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De Aristocracia y Otras Estupideces. (New Version) por Menz

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Notas del capitulo:

Hola, aquí estoy. Espero contar con mis seguidoras todavía.

 

!Accio cap 24!

Capítulo XXIV

Tambores de Guerra.

******* *******

******CRIS*******

Ya estaba despierta pero mantenía los ojos cerrados mientras se estiraba en la cama… ¿Dónde estaba su amor?

Con algo de pesar enfocó la vista. Alejandra estaba de espaldas, parada junto a la chimenea mientras hablaba por teléfono.  Se quedó como boba admirando su desnudez. Esa espalda… esos glúteos… esas piernas… ¡calor!

-No la obligaré a regresar.- Decía la castaña.- Esperaré a que se sienta lista para volver.- La chica tenía ese tono hostil que ponía a veces cuando se enfadaba.- Claro que me importa el condado, pero me importa más ella.- Cortó la llamada y se quedó inmóvil un momento.

-¿Qué pasa?- La castaña se percató de que estaba despierta.

-Pasa que te amo.- Su amor se acercó, haciendo que se ruborizara al verla así.  Ale se acostó sobre ella y empezó a besarla.

-Ale… basta.- Le hacía cosquillas.

-¿Porqué? Hacerlo por las mañanas es muy saludable.- Soltó una carcajada mientras sentía los labios húmedos de la chica recorriéndole el cuello.

-Lo mismo dirás de la tarde y la noche.- Sujetó el rostro de Alejandra para observarla un momento.- Te amo. Lo de anoche fue maravilloso.- Tenerla así la ponía muy nerviosa.

-Me encanta cuando te sonrojas.- Susurró la castaña, haciéndole sentir mariposas en el estómago.

-Deberías ponerte ropa.

-¿Para qué?- Ale empezó a besarle el cuello de nuevo.- Tú deberías descubrirte.- La castaña tironeó la cobija que se interponía entre ellas.

-¡No!- Sujetó con fuerza la ropa de cama.

-¿Qué…?- Alejandra se detuvo algo alarmada.

-Es que… no quiero que me veas desnuda.- Apenas dijo eso se sintió ridícula.

-Amor, ya te he visto desnuda.- Ale la miró con ternura.

-Pero anoche estaba oscuro y...

-Te vi… y te toqué.- La castaña fue jalando muy despacio la cobija.- No hay un centímetro de ti que no haya besado.- ¿Era normal sentir tanto calor?- Quiero que te sientas cómoda conmigo, siempre.

La castaña logró su cometido. Pudo ver como esa mirada esmeralda brillaba con más intensidad mientras la recorría.

*****  ******

*****ALE******

Cristina era perfecta, así sin más. Sus piernas, su cadera, sus  senos… sus ojos. Se quedó muda mirando esas pupilas. Era tan feliz. Justo en ese momento, en ese lugar, con aquella chica.

No quería nada más en el mundo, no le pediría nada más a Dios. Cristi era su universo, su paraíso. Saber que ella la amaba, era más de lo que creía merecer.

-Es como si quisieras llorar.- le dijo bajito su novia.

-Yo no sé… solo... te amo.

La azabache no dijo nada. Solo le sonrió y la atrajo hacia sus labios. La besó de la manera más dulce que podía. Se quedó en esos labios por varios minutos, haciendo un espacio entre las piernas de la chica, que le acariciaba la espalda.

Poco a poco empezaron a moverse, casi de manera imperceptible. Sentía la humedad de Cristina, aumentando a cada minuto.

Giraron sobre la cama, sin dejar de besarse. Deslizó las manos por la cintura estrecha de la chica, subiendo por su espalda. Cristina colocó hacia un lado su cabello, pues le cubría el rostro a ambas. La vista que le regalaba la azabache, era terriblemente excitante. Acarició esos senos blancos, frotando los pezones erectos. Empujó a la chica, haciéndola sentarse bien erguida sobre su pelvis, aumentando la presión entre sus zonas íntimas.

Sus respiraciones iban aumentando de intensidad. Ella no le quitaba los ojos de encima a la hermosura que tenía enfrente. Su novia tenía los ojos entrecerrados. Sentía todo su cuerpo dominado por las hormonas, por lo que su chica le provocaba. Su piel, su alma, toda ella había sido conquistada por esa linda mujer de mirada gris.

Acarició las piernas de Cristi, mientras la azabache colocaba las manos sobre su abdomen para mantener el equilibrio.

Le encantaba el ritmo que  llevaban. Era preciso y sensual. Sus cuerpos se complementaban a la perfección, como si desde siempre estuvieran destinados a amarse.

Ya no pudo más. Soltó un bufido cuando sintió su orgasmo y observó la tensión en el cuerpo de la azabache, anunciando también su explosión.

Cristi se recostó sobre ella, respirando hondo varias veces. También intentaba estabilizar su corazón alborotado. Soltó una risita y besó suavemente el hombro de su novia.

-No sé como logras provocar esto es mi.- Dijo Cristina besándole el rostro.

-¿Qué? ¿Amor? ¿Pasión?

-Todo.

-Es que soy la chica más genial del mundo.- Cristina la desmontó y se tumbó a su lado.

- Esto que siento, lo que causas en mi con tus besos… me confunde.

-¿Por qué?- Giró el cuerpo y empezó a jugar con la mano de su novia.- Anda, dime.

-Porque es algo nuevo. Me haces sentir apenada y a la vez…- De nuevo el carmín cubrió las mejillas de Cristi.

-¿Excitada?- La chica asintió.- ¿Y eso es malo?- Empezó a reír.

-No, solo… ¡Ah ya deja de reírte!- No podía.- ¡Alejandra! ¡Estoy hablando en serio y tu…!- Su novia intentó levantarse de la cama, enfadada.

-¡Mi amor, perdón!- Se apresuró a abrazarse a la cintura de Cris.- No me estoy burlando de ti. Es que eres tan tierna, tan linda.- Se estiró para poder besarla.- Te amo tanto. Me encanta verte sonrojada, me encanta tu mirada cuando lo hacemos. Yo también estoy descubriéndote en este sentido y admito que me tienes fascinada.  Ahora somos una pareja, quiero compartir contigo todo de mi, quiero que me conozcas dentro y fuera de la cama. Y… quiero seguir provocando cosas en ti, siempre.

