos de la familia están invertidos en este lugar. Imagina que Tomás logre hacernos a un lado. Nosotros retiramos la fortuna San Román de las arcas del condado…


-¿Desde cuando empezaste a pensar en todo esto?


-Desde que Cristina se fue.


-Es un buen plan. Has pensado en todos los panoramas.


-Tengo que hacer algo por las noches.


-¿No puedes dormir?


-Creo que lo que debemos hacer ahora es mantener el blindaje a la familia.- Evadió esa pregunta.


-Por eso no te preocupes. Te aseguro que están totalmente protegidos.


-¿Cuándo llegarán los resultados de la auditoria a Tomás?


-En un par de días.


-¿Hay algún pendiente?


-No, mejor ve a casa.- Se frotó la cara con cansancio y empezó a recoger sus cosas.- Alejandra…


-Dime.


-Eres muy parecida a tu padre.


-Si… siempre me lo han dicho.


-Me refiero a con esta actitud que tomaste. Siempre te hemos dicho que interiormente eres como Laura, pero ahora veo más de Guillermo en ti.


***** ******


-¡Ale! ¿Quieres jugar?- Sofi se le fue encima apenas la vio entrando al palacio.


-Hoy no, enana. Estoy muerta.


-Pero… hace mucho que no juegas conmigo.- Dijo triste la pequeña. Se arrodilló frente a su hermanita.


-Te prometo que pronto las cosas serán como antes. ¿Y qué haces aquí? Ya deberías estar dormida.


-Shhhhht.- Con una sonrisa traviesa, Sofi subió las escaleras corriendo.


-¡Eres el diablo!- Se planteó la posibilidad de correr detrás de la enana, pero sus piernas le pesaban. Casi arrastrándose logró llegar al segundo piso. La condesa la esperaba en el umbral de su recámara.


-Hola.- La saludó  la mujer con un beso en la mejilla.


-Hola, ¿Cómo estás?


-Mejor. Pasa. Queremos hablar contigo.- Su papá dejó a un lado lo que leía y le sonrió.


-¿Qué tal tu día?


-Bastante ocupado. No sé como has sobrevivido tantos años.


- Mi padre me entrenó veinte años para esto.


-Genial, yo tuve un par de horas con el curso intensivo de Álvaro. ¿Sucede algo?


-Sí. Sofía se reintegrará a la agenda pública.- Dijo Guillermo.


-¡¿En serio?! ¡Excelente!- En verdad esa noticia la hacía enormemente feliz.


-Creo que he sido bastante injusta al dejarte cargando todo esto. Debí asumir mis responsabilidades.- Dijo la mujer con culpabilidad.


-No. Tenías que tomarte un tiempo después de lo que pasó. Es verdad que todo esto ha sido asfixiante pero te entiendo.


-Gracias. Aunque todavía necesitaré de tu ayuda.


-Cuanta conmigo.


-Álvaro me llamó y me contó todo lo que le dijiste. Todo el plan que se te ocurrió. Me parece brillante y arriesgado. Al menos esa parte de retirar nuestros activos.


-Ese sería el plan de emergencia.


-Entiendo.- Su papá pensó un momento.- Lo activaremos en caso de ser necesario. Si Tomás logra su cometido, se topará con una montaña financiera que no podrá sostener. Ahora por el resto del plan… haz lo tuyo.- Guillermo sonrió.- Ve por Cristina.


-Iría ahora mismo, pero no tengo idea a donde pudo haber ido.


-¿Ninguna?- Quiso saber Sofía. Negó.


-A primera hora me pondré a localizarla. Le pediré a Milo que me ayude a revisar cámaras de seguridad, sus registros bancarios… no creo que se haya esfumado.


-Ella es muy hábil con esas cosas.- Dijo Guillermo.- Sabe como no dejar rastro.