-¿Siempre, siempre? ¿Me tolerarás tanto tiempo?- Hizo una mueca, pensando.

-Solo si prometes tolerarme también.

-Pues… cocinas rico. Creo que me conviene tenerte conmigo.

-Que cruel.- Cris empezó a darle piquitos.

- Es que…Tengo hambre.

-Yo también, aunque… podría seguir alimentándome de ti.

-¿Es en serio?- Cris empezó a reír.

-¿Tiene algo de malo que desee a mi novia?

-No, pero no quiero que nuestro noviazgo sea solo estar en la cama.- La chica se sentó en el colchón. Algo llamó su atención. En la ropa de cama pudo ver una mancha oscura y seca.

-Cristi…- La azabache observó lo que le enseñaba.

-¿Es…?- Notó otra vez el sonrojo en su novia.

-Creo que sí. ¿Estás bien?

-Sí.- La chica estaba realmente apenada.

-¿Qué te parece si te duchas mientras cambio las cobijas?

Y así lo hicieron. Cuando la chica se metió al baño ella se apresuró a dejar todo en orden.

Cristina al fin era su novia. Hacía mucho tiempo que no tenía una.  Debía informarle a su padre en cuanto regresaran a Castilnovo, aunque no sabía exactamente cuando sería eso. Decidió que también quería ducharse, así que se coló en el baño. A través del cristal pudo ver la silueta de Cris.

-Ya te vi.- Escuchó la voz divertida de la chica.

-¿Puedo bañarme contigo?- Silencio.- ¿Cristi?- Con precaución, asomó la cabeza en la ducha. Su novia tenía cruzados sus brazos, tapándose los pechos.- ¿Puedo pasar?- La chica asintió despacio. Así que no perdió más tiempo.- ¿Por qué te da vergüenza? Creo que ya han pasado demasiadas cosas entre nosotras.

-Es que… para ti es muy fácil, ¡no tienes nada de pudor!- Empezó a reír.- Pero, yo…- Sujetó los brazos de la azabache y la hizo bajarlos.- Sé que ya me has visto pero… déjame acostumbrarme a esto.

-Entiendo.- Le dio un piquito a la chica.- Solo quiero decirte que eres divina, preciosa, totalmente bella y perfecta.

-Dices eso porque me amas.

 Estuvieron jugando un rato bajo el chorro de agua. No se cansaba de admirar la piel mojada de la chica. Cuando empezó a besarla, Cristina se las ingenió para escapar de ella.

-Al cabo que ni quería.- Dijo como si nada.

-Claro que sí.

****** ******

-¿Entonces… bajamos por provisiones o…?- Clavó los ojos en su novia.  Estaban todos sentados desayunando. Ya las provisiones se habían acabado y sus guardias querían saber que hacer. Los segundos en silencio aumentaban, parecía que nadie respiraba. Cristina apretó la mandíbula.

-No.- Dijo al fin la chica.- Nos iremos a casa.

-¿Estás segura?

-Sí. El que te llamó en la mañana fue Álvaro, ¿verdad?

-Creí que estabas dormida.- La azabache negó.- Ya tienen el resultado de la investigación a Tomás. Urge nuestra presencia. Solo quiero saber si estás lista para lo que viene.

-Creo que todos aquí estamos listos. ¿O no, chicos?

-¡Guerra!- Exclamó triunfal Beny clavando su cuchillo en un pedazo de sandía.

*****  *******

-Me  gustaría viajar contigo otra vez.- Dijo Cris acomodando la cabeza en su hombro.

-Te prometo que te raptaré después de romperle el alma a ese par de cretinos.- El avión descendía cada vez más. Las colinas se acercaban y después de ellas… el valle.

Castilnovo las recibía más brillante que nunca. Pudo ver las calles de la ciudad, los autos, la gente.

-¿Avisaste que regresaríamos hoy?

-Tu mamá me llamó, después de que el piloto les informara del vuelo. Sabes que ese hombre no despega sin informar antes a tus padres. Cris…- Le tomó la mano.- ellos te aman. Te aseguro que nada cambiará. Tu seguirás siendo la princesa consentida y yo la que recibe los regaños.

-Estoy nerviosa.

-Lo sé. Pero aquí estoy contigo.- Besó la frente de la chica, en un intento por hacerla sentir mejor.

Sabía que también su padre y Sofía estaban muy ansiosos. Seguro los tres se sentirían algo incómodos cuando se reencontraran. Pero también estaba segura de que Cristina amaba a sus padres con todo su corazón y al final podrían superarlo todo.

Como de costumbre, Marcos las esperaba junto a la camioneta. El hombre sonrió feliz al verlas y se apresuró a guardar las cosas con ayuda de los Men in Black.

Cristina no le había soltado la mano desde que se habían puesto en marcha. Su novia no hacía más que mirar por la ventana, pero sabía que su mente estaba en otro lado, perdida en sus culpas.

-Bienvenidas a casa.- Dijo el chofer cuando atravesaron la entrada. Ahí estaba el palacio, esperándolas. Observó a Bernardo, a doña Cuqui y a varias personas del servicio de pie en los escalones, listos para recibirlas. Cuando se detuvieron, la azabache no se movió.

-¿Quieres que demos otro paseo?- Preguntó algo preocupada. Cris negó mientras respiraba hondo.

-Quédate a mi lado.

La besó una vez más antes de abrir la puerta y bajar. Cristi miraba el palacio como si no se sintiera digna de estar en ese lugar. Eso le molestó un poco. Su novia era la chica más increíble del universo, ¡bendito el suelo que pisaran sus pies!

- Recuerda que eres Cristina San Román.- Dijo apretando ligeramente su mano.

****** ********

******CRIS******

Ahí estaba, subiendo uno a uno los escalones para entrar a ese palacio que había sido su hogar durante toda su vida.

“Recuerda”.