-La encontraré.- Se despidió de los condes y fue directo a la habitación de la azabache. Pasó la vista por todas partes intentando encontrar alguna pista. Nuevamente buscó en los cajones, entre sus libros, en su vestidor, ¡en su baño! ¡Nada! El mundo era grande, Cristina pudo elegir cualquier destino. Tenía el dinero y todas las ganas de alejarse de ahí. ¿Ella a donde fue cuando huyó? A casa. Pero el palacio era la casa de Cris, ¿tenía otra casa? Muchísimas, pero ninguna representaba algo para ella… ¿O sí? Recordó el día en que  Cristi se fue del palacio… No había entrado a su habitación, había corrido a los establos. Ahí se sentía segura, era su lugar favorito… ¡esperen! Corrió a la recámara de su padre y entró sin tocar.- ¡Ya sé donde está!


****** *****


*******CRIS*******


Se sopló las manos para espantar el frío que sentía y  dando saltitos llegó hasta las cortinas y las hizo a un lado para admirar el paisaje blanco frente a ella. Las montañas dominaban la vista y los pinos tenían sus puntas cubiertas de nieve. Sonrió al sentir la paz de ese sitio.


Estaba en la cabaña que su abuelo materno le había heredado. Cuando era pequeña le encantaba ir a ese lugar y correr entre la nieve. Esos habían sido los mejores momentos de su infancia. En esa cabaña era como si el tiempo no existiera, como si los que vivían en ella estuvieran exentos de las leyes naturales. Durante la mañana el clima estaba un poco feo y se había mantenido dentro de su habitación, leyendo. Pero en ese momento el cielo estaba despejado, así que pensó que era buena idea  correr un poco. Se apresuró a ponerse algo cómodo y abrigador, y bajó a ver si alguno de sus dos acompañantes quería ir con ella.


-Yo voy. No quiero que un oso la devore.- Bromeó Beny apurándose a ponerse la chamarra.


-Bien pensado. En caso de ver uno te dejaré atrás. ¿Vienes?- Le preguntó a Fausto, una vez que salió de la cabaña. El hombre estaba cortando leña.


-No, esto me gusta. Aprovecharé para terminar y hacer la cena.- Dijo el hombre acomodando otro pedazo de madera, dejando caer con fuerza el hacha.


-¡Mira los músculos de ese hombre!- Dijo Beny mientras estiraba sus piernas. Ella lo miró divertida.- ¿Qué?


-Nada. Vamos.- Inhalando un par de veces empezó a correr  para encontrar la pequeña vereda hacia las montañas.


Escuchaba los pasos de su escolta y sonrió al notar que ese era uno de los pocos momentos en que el hombre se quedaba callado. ¡Beny siempre estaba hablando!


Trotaba a buen ritmo y el frío ya no le causaba mayor problema. Adoraba correr por ese lugar. Se sentía libre. Sentía que era solo una chica admirando la naturaleza.


Conocía ese camino a la perfección. Desde el día en que habían llegado, salieron a explorar. Tanto Beny como Fausto eran excelentes. Ellos se encargaban de cuidarla y mantener la cabaña  con una buena dotación de leña y comida. Cada dos días bajaban al pequeño pueblo para comprar víveres y los hombres aprovechaban para enterarse de lo que sucedía en el mundo. Aunque sabía que habían mantenido su promesa de no comunicarse con alguien de su familia.


¿Qué estaría haciendo Alejandra? Sonrió al pensar en esa tonta. Sabía que la había dejado en apuros al marcharse, pero tenía que hacerlo. Estaba segura que Ale estaría haciendo un excelente papel al frente del condado. Tenía corazón para eso, aunque se negara a aceptarlo.


Aún no decidía cuando volvería, pero sabía que no podía quedarse en las montañas para siempre. Pensó en qué pasaría con ella y con Alejandra de ahora en adelante. Se amaban, pero no tenía claro si podrían estar juntas.  Sintió una pequeña molestia en el pecho y se detuvo a mitad de un claro. Respiró hondo varias veces.