Observó la sonrisa de doña Cuqui y regresó a aquella ocasión en que la mujer le hizo un enorme pastel por su octavo cumpleaños para hacerla sentir mejor, ya que sus padres  habían tenido que salir de viaje y se les complicaba regresar a tiempo. Ese había sido uno de sus mejores cumpleaños, ya que estaba en el jardín comiendo pastel con Memito y todo el personal cuando sintió que alguien la alzaba y la estrechaba fuerte. ¡Sus padres estaban ahí! Habían pausado sus compromisos para ir a casa.

Recordó la primera lección de esgrima que le había dado su madre. Estaba intentando coordinar sus movimientos, cuando se dio cuenta que Guillermo la observaba desde un rincón del gimnasio. Eso la había motivado a esforzarse más. Y la vez en que el conde le había obsequiado su primera yegua. “Se llama Princesa”, le había dicho él mientras la sostenía en brazos. “¿De verdad es una princesa?”  Había preguntado ella, acariciando su crin con ternura. “Sí, así como tú.”

Alejandra la guiaba hasta la habitación principal, ahí su madre y Guillermo las esperaban. Sentía como su cuerpo se movía solo, aunque ella percibía todo en cámara lenta, con su mente en el pasado.

“¡A que no me alcanzas, papá!”, gritaba feliz mientras galopaba por los terrenos del palacio. Era muy pequeña, pero montando a Princesa se sentía libre, segura sabiendo que Guillermo iba con ella. “¡No le digas a tu madre que te dejé correr!”. Esbozó una  sonrisa al recordar eso. Habían llegado. Se detuvieron un momento hasta que Ale abrió la puerta.

Un nudo le cerró la garganta.

Sus ojos encontraron la mirada esmeralda de aquel hombre que se puso de pie, tambaleando un poco.

“¿Que es eso?” Le había preguntado a Guillermo muchos años atrás, cuando apenas empezaba a entender su lugar en el mundo. “Es el escudo de armas del conde.” Observó bien el dibujo, frunciendo el ceño. “¡Pero ese no es! El nuestro tiene espadas.” Se quejó, haciendo sonreír al hombre. “El de las espadas es de toda la familia, pero éste es el que utilizo para los asuntos oficiales del condado. Es el que usó mi papá y ahora es mio.” Le había dicho él. “¿Y que significa?” Ella observaba con curiosidad ese dibujo. “Significa que Castilnovo es para mi y yo soy para él. Un día, tú lo portarás y yo me sentiré inmensamente orgulloso de ti, desde el cielo.” “¡Pero yo no quiero que estés en el cielo, quiero que estés conmigo!”, respondió enfadada. “Siempre estaré contigo, aquí”. Guillermo le había tocado el pecho, sobre su corazón.

El nudo se deshizo.

Soltó la mano de Alejandra y caminó hacia ese sujeto al que amaba.

-Papá.- Dijo buscando refugio en sus brazos, mientras dejaba salir las lágrimas.- Papá.- Repitió sonriendo.

-Hija, mi amor.- Escuchó la voz quebrada de su padre.

-Perdóname, por favor.- Guillermo la sujetó del rostro. Él también lloraba.

-¿Perdonar qué? ¿De que hablas?- Su papá le besó la frente y volvió a abrazarla. Su mente era golpeada por recuerdos juntos, por todas esas veces en que Guillermo la había hecho reír o la había arropado. Esas veces en que podía ver una  sonrisa en el rostro del conde estricto con el mundo, pero amoroso con ella.

-Te amo, papá.- Dijo feliz, limpiándose las lágrimas. Entonces se fijó en su madre, hecha un mar de llanto.- A ti también, mamá. Te amo.- Abrazó a la mujer.- Perdóname por no entenderte, por ser tan cruel contigo.

-Yo… tampoco sé de que hablas.- Dijo su mamá con una risa gangosa.

-¡Te dije que eres la princesa consentida!- Escuchó la voz escandalosa de su novia. Ella seguía abrazada a sus padres.

-Hija, no tan fuerte.- Se quejó Guillermo.

-¡Oh, lo siento!- En esos minutos había olvidado por completo la lesión de su padre.- ¿Te lastimé?

-No, estoy bien.- Dijo su papá, divertido mientras volvía a sentarse en el colchón.

-Estaré en el jardín.- Giró para ver como Alejandra se disponía a marcharse.

-¿Por qué te vas?- Preguntó su mamá, secando las lágrimas de sus mejillas.

-Bueno… supongo que tendrán una charla ahora, ¿no? – Ale tenía una expresión de despistada… sí, la misma de siempre.

-Te alcanzo en un momento.- Dijo sonriéndole a su novia.

****** ********

*******ALE******

Hacía bastante rato que estaba en su habitación. Había decidido ponerse a practicar con la guitarra eléctrica. ¡Llevaba semanas sin tocar! Todo ese asunto del condado, la había alejado de la escuela por muchos días. Un músico debía estar en constante preparación y ella no había tenido tiempo de nada.

Al menos esperaba poder retomar su vida normal… bueno, su vida.

Hizo girar un poco el cangrejo de la cuarta cuerda para afinarla bien. (Nota de autor: siempre esa puta cuerda se me desafina, ¿será que a todos les pasa o que pedo?).  Ecualizó bien el sonido y…

Fue como reencontrarse con un viejo amor cuando sus dedos empezaron a deslizarse por los trastes, haciendo sonar los acordes.

Se sentía tranquila, después de tantos enredos familiares. Sonrió al comprobar nuevamente que el amor es la magia más poderosa del universo.

Le había sorprendido ver como Cristina había caminado sin dudar, para abrazar a su padre. Se había sentido muy feliz al verlos. Su novia al fin había entendido que las decisiones que se toman para  proteger a los que se ama, a veces no son las más fáciles o bien vistas.

Movía su cuerpo al ritmo de la música, marcando el tiempo con su pie derecho.  Empezó a cantar.

-Living easy, living free,  season ticket on a one-way ride. Asking nothing, leave me be. Taking everything in my stride. Don't need reason, don't need rhyme…- ¡AC/DC, perras! Seguía cantando mientras observaba a Bernardo entrar con paso sigiloso. El mayordomo la miró como si esperara que dejara de cantar. ¡No lo haría!- ¡Canta conmigo, Bernardo! I'm on the highway to hell. On the highway to hell. Highway to hell. I'm on the highway to hell…- El anciano levantó una ceja. Torciendo el gesto, detuvo la música.- ¿Qué pasa?