-¿Todo bien?- Dijo Beny deteniéndose junto a ella sin dejar de mover las piernas.


-Si, solo haré unos estiramientos.


-Buena idea.


El hombre también se puso a hacer unos ejercicios ahí. Ella sentía su cuerpo cubierto por una pequeña capa de sudor por tanto tiempo en actividad. Trotó unos pocos metros hasta una parte más alta que dejaba a la vista la hilera de montañas. Se maravilló ante lo que veían sus ojos y deseo con todas sus fuerzas poder darle un beso a su castaña favorita. Escuchaba a sus espaldas como Beny seguía con los ejercicios varios segundos y después se acercaba a ella.


-¿Tenías que escoger el lugar más frío del mundo para ocultarte?- Sonrió. Esa voz no era de Beny. Volteó y chocó con una mirada esmeralda.


-Alejandra… ¿Qué haces aquí?


-Yo siempre estoy siguiéndote.- Sin esperar nada, caminó hasta la castaña y se arrojó a sus brazos.


-No debiste venir.- Dijo estrechándola fuerte.


-No me digas que hacer.- El aliento de Ale en su oreja le produjo cosquillas.


-Eres una tonta.- Se apartó un momento para mirarle el rostro.


-Soy tu tonta.- Alejandra la besó. Se entregó enseguida a esos labios, que la buscaban como si fuera oxígeno.  Pudo sentir el amor y el alivio de la chica con cada rose de tu boca. Ahora sí sentía que ese lugar era perfecto. Le encantaba la forma en que Ale la abrazaba, de esa manera tan posesiva, tan fuerte. Acarició el rostro de la castaña mientras mordía con cuidado su labio inferior.


-¿Cómo me encontraste?- Quiso saber despegándose apenas de ella.


-Una corazonada. No me dejes otra vez, por favor.- Se enterneció con esa mirada temerosa de la chica. Ahora fue ella la que buscó su boca.


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-Tenemos que hablar.- Dijo Ale mientras aceptaba una taza de café. Era de noche ya. Se habían pasado el resto de la tarde disfrutando de la presencia de la otra, antes de regresar a la cabaña a cenar con los demás. Milo estaba feliz de estar ahí con sus amigos. Los tres escoltas habían hecho una fogata y habían bebido unos cuantos tragos mientras cantaban.  Ellas estaban en la cocina.


-¿De que?- Bebió un sorbo de su café.


-De ti, de mi. De la familia.


-¿Cómo están ellos?- Preguntó como si nada.


-Te extrañan. Tus padres están muy preocupados por ti.- Clavó la mirada en el suelo mientras Ale continuaba.- Vuelve a casa.- La castaña le tomó la mano.


-No puedo.


-¿Porqué? ¿Aún no te convences de quien eres?


-Es un tema complicado. Creí que entendías.


-Entiendo que hayas necesitado marcharte y aclarar lo que sientes. Pero ahora quiero que tú entiendas que Castilnovo te necesita.


-Castilnovo necesita a los San Román.- Quiso esquivar a la castaña, pero ésta la sujetó del brazo.


-Tú eres una San Román. La más brillante de todos.- Ale le sonrió. - ¿Qué esperas para volver?


-No lo sé.- Eso era cierto.- Estar aquí estos días fue tan satisfactorio. Sin nadie observándome todo el tiempo, sin tener que  seguir una agenda. Sin pasado, sin presiones. Aquí soy libre… Intenté ponerme en sus zapatos, ¿sabes?


-¿De tus padres?


-Sí. Debió ser muy duro para ambos. Sé que Guillermo me ama y yo lo amo también, pero… creo que me sentiré muy rara cuando lo mire a los ojos. Es como si la herida se descosiera.


- Es extraño escucharte llamarlo por su nombre. Sé que lo que te pido es egoísta pero las cosas en casa no están bien. Haz un esfuerzo más por la familia.