-Los condes solicitan su presencia.

-¿Ahora?- ¡Iba a la mitad de la canción!

-Me temo que sí.- Dijo el pingüino sonriendo.

Pues ya que. Caminó de vuelta hacia la recámara de su padre. Efectivamente los tres seguían ahí. Guillermo se había recostado nuevamente. Mientras que Sofía y Cristina estaban sentadas a un costado de la cama.

-Hola.- Saludó con una sonrisa.- ¿Ya bajaremos a cenar?

-No.- Dijo Cris. ¡Aah, esos ojitos tan bonitos!

-¿Entonces…?- Cris caminó hacia ella.

-Quiero que les contemos la buena noticia.- Susurró la chica.- ¿Estás de acuerdo?

-¿Ya?- La azabache asintió.- Vas.- Sujetó a Cristi por los hombros y la hizo girar hacia sus padres.

-Se supone que estamos juntas en esto.- Se quejó la chica.

-Déjenme adivinar…- Escuchó la voz de Guillermo.- Iniciaron una relación, ¿cierto?

-Cristina insistió.- Respondió ella.

-¡¿Qué yo qué?!- Soltó una carcajada.

-Mentira. Yo supliqué.- Miró a los condes.- Sí, iniciamos un noviazgo. Estoy muy feliz.- Tomó la mano de su chica.

-Ambas lo estamos.- Cristi se le pegó al brazo.- Sé que no es lo que esperaban que pasara en mi vida, yo… sé lo que esto implica.- Vio el intercambio de miradas entre Cristina y su padre.- Pero estoy enamorada. Quiero compartir mi alegría con ustedes y espero que nos apoyen.- Por varios segundos, nadie dijo nada.

-Lo que siempre he esperado para tu vida, es que seas feliz.- Dijo el conde.- Quiero que las dos lo sean.- Su padre les sonrió.

-Cuando decidimos decirles la verdad, sabíamos que esto pasaría.- Sofía se puso de pie y se acercó a ellas. Las abrazó.- Cuentan con nuestro apoyo. Alejandra, tengo mucha confianza en ti. Pórtate bien con mi hija.

-Claro que sí… suegra.- Sofía empezó a reír y la estrechó una vez más.

-Conocí bien a tu madre. Fuimos amigas. Quien mejor que su hija, cuidando de la mia.- Le dijo la mujer.

-Gracias. No te defraudaré. Lo prometo.

-Siéntense.- Les pidió su papá.- Yo tengo dos posturas de las que debemos hablar. Como el padre de ambas, quiero decirles que tienen mi apoyo y realmente estoy feliz por ustedes. Ahora como conde, tengo que pedirles discreción. Cristina, sabes que aunque no sea una regla escrita, ni tú ni yo debemos hacer demostraciones explícitas de afecto en público. No les pido negar su relación, pero tampoco creo que sea necesario que todo el condado se entere.

-No te preocupes.- Se apresuró a decir su novia.- No quiero a todos los paparazzis cazándonos. No hemos hablado de eso, pero creo que estamos de acuerdo en ese punto.- la azabache la miró.

-Totalmente de acuerdo. De por sí andan metiéndose en donde no les importa. Si supieran esto, intentarían meterse hasta en mi plato de sopa.

-Bien…- su papá carraspeó.- ahora el asunto de la convivencia… eh… otra particularidad de su relación es que son parte de la misma familia, viven bajo el mismo techo y… sé que en otras ocasiones se han turnado para compartir habitación… les pido abstenerse de eso.- Su padre estaba sonrojado.- Y mantener la puerta abierta si están en alguna de sus recámaras.

-Papá…- Cristi también estaba muy roja. Quiso empezar a reír pero prefirió morderse la lengua.- no te preocupes por eso.

-Yo entiendo que…- Su padre carraspeó. Sus miradas verdes se conectaron. ¡No te muevas!- Alejandra, eres la mayor, espero contar con tu madurez y responsabilidad. Les pido que se comporten con decoro.

-Claro, no tienes ni que mencionarlo.- Su papá y Cristina seguían muy rojos.

****** *******

-¡Me sentí tan apenada!- Exclamó Cristina. Ella se carcajeaba.- ¡Deja de reírte!- Entraron a la habitación de la chica.

-¿En serio haremos esto?- Se quedó de pie observando la puerta abierta. Se encogió de hombros y abrazó a su novia.

-¿Qué haces?- Empezó a hacerle mimos, guiándola hacia la cama.- ¡La puerta está abierta!- Cristina se libró del abrazo.

-Papá contaba con eso. Tu pudor.

-Alguien tiene que ser decente en esta relación. Tú andarías desnuda sin ningún reparo.

-¿Qué tiene? ¡Que me gocen!- Dijo extendiendo los brazos. Una almohada se  estrelló en su cara.

- Eres una boba. Ven.- Cris la invitó a sentarse junto a ella.

-¿Estás bien?

-Sí, yo… él es mi papá.- La chica sonrió y se miró las muñecas.- Puedo sentirlo. ¿Suena tonto?

-Para nada. El mundo no tiene que ser lógico, Cris. El tipo ese que engañó a tu madre, no tiene nada que ver contigo. Tu verdadero papá siempre ha sido Guillermo. ¡Eres igualita a él!

-¡Claro que no!- Cristi empezó a reír.

-¡A que sí! Eres casi su clon, pero sexy. Tienen las mismas expresiones, los mismos gestos, cuando te enojas y pones cara de mala, ¡es la misma que pone él!

- Los he perdonado. Pero… admito que me causa cierta incomodidad saber que genéticamente no tengo lazo con los San Román.

-A la mierda la genética.

-Él me enseñó sobre honor, lealtad… siento que traiciono a la Casa al ostentar un título en su nombre.

-¿Qué? ¡Pero claro que no! Eres la estrella de la familia, que seas vizcondesa nos da rating.

-De verdad eres una boba.- La azabache le robó un besito.

-Las cosas están como deben.- Empezó a acariciar el cabello de su chica.- Así que no intentes escapar de tus responsabilidades.

-Ahora tú suenas como papá.

-He aprendido mucho de él.

-¿Por qué nunca lo buscaste antes? Yo hubiera muerto de curiosidad.- Pensó un momento su respuesta.

-Estaba muy enfadada con él. No sé, yo… era feliz con mi madre, con mis amigos. Cuando pensaba en él lo sentía ajeno a mi. Sabía que había formado otra familia y me decía que no tenía nada en común con ustedes. Además, dudaba que él pudiera amarme por la forma en que soy. Me visto raro, hablo raro, soy rara.

-Amo que seas rara.- Cris la abrazó.- Me hubiera encantado conocerte de pequeñas. – La chica sonrió ampliamente.- Te imagino con esos ojitos tan bellos y…- Su novia empezó a darle besos en el rostro.

-Te hubieras enamorado de mi desde entonces.

-Seguramente… o tal vez no.- Soltó una carcajada.

-Oye, ¿a que se refería papá con “demostraciones explícitas de afecto”?

-A besarnos, abrazarnos… esas cosas.

-Pero yo lo he visto besar a tu madre.

-Nunca se besan en público. Tal vez solo en la mejilla o en la mano en un par de ocasiones, pero generalmente mantienen su distancia.

-Tía Angie besuquea a su novio.

-Pero tía no tiene ningún título.

-¿O sea que no puedo besarte ni tocarte?

-No. Estoy prohibida.- Dijo Cris apretando los labios, alejándose de ella. Le puso cara de desafío a la azabache y corrió a atraparla. Las dos morían de risa. La tumbó sobre la cama.

-¿Prohibida?- Besó el cuello de su novia mientras le hacía cosquillas.

-¡La puerta!

*********  ********

-¿Esto es real?- Revisaba las hojas que Cristina le había pasado. Estaban en la habitación de su padre. Álvaro acababa de entregarles el resultado de la auditoría. El hombre había decidido esperarlas, para informarle también a Guillermo.

-Totalmente.

-¡¿Pero como demonios pasó eso sin que nos diéramos cuenta?!- Guillermo empujó el buró junto a su cama, tirando todas las cosas. Estaba furioso.- ¡Llámale a los contadores! ¡Quiero que traigan sus traseros aquí ahora mismo!- De verdad estaba furioso.

-Papá, tranquilízate.- Cris se acercó al hombre para intentar calmarlo.

-¡¿Cómo voy a tranquilizarme?! ¡Dile al Fiscal que quiero que detenga a Tomás ahora mismo! ¡Lo quiero en la cárcel ya!- Guillermo se sujetó el costado.

-No eres inmortal, ¿sabes?- Ahora ella se acercó.- Intenta pensar con la cabeza fría.

-¡¿Tú me pides eso?!

-Creo que tus hijas tienen razón.- Intervino Álvaro.- No ganas nada haciendo que te de un infarto. Tenemos estas pruebas, ahora debemos saber si son suficientes para lograr su detención.

-¡¿Cómo no van a ser suficientes?! ¡Hizo un desfalco por millones de dólares! ¡Le robó a la empresa y al condado!

-Creo que lo que Álvaro intenta decir es que debemos asegurarnos de acorralarlo bien. Sí, hay pruebas, pero necesitamos que esas pruebas lo señalen directamente a él. Que no pueda zafarse por alguna laguna legal  o alguna de esas cosas de abogados. ¿Por qué no le pides también al buffette que venga? No solo a los contadores.

-Estoy de acuerdo con Alejandra.- Su novia la apoyó.- Álvaro, cita a todos los del equipo contable y legal. Hay que diseñar la estrategia.

-Enseguida.

***** ********

-Solo quiero que esto acabe pronto.- Guillermo se frotó la cara en señal de cansancio. Su padre les había explicado lo que harían: localizar el dinero del desfalco, arrestar a Tomás, Dominique y demás cómplices y asegurar la perpetuidad de la familia al frente del condado.

-Y tú que querías un compromiso entre Cristina y el Aragón ese.- Le reclamó Angie a Guillermo.

-Hubiera sido un terrible error.- Aceptó el conde.

-Lo bueno es que ahora tú te casarás con ella.- Le dijo Angie picándole el costado. ¡¿Casarse?! ¡Si apenas tenían un día de relación!- Pones la misma cara que ponía Tony cuando alguien le sugería matrimonio.

-Eh… si, bueno…

-Tía, no te precipites. Aún no sé sí me merezca.- Dijo Cris con arrogancia.

-Hablando de algo menos grato…- empezó a decir Sofía.- Tomás ha logrado armar un grupo sólido de simpatizantes entre nuestros amigos. He escuchado que en sus reuniones de póker,  conspiran para colocar a una nueva dinastía en el gobierno.

-Claro, prometiéndoles más privilegios y riquezas.- Dijo Angie con desprecio.- Y esos tontos que confían en él. ¡La peor calaña!

-¿Quiénes lo apoyan?- Preguntó su padre.

-Los Mier y Terán, los Mendicuti Rivas, los Albornoz,  los Abimheri, los Abraham Lixa, los Xacur… ya sabes, sus leales lambiscones.- Angie estaba roja por tanto coraje.- ¡Aún recuerdo cuando Mercedes vino a suplicar que la ayudáramos con el escándalo de su hijo! ¿Cómo se llama, Cris?

-Adolfo.- Contestó su novia.

-Ese niño mimado.

-Ahora nos daremos cuenta quienes son los amigos verdaderos.- Guillermo revisaba algo en su ipad.- Cristina, necesito que temprano te reúnas con todo el Consejo Directivo y les informes de la situación de la empresa. Después harás lo mismo con el Fiscal y los funcionarios de la Corona.

-¿Informarás ya a la Corona?- Intervino la condesa.

-Creo que nos hemos quedado quietos el tiempo suficiente. Tenemos que mover las cosas a nuestro favor. Cris, sabes lo que espero de ti.

-Sí, padre. Me haré cargo de todo.- No pudo evitar esbozar una sonrisa de orgullo al ver el rostro decidido de su chica. Le encantaba la curva de sus cejas, la forma en que apretaba los labios…

-¡Alejandra!- Escuchó la voz mandona de Guillermo.