-¿Qué está pasando?


-El plan para quitarle el título a los San Román está a todo lo que da.


-Les costaría mucho lograr eso.


-Si los Aragón tienen a la Corona de su parte… no les sería imposible hacer a un lado a Guillermo.- Apretó los dientes. Le causaba gran molestia que se metieran con su… conde.


-Él ha sido uno de los mejores condes que ha tenido Castilnovo, no pueden hacer menos el trabajo de toda su vida.- ¡De verdad eso le molestaba!


-Lo que sería de gran ayuda para él, es tenerte de nuevo a su lado. Te necesita como su hija y como vizcondesa.


-Tengo que pensar.


-¡Ya no hay tiempo para pensar! Mientras estamos aquí todos en casa están vulnerables. Nuestro padre no se encuentra bien física ni emocionalmente. Y ya sabemos que la que quiso secuestrarnos fue Dominique Abat.


-¿Dominique…? ¿Por qué querría hacernos daño?


-Porque era amante de Antonio.


-¡¿Qué?!


-Creí que sabías.- Negó con energía.- Ella y Tony tuvieron historia y eso no acabó bien. Ahora está desaparecida. Aunque claro que así escondida sigue haciendo de las suyas. Se ha publicado que Antonio era estéril y yo no puedo ser su hija.


-¡¿Pero qué estás diciendo?!- Se había quedado totalmente asombrada. Su cerebro giraba a toda velocidad pensando ya en posibles soluciones.- Creo que Luciano podría ayudar con eso. Tenemos amigos en los medios y…


-Eso ya se hizo.- Ale sonrió.- ¿Ves? No puedes evitarlo. El plan es poner la balanza a nuestro favor. Tomás tiene a muchos aristócratas de su lado. Incluso amigos de nuestra familia. La tarea es…


-Conquistar al resto del condado.- Arrugó el ceño pensando en todo aquello.- La Corona no se atrevería a provocar a todo el condado. ¿Las personas saben lo que está pasando?


-Pronto lo sabrán. Regresa a casa conmigo.- Bebió lo que le quedaba en  la taza y se puso de pie.


- Necesito una ducha caliente y descansar. Tú también debes estar agotada.


-Pero Cris…


-Alejandra, por favor.- Exhaló.- Sé que el condado está en crisis, pero yo también. Solo déjame pensar.


-De acuerdo.- Dijo Ale. Podía notar la frustración en los ojos de la chica. Sin decir nada más, dio media vuelta y se dirigió a su habitación. Escuchaba los pasos de la castaña detrás de ella mientras subía las escaleras.- No sé donde pusieron mi maleta…- Cuando entraron a su recámara. Ale pasó la mirada buscando sus cosas.- Creo que aquí no.


-Seguro está en el siguiente cuarto.- Empezó a quitarse las botas. La castaña la observó un momento antes de volver a hablar.


-Te dejaré descansar.- Ale se acercó y le besó la mejilla.


-Tú también descansa.- Le sonrió a la chica.


Se mantuvo sentada en el colchón un buen rato después de que Alejandra se marchó. ¿Por qué no le pidió que se quedara con ella esa noche? 


Ella también se sentía frustrada y hasta cierto punto, enfadada con la chica. ¿Qué debía hacer?


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*******ALE******


También había decidido bañarse. El agua calientita le ayudó a tranquilizar su ansiedad.


Solo esperaba que Cristina se sintiera lista para volver lo más pronto posible. Sabía que su familia necesitaba mover los hilos a su favor de una vez por todas.


Se secó el cabello y buscó una ropa cómoda. Cuando se metió a la cama, la sintió terriblemente vacía. 


¿Sería adecuado ir a la habitación de Cristina? Se rascó la cabeza mientras se daba cuenta de algo: desde que había llegado se la habían pasado hablando de la situación en el condado, pero no habían tocado el tema de lo que pasaría con ellas. Pero eso lo remediaría en ese mismo instante.