-¿Ah?- Reaccionó.

-Presta atención.- La reprendió su papá.

-Perdón… estaba...

-Mirando a Cristina.- Terminó el conde con algo de molestia. Intercambió una mirada fugaz con la azabache. La chica estaba roja.

-Lo siento, ¿que decías?

-Necesito que el proyecto de Cristina sobre las clases de equitación se ponga en marcha ya. ¿Tienes algo listo?

-Sí.- Había trabajado en eso las semanas previas.- Serán impartidas en el club.

-¿El club?- Se metió Cristi.

-Sí, mientras se terminan las instalaciones del centro comunitario. Como los dueños, podemos disponer de las instalaciones sin tener que consultar con los demás socios. ¡Viva el absolutismo!

-Eso hará rabiar a algunos.- Observó Angie.- ¡Me gusta!

-Lo dicho: los San Román ven la tempestad y no se arrodillan.- Dijo la condesa sonriendo.

-Se necesita impulsar los diferentes proyectos que tenemos en puerta. No vamos a detenerlos por los berrinches de Tomás y su circo. Alejandra, dile a Sergio que te ayudará con eso. – Ordenó el donde.

-¿Sergio? ¿Estás seguro, papá?- Cris no parecía muy feliz con eso.

-Sí. Ya es hora que asuma su papel en esta familia.

****** ********

-No sé. Aún no confío en él.- Acababan de sentarse bajo su árbol favorito. Cristi seguía un poco enfadada.

-Sé que lo que hizo antes fue grave, pero creo que en verdad está arrepentido.

-Amor, iba a dispararte.- Su novia apretó los dientes.- Tenía toda la intención de herirte… o matarte. ¡No lo quiero en mi proyecto!

-Tiene que cumplir tres años de trabajo comunitario. Ha ayudado en la investigación sobre Cáliz, ha pasado datos importantes al Fiscal. Se está esforzando por reparar lo que hizo.

-Tú…- Cristina la miró a los ojos.- yo lo vi con el arma. ¿Sabes lo terrible que fue para mi verlo apuntándole a la persona que amo? No tienes idea de lo que sentí…- Su novia se tocó el pecho.- Por un segundo imaginé lo peor… y quise morir también.

-Hey, hey, tranquila.- Abrazó a su novia y le besó la sien.- Solo fue una pesadilla, mi amor.

-En esa pesadilla él era el villano. No me pidas que lo trate como si fuéramos amigos.

-No te pido eso. Solo que confíes en papá.

******** **********

******CRIS******

-Yo no creo que esto sea todo, creo que solo es la punta del iceberg. La Fiscalía debe estarse guardando datos importantes.- dijo la mujer. Estaba en su oficina, con la tv encendida.- Este es el peor escándalo al que se ha enfrentado este condado en años, ¡corrupción en los programas sociales!

-Espero que toda esta situación se aclare pronto y sepamos quienes son los involucrados- dijo el de mayor edad.

-He escuchado rumores de que los San Román sabían sobre todo esto.- Opinó el tipo joven, que se la pasaba viendo su teléfono todo el programa.

-Yo no creo eso.- dijo el viejo.- O al menos creo que apenas se enteraron.

-¡¿Cómo van a enterarse apenas?! ¡Ellos son el gobierno!

-Efectivamente. Y lo han sido por siglos. Nunca se han visto involucrados en ningún tipo de corrupción.- Respondió con seguridad el viejo.

-Me sorprende que los defiendas. Eres uno de los críticos más duros al sistema.

-No los defiendo, solo me apego a los hechos, a lo que sabemos y hemos visto de ellos. Debemos esperar a que la investigación termine. Después de eso, exigir que se haga justicia.

-¿Y si esa justicia implica retirarles el título?

-Creo que el condado entraría en crisis.- Opinó la mujer.- Después del anuncio de lo sucedido me he dedicado a sondear al público. La mayoría respaldan al conde.

-Es que el trabajo de Don Guillermo habla por sí solo. Debemos esperar y exhortamos a las personas a conservar la calma.

Álvaro presionó el botón “mute” y le enseñó unas hojas.

-¿Qué es esto?

-Nosotros también hemos sondeado la opinión pública. Luciano no ha dormido en esta última semana.- Observó las estadísticas.

-Esto es bueno.

-Muy bueno. Los San Román aún tienen amigos.

-Sí, la gente común. Los disque amigos de mi padre conspiran contra él.

-Lo hacen porque son unos cerdos egoístas. Tienen dinero, pero buscan poder.  Quieren hacer lo que quieran  aquí. Estúpidos.

-Pues me siento un poco más tranquila.

-Cris…- el hombre titubeó un poco.- estos números pueden moverse en cualquier momento. Tenemos que mantener al condado de nuestra parte.

-Tranquilo, nuestra principal arma está haciendo un excelente trabajo.- Sonrió.

-Por cierto, ¿Dónde está?

-¿Dónde crees?

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*******ALE******

-Martha tiene un marcapasos que le anima el corazón. No tiene que darle cuerda, es automático. ¿Puedes oír sus pataditas? Está vivo creo yo. Martha tiene un pasajero en su corazón, en su corazón.- Realmente se estaba divirtiendo. La encomienda de su padre estaba resultándole muy fácil de hacer. Se sentía libre, ahí cantando en esa cafetería junto a sus amigos.

Hacía una semana que Cristina había hecho un comunicado oficial: se había cometido un fraude al condado y se iniciaría una investigación. Desde ese momento, habían empezado las especulaciones, los supuestos, las teorías de conspiración. Muchos analistas políticos informaban sobre los diferentes panoramas para el condado. Había algunos que decían que seguramente no pasaría nada significativo y otros que auguraban la caída de los San Román.  Por otro lado, las personas estaban divididas. Ya se notaba que eso sería una pelea entre aristócratas y gente común. Se estaban formando los bandos, las alianzas y ella… ella hacía lo que más amaba: ser ella misma.

Esa tarde había decidido ir a una cafetería-karaoke del sur, donde Nico, Nat y Lisa eran clientes frecuentes. Se sentía feliz bebiendo un refresh de limón y comiendo esa deliciosa dona de chocolate.

-Gracias a ti tendremos buenas ventas hoy.- Le dijo la chica que le trajo otro late a Nico.

-Me alegra saber eso.-  Unos minutos después de que llegó, el lugar se había llenado y había un destacamento de reporteros afuera, observándola desde los grandes ventanales.

-Deberías venir todos los días.

-Yo también quisiera. Esto está delicioso.- Dijo dando un gran mordisco a la dona.

-Te traeré otra.- La chica se marchó y ella observó su plato con culpabilidad. ¡Era la tercera dona que se comía! Dio otro mordisco. La culpabilidad se fue.

-Amo esto.- Dijo con voz de gula.

-Nosotros también.- Nico revisaba el librito con  canciones, pensando cual pedir.

-Debiste traer a Cristina.- Dijo Lisa, disfrutando de su malteada de fresa.

-En cuanto tenga una tarde libre la traeré. Le encantará este lugar.

-A mi me encanta que tus gorilas no dejen entrar a los fotógrafos. No quiero que arruinen mi café.- Natalia fulminó con los ojos a esos tipos.

-Yo creo que te verías muy linda en esas fotos.- Lisa se acercó a Nat y le besó la mejilla como si nada. La chica dark quedó muy roja. Nico y ella las observaban con cara de pendejos.

-¡¿Qué?!- Bramó la loca, con cuchillos en los ojos.

-Nada.- Dijeron ella y su amigo a la vez. ¡Desvía la mirada! Su teléfono empezó a sonar.

-Aquí la luz que ilumina tu vida.- Dijo con una sonrisa.

-Hola, mi amor.- Escuchó la voz divertida de Cris.- ¿Sigues de fiesta?

-Me embriago con un refresh de limón.

-¡Que rico!

-Te llevaré uno. También una dona, están buenísimas.- Dijo agradeciendo con un gesto a la chica que en ese momento le dejó su pedido sobre la mesa.

-¿Cuántas ya te comiste?

-Una.

-Alejandra…- Suspiró.

-Voy en la cuarta. ¡Soy una gorda!- Mordió con saña esa pinche dona deliciosa. Cristi empezó a reír.

-Eres mi gordita. En un rato más iré al palacio. Te veo ahí.

-De acuerdo. Oye…- bajo la voz.- ya sabes.

-Y yo a ti. Mucho, mucho. ¡No olvides mi refresh!- Cortó la llamada.

-¿Ya tienes que irte?-Nico observaba sin disimulo a la mesera.

-Si, ya casi.- Levantó la mano para llamar a la chica.- Creo que deberías pedirle su número.- Le dijo a su amigo mientras la chica se acercaba.

-¿Otra dona?

-Dos. Para llevar. Igual un refresh.

-¿A nombre de quien?

-Cristina.

-¿Cris… la vizcondesa?- La mesera se quedó viéndola un momento.

-Sí. Le dije que todo estaba delicioso y quiere probar.- Le sonrió a la chica.- A ella le encanta el chocolate.

-De acuerdo…- la chica reía con nerviosismo.- Le diré a… el nombre…

-Solo ponle “Cris”.

-Pero… de acuerdo.- La mesera giró para correr a la cocina.

-¡Mejor que sean tres donas!

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-De verdad está muy bueno todo esto.- Cristina estaba feliz con lo que le había llevado. Estaban en el balcón de su habitación.

-Si, yo…- miraba con ansiedad la dona en la mano de su novia.

-Alejandra, ya te comiste cuatro.

-¡Y traje tres! Dos para ti y una para mi.

-De verdad eres una gordita.- Cristi le sonrió y la dejó tomar una dona más.

-Por eso te amo.- dijo feliz dándole un piquito a su chica.

-¿Cómo fue todo en el sur?

-Genial. Antes de ir con los chicos, pasé un rato al centro comunitario. Quería hablar con Mendoza sobre las instalaciones para las clases de equitación.

-Yo estuve revisando los números para eso. Sabes que no estaba contemplado dar equitación en el centro, así que el presupuesto es aparte.

-Pero, el condado pagará, ¿no?

-Solo la mitad. Lo demás lo pondré yo.

-¿Y te alcanza?

-No soy tan millonaria como tú, pero sí.- Dijo la chica sonriéndole.

-¿No? Amor, tienes derecho a la mayor parte de la fortuna de la familia.

-No… Cuando regresamos, hablé con papá sobre eso. Le pedí que su patrimonio se dividiera en cuatro. Y aceptó.

-¿Por qué hiciste eso?

-Tengo privilegios y concesiones económicas que ni Memo ni Sofi tendrán. Eso no me parece justo y mucho menos no incluirte a ti en la repartición.

-Pero yo tengo la fortuna de Antonio. ¿Para qué quero más? ¡No se que hacer con tanto!

-Ayudar. Así como lo haces con las becas y con el orfanato.

- Creo que es mejor que la división sea entre tres.

-No estoy de acuerdo.- Cris frunció el ceño.

-¿Porqué?

-Porqué…- La chica desvió la mirada un momento.

-¿Cris…?- Buscó los labios de su novia y los besó con suavidad.- ¿Qué pasa?

-Es como una resaca moral, ¿sabes? Lo cierto es que el primogénito no solo hereda el título y los privilegios que conlleva tenerlo. También se queda con la mayor parte de todo y es quien posee el dominio del patrimonio familiar. Tú eres la primogénita.

-A mi no me interesa nada de eso.

-Lo sé. Pero es la única forma en que me siento bien con todo lo que pasó. Quiero ser justa, con los enanos y contigo.- Pensó un momento.

-Entiendo. Ahora yo quiero pedirte que me excluyas de esa negociación con papá. Les cedo mi parte a los enanos, ¿vale?

-Pero…

-Es lo que quiero.

-Alejandra, por favor.

-Agradezco tu intención, de verdad. Y agradezco todo lo que se me ha dado, pero no soy una manca, ¿sabes? Sé que mi vida nunca será como antes, pero quiero obtener las cosas por mi misma. Quiero vivir de mi música, de lo que amo hacer. Creo que es la única forma en que sentiría un poco de normalidad.  Utilizaré la herencia de Antonio para darles arte a los niños, no para derrochar en mi.