Sin pensarlo demasiado se dirigió a la recámara de la chica.


Toc toc.


-Creí que te habías dormido.- Dijo Cris cuando al fin le abrió la puerta. Su cabello azabache aún estaba un poco húmedo.


-No… es que estaba pensando en que soy una estúpida.- Cris rio.


-¿Por qué lo crees?


-Porque no hablamos de lo más importante.- Cristi hizo una mueca de confusión.- De nosotras. ¿Puedo pasar?- La chica se hizo a un lado para permitirle el acceso y volvió a cerrar la puerta. La habitación se sentía más cálida que la suya, no sabía si era por la chimenea encendida o por la compañía.


-Te escucho.- Estaban frente a frente, a un par de pasos de distancia.


-No sé si el momento sea oportuno. Yo sé que estas semanas han sido difíciles, pero la verdad ya no me importa ser imprudente. Siento que al fin todo eso que nos separaba se ha ido para abajo y estoy en total libertad de decirte lo que siento.  Eres la chica más bella, inteligente, tierna y generosa que conozco. Eres fantástica. Sabes que estoy loca por ti y lo que más deseo en la vida es hacerte feliz. Te amo, Cristina. Desde hace mucho, tal vez desde siempre. Te he soñado y añorado por mucho tiempo, incluso antes de conocerte. Quiero estar a tu lado, quiero ser una persona de la que te sientas orgullosa y sobre todo quiero que seas mi novia y yo quiero ser la tuya.- Pudo ver los ojos llorosos de Cris y la sonrisa en su boca.- No me importa el pasado, ni de donde vengamos. Solo me importa que te conocí, que me enamoré de tu gentil corazón y que quiero estar contigo siempre.- Tomó las manos de la sonrojada chica mientras  ella sentía que temblaba.- Cristi, ¿Quieres ser mi novia?- Terminó con un hilo de voz. La azabache ensanchó la sonrisa y pegó la frente con la suya. Cerró los ojos disfrutando su cercanía. Unos labios rosaron levemente los suyos…


- Sí quiero.- Escuchó antes de fundirse en un beso suave.


Sonrió mientras estrechaba a la azabache y seguía explorando en su boca. Sintió un escalofrío cuando la chica deslizó sus manos por su pecho y las dejó descansando contra su abdomen.


-Te amo muchísimo.- dijo después de abandonar los labios de Cris.


-Te amo más.- Respondió la chica, divertida.


-¡A que no!


-¡A que sí!- Su novia empezó a hacerle cosquillas.


-¡Cristi, no!- Moría de risa e intentaba huir de la chica soltando sobre la cama. Cris la jaló de la ropa y ambas cayeron sobre el colchón.- ¿Estás bien?


-Sí.- La azabache seguía riendo.- Estoy mejor que nunca.- Se quedaron mirando un momento.


-Yo… creo que…


-Quédate.- Susurró Cristina, abriendo los brazos para invitarla.


Esos ojos grises eran un imán. Acercó su rostro al de su novia y muy despacio empezó a besarla, colocándose sobre ella.  Solo abandonó sus labios para seguir con los besos por el cuello de la azabache.


-Hueles muy rico.- Dijo sintiendo las manos de Cristi en su espalda.


-Es que…- Se detuvo un momento para observar el rostro sonrojado de su chica.- me puse un poco del perfume que te gusta…


-¿Sabías que vendría?


-Esperaba que lo hicieras.- Confesó Cristina con algo de vergüenza.- Ale... no tienes que esperar a que me sienta orgullosa de ti. Ya lo estoy.- Cristi jugaba con sus mechones castaños.- Eres la persona más importante en mi vida, a la que amo más, con la que quiero estar siempre y compartir todo lo que soy. Me considero muy afortunada al haber logrado captar tu atención.


-¿Cómo no ibas a hacerlo? Eres preciosa.- Acarició la cara hermosa de su novia, delineando sus labios y bajando por su cuello... por sus pechos. Sentía su cara ardiendo.


Cris estaba más roja que antes, ¿debía seguir con aquello? Obviamente sí quería. Deseaba tanto a Cristi que sentía su corazón golpeándole el pecho como nunca.


La azabache se incorporó sobre la cama, haciéndola retroceder y colocarse de rodillas. Se quedó en silencio observando esa mirada sensual de la chica, que esbozó una sonrisa coqueta.


No hizo nada cuando Cristina se arrodilló frente a ella y empezó a besarla mientras colaba sus manos bajo su ropa. Sentía las suaves y cálidas manos de su novia, acariciándola.


-Esta es mi parte favorita.- Dijo la chica rasguñando juguetona su abdomen.


-Bueno, pues…- levantó un par de veces las cejas, haciendo que Cristi soltara una carcajada, al tiempo que le quitaba la remera. La chica miró sin recato su torso desnudo. Pudo ver como el carmín teñía de nuevo sus mejillas.


La azabache dirigió sus labios hasta su cuello. Se estremeció al sentirlos dando suaves besos por esa zona, deslizándose hacia su hombro.


¡Ella también quería hacerle cositas a Cristi! Ahora era su turno de desnudarla. Lanzó la ropa de la chica fuera de la cama y observó sus senos, que habían quedado algo  ocultos bajo su cabello. Lentamente hizo a un lado esa cortina azabache para revelar…


-Di algo.- Dijo bajito Cristina, que la miraba algo apenada.


-Eres hermosa.- Logró decir sin aire.- Eres hermosa, mi amor.- repitió buscando la boca de su novia para depositar un tierno beso.


Empujó con delicadeza a Cris, haciendo que se recostara nuevamente. Sí, quería hacerle el amor pero no tenía ninguna prisa. Al contrario, quería disfrutar de cada momento, cada beso y caricia.


Pudo sentir el estremecimiento de su novia cuando comenzó a besarle los pechos. Cristina se mordía los labios intentando cortarle el paso a los jadeos que empezaban a salir.


Estaba vuelta loca disfrutando de esos pezones rosados y erectos. Daba suaves besos a la zona entre los senos, acariciando la blanca y tersa piel de la azabache. Sus manos no perdieron la oportunidad de tocar las piernas de Cris, aprovechando que traía un short como pijama.


Regresó a la boca de su chica, atrapando sus labios en un  beso apasionado. El calor se había apoderado de ella. Estaba totalmente perdida por Cristina. Solo se detuvo un momento para terminar de desnudarla. La azabache le dirigía una mirada lujuriosa, mientras ella se daba a la tarea de quitarle la panteleta.


Si antes estaba loca, en ese momento sintió más deseo y amor por la chica. Cris apoyo los codos en el colchón y  se incorporó un poco. Sonrió como pendeja admirando a su novia. No podía moverse, no podía ni respirar. Cristina era totalmente bella y perfecta.


-¿Qué pasa?- La azabache acercó su rostro al suyo y la hizo reaccionar besándola suavemente.


-Nada, solo…- Hizo a un lado el cabello de la chica.- te amo.


-Me encanta tu expresión. Es como si fuera la primera vez que  miras desnuda a una chica.- Dijo Cristi ocultando el rostro cerca de su cuello.


-Eres bellísima., mi amor. Quiero decirte todos los días que te amo y te deseo.


-Y yo a ti.- Ahora fue su chica la que le quitó las dos prendas faltantes. Los ojos de Cristina la recorrieron por completo. Su novia  se fue acostando lentamente, haciéndole una invitación con la mano. Sin perder tiempo se le fue encima. Volvieron a besarse mientras se acomodaba entre las piernas de Cristina. Nada más tocar su zona íntima pudo sentir la excesiva humedad en ella. Se movió ejerciendo presión sobre la chica, que no pudo reprimir unos sonidos obscenos. Mientras más se movía, sentía más flujo entre ellas. El sonido a viscosidad iba aumentando. Cris le mordisqueó la oreja.-  Se siente… rico… ah…


-Cristi… me encantas...- Todos sus sentidos estaban siendo bombardeados. Estaba excitada, cautivada, Cristina la tenía por completo. No le importaba nada más, solo besar a esa chica. Quería para siempre esos labios en los suyos.