-¿Quieres crear Alejandritos?- Cristi la abrazó y acercó su rostro al suyo.

-Muchos.- Le hizo mimos a su chica. Se dio cuenta de que Cristina observaba la puerta de la recámara.- ¿Quieres que la cierre?

-No, yo…- Cristi soltó una risita nerviosa.- no creo que a papá le agrade que… bueno, yo entiendo que el palacio… la familia y…

Levantó una ceja, como signo de incredulidad. Atrapó los labios de Cristina en un beso firme. Sus manos buscaban los botones de la blusa de la azabache.

-Iré a cerrar la puerta.- logró decir entre besos, después de abrirle la blusa a su novia. Se apresuró a levantarse para correr hacia la puerta.

-¡Espera!- Cris la detuvo, sujetándole la mano.- Estamos en el palacio. Debemos respetar el hogar de la familia.

-¡Pero si no le vamos a faltar al respeto! Solo haremos el amor.- Sonrió con picardía.

-Precisamente eso no quiere papá.

-Él te quiere virgen por siempre. Aunque bueno… eso ya no es posible.

-Y tu ego se incrementa con eso, ¿no?- Cris se cruzó de brazos y la miró feo.

-Pues sí.- Admitió sonriendo.- Eres la chica más increíble de universo y elegiste estar conmigo, ¿Cómo no aumentar mi ego?

-Fue una elección fácil.- La azabache la abrazó por el cuello.- Me robaste el corazón desde hace mucho.- Cris le dio un piquito. Estaba muy roja.- Cierra la puerta.- Como si se hubiera electrocutado, soltó a Cristi y corrió a poner el seguro. De camino a la cama se quitó la camiseta y la tiró por ahí.  Abrazó de nuevo a su azabache, que la miraba sonrojada.- A eso le llamo rapidez.

-¿Qué esperabas? Hace mucho que no lo hacemos.

-Que exagerada, apenas una semana.

-La semana más larga de mi vida.

-Tonta.

-Anda, quítate toda esa ropa que te ves más linda sin ella.- Su novia rio y se quitó la ropa, quedando solo en ropa interior.

La chica volvió a tomarla del rostro y empezó a besarla. Le desabrochó el pantalón, que se deslizó hacia el suelo. Enseguida lo pateó para librarse de él.

Cristina repartía besos por su cuello y ella se distraía tocándole las pompas. Su cuerpo estaba alborotado. Soltó el sostén de su novia pues moría por tocarle los senos. Sus manos acariciaron ese par de bultos hermosos. Tumbó a la azabache sobre el colchón y dirigió la boca directo a sus pezones. Los sentía erectos contra su lengua. Cris suspiraba y jugaba con su cabello.

Miró con odio la única prenda que le quedaba a Cris, cubriéndole su zona íntima. Sin piedad tiró de la tela, rompiéndola y desnudando completamente a la azabache.

-Que impaciente…- Pero ahora fue la azabache quien terminó de desnudarla.

Esa noche tenía antojo de algo. Así que fue bajando por el cuerpo de su chica, hasta llegar a su monte de venus. Fue dejando besos en él, mientras acariciaba los muslos de Cris. Su novia tenía la respiración agitada y la miraba con una mezcla de asombro e impaciencia.

Su lengua llegó hasta el clítoris de la azabache, quien en ese momento se tapó la boca con las manos pues había soltado un grito. Cris mantuvo sus manos sobre su boca, mientras su espalda se arqueaba ligeramente y su cuerpo denotaba el placer que sentía. Eso la motivó a poner más empeño en lo que hacía. Deslizó su lengua a lo largo de todo el sexo de su chica.  Succionó el rosado e hinchado botón de Cristina, logrando que la azabache se estremeciera más. Era la primera vez que le hacía sexo oral  y le excitaba sobremanera todo eso. Se quedó ahí por varios minutos, hasta que Cristina la jaló para poder besarle la boca.  La chica le dio un beso desesperado, que aumentó más la temperatura en esa habitación, si es que eso era posible. La mano de Cris fue  hasta su zona íntima. Jadeó al sentir la estimulación que la chica hacía sobre su clítoris.  Movió su cadera para presionar más la estimulación en ella. Lo estaba disfrutando mucho. Sus ojos estaban conectados a los de Cristina. Podía ver la pasión y el amor en ellos. Siguió moviéndose hasta que no pudo más. Sintió un fuerte orgasmo golpear su cuerpo, haciéndola temblar.

-Cristi, ¿sientes eso?- Preguntó a su novia restregando su intimidad mojada en su mano.

-Sí…- La azabache jadeaba.

-Es por ti.

-Ale… entra ya.- Regresó a besar los labios de su novia mientras bajaba una mano.

Cris suspiró cuando llegó a su entrepierna. Era la primera vez que sentía tanta lubricación en la chica. Sus dedos jugaron traviesos unos segundos en esa parte, al mismo tiempo que  le besaba la oreja.

-Estás muy mojada.

-Me perviertes, ¿no te da vergüenza?- Cristi le dio un golpecito juguetón en el hombro.

-No.- La penetró.

Le encantaba sentir la humedad en el interior de su novia. Observó el rostro sonrojado de Cristi. La forma en que su pecho subía y bajaba, cada vez a mayor velocidad. La entrega de Cristina era total. Sabía que en esos momentos solo existían las dos, una para la otra.

Las embestidas eran firmes y rítmicas, al tiempo que sus cuerpos y el colchón se movían. No pasó mucho cuando sintió las contracciones dentro de la azabache. Ya conocía el tono de los gemidos de su chica al momento de terminar y justo eso llenaba la habitación. Cristina estaba teniendo un orgasmo.

Salió de ella y esperó un momento  para que la azabache controlara su respiración. Su novia la abrazó, ocultando la cara en su cuello. Escuchó a Cristi soltando una risita y sintió un beso cerca de su oreja.

-Me convenciste. Debemos empezar a cerrar la puerta.

 

Notas finales:

Dejen comentarios. Besos cachondos babys.

!Travesura realizada!


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