Nunca se había sentido así con nadie. Aquello no era sexo, era amor. Por primera vez estaba con alguien a quien amaba de verdad. Por primera vez las caricias que recibía, eran de la chica con la que quería compartir el resto de su vida.     


Deslizó una mano por el cuerpo de la azabache, llegando hasta su entrepierna. Con suavidad recorrió su parte íntima. Jugó con el clítoris de su novia, húmedo e hinchado.


-Ale… es...- la chica jadeaba conforme seguía estimulándola. Lubricó bien su entrada, preparándola.- ya… solo… despacio...


Con mucho cuidado se abrió paso en los pliegues vaginales de Cristina. Se detuvo unos segundos al sentir lo estrecho que estaba.


-Relájate, mi amor.- Besó despacio a su novia y continuó con lo que hacía. Poco a poco se introdujo en ella.- ¿Te duele?


-Se siente un poco incómodo.- Cris frunció el ceño y apretó los labios. Empezó a salirse pero la chica la detuvo.-No… sigue.


Cris estaba muy sonrojada. Sonrió para tranquilizar a la chica y continuó con los besitos en su rostro. Cuando la sintió más relajada empezó a moverse en su vagina. Según pasaban los minutos, Cristina tomó el ritmo de lo que hacían. La azabache le apartaba el cabello del rostro, abrazándola por el cuello, mientras la ayudaba moviendo su cadera.  


Ambas se estaban descubriendo de manera sexual y era fascinante ver como Cristina, la niña tierna, de repente actuaba como una mujer sensual y apasionada. Eso la tenía completamente excitada.


Lo que escuchaba era más hermoso que cualquier sinfonía. Cris no podía callar ya los gemidos y ella tampoco. Sentía el flujo abundante de  su novia, deslizándose por sus piernas. Besó la mejilla de la chica y se acomodó mejor sobre ella, mientras la azabache utilizaba sus piernas para rodear su cintura.


Sintió unos dientes clavándose en su hombro mientras los gemidos aumentaban.


-Cristi…- dijo con voz ronca.- ah… Cris….


-Amor… no sé que… aah…


-¿Te duele?


-No, no… me encanta…- la chica buscó sus labios y estampó un beso en ellos.- se siente… aaahh… yo … nunca… aaah…


Entonces entendió lo que pasaba. Sintió la vagina de Cristina contraerse y luego empezar a palpitar al mismo tiempo que la azabache exhalaba fuerte. La chica había tenido su primer orgasmo. Dejó de moverse y disfrutó de las contracciones de la chica, que tenía los ojos cerrados y una expresión de satisfacción en el rostro. Su pecho subía y bajaba, recobrando el ritmo habitual.


Una risita escapó de los labios de su amor. Muy despacio fue saliendo del interior de Cristina. Su mano estaba totalmente llena de flujo. La chica se sonrojó mucho.


-Vaya.- Ahora ella sonrió al notar la vergüenza de la azabache.- ¿Estás bien?


-Sí, muy bien.- Se acostó a un lado de Cristina, con los brazos extendidos.- ¿Qué haces?- La azabache se incorporó para verla mejor.


-Descanso un poco.


-¿Descansar?- Cristina la montó y se inclinó para darle el beso más sensual que le había dado.- Hoy… no hay… descanso…- amenazó mientras la rasguñaba.

Notas finales:

Dejen comentarios y a cambio les envio un apretón de nalga.

 Besos Cachondos!!

Travesura realizada.


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